VALCÁRCEL Y LOS ATORMENTADOS Porque frente al pobre balance del período que presentan los voceros del gobierno -apenas una referencia exageradamente optimista a la construcción de infraestructuras terrestres (carreteras y autovías) y mejoras en instalaciones sanitarias- se impone dramáticamente el abismo social que ha abierto la crisis y las políticas de ajuste que la están profundizando. Es el paro masivo, la extensión acelerada de la pobreza y la precarización general de la vida de los ciudadanos, unido a los recortes de todos los niveles de gobierno que implica importantes reducciones de los salarios directos pero también de los indirectos (el salario social que suponen las prestaciones y los servicios públicos gratuitos, ahora suprimidos o sujetos a pago), junto a la convicción extendida de que los sacrificios de la crisis están injustamente repartidos, los que pesan sobre la conciencia popular y están arruinando el crédito del PP. Es aquí donde hay que buscar a los auténticos atormentados de la región -que no son Valcárcel ni los dirigentes del PP murciano-, entre las víctimas regionales de una crisis que aquí es más grave por la dependencia del monocultivo del ladrillo de estos años. Son una parte muy importante de los habitantes de la región que están siendo empujados a situaciones imposibles que cada vez están más cerca de provocar un auténtico estallido social. Estamos hablando de los 215.600 parados de la EPA regional (cuando llegó Valcárcel al gobierno en 1995, en otra crisis, eran 98.300); de las 77.000 familias con todos sus miembros en paro; del 35,9% de población de la región que está en riesgo de pobreza y exclusión (530.000 personas según el indicador europeo AROPE); de casi la mitad de los murcianos (47,7%) que viven en situación de precariedad (familias cuyos ingresos en su conjunto son iguales o inferiores a 12.000 euros brutos al año, según los cálculos de Gestha); de las familias en procedimiento de desahucio que no paran de crecer y que sólo en los primeros nueve meses de este año eran ya 865; de la mitad de los jóvenes activos sin empleo; de las bajas pensiones regionales que ahora soportan cargas familiares; etc. Queda una última burbuja por pinchar, que es política, y ya se está desinflando. Porque lo que los murcianos necesitamos es creer en un nuevo posible y ese no puede venir de la mano de los que nos han traido hasta aquí y nos han arrebatado cualquier confianza en el futuro. Han sido muchos, pero entre ellos tiene la más alta responsabilidad el partido que recibió el mayor caudal de esperanza otorgado a nadie en la región y que ha defraudado por completo. Patricio Hernández Pérez Presidente del Foro Ciudadano de la región de Murcia (Artículo publicado en el diario La Verdad de Murcia el 04/01/2013 ) 1/1