Mayúscula mezquindad Si a este nirvana, suma de mezquinas felicidades individuales, le sumamos la habilidad política de restar importancia a las necesidades del trabajador, el arte de ningunearlo de manera constante, de ningunear incluso igualmente a quien no trabaja a casi todo ser humano, pues, y el arte de velar los daños colaterales de la producción desmedida sobre el entorno, más esa facilidad para crear discursos en que lo esencial es el individuo, cada cual por su lado, tenemos justo el espacio en el que estamos; una inmensa siesta durante la que se nos birla el bocadillo mientras bostezamos diciendo: «Bueno, ¡me queda el smartphone!». El sistema social, de dimensiones prácticamente globales, ha generado individuos, conciencias separadas entre sí, sólo unidas en un fin común: la búsqueda del placer cada uno por sí, aunque de vez en cuando nos arracimemos en grupúsculos o en cantidades mayores, como ante un 'evento' deportivo, religioso o similar. Pero más allá carecemos hoy de la habilidad para caminar codo a codo, como no se produzca una catástrofe, en que ya el Estado apenas si puede responder. Viene bien aquí aquella maravilla de poesía de Benedetti, cantada por Nach a Guevara , en que, contra el individualismo inoperante, se decía: Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Tus manos son mi caricia mis acordes cotidianos, te quiero porque tus manos trabajan por la justicia. No se trata de defender el rebaño, que nada sublime elabora, ni la masificación donde, decía F reud , descendemos a lo más ancestral, evaporándose los logros de la cultura. Pero sí de superar esa excesiva granulación que sistémicamente nos atenaza y tender puentes entre nosotros mismos. Cierto que echamos de menos formaciones más atrevidas, defensoras del interés de todos los ciudadanos, en nuestro espectro político que puedan vehicular relaciones más justas; pero también lo es que la solidaridad y la contestación ayudará a incubarlas. El triunfo de Merkel en Alemania no prueba que esas formaciones más justas sean extemporáneas; sólo prueba que ese ambicioso país está dispuesto a seguir alimentando un sistema social que a ellos tanto favorece; exportar esa sensibilidad política es inconsistente, porque implica que la mayoría vote contra sus propios intereses, vote la continuidad de situaciones altamente injustas. Esta es precisamente la alienación, siempre por desgracia posible, la misma que el sistema se preocupa muy mucho de generar, como todo un imaginario que parece procurar los intereses de un colectivo pero que realmente lo despistan y atenazan como falsa salida; ideas y prácticas que incluso benefician más al antagonista social. 1/2 Mayúscula mezquindad La urgencia en tender dichos puentes de comunicación entre individuos alejados, en hacerles ver sus verdaderos intereses, no debe ser puesta en tela de juicio, con las alienantes consignas sobre que «estamos superando la crisis» o que «vamos a recoger los frutos del gran esfuerzo». El individuo puede saber perfectamente lo mucho que se ha perdido en el camino: el deterioro de las condiciones laborales y ambientales entre cantos de sirena, de relaciones capitalistas cada vez más draconianas para el pueblo entre la infructuosa vida política. Antes de ocultar los horrores que tantos padecen por el desenvolvimiento de un sistema indecente, pongámoslos sobre la mesa y avancemos codo a codo, sin violencia, pero con total decisión; siendo positivos pero no gozando por separado de la vida, sino con conciencia de clase social, la de los jóvenes, trabajadores, parados, pensionistas, que no explotan al prójimo, sino que exigen condiciones justas de vida, servicios adecuados, porque todo ello es posible organizando la sociedad según este justo fin, y no encaminada a engordar las faltriqueras de unos pocos. (Artículo publicado en Diario La Opinión de Murcia el 12/10/2013: http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2013/10/12/mayuscula-mezquindad/504634.html) 2/2