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III JORNADAS ABULENSES DE ENERGÍAS RENOVABLES Y MEDIO AMBIENTE
TALLER DE ARQUITECTURA DE BAJO IMPACTO AMBIENTAL
AVILA, 27 de febrero de 2004.
¿EXISTEN LOS MATERIALES “ECOLÓGICOS”? (EL PAPEL DE LOS MATERIALES DE
CONSTRUCCIÓN EN LA ARQUITECTURA SOSTENIBLE..)
Por María Jesús González Díaz, Arquitecta.
Se considera interesante adjuntar, a los temas tratados en estas III Jornadas abulenses sobre
“Energías renovables y medio ambiente”, el debate sobre la influencia de los materiales de
construcción en una arquitectura sostenible. El tema es muy comentado, sobre todo desde
distintas esferas de publicidad de los propios materiales. El evidente y creciente interés que la
sociedad muestra por la sostenibilidad ha hecho aparecer de pronto en el mercado etiquetas
“verdes” (y no sólo en el concepto, también en el color) referidas a cualquier material, por no
decir todos. Esto ha creado en el profesional una gran perplejidad. ¿Qué hay de cierto en ello?
¿Cómo distinguir entre lo que es científicamente comprobable, lo que es demagogia y lo que es
publicidad fraudulenta?
A continuación se expone una síntesis sobre el tema, extractada del libro “Arquitectura
sostenible y energía solar”, editado por Era Solar (1).
LAS FASES DE LOS MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN
Para conocer la “carga ambiental” de un elemento debe realizarse una reflexión sobre su
origen y destino final. Globalmente, el proceso es una continua transformación energética, que
no se cierra de forma circular como en cualquier ecosistema o proceso natural, sino que queda
abierta. Comienza con el agotamiento de unas materias primas, y tras un largo proceso, de
veinticinco, cincuenta o setenta y cinco años, se convierte en contaminación y residuos, estos
últimos problemáticos en la mayor parte de los casos. El material no desaparece más que de
nuestra mente, pues queda sobre la corteza terrestre, pero transformado.
Todo material posee su propio ciclo en el que se han sucedido varias fases o etapas, cada
una de las cuales contribuye de una forma propia al impacto sobre la corteza terrestre, que se
detallan a continuación.
Extracción de la materia prima.
La materia prima, generalmente un mineral, se extrae de la corteza terrestre, normalmente.
Puede ser también extraída del subsuelo, como es el caso del petróleo, origen de todos los
plásticos. Rara vez esta extracción será renovable, en el mejor de los casos será reemplazable.
Las minas se agotan, la corteza terrestre es limitada. La materia más fácilmente recuperable de
todas es la tierra, usada en crudo, como tapial o adobe. Otros materiales, como el zinc, o el
cobre, son tan escasos que, al ritmo actual de consumo, queda disponibilidad en todo el
planeta para 20 años. Cuando el material es abundante, como las gravas, sílices o áridos para
el hormigón, queda el daño y la cicatriz de la explotación de canteras, la transformación del
terreno, del hábitat, del ciclo hidrológico y los perjuicios a especies animales autóctonas.
Normalmente, los ciclos de reposición y capacidad de renovación de las materias primas que
alegremente consumimos son enormemente largos e irreemplazables, cuando no inexistentes.
Primera transformación.
Esta materia prima se transporta hasta una industria en la que se transforma. Del mineral de
bauxita se extrae el aluminio; el mineral de hierro se transforma en acero; el petróleo en
derivados varios, etc. Su transporte contribuye a la contaminación de la atmósfera en una cierta
proporción, en función de su peso. Otros daños, como las mareas negras que provoca el
transporte de petróleo y sus gravísimos costes deberían ser incluidos en este capítulo. El
transporte es el sector más contaminante de todos, y la construcción es el objetivo de gran
parte de este trasiego de mercancías. Acerías, siderurgia e industria pesada, fuertemente
consumidoras de energía, están muy relacionadas con materiales destinados a la edificación,
en la que además se añaden cantidad de aditivos para asegurar y mejorar las características
intrínsecas del material. Cada material, en esta transformación, tiene su peculiar
comportamiento en lo que respecta a su potencial contaminante y dañino. Una simple
comparación entre el hierro frente a la madera, por ejemplo, nos indica la diferente aportación a
la contaminación ambiental en esta fase de unos materiales frente a otros.
Segunda transformación.
Una segunda transformación industrial convierte el material en elemento constructivo: el acero
se lamina, el aluminio se convierte en perfiles de diferentes secciones, etc. En esta etapa se
han añadido otros metales o elementos químicos para mejorar sus prestaciones, que a su vez
tendrán una carga ambiental añadida. Esta fase aporta nuevamente su carga de transporte,
también contaminante. A su vez, el proceso de transformación necesita de gran cantidad de
energía para su funcionamiento, normalmente de origen fósil. Además, su fabricación produce
residuos y desechos, algunas veces reutilizables en un segundo proceso industrial, y otras
veces echados a vertedero.
Puesta en uso
El material, ya convertido en elemento constructivo, se coloca en obra. Previamente
transportado, su colocación ha requerido de otros materiales secundarios para su fijación y
colocación, a su vez consumidores de energía y productores de contaminación. Debe incluirse
también en su evaluación cómo afecta, en condiciones de trabajo, a la calidad del aire interior
del espacio en el que será colocado, así como su influencia en la salud de ocupantes y
trabajadores. También su mantenimiento, su posibilidad de reparación y, por supuesto, su
posible duración en condiciones aceptables de uso. La calidad del aire interior de un edificio es,
en parte, consecuencia del comportamiento y emisión de volátiles desprendidos de los
elementos que le conforman. El problema no es simple, como ya se ha comprobado con el
asbesto.
Desaparición aparente.
Una vez desechado o fuera de uso, el destino del material debe ser previsto, pues puede ser
también una importante fuerte contaminante. Otra vez hay transporte, con su correspondiente
carga de contaminación. La mayor parte de los elementos van a vertederos, altamente
problemáticos, donde su cremación produce gases tóxicos no controlados. Algunos materiales,
los menos, son biodegradables. Hay elementos reciclables, como el aluminio y el acero. Otros
son reutilizables en una cierta proporción. Esto exige, por supuesto, una conveniente
deconstrucción o desmantelamiento cuidadoso del edificio. El reciclaje de cualquier material es
también susceptible de consumo de energía en transporte y en su tratamiento para una
segunda vida del material.
EL INVENTARIO DE DAÑOS
La escala temporal de daños
Como consecuencia de las fases anteriores, existen diferentes tipos de daños, también a
diferente escala, que pueden ser clasificados. Hay un perjuicio al medio ambiente en función
del período de tiempo en que puede producirse, a una escala corta (daños inmediatos), a
escala media y a largo plazo.
Conviene analizar quien es el destinatario o víctima que recibe ese daño. Puede ser el medio o
la naturaleza de una forma genérica, pero también pueden ser sus habitantes, el hábitat
circundante, los usuarios de los edificios o los operarios y trabajadores que intervienen en su
fabricación. En estos dos últimos casos queda afectada la salud humana de forma más
específica y puntual, mientras que el daño a la naturaleza perjudica a todos por igual.
El daño inmediato
El trastorno ambiental más inmediato es el que se produce de forma simultánea y como
consecuencia de una agresión directa: ruido y contaminación de tráfico e industrias, molestias
de vertederos, producción de polvo, ruido, contaminación lumínica, etc.
Es muchas veces inevitable y previsible, y con una gestión adecuada puede ser notablemente
reducido. Está generalmente ligado a los procesos industriales y constructivos, se produce
durante las obras. Normalmente es recuperable, fácilmente reconocible y ha sido sufrido, de
una forma u otra, por todos los ciudadanos alguna vez. Como produce molestias físicas
inmediatas, evidentes, provoca en el usuario un rechazo y una respuesta rápidos.
El daño visible
En un plazo de tiempo superior, el problema ambiental consiste en daños temporales a la
corteza terrestre, hasta ahora poco considerados, pero camino de convertirse en una
preocupación más general. Son los daños al paisaje, a la parte más superficial del suelo, a las
redes fluviales, etc. Se producen en los procesos extractivos de materias primas, por causas
energéticas evidentes, por el mal uso de la industria, por el transporte, por las mareas negras,
etc. Tienen como consecuencia una contaminación o un deterioro del ambiente fácilmente
visible, y problemas de salud relacionados con la toxicidad y pérdida de condiciones
ambientales.
Necesitan procesos de rehabilitación general con soluciones a plazo medio o largo, como
recuperación del balance del suelo destruido por las canteras, eliminación de las fuentes
contaminantes, desarrollo y técnicas de reforestación, de repoblación de fluviales, de limpieza
de ambientes, de costas, de ríos, etc. Estos perjuicios comienzan a formar parte de la
conciencia de respeto a la naturaleza que colectivamente se está extendiendo en los países
desarrollados.
Los problemas ambientales a largo plazo.
Pero sin duda alguna el daño más peligroso es el que se produce a mayor escala en el espacio
y en el tiempo, especialmente preocupante por no ser visible o tangible de forma directa, sino
tan sólo a través de sus graves consecuencias. Es amplio en el espacio, pues afecta a todo el
planeta. Y en cuanto al tiempo, su plazo es tan largo que abarcará sin duda a varias
generaciones. Constituye justamente el objetivo de un desarrollo “sostenible”. Recordando la
definición de este concepto, un desarrollo sostenible es aquel que es puede hacerse posible sin
comprometer el de las próximas generaciones, propósito actualmente muy lejano.
La solución es bastante difícil, y en ella se sitúa el propósito de este libro. Es necesario, en
primer lugar, identificar y valorar los daños, y sugerir al menos cual es su relación con la
construcción, bastante cercana. Se relacionan a continuación los
ambientales, y los elementos constructivos que suponen un daño concreto.
principales
daños
-Acidificación: la construcción contribuye a ella mediante la utilización de metales pesados, de
algunos ácidos como el sulfúrico y nítrico, que son parte importante de la transformación de
algunos materiales como el PVC, la utilización de metales en aleaciones, cinc, etc.
-Efecto invernadero: los edificios aportan su colaboración a la producción de este daño
mediante las calefacciones , los productos que emiten CFCs, como la fabricación de algunos
aislantes, y la repercusión que el traslado de los materiales constructivos tiene en el tráfico.
-El agujero de la capa de ozono: también los CFCs de algunos aerosoles, productos
refrigerantes, pinturas químicas y espumas de poliuretano utilizadas como aislantes
contribuyen a este efecto nocivo.
-Eutrofización: las materias nutrientes del suelo se ven afectadas por las industrias pesadas, en
las que se utilizan nitratos, plomo y otros metales pesados que contaminan el agua y el suelo,
modificando y alterando las cualidades naturales del terreno y afectando a su eutrofización.
-Desertización: el uso abusivo del agua en algunas industrias, el consumo poco responsable en
la edificación residencial, la excesiva ocupación del suelo por edificaciones, las
pavimentaciones duras, ayudan a modificar el estado natural de las aguas del subsuelo y a
aumentar la desertización. Algunos autores consideran que el 16% del consumo de agua está
relacionada con los edificios, ya sea como consumidores directos o indirectos.
-Deforestación: la tala indiscriminada de árboles, la mala gestión de los bosques para su
explotación, la utilización de maderas tropicales y exóticas, muy valoradas en la construcción,
son responsables, según algunos autores, del 20% de este perjuicio, y según otros un 25%.
-Emisiones de CO2: el consumo de energía fósil en la industria para la producción de
materiales constructivos y las calefacciones colaboran en un 50%, según algunos autores, a las
emisiones totales de este gas. Según el BRE (British Resource Establishment) los edificios son
responsables del 45% de las emisiones; la industria el 25%, el transporte otro 25%, y el resto la
agricultura.
-Agotamiento de las fuentes energéticas: todos los procesos industriales para la producción de
materiales constructivos son fuertes consumidores de energía, generalmente no renovables. El
40 % del gasto energético está causado por la edificación.
-Fragmentación y agotamiento de recursos naturales: el cobre, el cinc, los mármoles, piedras,
pizarras, etc aportan a este capítulo gran parte del problema. El 40% de los minerales vírgenes
son extraídos para la edificación, y son irreemplazables. Las minas no se regeneran nunca.
-Contaminación del aire y volátiles: Los componentes volátiles tóxicos, conocidos de forma
generalizada como VOC (por sus iniciales en inglés) o los PTS ( iniciales de Persistent Toxic
Substances), entre los que se encuentran los PCBs, el asbesto y el amianto, los formaldehídos
y demás elementos contaminantes del aire, proceden de elementos constructivos, como
pinturas, barnices, revestimientos, etc. El 30 % de los edificios nuevos o renovados tienen un
aire interior de deficiente calidad.
LA SELECCIÓN DE LOS MATERIALES.
Ante este panorama, no es fácil elegir un material de construcción. Los criterios para
seleccionar un material abarcan muchos aspectos y son de una gran complejidad, que
habitualmente se resuelven recurriendo a la solución más convencional, que no es siempre la
mejor.
Los criterios tradicionales
Conocemos hasta ahora una larga relación de factores que deciden el material adoptado en
una construcción:
-los funcionales, como la utilidad y adecuación al programa en cuanto a características
técnicas, estructurales, de resistencia y estabilidad
-los relativos a la seguridad, resistencia al fuego y a las normas de emergencia, como el sismo,
-los que dependen de sus características térmicas y de adaptación al clima, como inercia y
aislamiento térmicos, impermeabilidad, higroscopia, comportamiento frente a los agentes
atmosféricos, aislamiento acústico, etc,
-los que definen su escasez o abundancia , y por tanto su disponibilidad en el mercado,
-los que determinan su facilidad de ejecución y su coste económico,
-los que aseguran su capacidad de reparación y mantenimiento,
-los estéticos.
Los criterios ambientales
Hasta aquí son los criterios habituales que designan las pautas convencionales de
construcción. A ellos han de añadirse otros aspectos que de una forma u otra tienen una fuerte
relación con el medio, y que mayor influencia tienen en el concepto del impacto ambiental:
-los temporales, como durabilidad, deterioro y esperanza de vida,
-los que indican capacidad de reutilización y de reciclabilidad,
-los que influyen en la calidad del aire interior del espacio habitable, y por tanto en la salud,
tanto de los usuarios como los trabajadores, fabricantes, etc,
-los que producen contaminación y aportan deterioro del ambiente,
-los que definen su eficiencia energética y coste ecológico o ambiental.
Un material se convertirá en inadecuado cuando alguno de estos aspectos, ya sea entre los
convencionales o los ambientales, ha sido infravalorado, o si alguno o algunos ha prevalecido
muy por encima de los otros. Los factores medioambientales, como la capacidad de
contaminación, las emisiones que pueden producir un material durante su fabricación o las
posibilidades de reciclaje, etc, deberían ser tomados en cuenta para conseguir una
aproximación integral al problema que logre equilibrar todas las variables. También es
importante conocer con precisión otros aspectos, como su gasto y efecto en el ciclo del agua y
el balance con respecto al uso del suelo.
Factores no razonados
Son considerables también los factores de tipo sociológico. Algunos materiales producen un
gran rechazo a sus moradores sin que exista una razón justificada para ello, mientras que en
otras culturas o ambientes son sobrevalorados otros. En el primer caso hay tanto materiales
tradicionales como otros más tecnológicos. Podría estar el tapial, asociado a la pobreza y
tiempos de hambruna, o los tabiques prefabricados, erróneamente considerados por algunos
como construcción endeble y de mala calidad.
Y entre los sobrevalorados pueden estar los revestimientos cerámicos de alta cocción, los
mármoles de importación, o las últimas novedades de las familia petroquímica. Estas
apreciaciones no dejan de ser opiniones subjetivas que pueden ser resueltas con la debida
información. Curiosamente, los materiales tradicionales, entre ellos la madera, son vistos con
cierto desdén incluso entre los profesionales, a pesar de tener un comportamiento ambiental
mucho mejor que otros aparentemente “beneficiosos” para el medio ambiente.
La carga ambiental y energética de un material.
Ahora bien, entre tanta propaganda y publicidad engañosa, cuando no directamente falsa,
¿cómo podemos conocer con fiabilidad y racionalidad las cualidades ambientales de un
producto? Nuevamente citaremos las reflexiones de Philiph Steadman en 1975: “Si se concibe
el edificio como un sistema completo que utiliza energía y materiales a lo largo de su ciclo vital,
el análisis debería empezar con la extracción de materias primas empleadas en la
construcción, incluir su transporte y colocación, y luego, al final de la vida del edificio, cuando
se derribe, debería tenerse en cuenta cómo se dispersan los materiales y se vuelven a utilizar.
En la práctica este consejo equivale casi a exigir la perfección, y por el momento existe poca
información disponible sobre el consumo de energía en la fabricación y transporte de los
productos de construcción.” (2)
Esto es actualmente posible, y en un futuro bastante cercano existirán regulaciones específicas
con carácter genérico que aclararán el panorama. Sin estos datos, el mito de la sostenibilidad
puede resultar un auténtico fiasco. El resultado del proceso de crear un edificio sostenible ha
de ser completo e integrador. Puede suceder que con la excusa del ahorro energético se
realicen fachadas extraordinariamente caras, con una gran carga energética, y el balance
global resulte negativo. La solución para cada caso, que dada la complejidad de los factores
que intervienen rara vez será única, puede proporcionar sorpresas. Desconocemos, si no hay
un estudio riguroso que lo aclare, si el mejor diseño arquitectónico desde el punto de vista
energético y ambiental está más cercano a la tradición que a la innovación. Por ello el dato de
la calidad ambiental de los materiales, realizado de forma independiente y completa, es tan
importante.
UNA HERRAMIENTA : LOS ANÁLISIS DE CICLO DE VIDA (A.C.V.)
Para conocer con exactitud el impacto que cualquier material produce en el ambiente y su
huella ecológica, existen procedimientos racionales absolutamente fiables para la clasificación
de materiales y de elementos: aquellos basados en los análisis de ciclo de vida (ACV),
aplicados y orientados al problema del impacto ambiental.
La tarea es muy compleja, ya que la acumulación de factores necesarios para su conocimiento
real son muy numerosos. Pueden aplicarse a un solo material (el cemento, la madera...), a un
elemento (una carpintería de aluminio, un forjado metálico...) (3), o a un edificio completo, en
función de lo que interese conocer con exactitud. Supone una importante herramienta para
conocer de forma bastante aproximada el impacto sobre el ambiente que el material, o el
elemento, pueden producir desde su creación hasta su desaparición, y lo adecuado o
improcedente de su selección para la construcción del edificio.
Una larga entrada de variables.
El objetivo de un análisis de ciclo de vida es conocer el uso de materias primas y evaluar la
aportación a los diversos problemas ambientales de un material cualquiera, en todos los
períodos de su existencia, ya desarrollados, y estudiados sobre cada uno de los diferentes
daños específicos al ambiente. A lo largo de todas las fases de su vida, el material ha
producido una señal en la corteza terrestre que habrá de ser estimada a través de un
cuidadoso inventario de datos.
Loa análisis de ciclo de vida, aquí escuetamente comentados, requieren varias fases de
trabajo. En una primera, la identificación exacta de los daños ambientales que pueden ser
producidos, que son también variados y complejos y que requieren una relación exhaustivas de
datos.
En una segunda parte, la aportación del material, cuyo comportamiento se analiza, a esos
daños ambientales. Para esta segunda fase es necesario conocer con exactitud todo el
proceso de elaboración del material y tener datos referentes a su industria bastante completos.
Tras estas dos entradas de datos, la siguiente tarea será la búsqueda y definición de las
necesarias unidades de equivalencia, es decir, “factores comunes” para poder relacionar los
diferentes daños y, sobre todo, comparar los diferentes materiales o elementos constructivos,
ya que se trata de métodos no normativos ni concluyentes, sino comparativos.
El resultado puede ser un balance entre los diferentes materiales que indique un
comportamiento más o menos dañino en función de los daños causados, con una clasificación
final puntual. También puede ser una recomendación de prioridades (métodos de preferencia
ambiental), como los conocidos “Green Building Handbook” (4) y “Handbook of sustainable
building” (5) .Cualquiera de ellos podrá ser una referencia independiente que indique la bondad
e idoneidad de los materiales constructivos para cada ocasión, por encima del caos de las
“desinformaciones” publicitarias.
El concepto de la energía incorporada
Otro método comparativo puede ser ofrecer datos relativos a la energía incorporada (o “energía
encarnada”) en cada material. Este concepto integra el gasto energético consumido en los
procesos de elaboración, su gasto en transporte o mantenimiento y puesta en obra, en
unidades energéticas.
El concepto de energía incorporada es un dato muy relevante, pero tampoco es suficiente
desde el punto de vista ambiental. Pongamos el caso de los plásticos, derivados de la industria
petroquímica: el PVC (cloruro de polivinilo) soporta una energía incorporada inferior a otros
plásticos como el PP (polipropileno) o el PE (polietileno). En datos, el primero tiene una
energía incorporada entre 66 y 73 MJ/Kg. Los segundos, alrededor de 100 MJ/Kg. Sin
embargo, con respecto a otros pormenores como son su comportamiento y emisiones de gases
tóxicos en caso de incendios, sus problemas para su recuperación o incineración, y las
emisiones a la atmósfera durante su producción, hacen recomendable los plásticos PE o PP
frente al PVC, en aquellos casos en los que no hay elemento constructivo sustitutivo, como el
aislamiento de cableado eléctrico, redes de saneamiento, etc.(6) Ningún método basado en
análisis de ciclo de vida recomienda el PVC frente a otros plásticos.
En el caso de emisiones de dióxido de carbono, Miguel Nevado (7) muestra cómo afecta al
ambiente la decisión de construir el mismo elemento estructural con cuatro materiales
constructivos diferentes. Una misma viga con una luz de 7,5m y una carga de 3,75 kN/m, habrá
emitido 327 kg de CO2 a la atmósfera si es de aluminio. Si es de hormigón armado, habrá
lanzado 101 kg, y 76 Kg en caso de ser de acero. Si se ha construido en madera, habrá
“almacenado”, es decir, el efecto contrario a la emisión, 101 Kg de CO2.
El localismo
Estos datos no serán iguales ni tendrán la misma valoración en cada país, según sus propias
características socioeconómicas, su complejidad industrial y sus controles ambientales. No
todos los países tienen los mismos recursos materiales, ni las mismas condiciones geográficas
para el transporte, ni las mismas normativas. El localismo es uno de los puntales
fundamentales de una construcción sostenible, y también de un correcto análisis de ciclo de
vida.
A su vez, los resultados variarán en función de los objetivos concretos de cada investigador:
pueden estar orientados a reducir el gasto energético, o a eliminar determinados daños
ambientales, etc. Por ello existen programas diferentes en función de los países en los que son
evaluados. Existen los programas Simapro (Holanda), Greencalc, Eco-Quantum, GB-Tool etc.
En España se encuentran en estos momentos en desarrollo, pero la “Guía de la edificación
sostenible” ofrece muchos datos de interés. Existen también los “costes del ciclo de vida” ,
conocidos por las siglas CCA ( LCC en su versión inglesa), referidos principalmente al cálculo
de costes.
A pesar de este carácter local, las conclusiones de los diferentes procedimientos de los análisis
de ciclo de vida no son muy diferentes. Su propósito es una evaluación del daño al ambiente, a
la atmósfera y a las condiciones de la corteza terrestre, que son comunes y nos afectan a todos
los habitantes del planeta por igual. Como puede deducirse de la tabla adjunta sobre materiales
estructurales, la diferencia es muy pequeña, a pesar de la magnitud en la entrada de variables.
La aplicación de los ACV
La utilidad de los análisis de ciclo de vida para la gestión y el control ambiental de cualquier
actividad constructiva es fundamental. Son la herramienta comparativa necesaria para el
análisis de las consecuencias ambientales. El gasto energético que supone el levantamiento de
un edificio puede ser evaluado, al menos de una forma bastante aproximada. La valoración de
su aportación a las emisiones de CO2, o cualquier otro dato ambiental puede ser conocido.
Recientemente se ha calculado cómo es posible reducir las emisiones de CO2 mediante la
utilización de unos materiales constructivos frente a otros, siempre dentro de parámetros
reales. En edificaciones en las que ello es posible, como edificios de pocas plantas, la
utilización de una estructura de madera frente a una de hormigón, y la selección de materiales
de bajo impacto ambiental, ha mostrado que es posible la reducción de un 27% de las
emisiones de dióxido de carbono producidas en todo el proceso de levantamiento del edificio
(8).
El objetivo del edificio que produce “cero emisiones” de CO2 en su período de uso, en su
mantenimiento y calefacción, está siendo buscado de forma bastante acertada en el centro de
Europa. En cuanto a la falta de producción de dióxido de carbono en su construcción, lo más
real es buscar las emisiones mínimas, dentro de lo posible.
Las normativas europeas están trabajando de forma bastante especifica en todos estos
aspectos, que próximamente serán de consideración obligatoria en la selección de materiales
de construcción. La responsabilidad del diseño y del arquitecto o los responsables de gestión
de la obra es determinante.
La energía incorporada en los materiales estructurales.
Se adjunta una relación de datos como ejemplo de cifras de energía incorporada en la
producción de los materiales más comunes . A pesar de proceder de Nueva Zelanda (9), se ha
considerado interesante por ser muy completa. Los datos resultan bastante coincidentes con
cifras similares publicadas en España. Se insiste en el concepto de que la “energía
incorporada” es tan sólo uno de los elementos bajo los cuales juzgar la idoneidad ambiental de
un material. Los métodos señalados anteriormente, ya sean de preferencia medioambiental,
descriptivos, etc, ofrecen una visión más completa y global que abarca todos los fenómenos y
daños ambientales a los que puede contribuir un material constructivo.
(1) Arquitectura sostenible y energía solar. GONZÁLEZ DÍAZ, María Jesús. Ed. Era Solar.
Madrid, 2004
(2) Energía, medio ambiente y edificación. STEADMAN, Philip. Ed. Blume. Barcelona, 1975
(3) La Enseñanza de la Arquitectura y del Medio Ambiente. Programa LIFE. Comisión
Europea. Colegio de Arquitectos de Cataluña. Barcelona, 1997
(4) Green Building Handbook (Volume 1). TOM WOOLLEY, SAM KIMMINS, PAUL HARRISON
AND ROB HARRISON. E & FN SPON. London, 1997.
(5) Handbook of sustainable building. ANINK, David, BOONSTRA, Chiel. James & James,
Science Publishers. London, 1996.
(6) Libro Verde. Cuestiones Ambientales Relacionadas con el PVC. Comisión de las
Comunidades Europeas. Bruselas, 2000.
(7) Diseño Estructural en madera”, NEVADO, Miguel A.R, Ed. AITIM
(8) Evaluación de la reducción de emisiones de CO2 a través de la selección de materiales de
construcción”. GONZÁLEZ DÍAZ, María Jesús, Valladolid, 2003
(9) Environmental Comparison of Building Elements. Architecture and the Environment.
Ministry for the Environment. New Zealand Institute of Architects. 1996.
María Jesús González Díaz
Ávila, febrero de 2004.
5
TABLA II
ENERGÍA INCORPORADA DE MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN.
1.- ESTRUCTURA
4.- CUBIERTAS
REVESTIMIENTOS
5.- CUBIERTAS IMPERMEABILIZANTES
6.- CERRAMIENTOS
VERTICALES
7.- CARPINTERÍA - OTROS
8.- CARPINTERÍA DE
MADERA
9.- REVESTIMIENTOS
12.- SOLADOS
14.- RECUBRIMIENTO DE
TECHOS
17.- AISLAMIENTOS
VERTICALES
18.- IMPERMEABILIZACIONES
INTERIORES
19.- IMPERMEABILIZACIONES
SUELOS
20.- VIDRIOS
21.- TUBERÍAS
Hormigón
Acero
Madera
Aluminio
Tierra
Teja de Hormigón
Teja Cerámica
Teja de Fibrocemento
Láminas Impermeabilizantes
Goma Sintética
Ladrillo Cerámico
Tabique cartón - yeso
Perfiles PVC
Perfiles
Maderas del lugar
Madera
Enfoscado de Cemento
Guarnecido de yeso
Solado Cerámico
Madera
Piedra artificial
Solados de piedra natural
Alicatado de Azulejo
Solado de Terrazo
Húmedo in situ
Chapado
Poliestireno Expandido
Poliuretano Rígido
Corcho
Polietileno
Láminas Asfálticas
Polietileno
Vidrio
Tubería sintética PVC
Tubería sintética PE
Tubería sinteítca PP
Cobre
Energía
incorporada
(MJ/Kg)
Emisiones
CO2
(KgCO2/Kg)
1,20
10,10
32,00
1,20
191,00
0,40
0,80
2,50
9,50
53,70
110,00
2,50
6,10
66,00
191,00
2,00
0,0194
0,1631
0,5168
0,0000
3,0847
0,0065
0,0129
0,0404
0,1534
0,8673
1,7765
0,0404
0,0985
1,0659
3,0847
0,0000
Láminas:
Alta Densidad:
3,10
7,80
4,50
2,50
3,10
2,50
5,90
2,50
2,50
4,50
6,10
117,00
72,20
0,20
98,20
0,0015
0,1260
0,0727
0,0404
0,0000
0,0404
0,0953
0,0404
0,0404
0,0727
0,0985
1,8896
1,1660
0,0032
1,5859
Goma sintética:
Baja Densidad:
Vidrio Sencillo:
General PVC
Baja Densidad:
Baja Densidad:
Sin reciclar
110,00
90,00
15,90
66,00
90,00
90,00
70,00
1,7765
1,4535
0,2568
1,0659
1,4535
1,4535
1,1305
Hormigón en masa 30 Mpa
Hormigón (acero reciclado)
Acero virgen:
Secada al aire:
Aluminio virgen:
Adobe, tapial
Poliester:
Goma sintética general:
Prefabricado
PVC (general):
Aluminio:
Secada al aire:
Chapados secados en autoclave:
Baldosa Cerámica:
Parquet:
Local
Yeso
Escayola
ARCHITECTURE AND THE ENVIRONMENT. COMPARISON OF BUILDING ELEMENTS - LIFE CYCLE ANALYSIS
NEW ZEALAND INSTITUTE OF ARCHITECTS Y ELABORACIÓN PROPIA.
ARQUITECTURA SOSTENIBLE Y APROVECHAMIENTO SOLAR. María Jesús González Díaz. Ed. Era Solar.
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