deslocalizacion

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LOS PROBLEMAS DE LA DESLOCALIZACIÓN INDUSTRIAL EN
ESPAÑA: LA PÉRDIDA DE TEJIDO INDUSTRIAL Y UNA
ALTERNATIVA DESDE LA IZQUIERDA
El funcionamiento de la economía mundial durante estos último periodo se ha basado en
la primacía y cada vez mayor peso específico de las inversiones multinacionales; cada
vez más negocios y distintos tipos de producción proceden de las inversiones
extranjeras, cuya máxima es la generación del mayor beneficio en el menor tiempo
posible y para ello, simple y directamente, se buscan territorios de bajos costes laborales
entre otros factores.
Este proceso suele finalizar con un nuevo ingrediente en esta receta del máximo
beneficio, cada vez más implantado, como es la producción móvil: las amenazas de
deslocalización y/o la fuga de empresas están condicionando en muchas ocasiones la
actividad empresarial y productiva de muchos enclaves productivos, especialmente en
sectores como el textil, telecomunicaciones, automóviles etc.
En España nos encontramos hoy con este problema, con los efectos negativos de la
deslocalización y así contemplamos en el sector industrial ejemplos como los que
siguen:
“Volkswagen vincula la suerte de 30.000 empleos a la reducción de los costes
laborales. ... Los principales fabricantes de automóviles pasan apuros económicos y
tratan de reducir costes, fundamentalmente laborales, con la amenaza de cerrar sus
fábricas, trasladarlas a otros países o iniciar regulaciones de empleo”
“Samsung: adiós muy malas. La multinacional coreana Samsung quiere cerrar su
fábrica de Palau-Solitá y dejar sin trabajo a más de 400 trabajadores. La factoría se
inauguró en 1991, tiene beneficios desde 1998 y los productos de electrónica de
consumo que produce son competitivos. Samsung pretende marcharse porque en
Eslovaquia y China le ofrecen mejores condiciones y las diferencias salariales son
enormes”
“Telefónica traslada a Marruecos gran parte del servicio de información 1003:con
unos 40 operadores que perciben la mitad del salario de sus homólogos españoles,
teniendo previsto contratar hasta 2000 personas, los centros tienen una capacidad de
250.000 llamadas diarias
Nissan exigen reducir sus costes en 31% para seguir en España
Y Delphi a Marruecos, Philips, Coldwell Banker,Ford….
Por tanto, los cada vez más comúnmente llamados procesos de deslocalización que se
están realizando en la industria española demuestran la necesidad de una política
industrial coordinada y ligada a las necesidades de cada sector y territorio que superen
las divergencias existentes y que modernice y fortalezca el aparato productivo y evite
dejar a la espontaneidad del mercado la superación de las posibles debilidades, así como
a la iniciativa empresarial la responsabilidad de tomar decisiones en este terreno. En
este marco, hay que tener una especial atención en el diseño de los sectores estratégicos.
Pero, ¿qué es la deslocalización?
La deslocalización consiste en el traslado, por parte de las grandes empresas y
multinacionales, de plantas de producción y/o de servicios, parte de ellas o
subcontratación de trabajos a otros países (los casos más significativos por
multinacionales españolas se dan en Tánger- Marruecos) menos industrializados o en
desarrollo, e incluso a distintas regiones del propio país, con el consiguiente cierre de
los centros de trabajo en el país de origen.
La deslocalización industrial está unida a la integración en la competencia internacional,
hoy en entredicho, que intenta optimizar la rentabilidad de las inversiones realizadas, a
base de conseguir en el país de destino, menor coste de mano de obra, mayores
beneficios fiscales, menor coste del suelo industrial, así como legislaciones
sociolaborales menos exigentes, tanto desde el punto de vista de la protección social,
como de los derechos sindicales.
Cuando la decisión de salir del territorio afecta sólo a parte de su producción, ésta puede
ser compatible con el mantenimiento o crecimiento del empleo y de la actividad
económica, siempre que exista la posibilidad de generar un empleo alternativo, a partir
de nuevas actividades (en función de la capacidad de investigación y desarrollo de la
propia empresas para seguir creando productos y/o actividades) que la empresa pueda
desarrollar. Pero, estas posibilidades desaparecen por completo cuando la decisión
tomada es el cierre total de los centros de trabajo y su traslado fuera de las fronteras de
origen, con los consiguientes efectos irreversibles en cuanto a destrucción de empleo
directo e indirecto; Esta modalidad es la más acometida por las empresas
multinacionales que optan por esta iniciativa de “deslocalización”.
Hoy en día es constante la huida de empresas extranjeras buscando nuevos destinos
“más rentables” pero son también muchas las empresas españolas que están haciendo lo
mismo y miran hacia Marruecos, Latinoamérica, China o los países del Este de Europa.
Las decisiones de las empresas no tienen en cuenta el tamaño, el sector, o el territorio en
el que están ubicadas. La “deslocalización” simple y llanamente es una muestra de la
irresponsabilidad que practican estas empresas multinacionales: tras lucrarse de las
ventajas y beneficios que les ha generado el haber desarrollado su producción en un
determinado territorio, con el agravante además de hacerlo cuando obtienen beneficios,
que pretenden maximizar, alegando como causa de cierre el mantenimiento de la
competitividad, pero asumiendo una concepción de la competitividad pasiva,
únicamente basada en bajos costes.
Y ¿qué provoca la deslocalización?
Las principales víctimas son los trabajadores, tanto de aquí como de allí. Aunque,
aparentemente, el traslado de estas empresas a los países receptores debería redundar en
un mejor desarrollo, la realidad es muy distinta.
En los países destinatarios – normalmente países en vías de desarrollo, con frágiles
estructuras sociales, económicas y políticas- a donde acuden estas empresas se genera:
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Dependencia de las multinacionales:
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Explotación laboral: “zonas francas industriales”, zonas industriales en las que
los gobiernos ofrecen a las empresas privilegios económicos – sin o menores
impuestos, por ejemplo.
Represión sindical;
Evasión de capitales: el dinero circula con mayor facilidad, con lo que las
economías nacionales son más vulnerables a la especulación financiera.
La deslocalización provoca también consecuencias muy negativas en los países de
origen de las empresas que se trasladan:
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Eliminación de puestos de trabajo;
Competencia entre trabajadores;
Precarización de las condiciones laborales; ante las amenazas de cierre, los
trabajadores terminan cediendo a gran parte de las exigencias empresariales
Pérdida de derechos laborales.
¿Por qué se produce la deslocalización?
Las causas más significativas son:
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La búsqueda de costes salariales más bajos así como otros beneficios
económicos como menor presión fiscal, suelos baratos, ayudas
gubernamentales, etc. ,en definitiva costes directos cada vez menores.
La competitividad creciente y global de las empresas, a lo que se une la visión
de las multinacionales del mundo como un mercado sin regular.
La gran desigualdad de derechos y condiciones laborales entre los países.
Determinados Estados más que un obstáculo son un elemento más que
contribuye a mantener/apoyar este tipo de situaciones; al proporcionar
facilidades y medios a las grandes empresas multinacionales para su
implantación en sus territorios sin ningún tipo de control ni exigencia social,
laboral etc.
El desarrollo de nuevas formas de inversión, como pueden ser la
subcontratación internacional, las franquicias, las fusiones de empresas,...
Vemos pues, que cada una de estas causas determina que la apuesta por la
“deslocalización” siempre busca reducciones en términos de costes laborales obviando
otro tipo de factores de las empresas que proporcionan otras ventajas competitivas
(calidad, formación RRHH, I+D+I ...). Son muchos los que piensan que los procesos de
deslocalización suceden como resultado de la existencia de empleos improductivos por
efecto de la competencia internacional o nacional y por tanto, la economía del territorio
en que se produce la huida empresarial progresa ante la desaparición de esos elementos
no competitivos. Pero las verdaderas causas que llevan a tomar la decisión empresarial
de la deslocalización demuestran que no es la competitividad de sus empresas, no es la
productividad de sus trabajadores, sino que es el “beneficio fácil y rápido” el que
fomenta los traslados. Ejemplos de empresas que se van, con resultados positivos y sin
instauración de medidas previas que solucionen esos posibles problemas alegados ente
la decisión del abandono de un territorio, son en exceso numerosos (Samsung, Philips...)
Además, no hay que olvidar que las empresas que cierran su planta de producción o
están en previsión de hacerlo, para trasladarla a otros países, son empresas que por estar
ubicadas en determinados territorios, han percibido por parte de los gobiernos toda una
batería de ayudas públicas (fiscales, para la compra de suelo industrial, subvenciones al
empleo creado, a la I+D+I, etc.) que detalladamente podemos conocer en los Acuerdos
de concertación regional en materia de empleo e industria que se han negociado a nivel
autonómico y local Y que, precisamente, estas ventajas de partida con la que han
contado por instalarse en España y, en concreto, en unos determinados territorios, son
totalmente obviadas por estas empresas cuando lo que tendrían es que obligarlas a
asumir unas responsabilidades que, sin embargo hoy por hoy no cumplen porque, en
definitiva, no se les exige por parte de los respectivos gobiernos.
...Y ante esto ¿qué se puede hacer?
En primer lugar, se debe exigir a las empresas que desean por parte de lasa distintas
administraciones que optan por la deslocalización de sus procesos productivos que
trabajen por un modelo de producción duradero donde se potencien otros factores
productivos diferentes de los precios que son, en definitiva, los determinantes a medio y
largo plazo del valor añadido de los productos que se generan. Entre los factores a
potenciar y exigir en la firma de los acuerdos deben contemplarse los siguientes:
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Mayor nivel de inversión en capital humano: en educación, cualificación, y
formación continua y profesional.
Más inversión: en I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación), en las NTIC
(Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones), en
infraestructuras, etc.
Mayor esfuerzo de la inversión privada, en bienes de equipo que procuren el
cambio tecnológico. Mejoras organizativas y de gestión que mejoren la
productividad.
Mayor participación e implicación de los trabajadores.
Pero para ello las Administraciones Públicas tienen que cambiar de actitud y
orientación política, deben tomar que se anticipen al futuro, y que no se improvise
ante los anuncios de deslocalización. Por tanto, es necesario buscar fórmulas que eviten
o minimicen estos drásticos cierres que desencadenan importantes pérdidas de puestos
de trabajo y precarias situaciones laborales.
El Gobierno del PSOE a nivel central debe cambiar de actitud y dejar de considerar a
“la deslocalización no como un problema sino como un reto que puede abrir
horizontes”. Debe existir una política industrial activa que reoriente la acción de la
empresa en el marco de conseguir objetivos: “apoyando a las empresas españolas para
que, en su gestión global, mantengan en nuestro país las fases que aporten más valor
añadido al proceso de producción y comercialización, para lo cual cumplirá un papel
esencial el desarrollo de la innovación empresarial y así evitar los posibles efectos
negativos. La segunda, desarrollar entornos tecnológicos para atraer a España fases de
producción de alto valor añadido de empresas multinacionales”. Y “mantener el
Programa de renovación de Zonas Industriales en declive. Para la dinamización
industrial de zonas afectadas por procesos de reestructuración y deslocalización
industrial, en colaboración con los agentes sociales y con los gobiernos de las CCAA”.
Estas medidas deben permitir poner en marcha una estrategia competitiva acorde con las
debilidades que presenta la estructura productiva española - más notoria cuando se
desencadenan iniciativas como las de “deslocalización”- que configure una competencia
en mercados y productos no en base a reducción de costes sino a la aplicación de toda
una serie de actuaciones horizontales (como las enumeradas anteriormente), que sean
articuladas con políticas selectivas a nivel sectorial y territorial. En definitiva un
autentico Plan Industrial que diseñe el modelo industrial de nuestro país, minimice la
dependencia exterior, sobre todo en el sector energético, y desarrolle una política
positiva y activa para u desarrollo industrial sostenible.
En definitiva, marcar las líneas estratégicas de una política industrial que reoriente el
tejido productivo español y lo fortalezca en aras a la consecución de un desarrollo
sostenido de la economía, es inaudito escuchar al Presidente del Gobierno, Sr. Zapatero
decir que el Gobierno no puede ingerir en el marco de la venta de parte de Repsol al
gigante ruso Lukoil
En segundo lugar, sería necesario aplicar medidas de carácter preventivo a nivel general
y, en especial, en aquellos sectores más susceptibles a este tipo de prácticas. Esto exige
la creación de instrumentos de gestión preventiva, los Observatorios Permanentes
Sectoriales que permitieran realizar una labor de prospección de los cambios
sustanciales por los que están pasando o vayan a pasar en un futuro próximo los
diferentes sectores afectados; al objeto de obtener unos resultados que permitan
anticiparnos ante decisiones posibles de deslocalización y, por tanto, reducir los efectos
negativos que estas iniciativas deparan sobre el empleo.
Y, en tercer lugar, con el objetivo de disuadir a las empresas de que opten por el
desenlace de la “deslocalización”, se debería condicionar la titularidad del suelo ante
posibles movimientos especulativos y/o el mantenimiento de cualquier tipo de ayuda
pública al compromiso de permanencia de la empresa en el país donde la reciba, tanto
para las empresas multinacionales que vengan a instalarse, como para todas aquellas
que ya lo estén a partir de la fecha en que se haga efectivo dicho requisito.
En definitiva, se trata simplemente de conseguir que las empresas se hagan responsables
de sus decisiones. Y que, al igual que se les otorgan unos derechos por implantarse en
España-Andalucía (ayudas públicas) también se les confieran unas obligaciones.
Pero no sólo son las empresas y las Administraciones las que deben tomar carta en este
asunto; también los sindicatos, el movimiento sindical, local, nacional e internacional,
tienen mucho que decir y que hacer. Es necesario establecer “una estrategia ofensiva de
control de las multinacionales que actúe a la vez en un escenario nacional, europeo y
mundial".
Los sindicatos no pueden sólo defender ante acciones como la deslocalización, sino que
deben ser propositivos, tener una participación activa en la negociación y en la
ejecución de las decisiones empresariales. En el marco de la participación de los
trabajadores en las decisiones que la Empresa toma y les afecta
En definitiva, una mayor presencia del movimiento sindical que, mediante el dialogo y
la negociación en todos los ámbitos, pero especialmente en el internacional, consigan
hacer frente a la discrecionalidad de actuación de las
multinacionales. Y
específicamente, en ámbitos territoriales concretos, las organizaciones sindicales
debemos compatibilizar el participar activamente en la "consolidación de la economía
de un país pensando en las PYMES, potenciando la I+D", con el hecho de "pactar con
la multinacional que, cuando haya deslocalización de una parte de su producción,
invierta para crear otro tipo de empleo".
Hay que actuar en lo local (y o regional), pero sobre todo, no perder nunca de vista la
magnitud global de este fenómeno. Por tanto, hay que trabajar por exigir derechos
laborales, exigibles a cualquier empresa y aplicables en cualquier lugar del mundo. Es
necesario regular unos derechos laborales universales que impidan la creación de
empleo sin derechos en beneficio de la flexibilidad laboral. Esto sin duda retraería el
hecho de la deslocalización. En este ámbito la crisis económica internacional está
demandando políticas positivas para resolver este gran problema que se da en nuestro
planeta.
También hay que exigir transparencia en la gestión e implantación de los códigos de
buena conducta (“Directrices de la OCDE para empresas multinacionales” – TUACOCDE y “Declaración tripartita de principios sobre las empresas multinacionales y la
política social” -OIT) que puedan favorecer la reducción de la deslocalización.
José Barragán Reina.
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