Los Carolingios

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Dinastía Carolingia
Se conoce como Dinastía Carolingia, Carolingios o Carlovingios, al linaje de reyes francos
que gobernaron Europa Occidental entre los siglos VIII y X. Su nombre deriva de su
fundador, el mayordomo de palacio y vencedor de la batalla de Poitiers, Carlos Martel.
Aspectos históricos
La dinastía deriva del matrimonio de los hijos de Arnulfo de Metz y Pipino el Viejo,
ambos descritos por Fredegario como los señores más importantes de Austrasia. La familia
consolidó su poder desde el segundo tercio del siglo VII consiguiendo que el oficio de
mayordomo de palacio fuese hereditario, y convirtiéndose así en los verdaderos
gobernantes de los francos; mientras que los reyes merovingios quedaban reducidos a un
papel nominal.
El mayordomo de palacio Pipino el Breve (hijo de Carlos Martel y descendiente de Pipino
el Viejo), logró destronar a su rey merovingio Childerico III, y ser reconocido rey de los
francos con apoyo del Papa. Pipino fue sucedido en el trono franco por Carlos
(Carlomagno) y Carlomán. El primero, años más tarde, expandiría su poder por gran parte
de Europa Occidental y sería coronado emperador por el Papa en la Navidad del año 800
en Roma.
En esta dinastia, aparece el Imperio Carolingio, como es llamado por los historiadores el
vasto territorio que unió Carlomagno bajo su reinado, el cual es un periodo derivado de la
politica de Pipino y carlomagno. Este se disgregó pocas décadas después Tras la muerte del
hijo de Carlomagno, Luis I el Piadoso o Ludovico Pío, cuando los tres hijos de éste
(Carlos, Lotario y Luis) se repartieron el imperio mediante el Tratado de Verdún (843). El
poder de la dinastía entonces fue disminuyendo. La parte media, tras ser disgregada, se
incorporó a zona oriental. Los carolingios de la parte oriental se extinguieron con la
muerte en 911 de Luís el niño y en su lugar se estableció la Dinastía Sajona desde 919. Y
la rama occidental de los carolingios se extingió entre 888 y 987, y a partir de esa fecha se
establecieron finalmente los Capetos en el trono de los francos.
Los sucesores de Carlomagno no pudieron combinar los elementos políticos y la costumbre
germánica de dividir el territorio entre todos los hijos del soberano. El Imperio de
Carlomagno se basaba sobre la lealtad de los condes que gobernaban las distintas regiones
hacia su persona y en las riquezas que derivaban de las conquistas. Su sucesor afrontó tres
guerras civiles originadas por sus hijos que debilitaron el poder central; con lo cual, el
territorio que había constituido el imperio de Carlomagno se disgregó en menos de cinco
décadas, en medio de las guerras intestinas y los ataques de los nórdicos, dando paso al
pleno auge del feudalismo.
Durante años, la Dinastía Carolingia desarrolló un arte propio de gran influencia en
Europa, pues el Imperio Carolingio fue centro de la política europea durante décadas
(véase Arte carolingio). La cultura carolingia también gozó de gran prestigio, y los
historiadores hablan de un verdadero «renacimiento carolingio», basado sobre la difusión
cultural y sobre la enseñanza en las escuelas de la época. El estilo arquitectónico de la
época, que era una forma del arte prerrománico, también se denomina «estilo carolingio».
Gobernantes [editar]
Mayordomos de Palacio carolingios [editar]
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Pipino el Viejo: (616-629 y 639): de Austrasia.
Grimoaldo el Viejo: (643-662): de Austrasia.
Pipino de Heristal: (687-714): del Reino de los Francos.
Grimoaldo el Joven: (714-715): del Reino de los Francos.
Carlos Martel: (715-741): del Reino de los Francos.
Carlomán: (741-747): de Austrasia.
Pipino el Breve: (741-747): de Neustria y Borgoña; (747-751): del Reino de los Francos.
Reyes carolingios [editar]
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Pipino el Breve (751-768)
Carlomán I (768-771)
Carlomagno (768-800)
Emperadores carolingios [editar]
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Carlomagno (800-814)
Ludovico Pío (814-840)
Lotario I (840-855)
Luis II (855-875)
Carlos el Calvo (875-877)
Carlos III el Gordo (881-887)
Guido de Spoleto (891-894)
Lamberto de Spoleto (894-898)
Arnulfo de Carintia (898-899)
Luis III el Ciego (901-905)
Berengario de Friuli (905-924)
Reyes de Francia Orientalis [editar]
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Luis el Germánico (843-876)
Luis III el Joven (876-882)
Carlos III el Gordo (882-887)
Arnulfo de Carintia (887-899)
Luis el Niño (899-911)
Reyes de Italia [editar]
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Carlomagno (774-814)
Luis I (814- 818)
Lotario I (818-855)
Luis II (855-875)
Carlos el Calvo (875-877)
Carlomán (877-879)
Carlos III el Gordo (879-887)
Reyes de Lotaringia [editar]
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Lotario I (843-855)
Lotario II (855-869)
Zuentiboldo (895-900)
Reyes de Francia [editar]
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Carlos II el Calvo (843-877)
Luis II el Tartamudo (877-879)
Carlos III el Gordo (885-887)
Carlos III el Simple (898-923)
Luis IV de Ultramar (936-954)
Lotario de Francia (954-986)
Luis V el Indolente (986-987)
Reyes de Aquitania [editar]
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Ludovico Pío (781-814)
Pipino I de Aquitania (817-838)
Pipino II de Aquitania (838-848)
Carlos el Niño (848-866)
Reyes de Borgoña [editar]
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Luis III el Ciego (887-905)
Hugo I (905-947)
Lotario II de Italia (947-950)
Carlos de Borgoña (950-963)
Otros soberanos [editar]
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Tasilón III, Duque de Baviera (748-788)
Carlos de Provenza, Rey de la Provenza (855-.863)
Carlomán de Baviera, Rey de Baviera (876-880)
Imperio Carolingio
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Historia de Francia
Edad Antigua
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Galia
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Francia en la Edad Media
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Francia en época
merovingia —
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Imperio Carolingio
— Dinastía
Carolingia
Feudalismo en
Francia — Dinastía
de los Capetos
Guerra de los Cien
Años — Dinastía
Valois
Antiguo Régimen (Edad
Moderna)
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Guerras italianas
Guerras de religión
Francia en época de
los Borbones —
Dinastía Borbón
Edad Contemporánea
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Revolución francesa
Primera República:
Convención Nacional
— Directorio —
Consulado
Primer Imperio
Francés
Restauración
Monarquía de Julio
Segunda República
El Imperio Carolingio es un periodo en la historia europea
derivado de la política de los reyes francos, Pipino y
Carlomagno, y que supuso un intento de recuperación en los
ámbitos político, religioso y cultural.
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Segundo Imperio
Tercera República
Régimen de Vichy
Gobierno provisional
Cuarta República
Quinta República
Véase también:
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Historia económica
Historia militar
Artículos
relacionados
Cronología de Francia
Contenido
[ocultar]
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1 Historia
o 1.1 Los carolingios
o 1.2 Carlomagno
o 1.3 Carolingios posteriores
o 1.4 Causas de la disgregación del Imperio
o 1.5 El legado carolingio
2 Política interior
3 Economía
4 Cultura y arte
5 Véase también
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Historia [editar]
Los carolingios [editar]
Véase también: Carolingios
La dinastía deriva del matrimonio de los hijos de Arnulfo de Metz y Pipino el Viejo,
ambos descritos por Fredegario como los señores más importantes de Austrasia. La familia
consolidó su poder desde el segundo tercio del siglo VII consiguiendo que el oficio de
mayordomo de palacio fuese hereditario, y convirtiéndose así en los verdaderos
gobernantes de los francos; mientras que los reyes merovingios quedaban reducidos a un
papel nominal, es por ello que se les denomina «Reyes holgazanes»
El mayordomo de palacio de todos los reinos merovingios, Pipino el Breve (hijo del
mayordomo Carlos Martel y descendiente de Pipino el Viejo), logró destronar a su rey
merovingio Childerico III en 751, y fue reconocido rey de los francos con apoyo del Papa
Zacarías, y posteriormente ungido como rey por el Papa Esteban II en 754. Así, aunque
Pipino fue rey electo, aseguró su legitimidad divina a través del Papa.
En efecto, Pipino consolidó su posición en 754 al fraguar una alianza con el papa
Esteban II, quien obsequió al rey de los francos una copia de la Donación de Constantino
en París, y le ungió a él y a su familia en una majestuosa ceremonia en Saint-Denis,
declarándole «patricius Romanorum» («protector de los romanos»). El año siguiente,
Pipino cumplió la promesa hecha al papa y recuperó el exarcado de Rávena, recientemente
perdido ante los lombardos, entregándoselo al papa en lugar de devolvérselo al emperador
bizantino. Pipino entregó también los territorios reconquistados en los alrededores de
Roma, dando pie a la creación de los Estados Pontificios en la Donación de Pipino, que
dejó en la tumba de San Pedro. El pontífice tenía buenas razones para esperar de la
reconstruida monarquía franca que proporcionara una base de poder leal (potestas) en la
creación de un nuevo orden mundial, centrado en la figura del papa.
Carlomagno [editar]
Artículo principal: Carlomagno
Estatua de Carlomagno en Fráncfort (Alemania)
Pipino repartió el reino a su muerte en 768, entre sus hijos Carlos y Carlomán. De todas
formas, Carlomán se retiró a un monasterio y murió poco tiempo después, dejando a su
hermano como único rey. Éste pasaría más tarde a ser conocido como Carlomagno, en
francés Charlemagne y en alemán Karl der Große. Era un personaje poderoso, inteligente y
relativamente culto, que se convertiría en una leyenda para la historia posterior tanto de
Francia como de Alemania. Carlomagno restableció un equilibrio de poder entre el
emperador y el papa.
A partir del año 772, Carlomagno emprendió una larga guerra en la que conquistó y
derrotó a los sajones para incorporar sus territorios al Imperio Franco (las últimas
incursiones de Carlomagno sobre los territorios sajones está datada en 804 por los Annales
Regni Francorum). Esta campaña se sumó a la práctica de líderes cristianos no romanos
que provocaban la conversión de sus vecinos por la fuerza. Los misionarios católicos
francos, junto a otros de Irlanda y de la Inglaterra anglosajona, habían penetrado en
territorio sajón desde mediados del siglo VIII, resultando en un aumento de los
enfrentamientos con los sajones, que se resistían a los empeños misionarios acompañados
de incursiones militares. El principal oponente sajón de Carlomagno, Widukind, aceptó
ser bautizado en el 785, como parte de unos acuerdos de paz, pero otros líderes sajones
continuaron con la lucha. Tras su victoria en el 782 en Verden, Carlomagno ordenó la
matanza masiva de miles de prisioneros sajones paganos. Tras varios levantamientos más,
los sajones sufrieron la derrota definitiva en el 804. Esto expandió el Imperio Franco
hacia el este, hasta el río Elba, algo que el Imperio Romano sólo intentó una vez, y en lo
que falló en la batalla del Bosque de Teutoburgo (año 9 d. C.). Para poder cristianizar con
más efectividad a los sajones, Carlomagno fundó varias diócesis, entre las que se cuentan
las de Bremen, Münster, Paderborn y Osnabrück.
Al mismo tiempo (773–774), Carlomagno conquistó a los lombardos, incluyendo de esta
manera el norte de Italia en su esfera de influencia. Renovó el donativo al Vaticano y la
promesa al papado de continuar la protección por parte de los francos.
En el 788, Tasilón III, duque de Baviera, se rebeló contra Carlomagno. Tras aplastar la
revuelta, éste incorporó Baviera a su reino. Además de expandir los horizontes de sus
dominios, redujo de manera drástica el poder y la influencia de los agilofingios (la familia
de Tasilón), otra de las familias influyentes de entre los francos y sus potenciales rivales.
Hasta el 796, Carlomagno continuó expandiendo su reino todavía más hacia el sureste,
hasta la actual Austria y a partes de Croacia.
De esta manera, Carlomagno creó un reino que alcanzaba desde los Pirineos al suroeste
(incluyendo de hecho una zona del norte de la Península Ibérica (Marca Hispánica tras
795), pasando por casi toda la Francia moderna (a excepción de Bretaña, que nunca fue
conquistada por los francos), y al este la mayor parte de la actual Alemania, incluyendo el
norte de Italia y la actual Austria. En la jerarquía de la Iglesia, los obispos y abades
buscaban la protección del palacio del rey, fuente tanto de protección como de seguridad.
Carlomagno se había erigido en líder de la cristiandad occidental, además de impulsar un
«Renacimiento carolingio» en la cultural literaria, gracias a su apoyo a monasterios como
centros de enseñanza.
Carlomagno según una ilustración de Alberto Durero (1511)
El día de Navidad de 800, el papa León III coronó a Carlomagno como «Emperador que
gobierna el Imperio Romano», en Roma, en una ceremonia presentada como inesperada,
puesto que Carlomagno no deseaba encontrarse en deuda con el obispo de Roma, y a su
hijo Carlos el Joven como rey de los francos. Se trataba de uno más de los gestos llevados a
cabo por el papado para definir los papeles de auctoritas papal y potestas imperial; así
como para considerarle como sucesor de los emperadores romanos. Esto originó una serie de
disputas con los bizantinos por el nombre de Imperio Romano. Tras una primera protesta
por la usurpación, en 812, el emperador bizantino Miguel I Rangabé reconoció a
Carlomagno como emperador (basileus), pero no como emperador de los romanos (Βασιλεύς
των Ρωμαίων), título que se reservó el bizantino como el verdadero sucesor de los
emperadores romanos. La coronación sirvió para dar una legitimidad permanente a la
primacía carolingia entre los francos.
Tras la muerte de Carlomagno el 28 de enero de 814 en Aquisgrán, fue enterrado en su
Capilla Palatina.
Carolingios posteriores [editar]
Carlomagno tuvo varios hijos, pero sólo uno le sobrevivió. Fue Luis el Piadoso, quien
sucedió a su padre al frente del imperio unificado. Pero el hecho de que heredase el puesto
fue más un asunto de azar que intencionado. Tras tres guerras civiles, Luis murió en 840,
y sus tres hijos supervivientes decidieron repartirse el territorio en el tratado de Verdún,
en 843:
1. El hijo mayor (de los que sobrevivieron), de Luis, Lotario I emperador desde el año 817,
le correspondió los francos centrales con las capitales imperiales Aquisgrán y Roma. A su
vez, sus hijos se dividieron este imperio en Lotaringia, Burgundia e Italia (septentrional).
Estas zonas desaparecerían más tarde, integrándose en el Imperio germánico.
2. El segundo hijo de Luis, Luis el Germánico, pasó a ser rey de los francos del este. Esta
zona sería el origen de lo que más tarde fue el Sacro Imperio Romano Germánico, que con
el tiempo llegó a ser, aproximadamente, la actual Alemania.
3. Su tercer hijo, Carlos el Calvo, pasó a ser rey de los francos del oeste. La zona que ocupó
llegaría a ser la actual Francia.
El reino de Carlomagno sobrevivió a su fundador y se extendió por gran parte de la Europa
occidental, sin embargo, sus sucesores se mostraron incapaces de mantenerlo. El mapa muestra los
territorios del el emperador Luis II (verde), y los del rey de los francos orientales Luis el Germánico
(amarillo) y occidentales Carlos el Calvo (morado) tras el reparto del tratado de Mersen (870).
Más tarde, mediante el tratado de Mersen (870) y Ribemont (880) se realizó una nueva
división de los territorios, en detrimento de Lotaringia.
El 12 de diciembre de 884, tras una serie de fallecimientos, el emperador Carlos III el
Gordo reunió la mayor parte del Imperio Carolingio, sólo Bosón de Provenza resistía como
rey en Vienne.
A finales de 887, su sobrino, Arnulfo de Carintia se sublevó y se hizo con el título de rey
de los francos del este (actual Alemania). Carlos se retiró y murió poco después, el 13 de
enero de 888. Italia, y las dos Borgoñas tuvieron reyes propios. En la Francia occidental,
Odón, conde de París fue elegido rey y fue coronado al mes siguiente, pero en Aquitania
Ranulfo se proclamó rey. Diez años más tarde, los carolingios recuperaron el poder en
Francia, donde gobernaron hasta 987, año de la muerte del último rey de la dinastía
carolingia Luis V.
Causas de la disgregación del Imperio [editar]
A pesar de sus esfuerzos y su inclaudicable empeño, Carlomagno no logró dotar a su
Imperio de una organización política que pudiera subsistir por sí misma a las amenazas
que se cernían sobre él. Toda la organización del Imperio descansaba sobre una condición
necesaria: la fidelidad de los nobles al Emperador y Rey de los Francos y de los
Lombardos. Todo ello en un contexto económico y social en el cual los condados se volvían
cada vez más autónomos: en principio, como resultaba muy costoso mantener a un
guerrero a caballo con todo su equipamiento, sólo los grandes propietarios podían
permitírselo y los restantes hombres libres no tenían otra alternativa que encomendarse a
un señor como vasallos. Hay que destacar que no existía un ejército permanente en el
Reino de los Francos sino que se realizaban levas de armas y cada guerrero debía equiparse
por su cuenta. Se vivía en una sociedad rural cuya economía era la agricultura de
subsistencia, las ciudades estaban despobladas y reducidas a su mínima expresión y el
comercio había prácticamente desaparecido. La burguesía aún no había surgido como clase
social y las provincias tenían que subsistir con sus propios recursos.
Así, entre el Emperador y los hombres libres cada vez cobró más fuerza la casta
intermediaria de los nobles a quienes sus vasallos debían responder. Era sólo cuestión de
tiempo que en un tan extenso Imperio en el cual las comunicaciones eran tan escasas y
deficientes, los vasallos respondieran más a sus señores locales que al Emperador.
Mientras Carlomagno vivió, su extraordinario y bien ganado prestigio, su mano firme y su
férrea voluntad, y los beneficios que reportaban a la nobleza las conquistas territoriales,
hicieron que se le obedeciera por encima de la desintegración que estaba en ciernes.
Únicamente si su sucesor hubiera sido un rey con los talentos de Carlomagno hubiera
tenido el Imperio posibilidades de sobrevivir. Pero su hijo Carlos, quien tenía un gran
talento militar y a quien Carlomagno había confiado algunas de sus misiones más difíciles,
lamentablemente no le sobrevivió.
Ya en vida de Carlomagno se había producido un hecho que habitualmente la mayoría de
los historiadores no menciona pero que nos permite deducir que algo malo estaba pasando
con la fidelidad sobre la base de la cual estaba erigido el esqueleto del Imperio. En el
verano del año 807, muy pocos de los señores y guerreros convocados a la asamblea anual
se presentaron y, por primera vez, la asamblea no pudo realizarse. Fue un hecho sin
precedentes. Carlomagno lo interpretó como una rebelión a su autoridad, envió a sus missi
a investigar cada condado y castigó con edictos esa creciente deserción.
Muerto Carlomagno y dado el poco talento político de su hijo y sucesor Luis el Piadoso,
los hechos se precipitaron. Las guerras civiles entre el monarca y sus hijos acabaron con el
prestigio del Emperador. La fidelidad que sólo se mantenía por la extraordinaria figura de
Carlomagno desapareció y el Imperio, ya herido de muerte, terminó de naufragar merced a
la exacerbación de los ataques de los nórdicos, dando paso al pleno auge del Feudalismo.
Pero no nos engañemos: el Imperio era inviable dadas las condiciones económicas, políticas
y sociales de la época y sólo la fortísima personalidad y el talento de Carlomagno habían
podido sostenerlo. Sus sucesores estaban llamados a beber, a su turno, de la misma copa
amarga de la que sus antepasados habían hecho beber a los reyes merovingios.
El legado carolingio [editar]
A pesar de ser algo accidental desde el punto de vista histórico,la unificación de la mayor
parte de lo que hoy conocemos como Europa central bajo el mando de un sólo líder sirvió
de sustrato para la continuación de lo que se conoce como «Renacimiento carolingio». A
pesar de las guerras internas casi constantes que tuvo que soportar el Imperio Carolingio,
la extensión del gobierno franco y la cristiandad romana en un territorio tan vasto aseguró
una unidad fundamental durante el imperio. Cada parte del Imperio Carolingio se
desarrolló de manera distinta; el gobierno y la cultura de los francos dependían en gran
medida de cada uno de los líderes y de sus objetivos. Objetivos que cambiaban tan
fácilmente como las alianzas políticas entre las distintas familias francas. De todos
modos, esas familias, incluidos los carolingios, compartían todas las mismas creencias
básicas e ideas de gobierno. Ideas y creencias que tenían sus raíces en un pasado
proveniente tanto de la tradición germánica como romana. Una tradición que se remonta
a mucho antes del ascenso de los carolingios y que se prolongó en cierta medida incluso
después de las muertes de Luis el Pío y sus hijos.
Política interior [editar]
Carlomagno dividió el territorio en marcas, condados y Ducado:

Condados: Era la unidad de la circunscripción administrativa encomendada a un conde con
el fin de cumplir las disposiciones reales, presidir el mallus judicial, dirigir los contingentes
militares, cobrar impuestos y ordenar el gasto. , que nombraba el rey y les otorgaba poder
militar, administrativo y judicial.

Marcas: En las zonas fronterizas el mando militar de varios condados se unifica en manos
de un marqués, aunque los condes conservaban el resto. Así ocurría en las marcas de Gotia,
Bretaña, Friul, Nordalbingia y venda, y la Marca ávara.

Ducado: Podía designar a un título de prestigio que alude a una categoría de mando elevada,
sencillamente a un marqués, o a algún territorio autónomo o externo al imperio.
El máximo poder del Imperio residía en el emperador, que tenía poder para convocar las
armas, administrar justicia y designar a los nobles que gobernaban los territorios.
El palacio o corte era el núcleo de la Administración y estaba dirigido por un chambelán
(sucesor del cargo de mayordomo de palacio). A su cargo estaban el copero, responsable de
la bodega; el mariscal, responsable de la caballería y el establo; y el senescal, responsable
de los asuntos de la corte. Las otras instituciones de la Administración eran la cancillería,
que dirigía los asuntos civiles y eclesiásticos, así como el tribunal palatino, que aplicaba
las leyes a los habitantes del Imperio.
Los condes percibían como pago a su gestión las rentas o usufructo de una parte de fisco
que la monarquía tenía en el condado, a esto se llama honor. Dada la gran extensión del
territorio imperial y el deficiente nivel técnico de los medios de comunicación, los condes
aprovechaban para abusaban de su poder para aumentar sus propiedades territoriales
radicadas en el condado y emparentar con familias poderosas del condado. Los inspectores
de palacio o missi dominici eran los encargados de que los marqueses y los condes
gobernaran según las directrices del Emperador, para ello acudían en parejas a los
territorios a comprobar el cumplimiento de las leyes. Sin embargo, los condes salían de un
ámbito reducido de terratenientes aristocráticos, y de la misma forma los missi, de manera
que aunque actuaban fuera de su esfera de influencia, compartían los intereses de aquellos
a quienes inspeccionaban.
Cuando la realeza fue fuerte, pudo imponer su autoridad sobre los condes, pero cuando la
realeza carolingia decaiga en poder militar por las guerras civiles y los saqueos normandos,
sarracenos y magiares, resultó más difícil desproveer a un conde de la jurisdicción del
territorio asignado.
Economía [editar]
Artículo principal: Economía del Imperio Carolingio
El comercio en la época del emperador franco Carlomagno (742-814) se redujo al
transporte de algunos toneles de vino o sal, al tráfico prohibido de esclavos y a unos pocos
artículos de lujo traídos de Oriente. Desde el cierre del Mediterráneo por el Islam se acabó
la actividad comercial regular, la circulación constante y organizada, así como la clase de
mercaderes profesionales o de sus establecimientos en las ciudades. Aunque pervivieron
pequeños y rudimentarios mercados locales, se destacó el empobrecimiento general de la
época. La circulación de dinero se volvió lenta e insuficiente. Aunque el imperio de
Carlomagno fue muy brillante culturalmente hablando, en el aspecto económico fue un
siglo de regresión. Los recursos del soberano se limitaron a las rentas de sus dominios, a los
tributos de los pueblos vencidos y al botín de guerra.
La base económica, tanto del Estado como de la sociedad, será entonces la propiedad
territorial. El estado Carolingio fue esencialmente agrícola. El comercio era insignificante
y por lo tanto no existía más fortuna que los bienes raíces, ni más trabajo que el rural. La
desaparición de los pequeños propietarios libres se aceleró, la necesidad de protección los
obligó a buscar la tutela de los poderosos.
Con la casi desaparición de la circulación comercial, de la clase comerciante y de la
población urbana, resultó inútil seguir produciendo más de lo mínimo indispensable para
la subsistencia de los habitantes, propietarios y arrendatarios, que vivían en el dominio.
La economía de cambio fue sustituida por una economía de consumo. Cada dominio, en
lugar de continuar su relación con el exterior, constituyó un pequeño mundo aparte. Vivió
de sí mismo y para sí mismo.
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