documento elaborado para la ocasi n.

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Facultad de Periodismo y Comunicación Social
Pronunciamiento del Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios
en la Audiencia Pública por un servicio de Salud Mental Infantil
para el territorio provincial bonaerense. 30/08/2012
Desde el Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios de esta Facultad
quisimos estar presentes para acompañar un nuevo espacio de interlocución entre
diferentes grupos que venimos abordando la problemática, con la convicción de que
sólo la articulación de nuestras agendas de trabajo puede propiciar la implementación de
proyectos de redistribución de los recursos materiales y simbólicos. Y esto porque
creemos firmemente que la creación e implementación de dispositivos de restitución y
promoción de derechos, como un servicio público de salud mental para niños, niñas y
adolescentes, debiera constituirse en una herramienta para salir del circuito de la muerte
en el que los dispositivos de control pretenden encerrar las infancias y juventudes
pobres. Este es nuestro horizonte y el marco desde el cual nos insertamos en el
problema que hoy estamos discutiendo.
Una de las actividades centrales del Observatorio es la realización de un
monitoreo de medios, que busca analizar las representaciones mediáticas sobre la
juventud. Lo que venimos observando es que hay una correspondencia entre los modos
de actuar sobre los jóvenes tanto en los medios como en algunas instituciones de control
como la cárcel o la justicia. Y que esta correspondencia produce un reforzamiento, una
retroalimentación de la capacidad de ejercer poder sobre estos jóvenes. Es decir, la
recurrente asociación que se hace de los jóvenes con la violencia, garantiza en alguna
medida la aceptabilidad de unas prácticas policiales fuertemente discriminatorias. Hay
una correspondencia, digamos, entre esos programas que nos muestran todo el tiempo a
los pibes peleándose afuera del boliche y las detenciones por portación de cara que
padecen las juventudes pobres por animarse a transitar zonas vedadas.
Estas operaciones, las mediáticas y las policiales, forman parte de un conjunto
de dispositivos normalizadores que delimitan zonas, prácticas y sujetos legítimos e
ilegítimos, aceptables y desechables. Estos dispositivos articulan elementos de raza,
género, clase, sexo, religión y generación para establecer distinciones al interior de lo
www.perio.unlp.edu.ar/observatoriodejovenes
[email protected] - Lunes a viernes de 14 a 18 hs.
Tel. 54 0221 4224090/15 int. 114 - 44 n 676, La Plata, C.P. 1900
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social, variables que es preciso atender también en la elaboración de estrategias que
busquen acabar con las desigualdades. Y estas estrategias no pueden ser pensadas sólo
desde el Estado, pero tampoco pueden prescindir de una pregunta por los modos en que
se puede construir junto al Estado, con el Estado, desde el Estado.
La creación de un servicio público de salud mental para los pibes, tal como se
anunció recientemente, es un logro de las organizaciones y los sujetos que reclaman,
que demandan, pero que también piensan iniciativas para avanzar en una coyuntura
determinada. Hacernos cargo del problema implica denunciar lo que está mal tanto
como imaginar lo que falta y poner el cuerpo para construirlo. Al mismo tiempo, no
podemos esperar nada bueno de la implementación de un servicio de salud mental
infanto/juvenil a espaldas de las organizaciones que vienen laburando el tema. El
problema no radica en el carácter privado o público de las instituciones de encierro, sino
en las características específicas que adquiere el dispositivo, en sus fines de restitución o
de vulneración de derechos. El sistema carcelario está ahí como ejemplo inequívoco.
El paso de la Ley de Patronato, que conceptualizaba al “menor” como objeto de
derecho, a la Ley de promoción integral, que concibe a niños, niñas y adolescentes
como sujetos de derecho, es impensable sin la participación de las organizaciones en su
elaboración, del mismo modo que su deficiente puesta en práctica señala una vez más
que no alcanza con la sanción de normas que amplíen derechos.
Para terminar, y dar paso a otros compañeros, creemos que luchar por la
restitución y la promoción de derechos, o mejor aún por garantizar el pleno ejercicio de
los derechos conquistados, supone luchar al mismo tiempo por la defensa de los
espacios de sociabilidad juveniles y por su inserción protagónica en los proyectos
sociales y políticos más amplios. Consideramos que este es el piso mínimo del cual
partir para la construcción de proyectos políticos realmente emancipadores. Si
denunciamos la actuación de unos dispositivos de control que actúan sobre los jóvenes,
se tratará en todo caso de pensar en conjunto unas estrategias de actuación con los
jóvenes. Allí radica, creemos, toda posibilidad de éxito.
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