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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN DE LA COMISIÓN BICAMERAL PERMANENTE DE TRÁMITE
LEGISLATIVO
Salón Arturo Illia
2 de mayo de 2007
Presidencia del señor senador Jorge M. Capitanich
02/05/2007
Reunión de la Comisión Bicameral Permanente de
Trámite Legislativo
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— En el Salón A. Illia del Honorable Senado de la Nación, a las
9 y 28 horas del miércoles 2 de mayo de 2007:
Sr. Presidente (Capitanich). — Damos inicio a la reunión de la Comisión Bicameral
que analiza los decretos de necesidad y urgencia, prevista para el día de la fecha. Vamos
a tratar dos temas que hemos clasificado de la siguiente manera.
En primer lugar, el decreto N° 444 de Poder Ejecutivo, con fecha de 26 de abril
de 2007.
El presidente de la Nación, en acuerdo general de ministros, homologa el acta
acuerdo de la comisión negociadora del convenio colectivo de trabajo sectorial para el
Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos, de fecha 26 de diciembre
de 2006. Esto sería dentro del plazo establecido para la notificación a la Comisión, que
es de diez días.
También, en reunión de asesores, y de acuerdo a la metodología establecida por
esta Comisión, hemos propiciado el tratamiento de otros expedientes que están
clasificados en los siguientes temas: laborales salariales; vinculados con el decreto N°
59/03, que estuvo dictaminado oportunamente por la Comisión de Facultades
Delegadas; subsidios, sobre los que rige el Decreto N° 1192/03, vinculados al
presupuesto; contrataciones y otros, vinculados al Decreto N° 1903/02 y decretos que
están vinculados con los medios de comunicación y que tienen distintas modificaciones
referentes a la Ley N° 22.285.
En este contexto, como bloque de mayoría, hemos propiciado los
correspondientes dictámenes para la suscripción de los miembros que pertenecen a
nuestro bloque.
Respecto al Decreto N° 444, que es el primer tema en discusión, mantenemos los
mismos argumentos desde el punto de vista de la homologación del acta acuerdo que la
necesidad del dictado del decreto vinculado a los procesos de negociación dentro de la
Ley de Negociaciones Colectivas del Sector Público. En ese contexto, se trata la
homologación del acta acuerdo.
Existe una restricción desde el artículo 62 de la Ley Permanente
Complementaria del Presupuesto, en el sentido de que establece expresamente la
prohibición de ajustes de carácter retroactivo. Esto lo hemos debatido en innumerable
cantidad de oportunidades. Creo que tenemos cerca de cuarenta y siete decretos
aprobados por parte del bloque de la mayoría con las correspondientes objeciones de los
distintos bloques que integran por la minoría esta Comisión.
Tiene la palabra el señor diputado Tonelli.
Sr. Diputado Tonelli. — Quiero reiterar algunas consideraciones que he expresado en
oportunidades anteriores.
La doctrina respecto de las situaciones en las que procede el dictado de un
decreto de necesidad y urgencia ya la he explicado fundándola esencialmente en la letra
de la Constitución y en la jurisprudencia de la Corte Suprema.
En este caso, observo que el decreto es del 26 de abril de 2007 y se trata de
homologar un acta acuerdo que es del 26 de diciembre. Es decir que pasaron cuatro
meses entre la fecha del acta y la del decreto. Tanto al momento de suscribirse el acta
como de emitirse el decreto, el Congreso estaba sesionando. Me parece que cuatro
meses es un lapso más que suficiente como para que el Congreso considere y apruebe
un proyecto de ley. De hecho, hay sobrados ejemplos de la celeridad con la que el
Congreso ha aprobado proyectos de ley cuando ha sido necesario.
Desde el punto de vista de la urgencia, no encuentro justificativo para que el
presidente haya recurrido a una atribución tan excepcional. Es cierto que era necesario
que la decisión tuviera jerarquía de ley porque se está decidiendo con carácter
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retroactivo un aumento de sueldo y, como se ha recordado, el artículo 62 de la Ley
Permanente Complementaria del Presupuesto impide que el Poder Ejecutivo mediante
un simple decreto disponga esto.
Por otra parte, y también de acuerdo con la jurisprudencia de la Corte que he
citado más de una vez, ésta es una decisión que no es en beneficio o para satisfacer
intereses de toda la comunidad sino pura y exclusivamente de los trabajadores del
Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos. Está fuera de discusión la
legitimidad y la justicia del aumento. Pero no configura un caso de los que la Corte ha
considerado que permiten el ejercicio de una función tan excepcional por parte del
Poder Ejecutivo.
Por otro lado, observo una vez más que el jefe de Gabinetes se limita a enviar a
esta Comisión Bicameral y al Congreso mismo sólo el texto del decreto. No se remite el
expediente con todos sus antecedentes, como hubiera correspondido.
A la hora de justificar la necesidad y urgencia de recurrir a un decreto de este
tipo, lo único que ha expresado el Poder Ejecutivo, en uno de los últimos considerandos
del decreto, es que la situación en la que se dicta esta medida configura una
circunstancia excepcional que hace imposible seguir los trámites ordinarios previstos
por la Constitución Nacional para la sanción de las leyes y lo que uno se pregunta es por
qué. Esto es una petición de principios; es decir, se dice que se configura una
circunstancia excepcional, pero no se explica cuál es esa circunstancia excepcional que
impide seguir los trámites ordinarios previstos por la Constitución.
¿Cuál es la circunstancia tan excepcional que impide remitir esta propuesta al
Congreso para que sea éste quien la apruebe? Y acá aprovecho para invocar una
sentencia del Tribunal Constitucional español del 28 de marzo de este año.
La Constitución española —empiezo por recordar— tiene una previsión muy
similar a la nuestra. Es más, en la Convención Constituyente de 1994, el convencional
Alasino invocó la disposición del artículo 86 de la Constitución española como
fundamento de lo que es el inciso 3) de nuestro artículo 99. El artículo 86 expresa: “En
caso de extraordinaria y urgente necesidad, el Gobierno podrá dictar disposiciones
legislativas provisionales que tomarán la forma de decretos-leyes y que no podrán
afectar al ordenamiento de las instituciones básicas del Estado, a los derechos, deberes y
libertades de los ciudadanos regulados en el Título I, al régimen de las Comunidades
Autónomas ni al derecho electoral general.”
Es decir, es una previsión muy similar. Fíjense que alude exactamente a casos de
extraordinaria y urgente necesidad, de modo que me parece que lo resuelto por el
Tribunal Constitucional español es un antecedente valioso para nuestro caso.
En esta sentencia, por la cual el Tribunal Constitucional español invalidó un
decreto-ley dictado por el gobierno, que además ya había sido derogado por el
Congreso, se expresa: “...la necesaria conexión entre la facultad legislativa excepcional
y la existencia del presupuesto habilitante conduce a que el concepto de extraordinaria y
urgente necesidad que se contiene en la Constitución no sea, en modo alguno, una
cláusula o expresión vacía de significado dentro de la cual el lógico margen de
apreciación política del Gobierno se mueva libremente sin restricción alguna sino, por el
contrario, la constatación de un límite jurídico a la actuación mediante decretos-leyes.
Por eso, es que es función propia de este Tribunal el aseguramiento de estos límites, la
garantía de que en el ejercicio de esta facultad, como de cualquier otra, los poderes se
mueven dentro del marco trazado por la Constitución...” y más adelante agrega: “...es
claro que el ejercicio de la potestad de control que compete a este Tribunal implica que
la definición por los órganos políticos de una situación de ‘extraordinaria y urgente
necesidad’ sea explícita y razonada, y que exista una conexión de sentido o relación de
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adecuación entre la situación definida que constituye el presupuesto habilitante y las
medidas que en el decreto-ley se adoptan, de manera que estas últimas guarden una
relación directa o de congruencia con la situación que se trata de afrontar”.
Es decir, no basta con decir que existen circunstancias excepcionales que
impiden tramitar una ley como corresponde. Uno tiene que explicar cuáles son esas
razones y demostrar que verdaderamente existen urgencias.
También algunas veces en esta Comisión, al menos en el caso del bloque
mayoritario, se ha justificado la procedencia de la medida en razón del contenido y de la
justicia intrínseca de la decisión, que podría ser este caso. Porque —insisto— está fuera
de discusión que el aumento concedido a los empleados del Organismo Regulador del
Sistema Nacional de Aeropuertos es un aumento legítimo.
He expresado en más de una oportunidad que la justicia de la decisión, la
razonabilidad de la decisión, no justifica de ninguna manera el dictado de un decreto de
necesidad y urgencia. Y entonces invoco nuevamente esta misma sentencia del Tribunal
Constitucional español, en la que manifiesta: “...debemos descartar, en primer lugar, que
puedan justificar la extraordinaria y urgente necesidad requerida como presupuesto
habilitante, las que el Preámbulo del Real Decreto denomina “razones de justicia
social...” Y agrega: “...si no se acredita que la inmediata entrada en vigor de la medida
constituye, a su vez, una necesidad extraordinaria y urgente no procede la emisión del
decreto —[y aquí viene lo importante]—, lo contrario supondría excluir per sé del
procedimiento legislativo ordinario toda aquella medida de mejora del sistema de
protección social susceptible de beneficiar a un determinado colectivo y, más aún, con
carácter general toda aquella decisión que comporte un beneficio para sus destinatarios,
lo que obviamente no se corresponde con nuestro modelo constitucional.” Y esto es
estrictamente aplicable al caso.
Es decir, la justicia de la decisión, la razonabilidad del aumento concedido a los
trabajadores del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos, no
justifica la emisión de un decreto de necesidad y urgencia. Lo único que justifica la
emisión de un decreto de necesidad y urgencia es que sea efectivamente necesario
atender y resolver una situación de extrema urgencia, de extrema gravedad, que no
admita dilación y que, por supuesto, no sea posible cumplir con el trámite ordinario para
la sanción de las leyes.
Creo, sinceramente, que en este caso ninguno de esos requisitos está presente,
ninguno de esos requisitos se encuentra reunido y, por lo tanto, mi dictamen va a ser
contrario a la validez del decreto 444.
Sr. Presidente. — Les comento que ahora contamos con el quórum necesario.
En cuanto a este tema, tuvimos distintos decretos de necesidad y urgencia que
hemos podido debatir en el seno de esta Comisión respecto a la procedencia,
legitimidad y cumplimiento de los requisitos formales y sustanciales, como así también
a la estipulación de las circunstancias excepcionales que ameritan el dictado de un
instrumento de esta naturaleza.
En definitiva, lo que se pretende aquí es discutir el fondo de la cuestión
vinculado a las circunstancias excepcionales que hacen imposible el trámite ordinario en
el ámbito del Congreso de la Nación.
Por otra parte, me parece interesante destacar lo que hemos afirmado en forma
previa cuando sostenemos que los procesos de negociación de carácter salarial tienen
una continuidad y un proceso que determina un inicio establecido desde el punto de
vista de la negociación de las políticas salariales y un fin que se establece sobre la base
de un acta acuerdo correspondiente. Desde el momento en que se firma el acta acuerdo
para la homologación correspondiente, si hay un trámite ordinario que sea superior al
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plazo para la liquidación de los salarios, en general, cuando se suscriben las acta
acuerdos correspondientes, se procesa rápidamente la información para la liquidación de
los salarios y eso implica un período de tiempo extremadamente importante que amerita
una circunstancia también de carácter excepcional para la percepción de ingresos de un
trabajador.
Por lo tanto, nosotros entendemos que, desde el punto de vista de la realización
del acta acuerdo y de la liquidación de los haberes, el tiempo estipulado para un trámite
ordinario perjudica notoria y sustancialmente a un trabajador y que implica, por parte
del Poder Ejecutivo, tomar una decisión para convalidar rápidamente los mismos vía
decreto de necesidad y urgencia. Pero tengo entendido que desde el momento que se
suscribe el acta acuerdo se propicia rápidamente la liquidación de los haberes para que
luego se pueda convalidar vía instrumento jurídico pertinente, como es el decreto de
necesidad y urgencia. De esta manera, nosotros con nuestros correspondientes
dictámenes hacemos mención a un conjunto de constitucionalistas que opinan sobre la
materia, pero principalmente destacamos una mención o una frase de Bidart Campos
que analiza con precisión el tema del carácter de necesidad y urgencia, planteando la
asimilación de la necesidad como algo absolutamente imprescindible y la urgencia
asociada a la inmediatez. Es decir, es una decisión que tiene que adoptar el Poder
Ejecutivo con carácter de imprescindible y en forma inmediata.
También, cuando se analizan los distintos fallos de la Corte Suprema de Justicia
o el marco del control judicial de los actos, etcétera, nosotros establecemos un análisis
desde el punto de vista de la doctrina y de la jurisprudencia.
Se recibieron una serie de casos. Ustedes también, por supuesto, lo toman en su
correspondiente dictamen.
Primero, tomamos el caso Peralta, ante la reforma de 1994. Con posterioridad,
tomamos una serie de casos desde el punto de vista de fallos de la Corte. Si bien esta
secuencia no tiene un orden cronológico, sí creo que es importante remarcar que
nosotros consideramos el fallo Verrochi —correspondiente a los decretos 770 y 771 del
año 1996— respecto de la supresión de la percepción de ingresos de salario familiar
superiores a mil pesos. Tomamos también el caso que corresponde al decreto 290 del
año 1995, el cual tiene que ver con una reducción de carácter salarial. En tercer lugar, se
ha tomado el caso de Jorge Rodríguez, que consta en un decreto vinculado a la
concesión de aeropuertos, el cual tiene que ver con la acción de amparo y la invocación
correspondiente por parte de la Corte Suprema de Justicia con respecto a la legitimación
activa. También tomamos el caso de Risolía de Ocampo y el de VC Dreams, que es un
caso muy importante desde el punto de vista del control judicial porque tiene otros
aspectos vinculados a la percepción de un tributo. Tomamos una serie de análisis desde
el punto de vista de la jurisprudencia y de la doctrina y hacemos un análisis desde el
punto de vista fáctico, vinculado al requerimiento de la necesidad que tiene el Poder
Ejecutivo de dictar instrumentos de esta naturaleza.
Si bien está clara la restricción que existe por parte del Poder Ejecutivo en
cuanto al dictado del decreto y las condiciones del carácter legislativo, claramente, las
circunstancias legislativas, que hacen imposible el trámite ordinario del Congreso, están
perfectamente planteadas desde el punto de vista de la necesidad y la urgencia para
adoptar un mecanismo rápido que permita resolver sobre la base de la legitimidad del
planteo vinculado al acta de aprobación.
Este tema ha sido discutido con el Poder Ejecutivo en lo que hace al carácter
reiterativo de la homologación ya que existen muchos sectores dentro de la
administración pública que requieren del acta-homologación en el marco de la Ley
24.185, que trata las convenciones colectivas salariales de sectores públicos.
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En este sentido, hemos propuesto la posibilidad de hacer una modificación,
desde el punto de vista del artículo 62 con el objeto de que el Poder Ejecutivo pueda
utilizar claramente las atribuciones decisorias vinculadas al inciso 1) del artículo 99.
Esto lo hemos planteado claramente en virtud del carácter reiterativo de la
cuestión. En definitiva, no correspondería a un debate en el ámbito del Congreso sino
que es una atribución estrictamente administrativa.
En el transcurso del debate se ha planteado la utilización de este instrumento en
el marco de la emergencia pública o administrativa por el tiempo determinado en el
artículo 76 como una posibilidad; esto ha sido planteado por ustedes. Se lo hemos
planteado al Poder Ejecutivo para propiciar una normativa que permita tener estas
atribuciones propias del inciso 1) respecto del carácter autónomo para este tipo de
medidas de orden salarial.
Eso es lo único que resta en el ámbito del debate correspondiente.
Sr. diputado Tonelli. — Interrumpo para hacer un comentario breve.
Iba a hacer un comentario en este mismo sentido. Si bien lo he puesto en el
dictamen lo reitero ahora.
El Poder Ejecutivo podría haber adoptado esas medidas mediante el uso de las
facultades delegadas que le confiere la Ley 26.135. Sería un perfectísimo ejercicio de
esa atribución y nos evitaría esta discusión respecto de si se dan o no las circunstancias
excepcionales. Porque en caso de que el Poder Ejecutivo ejerza las atribuciones
delegadas por la Ley 26.135 no hace falta probar ni demostrar nada, ninguna
circunstancia; simplemente, las ejerce de manera normal, regular, y se acaba la
discusión.
Sra. diputada Conti. — A mí me parece, para sincerar la discusión, que no podemos
obviar la realidad concreta de la institucionalidad argentina y de cómo funciona el
Parlamento argentino. Creo que difiere enormemente de la responsabilidad republicana
en los países europeos en los cuales es adquirida por quienes ejercen la
representatividad política; inclusive, los parlamentos. Además, les recuerdo que en la
mayoría de los países, en este caso España, se trata de regímenes parlamentarios.
Por lo tanto, más allá de que la fuente de la reforma constitucional del año 1994
respecto de los decretos de necesidad y urgencia haya sido la Constitución española y
que el fallo del Tribunal Constitucional español —al que hizo referencia el señor
diputado— es sumamente útil, me parece que podemos correr el riesgo de caer en un
positivismo dogmático, teórico, pero totalmente alejado de la realidad política argentina.
No ocurre –creo- en el Senado, pero sí tenemos la experiencia cotidiana en la
Cámara de Diputados de la Nación donde una sesión no comienza si el oficialismo no
da quórum. La fuerza de la oposición espera, a veces, detrás de las cortinas para ingresar
al recinto y nosotros, que por más que seamos oficialistas no tenemos mayoría para dar
quórum, estamos permanentemente sometidos a ese condicionamiento republicano de la
oposición, que no se sienta en las bancas si nosotros no lo aseguramos.
Esta situación no se da sólo en las sesiones. Previo a la sesión, en las tareas de
labor parlamentaria, en donde se fija la agenda de la Cámara de Diputados para una
sesión, las fuerzas de la oposición condicionan la agenda disponiendo del tratamiento de
cuestiones con las que, a veces, el oficialismo no está de acuerdo, en desmedro de
situaciones que, de respetar el fallo del Tribunal Constitucional español, requerirían una
medida legal medianamente urgente, pero que, por el propio tratamiento de la labor en
cuestionamiento, se transforma en un condicionamiento que, sin duda, no se compadece
con los tiempos que una administración eficiente y eficaz requiere.
Eso en cuanto a la sesiones, pero miremos cómo funcionan las comisiones. Por
ejemplo, miremos cómo funciona esta comisión bicameral. ¿Está aquí el radicalismo,
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fuerza de la oposición? ¿Este quórum está dado por quiénes? Por los que tenemos buena
voluntad de estar hoy aquí a las nueve de la mañana. ¿Existe en el resto de los
integrantes de esta Comisión la responsabilidad republicana y democrática que los
obliga, tras haber aceptado ser parte de esta Comisión, a venir, en lugar de estar
ausentes?
Entonces, creo que estas también son cuestiones que el Poder Ejecutivo merita a
la hora de elegir el instrumento efectivo y eficaz para hacer valer sus decisiones
administrativas.
Respecto del mecanismo de las facultades delegadas es probable que este tipo de
decreto pudiera encajar en uno de ellos. Pero es perversa —en el buen sentido de la
palabra— la manera en que se lo plantea porque significa decir: “hágalo mediante el
mecanismo de facultad delegada, pero sepa, señor presidente, que yo, miembro de la
oposición, cuestiono la delegación legislativa”.
Por lo tanto, un decreto de necesidad y urgencia, en la teoría y en la práctica que
desde el oficialismo le estamos dando como acto simple de carácter imperativo y de
connotación legal, es la doctrina que estamos formando para que también nuestra Corte
Suprema de Justicia adecue sus parámetros a la realidad argentina y no a la realidad
española, como sí lo puede hacer el Tribunal Constitucional.
Para ir a un caso concreto, nosotros tenemos en la actualidad esta situación: la Corte va
a declarar válidos los actos de jueces subrogantes, pero inconstitucionales en su
legitimidad. Va a impulsar la validez de los actos sólo para no trabar el servicio de
justicia. Y seguramente va a decir que el Congreso debería legislar en diez, quince o
treinta días el tema de los jueces subrogantes.
El Congreso de la Nación conoce ese tema desde hace por lo menos cinco años.
El único proyecto sobre la materia que tiene dictamen de Comisión está en la Cámara de
Diputados en la Comisión que preside el diputado Cigogna. Ningún otro legislador está
pensando en ese tema. Cuando el Poder Ejecutivo, cumpliendo un fallo de la Corte,
tenga que rebuscárselas en su modo creativo de resolver los conflictos republicanos
vamos a volver a estar acá discutiendo si esta es la república al estilo española o al uso
nostro de la Argentina.
Creo que el derecho no hace a la realidad sino que debe ser emergente. Debemos
poner empeño para que el derecho sea lo que la realidad de Argentina da para que sea
hoy la Argentina; es decir, esta república, esta democracia y este régimen
presidencialista donde el Congreso de la Nación no parece estar a la altura de las
necesidades de urgencia de una administración que viene sacando al país del infierno,
superando crisis institucionales y administrando de la mejor manera posible, aunque no
sea perfecta.
Sr. diputado Tonelli. — Quisiera hacer algunos comentarios.
En primer lugar, no me voy a hacer cargo de las responsabilidades de todos los
bloques de la oposición. En todo caso, me puedo hacer cargo de las responsabilidades
de mi bloque y de las que a mí personalmente me competen, con lo cual me siento
sumamente tranquilo.
El otro comentario que quería hacer es sobre el adjetivo de “perversa” que usó la
diputada y que me quedó resonando en el oído. Me parece que es un poco exagerado.
Es cierto que yo no estuve de acuerdo cuando se aprobaron las facultades
delegadas al Poder Ejecutivo. No estoy de acuerdo en términos doctrinales con la
existencia de esas facultades delegadas, al menos con la extensión y el alcance con que
las contempla la ley que, a mi modo de ver, son demasiado amplias. Pero el hecho de
que a mí no me gusten no significa que no existan y que no deban ser aplicadas y
respetadas. Se trata de una ley vigente. Del mismo modo que respecto de los decretos de
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necesidad y urgencia permanentemente reclamo en mis dictámenes el cumplimiento
estricto del marco que fija la Constitución para las facultades delegadas, y desde el
momento que existen y que son una ley vigente, no voy a protestar jamás por el
ejercicio que se haga de esas facultades delegadas.
He explicado aquí más de una vez que la forma es esencial para los actos de
gobierno. No es lo mismo que una decisión que deba ser adoptada por ley lo sea por
decreto ni viceversa. De manera tal que no advierto la perversidad que puede implicar
decir que lo que no se puede hacer por decretos de necesidad y urgencia sí se puede
hacer mediante el ejercicio de facultades delegadas con las que el presidente cuenta y
puede utilizar.
Sr. Capitanich. — En lo referido al Decreto N° 444 del 26 de abril del corriente año,
que cumple los requisitos formales y sustanciales para la elaboración del dictamen,
como bloque de la mayoría vamos a propiciar la firma del dictamen correspondiente con
la aprobación del mismo. Por supuesto que los bloques por la minoría pueden establecer
los mecanismos necesarios para que se propicie el dictamen en minoría.
Respecto al resto, hemos planteado una resolución de los decretos en bloque y
también sometemos a consideración los dictámenes pertinentes con el objeto de que
puedan ser suscriptos.
Previamente, quisiera plantearles que con los decretos que hemos tratado en el
día de hoy estaríamos propiciando dictámenes de ciento ochenta y siete decretos sobre
un total de quinientos cincuenta y cuatro, de acuerdo con la información que nos ha
dado la Jefatura de Gabinete de Ministros. Tenemos que clasificar los que son de objeto
cumplido o los que fueron ratificados por leyes pertinentes para observar con precisión
cuál es el número de decretos que nos faltaría analizar en el marco de esta Comisión
Bicameral. Recordemos que hay muchos decretos en uso de facultades legislativas
delegadas que han sido dictaminados por la Comisión Bicameral según el artículo 20 de
la Ley N° 25.571. Por lo tanto, quiero transmitir que, si seguimos con esta metodología
de trabajo, es probable que en los próximos cuatro meses esta Comisión pueda tratar la
totalidad de los decretos que han sido dictados después de la reforma constitucional de
1994.
Es importante remarcar esto porque los otros días en la Comisión Bicameral
Revisora Mixta de Cuentas hemos aprobado la Cuenta de Inversión del período 20002004. Nos falta el ejercicio presupuestario 2005 que está en proceso de auditoría.
En este sentido, el Congreso de la Nación estaría cumpliendo acabadamente con
las funciones referidas a la aprobación de la Cuenta de Inversión desde el año 1993,
cuando se sanciona la Ley N° 24.156. Y esta Comisión Bicameral de Trámite
Legislativo estaría tratando absolutamente todos los decretos de necesidad y urgencia,
en cumplimiento del artículo 100, incisos 12) y 13) de la Constitución. De manera tal
que el Congreso estaría cumpliendo responsablemente con sus obligaciones y
ejerciendo realmente sus atribuciones.
Sr. dipatdo Tonelli. — Simplemente, quiero hacerle saber a la Comisión que, respecto
del resto de los decretos que están a consideración, mi criterio es el mismo. Por lo tanto,
voy a dictaminar en contra de la validez de los decretos.
Los fundamentos son los habituales y están expuestos en los dictámenes en
minoría. Por lo cual, no creo que valga la pena reiterarlos.
Sr. Presidente. — Damos por levantada la reunión.
— Son las 10 y 03 horas.
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