“Algunos numeradores del superyó en Freud”1 Autor: Pablo Chianelli 2008 1 Escrito presentado en el espacio de formación de ayudantes de la cátedra de Psicoanálisis Freud I - Prof. Titular Osvaldo Delgado (Facultad de Psicología – UBA) 1 El término alemán «ÜberIch» (traducido al castellano como “superyó”) es empleado por Freud para nombrar una de las tres instancias psíquicas introducidas formalmente a partir de lo que conocemos como su “segunda tópica”; los otros dos términos que Freud utiliza son «Ich» y «es» (“yo” y “ello” respectivamente). La introyección de la autoridad parental, operación que Freud ubica como formadora del núcleo del superyó2, perpetúa la prohibición del incesto asegurando al yo contra el retorno de la investidura libidinosa de objeto propia del complejo de Edipo. En este sentido, el «ÜberIch» freudiano cumple una función normativa, por así decir, recordatoria... “toma el relevo de la trama edípica… de este modo, el superyó se articula con la introyección de la ley paterna, del lugar paterno como ley”3. “Ahora bien, el superyó conservó caracteres esenciales de las personas introyectadas: su poder, su severidad, su inclinación a la vigilancia y el castigo”4. Aquí, la polisemia del término alemán resulta particularmente provechosa: «Über» significa, también, “sobre” o “por encima de”5; «Ich», pronombre personal, corresponde al “yo” del idioma castellano. Superyó, entonces, como arquetipo para el querer-alcanzar del yo, por un lado; simultáneamente, es la instancia criticadora que marca al yo su distancia respecto del ideal; y resta, aun, considerar el aspecto estrictamente económico: a saber, su raigambre en el ello pulsional. Ley + pulsión de muerte… “El superyó no puede desmentir que proviene también de lo oído, es sin duda una parte del yo (…), pero la energía de investidura no le es aportada a estos contenidos del superyó por la percepción auditiva, la instrucción, la lectura, Freud, S. “El sepultamiento del complejo de Edipo” (1924), AE, 19, pág. 184. Delgado, O. “Teórico dictado el 30/09/2008”, Facultad de Psicología (UBA). 4 Freud, S. “El problema económico del masoquismo” (1924), AE, 19, pág. 173. 5 “DIX Diccionario alemán – castellano/español” (http://dix.osola.com/index.php). 2 3 2 sino que la aportan las fuentes del ello”6. Su energía de investidura proviene de las pulsiones mudas del ello, cuya meta es, únicamente, alcanzar una satisfacción pulsional instantánea y sin miramiento alguno. El superyó puede –aunque no necesariamente–, entonces, afirmarse en la sofocación de la sexualidad de modo voraz, en tanto se vincula (estructuralmente) con el ello. En este último sentido es que podríamos ubicar la instancia superyóica en las antípodas del padre; “(…) tanto en Freud como en Lacan, el resumen de todo lo que es un padre es la palabra «No»”7. Un «No» que, en principio, opera cancelando las posibilidades de satisfacción derivadas del “complejo de Edipo”8, es decir, opera sobre las primitivas inclinaciones (incestuosas) que implicarían satisfacer las pulsiones sexuales en los primeros objetos libidinosos infantiles; pero un «No» que es, además, un «Sí» (en otro lugar) habilitador, propiciador… en tanto abre a eventuales sustituciones –en términos de investidura de objeto– dentro del campo de la vida amorosa (posterior); y un «No», finalmente, que recae, también, sobre quien lo pronuncia, quebrándose así la equivalencia entre “voluntad del padre” y ley. “El superyó en las antípodas del padre”, entones, en tanto el primero exige, en vistas de algún ideal –y al servicio del masoquismo, así como de “taponar” la castración–, un cambio en el modo de satisfacción del sujeto; mientras que el segundo, es decir, lo que sería “un padre” (posición desde la cual un psicoanalista eventualmente opera), es todo lo contrario a cualquier ejercicio de poder. “La posición analítica no es cambiar el modo de satisfacción del sujeto, sino cambiar la posición del sujeto respecto de ese modo de satisfacción”9. Quizás no sea en vano, en este punto, destacar un fragmento de texto freudiano que ha dado lugar a las más diversas lecturas respecto de la técnica analítica y la relación transferencial. Es el siguiente: “Si el paciente pone al analista en el lugar de su padre (o de su madre), le otorga también el poder que su Freud, S. “El yo y el ello” (1923), AE, 19, pág. 53-4. Delgado, O. “Teórico nº 21 (año 2007)”, Facultad de Psicología (UBA). 8 Freud, S. “El sepultamiento del complejo de Edipo” (1924), AE, 19, pág. 184. 9 Delgado, O. “Teórico dictado el 07/10/2008”, Facultad de Psicología (UBA). 6 7 3 superyó ejerce sobre su yo10, puesto que estos progenitores han sido el origen del superyó. Y entonces el nuevo superyó tiene oportunidad para una suerte de poseducación del neurótico (…). Es verdad que cabe aquí la advertencia de no abusar del nuevo influjo”11. Destaquemos, fundamentalmente, la advertencia freudiana, para ponerla en relación con la “regla de abstinencia” desde la cual un analista opera. En la frase citada, quizás, corresponda poner un acento particular sobre la expresión «suerte de…» y no sobre la palabra «poseducación» –que implicaría orientar la cura hacia algún ideal–. Masoquismo moral… “Desde el punto de vista de la limitación de las pulsiones, esto es, de la moralidad, uno puede decir: el ello es totalmente amoral, el yo se empeña por ser moral, el superyó puede ser hipermoral y, entonces, volverse tan cruel como únicamente puede serlo el ello”12. El superyó se satisface en la crítica; y persevera en esa modalidad de satisfacción tanto más cuanto que se emprenda una obediencia mayor. Se ve la paradoja. “Es asombroso que el ser humano, mientras más limita su agresión hacia fuera, tanto más severo –y por ende más agresivo– se torna en su ideal del yo. (…) Mientras más un ser humano sujete su agresión, tanto más aumentará la inclinación de su ideal a agredir a su yo. Es como un descentramiento {desplazamiento}, una vuelta {revolución} hacia el yo propio”13. Aprovechamos la ocasión para mencionar que el “trastorno hacia lo contrario” y la “vuelta hacia la persona propia” –destinos pulsionales que, entre otros, Freud distingue14– hallan su lugar conceptual preciso a partir de la formulación del ello: inconciente que, a diferencia de lo reprimido, no demanda hacerse escuchar. 10 El destacado me pertenece. Freud, S. “Esquema de psicoanálisis” (1940 [1939]), Parte II. La tarea práctica - Capítulo VI. La técnica psicoanalítica, AE, 23, pág. 176. 12 Freud, S. “El yo y el ello” (1923), AE, 19, pág. 54-5. 13 Ídem. 14 Freud, S. “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915), AE, 14, pág. 122. 11 4 La mortificación de la conciencia, la culpa y el auto-reproche, se sostienen en lo que Freud denominó “masoquismo moral”. A su vez, la “reacción terapéutica negativa” –respuesta en el sujeto frente a los empeños del analista por obturar con saber los efectos de la represión primaria–, es una manifestación, clínica, de la resistencia del superyó. “El masoquismo moral también se articula a la segunda fase de pegan a un niño… como me satisfice con deseos sádicos (primera fase) para mi conciencia moral debo ser castigado, entonces sentimiento inconciente de culpa, ¿de qué se trata? Del masoquismo moral”15. Carácter… No abundan los trabajos en donde Freud se aboca al esclarecimiento de la naturaleza del «carácter»16. Aquí solo destacamos su nexo con la resistencia y la instancia superyóica. “Cuando el médico lleva a cabo el tratamiento psicoanalítico de un neurótico, su interés en modo alguno se dirige en primer término al carácter de este. Mucho más le interesa averiguar el significado de sus síntomas, las mociones pulsionales que se ocultan tras ellos y que por su intermedio se satisfacen, y las estaciones del secreto camino que ha llevado de aquellos deseos pulsionales a estos síntomas”17. Ya en el comienzo del texto –incluso antes de desarrollar los tres capítulos que lo componen18–, Freud procura una distinción… por un lado el síntoma (con sus significados y satisfacciones) y, por otro, Delgado, O. “Teórico nº 21 (año 2007)”, Facultad de Psicología (UBA). [Pueden hallarse algunos pasajes en “Tres ensayos de teoría sexual” (1905), “La predisposición a la neurosis obsesiva” (1913), “El yo y el ello” (1923), la 32ª de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933), “Sobre los tipos de contracción de neurosis” (1912), “Carácter y erotismo anal” (1908)]. 17 Freud, S. “Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico” (1916), AE, 14, págs. 317. 18 “I. Las excepciones”, “II. Los que fracasan cuando triunfan” y “III. Los que delinquen por conciencia de culpa”. 15 16 5 “propiedades” o “actitudes” del enfermo que, en tanto sirven a la resistencia, reclaman, ciertamente, algún interés19. No va de suyo que alguien se interrogue por su modo de satisfacción pulsional –quizás, la eventual violencia con que irrumpa la dimensión sufriente que aquel comporta, procure algún primer movimiento en ese sentido; pero, en general, el interés del yo es otro–: “(…) se nos impone la presencia de un motivo egoísta del yo, un motivo que aspira a su defensa y su provecho; tal vez no puede crear por sí solo la enfermedad, pero la aprueba y la conserva una vez que se ha producido”20. Y en ese “aferrarse a la enfermedad”, Freud distingue un beneficio: “arrogarse privilegios”, “reclamar resarcimiento”, “proclamarse una excepción”, en fin, se eclipsa el lugar del sujeto en donde podrían abrirse preguntas –lo que sirve, ciertamente, a los propósitos de la resistencia–. En los últimos dos capítulos del texto “Algunos tipos…” (1916), se pesquisa bien el nexo entre «carácter» y complejo de Edipo, lo que nos devuelve a la figura del superyó: “(…) este oscuro sentimiento de culpa –que impide triunfar y empuja al crimen–21 es una reacción frente a los dos grandes propósitos delictivos, el de matar al padre y el de tener comercio sexual con la madre”22. Recuperemos, finalmente, la serie propuesta a partir de los subtítulos del presente trabajo, a saber: Agregamos un último término, algo así como el “producto final” de esta pequeña ecuación: la “necesidad de castigo” –que es, estrictamente hablando, el nombre freudiano de lo que entendemos por resistencia estructural del superyó–. 19 Es casi una fórmula freudiana, podríamos decir, la de motorizar todo cuanto obstaculice el trabajo analítico. 20 Freud, S. “24ª conferencia. El estado neurótico común” (1916-17), AE, 16, pág. 347. 21 El agregado es mío. 22 Freud, S. “Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico” (1916), AE, 14, pág. 338-9. 6