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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN PLENARIA DE LAS COMISIONES DE DERECHOS Y GARANTÍAS Y
DE INDUSTRIA Y COMERCIO
Salón “Auditorio” — H. Senado de la Nación
11 de mayo de 2011
Presidencia del señor senador Petcoff Naidenoff
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Reunión plenaria de comisiones
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— En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el Salón
Auditorio del H. Senado de la Nación, a las 15 y 44 del martes
10 de mayo de 2011.
Sr. Presidente (Petcoff Naidenoff). — Buenas tardes.
Damos inicio a este plenario de comisiones de Derechos y Garantías y de Industria y
Comercio. Agradecemos la presencia de todos los amigos y de quienes están particularmente
involucrados en esta temática para discutir el proyecto de ley presentado por el senador
Basualdo, de regulación de las grandes instalaciones comerciales y superficies y cadenas de
distribución.
Muy brevemente, quiero decirles que desde esta Comisión trataremos de impulsar y
poder finalizar —si se quiere— el año con dictamen de ambas comisiones para ser elevado al
pleno su posible tratamiento.
De la primera lectura del proyecto, podemos decir que no es una cuestión menor. Por
una parte, está la realidad de las pequeñas y medianas empresas, que son el motor del
crecimiento; y por otra, la libertad de comerciar, la lealtad comercial y las jurisdicciones que
están perfectamente delimitadas en la propia Constitución, como ser el ámbito y el manejo
que tienen las provincias y el municipio, y el ámbito y el manejo de la jurisdicción nacional.
En líneas generales, creo que la discusión será muy rica. Nosotros daremos inicio a la
primera ronda para escuchar opiniones y consultas. Está presente el Cuerpo de Taquígrafos,
así que todo quedará registrado. En una segunda instancia, también vamos a convocar a
constitucionalistas.
Cuando en el proyecto se hace mención a presupuestos mínimos, y creo que ustedes
están mucho más empapados que yo en este tema, porque están peleándola en el día a día,
justamente el hostigamiento de estos grandes grupos; yo comparto el criterio de la ampliación
de presupuestos mínimos. Me parece que acotar presupuestos mínimos al artículo 41 de la
Constitución Nacional, que establece que podrá la Nación establecer presupuestos mínimos
en materia ambiental y las provincias dictar normas necesarias para complementarlas, puede
con un criterio amplio y acorde a las cláusulas de progreso de la propia Constitución ser
adaptados a otros parámetros.
— Ingresa la señora senadora Corradi De Beltrán.
Sr. Presidente. — Está con nosotros la señora senadora Corradi De Beltrán.
Mencionaba un ejemplo que también fue discutido, pero que no es una cuestión muy
sencilla. Así como las provincias tienen el poder que se han reservado y que no delegaron a la
Nación, este es un tema muy particular que también afecta, por lo que pretende y aspira el
proyecto, que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las propias provincias marquen la
cancha, inclusive a los propios municipios. Entonces, estamos tocando, no sé si intereses,
parámetros constitucionales que tienen que ver con autonomía, que tienen que ver con la
autarquía y con el propio funcionamiento de la propia Constitución; aunque repito que desde
lo personal adhiero al concepto de ampliar presupuestos mínimos, no únicamente
circunscriptos al artículo 41 de la Constitución Nacional. La idea es trabajar y abordar el tema
con seriedad, y agradeciendo la iniciativa del senador Basualdo.
La temática que vamos a implementar en el día de la fecha es muy simple. En primer
lugar, cada uno de los expositores contará con un tiempo de 10 minutos para exponer
brevemente cuáles son sus consideraciones, fundamentalmente de la cuestión no solamente de
derecho, sino la cuestión fáctica; es decir, la pérdida de empleo, el cierre de pequeños y
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medianos comercios. Yo soy del interior, así que conozco también los efectos que ha
generado en la propia provincia de Formosa algunos mecanismos de instalación que facilitan
algunas ofertas diferencias al consumidor, pero también observamos cómo los pequeños y
medianos boliches prácticamente fueron cerrados, con la consecuencia social que esto ha
implicado. Pero la temática será la siguiente. En primer lugar, le daremos la palabra al
senador Basualdo, autor del proyecto, y después cada uno tendrá 10 minutos para volcar sus
opiniones o sus conclusiones. Las opiniones serán receptadas por la Comisión y
próximamente convocaremos a un nuevo plenario con constitucionalistas y algunos de los
presentes, porque me gustaría que muchos de los que hoy están puedan participar cuando los
constitucionalistas opinen al respecto.
Sr. Basualdo. — Muchas gracias, señor presidente.
Quiero agradecerles a todos los que han venido y vendrán a exponer acá. Este no es un
proyecto mío, sino de la CAME. Soy el autor intelectual del proyecto en el Senado, pero
realmente es de la CAME y de todas las agrupaciones que han trabajado mucho en este tipo
de proyecto. No es un proyecto que viene de un día para el otro; es un proyecto que se viene
trabajando desde hace varios años.
Los que estamos medianamente ligados al sector —yo lo estaba— conocemos
perfectamente qué es lo que pasa: un hipermercado va a un municipio y el intendente y el
gobernador se ponen contentos porque toman 200 personas. Pero después, con el tiempo,
quedan 2.000 personas afuera. Eso es automático: para facturar 15 millones de pesos, un
hipermercado necesita alrededor de 250 personas; en el comercio minorista se necesitan
alrededor de 2.000 o 2.500 personas. La diferencia es prácticamente de un cero. Entonces,
toda esta alegría por la situación de que toman gente, después empieza a penar; porque esa
gente, que tenía un trabajo estable, va con un plan, y ya no tiene el trabajo digno que tenía.
Cuando empezamos a trabajar, lo hicimos mucho en base a esta situación. Esto me
hace acordar a cuando empezamos a trabajar sobre las tarjetas de crédito.
— Ingresa en el salón y se ubica en el estrado el señor senador
Rodríguez Saá.
Sr. Basualdo. — Cuando trabajábamos con las tarjetas de crédito, recordarán que al principio
era el 10 por ciento. Y las tarjetas de crédito decían que se iban a tener que ir del país, que
íbamos a tener que tramitar la tarjeta en otros países, si les quitaban el 5. Del 10 pasaron al 5;
del 5 logramos pasar al 3. ¿Por qué? La variable de ajuste era el comercio minorista: a los
grandes hipermercados les cobraban el 0,2 por ciento; y al comercio chico, el 10 por ciento.
Entonces, les daba una media de tres, cuatro o cinco puntos. Cuando lo llevamos al 3 por
ciento, indudablemente, al grande le tuvieron que aumentar: ya no era el 0,2 por ciento.
Entonces, fue más parejo, y ahí es también donde el comercio minorista empezó a creer.
Eso es lo que tenemos que tratar de ver nosotros: las posibilidades para todos. No es
que estamos eliminando a nadie ni estamos en contra de un sector ni nada por el estilo, sino
que queremos dejar las puertas abiertas para que toda la Argentina pueda convivir sin ningún
tipo de problemas.
Siempre me acuerdo cuando vino el primer Carrefour que pusieron en la Argentina, en
Quilmes. Era el supermercado que más vendía en el mundo por metro cuadrado. Estoy
hablando del año 80 y pico. Vendían hasta 1.500 dólares por metro cuadrado. Era el
supermercado, de los Carrefour, que más vendía por metro cuadrado en el mundo. Después
empezaron a llegar a Quilmes un montón, y hace poco —estoy desactualizado— la media era
de 400 dólares por metro cuadrado. Hasta ellos mismos se están matando.
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Y no es que le llegue al consumidor. ¿Porque qué le llega al consumidor? Los gastos
que tienen ellos… No es que para el consumidor está más barato; ellos publicitan más. Tienen
un montón de ventajas en el sentido de que a veces les da un proveedor una ventaja. Pero
sacando las ofertas puntuales, que es la publicación de todos ellos, después vayan a los
precios de góndola, y son similares. El comercio de cercanía, que no tiene ese aparato, no
puede demostrar con una gran publicidad que ellos también pueden vender y que están
vendiendo a un precio normal. Si ustedes van a ver, les puedo asegurar que no puede haber
más de dos o tres puntos de diferencia, si tomamos una lista de 15 artículos al voleo.
Entonces, esa mentalidad de que vamos a perjudicar al pueblo… No; vamos a estar
más competitivos. Vamos a darles las herramientas y les puedo asegurar que van a estar más
competitivos, que va a haber más surtido.
Pero no quiero demorarlos. Ustedes conocen el proyecto mejor que yo. Yo después
puedo seguir charlando y agregando algunos temas a medida que vayan pasando las
conversaciones.
En definitiva, ¿qué es lo que se trata de conseguir? Mejorar y no perder el empleo, que
haya una competencia digna y también que se le dé al consumidor el mejor precio. Con este
proyecto no tengan ningún tipo de dudas de que al consumidor le va a llegar el mejor precio.
No es que vamos a castigar al consumidor prohibiéndole una gran cadena. Dándole las
herramientas al comercio minorista, no tengan ninguna duda de que éste va a dar unos precios
más competitivos, porque conoce más al cliente y está más al lado del negocio. El costo de un
negocio grande arranca con un 40 por ciento de costo; un comercio minorista arranca con un
20 por ciento.
Entonces, si las fábricas les dieran un precio similar, indudablemente que las grandes
se tendrían que ir, porque no lo aceptarían. El problema ahí es que tenemos que trabajar en
otro tipo de proyecto, que no estamos hablando de eso y no quiero entrar en el tema. Pero a
veces, las mismas fábricas daban esas ventajas, como fue también el caso de las tarjetas de
crédito.
Antes —como siempre digo—, a fines de la década del ’90, la fábrica le vendía a un
mayorista y no sabía si éste le pagaba. Pero le vendía a una de esas grandes cadenas y no sabía
ni cuándo ni cuánto le pagaba. Entonces, cuando ya reglamentaron y pusieron en orden al
mayorista, pusieron también en orden a las cadenas, y ahí fue donde los precios aumentaron.
Porque muchos proveedores venían al Congreso a decirnos, por ejemplo, que les había
llegado una factura de 10.000 pesos, les habían descontado por tal y cual cosa y les
terminaron pagando 3.000 pesos. La variable de ajuste de la gran boca, al final, era el
pequeño industrial.
Ustedes recordarán que cuando Molinos Río de la Plata vendió, dijo que lo hizo
porque no podía manejar las grandes cadenas debido a las notas de débito indebidas. ¿Se
acuerdan? No era un proveedor chico. Después de mucho tiempo, dijeron: Molinos Río de la
Plata, ésta era nuestra estructura de venta, vendían de esta manera; en muchas bocas no había
productos de Molinos, porque decía Molinos quiere vender y Molinos dijo: no, le vendo a
todo el mundo.
Ahí, realmente, empezó a estar más competitivo todo. Las cosas se aclararon y la
variable de ajuste era la ineficiencia de cada uno de ellos, porque tenían que manejar no con
una nota de débito indebida.
Vamos a seguir. Los quiero escuchar. El presidente los va a escuchar a todos. Y si
después puedo agregar algo, con todo gusto vamos a ir intercambiando.
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Sr. Presidente. — Gracias también al senador Rodríguez Saá, que nos está acompañando y
que es integrante de la Comisión.
Vamos a arrancar, según el orden, dando la palabra a Raúl Lamacchia, que representa
a la Federación Económica de la provincia de Buenos Aires.
Sr. Lamacchia. — Buenas tardes a todos; gracias a la Comisión por invitarnos y darnos la
posibilidad de participar en el debate y en el intercambio de ideas.
Quiero acarar que yo soy presidente de la Federación Económica, pero estoy
representando a CAME; soy su vicepresidente.
Venimos trabajando junto con otras entidades —la Federación de Almaceneros, la
Federación de Supermercados, la Cámara Argentina de Supermercados y cámaras
sectoriales— ya desde hace casi un año en este tema. Éste no es un tema nuevo para nosotros.
En el año 2000, 2001 surgió la Ley 12.573 en la provincia de Buenos Aires, así que ya
llevamos diez años.
Lamentablemente, nuestro país no ha tomado el ejemplo de otros países del mundo,
como España y demás países europeos, que tienen una ley de comercio. La Argentina no la
tiene. Nosotros tenemos la esperanza de que éste sea el principio de una legislación que
atienda al sector comercial.
Esto, en alguna medida, lo decimos porque los que estamos desde hace mucho tiempo
luchando con esto en las jurisdicciones municipales, provinciales y nacionales nos damos
cuenta de que el sector comercial no es un sector que el poder político tenga especialmente en
cuenta. Generalmente, se atienden las cuestiones que hacen al desarrollo agropecuario, que en
el país ha sido prioritario, y al desarrollo industrial; y se piensa que el comercio viene como
consecuencia: si anda bien la macroeconomía, si andan bien el agro y la industria, el comercio
va a andar bien. En consecuencia, no ha habido, a nuestro criterio, políticas y estrategias para
el desarrollo del comercio en la Argentina.
No hay nadie en los municipios; cuando el comercio ha conformado, en alguna
medida, su configuración, les ha dado vida. En los municipios de nuestra provincia, están la
plaza, el municipio, la iglesia, el banco y el comercio. Puede no haber industria, puede no
haber agro; pero siempre hay comercio. Y el comercio es el que más mano de obra da, el que
más empleo crea. Lo fue, lo es y lo será, por sus propias características.
Sin embargo, no ha sido atendido y no se han generado políticas de desarrollo hacia el
comercio. Entonces, pagamos las consecuencias.
Yo siempre digo que en la década del ’90 y en la época de Martínez de Hoz no
tuvimos en cuenta la defensa del trabajo argentino, que era nuestra industria, y se diezmó por
políticas equivocadas y aperturas indiscriminadas. En la década del ’90, que es la más
cercana, vimos cómo desapareció gran parte de nuestro aparato productivo.
¿Qué nos pasa con el comercio? Acá hay un paralelismo. Ahora, en el tema que
estamos tratando, que se refiere a grandes superficies, particularmente al sector alimentario,
¿cuál es el mercado más apetecible? Aquel que, incluso, tiene una demanda inelástica. Lo
último que hace un ser humano es dejar de comer, podrá pasar de una primera a una segunda
marca, pero la demanda en el mercado alimentario es la más estable.
Las multinacionales del comercio han venido para quedarse con este mercado y lo han
hecho de una manera en la que no nos dimos cuenta. Fíjense lo siguiente. En los años
cincuenta se creó el primer autoservicio en mi ciudad, Mar del Plata, que se llamó la Estrella
Argentina y hasta la década de los ochenta convivieron los almacenes ––que representa el
señor de la Federación de Almaceneros–– con los autoservicios y no hubo destrucción, sino
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complementación y competencia.
Sin embargo, de los años ochenta, ochenta y pico hasta mediados de los años noventa
vino la irrupción de la que no nos dimos cuenta. Y como alguien decía, señor presidente, los
municipios estaban encantados de que viniera la modernidad, porque le hacían un pavimento,
un puente o colaboraban con el municipio. Los intendentes consideraban que de esa manera
estaban aportando al progreso de la ciudad y de la comunidad, a que el consumidor comprara
más barato y con más competencia, sin darse cuenta del efecto que ello tenía sobre los
precios, el empleo y todo lo que generaba un hipermercado, sobre todo, un hipermercado
multinacional.
Entonces, lógicamente todos conocemos y sabemos la importancia que tiene la
libertad de comercio. Todos queremos ser libres para poder comerciar y sabemos que en toda
sociedad se establecen normas, parámetros y regulaciones para que seamos todos iguales a la
hora de competir y comerciar. Nosotros no levantamos la bandera de la prohibición, señor
presidente. Nuestra entidad, CAME, fue la primera entidad que en 1998 firmó un acuerdo con
el BID, y que todavía hoy lo mantenemos para promocionar, ayudar y crear los centros
comerciales a cielo abierto y para el apoyo al sector de comercio minorista a fin de que se
modernice y sepa competir. Creemos que esto hace a la superación del comercio y de
cualquier empresa o emprendedor; es decir, darle los elementos para que se supere, sea
eficiente y llegue con precios competitivos porque tiene productividad y eficiencia. Para
nosotros no es conveniente proteger a un ineficiente.
Entonces, hay que establecer normas para aquel que está en inferioridad de
condiciones pueda competir adecuadamente; de eso se trata. Una vez, alguien de una cadena
de hipermercados o supermercados nacional de mi provincia me dijo: “Si no hubieran venido
las multinacionales a mi ciudad, yo no hubiera ido a otras ciudades, pero vinieron las
multinacionales a mi ciudad y me obligaron”. Es decir, es una cadena que se corta siempre
por lo más delgado.
Desde luego, esto trajo sus consecuencias. En 1970 el 90 por ciento de las ventas
estaban en el comercio tradicional. En el 85, bajó al 53 por ciento y en el 97 ––de acuerdo con
los censos de cada año––, al 33 por ciento. O sea, el 60 por ciento se perdió en manos de las
grandes empresas comerciales concentradoras. Incluso, hasta los años setenta, el 70 por ciento
de la venta de alimentos estaba en los canales tradicionales; entre 1980 y 1995, desaparecen
64.000 establecimientos minoristas tradicionalistas; además, se perdieron 125.000 empleos y
las grandes superficies lo compensaron en un quinto, pues crearon solamente 23.000 empleos.
Esto no hace más que ratificar lo que el señor presidente expresó hace instantes. Les
tengo que decir que nos sentimos interpretados en las palabras de los señores senadores
porque emitieron conceptos que, en realidad, son nuestras palabras. Quiere decir que no
tenemos dudas de que ustedes entienden acabadamente la problemática. Quizás, uno pueda
decir cosas que ya han sido escuchadas, pues no vamos a ser muy creativos porque año tras
año venimos luchando por lo mismo y diciendo lo mismo. Sin embargo ––sin entrar en el
proyecto de la ley porque está presente el doctor Cullen que es quien nos ha asesorado y,
además, es un constitucionalista––, creemos que se deben contemplar todos los aspectos que
hacen a una norma que realmente transite por el camino de la legalidad, pero que, al mismo
tiempo, se establezcan condiciones de igualdad para poder competir y preservar lo que es la
esencia de nuestras ciudades, que es el comercio minorista, a fin de preservar el empleo que
es lo que, en definitiva, ese comercio minorista da.
Nosotros fuimos protagonistas de la lucha por el tema de las tarjetas de crédito.
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Estamos acostumbrados a luchar contra las grandes concentraciones y contra el poder
económico concentrado no porque sea malo ––porque creo que en un país tiene que haber
grandes, pequeñas y medianas empresas––, sino porque creemos que estas multinacionales
deben venir a la Argentina a invertir para el desarrollo estratégico del país, a incorporar valor
agregado a nuestros productos para que tengamos desarrollo industrial, para que podamos dar
empleo y llevar al interior de nuestro país un desarrollo industrial que y hoy no existe. No
queremos que esas inversiones extranjeras vengan a la Argentina a quitarnos nuestro mercado
interno, nuestro mercado de consumo y el más importante y masivo de todos los mercados,
que es el alimentario.
Muchas gracias por escucharme, señor presidente. (Aplausos).
Sr. Presidente. –– Tiene la palabra el doctor Cullen.
Sr. Cullen. –– Buenas tardes, señores legisladores, señor presidente, señor autor del
proyecto, ex compañero convencional constituyente, doctor Adolfo Rodríguez Saá; recuerdo
que estuvimos juntos en la Convención Constituyente durante tres meses.
Las primeras palabras están relacionadas con el trabajo que se hizo en 1994, que tiene
mucho que ver con lo que vamos a hablar ahora. En 1994, más allá de los problemas
puntuales del Pacto de Olivos y del problema político que ello generó, la verdad es que se
incorporaron nuevos derechos y garantías, con una pujanza tan extraordinaria que después de
esa fecha ya no se puede tomar ningún tema de esta naturaleza sin contemplar cómo está
regulado en la Constitución. Y eso es lo que nosotros hicimos.
En realidad, nosotros tomamos los puntos que traía la problemática de los
supermercadistas y de las pequeñas y medianas empresas frente a las grandes superficies
comerciales y nos encontramos con dos problemas fundamentales. En primer lugar, la
carencia de una ley nacional, y si se podía o no hacer una ley nacional. Y tiene que ver con
algo que deslizó el presidente: las competencias de los municipios, las competencias de la
provincia. El segundo gran problema era ¿dónde está en la Constitución el fundamento
jurídico que nos permite ampliar ese poder de policía de tal manera de limitar ciertos
derechos en forma razonable para lograr un fin prevalente?
Nosotros en el año ’94, y al decir nosotros me estoy refiriendo lógicamente también al
doctor Rodríguez Saá y a los trescientos dos convencionales que firmamos la Constitución,
incorporamos una nueva cláusula del progreso: el artículo 75, inciso 19, desarrollo humano
con justicia social, y hablamos ahí de la generación de empleo. Aparece en la Constitución
como un objetivo que debemos perseguir: la generación de empleo. Y también modificamos
el viejo artículo que repetía…
Les voy a contar algo muy interesante y que muy poca gente conoce. Cuando en 1853
se presenta en Santa Fe el dictamen de la Comisión de Negocios Constitucionales, aparece en
el artículo 67, inciso 16, lo que se ha dado en llamar la cláusula del progreso: proveer a la
prosperidad del país canales navegables, ferrocarriles, inmigración, etcétera. Pero Juan María
Gutiérrez y Gorostiaga, con mucha habilidad, en el debate en plenario se dieron cuenta que
ese plan de progreso y de desarrollo, la Confederación no lo iba a poder llevar adelante
porque no tenía recursos. Entonces se ocuparon de poner en las facultades de la provincia una
norma exactamente igual, y es la única Constitución del mundo que tiene un artículo repetido.
En una palabra: la Constitución Argentina le dijo a la Nación “Hagan esto: marchen
adelante”, “Progreso, inmigración, educación”, “Vayan hacia el futuro”, pero además se lo
dijo a las provincias. Y lo más curioso y notable es que las provincias, los “13 ranchos”,
como decían los porteños, los que no tenían dinero ni para constituir la Corte Suprema, lo
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empezaron a hacer, fundamentalmente Santa Fe y Entre Ríos, y por eso la primera colonia
agrícola e inmigratoria es Esperanza en Santa Fe. No esperaron porque la Constitución los
habilitaba.
Esta cláusula del progreso, la nueva cláusula del progreso del artículo 75, inciso 19,
esta que incorpora la generación de empleo, que significa también evitar el desempleo,
también se repite en el 125 para las provincias. Vale decir que es una obligación de la Nación
y de las provincias. ¿Cómo lo podemos definir a esto? Son facultades concurrentes, lo tienen
que hacer la Nación y lo tienen que hacer las provincias. ¿Qué pasa con las facultades
concurrentes? Las facultades concurrentes no impiden que la provincia lo haga, pero tampoco
impiden que la Nación lo haga. Pero sí lo hace la Nación, rige la norma de la no interferencia.
¿Qué significa? Una vez que la Nación toma a su cargo el problema o lo hace de determinada
manera para llevar adelante el desarrollo con justicia social, el desenvolvimiento económico,
la educación, la inmigración, los canales navegables, la generación de empleo, todo lo que
ustedes quieran de la cláusula del progreso, las provincias lo pueden hacer siempre que no
interfieran en los objetivos que tuvo la Nación. Este es un principio central.
El segundo tema a considerar es lo que nosotros veíamos en la Intercámara. En la
realidad de las distintas provincias, nos encontrábamos, sobre todo en los municipios, que no
en todas las provincias había leyes que regulan las grandes superficies comerciales y en
algunas las leyes eran burladas por amiguismo, por una situación de quedar bien, por un
criterio equivocado en cuanto a la generación de empleo. Acá ya se dijo: el motor de la
economía son las pequeñas y medianas empresas. Esto es algo que no se puede discutir.
En consecuencia, sacar una ley nacional que regule esto es permitir que en todo el país
se pueda establecer y cumplir con esta cláusula constitucional, que hay que hacer un
desarrollo humano con justicia social y que hay que hacer un desarrollo con generar empleo y
no quitarlo. Esto además tiene otro elemento muy importante y reciente, que a mí me interesa
destacar ante ustedes. El 15 de junio de 2010 llegó un caso a la Corte Nacional de una gran
cadena Día Argentina, de capitales españoles, que plantea una acción declarativa de
inconstitucionalidad en la instancia originaria ante la Corte contra la Ley 12573 de la
provincia de Buenos Aires. Y argumenta que va contra la legislación nacional, cláusula de no
interferencia, y también que va contra los principios constitucionales básicos del derecho de
propiedad, libertad de comercio y libertad de industria.
La Corte resuelve este tema de la siguiente manera. Cuatro votos, que son de los
doctores Lorenzetti, Zaffaroni, Highton de Nolasco y Fayt, van a un problema formal y dicen
que esto no es tema de acción declarativa; es decir, no entran al problema de fondo. Pero hay
un voto concurrente, que también rechaza la demanda, de la doctora Argibay, que no tiene
desperdicio. La doctora Argibay entra al problema de fondo y desmenuza claramente que no
hay ninguna incompatibilidad con la regulación provincial frente a las leyes con las cuales se
creía que había incompatibilidad, que eran: la ley de defensa del consumidor, la ley de
defensa de la competencia y el decreto de desregulación de Cavallo, 2284/91. ¿Qué dice la
doctora Argibay de este decreto? Expresa que esa fue en una situación de emergencia, que fue
en otro país y que fue hace veinte años. Dice que era un país donde el tema era la
desregulación para lograr un determinado objetivo, y que no se puede pretender que esto siga
ahora vigente; es decir que no es que no esté vigente el decreto, sino que tampoco se le puede
dar un alcance como para impedir este tipo de normas.
En cuanto a la ley de defensa de la competencia, la doctora Argibay manifiesta que no
hay ninguna incompatibilidad, porque la ley de defensa de la incompetencia castiga, regula o
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prevé conductas, no actos de gobierno. Y esto es una norma jurídica, es un acto de gobierno,
no tiene nada que ver con la ley de defensa de la competencia.
No entra tampoco en el problema de si el tipo de regulación afecta a derechos, porque
considera que ese tema tampoco es suficiente para una acción en la instancia originaria. Dice:
“Esto, si ustedes creen que afecta un derecho constitucional, vayan al Juzgado, la Cámara, la
Corte provincial y después verán acá”. Pero lo importante es que cuando va analizando, dice
algo que a mí me quedó muy grabado. Cuando habla de la razonabilidad y de todo este tema
de las grandes superficies comerciales, se hace una pregunta: “Habría que preguntar a estos
grandes supermercados o a estas grandes superficies comerciales o a estas grandes empresas,
¿qué pasa con los precios cuando eliminen a la competencia?” Y esta es una reflexión que la
hace una ministro de la Corte, y nos está llamando la atención en el sentido de incorporar un
nuevo elemento, no es solamente la pérdida de empleo, sino que tras la pérdida de empleo
viene el reacomodamiento de los precios por falta de una competencia diversificada que la
tienen las pequeñas y medianas empresas.
En el voto en disidencia de los doctores Maqueda y Petracchi, no entran en el
problema de los derechos y garantías. No entran, simplemente votan a favor de la empresa,
por entender, yo creo que equivocadamente, que la ley nacional prevalece sobre la ley
provincial y no se ha respetado la pauta de la no interferencia, sobre todo con la ley de
defensa de la competencia. Hacen una lectura de la ley de defensa de la competencia, y dicen
“No, esto va contra esta ley nacional”, que es una ley federal y que además lógicamente
también hay una pauta de no interferencia que las provincias tienen que respetar. ¿Y qué
reflexión nos trae este voto en disidencia? El voto en disidencia nos trae que la preocupación
no es que la ley nacional pueda invadir la esfera de las provincias, sino que no habiendo ley
nacional se va a manejar el tema a nivel judicial tratando de tirar abajo la legislación
provincial, que en muchos casos lleva muchos años y que está generalmente aceptada por
toda la comunidad, sobre la base de la pauta de la no interferencia con estas leyes nacionales
que nada tienen que ver con este problema.
Una ley nacional que regule este tema es la garantía que este tema va a tener, que es
también una pauta constitucional —debo decirlo—, una igualdad de tratamiento en todas las
provincias. Porque otro de los grandes aportes de la Constitución del ‘94 es esto de que las
provincias tienen que tener un tratamiento igualitario y que ese magnífico artículo 75, inciso
2, el que habla de las pautas para la coparticipación federal, cuando habla de la igualdad de
oportunidades, habla también de que se deben distribuir los recursos de tal forma de que los
habitantes de cada provincia tengan igualdad real, que puedan perfectamente sentirse
hermanados con los otros de provincias más ricas.
Con estas pautas, nosotros creemos que no hay problemas constitucionales. No hay
problemas constitucionales, ni desde el punto de vista del federalismo. No hay problemas
constitucionales desde el punto de vista del municipio. No hay problemas constitucionales
desde el punto de vista de la restricción razonable, porque siempre el poder de policía supone
una determinada restricción al ejercicio de los derechos, y los derechos por el artículo 14 se
reconocen conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio. Y no habiendo ninguna
restricción, me parece que la forma para asegurar que este problema de las grandes superficies
comerciales se pueda solucionar es precisamente con una ley nacional.
Para terminar quiero incorporar otro aspecto. No se ha tomado en cuenta un punto
central en esta materia. Acá el problema no es de competencia, sino de saturación del
mercado. Cuando hay un mercado saturado, el más grande se come al más chico; es decir,
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¿por qué la regulación pasa con poner una limitación a la oferta? Porque la limitación
razonable a la oferta impide que en la saturación del mercado el más grande se coma al más
chico, porque tiene más posibilidades de hacerlo. Y la consecuencia inmediata es que el más
chico se va y la consecuencia mediata es que queda mucha gente sin trabajo.
Una ley de Cataluña sobre este tema, incorpora un nuevo elemento. Y a mí me parece
interesante contárselo a ustedes. Esta ley de Cataluña, cuando habla de la justificación de este
tipo de regulaciones, dice: ¿dónde están los grandes supermercados, las grandes superficies
comerciales? Están por razones de tipo urbanístico fuera de las ciudades o en los barrios
alejados, y eso implica que la gente se tenga que movilizar. Y al movilizarse la gente en
automóvil trae un trastorno en el tráfico automotor, y eso genera un daño ambiental. Fíjense
que hasta ese punto han estudiado los europeos para entrar a resolver el problema de las
grandes superficies comerciales.
En el proyecto que se presentó por CAME, se contempla claramente que no hay
aplicación retroactiva, se preservan los derechos adquiridos y nosotros entendemos que la
limitación es razonable de acuerdo al principio del artículo 28 de la Constitución Nacional,
que es la proporción del fin al medio. Es perfectamente razonable con el fin que se quiere
perseguir y lo que estamos buscando es un fin que lo marca la Constitución. Es un fin del cual
nosotros podemos tener orgullosos una Constitución que nos dice “Preservemos el empleo”, y
esto es lo que queremos hacer.
Nada más. (Aplausos.)
Sr. Presidente. — A continuación, le damos la palabra a Alberto Beltrán, representante de la
Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios.
Sr. Beltrán. — Buenos tardes.
Mi nombre es Alberto Beltrán. Soy el presidente de FASA, Federación Argentina de
Supermercados y Autoservicios.
En primer término, quiero agradecer a los señores senadores, al señor presidente y a
las comisiones que nos han permitido poder estar aquí para que en unos minutos podamos
expresar lo que en realidad creemos que sería justo y que necesitamos para el
desenvolvimiento de nuestros negocios.
Yo provengo de la provincia de Santa Fe, donde tenemos una ley, la 12069, que ya
lleva más de diez años de aplicación y que nos ha dado y nos va dando buenos resultados, que
en principio no fueron tantos porque no se aplicaba en profundidad, quizás un poco por
desconocimiento, pero hoy ya podríamos decir que está funcionando a pleno en el ámbito de
la provincia.
Este proyecto de ley que se ha redactado en la CAME, con la presencia de todas las
cámaras y federaciones y el asesoramiento de los señores profesionales, ha llegado al fin.
Como bien decía el señor senador Basualdo, estas multinacionales nos ocasionan muchos
inconvenientes. Habría que enumerar un largo rato, pero él nombraba algo muy importante:
crean desocupación. Todo lo contrario de lo que de nuestra Federación, de nuestros
supermercados Pymes argentinos. Nosotros creamos mano de obra; ellos crean desocupación.
Pero dentro de todos los inconvenientes que nosotros calculamos y pensamos que nos
crean, hay uno que es de singular importancia y me gustaría hacérselos presente, que es que
van cambiando nuestras costumbres. Me podrán preguntar qué costumbres. Nosotros, cuando
éramos niños —al menos en el caso mío—, el día domingo disfrutábamos de los tallarines de
la abuela, del asado con la familia o del picadito de fútbol. Hoy, como estamos al frente de
nuestros negocios, porque no somos los terratenientes del supermercadismo, nosotros y la
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familia supermercadista, es decir nuestros empleados, tenemos que trabajar forzosamente los
domingos. Por eso han cambiado nuestras costumbres. Y cuando un pueblo se ve obligado,
por necesidad, a tener que cambiar su costumbre… consideramos que eso es muy grave.
Esperemos que con nuestras explicaciones podamos ir enriqueciendo a estas
comisiones y las que vienen, para que en un tiempo prudencial este proyecto de ley se
convierta en ley y pueda estar vigente en todo el país. Porque, sinceramente, así lo pensamos
y así lo necesitamos. (Aplausos).
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor Miguel Lopresto, por la Federación Económica
de la provincia de Buenos Aires.
— No se hace presente.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor Ricardo Zorzón, que representa a la Federación
Argentina de Supermercados y Autoservicios.
Sr. Zorzón. — Buenas tardes y muchas gracias a los señores senadores y también a la gente
que está acá por escucharnos.
Represento a la Federación y también a la Cámara Argentina de Supermercados,
porque no está aquí su presidente y me pidió que lo represente.
Esto que traigo y que les voy a dejar a ustedes es algo histórico. Solamente son cuatro
minutos y 20 segundos de filmación histórica.
— El señor Zorzón hace entrega de un DVD al señor
presidente.
Sr. Zorzón. — Me quiero referir a hechos que ya sucedieron en el mundo y que también
sucedieron acá, en la Argentina.
El primer caso sucedió en Estados Unidos, en los años ’70 —filmaciones de época—,
cuando el señor Sam Walton creó la empresa Walmart. Ellos comenzaron en un pueblo muy
chiquito, Arkansas, de 4.000 habitantes. Ahí están las filmaciones de época, por ejemplo, de
comercios que habían sido fundidos, concretamente uno que estaba con los pájaros que
volaban por arriba de los techos y abandonados; también la filmación de todo el pueblo. Ese
comercio se había iniciado en el año 1870; pasó la crisis del ’30, pasaron las dos guerras y
cayó en los años ’70, con la instalación de esta cadena.
Ahí se muestra de qué manera estratégica lo hacen. Ellos hacen dumping: realizan un
estudio de mercado y estiman en qué tiempo les interesa hacer desaparecer a la competencia.
Después se quedan solos, obviamente.
Dado que venden desde una flor hasta un tractor, o sea, están en todos los sectores, en
la filmación se muestra cómo van cayendo cada uno de esos comercios: el que vendía
bicicletas, el que vendía las flores, el que vendía comestibles, el que vendía ferretería, el
bazar, la tienda, etcétera. A ellos esto les sirve, por más que sea un pueblo de 4.000
habitantes. ¿Cómo no les va a servir un mercado de 40 millones de habitantes, como es
nuestro país?
Lo que pasa a lo último es que terminan cayendo los valores inmobiliarios. O sea, se
cae todo en cadena. Y si bien la gente termina migrando, siempre hay una administración
pública, hay un hospital. Ustedes se preguntarán de qué viven. Siempre, por más que el
pueblo sea de los más chicos, hay un presupuesto en comisaría, en hospital y en toda la
infraestructura. Y a ellos les sirve.
Entonces, es un tema muy delicado. Nosotros lo vimos en una filmación que pasaron
en una jornada de supermercados en el Hotel Mayorazgo, en la ciudad de Paraná, en el año
1996. Yo me fui corriendo despavorido. Se lo conté a nuestra gente, a los colegas y a las
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cámaras. Yo vivo en la ciudad de Resistencia, pero también tengo colegas en la provincia de
Corrientes, en la ciudad de enfrente, que son dos ciudades de 400.000 habitantes.
Nosotros nos alertamos e hicimos una ordenanza. Hicimos una ley provincial, que de
algo sirvió. Pero es muy importante una ley nacional, porque hay garantías constitucionales y
no se puede ir más allá de ellas. Eso es lo que el doctor Cullen estuvo explicando. Creo que se
le encontró la vuelta como para obtener las garantías de que podamos funcionar con nuestros
comercios.
Nosotros hicimos un seguimiento. Durante alrededor de 10 años, paramos la
instalación de un Carrefour que ya se instalaba en el centro de la ciudad de Resistencia, con
sus banderas y con todo —fueron nueve años, para ser más exactos—. Después perdimos tres
juicios, que llegaron a la Corte Suprema, y se instaló el Carrefour.
Pero en ese ínterin, en esos nueve años, en la capital de Corrientes nadie hizo nada.
Había dos cadenas: una pionera, que se inició en ese momento hacía 35 años, que tenía once
bocas; y otra, una cadena más chica, que en ese momento tenía siete bocas. El Carrefour que
se instaló lo hizo prácticamente frente a la nave insignia, a la boquita más importante de la
empresa que tenía siete bocas. Esta última, en seis meses, convocó, y directamente
desapareció. La otra empresa, la que tenía once bocas, que era la pionera, llevaba 35 años en
el mercado, con mucha cintura, con mucho respaldo, porque era gente muy solvente. Les
dieron créditos y aguantaron un par de años más, pero también tuvieron que convocar.
Ésa es la experiencia que nosotros conocemos en la zona. Me estoy refiriendo a las
consecuencias de las instalaciones, las consecuencias verdaderas, que se pueden comprobar.
Sr. Presidente. — Una pregunta: usted me está hablando de las consecuencias respecto de
dos grandes supermercados que tenían once bocas de distribución.
Sr. Zorzón. — Uno tenía once; el otro, siete.
Sr. Presidente. — El efecto por los supermercados, digamos.
Sr. Zorzón. — Exactamente. Yo hablo de los supermercados porque es el rubro en el que yo
estoy. Pero, por ejemplo, si usted mira el comercio correntino y el comercio chaqueño, que
durante esos nueve años pudieron funcionar… Yo me refiero a los supermercados porque
conozco el número y el funcionamiento de éstos. Pero ellos atacan todo el comercio:
electrodomésticos, ropa, ferretería, etcétera.
Otra de las experiencias que me consta tiene que ver con una publicación que salió en
El Mundo. La doctora María Teresa Orduña, en España, es una doctora en economía. Después
de once años de la instalación irrestricta, los españoles perdieron el 25 por ciento del
comercio minorista. Ellos fueron los primeros sorprendidos, porque no se lo esperaban.
Me quiero remitir puntualmente a las situaciones que yo conozco, que pasaron por mis
ojos, que yo leí o que vi.
Otra de las cuestiones sucedió hace muy poquito: hace menos de dos meses. Nosotros
conseguimos que no se instale una boca en el centro de la ciudad de Resistencia, porque
tenían que vulnerar esa ordenanza que —como les dije— armamos entre todos los
comerciantes hace 12 años. Ellos estaban por hacer una excepción a esa norma para instalarse
dentro del radio de las ciudades. Tengamos en cuenta que es mucho más dañino que estén
dentro del radio de las ciudades a que estén unos kilómetros afuera, porque de esa manera el
chiquito puede más o menos subsistir funcionando como mercado de proximidad. Entonces,
se consiguió que se lo instale afuera, frente al aeropuerto de Resistencia, a unos 5 kilómetros
de lo que sería la plaza central. Eso es un poco menos dañino.
En ese momento, un día viernes, sale una foto en los diarios locales, en la primera
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página, donde el intendente, que es de un signo político, y el gobernador, que es de otro,
recibían a la gente de Walmart. Entonces, el lunes, Mempo Giardinelli —un escritor muy
prestigioso a nivel local y también a nivel nacional— hace una presentación y ofrece una
comida. En esa comida estaban el presidente de la Federación Económica, que es conocido de
todos ustedes, y el ministro de Economía. El presidente de la Federación Económica le dice al
ministro: “qué bárbaro, es muy malo que ustedes, las máximas autoridades, tanto el
intendente como el gobernador, salgan a recibir a esta gente, que solamente nos viene a traer
miseria”. Ahí fue que Mempo Giardinelli, sin que los otros sepan qué estaba por decir, dijo:
“quiero hacer un comentario sobre ese tema. Yo soy profesor titular en la Universidad de
Massachussets, en Estados Unidos, y tuve alumno que era una fiera”. Él dijo tres veces que
esa persona era una fiera, que era un hombre con mucha decisión, un hombre joven; era el
tercero en la decisión en la empresa Walmart, el tercero en línea de sucesión. Y dijo
textualmente así: “nosotros, en Walmart, estamos preparados para destruir pueblos y
ciudades, y lo hacemos”.
Ésas son las experiencias que quería contarles. (Aplausos).
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor Omar Emir, en representación de la Federación
Argentina de Supermercados y Autoservicios.
Sr. Emir. — Agradezco a los señores senadores y a las comisiones que hoy nos permitan
expresar nuestra preocupación sobre la necesidad de regular un poco el mercado. El
agradecimiento es también para CAME, puntualmente, que es la entidad que realmente
respaldó desde el inicio nuestra preocupación.
Yo pertenezco a la Cámara de Supermercados de Rosario y soy el secretario de la
Federación Argentina de Supermercados.
Lógicamente, aquí estamos con otras federaciones y otras cámaras, todos con el
mismo problema: la necesidad de buscar una regulación, un ordenamiento a esta situación,
que se viene agravando año a año, que es la proliferación —no sé si la palabra es
desmedida— de las grandes inversiones que tienen hoy los grandes grupos empresariales,
algunos nacionales y la mayoría internacionales, que está destruyendo el mercado de
comercio de las PyME, de los comercios de cercanía y de todos los rubros. Porque, como
decía el señor Zorzón, hoy por hoy no solamente el rubro de la alimentación —al que yo
pertenezco— está siendo afectado, sino que son muchos: los ferreteros, los jugueteros, los de
electrodomésticos, los de ropa. Porque estas grandes agrupaciones van por todo. Aquí cerca
podemos ver una inversión importante —creo que en Tortuguitas— de una cadena de
supermercados, donde tienen nada más y nada menos que 20.000 metros cuadrados. Creo que
debe ser una de las bocas más importantes que hay a nivel país.
Estoy de acuerdo en que la gente tenga la posibilidad de comprar las alternativas. Pero
yo creo que es una situación que hay que analizar, porque vamos por mal camino. Creo que
vamos hacia la destrucción del comercio PyME, de las pequeñas empresas regionales, de las
empresas familiares y de las fuentes de trabajo, que es lo más delicado de todo esto.
¿Qué va a pasar después de todo esto, cuando se queden solos? Creo que el doctor
Cullen en algún momento lo dijo. ¿Quién va a poner los precios? Creo que es para analizarlo
profundamente y ver qué alternativas podemos trabajar para llevar adelante una ley nacional,
que hace rato venimos batallando y tratando de lograr que nos escuchen, y poder llevar
adelante una norma regulatoria que permita que todos podamos tener las alternativas de poder
trabajar.
Hay empresas de generaciones que vienen con un gran esfuerzo y que cada día se les
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hace más difícil de llevar adelante. Primero, por el periodo económico, el cual
indudablemente hace que las empresas tengan muchas ventajas. Ustedes lo podrán ver hoy:
las grandes corporaciones, los grandes supermercados —hablando específicamente—, los
medios gráficos. Ya no alcanza con el 10 por ciento de descuento con las tarjetas: hoy tienen
el 20 por ciento, el 30 por ciento; llevan tres y le regalan uno… un montón de propuestas que
para las pequeñas empresas son imposibles de llevar adelante. ¿Por qué? Porque hay acuerdos
con los bancos, o con las tarjetas de crédito directamente —a veces ni siquiera con los
bancos—. Y hoy por hoy, el plástico vale más que el dinero. Hemos llegado a una situación
realmente extrema. La gente común no tiene una tarjeta de crédito; tiene cuatro o cinco, y está
tratando de defender su dinero de la mejor manera posible. ¿Cómo? Comprando en el día y en
el lugar que corresponda, al mejor precio posible.
Quiero ser breve, porque quizás hay muchos que van a querer hablar. Pero quería
ratificar lo del senador Basualdo, y agradecerle, puntualmente, por llevar adelante nuestro
proyecto. Porque realmente estamos necesitando ordenar el crecimiento de estas grandes
agrupaciones y no permitir que se queden con todo.
Si hablamos, por ejemplo, de alguna inversión, Carrefour —voy a dar nombres— este
año tiene previsto alrededor de cien millones de pesos de inversión. Estoy de acuerdo en que
inviertan. Aparece en el mercado otra cadena mayorista-minorista que se llama Atacadao, que
es una empresa brasilera que acaba de comprar Carrefour para competir con Easy y con
Sodimac. ¿Qué va a pasar con los ferreteros? ¿Qué va a pasar con los electricistas? ¿Qué va a
pasar con los muebleros? ¿Qué va a pasar con las pequeñas empresas que venden materiales
de construcción? Creo que es para analizarlo.
Paralelamente, hoy por hoy, Carrefour tiene 37 bocas de Carrefour Express. Este año,
tiene previstas 40 aperturas; 32 millones de pesos de inversión; 50 millones de dólares de
inversión en Atacadao —el primero, y ya están pensando en el segundo—. ¿Por qué en tan
poco tiempo? ¿Porque están pensando que la ley nacional se viene? Quizá sea eso.
Por eso, les pedimos a los senadores y a toda la Comisión que realmente nos apoyen
con esta iniciativa, que nos ha llevado años y esfuerzo, para tratar de que todos podamos
seguir subsistiendo en este mercado y en esta Argentina que todos queremos. (Aplausos).
Sr. Presidente. –– Tiene la palabra el señor Pedro Oroz.
Sr. Oroz. –– Si me permite, señor presidente, voy a ceder la palabra al señor Alberto
Escribano, ya que queremos manifestar nuestra presencia institucional en todo el país. Están
presentes los senadores Basualdo, de San Juan; Petcoff Naidenoff, de Formosa; Rodríguez
Saá, de San Luis; Vera, de Entre Ríos; la senadora Corradi de Beltrán, de Santiago del
Estero…
Sr. Presidente. –– Están presentes también los senadores Cabanchik, por la ciudad de
Buenos Aires; y Artaza, por la provincia de Corrientes.
Sr. Oroz. ––Así es. No sé si habrá otro senador.
Entonces, voy a ceder la palabra al señor Alberto Escribano, que es de Comodoro
Rivadavia, Chubut.
Sr. Escribano. –– En primer lugar, agradezco al señor Oroz por haberme cedido el uso de la
palabra; realmente me sorprendió que lo haya hecho, sobre todo, ante una concurrencia tan
calificada de senadores, colegas y profesionales. Estoy algo inhibido, pero trataré de decir mi
verdad, mi verdad sureña.
Se mencionó el ejemplo de Walmart y de Carrefour y de cómo van ocupando lugares.
El ejemplo en mi ciudad es absolutamente claro, ya que fuerza que debemos tener para luchar
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contra esto está siendo utilizada exactamente a la inversa. Teóricamente, se evita la
concentración de la riqueza y del poder, pero, ¡oh sorpresa!, firmas como Walmart o
Carrefour en las ciudades del sur ––ciudades de 200.000 habitantes nada más con muy buen
poder adquisitivo por el bendito oro negro–– se han permitido la posibilidad de ocupar, con
autorizaciones municipales ––por simpatía o por conveniencia o porque no sé qué cosa––,
terrenos de clubes deportivos.
Pero ¿cómo es esto? Si es un club deportivo municipal para la ejercitación del
deporte, que no cobra y que se lo exime de impuestos, difícilmente podría ser utilizado para
un emprendimiento comercial que va a competir contra el comercio histórico, regional, como
el almacencito de barrio que empezó mi abuelo y que, poniéndole el lomo y trabajando todos
los días, fuimos haciendo crecer. “No, lo que pasa es que son superestructuras que generan
muchos puestos de trabajo y hacen una inversión importante”. “Ah, ¿si?”. “¿Qué inversión
importante hace?”. “La inversión inicial, la de la construcción” “Pero ¿qué otra inversión
hacen en el pueblo o en el lugar?”. Ninguna más.
Mi comercio, mi gente regional ––tenemos 360 personas–– compramos, gastamos y
seguimos invirtiendo. Es más, hasta nuestro cementerio ocupamos, pero estas grandes firmas
no lo hacen. Las grandes firmas son aspiradoras de riqueza permanente de lo que es la riqueza
de una ciudad. Recién escuchaba al doctor Cullen, y es cierto, la libertad de comercio o la
libertad si no está reglamentada, no es libertad, es libertinaje o es todo lo contrario.
Supongamos que en una calle de una ciudad que está preparada para que transiten autos, de
golpe aparecen camiones gigantescos. La libertad sería que todos transiten, lógico, pero sería
imposible. No podrían seguir conviviendo las unidades menores con los vehículos mayores,
puesto que estos tienen más fuerza, más empuje, pueden producir daños mayores y
desarrollan velocidades diferentes.
Entonces, ya que me ha tocado la posibilidad de expresarme ante los señores
senadores y ante esta Comisión, me parece que este es un acto de extrema justicia, más allá de
nuestros intereses de bolsillo. Muchos podrán decir que estamos preocupados por nuestro
bolsillito, por nuestro dinero. Todos nos preocupamos por nuestro dinero, pero aquí hay un
acto de justicia, de justicia elemental, de justicia básica. En este caso, creo que está muy claro
que los nacionales, los locales, podemos seguir peleándola. Porque no nos es fácil, porque
todos los días que nos levantamos y abrimos las persianas del comercio, tenemos una
cantidad de costos fijos irreversibles, vendamos o no, cuando otras empresas transnacionales
hacen dumping, traen ofertas especiales o cosas que desconocemos de otros países.
Como se dijo muy bien aquí, antes se respetaban los domingos, el Jueves Santo, el
Viernes Santo; es decir, se respetaban un montón de fiestas que eran tradicionales. ¿Y quiénes
las rompieron? ¿Las rompió el comercio local, el comercio tradicional, el comercio histórico?
No, las rompieron las grandes cadenas que tienen como único objetivo el beneficio
económico y no la tradición de un pueblo.
Eso es lo que tenía para decirles en este desordenado comentario que hice. Les
agradezco infinitamente por haberme dejado hablar frente a ustedes y por haberme escuchado.
(Aplausos).
Sr. Presidente. –– Tiene la palabra el señor Gustavo Oteo, en representación de la Federación
de Almaceneros de Buenos Aires.
Sr. Oteo. –– En primer lugar, quiero ampliar la representación porque también representamos
a otros servicios, que, en realidad, son en su mayoría almacenes que se van convirtiendo en
esta modalidad de venta. Tenemos supermercados y otra nueva modalidad que se denomina
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polirrubro, pero todos están bajo la característica de ser comercio minorista de proximidad.
En el aspecto grande de la explicación fue muy claro el doctor Lamacchia y,
realmente, fue una clase magistral la exposición del doctor Cullen respecto de las cuestiones
jurídicas de fondo o de los aspectos constitucionales. Sin embargo, hay algo que quisiera
ampliar sobre esto último, que tiene que ver con las nuevas incorporaciones que se han
introducido en la Constitución Nacional, en el párrafo segundo del artículo 42, cuando habla
claramente del equilibrio de los mercados y de procurar evitar que se constituyan tendencias
oligopólicas y oligopsónicas. Esto tiene que ver con las advertencias que se formularon
respecto de que si prospera la concentración, si se consolida definitivamente la concentración,
esas grandes estructuras terminan siendo las formadoras de precio, condicionando a los
consumidores y a las industrias proveedoras, sean PyMEs o grandes empresas.
Aquí se ha señalado el caso de Molinos Río de la Plata, pero podemos agregar el de la
empresa Mellino, de Mar del Plata, que tuvo que llegar a una instancia judicial extrema por
las graves condiciones que le impuso este conglomerado de grandes superficies comerciales.
Es importante que tengamos en cuenta algo. Hoy nuestro país está ––esto es vox
populi–– requerido de grandes inversiones; invertir en el concepto clásico de la Economía,
apuntando a la creación de auténtico valor agregado, como hacer una fábrica, constituir
complejos industriales, invertir en el avance tecnológico en sus diversas formas. Invertir no es
agregar nuevos mostradores o nuevas instalaciones, que, en realidad, ya no crean condiciones
de competencia. Por el contrario, las grandes superficies comerciales destruyen la
competencia, aniquilan a la competencia, perfeccionan los oligopolios y perfeccionan las
estructuras oligopsónicas. De esta manera, el país queda atrapado.
Señores senadores, no es solamente el daño particular que puede recibir un
comerciante o un sector determinado, es el daño tremendo que se le hace a la Nación, porque
es una manera de hacerse dineros de la forma más sencilla; es decir, invirtiendo en un galpón
que es transformado en una macroestructura, en la cual ––eso usted bien lo sabe–– todo le es
servido, desde la estantería hasta el aprovisionamiento de las mercaderías en su conjunto a
pagar. O sea que no invierten nada. No es una inversión, no tiene identidad económica la
presencia de las grandes superficies comerciales. Eso lo tenemos que tener bien en claro.
Hay leyes provinciales, es cierto, pero la experiencia nos va demostrando que ya son
insuficientes. En la provincia de Buenos Aires, en el transcurso de tres meses, se ha dado
curso favorable a la habilitación de ocho hipermercados de la firma Walmart, dos en el
partido de Hurlingham.
Amigos, debemos ser concientes ––se lo pido dentro de la mesura que corresponde––
de que necesitamos una cierta cuota de apresuramiento en esta reunión. Para mí, esto debe ser
parte de una ley de emergencia. Estamos no convencidos racionalmente, estamos convencidos
por la naturaleza de los hechos, y si seguimos permitiendo este estado de situación, será
gravísimo.
Cuando nacieron, a principios de los ochenta, en un congreso que se realizó en el
Centro Cultural General San Martín, vinieron cuatro grandes representantes. Les pongo
nombre, vinieron las firmas Jumbo, Macro, la cadena Spark, que luego fracasó, y Carrefour.
Obviamente, vinieron a mostrar las bondades. Primero, no había nada, después, vino el
emprendimiento de Quilmes y finalmente le siguió el de Bancalari. Ahora, miren adónde las
cosas han llegado en tan poco tiempo.
Les advierto que son grupos financieros que hacen negocios fáciles. No es una
competencia entre iguales, entre comerciantes versus comerciantes. Es, en realidad, una
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competencia entre grupos financieros y verdaderos comerciantes. Por lo tanto, está rota de por
sí la relación del mercado, la relación de la competencia entre pares. Hay competencia cuando
ésta se da entre actores similares. Por ejemplo, hoy Carrefour no es más Carrefour como
dueño, es la firma Ink, que es un consorcio financiero. Hoy Carrefour es un nombre de
fantasía apenas, que engloba todo lo que aquí se dijo.
Mis expresiones quisieron apuntalar eso que muy bien mencionaron los doctores
Lamacchia y Cullen. Ellos, en sus palabras, señores legisladores, reflejan dramas, reflejan
criterios de defensa de sus estilos de vida, no sólo de las posibilidades que les brinda el
aprovechamiento de sus actividades comerciales. Piensan en su tierra, en su estilo de vida y
desde nuestra federación, hago lo mismo diciendo que pensamos en nuestra querida patria,
que es la más afectada en todo esto. Muchas gracias. (Aplausos).
Sr. Presidente. –– Tiene la palabra José Fernández Escudero.
Sr. Fernández Escudero. –– Buenas tardes, yo concurro en representación de la Asociación
de Supermercados Unidos. Agradezco muchísimo a los señores senadores por la invitación y
a las comisiones que ellos representan también.
En primer lugar, quiero señalar que mi representada es una entidad que tiene como
objetivo y que tiene como fundamento y pretensión a su vez la representación de todo el
comercio minorista de consumo masivo, sin importar el tamaño ni el formato. Esto con todo
respeto por las otras entidades que cumplen idénticos o parecidos propósitos. Esta salvedad la
hago porque me parece esencial a los efectos de que se entienda que la visión que voy a traer
acá apunta a una postura que no es defensista de un gran sector, sobre todo, el que ha sido
más atacado en esta reunión. Digo atacado con legítimo interés, con legítimo y sano
propósito, pero con conceptos que a mi ver, en esencia, encierran algunas equivocaciones
fuertes. Estas equivocaciones son diferencias de apreciación con las que nuestra asociación
trae.
En primer lugar, señalo que parece que nos hemos olvidado, o por lo menos no tenido
muy presente, el contenido del proyecto que estamos analizando y se han esbozado grandes
lineamientos que, a veces, escapan absolutamente a la dinámica y al efecto de este proyecto.
Este es un proyecto que tiene como propósito estatuir facultades de policía, de comercio,
desde la Nación. Sin perjuicio de la brillante exposición del doctor Cullen, señalo que hay
facultades que, como todos sabemos, están reservadas a las provincias cuando no a los
municipios y esas facultades no están delegadas y no pueden ser dirigidas desde el ámbito
nacional.
Por lo tanto, por el juego armónico del artículo 121 con el artículo 75 de la
Constitución Nacional, y aun algunos otros que refieren a la causa de prosperidad ––dicho
esto en sentido genérico––, da la sensación de que el proyecto en análisis está adoleciendo de
una eventual ilicitud constitucional. Hay precedentes respecto de lo que son las facultades de
policía no delegadas, de policía en el ámbito mercantil, en el ámbito ambiental y demás,
dictado por nuestro tribunal supremo, también en estos últimos años. No voy a aburrir a los
concurrentes con estas citas, pero en tanto que sean requeridas, con mucho gusto las
suministraremos. Supongo que el doctor Cullen no las necesita.
De todas formas, con respecto a esa eventual ilicitud constitucional, quiero señalar
que entendemos que, por principio, comienza a viciar la posibilidad de tratamiento de este
proyecto por el Congreso Nacional. Pero, independientemente de ello, para no quedarnos en
el puro formalismo, nos interesa advertir el trasfondo que tiene los objetivos del proyecto,
trasfondo absolutamente declarado en los fundamentos que el proyecto trae consigo.
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Ese trasfondo apunta a aspectos como la libre competencia, que aquí ha sido muy
mencionado, pues está demás decir que ha sido señalado, que hay normativas nacionales que
contemplan claramente la defensa de la libre concurrencia en el mercado y que si alguien
abusara de posición dominante o pretendiera incidir en el mercado negativamente para
destruir una competencia de menor cuantía, tiene allí un instrumento, que no tiene por qué
verse modificado por aspectos vinculados con la facultad de policía atinente a las provincias,
relativa a lo que es la instalación y funcionamiento de establecimientos mercantiles.
Quiero señalar también que independientemente de esto, podemos contemplar una
realidad del mercado. No es cierto, señores, que el pequeño comercio ni el comercio de
proximidad se haya visto absolutamente desplazado o desplazado en una medida trascendente
por los autoservicios o las grandes superficies constitutivas de supermercados o
hipermercados.
Y no es cierto porque con solo advertir cómo está dividido el mercado, podemos
verificar que entre los autoservicios y el comercio tradicional, hoy tienen el 60 por ciento del
mercado y el 40 restante está reservado para el súper e hipermercadismo, mirando este
concepto con criterio de dimensiones y de forma de comercialización. Independientemente de
ello, observemos otro aspecto que también se menciona en el fundamento que trae el
proyecto, que es el relativo a la preservación de los puestos de trabajo.
Las medianas y las grandes superficies son generadoras de empleos en gran magnitud.
No es cuestión de empezar acá a abarajar cifras, porque algunos tendremos unas y otros
tendrán otras; es un país muy afecto a la variabilidad estadística. Pero podemos mostrar, en
cuanto nos sea requerido como asociación, para ver dónde está la verdad del panorama que
estamos analizando. Podemos exteriorizar que las medianas y las grandes superficies han
generado decenas de miles de empleos directos y, por lo tanto, tantos empleos indirectos
como empleos directos. Y esto nos hace pensar si realmente estamos frente a una expulsión o
una eliminación de puestos de trabajo de las magnitudes teóricas que se han venido señalando
aquí. Con todo respeto lo digo por quienes han hecho estas afirmamos.
Fuera de este aspecto, importa también verificar las cuestiones relativas a los impactos
ambientales. Los impactos ambientales tienen y deben tener su protección en las
jurisdicciones provinciales y municipales, porque son ellas las que conocen cuáles son las
necesidades propias de cada uno de los distritos municipales comprendidos dentro de los
destritos federales. Me parece que la Nación no puede arrogarse una predeterminación de
estas circunstancias. Sin perjuicio de ello, y este es un aspecto importante, el propio proyecto
trae una prohibición de instalación de las calificadas grandes superficies o cadenas, de
acuerdo a coeficientes poblacionales. Señores: ¿por qué no consultamos con cada una de las
provincias, cada uno de los municipios, sobre cuáles son sus necesidades? A ver si realmente
la instalación de medianas o de grandes superficies está afectando o provocando una dosis de
mayor progreso y de mayor avance, de mayor ocupación y de en definitiva prosperidad, que
es lo que apunta a proteger el proyecto bajo examen.
Entonces, pido a los legisladores aquí presentes y a todos los concurrentes que
ponderemos estas cuestiones, no partiendo de verdades dogmáticas, sino de comprobaciones
de la realidad. Pero comprobaciones que estén debidamente sustentadas. Lo digo también en
orden a mirar que el verdadero progreso no viene solamente de la defensa de lo instalado,
viene también de mano de la modernidad, de la modernidad que conlleva inversiones.
Mi querido amigo Teo ha señalado la instalación de grandes superficies o de cadenas
provoca una inversión inicial, pero nada más. Bueno, es cuestión de acercarse y mirar la
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inversión, la dinámica, la proyección y la planificación que se da en la logística diaria de las
medianas y grandes superficies. Pero independientemente de esto, solicito, y estoy seguro que
así va a hacer en los legisladores, ponderación con equilibrio. Y la ponderación con equilibrio
implica comprobación y verificación de la realidad —soy un poco reiterativo en esto—,
además de los aspectos formales que hemos señalado sobre la constitucionalidad o no por el
tratamiento del Honorable Congreso de la Nación de una norma con este contenido de, creo
yo, invasión a las facultades que están reservadas a las provincias y a las municipalidades.
Sin lugar a dudas, es importante la opinión del Senado, y mucho más la sanción final.
Y puesto que los senadores representan a cada una de las jurisdicciones provinciales, tienen
que tener en cuenta cuál es el objetivo que puede tener una sanción legislativa de esta
naturaleza, en tanto se trate de contemplar los intereses de cada una de las provincias que
representan. Aquellas provincias que consideren que deben sancionar un dispositivo de este
orden, podrán hacerlo; otras ya lo tienen sancionado. Tendrán una puja posiblemente con las
facultades municipales; son pujas que se vienen resolviendo de cualquier manera. De
cualquier manera no quiere decir de cualquier modo, quiere decir permanentemente. Pero
independientemente de eso, señalo que no se vaya a generar desde el Congreso de la Nación
una norma que, más allá de la discusión jurídica sobre su constitucionalidad o no, lleve a
frenar la verdadera prosperidad, lleve aún más con una medida de esta naturaleza a desistir a
aquellos que tienen intenciones verdaderas de invertir.
Por otra parte, creo —y con esto cierro— que se tiene que tener en cuenta, más allá de
las facultades representativas que tienen nuestros legisladores, la verdadera voluntad de la
gente. Es bueno consultar a la gente no solamente a través del voto, sino también de
indagaciones que se puedan hacer al respecto: ¿qué opinión tienen sobre estos sistemas de
comercialización? Para que se vea dónde está la verdadera protección del usuario o del
consumidor, y no se quede esto meramente en una puja dogmática entre intereses
comerciales.
Muchas gracias. (Aplausos.)
Sr. Presidente. — Yo les agradezco la presencia de todos ustedes. Y quiero volver a aclarar
la metodología de trabajo de las comisiones de Derechos y Garantías y de Industria y
Comercio. En primer lugar, le vamos a agradecer si nos pueden acercar toda la información
respecto de la realidad geográfica de cada contexto provincial del país, independientemente
de que las estadísticas van y vienen, y depende de quién medianamente las pueda armar, yo sé
que hay informes concretos. Sé que algunos cuentan con informes en cuanto a los efectos
sociales para las pequeñas y medianas empresas y la pérdida de trabajo.
También quiero aclarar que este es un tema que no es de los expedientes que así como
ingresan pueden salir, porque hay cuestiones —repito— de derecho y aspectos
constitucionales que lógicamente serán discutidas. Pero independientemente de las posiciones
que se pueden tener, celebro que estemos discutiendo estas cosas. Si la jurisdicción nacional
invade competencias provinciales o municipales, las discutiremos en la propia Comisión.
Me parece que cuando hablamos de presupuestos mínimos en el orden nacional con un
mecanismo de competitividad de las propias provincias, no solamente lo podemos limitar al
artículo 41 de la Constitución Nacional. Es discutible. Yo quiero dar un ejemplo, nada más.
Nosotros también hemos trabajado y bregado por una reforma política integral. Una de
las grandes barreras que se impone el Congreso para discutir reformas políticas integrales es
que las propias provincias se reservan para sí poderes no delegados a la Nación, en cuya línea
también está el de fijar el sistema electoral. Y la Constitución Nacional nos habla de la
11/05/2011
Reunión plenaria de comisiones
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periodicidad y de las cláusulas republicanas en los artículos 4º y 5º. Entonces, ahí tenemos
cuál es el orden que debemos seguir. Si tenemos cláusulas que establecen la periodicidad, por
dar un ejemplo, y cláusulas republicanas que deben ser receptadas con el artículo 4º y 5º, ¿qué
pasa cuando estas cláusulas no son receptadas o no acatadas en el marco de la autonomía?
Por eso digo que el debate es muy rico. Por eso digo que lo vamos a discutir. Así
como escuchamos al sector de supermercadistas y almaceneros, también escucharemos a
otros sectores vinculados con estos grupos económicos, que algunos dicen que son
formadores de precios y que generan estos efectos devastadores, como así también a los
constitucionalistas. Es decir, éste es el puntapié inicial.
Éste es el criterio. Lo que sí, nosotros tenemos el compromiso de abordar el tema, de
trabajarlo y estudiarlo en serio, y creo yo de contar con alguna herramienta que pueda
significar algún mecanismo de claridad de cara al futuro.
Esta información, que también es muy valiosa, la vamos a distribuir a cada uno de los
señores senadores, con las respectivas copias. Así que estaremos a la espera de lo que puedan
acercar ambas comisiones.
Les agradecemos. Seguramente, para las futuras disertaciones también les vamos a
cruzar nota para los que quieran participar. (Aplausos).
— Son las 17 y 22.
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