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Gino Germani. Etapas de la Modernización en Latinoamérica.
Desarrollo Económico. Vol 9 N°33. 1969.
ETAPAS DE LA MODERNIZACIÓN EN
LATINOAMÉRICA
GINO GERMANI
*
1. LA TRANSICIÓN TOTAL Y LOS PROCESOS QUE LA COMPONEN
La sociedad "industrial-moderna" se define aquí, como categoría
genérica, en términos de "secularización", es decir: 1) modificación
en la estructura normativa predominante que regula la actividad
social y en las actitudes a inclinaciones internalizadas conexas (un
aumento de la "acción por elección" sobre la "acción por
prescripción"); 2) creciente especialización de las instituciones y
surgimiento de sistemas de valor autónomos y específicos vinculados
a cada esfera institucional y 3) creciente institucionalización del
cambio sobre la institucionalización de la tradición). La exigencia
mínima universal requerida para que exista cualquier sociedad
"industrial-moderna" consiste en la "secularización" del conocimiento
científico, de la tecnología y de la economía, en forma tal que
conduzca al empleo siempre creciente de "alta energía" y lleve al
máximo la eficiencia en la producción de bienes y servicios.1
Tales características pueden ser vistas como un núcleo básico (si
bien genérico) de cualquier sociedad industrial, y asimismo como
exigencia universal para que ésta exista y se mantenga. Sin
embargo, aparte del marco institucional que se requiere para lograr
un empleo creciente de alta energía y una eficiencia cada vez mayor
en el ámbito de la tecnología productiva, debe tenerse en cuenta una
amplia serie de variaciones estructurales y culturales, es decir, de
muchos tipos divergentes de sociedades industriales. Queda aún por
*
Departamento de Relaciones Sociales de la Universidad de Harvard.
Esta definición de modernización ha sido extraída del trabajo de G. GERMANI,
"Secularización y desarrollo económico", aparecido en Resistencia a Mudança
(Centro de Pesquizas Em Cienciais Sociais, Río de Janeiro, 1960). Una versión
Corregida fue editada por S. N. Eisenstadt, bajo el título The Protestant Ethic and
Modernization: A corraparative View, Basie Books Inc., Nueva York, 1968.
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analizar si la evolución futura provocará una homogeneidad en
aumento o, por el contrario, un incremento de la diversidad .2
Si bien constituye condición necesaria para el empleo de "alta
energía" y elevada eficiencia en la producción de bienes y servicios un
cierto grado de secularización (que puede asimismo variar bajo
diferentes condiciones históricas y socioculturales), éste no basta
para determinarlos. De hecho existen varios casos en que la
secularización no se halla seguida o acompañada por el uso de la alta
energía o por un incremento de la eficiencia en el plano tecnológico.
En estos casos, fue en realidad un hecho histórico el que asoció tales
aspectos a la "transición total"; debemos explicarlo en función de un
extenso y único proceso histórico que, una vez dado, origina un
complejo cultural nuevo: la sociedad "industrial-moderna". Como es
obvio, el proceso que determina el surgimiento del primer caso
histórico de este nuevo tipo de sociedad debe diferenciarse de la gran
variedad de formas de transición que se dan posteriormente, en el
proceso de su difusión, adaptación, y transformación que tiene lugar
primero en algunas sociedades occidentales y luego en el resto del
mundo.
No quiero significar con ello que "la transición total" preceda al
surgimiento del primer caso histórico de sociedad industrial, sino ,que
muchos tipos de transición están causados por la difusión universal
del nuevo complejo "industrial-moderno". Si atendemos a su
surgimiento empírico o histórico, cada uno de estos procesos
constituye una totalidad concreta. La complejidad del proceso y las
variaciones en su manifestación bajo las diferentes condiciones
históricas, culturales, económicas y sociales exigen que este análisis
se lleve a cabo tomando en cuenta los diferentes componentes que
intervienen. En este sentido distinguiré aquí tres factores principales:
desarrollo económico, modernización social y modernización política.
Las distinciones antedichas son de uso corriente, pero sus
definiciones, sean implícitas o explícitas, no siempre resultan claras y
de todos modos no alcanzan un significado unívoco entre los
2
Entre las contribuciones recientes a este análisis se cuentan los siguientes
trabajos: A. S. FELDMANN y W. E. MOORE, "Industrialization and Industrialism" en
Transactions of the Fifth World Congress op Sociology, vol. II, I.S.A., 1962;
RAYMOND ARON, "La théorie du development et 1'interpretation historique de
1'époque Contemporaine" en R. Aron y B. F. HOSELITZ, Developpement Social,
Mouton, París, 1955; REINHARD BENDIX, "Tradition and Modernity Reconsidered"
en Comparative Studies in Society and History, IX, págs. 292-346, 1967.
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científicos dedicados a las disciplinas sociales. Debido a esta razón,
deberemos proporcionar algunas indicaciones sobre el significado que
se les asigna en el presente contexto.
De acuerdo con el mismo propósito analítico, cada uno de estos
tres procesos principales debería considerarse, a su vez, compuesto
por una serie de procesos parciales. Empero, en este trabajo -aunque
deberemos hacer mención de algunos de sus componentes- no se
profundizará sobre esta serie de distinciones.
El proceso principal y los subprocesos que lo componen se hallan
interrelacionados, tal come lo demuestran las correlaciones
estadísticas que se observan comúnmente entre ellos. Pero, como es
sabido, tales correlaciones están lejos de ser indubitables y sólo
deberían interpretarse como la tendencia que manifiestan ciertos
índices a presentarse unidos. En realidad lo que puede inferirse de la
experiencia histórica es que los diversos subprocesos pueden darse
con tasas muy diferentes y en secuencias también distintas. Podemos
considerar estas diferencias como "punto de partida" de la transición.
Las diferentes condiciones internas a internacionales bajo las cuales
tiene lugar el proceso probablemente provoquen las variaciones en
las tasas y en las secuencias.
El desarrollo económico y la modernización social y política se
definen aquí principalmente como procesos de cambio estructural, en
tanto la transición es entendida como un proceso acumulativo, en el
cual se incorporan los resultados de su desarrollo previo como
factores determinantes del curso que asuma posteriormente. En cada
proceso la definición se funda en la aplicación de los principios
básicos que caracterizan el complejo "industrial-moderno".
El desarrollo económico se define en principio come una
transformación estructural de la economía, mediante la cual son
constantemente incorporados los mecanismos operativos que
requiere un crecimiento "autosostenido". El tipo ideal de una
economía desarrollada puede ser caracterizado por la existencia de
una serie de notas principales: 1) empleo de alta energía y alta
eficiencia tecnológica en todas las ramas de las actividades
económicas (incluidas las primarias); 2) existencia de mecanismos
adecuados (recursos institucionales y humanos) para la constante
creación y/o absorción de las innovaciones tecnológicas y de
organización. Tales mecanismos asegurarían el aumento continuo de
los nuevos sectores dinámicos, para compensar o para reemplazar a
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aquellos cuyo rol dinámico en la economía está decreciendo o bien ha
alcanzado el máximo de sus posibilidades; 3) apropiada
diversificación de la producción; 4) predominio de la producción
industrial sobre la producción primaria; 5) adecuada proporción entre
las industrias de bienes de capital y de bienes de consumo
(proporción que será diferente según la situación del país de que se
trate y de su estadio de desarrollo); 6) alta proporción de inversiones
de capital en el producto nacional; 7) alto nivel de productividad per
cápita; 8) predominio de las actividades intensivas de capital sobre
las actividades intensivas de trabajo; 9) mayor independencia (o
menor dependencia) del comercio exterior (en términos de su
proporción en el producto bruto interno a niveles dados de población,
de su importancia estratégica para mantener el proceso de
crecimiento y de su diversificación en cuanto a los tipos de bienes y a
la cantidad de países); 10) distribución más equitativa del PBI, en
función de los estratos socioocupacionales, de las actividades de los
sectores y de las regiones geográficas.3 El proceso de desarrollo
económico se define como la transición hacia una estructura
económica concreta, determinada por las características mencionadas
anteriormente al referirnos al "tipo ideal".
Debería efectuarse, conjuntamente, una distinción entre lo que
significa expansión económica y desarrollo económico. El primer
3
Algunos de los elementos incluidos en esta definición son muy controvertidos. Por
ejemplo, gran cantidad de economistas se oponen a considerar como requisito
universal del desarrollo al predominio de la producción industrial sobre la
producción primaria; consúltese por ejemplo PETER T. BAUER y BRASIL S. YAMEY
en The Economics of Under-Developed Countries, cap. XV, University of Chicago
Press, Chicago, 1957. Si se desea una exposición del punto de vista opuesto (que
además es el más aceptado) consúltese W. W. ROSTOW, "Industrialization and
Economic Growth" en Stockholm MCMLX, First International Conference of
Economic History, Mouton, París, 1960. Entre los investigadores latinoamericanos
de ciencias sociales la comunis opinio se inclina a entender la industrialización como
una condición sine qua non del desarrollo. La mayoría de ellos insisten también
sobre el rol clave que le corresponde a la producción de bienes industriales como
una etapa superior necesaria de la industrialización. La "Latín American Thesis" se
encuentra mejor expresada en el documento de la ECLA, Toward a Dynamic
Development Policy for Latín America ONU, e/CN/12/680, rev. 1, Nueva York. Las
pruebas estadísticas confirman de manera abrumadora la existencia de una relación
causal entre la industrialización y el desarrollo económico; consúltese H. B.
CHENERY, "Patterns of Industrial Growth", en American Economic Review, págs.
624-654, 1960.
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concepto puede ser definido como un proceso que presenta un
crecimiento constante en el PBI per cápita por un período
relativamente largo, pero que carece de algunas de las características
estratégicas que requiere el crecimiento "autosostenido", es decir,
algunos de los componentes estructurales del desarrollo económico
enumerados en el parágrafo precedente.
Por supuesto esto no significa que la expansión económica se dé
aislada de un cambio estructural. En realidad, constituye también un
proceso de cambio estructural, pero no basta para fundar un
desarrollo autosostenido. La expansión económica puede darse (y así
ocurre realmente en la generalidad de los casos) sobre la base de la
modernización, y de la expansión de alguna rama especial de la
producción primaria, de su integración en el mercado internacional y
de la expansión comercial y financiera que la acompañe, con las
repercusiones que implica sobre la economía y sus "efectos
modernizantes" sobre otros sectores de la sociedad. La expansión
económica puede eventualmente originar o convertirse en un proceso
de desarrollo económico. Ello tal vez constituya, al menos, una de sus
condiciones previas. Si, bien no todos coinciden en considerarla una
condición necesaria, puede decirse con la mayor certeza que no es
una condición suficiente. La reorientación de la economía y el
advenimiento de los cambios estructurales que requiere el desarrollo
económico
no
pueden,
en
realidad,
suponerse
derivados
automáticamente de cierto grado alcanzado en la expansión
económica. Este proceso sólo bajo determinadas condiciones puede
convertirse en un paso -tal vez importante- del proceso global de
desarrollo económico.
El concepto de desarrollo político ha sido aún más discutido. Quizás
puedan señalarse tres características principales: 1) la "organización
racional del estado" (en términos de Weber), que incluye una alta
eficiencia para llevar a cabo la expansión y para desempeñar las
funciones cada vez más diversificadas, especializadas y centralizadas
que debe cumplir el estado en una sociedad industrial; 2) la
capacidad de originar y de absorber los cambios estructurales de los
ámbitos económico, político y social, manteniendo sin embargo un
mínimo de integración, y 3) algún tipo de participación política para
toda o gran parte de la población adulta. Los otros componentes que
por lo general se incluyen pueden ser considerados como
consecuencias o aspectos de las tres características que
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enumeramos. Tal es el caso, por ejemplo, del "carácter nacional", que
sería considerado un aspecto de la participación total o de la
"estabilidad", incluida aquí en la capacidad de conducción y de
absorción del cambio sin que se produzcan perturbaciones en el
sistema social.
En último término figura la modernización social, concebida
principalmente como una categoría residual, mejor ilustrada que
definida por la serie de procesos que abarca: 1) la "movilidad social"
de una proporción cada vez más elevada de habitantes;4 2)
urbanización, es decir, la concentración demográfica creciente en las
áreas urbanas (que constituye frecuentemente uno de los índices más
típicos de movilidad); 3) otros cambios demográficos, tales como la
disminución de las tasas de mortalidad y de nacimientos y los
consiguientes cambios en la composición demográfica por edades; 4)
cambios en la estructura de la familia y en las relaciones internas del
núcleo familiar, así como en los grupos de parentesco; 5) cambios de
la participación política en las comunidades locales; 6) cambios en las
comunicaciones; 7) cambios en los sistemas de estratificación:
modificación en el esquema de estratificación (primero una reducción
de los estratos intermedios tradicionales y luego una expansión de los
modernos estratos medios); modificación de la naturaleza de las
separaciones entre los estratos, con el surgimiento final de un
"continuo de estratificación"; aumento de la movilidad en ambos
sentidos; aumento de la movilidad "estructural" (de transición);
surgimiento de una forma de movilidad constante "mediante el
aumento de la participación" (fundada en un mecanismo de
"movilidad autosostenida" que consiste en un ascenso continuo del
nivel ocupacional y en la transferencia continua de los símbolos de
status desde la ubicación más alta a la ,más baja); 8) cambios en la
extensión y en las formas de participación, especialmente en la
extensión de los derechos civiles y sociales de los estratos más bajos
(comparable a la extensión de la participación política); extensión de
las formas modernas de consume para los mismos grupos; mayor
alcance de la educación con el consiguiente aumento del sentimiento
de participación a identificación creciente con la comunidad; 9) otras
4
El concepto que se emplea aquí difiere del que uno emplea corrientemente.
Véase G. GERMANI, "Social Change and Itergroup Conflicts" en L. H. Horowitz
(ed.),
The New Sociology. Oxford University Press, Nueva York, 1964.
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modificaciones importantes en instituciones tales como la iglesia, las
asociaciones voluntarias y aquellas relacionadas con el empleo del
tiempo libre, entre otras; 10) disminución de los índices diferenciales
(demográficos, económicos, socioculturales) entre los estratos,
grupos sociales, regiones y áreas rurales y urbanas (si bien este
efecto puede abarcar a la mayor parte de la población, es posible que
persistan o aun que aumenten las escisiones más profundas en el
nivel más alto de la sociedad, debido especialmente a la
concentración del poder o, al menos, de ciertas formas de poder.5
La característica distintiva de la sociedad moderna es la constante
incorporación de mecanismos adecuados para provocar y absorber
una corriente continua de cambio sin perder un nivel apropiado de
integración. Al respecto se puede establecer una analogía con el
desarrollo económico: la modernización social y política es una
transformación de la estructura social que comprende mecanismos
"de cambios sociales y políticos autosostenidos". En realidad, dada la
unidad básica del proceso de transición, el "crecimiento económico
autosostenido" y "el cambio político y social autosostenido" remiten a
maneras diferentes de comprender el mismo proceso concreto.
Cuando tales mecanismos, necesarios para el cambio continuo, no
llegan a establecerse, es posible que se "rompa" el proceso de
modernización social y política, tal como la carencia de los
mecanismos análogos correspondientes a la estructura económica
provoca una ruptura en el proceso de desarrollo económico. Se debe
destacar, finalmente, que la característica esencial definitoria de la
modernización no es el hecho del cambio continuo, sino la capacidad
de originarlo y absorberlo.6
5
Sobre el concepto de "movilidad autosostenida" en la moderna sociedad industrial
véase G. GERMANI, "'rhe Political and Social Consequences of Mobility" en LIPSET Y
SMELSER (eds.), Social Structure and Mobility in Economic Development, Aidine
Publishing Company, Chicago, 1960.
6
Dado que el concepto de "institucionalización del cambio" a menudo es
considerado equivalente al de cambio "no conflictivo", deben agregarse dos
distinciones fundamentales: a) en primer lugar, por definición, los cambios que
ocurren en las fases tempranas a intermedias de la transición casi siempre son
altamente perturbadores del orden social. No solamente puede tener lugar la rápida
desintegración de las antiguas estructuras sino que la elaboración del nuevo orden
estará caracterizada por profundas escisiones y luchas (a menudo luchas
revolucionarias) entre los grupos. Vista ha sido la experiencia del pasado, que
continua dándose en los países actualmente en desarrollo (en G. GERMANI, "Social
Change and Intergroup Conflicts" ob. cit., se hallará un análisis de las luchas
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2. VARIACIONES EN LAS TASAS Y SECUENCIAS ENTRE LOS
PROCESOS INTERVINIENTES
La interrelación entre los procesos intervinientes debe considerarse
come una acción causal recíproca. Es decir que los procesos se
influyen mutuamente y que tales efectos determinarán la orientación
y la modalidad del proceso de transición total, pudiendo facilitar o
impedir el desarrollo de cualquiera de los procesos que lo componen.
En otras palabras, los procesos de desarrollo económico (y, bajo
ciertas condiciones, los procesos de expansión económica)
condicionan a los procesos de modernización social y política y
viceversa. Resulta posible suponer también que existen niveles
mínimos (umbrales) de desarrollo económico (o expansión
económica) necesarios para alcanzar un grado determinado de
modernización social o política; y viceversa, será necesario un nivel
mínimo de modernización social y política para alcanzar un grado
determinado de desarrollo económico o de expansión económica.
Empero, todavía se carece de un modelo teórico satisfactorio, o aún
de un esquema conceptual aceptable, para analizar tales relaciones
recíprocas. Sólo podemos suponer que los tipos y formas de las
interrelaciones y los diversos umbrales variarán de acuerdo con las
circunstancias históricas en que tenga lugar el proceso de transición
de cada país. Y las circunstancias históricas abarcan una extensión
considerable de factores: culturales, sociales, económicos, etcétera.
Además -lo que es más importante- abarcan no solamente las
condiciones internas de la sociedad en transición, sino también las
originadas por la movilización social, es decir por uno de los aspectos de la
transición); b) en segundo lugar, inclusive en las sociedades más "avanzadas",
pese a que el cambio sea institucionalizado en función del sistema superficial de
valores de la sociedad (es decir, que el cambio sea legitimado), en realidad todas
las sociedades modernas que existen incluyen al menos un conjunto de
instituciones o sector de la estructura social en que el cambio producirá
probablemente profundos conflictos, en algunos cases hasta el punto de causar
importantes perturbaciones del orden social y un alto grado de desintegración,
Aunque algunas de las áreas conflictivas sean peculiares para tipos específicos de
estructuras industriales modernas a inclusive para complejos nacionales culturales
específicos, es posible que la estructura general (universal) del orden industrial
moderno incluya por se tensiones estructurales intrínsecas a inevitables que, bajo
determinadas circunstancias, pueden tener un enorme potencial para generar
conflictos (véase G. GERMANI, "Secularización", ob. cit.).
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condiciones externas, en especial la relación que mantenga con las
otras sociedades. Constituye una de las causas de las diferencias en
las tasas y en las secuencias entre los diversos procesos parciales del
desarrollo económico y de la modernización. Este enfoque sugiere
que la expansión económica puede incidir sobre la estructura social
en forma similar al desarrollo económico: en este sentido la
expansión económica puede tener un "efecto modernizante".
La naturaleza y las consecuencias de la interrelación entre los
procesos que intervienen están sumamente determinadas por las
circunstancias históricas y sociales bajo las cuales tiene lugar la
transición, que comprenden las diferencias socio-culturales en el
"punto de partida" de cada país o región. Como se señaló
anteriormente, una de las fuentes principales de las diferencias en el
camino que sigue la transición total es la variación en las tasas y en
las secuencias en que ocurren los procesos intervinientes. Y las
mismas variaciones deberían explicarse en función de las diferentes
condiciones del contexto (económico, cultural, político y social) ,
tanto a nivel nacional como internacional. Tomando la experiencia
histórica de la transición occidental más temprana como una base de
comparación, vemos que ha habido casos de diferentes tasas (es
decir, aceleración o retardo) como de diferencias en las secuencias
(atrasos o anticipaciones). El incremento en la urbanización (definido
estrictamente como concentración demográfica en las áreas urbanas)
o la disminución en las tasas de mortalidad, que tienden a preceder
antes que a seguir o a acompañar el proceso de desarrollo
económico, son casos muy conocidos que ilustran este fenómeno.
Ejemplos de menor generalidad, pero también observados a menudo
en diversos países, son los casos de aceleración de la movilidad
social, de la participación política y de la difusión de las aspiraciones,
que en el modelo de Occidente tendieron a ocurrir en menor
proporción y sólo se intensificaron considerablemente después, de
que la economía alcanzó un alto grado de desarrollo (especialmente
en términos de cambio estructural). Comparar los fenómenos de
modalidad más lenta y los retardos es también muy común. Debe
señalarse que la aceleración y/o la anticipación de algunos procesos
puede perfectamente coexistir con el atraso y/o desaceleración de
otros.
Esta falta de sincronización o irregularidad es, por supuesto, un
aspecto bien conocido del cambio social en general. Una de sus
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consecuencias cruciales es la coexistencia de sectores "arcaicos" y
más "avanzados" (hablando en términos relativos) dentro de los
mismos países, las mismas instituciones, los mismos grupos sociales
y aun los mismos individuos. Respecto del último caso, por ejemplo,
pueden coexistir una actitud y un comportamiento "modernizado" en
algunos campos de la acción social junto a actitudes y
comportamientos "arcaicos" o menos modernizados en otras esferas.
Ya que las generalizaciones sobre lo antedicho resultan muy difíciles
de verificar, es dable sugerir que los valores básicos (especialmente
aquellos que han sido internalizados en la vida temprana del
individuo) pueden permanecer invariables y coexistir con otros
valores y actitudes adquiridos mediante el contacto con los medios
modernos y por su influencia. Extrayendo un ejemplo del escenario
latinoamericano, es dable observar que la aceptación "manifiesta" de
la tecnología moderna (y aun de su use real) puede hallarse
acompañada de una subsistencia de orientaciones valorativas más
"arcaicas" que no son muy favorables con respecto a la ciencia
moderna; o ideologías políticas y sociales en extremo "avanzadas"
pueden estar acompañadas por valores tradicionales y una conducta
en la vida cotidiana concreta, en la familia, en las relaciones
interpersonales, en las aspiraciones y en la imagen de la propia vida.
El fenómeno de la coexistencia origina particulares efectos de "fusión"
de lo "moderno" y de lo "tradicional". Un ejemplo es la amalgama de
la intensificación del consumo, que caracteriza a la etapa más
avanzada de desarrollo, y el ideal de ocio y consumo de la forma de
vida señorial tradicional. El detenimiento de la modernización y el
estancamiento económico quizás pueden ser explicados en parte por
la subsistencia de orientaciones valorativas "no modernas", actuantes
por debajo de la superficie del acelerado proceso de modernización
que se produce en diversos sectores de la sociedad.
Un aspecto importante de la discontinuidad y de la irregularidad en
el proceso de transición es la existencia, dentro de cada país, de un
"centro" y una "periferia" diferenciados; este hecho se reproduce, a
nivel internacional, entre las naciones. La relación entre las áreas
"avanzadas" y "retrasadas" (tanto a nivel nacional como
internacional) no siempre es una relación de coexistencia; en muchos
casos puede convertirse en una subordinación, en una hegemonía del
centro sobre la periferia. El "dualismo" quizás tienda a convertirse en
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un proceso que se fortalece a sí mismo y que crece en lugar de
debilitarse.
A esta altura de la exposición puede ser útil enumerar
sumariamente otros factores que tal vez intervengan y condicionen la
naturaleza, la orientación y la velocidad de los procesos componentes
y de la transición total, a saber:
1) La naturaleza y disponibilidad de los recursos humanos en cada
país (las "posibilidades" del país y las condiciones necesarias para el
desarrollo económico, de acuerdo con sus recursos). Estos factores
pueden originar diferentes tipos de desarrollo y de modernización,
tales como el expansionista o desarrollo intrínseco sugeridos por
Hoselitz;7 o puede comunicar una dinámica particular al proceso
económico: tal el caso de la "economía de los espacios abiertos" en la
Argentina y en otros países de Latinoamérica.
2) La posición relativa dentro de la dimensión centro-periferia del
país respecto de: a) la estratificación internacional según el poder
político y económico y, consecuentemente, según el grado de
dependencia política y/o económica; b) las circunstancias específicas
y cambiantes creadas por la situación internacional en el momento de
la transición y mientras dure ésta.
3) Características histórico-culturales y estructura social del país al
comienzo del proceso de transición (es decir, el tipo de sociedad en el
"punto de partida". Es posible observar que el concepto de "sociedad
tradicional" ha sido usado a menudo como una categoría residual que
incluye una gran variedad de estructuras sociales y condiciones
culturales. En realidad, sería necesaria una tipología de los "puntos
de partida").
4) El estado del conocimiento de las ciencias naturales y la índole
de la tecnología de que se dispone en el momento inicial de la
transición. Asimismo, la evolución combinada de estos factores y los
cambios que sufren durante la transición. (En muchos casos los
cambios de los países en desarrollo están originados fuera de éstos;
su naturaleza exógena produce un impacto particular sobre la forma
de transición del país que se transforma por su influencia).
5) El estado de las ciencias sociales, especialmente importante en
lo que se refiere al proceso de modernización y de desarrollo
económico, aunque éstos no dependen solamente del desarrollo de
7
BERT F. HOSELITZ, "Patterns of Economic Growth" en The Canadian Journal of
Economics and Political Science. 21, pág. 416-431, 1955.
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las ciencias sociales, sino también del grado de acumulación de
experiencia histórica -a nivel internacional- cuando se inicia la
transición y durante su transcurso.
6) El grado de "espontaneidad", "conciencia", "deliberación" y
"planeamiento" propio de las acciones sociales que ,generan el
proceso parcial de desarrollo económico y de modernización social.
7) La naturaleza y la proporcíón de los factores exógenos u
endógenos que determinan la transición;
8) Los diferentes tipos de elites que encabezan, o que de una u
otra manera participan en el comienzo del proceso de transición y en
sus etapas ulteriores.
9) Los cambios que tienen lugar en las sociedades que se
desarrollan y se modernizan primero y los tipos de sociedades
industriales avanzadas que han surgido. Estas sociedades (en
especial las naciones "centrales" y hegemónicas) sirven como
modelos de transición y como tales proporcionan diferentes metas
entre las cuales pueden optar los grupos modernizantes de las
sociedades en desarrollo; ejercen, casi siempre, el bien conocido
"efecto de demostración". Puede observarse que así han sido
originadas las diferentes ideologías del desarrollo, susceptibles de
convertirse en poderosos factores que determinan el proceso de
transición.
Deben agregarse otras observaciones generales: a) estas
categorías no son claramente separables; en realidad, existe una
superposición considerable entre ellas; b) los diferentes factores no
son independientes, pero se correlacionan en diversos grados; c)
todos los factores operan dentro de un sistema internacional
tendiente a una mayor unificación o interdependencia. Al analizar el
proceso referente a una unidad nacional determinada, debe
recordarse siempre que ese proceso no puede ser separado de la
totalidad del contexto a nivel internacional; d) finalmente, como ya
fue señalado, todos los factores poseen una naturaleza dinámica. En
otras palabras, se modifican constantemente a través del tiempo,
originando así en un momento dado configuraciones diferentes de
circunstancias que afectan la transición mientras ésta tiene lugar.
El "efecto modernizante" de la expansión económica, es decir la
aceleración de un determinado proceso de modernización social
(acompañado a menudo por el retraso de otros), comparado con la
velocidad del desarrollo económico (tal como fue definido en este
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trabajo) proporciona un ejemplo notable de las consecuencias
causadas por las variaciones en las tasas y en las secuencias. En el
caso de muchos países latinoamericanos esta variación es
particularmente importante y dependerá del alcance y de la
naturaleza de los eslabonamientos "anteriores", "posteriores" y
"laterales", sobre el resto de la economía, como de sus repercusiones
sobre los otros sectores de la estructura social.8
3. ETAPAS DE LA TRANSICION
Un problema básico que hasta el momento no ha sido resuelto
teóricamente es la definición de las "equivalencias", al comparar
secuencias y tasas de los procesos parciales correspondientes a
transiciones diferentes. Es decir, se requiere algún criterio
independiente de comparación para definir los niveles "equivalentes"
o "esperados" que hayan logrado los distintos procesos parciales. Se
adoptan usualmente don procedimientos: a) puede tomarse la
experiencia histórica del modelo occidental como un criterio general o
base de referencia para la comparación (como sucede en el ejemplo
proporcionado en el parágrafo anterior); b) o se prefiere emplear las
equivalencias fundadas en promedios estadísticos y en la correlación
de los indicadores de los diferentes procesos en gran número de
países. Ambos procedimientos son útiles, pero en la medida en que el
criterio se tome como un modelo universal de transición resulta
inadecuado desde el punto de vista teórico. No existe razón alguna
para creer que el modelo "occidental" debería repetirse; en realidad,
es más probable lo contrario. Los procedimientos estadísticos son
muy necesarios para descubrir las correlaciones y las vinculaciones
entre los procesos, pero no pueden explicar sus causas ni la
existencia de casos normales o anormales, para una perspectiva
estadística. Otro de los inconvenientes de la definición estadística de
las "equivalencias" proviene de que, por lo general, ha sido obtenida
en países donde la transición ocurrió en períodos históricos distintos,
bajo condiciones internacionales bastante divergentes, y que en sí
mismos se encuentran en muy diferentes niveles de transición.
8
ALBERT O. HIRSCHMAN, The Strategy of Economic Development (Yale
University Press; New Haven, 1958). En el capítulo 6 se define y analiza el concepto
"eslabonamientos anteriores y posteriores".
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13
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Desarrollo Económico. Vol 9 N°33. 1969.
Una teoría de las etapas de modernización respondería a este
problema. Sin embargo, los intentos en ese sentido no han sido
satisfactorios hasta el momento.9 Las diferencias en las velocidades y
en las tasas de los procesos componentes, como así también las
variaciones adicionales derivadas del uso de diferentes fuentes, son
quizás adecuadas para dar origen a tal variedad de orientaciones que
anule o restrinja en gran medida la validez de cualquier esquema
general o universal sobre la sucesión de estadios prefijados. El
esquema de sucesión tal vez debería basarse en una teoría capaz de
integrar muchos determinantes de importancia y factores
contextuales y de ofrecer una tipología total de las transiciones (con
un sistema de equivalencias que equipare las etapas de procesos con
trayectorias divergentes) aplicable a una gran variedad de cursos
históricos. El investigador dedicado a las ciencias sociales enfrenta
aquí un dilema. Por una parte; carece de una teoría semejante, al
menos en este momento; por otra, emplea las nociones de "nivel", de
"grado", y otras análogas, que difícilmente se pueden evitar en
cualquier análisis de este tema. En verdad se hallan implícitas en él, y
salvo que cada caso de modernización sea considerado una instancia
única y se descarten todas las comparaciones (aun las implícitas),
volverán a intervenir de una a otra manera. Esto explica por qué los
criterios convencionales y arbitrarios, atenidos a una visión externa
(como el modelo "occidental" o el de correlaciones estadísticas)
conservan su utilidad, pese a sus obvios defectos teóricos. Es posible
proponer otra alternativa como un remedio parcial de la falta de una
teoría satisfactoria. Me refiero a los esquemas descriptivos de
sucesión para un grupo limitado de países, quizás para una región,
relativamente más homogénea en función de su estructura cultural
inicial, de su estructura social y de las condiciones históricas bajo las
cuales se ha producido (a se está produciendo) la transición. Es lógico
suponer que podrían formularse generalizaciones más válidas para
áreas geográfico-culturales limitadas y para períodos históricos
específicos. Este tipo de esquema no sería otra cosa que una forma
9
En el trabajo de BERT F. HOSELITZ, "Theories of Stages of Economic Growth",
aparecido en B. F. HOSELITZ et al., Theories of Economic Growth (Free Press,
Glencoe, 1960), y en W. W. Rostow, The Stages of Economic Growth (Cambridge
University Press, 1960) seencontrará un excelente análisis acerca del use de las
teorías de las etapas en la historia económica. Sobre las etapas de la evolución
social podría citarse una bibliografía muy extensa, comenzando por las teorías del
progreso hasta el evolucionismo del siglo XIX, que reaparece en nuestros días bajo
la forma de un "neoevolucionismo",
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Desarrollo Económico. Vol 9 N°33. 1969.
conveniente de presentar una visión simplificada de una serie de
procesos históricos similares, aunque no idénticos. Además podría
tener cierto uso como herramienta de análisis para aclarar conjuntos
particulares de características y tipos de sucesión. El empleo de
etapas puede ser vinculado a la idea de que, en el curso de la
transición, las variaciones en las tasas y en las secuencias de los
procesos componentes y el impacto de los otros factores
determinantes y relativos al contexto (en el nivel interno a
internacional) es posible que tiendan a cristalizarse en
configuraciones estructurales específicas. También resulta probable
que éstas, a su vez, sean incorporadas en el propio proceso y
transformadas en factores claves para explicar su curso ulterior. Esto
podría brindar tal vez una base más objetiva para realizar la selección
de las etapas y la periodización del proceso de transición.
Pueden proponerse dos criterios principales para identificar las
etapas: a) el surgimiento de una configuración con características (en
la estructura económica, política y social) dotadas de cierto grado de
estabilidad y permanencia y diferenciadas con claridad de la
disposición estructural precedente y subsiguiente; b) la importancia
causal de la configuración para determinar el curso ulterior del
proceso.
Desde otra perspectiva la etapa puede ser percibida como un
"punto crítico" en el proceso de transición. Ciertamente todo proceso
histórico es un continuo movimiento concreto y la noción de "punto
crítico" siempre es, en gran medida, un recurso arbitrario o
convencional. Sin embargo, su uso quizás limite los peligros de un
modelo puramente determinista de la transición. En este sentido,
"punto crítico" puede definirse como un momento particular (de
duración variable bajo diferentes condiciones) en el cual puede
producirse (o no) una reorientación. Su surgimiento real, así como la
naturaleza positiva o negativa que posea desde el punto de vista de
una exitosa modernización y del desarrollo económico, estará
determinada por la interrelación particular de los procesos social y
económico, es decir, por la configuración particular de las
características estructurales sociales y económicas originadas por el
curso previo de la transición y por las "decisiones" tomadas por los
actores sociales (individuos y grupos que ocupan posiciones
capitales). Lo que se sugiere es que el detenimiento de la
modernización, el estancamiento económico o, por el contrario, el
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progreso ulterior hacia un más alto grado de modernización y de
desarrollo económico podrían explicarse en función de esas
"configuraciones" y "decisiones".
Deben destacarse aquí dos puntos importantes. En primer lugar,
se sobreentiende que las configuraciones o características no
solamente abarcan la estructura interna de la sociedad, sino también
la situación externa e internacional. En segundo lugar, se admite que
aun cuando la noción de "decisión" es particularmente difícil y
teóricamente imprecisa, su use implícito o explícito resulta frecuente
en el análisis de procesos históricos y especialmente de la acción
política o económica. En cualquier forma, el significado de este
término debe ser explicitado en función del conjunto de "elecciones"
al alcance de los actores. Ese conjunto variará bajo condiciones
internas y externas diferentes (o sea, bajo "configuraciones"
determinadas de características estructurales).
Otro factor importante es el grado de conocimiento científico y
tecnológico (tanto en ciencias naturales como sociales) de que
dispongan los actores. El grado de "espontaneidad", de "conciencia",
de "planeamiento" bajo el cual se produce la transición es, como
mencionáramos anteriormente, un factor importante que debe
tomarse en cuenta. El tiempo ha acrecentado ese componente y,
desde el presente enfoque, la situación de los países que iniciaron
antes los procesos de transición debe considerarse de una manera
completamente diferente de los que se encuentran actualmente en
desarrollo.
4. ELEMENTOS QUE PROPORCIONAN LOS ANALISIS CORRIENTES
SOBRE AMÉRICA LATINA PARA ELABORAR UN ESQUEMA DE ETAPAS
América Latina parece ofrecer las condiciones que fueron sugeridas
anteriormente, capaces de prestar cierta validez limitada a un
esquema de etapas: a) un marco cultural, social y económico
relativamente similar al comienzo de la transición; y b) circunstancias
históricas internas y externas similares durante el proceso. En
realidad, aunque han existido pocos intentos de presentar una teoría
explícita de etapas, la mayoría si no todos los análisis teóricos de la
modernización o de sus procesos componentes tienden a asumir
como válida, en una forma a otra, la sucesión de etapas para una
región entera. Sin embargo, en alguna medida la percepción de
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Latinoamérica como una unidad está fundada no solamente en
factores histórico-teóricos y socioculturales, sino también en causal
ideológicas y "geopolíticas" -para emplear un término fuera de use
referido a una condición que aún existe-; el status político común de
Latinoamérica enfrentado a la estructura del poder político
internacional y la asignación de "esferas de influencia". Es verdad
también que la tradición intelectual contribuye bastante a crear el
"campo" de los estudios latinoamericanos, llevándolo demasiado
lejos, a menudo transformándolo en un mero estereotipo y de todos
modos llevando la generalización hasta un punto en que su
productividad teórica comienza a disminuir.
Los análisis de procesos parciales pueden proporcionarnos algunas
contribuciones al esquema de etapas. El urbanista argentino Hardoy,
por ejemplo, ha propuesto una sucesión de seis etapas para describir
la historia urbana de Latinoamérica10: la cultura urbana precolonial de
los aztecas y de los Incas, luego la etapa de fundación de colonias
españolas, seguida por una tercera etapa que se completa en lo
esencial alrededor del 1580, en la cual los españoles y los
portugueses establecen el tipo de colonización del área. La cuarta
etapa, considerablemente larga, abarca casi 200 años y fue
caracterizada por la consolidación de las pautas urbanas, junto con
las instituciones de la sociedad colonial. La independencia no trae
muchos cambios, pero sí lo hace una quinta etapa, marcada por la
inmigración europea y por la "europeización" de las principales
ciudades latinoamericanas. Por último, la presente etapa se
caracteriza por la existencia de migraciones internas del campo a la
ciudad y una alta tasa de crecimiento urbano. En el mismo campo de
la historia urbana otro investigador ve dos amplios estadios: el
primero centrífugo, hacia afuera de las ciudades, y el segundo
centrípeto, tendiente a la concentración urbana, principalmente
dirigido hacia la ciudad principal o cosmopolita.11 La fase centrífuga
se caracteriza por la "hacienda" (o la "fazenda" en la América de
habla portuguesa), que habitualmente se reconoce come una de las
instituciones capitales de la sociedad tradicional en Latinoamérica,
10
GLENN H. BEYER (ed.) resume un trabajo de JORGE E. HARDOY en The Urban
Explosion in Latín America, Cornell University Press, Ithaca, N. Y., 7957, págs.
57-58.
11
RICHARD M. MORSE, "Latin American Cities. Aspects of Function and Structure"
en Comparative Studies in Society and History, IV, págs. 473-493, 1961-2.
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investida de una función política, social, militar y judicial; por sus
características ha sido comparada con la "villa" romana durante la
decadencia del imperio.12 El desarrollo del sistema de hacienda
implicó un debilitamiento del rol de las ciudades y la.
"descentralización de la sociedad del Nuevo Mundo alrededor de los
feudos de los hacendados", de manera semejante a la que se da en
Europa luego del Imperio Romano. La etapa inversa, de centralización
en las ciudades cosmopolitas, fue una manifestación directa de las
relaciones con el mundo exterior y primordialmente de la
dependencia política, económica y militar de la sociedad colonial con
respecto a los centros metropolitanos europeos. La idea de dividir el
proceso. en don fases, sin embargo, más que proporcionar un
esquema de sucesión de etapas, sugiere una visión muy interesante y
sintética de dos de las fuerzas más importantes que actuaron en
tiempos de la colonia y posteriormente (la segunda etapa centrípeta
urbana propuesta por Morse abarca todo el siglo diecinueve y se
prolonga hasta el presente siglo) .
El empleo de amplias etapas de desarrollo se halla implícito en el
análisis formulado por los economistas, ya sea en lo que se refiere a
países determinados o a la transición de una zona tomada come una
unidad. El criterio más popular quizás sea la distinción entre
crecimiento "hacia afuera" y crecimiento "hacia adentro". Estas dos
formas de crecimiento corresponden a aquellas que se encuentran en
una economía basada en la exportación internacional (crecimiento
hacia afuera) y en una economía basada en la industrialización
(crecimiento hacia adentro). Se considera habitualmente que el
"punto crítico" o memento en que se modifica la dirección del proceso
de crecimiento se produjo en Latinoamérica en 1930, es decir en la
época de la Gran Depresión. El cambio de la expansión "hacia afuera"
por la expansión "hacia adentro" significa para los científicos
latinoamericanos dedicados a las disciplinas sociales mucho más qué
un cambio económico. Antes bien, el cambio estructural en la
economía señala el comienzo de una serie de cambios adicionales en
la estructura social, en la política, en la ideología y en el grado y
naturaleza de la identidad nacional. Empero, estas distinciones se
hallan implícitas o al menos carecen de una formulación precisa.
12
G. CÉSPEDES DEL, CASTILLO, "La sociedad colonial americana en los siglos XVI y
XVII" en J. VICENS VIVES (ed.), Historia de España y de América, pág. 568, Vicens
Vives, Barcelona, 1957.
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Además no están elaboradas come una teoría de etapas, aun cuando
desempeñen en realidad ese rol en el análisis. La distinción entre
"hacia afuera" y "hacia adentro" se interpreta a menudo en términos
de la modificación en el grado de dependencia exterior y de la
alienación nacional; la fase "hacia afuera" corresponde a la
dependencia y a la "conciencia nacional alienada", en contraste con la
fase "hacia adentro", que se distingue por un acrecentamiento del
nivel de autodeterminación. En realidad, el concepto que subyace a
este enfoque es el incremento de la autodeterminación: va desde una
carencia completa de ella (o dependencia absoluta) en la época
colonial, hasta una situación "semicolonial" o situación no manifiesta
de colonia (con un nivel muy bajo de autodeterminación) durante la
fase de expansión "hacia afuera", para alcanzar un tercer estadio de
desarrollo "hacia adentro" que implica al comienzo un propósito
deliberado de dirigir el proceso de desarrollo en función de los
intereses nacionales.13 Los autores de tendencias ideológicas
diferentes, particularmente aquellos inspirados en orientaciones de
extrema izquierda, no se hallan de acuerdo por lo general sobre el
grado de autodeterminación existente en la última etapa, de
crecimiento "hacia adentro". Para ellos, la hegemonía imperialista y la
alienación nacional están vinculadas con la estructura de poder que
prevalece en las naciones latinoamericanas. Consideran que la
verdadera liberación nacional solamente puede advenir a través de
un cambio revolucionario. En este sentido, el desarrollo "hacia
adentro" bajo la conducción de las burguesías nacionales está
condenado a fracasar. En realidad, no confían absolutamente en la
burguesía y en su capacidad para dirigir un proceso nacional de
desarrollo realmente autónomo.
Pese a la forma en que se ha hecho uso o abuso de las amplias
fases de modernización esbozadas anteriormente, éstas se fundan en
la percepción de cambios drásticos ocurridos en la región y tienden a
destacar el rol de los factores externos o internacionales, los cuales
dejan de recibir a menudo consideraciones detalladas en los estudios
de investigadores extranjeros.
13
La distinción entre las etapas de desarrollo "hacia afuera" y "hacia adentro" es
empleada corrientemente por los economistas de la ECLA. La idea de que en los
países latinoamericanos se da una creciente autodeterminación -en la etapa de
desarrollo hacia adentro- subyace en las teorías de muchos investigadores
latinoamericanos, como también ocurre al menos en algunas de las ideologías de
"izquierda nacional".
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La investigación para elaborar un esquema de etapas puede verse
enriquecida por otras contribuciones valiosas, aunque indirectas. Por
ejemplo, el cambio drástico que se introduce en la estructura social
latinoamericana por la aparición y el crecimiento de los "sectores
medios" puede asimismo interpretarse a la luz de la sucesión de
etapas: la primera caracterizada por la hegemonía de las elites
"oligárquicas", semifeudal y semicapitalista, vinculada estrechamente
a la economía de exportación de productos primarios, y una segunda
etapa, más avanzada, en la cual la participación de los nuevos
estratos medios introduce un poderoso componente de modernización
con capacidad para convertirse en factor de un desarrollo económico
y político ulterior. La aparición de la clase media es vista como un
aspecto de la serie de cambios ocurridos desde la segunda mitad del
siglo diecinueve. Me refiero a la expansión de la economía de
exportación de productos primarios, las inversiones extranjeras, la
inmigración, la mejor y más racional organización del estado, las
mejoras logradas en comunicaciones, transporte, educación y niveles
de vida. Se admite usualmente que el crecimiento de los "sectores
medios" tuvo lugar en el siglo XX, especialmente en las primeras tres
décadas, aunque la nueva ola de industrialización -y la más decisiva-,
ocurrida después de 1930, contribuyó mucho a la expansión
ulterior.14 Pese a que se ha polemizado mucho en los últimos años
acerca del rol desempeñado por estos sectores en el proceso de
modernización, nadie negará probablemente que su aparición implica
un cambio de importancia en el proceso mismo, a través de una
modificación relativamente estable de la configuración estructural de
la sociedad.
En el análisis siguiente he considerado solamente algunos
esquemas parciales de etapas así como algunos de los supuestos más
comunes sobre la sucesión de etapas en Latinoamérica. Como ya se
señaló, existen muy pocos intentos de elaborar esquemas de
comprensión explícitos; conozco de hecho solamente dos, uno de los
cuales todavía permanece inédito. El propósito principal de ambos es
analizar el proceso político; sin embargo, pueden ser considerados
comprensivos en tanto atienden, al menos en alguna medida, a los
cambios sociales y económicos. El primero fue presentado hace
algunos años por K. Silvert y el autor del presente ensayo. Se
14
Esta cronología se encontrará ilustrada en John Johnson, Political Change in
Latin America (introducción), Stanford University Press. Stanford, 1958.
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fundaba principalmente en el análisis del proceso de movilización
política y de la inmediata expansión de la participación política. Este
proceso era visto como un aspecto de la movilización social y de la
integración social y vinculado en forma estrecha a la transición total
subyacente. En el presente trabajo han sido conservados los estadios
"políticos" (con varias modificaciones), pero se han agregado los
componentes económicos y sociales, de acuerdo con el enfoque
teórico propuesto anteriormente.15 El otro intento se debe a Helio
Jaguaribe.16 Él distingue tres etapas capitales: la colonial, la
semicolonial y la de transición. En este esquema encontramos
presentada de manera excelente la idea del incremento de la
autodeterminación. En realidad la variable más importante (lo cual no
significa que sea la única) es aparentemente el grado de dependencia
y el grado correspondiente de auténtica autonomía nacional. En la
primera etapa, que no concluye con el derrumbamiento del régimen
colonial español o portugués sino con los comienzos de la expansión
de la economía de exportación de productos primarios, como
consecuencia de la revolución industrial (o sea, a mediados del siglo
XIX), el grado de dependencia se encuentra en su punto más alto. En
la etapa semicolonial la dependencia continúa, aunque en forma
diferente, mientras la transformación interna de la sociedad origina
una "incipiente capacidad de crecimiento autosostenido". Esta
capacidad se ve reforzada posteriormente con la interrupción de la
economía de exportación de productos primarios, luego de 1930,
durante la tercera etapa denominada de "transición", que también se
caracteriza por la aparición de nuevos grupos y clases y por el
surgimiento de nuevas tensiones.
Por último, la hipótesis de la existencia de etapas comunes se
enriquece con la polémica de los historiadores concerniente a las
posibilidades de elaborar una historia comparada del hemisferio
15
G. GERMANI, "Democratic Representative et Classes Populaire en Amerique
Latine". en Sociologic du Travail, III, 1961, págs. 96-113; G. GERMANI Y K.
SILVERT, "Politics Social Structure and Military Intervention in Latin America" en
Archives Europeennes de Sociologic, II, 1961, págs. 62-81; una aplicación a la
Argentina puede encontrarse en "El proceso de transición hacia una democracia de
masas en la Argentina" en Política, XVI. 1961, págs. 10-27 (en D. B. HEATH Y R. N.
ADAMS. Contemporary Cultures and Societies in. Latin America, Random House,
Nueva York, 1965, fue publicada una versión en inglés corregida).
16
El esquema de etapas se halla incluido en los apuntes de un curso dictado en la
Universidad de Harvard (1965), que circuló bajo la misma forma.
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occidental. En este sentido resulta adecuado mencionar que durante
la consideración del The History America Program,17 Charles C.
Griffin, al referirse a las discusiones sobre el período nacional de la
historia americana (tanto latina como no latina), expresó que "por
extraño que pudiera parecer" existió un "acuerdo considerable sobre
el importante problema de la periodización". Sugirió, en
consecuencia, un enfoque común que distinguía cuatro períodos:
1) El rompimiento con el Viejo Mundo (1770-1820); 2) el
desarrollo de naciones nuevas (desde la década de 1790 hasta la de
1860); 3) la adaptación al capitalismo industrial y financiero (desde la
década de 1860 hasta la Primera Guerra Mundial); y 4) la reacción de
América ante el impacto de las tensiones del siglo XX actuantes en la
civilización occidental (desde 1941 hasta el presente).18
En esta breve revisión hemos omitido cualquier referencia a la
aplicación de etapas a naciones aisladas, como así también a las
formulaciones más abstractas y generales semejantes, por ejemplo,
al bien conocido modelo folk-urban desarrollado por Redfield.19
5. APROXIMACIÓN A UN ESQUEMA DE ETAPAS DE
MODERNIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA
El cuadro que se presenta en este trabajo no pretende ofrecer una
"teoría de las etapas". El propósito es más modesto; se intenta
proporcionar una perspectiva muy simplificada de la transición, que
puede resultar útil para ilustrar algunas de las características
principales del proceso (Véase pág. 116 y siguientes).
El cuadro puede ser considerado, simplemente, como un resumen
muy condensado y atendible de la historia social de América Latina.
Innecesario es decir que, debido al nivel de generalidad y de síntesis,
17
Se trata de un proyecto iniciado por Arthur P. Whitaker en 1947, fomentado por
las instituciones regionales a internacionales y ampliamente analizado en reuniones
científicas. Véase A. P. Whitaker, "Introduction lo the Proyect for a History of
America" en Lewis Hanke ED., Do the Americas Have a Common History?, Knopf,
Nueva York, 1964. Esta compilación incluye muchas contribuciones importantes
para el problema.
18
CHARLES C. GRIFFIN. "Problems of the National Period" en L. HANK, ob. cit.
19
Se encontrará una excelente revisión de las teorías del cambio social aplicadas a
América Latina en JUAN F. MARSAL, Cambio social en la América Latina. Crítica de
algunas interpretaciones dominantes en las ciencias sociales, Solar-Hachette,
Buenos Aires, 1967.
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no representa ninguno de los procesos históricos específicos que han
ocurrido (y ocurren actualmente) en los países latinoamericanos. Las
excepciones serán aquí la regla, pero quizás al destacar estas
"desviaciones" podamos emplearlo como una referencia, como un
medio para subrayar las características comunes y específicas (si es
que existen) en el proceso de modernización de los países
latinoamericanos. Asimismo, habiendo clasificado su contenido
concreto con respecto a los tres procesos principales de la transición
total (y habiendo especificado de una manera somera algunos de los
subprocesos correspondientes) es posible que se haga menos
dificultosa la tarea de esclarecer sus aspectos sincrónicos y
asincrónicos; casos de aceleración o retardo de subprocesos
determinados, diferencias en sus secuencias, casos en que las
diferencias en las Velocidades y en las secuencias han determinado
una fusión o contemporaneidad de etapas en Vez de una sucesión,
como se señala en el esquema (y como ocurre en realidad, al menos
en algunos ejemplos concretos). El esquema quizás ayude,
finalmente, a dar por lo menos una respuesta provisoria al problema
del uso implícito de algún tipo de sucesión. Como fue señalado
anteriormente, aun la simple mención de etapas "más" o "menos"
avanzadas implica el supuesto implícito de que algunos cambios
preceden usualmente a otros, o que un país, determinado se ubica en
un punto diferente de la sucesión temporal implícita; es decir se halla
presente siempre el supuesto de la sucesión. Este intento, y cualquier
otro similar, puede considerarse un paso en el camino de hacer
explícitos tales supuestos, sugiriendo una definición más específica de
la sucesión.
No intentaré empero describir aquí cada una de las etapas que
aparecen en el cuadro. Por un lado, no me lo permiten las
dimensiones reducidas de este trabajo; además, el contenido del
cuadro es bien conocido y se explica por sí mismo a la luz de las
obras de ciencias sociales corrientes. Pero se busca mediante él
proporcionar un ordenamiento del material en función de los diversos
procesos componentes, de los puntos críticos y de la sucesión
temporal. La parte final de este trabajo estará dedicada a ilustrar el
tipo de análisis que podría intentarse sobre la base del plan
propuesto. Será considerado el aumento y la cristalización de los
"efectos estabilizantes", principalmente en el tercer estadio (pero
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también en el cuarto) y se señalara cómo interactuan los factores
endógenos y exógenos.
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INTERACCIÓN DE LOS FACTORES ENDÓGENOS Y EXÓGENOS AL
ELABORAR LA CONFIGURACIÓN DE LAS ETAPAS
Se observará que las etapas principales están fechadas por
sucesos externos. La forma en que intervienen las características
similares de todos los países, en un sentido amplio y
aproximadamente en una misma época, señala un elemento
importante (aun si se tienen en cuenta las variaciones profundas en
las características más específicas, tal como es sugerido en parte por
el cuadro). En realidad, dado el hecho sobradamente conocido de las
diferentes tasas de modernización que les corresponden a las
diversas unidades nacionales, cualquier fecha que se proponga las
hallaría en posiciones o etapas diferentes. Aun si el esquema de
sucesión tuviera la exactitud de una ley física, la carencia de
sincronización entre las naciones (dejando de lado la asincronía
dentro de ellas) implicaría la imposibilidad de que una misma etapa
se inicie en la misma época o dentro de un lapso relativamente corto.
La analogía no comprende una simultaneidad. La respuesta a este
aparente absurdo aclara la importancia dinámica de los factores
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exógenos, sobre los cuales se funda la periodización. Estos factores
generan en cada país -independientemente de su grado de
modernización en ese momento- una serie de procesos en esencia
similares para todos ellos. Precisamente la naturaleza común y la
relativa simultaneidad de este impacto externo es lo que contribuye
tan poderosamente a configurar características generales similares o
equivalentes para cada estadio. No es necesario decir que las
similitudes no excluyen importantes diferencias. También es verdad
que las configuraciones estructurales específicas surgen en un estadio
dado en cada nación como resultado de factores tanto exógenos
como endógenos. Finalmente, importa sobremanera destacar que la
puesta en marcha de procesos similares en países que se encuentran
en estadios diferentes ha acentuado por lo general sus
discontinuidades internas, la asincronía entre las distintas áreas,
instituciones, actitudes y pautas de conducta, pues el impacto
proveniente del exterior puede acelerar algunos procesos y no afectar
o retardar a otros.
El significado histórico del impacto proveniente del exterior es
bastante obvio, pero a menudo ha sido descuidado su rol en la
acentuación de la homogeneidad entre las naciones y las discontinuidades dentro de ellas. Lo mismo puede decirse del rol que
desempeña en este doble efecto la interacción de los factores endógenos y exógenos. Tal vez sea adecuado afirmar que este efecto se
ha incrementado con el tiempo o, al menos, que ha tendido a hacerse
más manifiesto en el tercer estadio o aun en el cuarto. Podría
adelantarse también la sugerencia dé que el aumento de la
interdependencia entre las naciones, ocurrido en todas las esferas, y
especialmente el crecimiento de la estructura de estratificación de
poder extendida a todo el mundo, ha tornado más poderosos a los
factores exógenos. Esto pudo haberse dado pese a la creciente
pujanza interna de muchas naciones, derivada del desarrollo
económico, de la mayor modernidad social y del nivel creciente de
"conciencia nacional" (o al menos de la merma de alienación), todos
factores que caracterizan la "exparsión hacia adentro". Por otra parte,
como el tiempo transcurrido y el retraso de los países que se hallan
dentro de la región tiende a ensancharse en ciertos momentos de la
transición, los efectos generalizados del impacto proveniente del
exterior pueden haber acentuado las discontinuidades internas,
especialmente en aquellos casos en que ese impacto provoca la
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aceleración de algunos de los procesos intervinientes y la paralización
o el retardo de otros.
El efecto combinado de los factores exógenos y endógenos en
el tercer estadio es bien conocido: determina una expansión económica fundada en la economía de exportación primaria a induce el
surgimiento de una modernización "limitada" en los órdenes social y
político. El alcance del "efecto de modernización" depende de tres
variables principales: 1) del tipo de economía de exportación
primaria; 2) de su capacidad para determinar una "expansión
económica" (en el sentido definido anteriormente) , y 3) de la
existencia y efectividad de las elites internas modernizantes. El
alcance y la variedad de las repercusiones sobre el resto de la estructura social se hallan determinadas primordialmente por el tipo de
economía de exportación primaria. Pero la acción y la orientación de
las elites serán las que limiten o expandan, retarden o aceleran estas
repercusiones.
La expansión económica basada sobre un tipo de producción
primaria, que requería la movilización de una pequeña parte de la
población, o que poseía limitados eslabonamientos económicos
posteriores, anteriores o laterales, no ejercerá un impacto de amplia
difusión sobre la estructura social. Tal fue el caso de economías
mineras o de plantaciones, o de otras actividades económicas
orientadas hacia el exterior a integradas con él, aisladas relativamente de la economía nacional. Con la brecha abierta entre los
sectores "arcaicos" y "modernizados" era probable que surgiera una
típica sociedad y economía "dual". Algunos aspectos del
comportamiento social y de las instituciones en determinados grupos
sociales y áreas restringidas pueden verse afectados por la
modernización social, generalmente los estratos medios y altos de los
centros urbanos o más a menudo de las ciudades "centrales". Sin
embargo, algunas orientaciones valorativas básicas no sufrirán
cambios inclusive en estos sectores, y coexistirán con otros síntomas
evidentes de modernización.
En aquéllos países donde la economía de exportación primaria
requiera, o al menos provoque indirectamente, la participación de
grandes sectores pertenecientes tanto a niveles ocupacionales medios
como inferiores, se produce una ampliación del mercado interno y/o
algún otro efecto de "difusión", como así también otros procesos de
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modernización social a un ritmo acelerado y aventajando el grado
"correspondiente" o "equivalente" de desarrollo económico.
El efecto de modernización fue más restringido en los casos en que
las elites no lograron una efectividad considerable o se mostraron
incapaces de ir más allá de sus intereses inmediatos y mezquinos.
Ocurrió lo contrario en los casos en que las elites, imbuidas de
ideologías modernizantes, estaban preparadas para impulsar el
proceso hasta los límites extremos posibilitados por los otros factores
actuantes en la situación ("perspectiva de clase" de las elites, por una
parte, y la estructura histórica general que enmarca las acciones, por
otra, son los factores que generalmente determinan estos límites). En
consecuencia es dable esperar que los efectos modernizantes lean de
alcances y tipos diferentes y quizás podría elaborarse una tipología
con varios tipos intermedios clasificándolos desde los que atañen a
actividades relativamente aisladas, segregadas en mayor o menor
medida del resto de la economía y de la sociedad, hasta aquellos
actuantes sobre actividades más dinámicas que influyen sobre una
proporción considerable de la población y afectan un intervalo más
amplio de segmentos sociales, grupos a instituciones.
El principal impacto externo que aparece en el cuarto estadio fue la
Gran Depresión, la cual apresuró la industrialización en toda
Latinoamérica. Esta tendencia recibió ulteriormente un nuevo impulso
con la Segunda Guerra Mundial y en la interrelación con los factores
internos surgieron importantes fuerzas sociales y nuevas actitudes
que, a través de la industrialización deliberada y quizás del
planeamiento nacional, favorecían el desarrollo "hacia adentro". La
industrialización de la década del treinta en muchos casos comienza,
sin embargo, como algo no programado; más aún, aparece como un
proceso forzoso, impuesto por las nuevas condiciones creadas
después de la Gran Depresión y prolongadas por el estallido de la
guerra. El crecimiento industrial y la considerable tasa de desarrollo
económico que caracterizó a la mayoría de los países
latinoamericanos entre los años 1940 y 1955 anunciaba
aparentemente el fin del estancamiento, o al menos una disminución
notable de éste en los próximos años. Aunque en los países más
avanzados la industrialización superó la fase de sustitución de las
importaciones20 en lo que respecta a bienes de consumo, surgieron
20
En el proceso de industrialización puede observarse una secuencia de tres fases:
se pasa de un alto predominio de manufacturas centralizadas en los rubros
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obstáculos ulteriores que demoraron tanto el desarrollo industrial
como el desarrollo y la modernización de otros sectores de la
economía. Estos obstáculos, que reflejaban en parte las nuevas
condiciones creadas por el crecimiento industrial anterior, han sido
relacionados por muchos observadores con los rasgos persistentes
cristalizados durante el tercer estadio y con la incapacidad de las
sociedades latinoamericanas pare introducir los cambios estructurales
necesarios. Podría interpretarse que esto se halla determinado
nuevamente, en forma directa o indirecta, por un complejo de
factores internos y externos.21
La alta velocidad y difusión de otro de los importantes procesos del
cuarto estadio, a saber el proceso de urbanización, fue consecuencia
de otra serie conjugada de factores internos y externos: por una
parte el súbito crecimiento demográfico causado por los efectos
modernizantes del tercer estadio (la introducción de tecnología
sanitaria y un ligero mejoramiento de las condiciones de vida de las
mesas), por la otra la crisis de la exportación primaria, la persistencia
de una distribución altamente desigual de la tierra en el sector rural y
(en medida limitada) la nueva demanda de mano de obra industrial.
La urbanización obviamente estaba relacionada con las migraciones
internas masivas. Ahora bien, estos movimientos de población deben
ser considerados un aspecto de otro proceso crucial: la movilización
social.22 Como fue indicado en los cuadros, la movilización social se
inició en el tercer estadio (entendida como uno de los aspectos de los
"efectos modernizantes"), pero sólo tendió a adquirir una proporción
masiva en el cuarto. Los cambios sufridos por el medio que ya
mencionáramos (súbito crecimiento demográfico, crisis de la
economía primaria, surgimiento de la industrialización) se cuentan
entre sus causes. Pero el proceso requería también que se
modificaran las actitudes y ello se dio como consecuencia de una
serie de factores internos y externos: cambios en el clima ideológico
alimentos, bebidas, tabaco, en menor proporción textiles y un sector muy pequeño
de otras industrial, a la etapa más avanzada (dentro del área) con una expansión
muy acentuada de las industries metalúrgicas, químicas, etcétera. Consúltese
UNITED NATIONS ECONOMIC COMMISSION FOR LATIN AMERICA, The process of
Industrial Development in Latin America, Nueva York, 1966.
21
Si se desea un análisis de los factores económicos externos a internos que
intervienen en el estancamiento consúltese UNRFED NATIONS, Towards a Dynamic
Development Policy Jor Latin America, Nueva York, 1963.
22
Véase G. GERMANI, "Social Change. . . ", ob. cit.
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(tanto a nivel nacional como internacional) y difusión de las
innovaciones en los medios de comunicación de mesa a lo largo del
período. A medida que nuevos sectores de la población se hallaron
preparados para obtener participación política surgía un tipo diferente
de "crisis de participación", en la que los estratos medios se vieron a
sí mismos como ambivalentes y a veces en oposición a los sectores
recientemente movilizados de los estratos inferiores. Estos
desarrollos internos y otros factores preexistentes de la misma
naturaleza, por ejemplo los remanentes de estructuras arcaicas de
poder y la intervención militar, como un aspecto "políticocultural"
persistente, unidos a poderosos factores externos, entre ellos la
guerra fría y el poder hegemónico de los Estados Unidos en la región,
tendieron a conformar un desarrollo político que a menudo implicaba
nuevas rigideces y prolongaba el estancamiento o inclusive recaía en
un proceso similar ajustado a la vieja pauta de gobiernos
democráticos inestables, alternando con regímenes dictatoriales o
casi dictatoriales militares o no militares. Esto fue particularmente
evidente en algunos de los países más avanzados. Pero aquí la
naturaleza de la inestabilidad y de las dictaduras eran completamente
diferentes de aquellas que caracterizaban los estadios anteriores. En
algunos casos adoptaban la nueva forma de "regímenes nacionales
populares" en la cual la participación social y política se extendía
realmente a los estratos más bajos, aunque en una forma que difería
de la prescrita en el modelo convencional de "democracia
representativa", mientras la intervención militar, real o anunciada,
actuaba la mayoría de las veces como un medio de "desmovilización"
de estos estratos.
7. LOS "EFECTOS ESTABILIZANTES" DE LA MODERNIZACIÓN
COMO POSIBLES FACTORES QUE RETARDAN UN CAMBIO ULTERIOR
Cualquiera que sea la extensión y la naturaleza de los "efectos
modernizantes" y sus consecuencias en lo que respecta a crear en la
sociedad un sector relativamente avanzado, la presencia de ciertos
"efectos estabilizantes" también es una característica común de las
configuraciones estructurales que surgen durante el tercer estadio. En
otras palabras, los "efectos modernizantes", inclusive en los casos en
que habían alcanzado mayor difusión y eran más visibles, fracasaron
en la incorporación de mecanismos suficientes y adecuados para
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determinar un cambio autosostenido en Los órdenes económico,
social y político. La tendencia a permanecer dentro de la estructura
de la economía de exportación primaria, inclusive en un momento en
que era tanto más racional y factible encarar el intento de
reorientarla en función de la industrialización y de la diversificación
del sector primario hacia un mayor nivel tecnológico, ilustra bien este
fracaso. La posibilidad de tal reorientación era más acentuada en los
países más poderosos y en aquellos en que los "efectos
modernizantes" tenían mayor fuerza. Inclusive en estas situaciones
más favorables el impulso hacia la industrialización fue demorado no
obstante hasta la década del treinta y tuvo origen en un impacto
proveniente del exterior: la protección espontánea creada por el
derrumbe del mercado internacional. También el impacto de la
Primera Guerra Mundial se reveló incapaz de provocar un cambio
permanente en las actitudes.23 En términos de la estructura de
análisis sugerida en la sección anterior se habría alcanzado, durante
el tercer estadio, un momento en el cual se hicieron posibles dos
elecciones: o inclinarse hacia una política de industrialización
deliberada, logrando una reorientación en términos de una mayor
productividad y una adecuada diversificación del sector primario, o
continuar en el antiguo camino del "crecimiento hacia afuera" inclusive cuando ya había cesado de ser viable.
La explicación de éste y otros fracasos similares probablemente se
encuentre en un complejo de factores endógenos y exógenos
interrelacionados, que podemos denominar "síndrome de la expansión hacia afuera". Entre muchos otros aspectos concernientes al
mismo desearía mencionar dos: primero, pese a que los importantes
componentes dinámicos fueron insuficientes para provocar la
modificación de ciertas características altamente estratégicas de la
23
Para explicar el estancamiento económico sufrido por la Argentina en el cuarto
estadio se introdujo, con referencia a la industrialización, el concepto de "gran
demora". Sin embargo, este concepto podría extenderse asimismo a otros países
principales latinoamericanos. Véase GUIDO DI TELLA Y MANUEL ZYMELMAN, Las
etapas del desarrollo económico argentino, Eudeba, Buenos Aires, 1967. Aunque en
algunos países los "efectos modernizantes" implican un cierto grado de
industrialización, antes de la Gran Depresión ésta se mantuvo en el nivel más bajo
concebible. Por ejemplo, el desarrollo de la infraestructura del transporte, que
proporcionó en cualquier otra parte un gran incentivo para la expansión industrial,
no logró tener ese efecto en Latinoamérica. Véase ECONOMIC COMMISSION FOR
LATIN AMERICA, The Process of Industrial Development in Latin America, United
Nations, Nueva York, 1966, págs. 6-9.
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estructura social y/o para compensar los obstáculos endógenos y
exógenos; segundo, que algunas de las estructuras parciales modernas introducidas en el tercer estadio tendieron a actuar más como
factores de estabilización que como factores dinámicos. Algunos de
los aspectos paradójicos de Latinoamérica provienen de este hecho,
pues precisamente en aquellos casos en que los "efectos
modernizantes" parecían más fuertes y habían alcanzado mayor
difusión, el proceso ulterior tendió a verse afectado por el atraso y el
estancamiento, después de que se había logrado un grado de
modernización bastante avanzado, en ocasiones a una velocidad muy
alta. Aunque las consecuencias, en términos de estancamiento, sólo
se hacen visibles en el cuarto estadio, las causas subyacentes se
pueden hallar en las configuraciones estructurales que surgen en el
tercer estadio, en el "síndrome de la expansión hacia afuera". En el
cuarto estadio, por otra parte, se agregaron nuevos "efectos
estabilizantes". Una de sus características comunes fue que estos
efectos formaran parte realmente de las consecuencias integradoras
de la modernización social. Son "estabilizantes" en la medida en que
conducen a la incorporación de nuevos grupos en el sector moderno,
en términos de pautas culturales, tipos de consumo (aun en los
estratos inferiores), relaciones sociales, expectativas y aspiraciones,
participación política y otros aspectos del comportamiento.
Resulta difícil analizar cómo estos "efectos estabilizantes" (o mejor
dicho "mecanismos estabilizantes") juegan un papel como obstáculos
de la modernización ulterior. Simplificando en extremo el tema,
puede decirse que tienden a disminuir el potencial de innovación
económico, político y social de los grupos que surgen o de los que se
incorporaron recientemente (tanto en los niveles socioeconómicos
medios como en los inferiores, pertenecientes a las áreas urbanas).
En ocasiones fueron susceptibles de aliarse virtual o silenciosamente
con aquellos intereses creados que más tratan de mantener el statu
quo. En otros casos tendieron a transformar en una acción política
incoherente, fragmentada y ambivalente lo que podría haber sido una
fuerza unificada actuante en favor del cambio económico, social y
político.
Intentar este análisis sería sobrepasar el propósito de este trabajo
y, por lo tanto, sólo se mencionarán aquí tres de los, más destacados
efectos estabilizantes. En primer lugar, me referiré a la elevación y al
crecimiento de las clases medias urbanas. Puede observarse, como
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expongo en otro trabajo,24 que en América Latina estos grupos se
han expandido más allá de lo que hubiera podido esperarse sobre la
base del nivel de desarrollo económico y de algunos otros aspectos
de la modernización social (esta comparación se formula tomando
como criterio la experiencia occidental). Aunque la elevación de los
estratos medios se consideró generalmente como un factor favorable
para la modernización, ahora se admite ampliamente que, una vez
que estos sectores han alcanzado cierto grado de participación social
y
política,
sus
inclinaciones
reformistas
se
suavizan
considerablemente a medida que son absorbidos en forma creciente
por el sistema. Al respecto puede apreciarse que, en el caso europeo,
estos grupos han originado en el período entre las dos guerras la más
impresionante "ruptura de la modernización" observada hasta el
momento. Por supuesto no puede negarse que la elevación y el
crecimiento de estos estratos es uno de los aspectos cruciales de la
modernización social. Pero el episodio del fascismo demostró que,
bajo ciertas circunstancias, pueden actuar como poderosos obstáculos
de una ulterior modernización. Sin embargo es verdad que en
América Latina las clases medias no han originado de ninguna
manera movimientos de masa similares al fascismo, aunque
existieron varios intentos de orientarlos en esa dirección. Pero su
ambivalencia e ineficacia política no remite a otra cosa que a su
posición estructural ambigua que ocupaban, al menos en
determinados períodos, durante la transición.25 Las migraciones
internas masivas nos proporcionan un segundo a importante ejemplo
de los mecanismos de estabilización. Nos encontramos nuevamente
con un proceso que no es exclusivo de América Latina. Se conoce
perfectamente la forma en que, durante el siglo XIX, la emigración de
24
G. GERMANI, "The City as an Integrating Mechanism", en GLENN BEYER, ed., The
Urbanization Explosion in Latin America, Cornell University Press, Ithaca, 1968.
25
Acerca de la reacción contra el "mito de la clase media" véase el excelente
análisis elaborado por la ECONOMIC COMMISSION FOR LATIN AMERICA, EL
desarrollo social de América Latina en La posguerra Solar-Hachette, Buenos Aires,
1963. Una primera evaluación de la amenaza potencial que representan las clases
medias en ascenso para la modernización política en América Latina se encontrará
en G. GERMANI, "La clase media en la Argentina con especial referendo a sus
sectores urbanos", en Tx. CREVENNA, ED., Materiales para el estudio de Las clases
medias en la América Latina, Panamerican Union, Wáshington, vol. 1, 1950. En G.
GERMANI, "Fascism and Class", aparecido en Studies in Comparative International
Development, IV, 1968, se señalan las causas que hicieron imposible establecer en
la Argentina un régimen fascista basado en la clase media.
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ultramar actuaba como una "válvula de seguridad" en Europa. Esta
función "latente" de la emigración como un sustituto de la revolución
no era tan "latente", puesto que los gobernantes europeos no dejaron
de hacer use deliberado de ésta como un medio para reducir la
presión ejercida por las clases inferiores. Este importante efecto
lateral de la migración del campo a la ciudad (o inclusive de cualquier
migración interna) no se admite generalmente en Latinoamérica. El
súbito crecimiento demográfico de las ciudades es visto por muchos,
en especial por los conservadores, como una amenaza para el statu
quo o como un potencial que acrecienta las posibilidades de
revolución social. Pero en realidad la emigración desde las regiones
más atrasadas actúa probablemente en forma selectiva, proporcionando una salida precisamente a aquellos individuos más
activos y potencialmente más "peligrosos" (desde una perspectiva
conservadora) de la población rural.26 Quizás se sostenga que este
potencial revolucionario se traslada a los centros urbanos, es decir, al
verdadero emplazamiento del poder político de la nación, donde se
tornarían mucho más peligrosos para la estabilidad del sistema social.
Sin embargo el proceso verdadero es bastante diferente, ya que en la
sociedad urbana empiezan a actuar nuevos "mecanismos
estabilizantes".
Podría creerse que los nuevos sectores urbanos, incorporados
recientemente, se tornan aptos para la participación política (hecho
que realmente se dio en varias ocasiones) y dan origen a nuevas
fuerzas políticas que amenazan el statu quo político y social. Pero la
experiencia que aporta el período posterior a la última guerra nos
muestra que estos sectores urbanos son conformados fácilmente con
reformas parciales que implican moderadas mejoras de su propio
nivel de vida y grado de participación en los asuntos políticos o en los
sindicatos. Y aunque a lose conservadores menos ilustrados les
parezca que estos avances son peligrosos, actúan como factores
integradores, en forma similar a la que se da en el tercer estadio con
respecto a los estratos medios. Por otra parte, muchos observadores
coinciden en postular otros mecanismos estabilizantes parecidos. Por
ejemplo, el traslado a la ciudad implica generalmente una mejoría en
las condiciones de vida, hecho experimentado por la gente que
26
Lamentablemente no se dispone de pruebas concretas relacionadas con esta
hipótesis, ya que la mayoría de los trabajos sobre los individuos que migran dentro
del ámbito interno no consideran el problema de la selección en el lugar de origen.
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provenía de regiones bajo una fuerte depresión. Esto puede
verificarse inclusive en aquellos casos en que exista pobreza o
desempleo urbano. En otros casos la marginalidad urbana, derivada
especialmente de la transferencia de las pautas urbanas a la ciudad,
actúa como un neutralizador de la movilización política.
La movilidad social es, finalmente, otro poderoso mecanismo
estabilizaste. Aunque los individuos que emigraron a la ciudad tienen
menos posibilidades de movilidad que los nacidos en ella,
cualesquiera que Sean las posibilidades alcanzadas, éstas superarán
ampliamente las que se daban en su lugar de origen.27 Queda por
ver, como es obvio, en qué medida estos mecanismos continuarán
siendo efectivos. Es posible que se debiliten con el paso del tiempo
pero hasta el momento implican una absorción del potencial
revolucionario presente en los sectores más bajos de la población,
recientemente movilizados.
La razón por la cual todos estos mecanismos estabilizantes se
pueden tornar obstáculos para un cambio ulterior deriva de que al
nivel de modernización alcanzado por Latinoamérica, tales cambios
probablemente no son aceptados por los grupos hegemónicos dentro
y fuera de la sociedad nacional sin una presión muy determinada y
poderosa por parte de aquellos que más se beneficiarían con su
advenimiento. Pero si a estos grupos interesados potencialmente en
la reforma social se les brindan insignificantes mejoras parciales la
propia causa de la reforma se ve seriamente comprometida, al menos
por un tiempo. Ahora pueden advertirse mucho más claramente los
efectos contradictorios de la modernización parcial. Por una parte
estos efectos son considerados positivo, pues implican un adelanto
verdadero y un mejoramiento del tipo de vida para algunos sectores
de la población; por otra se produce un vuelco y actúan como
obstáculos para el progreso ulterior, debido a que este grado de
modernización social fue previo a otros cambios cruciales y
necesarios. Un ordenamiento particular entre los procesos
componentes demora así el advenimiento de la transición total.
27
Puede consultarse, entre otros, los artículos críticos de WILLIAM MANGIN, "Latin
American Squatter Settlements", en Latin American Research Review, II, 1967,
págs. 65-98; RICHARD MORSE, "Urbanization in Latin America", en la misma
publicación, núm. I, 1966, págs. 35-74; sobre los efectos políticos consúltese el
artículo "Ouvriers et Syndicats en Amerique Latine", de varios autores, publicado en
el número especial de Sociologie du Travail, núm. 4, 1961.
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Es dable suponer que un análisis detallado de la configuración
estructural que surge durante el presente estadio de la "movilización
social de masa" ayudaría a identificar la naturaleza de los obstáculos,
nuevos: y antiguos, y el significado de los "puntos críticos" y de las
elecciones posibles con que se enfrentan las actuales generaciones de
Latinoamérica.
Traducido por Mario R. dos Santos
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