EL TREN DE LA VIDA

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MARATÓN POR LAS VOCACIONES.
EL TREN DE LA VIDA
Introducción:
Buenos días (buenas tardes) a todos. Un año más celebramos el
maratón por las vocaciones y un año más preside nuestra oración el
“Icono de la Amistad”. En él aparecen Jesús y el Abad Menas, un santo
egipcio que, tras ser soldado romano, llevó una vida de oración, se
puso a predicar y murió mártir en el año 296. Hoy hemos realizado el
pequeño gesto de pasárnoslo de una clase a otra como si fuera un
testigo de una carrera de relevos, símbolo de que nos queremos
transmitir la buena noticia del Evangelio.
Contemplar este icono es ya una oración que nos une a Dios. En él
vemos a Jesús, con un brazo sostiene el Evangelio, su Buena Noticia,
su Palabra. El otro brazo es colocado sobre el Abad Menas, al que
acompaña Jesús.
Hoy, cada uno de nosotros ocupa el lugar del Abad Menas porque Jesús también está a nuestro
lado colocando su mano sobre nuestro hombro. No está frente a nosotros sino que nos acompaña.
Cristo, en el Evangelio, nos dice: «Ya no os llamo siervos, os llamo amigos.» En este tiempo de
Pascua, aunque Jesús resucitado sea invisible a nuestros ojos, Él nos acompaña. Podemos
confiarnos a su presencia y escucharle.
CANTO:
AYÚDAME A CAMINAR
CONTIGO IRÉ SOBRE LAS OLAS DE LA MAR,
Y CANTARÉ QUIÉN ERES TÚ:
TÚ ERES JESÚS, MI DIOS, MI BIEN, MI LIBERTAD.
Ambientación:
Como hemos cantado, Jesús nos acompaña en nuestro viaje Nuestra vida es como un viaje en
tren, el centro es el presente, es la estación en la que estamos hoy tras recorrer un pasado y con el
futuro como destino. Un camino que los amogos de Jesús recorremos acompañados por Él y
cumpliendo en cada momento su voluntad
DESARROLLO:
Primer momento: Motivación
Vamos a comenzar escuchando una historia...
LA HISTORIA DEL TREN (Adaptación de la Parábola del tren, de Leonardo Boff)
"Un tren avanza, espléndido y veloz, hacia su destino. Corta los
campos como una flecha. Penetra las montañas. Traspasa los ríos.
Cruza las ciudades. Se desliza como una serpiente mecánica, sin
obstáculos. Su forma, su color, su velocidad: todo a la perfección.
Dentro del convoy hay gente de toda raza. Gente que conversa y gente
que calla. Gente que trabaja y gente que dormita. Gente que contempla
el paisaje y gente que negocia, preocupada. Gente que ama y gente que odia. Gente que
hasta discute la dirección del tren y gente que cree haberse confundido de tren. Gente que
protesta contra el mismo tren y gente que lo acepta, agradecida. Gente que no se hace
problema ya que confía que llegará a su destino. Gente que corre, nerviosa, hacia los
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vagones de cabeza: ¡quisiera llegar más aprisa! Gente contradictoria, que va en dirección
opuesta a la del convoy, caminando absurdamente hacia el vagón de cola: ¡quisiera huir del
tren!
Y el tren sigue adelante, impasible. Transporta pacientemente a todos, sin distinguir entre el
amargado y el comprometido. Ni deja tampoco de transportar gentilmente a sus mismos
contradictores. A nadie se niega. Y a todos ofrece la oportunidad de realizar un viaje
espléndido y feliz, así como la garantía de llegar a la ciudad del sol y del descanso.
El viaje es gratis para todos. Nadie puede salir ni evadirse. Se viaja dentro del tren. Y ahí es
donde se ejercita la libertad: se puede disfrutar del paisaje o aburrirse con los vecinos; es
posible aceptar gustosamente el tren o rechazarlo enfadado. Mas no por eso deja el convoy
de correr hacia su infalible destino ni de llevar en su interior cortés y gentilmente con
todos".
En esta historia el tren simboliza vida. Y como en el tren había gente de todos los tipos, en la vida
también ocurre lo mismo: hay gente agradecida por todo, gente que protesta por todo, gente que
camina hacia delante, gente que quiere huir de muchas cosas… Y la vida gentilmente se nos da a
todos. Dios nos la da y nos la da gratis. Nosotros hemos de aceptarla gustosamente y hacer en ella
lo que Dios quiere que hagamos, y vivirla como Dios quiere que la vivamos, haciendo, como María,
siempre la voluntad de Dios. Por eso, lo que hacemos en el tren de la vida es vivir el momento
presente y también “soñar”: podemos quedarnos aplatanados dejándonos llevar o animarnos,
dando todo lo que tenemos, lo mejor que tenemos.
Pero sigamos con el ejemplo del tren: Si habéis viajado alguna vez en este medio de
transporte, os habréis dado cuenta que los viajeros vamos a distintos lugares, venimos de
distintos sitios, al comprar billete pedimos éste o áquel asiento y todo esto tenemos que
elegirlo cada uno. Hay viajeros que siempre van en el primer vagón creyéndose que así
llegaran primero. Otros que no hablan con los demás. Otros cuentan las estaciones para no
perder el tiempo. Pero, solo algunos, nos miran a la cara y nos dedican una sonrisa. Eso nos
hace felices; si no para el todo el día, sí para un momento. ¿Y vosotros? ¿Qué clase de
viajeros queréis ser? ¿Cuándo os bajéis del tren qué queréis que piensen de vosotros los
demás viajeros?
En el tren de la vida también tenemos esta clase de viajeros: los que siempre tienen que llegar los
primeros a todas las metas aunque para ello tengan que aplastar a los demás, los que no quieren
hablar con la gente porque se creen más importantes que ellos, los que no ayudan a nadie para no
ensuciarse, los que eligen a sus compañeros de viaje, los que rechazan a otros viajeros, los que
sonríen, los que se quejan de todo, los que empujan, los que dejan paso…
Sed viajeros amables en el tren de la vida y llegareis a vuestro destino con una amplia sonrisa y
orgullosos de haber conseguido vuestra meta.
Segundo momento: Mi vida
Y nosotros, ¿a qué meta queremos llegar?, ¿cómo nos pide Jesús que seamos?, ¿qué queremos
ser de mayores?... Al igual que un médico quiere curar y tiene como meta ayudar a los demás, un
padre de familia tendrá como meta cuidar de los suyos, un profesor ayudar a sus alumnos… ¿A
dónde queremos llegar con nuestras vidas?
Para llegar a alcanzar su meta el médico ha tenido que estudiar, el padre pensar en lo mejor para
su familia etc… perdiéndose muchas cosas a veces, por darse a los demás.
Cuando uno piensa en qué quiere ser de mayor puede penar, como los viajeros del tren, en
alcanzar una meta cuanto antes, aunque sea a costa de los demás, puede preocuparse solamente
por conseguir mucho dinero o puede pensar en una meta con la que poder ayudar a los demás.
Se les puede dejar un tiempo para que piensen qué quieren ser en su vida, que les pide Dios que
sean…. (según como se vaya de tiempo se les puede preguntar a algunos qué quieren ser de
mayor, qué espera Jesús de ellos…)
MARATÓN POR LAS VOCACIONES.
CANCIÓN:
- Cierro mis ojos, miro hacia dentro PORQUE TE QUIERO ESCUCHAR, JESÚS.
Pienso en tu cara, hago silencio. PORQUE TE QUIERO ESCUCHAR (bis).
- Dejo tranquilo mi pensamiento PORQUE TE QUIERO ESCUCHAR, JESÚS.
Sé que me quieres y esperas dentro. PORQUE TE QUIERO ESCUCHAR (bis).
-Tú vas diciendo lo que me quieres PORQUE TE QUIERO ESCUCHAR, JESÚS.
Y tu secreto a todos cuento PORQUE TE QUIERO ESCUCHAR (bis).
TÚ, ME LLENAS SIEMPRE DE FELICIDAD, TÚ ME DAS LA FUERZA SI QUIERO CAMBIAR.
QUIERO AMAR COMO TÚ, Y PENSAR COMO TÚ.
NO ME DEJES POR FAVOR, TÚ ESTARÁS SIEMPRE AQUÍ,
YO ESTARÉ JUNTO A TI, DENTRO DE MI CORAZÓN (bis).
Tercer momento- Damos gracias a Dios por la Vida.
Vamos a iluminar ahroa nuestros “sueños” con la Palabra de Dios. Como siempre la Palabra de
Dios siempre nos llena de luz; nos da “pistas” increíbles.
Leemos el relato del evangelio de la “Multiplicación de los Panes”.
EVANGELIO:
Después de esto, Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran
multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se
sentó allí con sus discípulos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a
él y dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer?». Felipe le respondió:
«Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que
tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es esto para tanta gente?». Jesús le
respondió: «Pedid a la gente que se siente». Había mucha hierba
en ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres.
Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió entre los que
estaban sentados. Lo mismo hizo con los peces, dándoles todo lo
que quisieron. 12 Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo
a sus discípulos: «Recoged los trozos que sobran, para que no se
pierda nada». Los recogieron y llenaron doce canastas con los
trozos que sobraron. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer,
la gente decía: «Este es, verdaderamente, el Profeta que iba a venir
al mundo». Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para
hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
Jesús multiplicaba la felicidad de las personas infelices. Bastó sólo cinco panes y un par de peces
que tenía un chaval. Jesús podía haber realizado el milagro sin la aportación de aquellos panes y
aquellos peces, pero Jesús quiso contar con la humilde ofrenda del niño. Los peces de aquel
chaval eran como los sueños. Con un par de “peces-sueños” Jesús los multiplicó y todos pudieron
comer. Lo mismo hace ahora con nosotros, multiplica nuestros “sueños” de ser buenas personas,
amigos de todos, preocupados por los que más lo necesitan. ¡Ah, pero necesita nuestros sueños!
Sin los dos peces de aquel chico no habría podido dar de comer a la gente. Sin nuestros sueños,
Jesús no puede hacernos hoy más felices; ni puede hacer que nuestra familia, nuestra clase y
nuestros amigos sean mejores y más dichosos.
Música de fondo
Hoy hemos visto que nuestra vida es como un tren, que Jesús nos llama para seguirle y camina a
nuestro lado. Que quiere que en la vida seamos alguien que cumple su voluntad y que vive al
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servicio de los demás, que necesita de nuestros 5 panes y 2 peces para cumplir el gran sueño del
Reino de Dios. Por eso ahora le vamos a rezar una oración de un santo llamado Carlos de
Foucauld que murió asesinado en 1916.
ORACIÓN DE ABANDONO (Charles de Foucauld 1858-1916)
Padre, en tus manos me pongo,
haz de mí lo que quieras:
sea lo que sea, te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo, con tal que tu voluntad
se cumpla en mí y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma,
te la doy con todo el amor de que soy capaz,
porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una infinita confianza,
porque tú eres mi Padre. Amén.
Y ya para terminar cantamos a nuestro Padre agradeciéndole todo lo que nos ha dado y
ofreciéndole todo lo que somos y tenemos.
UN NIÑO SE TE ACERCO
Un niño se te acercó aquella tarde.
Sus cinco panes te dio para ayudarte.
Los dos hicisteis que ya no hubiera hambre. (Bis)
La tierra, el aire y el sol
son tus regalos y mil estrellas de luz
siembran su mano.
el hombre pone su amor y su trabajo. (Bis)
También yo quiero poner sobre tu mesa
mis cinco panes que son una promesa
de darte todo mi amor y mi pobreza.
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