EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO DE AMÉRICA DEL NORTE, TLCAN: UNA MIRADA CRÍTICA A LA FÁBULA1 Por Timothy Wise y Kevin Gallagher2 Al final de este mes, los ministros de Comercio del Hemisferio Occidental, se reunirán en Quito, Ecuador, para negociaciones relativas al tratado del Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA. Muchos partidarios del ALCA, incluida la administración Bush, lo anuncian como el equivalente del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, pero a nivel continental. Y en efecto, los borradores iniciales del proyecto sugieren que el acuerdo en gestación tuvo su modelo en el TLCAN, el cual entró en vigor en 1994. Aun así, no resulta claro por qué el gobierno de Bush cree que la incierta trayectoria del TLCAN pueda ayudar a vender el ALCA a los prevenidos gobiernos de América Latina. Comercio sin desarrollo Es ampliamente aceptado que la integración económica apunta a elevar los estándares en el nivel de vida de las poblaciones. Pero de acuerdo con el análisis que hemos hecho de los registros públicos, el TLCAN todavía debe cumplir con tal promesa. Las cifras oficiales, tanto del Banco Mundial como del gobierno mexicano, muestran que la liberalización ha sido exitosa en estimular el comercio y la inversión y que ha logrado controlar la inflación. Las exportaciones mexicanas han crecido de manera rápida con una tasa anual del 10.6% en términos reales desde 1985; la inversión directa extranjera casi se ha triplicado, con una tasa de crecimiento anual del 21%; y la inflación ha logrado ser dominada de manera significativa. Infortunadamente, este crecimiento no se ha traducido en beneficios para la población mexicana como un todo. Las mismas fuentes oficiales muestran la siguiente panorámica: El crecimiento económico ha sido lento en México: menos de 1% per capita por año, entre 1985 y 1995, en comparación con el 3.4% registrado entre 1960 y 1980. El incremento en las exportaciones ha sido ampliamente desbordado por el incremento en las importaciones, y ha dejado a México con un serio déficit en su balanza de pagos. La reducida creación de nuevas fuentes de empleo se ha quedado corta para la creciente demanda de nuevos puestos de trabajo que plantea la fuerza laboral mexicana. El sector manufacturero, uno de los pocos que muestra un crecimiento significativo, ha tenido una reducción neta de empleos desde que el TLCAN entró en vigor. Los salarios reales han decrecido a nivel nacional de manera significativa. El salario mínimo real se ha reducido en un 60% desde 1982, y en un 23% desde la vigencia del TLCAN. Los honorarios de 1 Tomado del boletín The Progressive Response, Vol. 6, No. 33, del 25 de octubre de 2002. http://www.viaalterna.com.co/viaalterna.htm 2 Investigadores del Global Development and Environment Institute de la Universidad de Tufts. contratistas se han reducido en un 55% desde 1987 y los salarios en el sector manufacturero se han reducido en un 12% desde que opera el TLCAN. 60% de los empleados no reciben los beneficios laborales establecidos por la ley mexicana. Una tercera parte de la población económicamente activa en México pertenece al sector informal. El número de familias que viven en la pobreza ha crecido en un 80% desde 1984, y alrededor del 75% de la población de México vive en la pobreza La inequidad ha empeorado y el coeficiente Gini -que sirve como medida internacional de la inequidad-se incrementó de .43 a .48 desde 1984, y ubica a México entre las naciones más inequitativas del hemisferio. El sector rural está en crisis, ante las importaciones de granos de Estados Unidos, la caída de precios, y el reducido apoyo gubernamental. Cuatro quintas partes de la población rural mexicana vive en la pobreza y de esos, más de la mitad, en la extrema pobreza. Estas cifras muestran que la integración económica en México se ha dado a expensas del desarrollo del país. Nuestra propia investigación sobre los efectos de la integración en lo social y lo ambiental, aportan más datos a este panorama sombrío. Acelerada degradación ambiental Nuestros estudios van en sentido contrario a las previsiones formuladas antes de que el TLCAM entrara en vigor, en el sentido de que la integración económica con México significaría eventualmente un mejoramiento de la gestión y los estándares ambientales. Entre 1985 y 1999, la erosión del suelo en las áreas rurales, en México, creció en un 89%, los residuos sólidos municipales en un 108%, y la contaminación del aire, en un 97%. El gobierno mexicano calcula que los costos económicos de la degradación ambiental representan $36 mil millones de dólares anuales, costo que minimiza el crecimiento económico, el cual se sitúa en el 2.6% anual. La inversión extranjera directa no ha traído tecnologías limpias a la industria mexicana. Y si bien los sectores del cemento y del acero cuentan hoy con tecnologías más limpias debido a la inversión foránea, son la excepción que confirma la regla. La contaminación industrial, como un todo, casi se ha duplicado desde 1988. Por ende, a menos que la integración económica procure una normatividad ambiental más severa, la contaminación continuará empeorando. Desde 1984, cuando entró en vigor el TLCAM, el gasto real para la protección del ambiente se redujo en un 45%, y las visitas de inspección a las plantas han disminuido en la misma proporción. El TLCAM dista de ser modelo para las Américas Los criterios prevalecientes acerca de la integración económica están sufriendo un cambio. En respuesta a los hechos, un buen número de gobiernos latinoamericanos, de economistas prominentes y de organizaciones de la sociedad civil están cuestionando la visión estadounidense sobre la integración. Estos actores protagonizarán un debate intenso tal interior de las reuniones oficiales que tendrán lugar en Quito, y de otras que se celebrarán de manera paralela a aquéllas. Los críticos no niegan el hecho de que el comercio y la inversión son herramientas esenciales del desarrollo. La cuestión de fondo consiste en determinar qué clase de comercio y qué clase de inversión, bajo qué normas han de operar y hacia qué fin apuntan sus dinámicas. Evidentemente, la trayectoria del TLCAM en México no vaticina nada bueno para las naciones latinoamericanas y caribeñas, tan necesitadas de cambios después de más de una década de lento crecimiento y empobrecimiento masivo.