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Derechos
humanos
de las
mujeres
Los derechos humanos son atributos de la persona humana por el
mero hecho de ser persona, sin que importe nuestra edad, el color de
nuestra piel, la etnia a la que pertenecemos, el país en el que nacimos
o en el que vivimos, nuestras posibilidades económicas y sociales,
nuestra orientación sexual, nuestro sexo, nuestra forma de pensar,
la religión que profesamos, si somos de zona rural o urbana, ni otras
características que formen parte de nuestras vidas.
Todas las personas, mujeres y hombres, tenemos el derecho a
disfrutarlos y exigirlos, simplemente, porque somos seres humanos.
Estos derechos han ido surgiendo a partir de necesidades y demandas
planteadas por la humanidad como una forma de garantizar que los
seres humanos nos desarrollemos plenamente en todos los campos de
nuestra vida y podamos vivir en igualdad, libertad y dignidad con otras
personas.
Los derechos humanos son nuestra garantía
para alcanzar una vida mejor
Derechos humanos de las mujeres
Si bien el reconocimiento de los derechos humanos significó un importante
acontecimiento en la historia de la humanidad, ello no aseguró a las mujeres
que sus necesidades, experiencias de vida y puntos de vista pasarían
a formar parte de la teoría y práctica de los mismos.
Hasta hoy en día, la historia demuestra que lo humano sigue siendo
entendido, en general, como sinónimo de lo masculino. El sistema de los
derechos humanos no ha escapado a esta visión androcéntrica, es decir,
a tomar al hombre varón como el centro a partir del cual se ha desarrollado
el pensamiento humano.
La lucha de los derechos humanos de las mujeres
Muchas mujeres de todas partes del mundo hemos dado luchas importantes
para lograr que los derechos de las mujeres sean reconocidos como
derechos humanos. Así, en la Conferencia Mundial sobre Derechos
Humanos, celebrada en Viena en 1993, las mujeres logramos avanzar
un paso más en el reconocimiento de nuestros derechos.
Esto ha significado la posibilidad de evidenciar y demandar aquellos derechos
que tienen que ver directamente con nuestras necesidades y experiencias de
vida, entre ellos:
• Derecho a ser reconocidas como humanas, como personas con dignidad y
capacidad para decidir sobre nuestro desarrollo, en igualdad y libertad.
Derecho a dirigir nuestras propias vidas sin sometimiento a la
voluntad del padre, marido, hermanos e hijos.
Derecho a vivir una vida libre de violencia, es decir, sin maltrato
físico, emocional, sexual o intelectual.
Derecho a tener acceso a los recursos productivos, como la tierra, el
crédito, la asistencia técnica y la capacitación laboral.
Derecho a la vida, para que no hayan más muertes de mujeres como
resultado de la violencia doméstica, la mortalidad materna, el aborto
clandestino y la violencia sexual.
Derecho de las mujeres indígenas y negras a que se les respete su
cultura y a no ser discriminadas por el color de su piel, su idioma,
su traje y costumbres diferentes.
Derecho de las niñas a recibir educación, alimentación y salud en
igualdad de oportunidades que los niños, así como a vivir una infancia
libre de responsabilidades domésticas y de agresiones como el incesto.
Derecho de las jóvenes a decidir sobre sus vidas, a desarrollar su
personalidad e ideas políticas y religiosas, a trabajar y estudiar de
acuerdo a sus intereses, a ser respetadas, escuchadas y tratadas
con confianza en sus familias.
Los derechos sexuales y los derechos reproductivos
son otros que todavía no han sido reconocidos
y son la base de la opresión y subordinación
de las mujeres.
Normas internacionales
Son un conjunto de compromisos acordados entre los Estados, con el fin
de proteger y garantizar el goce de esos derechos a todas las personas
sin que importe su sexo, su etnia, el color de su piel, su creencia
religiosa, su edad, su afiliación política, su nacionalidad, su clase social,
su idioma o la existencia de alguna discapacidad.
Entre esta gama de convenciones podemos mencionar dos de las más
relevantes:
La Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer; conocida como (CEDAW), ratificada por Honduras en
1981, protege el derecho de las mujeres a la no discriminación, a la
libertad de elegir empleo, a salario igual por trabajo igual, a la
estabilidad laboral en estado de embarazo y licencia remunerada; a ser
reconocidas como humanas, como personas con dignidad y capacidad para
decidir sobre su desarrollo en igualdad y libertad.
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia Contra la Mujer, conocida como Belem Do Pará, ratificada por
Honduras en 1995, es un instrumento muy importante a nivel internacional
para la defensa de los derechos de las mujeres.
Esta convención reconoce que existe una discriminación institucionalizada
que condiciona el desarrollo y la condición jurídica y social de las mujeres
en el mundo, no sólo la violencia que se da en el ámbito privado sino también
aquella que se da en el ámbito público.
Recordemos que los derechos humanos evolucionan y son patrimonio
de todas las mujeres y los hombres. Pero son, también, producto de
muchas luchas del movimiento de mujeres y el movimiento feminista.
A las mujeres nos ha costado mucho su reconocimiento y, por ello,
tenemos que continuar defendiéndolos cotidianamente, pero para
defenderlos y ejercerlos necesitamos conocerlos y comprenderlos en su
teoría y en su práctica.
Los derechos humanos representan una
garantía de igualdad y equidad para
millones de mujeres de todo el mundo.
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