Correcciones de Ernesto Barreiro al texto de Vicente

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“Reportaje” a Ernesto Barreiro publicado en el diario español El Mundo
el 30/11/2013 por Vicente Romero
El reportaje se realizó en persona y la reunión duró casi tres horas, donde se
habló largamente de distintos temas. La extensión de la nota es irrelevante
respecto a la duración y contenidos de la entrevista, derecho que, parcialmente,
tiene el periodista para editar la misma. En el mismo se omiten varios comentarios
de EB y además se adecuan sus dichos de acuerdo a la intencionalidad de quien
escribe.(También un derecho parcial, en función del objetivo y la verdad que debe
imperar, independientemente de los prejuicios del entrevistador)
Es imposible efectuar correcciones de todo lo escrito, dada la reescritura realizada
sobre lo dicho en la entrevista y los comentarios personales del periodista. Por lo
tanto solo señalo aquellos párrafos ostensiblemente alterados..
“REPORTAJE” PUBLICADO Y COMENTARIOS
"Yo fui un buen oficial de inteligencia, no un buen torturador", asegura el ex mayor
del ejército argentino Ernesto Barreiro. "Me eligieron dos años seguidos como el
mejor oficial de mi unidad. Es absurdo decir que tenía la picana eléctrica en la
mano desde que me levantaba hasta que me acostaba. Además, el empleo de la
picana tampoco garantiza obtener la verdad. Un torturado puede admitir cualquier
cosa."
- El hecho es que está usted siendo juzgado por más de 500 crímenes de lesa
humanidad.
- Mire, ahora mismo ni siquiera sé cuantos hechos me imputan. Porque cada poco
tiempo se añaden cosas nuevas a mi causa.
Ernesto Barreiro me recibe en un pequeño locutorio de la cárcel de Córdoba, en
uno de cuyos módulos conviven cuatro decenas de significados ejecutores de la
sangrienta represión desatada tras el golpe militar del 24 de marzo de 1976. Es la
primera entrevista que mantiene con un periodista desde que fue extraditado y
procesado. "Tiene usted un par de cojones, Romero", me dice con una sonrisa
cínica. "Ha hecho usted reportajes de televisión y ha escrito artículos, incluso un
libro, atacándonos a los militares argentinos. Y aún se atreve a venir a hablar
conmigo".Falso: dije que el tenía huevos para hacerme una entrevista, cosa que
muchos periodistas argentinos no tienen, ya que son cobardes.
"Somos dos hombres, Barreiro", le respondo. "Aunque no estemos de acuerdo en
nada, podemos hablar". "Cierto. Ya lo hemos hecho antes".
Foto obtenida de Pagina 12, periódico dirigido por
Barreiro con un amigo.
El ex montonero terrorista Horacio Verbitsky
Es la tercera vez que me entrevisto con Barreiro. La primera fue en su casa de
Buenos Aires, a finales de 1988 FALSO:Nunca estuvo en mi casa, nos
reunimosen las oficina de un amigo. La segunda, durante una visita que hizo a
Madrid pocos años después. En ambas ocasiones admitió, "con orgullo castrense"
y sin pudor ético alguno, que se había manchado las manos de sangre(
FALSO:NUNCAPRONUNCIÉ ESA FRASE ANTE NADIE) durante la llamada
"guerra sucia contra la subversión". Ahora se muestra mucho más prudente. Y
aquella descarada sinceridad suya, rayana en la insolencia, se ve condicionada
por la celebración del juicio oral sobre sus responsabilidades en crímenes
cometidos en el campo de detención de La Perla.
Algunos testigos aseguran que usted se jactaba de emplear un 'método criollo' de
tortura, unas 'formas argentinas de tormento' en contraposición a la 'escuela
francesa' desarrollada por la contrainsurgencia en Argelia.
Eso es una tontería. De esa 'escuela francesa' se nos habló en la Escuela
de Guerra como de un hecho histórico, pero nunca conformó una doctrina.
Lo que yo decía es que en Argentina, tras el golpe militar, los oficiales de
inteligencia tuvimos que arreglárnoslas por nosotros mismos e hicimos las
cosas 'a la criolla'. Por ejemplo, con el uso de las picanas eléctricas que se
empleaban en la ganadería. FALSO: No pronuncié esa frase ni nada
parecido.La mayor mentira de la nota.
Ya fuera a la francesa o a la criolla, la tortura se practicó de modo sistemático...
Hicimos todo lo que no está incluido en la Convención de Ginebra. Pero
entienda que en este momento yo no pueda decirlo.Falso:mi referencia era
a que los prisioneros no estaban sometidos la Convención de Ginebra por
ser clandestinos
¿Espera usted ganar algo callando hechos probados?
No. No me valdría de nada. La Perla no era precisamente un jardín de
infantes. Falso: dije lo contrario, “para el juicio La Perla era un jardín
deinfantes”Y, por eso, nos están juzgando. Pero no me pida que yo, que
era un oscuro teniente primero, diga lo que deberían decir mis superiores.
Estoy entre dos fuegos. Me encantaría contar todo lo que sé, pero mis
superiores no quieren hablar y la suerte de mis subalternos dependen de lo
que yo diga. Si me condenan a cadena perpetua y ellos se libran me sentiré
feliz.
Nadie habla, Barreiro. El hecho es que se ha detenido, juzgado y condenado a
numerosos responsables de la represión, y seguimos sin tener informaciones
precisas sobre la suerte de cerca de 30.000 desaparecidos bajo la dictadura.
Sí. Fíjese que ya han fallecido entre rejas 223 prisioneros por crímenes de
lesa humanidad. Pero tampoco fueron 30.000 los desaparecidos, sino siete
mil y pico. Aquí, en Córdoba, los archivos de la Memoria Histórica hablan
de un millar de víctimas, entre muertos, presos y desaparecidos. Un día le
pregunté a la secretaria del juzgado cuántas desapariciones estaban
registradas desde un punto de vista judicial. Y me respondió que unas 400,
incluyendo alguna de la época de Lanussse, desde 1971. Y eso que
Córdoba era un foco revolucionario importante.
¿No llevaban ustedes un registro de los detenidos?
Sí, naturalmente. Teníamos todo perfectamente detallado, con datos de
cuantos prisioneros pasaron por La Perla. Pero esos archivos ya no existen.
Y nosotros somos quienes más lamentamos su pérdida. Porque si hubiera
documentos oficiales, servirían para establecer la verdad histórica de lo que
ocurrió.
¿Qué pasó con toda la documentación militar?
Que el general Nicolaides ordenó destruirla, incinerándola. Yo maldigo esa
orden, que bajó desde el alto mando hasta los últimos destacamentos.
Además de los datos personales de los detenidos, ¿figuraba en los registros el
destino final de cada uno de ellos?
Sí. Se consignaba cuando eran 'trasladados'.
Querrá usted decir asesinados, Barreiro. 'Trasladados' es el más siniestro de los
eufemismos militares.
La palabra 'trasladados' tenía un significado amplio. Puede ser que fuesen
ejecutados.Falso:no pronuncié esa frase.Los 'traslados' los ordenaba el
mando supremo, que se llevaba a los prisioneros vivos en camiones. Pero
de eso tampoco quiero hablar hasta que acabe el juicio.
¿Cómo se decidía la muerte y la desaparición de un detenido?
Eso pregúnteselo usted a mi comandante en jefe, el general Menéndez.
Usted siempre estuvo de acuerdo con él. Ha dicho que lo admira.
Militarmente lo respeto. Pero en lo político, yo era peronista y él era
antiperonista.
Hay numerosos testimonios de su actividad como torturador, Barreiro.
Insisto en que no quiero entrar en detalles sobre lo que ocurrió. Pero me
responsabilizo de cuanto hicieron o dejaron de hacer mis subalternos,
incluyendo los interrogatorios con métodos no ortodoxos.
Eso es otro eufemismo para no hablar de torturas.
Es el nombre que le corresponde. Los métodos de interrogatorio abarcan
un arco infinito de acciones.
¿Incluyendo violaciones de detenidas?'
No. Eso no. Se lo aseguro desde el fondo de mi alma. Al menos, que yo lo
supiera. (Tambien dije: “Si lo hubiera visto le habría pegado un tiro al que
lohizo”)Pero hay que poner las cosas en su lugar. Sí que hubo
algunasrelaciones sexuales (Falso,no pronuncié esa frase), incluso una
prisionera llamada Dora Zárate acabó casándose con un agente y la pareja
duró 24 años. Otra, que ha declarado en el juicio como testigo, Cecilia
Suzara, convivió con un agente civil llamado Héctor Romero. Tampoco nos
quedábamos con las detenidas que estuvieran embarazadas, porque así lo
ordenó el general Menéndez. En La Perla no hubo prisioneras que dieran a
luz. Recuerdo que un tipo al que detuvimos junto a su mujer embarazada
aceptó informarnos si liberábamos a su esposa; habló, y la soltamos dos
días después.
Los interrogadores de la Perla, ¿podían hacer lo que quisieran con los detenidos?
Nuestras órdenes eran obtener información como fuera .Falso
¿No les pedían cuentas de los daños que causaran?
No hacía falta. Los altos mandos concurrían constantemente a la Perla y
sabían perfectamente lo que pasaba allí. Tampoco podíamos pedir por
favor a los prisioneros que hablaran.
¿Se considera usted un mero instrumento de represión?
Lo fui, desde un punto de vista militar. Yo era un hombre de ejército,
preparado para cualquier eventualidad. He explicado al Tribunal cómo
piensa y siente una persona formada con el objetivo fundamental de cumplir
órdenes. Nos preparan para matar y para morir. Y nos sacan a la calle para
eso, no para otra cosa. Nuestra conducta está condicionada para eso. Mire,
al piloto que arrojó la bomba atómica lo recibieron como un héroe,
conscientes de las miles de personas que había matado. Y nosotros somos
considerados unos asesinos.
¿No se arrepiente de nada de lo que hizo?
Hice lo que tenía que hacer. No estoy arrepentido. Pero hoy no volvería a
hacerlo. Porque yo era un hombre de paz, estaba en contra del golpe de
Estado y tuve que violentar mi posición política. En el 77 ya decíamos, en
panfletos militares de circulación interna, que corríamos el riesgo de que un
día hubiera juicios como el de Nuremberg. Pero ahora no se puede
entender lo que entonces vivimos, con el idealismo de los veinte años y la
adrenalina cotidiana, cuando uno salía de casa cada día esperando que la
guerrilla lo matara. Yo tuve que pelear. Y lo hice convencido, para impedir
que Argentina se convirtiera en otra Cuba.
¿Nunca se planteó que los métodos criminales del terrorismo de Estado no eran
válidos?
La incompetencia de nuestros mandos militares, de quienes tomaron las
decisiones, era muy grande. Algunos comprendimos que era una
barbaridad hacer todo de forma irregular. No tendría que haber
desaparecidos, sino fusilados después de haber sido juzgados en consejos
de guerra y condenados a muerte. No todos, sino quienes lo merecieran.
Eso es lo que habría querido hacer el general Menéndez.
Lágrimas por una detenida desaparecida
Con un constante gesto irónico, que recuerda la sonrisa cínica de Jack Nicholson,
Barreiro se muestra siempre seguro y frío. Hasta que un recuerdo parece a punto
de quebrar su ánimo: el de Graciela Doldan, una joven guerrillera que había sido
compañera de Sabino Navarro, uno de los fundadores de Montoneros. 'El Nabo'
la interrogó repetidas veces, y ambos desarrollaron una extraña relación en
el infierno de La Perla.
Durante una de las sesiones del juicio, admitió que solía tumbarse al lado de la
detenida para mantener largas conversaciones. Varios testigos contaron que ella
no quería morir con los ojos tapados, y que usted no sólo le había prometido
quitarle la venda cuando la fusilaran sino que intentaría ser quien la matara. Pero
el día que 'trasladaron' a Graciela, el ex teniente se ausentó. Y ella le dejó un
recado a gritos: "Díganle a Barreiro que es un cagón".
¿Es verdad eso, Barreiro?
No. Sólo es folclore político, una leyenda. Nunca le prometí nada. Y
tampoco habría podido hacer eso que dicen, porque excedía mi poder.
Pero, ¿es cierto que hablaban a solas durante horas?
Sí. Yo hablaba mucho con todos los prisioneros, buscando 'atajos políticos'.
Pero sobre todo hablé con ella. El mismo día que cayó presa tuvimos una
conversación profunda. Yo le expliqué que era enemigo de la tortura como
método de trabajo, desde un punto de vista profesional y dejando aparte lo
moral. Y ella comprendió que podía colaborar para que no cayera gente
inocente, evitando errores que causaran sufrimientos inútiles.
¿Qué clase de relación desarrolló usted con ella?
Yo sentía y aún siento por ella un gran respeto personal y político. Me
parecía una gran mujer... Perdone, Romero, pero tengo que callarme un
rato.Falso: no pronuncié esa frase
Me sorprendió que Ernesto Barreiro --definido por varios sobrevivientes de La
Perla como un torturador despiadado-- bajase la cabeza, visiblemente emocionado
por el recuerdo de aquella prisionera desaparecida. Pero enseguida volvió a
mirarme de frente, acaso para mostrarme que no se avergonzaba de tener los ojos
húmedos. Y me vinieron a la memoria las turbias historias sentimentales, surgidas
entre víctimas del terror y sus verdugos en los calabozos de la Escuela de
Mecánica de la Armada que, años atrás, me contaron algunas de las prisioneras
que las vivieron.
¿Hubo algo más que respeto, Barreiro?
Nada. Ni siquiera le concedí privilegio alguno. El hecho es que la
'trasladaron', a diferencia de una docena y media de excombatientes
guerrilleros que permanecieron colaborando con nosotros hasta ser
liberados entre 1978 y 1979. Esos sí tuvieron privilegios: cobraban un
sueldo, podían ir a visitar a sus familias, estudiar. Algunos se fueron a
Europa y volvieron presentándose como víctimas de la represión.
Finalmente, Ernesto Barreiro pasa al ataque. Insiste en decir que los juicios contra
los grandes criminales de la dictadura(agregado por él) son una forma de
"venganza jurídica".FALSO: Dije sólo que los juicios son una forma de
venganza,no hablé de grandes criminales de la dictaduraQue los Derechos
Humanos se han convertido en el negocio de muchos. Y que queda pendiente un
balance histórico justo. "Tal vez se pueda hacer dentro de unos años, cuando
anulen el perdón a los guerrilleros y se juzgue y encarcele a terroristas como
Firmenich, que hoy viven en libertad", sostiene.
Oficialmente usted es católico. ¿Cree en Dios?
Soy creyente pero no practicante.
¿Duerme usted bien?
Como los dioses. Porque a mis 66 años, ya veo la vida de otra manera. Y
me queda poco por hacer.
Tiene cinco hijos...
Sí. El mayor, de 42 años; y el menor, de 34.
¿Sus hijos le han juzgado?
Creo que no. Yo no pretendí formarlos ideológicamente y siempre fui muy
liberal con ellos. Pienso que fui un buen padre. Y mantenemos una buena
relación. Hay uno que no convalida mi pasado, pero tampoco puede ir en
contra de su propia sangre. También tengo una esposa excepcional,
comprensiva y luchadora.
¿Es usted consciente de que no volverá a pisar la calle en libertad?
Sí. Lo pienso constantemente. Pero Dios proveerá. Mi ánimo no cambia.
Ernesto Barreiro, torturador y carapintada
Las acusaciones son temerarias y nunca podrán ser
demostradas legalmente con pruebas.
Procesado por 518 crímenes de Lesa Humanidad, a Barreiro se le imputan 228
privaciones ilegitimas de libertad agravadas, 211 casos de tormentos agravados y 13
de tormentos seguidos de muerte, 65 homicidios calificados, y el secuestro de un
menor de 10 años. Gravísimos delitos que habría cometido en Córdoba, la segunda
ciudad de Argentina, sede de la III Región Militar bajo el mando del general Luciano
Benjamín Menéndez, considerado como el más duro de los centuriones golpistas. De
ello está rindiendo cuentas ante el Tribunal Federal Oral nº 1. A fines de 1975 el
teniente primero Ernesto Barreiro, apodado 'el nabo' y 'el gringo', se incorporó al
Destacamento de Inteligencia 141 en Córdoba. Durante dos años formó parte del
siniestro Comando Libertadores de América, antes de ser el jefe de los interrogadores
del campo de detención de La Perla. En 1987 fue acusado de seis casos de tortura y
uno de homicidio. Pero se negó a comparecer ante la Justicia Federal y encabezó el
alzamiento militar de 'los carapintadas', siendo su portavoz. Dado de baja en el
ejército, se benefició de la Ley de Obediencia Debida. Tras anularse las leyes de
impunidad, se fugó a los Estados Unidos, de donde fue extraditado en 2007.
Falso: me fui con legalmente con visa de negocios en el 2001 y permití
mi deportación, no fui extraditado.
El texto pertenece al Diario del juicio, elaborado por los familiares de
los desaparecidos de Córdoba, quienes en su mayoría son apologistas
del terrorismo
La Perla, centro de torturas
La Perla fue uno de los mayores y más siniestros entre el medio millar de centros
clandestinos de detención, tortura y desaparición establecidos por la dictadura militar
argentina. Situado una docena de kilómetros fuera de la ciudad de Córdoba, sobre la
carretera nacional 20, de sus instalaciones desaparecieron unos 2.000 detenidos. La
Justicia busca el esclarecimiento de los crímenes allí cometidos mediante la
denominada 'Megacausa de La Perla', que agrupa casos con 45 procesados
(militares, personal civil de inteligencia y policías), 416 víctimas y cerca de 900
testigos. El juicio oral, que se celebra en el Tribunal Federal nº 1, puede prolongarse
todavía durante un año. En un edificio de ladrillo denominado 'la cuadra' --donde hoy
se encuentra un Museo de la Memoria-- había una sala de torturas, a la que los
militares denominaban 'la margarita' por la forma del modelo de picana eléctrica que
allí utilizaban. En ella se torturaba, siempre bajo control médico. En su puerta habían
colocado un rótulo de macabro humor: 'Sala de terapia intensiva. No se admiten
enfermos.' De la brutalidad y amplitud de la represión en Córdoba da idea el
testimonio de un campesino, que contó haber presenciado el fusilamiento con
ametralladoras de unos 120 detenidos. Idem anterior
ACLARACIÓN ENVIADA EL 17/11/2013 (por medio del DrViola,abogado defensor)
Vicente:
Haciendo memoria sobre lo conversado debo hacerte un par de aclaraciones
que considero importantes:
Cuando hice mención a que en La Perla no hubo embarazadas debí decirte
que sí hubo embarazadas, pero lo que no hubieron fueron partos.
Referido a lo que consideré que lo apropiado era realizar Consejos de Guerra
y aplicar la pena de muerte, es obvio que eso no debería significar fusilar a
todo el mundo, sino a lo que resultare de acuerdo a los delitos cometidos, es
decir que la pena a recibir debería ser acorde a los mismos.
De hecho eso ocurrió en Córdoba, donde una cantidad de personas no
despreciable fue juzgada y condenada por Consejos de Guerra y han
declarado en el juicio lo ocurrido en los mismos.
También solía ocurrir que varios de ellos, luego de cumplida la pena, eran
puestas a disposición del PEN (Poder Ejecutivo Nacional) y continuaban
presos hasta que se disponía su libertad, en ambas decisiones sin mediar
explicación alguna.
Te saluda:
ERNESTO BARREIRO
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