1 SANTOS RENE GOUPIL Y JUAN DE LA LANDE Jaime Correa Castelblanco, S.J. 2 Presentación Estas vidas de San René Goupil y de San Juan de La Lande son las vigesimoséptima y vigesimoctava de una serie dedicada a los santos de la Compañía de Jesús. San René es el primero de los mártires jesuitas de Norte América. San Juan de La Lande sigue en el martirio a San Isaac Jogues, entre los iroqueses. Ambos, primero son donados o laicos consagrados en la Compañía de Jesús. Antes de morir, el primero es incorporado a la Compañía de Jesús. 3 CONTENIDO SAN RENE GOUPIL Nacimiento y patria Un laico consagrado El Canadá En Nueva Francia Una invitación hacia el heroísmo En viaje hacia los hurones Prisionero de los iroqueses Las primeras torturas Los votos en la Compañía Las torturas en tierras iroquesas En la aldea de Ossernenon Los holandeses de Nueva Holanda La vida de los prisioneros El martirio Las reliquias La glorificación SAN JUAN DE LA LANDE Nacimiento Un ofrecimiento heroico Hacia tierras iroquesas En las aldeas iroquesas El martirio de San Isaac El martirio de Juan La glorificación 4 SAN RENE GOUPIL Fiesta: 19 de octubre Es la verdadera primicia de los mártires que dan su vida por la evangelización en Norte América. Es considerado como uno de los patronos de la ciudad de New York en los Estados Unidos. Nacimiento y patria René nace en Angers de Francia en 1607, el mismo año del nacimiento de San Isaac Jogues. En París ingresa en la Compañía de Jesús, con la intención de ser sacerdote. Permanece varios meses en el noviciado y es buen religioso. Por razones de salud, los Superiores le aconsejan dejar la Compañía. René sufre porque desea consagrar su vida. También sus compañeros sienten una gran pena. En pocos meses han aprendido a quererlo. René, entonces, estudia medicina varios años. Consigue éxitos. Pero, en el corazón, siempre mantiene el deseo de ser jesuita y servir a Dios. Un laico consagrado En 1639, tiene una segunda oportunidad. Le parece que Dios se ha acordado de él y lo invita nuevamente. La Compañía de Jesús ha tomado la enorme responsabilidad de la evangelización en Norte América. Las misiones del Canadá o Nueva Francia necesitan misioneros. La mies es muy abundante y los obreros son pocos. Para ello los jesuitas han fundado en Francia, con gran creatividad, un estatuto de misioneros laicos bajo el amparo de la Compañía. No son religiosos, pero sí emiten las promesas de castidad y obediencia en la Compañía de Jesús. Con esas promesas o votos privados viven en las comunidades y prestan sus mejores servicios a la Misión. Son los "donados". A ellos les está reservado el trabajo de construcción en los puestos de misión, el adquirir mercancías, dirigir los hospitales, catequizar, y con sus vidas fervorosas ser ejemplo para todos. René con gran entusiasmo se ofrece nuevamente. Ha orado mucho y está dispuesto a entregar su vida en el Canadá. Como su salud parece recuperada, los Superiores lo admiten en la calidad de donado. Su destino inmediato es Nueva Francia. Se despide alegremente de su familia y se embarca con un grupo de jesuitas. El Canadá Nueva Francia, o Canadá, había sido descubierta por el normando Jacques Cartier en 1534. 5 En casi un siglo, muy poco se ha hecho respecto a colonización y nuevos descubrimientos. En 1609, el célebre Samuel Champlain ha decidido fundar ciudades. Primero Quebec, y después un fuerte en Montreal. Champlain obtiene también que los Padres franciscanos recoletos se encarguen del cuidado espiritual de los franceses y de la evangelización de los nativos. En 1625, los franciscanos piden la colaboración de la Compañía de Jesús. Ese es el inicio de las Misiones en el Canadá. Los jesuitas envían el primer contingente de cinco misioneros en septiembre de 1625. En 1629 todos los franceses, y también los jesuitas, son expulsados de Nueva Francia, por las armas inglesas. La devolución de Canadá al gobierno francés tiene lugar en 1632. Los jesuitas vuelven de inmediato a su Misión. Las expediciones de misioneros salen, una tras otra, sin interrupción. En 1639 los misioneros son numerosos en el continente americano. En Nueva Francia En Quebec, en un primer tiempo, René es nombrado responsable de los trabajos domésticos de la Residencia de Nuestra Señora de los Angeles. Con devoción y alegría, se entrega a esta labor humilde y necesaria. Muy pronto es destinado al hospital. Se necesita un cirujano, y René tiene estudios suficientes. Desempeña bien su oficio. La natural simpatía con que atiende a los franceses va ganando el corazón de muchos. Poco después, está en el hospital de Sillary, a unos pocos kilómetros de la ciudad de Quebec. Sillary es la Misión jesuita para los indios algonquinos. Allí René es cirujano, porque ése es su oficio. En Sillary René trabaja dos años. Todos aprecian su habilidad y el afecto que siente hacia los indios. René es feliz, entre los enfermos y los pobres. Con cariño acostumbra a hacer el signo de la cruz en la frente de los niños enfermos. Una invitación hacia el heroísmo En el hospital de Sillary, en julio de 1642, recibe la visita del P. Bartolomé Vimont, el Superior de Nueva Francia, y la del Padre Isaac Jogues. Esta visita le cambia la vida. Ambos le proponen hacer un discernimiento. Se trata de un destino a la Misión de los hurones. Hay ahí muchos enfermos. Las epidemias de fiebres no han cesado. El trabajo es extremadamente peligroso porque existe el serio peligro de caer en manos de los iroqueses. De inmediato René da su respuesta. Su más íntimo deseo ha sido siempre recibir ese destino. Durante los dos años pasados en Nueva Francia lo había pedido, insistentemente, al Señor. En unos relatos posteriores, que se conservan en los archivos de la Compañía de Jesús, ambos sacerdotes dan un excelente testimonio acerca de René. 6 El P. Bartolomé Vimont dice: "Cuando le propusimos ir a los hurones, su corazón ardió con alegría. Manifestó gozo ante las razones dadas, por mí, acerca de los peligros. Se mostró dispuesto a dar la vida por Dios, si fuere necesario". San Isaac Jogues atestigua: "No puedo expresar la alegría que manifestó este joven cuando el Superior le habló de su posible nueva misión. Por cierto, él conocía muy bien los peligros que le asecharían en el río. Supo todo acerca del odio de los iroqueses. Nada de esto fue considerado en contra por él. Con gran libertad y gozo se ofreció a partir". En viaje hacia los hurones El 28 de julio de 1642 sale de Quebec en compañía de san Isaac Jogues. En su interior lleva un corazón agradecido y un propósito muy firme de servir en todo en el nuevo destino. Ambos viajeros llegan a Trois Rivières el 30 de julio. Allí, con los Padres, celebran la fiesta de San Ignacio. René pasa el día en oración, impaciente por partir. El 1 de agosto, en una canoa, distinta a la de Isaac Jogues, se embarca hacia los hurones. En la orilla, de rodillas, recibe la bendición del Padre Juan de Brébeuf. Según los informes, el río parece estar libre de iroqueses. Los hurones van en trece canoas. El primer día navegan, alertas, a través del lago San Pedro. Al día siguiente, en una playa de las islas del lago, encuentran huellas frescas de gente que ha pasado por ahí. El hurón Eustacio Ahatsistari, famoso por su experiencia guerrera, afirma que son huellas de iroqueses. Pero afirma: "Por valientes que sean, no son más que tres canoas iroquesas. No les tenemos miedo". Prisionero de los iroqueses Continúan la jornada. Una milla más abajo, son sorprendidos, de repente, por setenta iroqueses en doce canoas que salen de la espesura. Los iroqueses mohawks tienen mosquetes, entregados por los holandeses, sus aliados, y los hurones solamente flechas. La batalla, por la vida y la muerte, es, entonces, muy dura. Pero al cabo de una hora, los hurones pierden la partida. Se hace necesario huir. Algunas canoas huronas logran escapar hacia las orillas del bosque, entre ellas la de René Goupil y la de Isaac Jogues. Los otros hurones, aterrorizados, abandonan las canoas y corren a ocultarse entre los inmensos árboles, en lo más espeso del bosque. Isaac Jogues es muy fuerte. Nada y corre con todas las fuerzas. Se pone a salvo. Pero René Goupil y los otros hurones de su canoa caen en poder de los iroqueses. Entonces Isaac Jogues retrocede y grita a los que ya tienen a René: "Vengan a mí, no tengan miedo. Llévenme también prisionero". Lo agarran, lo golpean, lo desnudan. Cuando lo van a atar, él les dice: "No, no me aten. Yo los seguiré a donde vayan. No voy a abandonar a mis compañeros". 7 Entonces, libre, corre hacia René Goupil. Con profunda pena le dice: "Mi querido hermano, Dios nos ha tratado en forma incomprensible. Pero Él es Maestro y Señor. Que se haga lo que es bueno a sus ojos. Que se haga lo que sea de su agrado. Su Nombre sea siempre bendito". René, golpeado y fuertemente atado, le contesta: "Padre mío. Bendito sea Dios. Él lo permite. Él lo quiere. Que se haga su Voluntad. Yo quiero esto. Yo amo esto. Abrazo esto con todas las fuerzas de mi corazón". San Isaac consuela a los cinco hurones cristianos, con toda el alma. Para la pequeña Teresa Chihwatenhwa tiene palabras de verdadero padre. Con devoción insta, a los hurones no cristianos, una vez más a recibir la Fe. Ellos aceptan y, de inmediato, ahí mismo, con la ayuda de René, los bautiza con agua del río. Eustacio Ahatsistari dice: "Pido a Dios que me otorgue lo que tanto he deseado, vivir y morir contigo". Poco después, el donado Guillermo Coûture, quien se había puesto a salvo, regresa para entregarse a los iroqueses. No quiere abandonar a sus compañeros ni perder la posible gracia del martirio. Isaac lo besa, lleno de ternura. René se siente acompañado con el otro donado que comparte su suerte. Las primeras torturas De inmediato empiezan las torturas de los iroqueses. Con palos y los mosquetes golpean a Isaac, René y a Coûture en la cabeza y los hombros, hasta hacerlos sangrar. Algunos iroqueses, enloquecidos, beben la sangre. Después los arañan fuertemente y les arrancan, con los dientes, algunas uñas. Chupan de inmediato, ávidamente, la sangre de los dedos mutilados. Por último, en veinte canoas y con 23 prisioneros se embarcan con destino a su nación. Los votos en la Compañía Al cuarto día de viaje hacia tierras iroquesas, René Goupil sentado en la misma canoa junto a San Isaac Jogues, le suplica: "Padre mío, Dios me dio siempre el ardiente deseo de consagrarme a Él, a su servicio, con los votos de la Compañía de Jesús. Mis pecados no lo han permitido. Padre, yo deseo pronunciar esos votos, con toda mi alma, en presencia suya y de Dios". San Isaac, con profunda alegría, conmovido hasta las lágrimas, discierne y decide. En nombre del Provincial de Francia, lo acepta en la Compañía. René, allí mismo, en la canoa, pronuncia la fórmula de los votos, que conoce de memoria y tantas veces ha pronunciado en su corazón. "Dios todopoderoso y eterno, yo René Goupil, aunque indigno de presentarme ante Ti, confiado en tu amor infinito e impulsado por el deseo de servirte, en presencia de María la Virgen y de nuestros hermanos los Santos, te prometo con voto, pobreza, castidad y obediencia perpetua en la Compañía de Jesús. Y prometo entrar en la misma Compañía para vivir en ella perpetuamente, entendiendo todo esto según las 8 Constituciones de la misma Compañía. Te pido con humildad, por la Sangre de Jesucristo, que te dignes acoger con agrado este holocausto y, como me has ayudado a desearlo y ofrecértelo, ayúdame a cumplirlo con la abundancia de tu Gracia". El mayor anhelo de René Goupil, tanto tiempo buscado, se cumple con una enorme consolación. Las torturas en tierra iroquesa Al entrar a sus tierras, al sexto día, los iroqueses inician un rito especial con sus prisioneros. Los desnudan totalmente y, como perros rabiosos, muerden las uñas y parte de los dedos. Después cauterizan las heridas con fuego. Al décimo día, llegan al extremo del lago Champlain, en pleno territorio iroqués. Dos veces, al disminuir la guardia de los otros, Isaac Jogues pide a sus compañeros que traten de huir. La respuesta de René Goupil es clara: "Padre mío, yo moriré con Ud. Jamás voy a dejarlo". Por lo demás, ninguno de los dos quiere abandonar a los hurones prisioneros. En la aldea de Ossernenon Al duodécimo día llegan a Ossernenon (la actual ciudad de Auriesville en el Estado de New York), la primera aldea de los mohawks. Y de nuevo soportan las torturas rituales. Primero es la doble hilera de bienvenida, con palos, mosquetes y piedras. Es muy dura porque a los iroqueses de Ossernenon se juntan también los vecinos de Andagaron y Tionontoguen. Encabeza la fila Guillermo Coûture, el donado. Después lo sigue la mitad de los hurones. En el medio, va René Goupil. A continuación sigue la otra mitad hurona. El último de todos es Isaac, llamado Ondessonk. El que sale peor en esta tortura, es René. No atina a cubrir su cabeza con los brazos y queda cubierto de sangre. San Isaac, más tarde dice: "Parecía un leproso". Algo después a René le arrancan el pulgar de la mano derecha con la concha afilada de una ostra y le cortan varias lonjas de carne. Y en la aldea de Andagaron, los niños mohawks le queman el pecho con carbones encendidos y brasas ardientes. Los holandeses de Nueva Holanda Una semana después, los iroqueses mohwaks viajan al Fuerte Rensselaerswyck (la actual ciudad de Albany en los Estados Unidos) y cuentan a sus aliados holandeses la captura de Isaac Jogues, René Goupil, Coûture y la de los hurones. 9 Los holandeses, a pesar de ser todos calvinistas, quedan horrorizados. Los iroqueses, después del diálogo, no son capaces de entender que el jefe holandés esté en desacuerdo respecto a la muerte de los franceses. Informado el Director General de Nueva Holanda, en New Amsterdam (hoy, la ciudad de New York), éste ordena obtener el rescate de los franceses, pero sin perder la alianza con los iroqueses. Arendt Van Corlaer viaja a Ossernenon el 5 de septiembre de 1642. Conversa largamente con Isaac, René y Coûture. Les promete ayudarlos. En la aldea de Tionontoguen renueva la alianza con el pueblo mohwak y ofrece comprar el rescate de los franceses. Los sachems, después de largos parlamentos, aceptan las palabras de paz de Van Corlaer, pero rehusan entregar a Ondessonk, a René y a Coûture. Solamente se obtiene la promesa de que conservarán la vida. La vida de los prisioneros Después de mucho discutir entre ellos, en los días siguientes, los mohawks deciden otorgar una relativa libertad a los tres franceses, para poder moverse en la aldea. La vigilancia es muy dura. Poco a poco, los prisioneros empiezan a recorrer, una tras otra, las 40 cabañas de Ossernenon y llegan hasta salir al valle. A diferencia de Isaac, a René le cuesta mucho acostumbrarse a la comida y a la vida de los mohawks. Con su temperamento delicado, no soporta el frío ni la carne cruda y grasienta del castor. Además no puede comprender el terrible odio de los iroqueses hacia los hurones y los franceses. La misma piedad de René lo hace más odioso ante los iroqueses. Los mohwaks lo ven, muchas veces, de rodillas. Es una postura cobarde para ellos. Lo observan mover los labios, con las manos sobre el pecho, y piensan que invoca a los demonios. Isaac se da cuenta del odio de los iroqueses. Con preocupación, le indica a René que las devociones no debe hacerlas en público. El martirio Por su manera de ser, los iroqueses mohawks concentran todo el odio en René Goupil. Lo separan de Isaac y lo entregan a otra familia iroquesa. Un día jugando con un niño, René le hace la señal de la cruz en la frente. Esto enfurece al padre, porque teme un hechizo. Los holandeses han dicho que ese signo es pernicioso. Cuando San Isaac conoce el incidente, saca a René al campo para alejarlo de las iras de los mohawks. René Goupil se confiesa y pide disculpas por su imprudencia. Cuando regresan, a la entrada de la aldea, dos mohawks los detienen. Indignados, obligan a Isaac a seguir caminando. René debe caminar con ellos. 10 Después inmisericordes, sobre la cabeza de René, descargan el tomahawk, o hacha de guerra. San Isaac lo oye decir: "Jesús". Corre a su lado y le da la absolución. Los mohawks, como ven a René Goupil todavía vivo, lo rematan con otros dos hachazos. Es la tarde del 29 de septiembre de 1642. Las reliquias Isaac, al día siguiente, empieza a buscar, con ansias, el cuerpo de René. Desea darle sepultura y mantenerlo lejos de las fieras. Después de mucho lo encuentra, al anochecer, junto al río. Los perros de los iroqueses lo han destrozado en gran parte. Isaac recoge sus restos en un saco, lo asegura con una piedra y lo echa al fondo del torrente, para darle sepultura al día siguiente. No le es posible salir de la aldea al otro día. En el subsiguiente, va al lugar y no encuentra rastro alguno. Los niños iroqueses lo han llevado al bosque para que sea devorado por los perros y los lobos. Sólo en la primavera siguiente, Isaac encuentra lo que resta del cuerpo de René: el cráneo y los huesos. Los envuelve con veneración y los entierra, con la esperanza de trasladarlos algún día a Trois Rivières. La glorificación San René Goupil fue canonizado el 26 de junio de 1930, conjuntamente con San Isaac Jogues y San Juan de La Lande. Ellos son los patronos de los Estados Unidos de América. En la misma ceremonia fueron también canonizados San Juan de Brébeuf, San Antonio Daniel, San Gabriel Lalement, San Carlos Garnier y San Natal Chabanel, los patronos del Canadá. 11 SAN JUAN DE LA LANDE Fiesta: 19 de octubre San Juan de La Lande es el patrono de los laicos que han consagrado sus vidas en el apostolado de la Compañía de Jesús. Nacimiento Muy escasas noticias tenemos de la vida de este santo. Nace en Dieppe, en la Normandía francesa. Ya adulto, viaja al Canadá con la intención de dedicar su vida al servicio de Dios en el Nuevo mundo. A su llegada a Quebec, se ofrece formalmente, al Superior de Nueva Francia, como donado. Hace voto de trabajar en las misiones como ayudante de los misioneros, sin ninguna recompensa, ser obediente al Superior jesuita y vivir perpetuamente en castidad. Un ofrecimiento heroico En septiembre de 1646, se ofrece como compañero de Isaac Jogues para la nueva misión de la nación mohawk en los pueblos iroqueses. Poco antes, en el mes de mayo, Isaac ha logrado establecer un tratado de paz con esa nación. Isaac Jogues es designado, ahora, como embajador para lograr la paz. Está regresando al sitio donde ha sido torturado un año y medio antes. Isaac tiene muy largas conversaciones con el joven donado. Le explica el largo viaje y los trabajos. Le detalla las privaciones y los sufrimientos que le esperan. Entre los mohawks, deberá adoptar el estilo de vida de los iroqueses. Muy seriamente, le habla de los peligros espirituales, especialmente de los referentes a la castidad, por la excesiva promiscuidad de los indígenas. Le muestra sus manos mutiladas y le habla del posible martirio. Juan de La Lande lo escucha tranquilo. No muestra temor alguno. Sencillamente dice que él desea vivir entre los mohawks con Isaac Jogues. Hacia tierras iroquesas El lunes 24 de septiembre de 1646, en Trois Rivières, Juan de La Lande comulga devotamente en la misa dicha por Isaac Jogues. Una hora después se embarca, con su compañero, en las canoas de los embajadores hurones, rumbo a los territorios de los mohawks. Todo parece ir bien. Sin embargo, los hurones, deciden posponer la embajada, a la altura del abandonado Fuerte Richelieu. Solamente Otrihouré, jefe hurón, se mantiene firme en 12 acompañarlos. Los tres, en una sola canoa cruzan los rápidos y, el 1 de octubre llegan al lago Champlain. En las aldeas iroquesas En la segunda semana de octubre cruzan las cascadas, hacia el Lago del Santo Sacramento. El 14 de octubre llegan a las cercanías de Ossernenon (la actual Auriesville en el Estado de New York), la primera aldea de los iroqueses. Los mohawks no los reciben amigablemente. Los amenazan, los empujan y los echan por tierra. Les desgarran la ropa. Con duras palabras, los mohawks dicen que no quieren la paz. Todos gritan, con odio. Juan de La Lande mira a Isaac Jogues, sin comprender. ¿Qué está pasando? Por los hurones cautivos, Isaac conoce la verdad y la trasmite a su joven compañero. La epidemia de gripe ha diezmado a los mohawks, y la cosecha se ha perdido en el invierno. La culpa es de Isaac y sus franceses. Ha habido un concilio entre las naciones iroquesas y se ha repudiado la paz aceptada en Trois Rivières. Isaac Jogues dice a Juan de La Lande que la paz se ha perdido. Ahora, impera nuevamente la guerra. Los dos, por lo tanto, son prisioneros y pueden ser condenados a muerte. El martirio de San Isaac En la tarde del 18 de octubre de 1646 hay un concilio de jefes sachems para decidir la suerte de los prisioneros. El clan de los lobos está por la vida de Ondessonk y su compañero. El clan de los osos, violentamente, vota por la muerte. Esa misma noche, los osos invitan a Isaac a un banquete fraternal. Ondessonk asiste, acompañado por los lobos. No aceptar la invitación sería una cobardía y una muestra de intolerable enemistad. Al entrar a la cabaña los osos, le dan muerte con un tomahawk o hacha de combate. El martirio de Juan Juan de La Lande, entretanto, queda bajo la protección del clan de los lobos. Después de la muerte de Isaac, es defendido con valor. Echado en la tienda, apenas puede comprender lo que pasa. Reza mucho y tiene miedo. Sin embargo, sacando fuerzas de flaqueza, se sobrepone, y se ofrece a Dios. En la madrugada del 19 de octubre, Juan decide deslizarse de su cabaña para rescatar los restos de su padre y amigo Isaac Jogues. Entonces los osos, que están atentos, saltan sobre él y lo ultiman a golpes de tomahawk. Su cabeza, poco después, queda expuesta en la empalizada. 13 La glorificación San Juan de La Lande fue canonizado el 26 de junio de 1930, conjuntamente con San Isaac Jogues y San René Goupil. En la misma ceremonia fueron canonizados: Juan de Brébeuf, Antonio Daniel, Gabriel Lalement, Carlos Garnier y Natal Chabanel. 14 SANTOS JESUITAS Colección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San San Ignacio de Loyola Francisco Javier Estanislao de Kostka Francisco de Borja Luis Gonzaga Edmundo Campion Alexander Briant Pedro Canisio Pablo Miki Juan Soan Diego Kisai Roberto Southwell Enrique Walpole Claudio La Colombière Alonso Rodríguez Pedro Claver Roberto Belarmino Juan Ogilvie Bernardino Realino Juan Berchmans Nicolás Owen Roque González Alfonso Rodríguez Juan del Castillo Juan Francisco Régis Isaac Jogues René Goupil Juan de La Lande Juan de Brébeuf Antonio Daniel Gabriel Lalement Carlos Garnier Natal Chabanel Distribuye: JAIME CORREA C. Alonso Ovalle 1480 Casilla 597 - Teléfono 6984868 Santiago de Chile. Nihil Obstat Imprimi Potest Guillermo Marshall Silva, S.J. Provincial de la Compañía de Jesús en Chile Santiago, 30 de marzo de 1995 Imprimatur Sergio Valech Aldunate Vicario General de Santiago de Chile Santiago, 3 de abril de 1995
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