el verdadero rey de tholem

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El verdadero rey de Tholem
E
n aquel lugar tan lejano, tenebroso, aterrador, sólo se escuchaban
las botas de los soldados y se olía el rancio olor a pólvora y tabaco;
la gente no se asomaba ni siquiera por sus ventanas y los niños no podían
disfrutar una tarde de sol por su espesa neblina.
Ese reino tan chico se llamaba Tholem; allí, hace más ó menos cien
años atrás, reinaba el amor y la paz, los niños salían a disfrutar de aquellas
tardes de sol en sus parques llenos de flores con sus dulces aromas vivos;
un joven llamado Lian, de diez años, creció y gozó cada uno de sus días. El
gran Rey Víctor –quien era dueño y señor de muchas tierras y tenía un
gran ejército que no usaba desde su última conquista, a los treinta y dos
años de edad– se dedicó, en vez de conquistar tierras, a administrarlas y
cosecharlas, haciendo un reinado de amor y felicidad durante muchos
años. Víctor falleció por circunstancias de la vida, dejando todo el reino a
su sobrino Iván V –hijo de su hermana– a quién los antiguos reyes, padres
del Rey Víctor, jamás tuvieron en cuenta.
Hoy, con sus dieciocho años de edad y lleno de poder en sus manos,
tales como decretos; leyes y el gran ejército invencible del Rey Víctor,
nada tenía que ver con ese chico que antes acumuló día a día, en su niñez
y adolescencia, sentimientos negativos para con los demás, por las burlas
que recibía al no tener nada. Aparte, se sumaba que poseía una enorme
nariz. Era tan…pero tan enorme y deforme, que parecía una monumental
BATATA grande y violeta; por esa razón el pueblo le había puesto el apodo
del Rey Bataiván. El Rey Iván V, al saber que todo su reino lo había
bautizado así, enfurecido, mandó a sus delegados a decretar una Ley que
consistía en que aquellas personas que lo llamaran de esa manera serían
desterradas de todos sus bienes y su familia entera, desde el más chico
hasta el más anciano, serían esclavos en sus minas, trabajando día y
noche, hasta que no tuvieran más aliento de vida en sus cuerpos.
Así, el Rey empezó su reinado de egoísmo y frustración para sus
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pueblos, sacando todos sus bienes a aquellas personas que difamaran en
contra de su real nombre. Pasaron más de diez años de mucha amargura y
dolor, siendo que el Rey disfrutaba de sus lujosas fiestas en su enorme
castillo, dando sus grandes banquetes con toda la realeza, explotando
cada uno de sus pueblos al pasar, dejando hambre y sed, sin que ninguno
de sus habitantes pudiera ser dueño de lo que cosecharan o criaran. Por
falta de todo eso, se creó un grupo de personas, ex soldados del reino, que
no estaban de acuerdo con aquellas reglas nuevas establecidas por su
nuevo Rey; a ese grupo los había denominado los “Rebeldes del Campo”;
entre esas personas se encontraba Manuel, padre de Lian, quien se había
criado y crecido siendo una persona honrada y humilde, servidora y gentil,
que en su momento fue General de las tropas del Rey Víctor, llegó a ser
como su confidente y amigo. Pero al pasar los años de su fallecimiento y,
viendo lo injusto, egoísta y chiquilín que era el nuevo Rey, dejó su lugar
para proteger a su único hijo, sin darse cuenta que al dejarlo, dejaba la
puerta abierta a que cualquier persona, codiciosa y mala, tomara el control
del gran ejército del Rey.
Lian sólo tenía a su padre, porque su madre había fallecido al dar a luz;
eran más que inseparables, Manuel le había enseñado a ser todo un
caballero, honrado, generoso y gentil, a pesar de haberse criado en lo más
bajo de la sociedad, por ser como los denominó el Rey Iván: “Rebeldes”.
Una noche, en el castillo del gran Rey, debatiendo sobre los reinados
de todos los reyes, Iván V pronunció:
– Tengo todo, absolutamente, todo. ¡Qué dichoso soy! –. En ese
momento le contestó uno de sus delegados:
– No mi señor, no lo tienes todo –el rey le respondió muy
autoritariamente:
– ¡Cómo qué no! Tengo tierras, oro, el mayor ejército de estos lugares,
las mujeres que yo quiera…– y el delegado le manifestó:
– Sí mi señor, sé que todo eso es suyo, pero te falta algo primordial.
– A ver dilo ¿Qué me falta? –expresó el rey.
– Una hermosa mujer virgen que te dé un unigénico. El heredero al
gran trono de Tholem, Mi Señor.
Todos quedaron en silencio, muy atónitos, por unos minutos, y el Rey
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Iván entre carcajadas pronunció:
– Tienes razón, ¡já, já, já!!! Brindemos porque desde mañana el Rey de
Tholem desposará una hermosa mujer que será mi compañera y me
dará el descendiente más propicio para el trono. ¡Qué sea decretado
que tendré un heredero de la virgen más bella que tú me traigas! Já,
já, Já!!!
Y todos brindaron y siguieron festejando. Al llegar el otro día salieron
en busca de todas las vírgenes de los pueblos, llevando al Rey
muchísimas chicas, otras fueron por su cuenta, chicas de la realeza. Así
pasaron muchos días, en una de esas tardes, descubrieron el campamento
de los rebeldes y, al pasar por ahí, mataron a todos los que estaban,
llevándose a los niños y mujeres para ser esclavizados; entre esas
mujeres iba Abril, una chica que se había criado con Lian; los dos sentían
que eran mucho más que amigos, pero jamás se lo habían confesado.
Lian, esa tarde se había ido de casa con algunos de los Rebeldes. Al
volver, encuentra todo destrozado y prendido fuego, entre aquellas ruinas
se escuchaba una voz: era Manuel agonizando de dolor, que clamaba su
nombre:
– ¡Lian, hijo mío…!
Al
escuchar
eso,
Lian
se
apresuró
y
empezó
a
buscarlo
desesperadamente, al encontrarlo entre todo ese humo, se acercó muy
lentamente y al verlo observó una enorme herida en su abdomen, la cual a
simple vista, parecía que no tenía cura. Se aproximó y le comentó:
–
Tranquilo padre, vas a estar bien.
–
No mientas hijo, esperé que vengas para decirte algo que tú lo
debes saber.
– ¿Qué… padre qué…?
En ese instante sacó de sus ropas una cadena con un enorme dije y se
lo dio diciéndole:
– Hijo, tú eres el verdadero Rey. Fuiste fruto de una relación
extramatrimonial, de un amor prohibido. Perdón, hijo…perdón –. Y
al cabo de lo cual falleció.
Lian quedó congelado, no entendía absolutamente nada, miró el dije y
llorando abrazó a su padre muerto. En ese punto, uno de los rebeldes se
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acercó y le dijo al acongojado hijo:
– Lian, se llevaron a todos los niños y mujeres al castillo –. Lian alzó
su mirada y exclamó a gritos:
– ¡Abril! ¡Abril! No te dejaré, juró que te rescataré mi vida.
A la mañana siguiente la hermosa Abril ingresaba al castillo con todos
los prisioneros del Rey Iván V, estaba en su ventana observando pasmada
el asesinato de los que no se habían amoldado a las leyes del tirano, que
en ese preciso instante ingresaba por una puerta y se deslumbró con la
hermosura de Abril, ese bellísimo y ensortijado cabello rubio y su hermosa
mirada celestial, que destellaban sus perfectos ojos color miel. Quedó
fascinado y mandó a uno de sus sirvientes a que trajera a esa mujer que lo
dejó pasmado a su presencia de inmediato. Inmediatamente sus sirvientes
la fueron a buscar y la produjeron toda como una verdadera reina. Abril no
entendía absolutamente nada de nada, estaba muy asustada para poder
pensar con frialdad; al llevarla a la presencia del Rey, se asustó mucho,
más al ver esa enorme nariz, el soberano se percató de ello, pero quedó
encandilado por su lindura y haciéndose el gentil con ella, la invitó a tomar
asiento junto a su lado, pero ella lo rechazó enérgicamente; luego ingresó
en la habitación su hechicera pidiendo hablar urgente con Su Majestad,
después quedó en silencio a la espera del soberano que expuso:
– Vamos mujer, ¿qué es lo que necesitas de mí tan urgentemente,
bruja? Habla, habla de una buena vez –. La bruja le respondió
misteriosamente:
–
Disculpe Su Majestad… pero es necesario que hablemos a solas…
con prisa Mi Rey por favor…
–
¿Pero no ves que estoy ocupado, inoportuna hechicera? –
respondió nerviosamente y muy molesto el rey con nariz de gran
batata.
Pero igualmente se levantó y salió con prisa a hablar con su hechicera,
perturbado por semejante impertinencia, antes de retirarse le pidió
disculpas a Abril por el inconveniente que está sucediendo; al ir a dialogar
con la bruja a la otra habitación, ella le señala:
– Mi Señor, algo horrible está por suceder.
– ¿Qué?... habla, habla, ¡vamos! – dijo autoritariamente el Rey y su
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vieja maga que respondió muy nerviosa:
–
Vi algo malo en los ojos encantadores que porta esa muchacha, Mi
Señor. Mi magia dice que derrocarán el reino que usted gobierna y al
ingresar en la habitación, donde usted estaba con esa horrible
muchacha, todo se me terminó de aclarar, percibí que ella era…
Interrumpiéndola con una mirada fulminante, el Rey, primero con
asombro y luego pensativo, deduce que la bruja estaba celosa por la
enorme belleza de Abril, en ese minuto de reflexión el Rey le ordenó:
– ¡Calla mujer! Tus sentimientos no te dejan ver más allá – se levantó
y se retiró, al hacerlo la bruja le manifestó muy perturbada:
–
Mi Señor, es verdad lo que hablo, por favor escúcheme…
El Rey se retiró y va ansioso al encuentro de la hermosa Abril. Al estar
junto a ella en la habitación le mencionó que sí ella sabía que el rey estaba
buscando esposa, ella le respondió qué no y el le dijo que al verla se dio
cuenta que ella era la esposa ideal. Quedó en silencio, como atormentada
por su destino, él se percató de esa sensación y le declaró:
– Bueno, si quieres piénsalo bien, y después de el banquete de ésta
noche, donde colgaremos a todos los prisioneros que hemos
capturado, empezando con los niños…
Abril se asusta e inmediatamente lo interrumpió declarándole que sí,
que sí aceptaría, pero si le prometía no hacerle daño a los condenados;
entonces el rey le responde que aceptaba su propuesta. E inmediatamente
se levantó y llamó a su delegado de confianza y le ordenó:
– Prepara todo para esta noche, que el rey se casará, ¡vamos, vamos,
muévete!
Mientras tanto, en el campamento, Lían terminaba de despedir a su
padre; más tarde, planeando con algunos de los rebeldes cómo poder
entrar al gran castillo, llegó un mensajero y le comunicó muy apresurado:
– Lían, tengo una noticia para darle.
– ¿Qué pasa? Amigo mío.
– El rey se casará ésta noche –. En aquel momento a Lian se le ocurrió
una idea y expresó:
–
¡Eso es!, ésta noche podremos entrar con la servidumbre al castillo
mezclados con los invitados; entonces al llegar el momento nos
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infiltraremos en él, ese será el plan.
Abril, produciéndose en esa noche para su boda, muy triste salió con el
rey en una ceremonia muy íntima, se casaron con mucho lujo y Lugo, en la
intimidad, le expuso a su bella y flamante esposa:
– Mi Reina, tengo un obsequio para usted, venga por favor.
Y al arrimarse al balcón del gran castillo, vio un gran cadalso, de más o
menos seis horcas, y toda una multitud para presenciar la gran masacre
que iba a suceder frente a sus ojos, ella le preguntó aterrorizada:
– ¿Qué pasa mi señor, que es esto? – y el le respondió:
–
Es nuestro regalo de bodas. ¡Qué pasen los prisioneros! – gritó el
monarca.
Y empezaron a desfilar uno a uno los condenados, ella se puso a
gritar desesperada:
– ¡No mi señor, por favor, ese no era el trato!! ¡Por favor!!!!!
Lían, que estaba observando todo oculto desde detrás de un añoso
árbol, escuchó el angustioso gemido de dolor de Abril, miró hacia el
balcón y la vio con el rey, vestida de novia, se desesperó, sus nervios lo
traicionaron y se encaminó hacia allí. En el instante que estaban saliendo
los prisioneros, vio a aquel muchachito, hermano de Abril, de apenas ocho
años y el grito de su hermana retumbó en todos los reinos:
– ¡Noooooooooo!!!! Mi hermano, no – en ese instante ella intentó salir
de las manos del rey y le mordió ferozmente el brazo, él le dio un
cachetazo y la desmayó; al ver todo esto, Lian no soportó más y
gritó enfurecido:
– ¡Ahoraaaaaaa!!!! salven a los prisioneros ¡Yaaa! – y de entremedio
de la multitud, empezaron a salir los rebeldes y comenzó la gran
batalla dentro del viejo castillo de Tholem.
Sólo se escuchaban el ruido de las afiladas espadas chocándose una
contra otra, hasta los campesinos también tomaron parte de esa batalla,
con palos, hachas y hondas, cansados de tanta opresión.
La rebelión había llegado. El fin de su reinado empezó tal como lo dijo la
bruja de la corte, en ese instante Lian ve que el rey comienzo a llevarse a
Abril y emprendió su camino a rescatarla de los brazos de aquel tirano,
subiendo una enorme escalera y batallando con enormes cantidades de
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soldados del fuerte ejército, por suerte llegó ileso a la última habitación,
donde encontró a la hermosa muchacha sumida en un ataque de nervios,
luchando contra el rey, porque éste quería violarla en presencia de su fiel
delegado, que a punta de espada, tenía al sacerdote que los había casado,
en un rincón de la habitación.
– ¡Suéltala! – dijo Lian al tirano, él lo observó y le indicó a su
delegado:
– Por favor elimínalo, me desconcentra.
Entonces, empezaron a combatir encarnizadamente varios y eternos
minutos, por fin Lian lo venció degollándolo sin piedad, al percatarse de
ello el rey se levantó aterrorizado y lo encaró envalentonado:
– Bueno, por lo visto tendré que eliminarte yo mismo – y extrajo un
arma de entre sus ropas que disparó al pecho del valiente salvador
de Abril, pero cayó vencido por el impacto. En ese preciso y exacto
instante Abril exclamó:
– ¡Noooooooooo!!!! – y empujó al rey por una ventana, la cual
atravesó destruyendo el vidrio y se precipitó al gran patio encima
del cadalso donde se mecían las grandes horcas, quebrándose el
cuello y muriendo al instante.
Todo había terminado, el reinado aterrador y tenebroso de Iván había
acabado.
Ella caminó para tomar a Lian entre sus brazos y le susurró:
– No Lían, ¿por qué? – y llorando, prosiguió – ¿cómo ninguna vez me
animé a decirte cuánto te amo? – luego lo besó apasionadamente.
En ese mágico momento él despertó y se sonrió, Abril lo observó
atónita y le expresó entre sollozos:
– Milagro, estás vivo, mi amor – él la miró aún algo maltrecho
confesó:
– No amor mío, la medalla que me dio mi padre me ha salvado, todavía
no es mi hora, todavía no, mi amor – luego sacó de entre sus ropas
al salvador talismán.
La gran medalla tenía incrustada la bala homicida en el centro de oro, al
caer el plomo se destelló una enorme inicial, el sacerdote al ver eso le
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pidió que le permitiera ver un segundo esa hermosa medalla y, al
observarla con sumo cuidado, se dio cuenta que era el gran medallón del
rey Víctor, entonces, recordó que una vez éste le confesó que solamente
esa distinción se la daría a su hijo, porque era una reliquia que venía de
generación en generación, y sólo la portaría aquel que llevara sangre real.
Pues fue así que todo cambió en el reino. Al fin, Lían reclamó su lugar
como el Verdadero Rey de Tholem y, enlazándose con Abril, volvió a reinar
el amor entre sus habitantes, y la paz en aquel antiguo reino, volvió a
prevalecer por el resto de su larga vida…
FIN
FRANCISCO BUS SOTO
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