Rescatando a esta generación Por Pablo Infante

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12-13-14
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Foto de infante + foto de Roca + Sarmiento
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“Rescatando a esta generación”
Pablo Infante
Fundamentos del porqué de este lema.
Este es el lema del 40° Congreso Juvenil Bautista, a realizarse del 7 al 10 de octubre próximo en la
ciudad de San Carlos de Bariloche.
La elección de esta ciudad y el lema del encuentro tienen fundamentos claros. Primero, la visión que
desarrollamos en estos últimos años planteó el reconocimiento a la paternidad espiritual que tenemos a
través de nuestro Padre Celestial (“Dios Padre y libertador”, Mendoza, 2007). Segundo, la
responsabilidad que nos cabe como ciudadanos en nuestro país (“Protagonistas de nuestra nación”,
Santa Fe-Paraná, 2009). Finalmente, en los próximos años, la oportunidad de trabajar en cada grupo
juvenil con la visión de rescatar a esta generación. El fundamento de esta tarea tiene tres ejes: 1) El
trasfondo histórico-espiritual; 2) La elección de la ciudad; 3) La acción redentora.
1) El trasfondo histórico-espiritual.
Consumada la República en la Convención Constituyente de 1853, que derivó en los fundamentos
jurídicos del ordenamiento nacional, quedaba consolidar las fronteras y el ser nacional. Para ello fue
instrumentada la Conquista del desierto.
Explicada de una manera simple, la campaña se dividió en dos partes. Una en 1830; otra, entre 1869 y
1888. Durante los gobiernos de Sarmiento, Avellaneda y Roca, se impulsó la operación militar,
justificada para frenar el ataque fiero de los aborígenes a la frontera. En realidad, la operación escondió
ambiciones económicas, supresión de identidad, exterminio y fortalecimiento social de las clases
patronales, entre otros motivos del genocidio aborigen.
Veamos en los pensamientos de Sarmiento y Roca el respaldo a dicha tesis.
“¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia
sin poderlo remediar. Esos canallas no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar
ahora si reapareciesen […] Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el
odio instintivo al hombre civilizado" (Domingo Faustino Sarmiento, 1811-1888).
"Estamos como nación empeñados en una contienda de razas en que el indígena lleva sobre sí el
tremendo anatema de su desaparición, escrito en nombre de la civilización. Destruyamos, pues,
moralmente esa raza, aniquilemos sus resortes y organización política, desaparezca su orden de tribus
y si es necesario divídase la familia. Esta raza quebrada y dispersa, acabará por abrazar la causa de
la civilización. Las colonias centrales, la Marina, las provincias del norte y del litoral sirven de teatro
para realizar este propósito" (Julio Argentino Roca, 1843-1914).
La Conquista del Desierto fue una campaña militar del gobierno argentino contra los pueblos mapuche
y tehuelche, para ejercer dominio real sobre la región pampeana y la Patagonia, que la Argentina
reclamaba haber heredado de España, pero que hasta entonces permanecía bajo el control de diversas
tribus indígenas.
a) La campaña del General Roca
De lo expuesto en la Memoria del Departamento de Guerra y Marina se desprende que, solamente en
1879, la campaña dejó como saldo: 12.837 aborígenes prisioneros; 1.314 aborígenes muertos.
b) Motivos culturales del exterminio
Las crónicas de la época reflejan los motivos culturales para tal destrucción:
“Es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no
lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han tenido parte en su
conquista. Pero se debe considerar, por una parte, que los esfuerzos que habría que hacer para
transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y de progreso, no están fuera de
proporción con las aspiraciones de una raza joven y emprendedora; por otra parte, que la
superioridad intelectual, la actividad y la ilustración, que ensanchan los horizontes del porvenir y
hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio
de las tierras nuevas. Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza
estéril que las ocupaba”.
También se conocen los métodos utilizados en la campaña, que concuerdan con la definición de
genocidio:
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Ataques a tolderías con mujeres y niños solos en momentos en que los hombres adultos estaban
en otras partidas.
Campos de detención en Valcheta (Río Negro) y la Isla Martín García (frente a Buenos Aires),
con alambres de púas, para encerrar a gente que acababa muriendo de hambre.
Traslados forzosos de prisioneros caminando hasta Carmen de Patagones, luego embarcados a
la Isla. Los traslados eran de hasta mil kilómetros, exterminando a miles que no caminaban.
Separación de las familias.
Cambios de nombres, para no poder reconstruir la historia familiar.
Las cifras varían mucho, pero se estima que con la conquista murieron entre 14.000 y 90.000
nativos; al resto, o se los redujo en reservas, o se los separó de sus familias y culturas.
c) Reparto de la tierra y eliminación del ser indígena
Diferentes especialistas explicaron las razones económicas y de razas para justificar la campaña:
1. Roca liberó el camino para entregar las tierras a los nuevos propietarios, asignadas desde antes
de la operación militar. Diez millones de hectáreas vendió el Estado a comerciantes y
estancieros bonaerenses antes de la conquista de las tierras. El excedente obtenido –lotes de
40.000 hectáreas cada uno– fue rematado en 1882 en Londres y París. Ahí aparecieron los
primeros terratenientes ingleses y franceses en campos argentinos. Además, en 1885 se pagaron
con tierras las deudas por sueldos acumuladas con los soldados desde 1878. Pero como oficiales
y milicia necesitaban efectivo, malvendieron sus partes a quienes habían sido los financistas
primitivos; toda esa superficie pasó a manos de 344 propietarios a un promedio de 31.596
hectáreas cada uno. (Adaptado de "Apropiación de la tierra a los aborígenes y genocidios en el
Río de la Plata", Fernando Del Corro, periodista y docente de la UBA).
2. El historiador Osvaldo Bayer, tomando como base el Boletín de la Sociedad Rural Argentina,
indicó que entre 1876 y 1903, “se otorgaron 41.787.000 hectáreas a 1.843 terratenientes, muy
vinculados por lazos económicos y familiares a los gobiernos que se sucedieron en aquel
período, principalmente a la familia Roca”. Menciona, además, que sesenta y siete propietarios
pasaron a ser dueños de seis millones de hectáreas; veinticuatro familias patricias recibieron
entre 200.000 (familia Luro) y 2.500.000 hectáreas (familia Martínez de Hoz).
3. En 1879 Roca inició su expedición con más de 6.000 hombres pertrechados y apoyados por
artillería. Resultado, más de 150.000 indios iniciaron una triste retirada en dirección al
Neuquén. Pero el informe final que Roca ofreció al Congreso sobre su tarea decía que "14.172
indios fueron reducidos, muertos o prisioneros. Seiscientos, enviados a la zafra en Tucumán.
Los prisioneros de guerra fueron incorporados (forzosamente) al Ejército y la Marina, mientras
que mujeres y niños se distribuyeron entre familias (para servicios domésticos o adopción
forzada) a través de la Sociedad de Beneficencia".
En 1881 Roca inició la segunda fase de exterminio ilegal en el Neuquén, autorizado por el
Congreso a perseguir a los nativos solamente hasta la frontera de los ríos Limay y Neuquén.
Pero en marzo de 1881 el general Villegas, fuertemente armado, marchó hacia el lago Nahuel
Huapi. La expedición se transformó en un gran saqueo. Después de matar 45 indios y de tomar
150 prisioneros, el ejército se alzó con 6.500 ovinos, 1.700 vacas y 2.300 caballos, arrebatados
a las tribus en fuga. En términos de vidas humanas la conquista del Neuquén tuvo un costo
oficial de 55.000 nativos. (Adaptado de Indígenas americanos: Explotación, genocidio y olvido
–www.monografias.com).
Como corolario de este aspecto histórico, recordemos que Roca había dicho: “Sellaremos con sangre y
fundiremos con el sable, de una vez y para siempre, esta nacionalidad argentina, que tiene que
formarse, como las pirámides de Egipto, y el poder de los imperios, a costa de sangre y el sudor de
muchas generaciones”.
2) La elección de la ciudad de San Carlos de Bariloche
No fue por cuestión turística, aunque reconocemos en Bariloche una ciudad bendecida en la belleza
cuando Dios la formó, sino porque fue fundada luego de la Campaña del Desierto.
También vemos en ella cómo los jóvenes la levantaron como un “altar al descontrol”, al sexo, a las
drogas, iniciativas traducidas en familias destruidas, hogares disfuncionales, ausencia de valores que
traen bendición y restauración, jóvenes que se pierden, y que merecen ser rescatados.
Detrás de todo esto también se detecta un ideario masónico en la formación del ser nacional, y de una
confrontación con el espíritu indigenista de dichos lugares.
Es insoslayable que la nación, en su expansión territorial, generó una asimetría en el reparto de tierras,
favoreciendo a una clase social, rica e influyente, quien abusó de otra, pobre y oprimida. Esto a costa
de sangre derramada, sangre que reclama redención, sangre que –cada cierto tiempo– se vuelve a
derramar. Por ejemplo, en la explotación patronal (“La Patagonia Rebelde”), en el genocidio del
proceso militar, en los muertos de la crisis de 2001, en el caso Kosteki y Santillan, el caso Ferreyra, o el
caso de los jóvenes muertos en Bariloche en 2010. Son muestras de una sociedad dividida, sometida al
designio de los poderosos de turno, como antaño.
Frente a esto, se observa una dura confrontación espiritual. Por un lado, a través de estructuras de
pensamiento que tienden a continuar el sometimiento de nuestra nación. Por otro, que buscan liberarse
de dicho yugo, solo para caer una profunda sed de revanchismos.
3) La acción redentora
Con este panorama, nuestra misión como líderes y pastores ante los jóvenes es levantar un ALTAR a
Jesucristo, como única fuente de RECONCILIACIÓN y REDENCIÓN entre los hombres y Dios.
Fortalecer el mensaje que solamente la sangre de Cristo es suficiente para perdonar pecados y
liberarnos de la muerte, muerte que no solo debe entenderse desde lo físico, sino en el marco de la
exclusión social, de la pobreza, del clientelismo de turno, de los entretenimientos perniciosos (“Pan y
circo”), del analfabetismo tecnológico.
Concibamos acciones para rescatar a esta generación que incluyan alimentarla espiritualmente, y
tengan eje en la restauración, en la solidaridad, en el compromiso y renuncia, en desenfocarla del
egoísmo y consumismo de nuestros tiempos.
En este contexto, una muestra de lo que soñamos hacer en nuestro país se verá en la restauración de un
centro comunitario en un barrio carente de Bariloche. Más de cuarenta jóvenes, la semana previa al
congreso, tendremos la oportunidad de poner a la entidad en condiciones de uso. Sabemos que es solo
una muestra. No desconocemos las acciones sociales que como cristianos bautistas hicimos en el
tiempo; estamos agradecidos por ellas. Pero, estamos convencidos que Dios nos muestra –como en el
ayer– que seamos sus ojos, oídos y manos para unir y continuar la obra de reconciliación que cada
generación tiene que tomar como suya en Cristo.
Por eso, solicito a cada joven que se prepare espiritualmente para vivir un tiempo de reconocimiento,
compromiso y santificación para tomar las armas, que no son carnales, para la destrucción de fortalezas
de maldad. Para llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia en Cristo, y para que la luz de Cristo
sea levantada para alumbrar a esta generación que merece ser rescatada.
Pablo Infante,
Presidente de la Juventud Evangélica Bautista Argentina.
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