Fuga de un campo de concentración y consiguientes represalias por Carmen Kraschl La fuga o incluso tan sólo un intento de fuga de un campo de concentración, sin excepción alguna, acarreaba represalias inhumanas y abominables por parte de las SS. En relación con esto hay que añadir que esas represalias no sólo se dirigían contra los prisioneros que escapaban, sino también contra los demás prisioneros en el correspondiente campo de trabajo. Cuando ocurrían incidentes como una fuga, las SS solían obligar a todos los prisioneros a quedarse después de su trabajo en el Appellplatz hasta que devolvieran a sus compañeros escapados. En algunos casos esto significaba aguantar el frío al que se les exponía por unos días. Por esta razón una gran cantidad de prisioneros murieron únicamente por sufrir las consecuencias de una fuga de sus compañeros. Con este sistema las SS lograron que la fuga en sí se condenara entre los prisioneros, que la consideraban como acto de “supremo egoísmo”. Para concretar esto hay que decir que la crueldad y las torturas que seguían eran realizadas siempre en asistencia del Lagerführer o de su delegado y ante toda la población de prisioneros. Tenían el papel de escarmentar y servían como amenaza que se dirigía a los que mostraban desobediencia o cierta rigidez. Los métodos de las SS no retrocedían ante ahorcamientos públicos que eran preparados como espectáculos para su entretenimiento y pura diversión. En muchas ocasiones también los acompañaba la música de una orquesta que les animaba y acrecentaba su exaltación. Hay un caso registrado de fuga del Außenkommando Bretstein que es visto como la fuga que más éxito tuvo durante los años 1941-19431. Este comando se encontraba en Bretstein, un pueblo pequeño rodeado por montañas y bosques. Consistía en un barracón que era vigilado por tres torres de vigía. Al lado del barracón pasaba un riachuelo. En total se alojaban allí 150 hombres, la mayoría eran españoles, republicanos que fueron detenidos en Francia, donde habían luchado contra la fuerza alemana. Cuatro de ellos, que se llamaban Izquierdo, Velasco, López y Cerezo se agruparon para planear su liberación. Dos de los conjurados eran socialistas, uno comunista y otro anarquista. En julio de 1941 realizaron su plan y partieron del comando un domingo durante la noche. Para que los perros de los SS no les pudieran rastrear, caminaron la primera etapa por el río. Querían llegar a Suiza, que estaba a una distancia de por lo menos 300 kilómetros. Al llegar allí podrían continuar hacia Francia, donde esperaban mejor trato y que se les permitiera quedarse a cambio de su apoyo militar contra los alemanes. Debido a que no tenían ni mapas ni brújula, caminaron siempre en dirección del sol. Para evitar llamar la atención por su uniforme a rayas y su desconocimiento del alemán decidieron moverse sólo de noche. Consiguieron alimentos y ropa civil introduciéndose en los sótanos de casas o en algunas bodegas. Pasaron un mes sin ser descubiertos, cuando uno de ellos, Izquierdo, no quiso seguir y decidió separarse del grupo. Por el camino se encontraron con un Stalag de prisioneros franceses e Izquierdo decidió quedarse cerca de él. 1 Me baso en el relato de los hechos de Razola y Constante, http://www.ceibm.org/mariacons2222.html A principios de septiembre un hombre vestido de tirolés cruzó el camino de los tres restantes. Los amenazó con un arma y los mandó detenerse. Acto seguido Velasco intentó hacerles pasar por italianos que viajaban a Innsbruck con el propósito de visitar a su familia. En consecuencia, el hombre les pidió su documentación y, como no la tenían, les ordenó seguirle al próximo pueblo. Intentaron huir echándole tierra en los ojos para que se quedara ciego por un rato. Finalmente sólo dos de ellos, López y Cerezo, consiguieron evadirse. En cambio a Velasco el hombre logró detenerle hiriéndole de una puñalada en la espalda, así que se desplomó ya al cabo de pocos metros. Los otros dos prosiguieron su fuga siempre siguiendo los raíles del ferrocarril. Gracias a una densa niebla arriesgaron también caminar de día. Pero en un momento la niebla se disipó tan rápidamente que cayeron directamente en manos de una patrulla de la policía. Por quedarse sin protección fue imposible escapar. Enseguida fueron detenidos y llevados a una cárcel del pueblo Swatch [sic]2. Allí les interrogaron inmediatamente y aunque los dos insistieron en que eran franceses de un Staleg, fueron descubiertos como fugitivos de un comando de Mauthausen. Curiosamente en esta cárcel les trataron con un poco de respeto, por lo menos les dieron café y tabaco. Primero Cerezo fue mandado a Mauthausen, después de unos días también López. A pesar de que contaba con las peores represalias de las SS, inesperadamente le trataron igual que a los demás recién llegados. Fue enviado a una compañía disciplinaria, donde marcaron su uniforme de color rojo y negro, lo que dio a entender que era fugitivo. Eso significó que estaba bajo una observación reforzada. Medio año más tarde también Velasco llegó a Mauthausen. Tras sufrir dos series de vergajazos fue internado en un hospital militar. Izquierdo pasó unos meses ocultado en una compañía de los prisioneros de guerra franceses. Después de su descubrimiento le enviaron a Alemania, a Neubrandenburg. Temiendo que le devolvieran a Mauthausen, les pidió que le fusilasen. Por lo tanto le trasladaron a Berlín, donde se rompió un brazo a propósito. En consecuencia le enviaron a Dachau, donde permaneció hasta el final de la guerra. López también fue trasladado a una compañía disciplinaria. Allí sus compañeros le honraron como un héroe. En señal de su admiración le mostraron mucha solidaridad. Como estaba tan débil a causa de las repetidas torturas, le ayudaron a sobrevivir. Le daban restos de sus alimentos y le protegían como gesto de fraternidad. Concluyendo hay que decir que este espíritu de colectividad y el apoyo mutuo que demostraron los españoles, teniendo en cuenta que defendían distintas ideologías políticas, fueron decisivos para la resistencia al hambre y a los maltratos a los que estaban expuestos continuamente. 2 Por el sonido podría tratarse de la población tirolesa de “Schwaz”.