Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial Sala C

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Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial Sala C
Autos: Banco Itaú Buen Ayre c/Cisco Hugo Orlando
Fecha: 17/06/2009
Sumario: Quien fuere ejecutado por un saldo deudor de una cuenta
corriente interpuso una excepción de inhabilidad de título, al
considerar que no puede reconocerse habilidad ejecutiva al saldo
deudor en cuenta corriente que contiene débito de operaciones de
tarjeta de crédito, en tanto importaría violentar las disposiciones de
orden público contenidas en la ley 25065 de tarjeta de crédito, y
24.422 de defensa del consumidor, ya que el artículo 42 de la ley
25065 de tarjeta de crédito, dispone la inejecutabilidad de los saldos
de tarjeta de crédito existentes en cuentas corrientes abiertas "a ese
fin
exclusivo",
ese
supuesto
de
inejecutabilidad
denominado
jurisprudencialmente como "cuenta instantánea", fue ampliado por este
tribunal a las denominadas "cuentas no operativas"; esto es, a
aquellas que carecían de servicio de cheque o de movimientos extraños
a la operatoria de tarjeta, bien que limitada a los procesos de
ejecución. Debe considerarse nula toda cláusula que signifique
renuncia a las normas aplicables a las tarjetas de crédito, al momento
de la apertura de una cuenta corriente. EL juez de primera instancia
rechazo la excepción, mientras que la Cämara hizo lugar parcialmente a
la excepción.
Vocablos: TARJETAS DE CREDITO – CUENTA CORRIENTE – SALDO DEUDOR –
EJECUTANTE – EJECUTADO – INEJECUTABILIDAD – SALDO DE CUENTA CORRIENTE
– OPERACIONES – EXCEPCION – EXCEPCION DE INHABILIDAD DE TITULO –
JUICIO EJECUTIVO – CERTIFICADO DE SALDO DEUDOR – CLAUSULA ABUSIVA –
CONTRATO BANCARIO 2ª Instancia. — Buenos Aires, junio 17 de 2009.
Y Vistos:
I.- Apeló el demandado la resolución de fs.85/7 que desestimó su
excepción de inhabilidad de título
En su recurso, reitera los argumentos expuestos al contestar
demanda, en lo relativo a que no puede reconocerse habilidad ejecutiva
al saldo deudor en cuenta corriente que contiene débito de operaciones
de tarjeta de crédito, en tanto importaría violentar las disposiciones
de orden público contenidas en la ley 25065 de tarjeta de crédito, y
24.422 de defensa del consumidor.
II.- El artículo 42 de la ley 25065 de tarjeta de crédito,
sancionada el 7 de diciembre de 1998, dispuso en su artículo 42 la
inejecutabilidad de los saldos de tarjeta de crédito existentes en
cuentas corrientes abiertas "a ese fin exclusivo".
Este supuesto de inejecutabilidad denominado jurisprudencialmente
como "cuenta instantánea", fue ampliado por este tribunal a las
denominadas "cuentas no operativas"; esto es, a aquellas que carecían
de servicio de cheque o de movimientos extraños a la operatoria de
tarjeta, bien que limitada a los procesos de ejecución (v. al
respecto, esta Sala en "Garau c/ Bco. Provincia s/ ord." del 30.06.04,
entre otros).
Asimismo, sostuvo el tribunal, en relación a la cuenta corriente y
al sistema de tarjeta de crédito, que las obligaciones asumidas y
propias de cada relación jurídica no podían extenderse sin más a la
otra relación jurídica entre las partes, pues los efectos de ambos
contratos debían entenderse dentro de los límites de cada uno de
ellos, por cuanto obedecen a diferentes regímenes jurídicos (v. esta
Sala en "Rodríguez Alicia c/ Banco Río s/ ord" del 26.5. 95, pub. en
LA LEY, 1996-E, 649).
En tal marco conceptual, y tras más de 10 años de la sanción de
dicha norma especial y de orden público – que se enmarca o incluye
dentro del plexo general de protección a los usuarios y consumidores
establecido por la ley 24240-, continúan en la actualidad generándose
una innumerable cantidad de controversias que, como en este caso,
tienen eje en la invocada violación de las disposiciones imperativas
establecidas en ambas deposiciones y que -según los consumidores o
usuarios- serían perpetradas mediante la inclusión de débitos de
tarjeta de crédito en saldos deudores de cuenta corriente.
Tal circunstancia, sumada a la inercia de los bancos en punto a
amoldar o atemperar el tenor de sus contratos y operatorias a los
fines de cumplimentar los evidentes fines tuitivos de ambas normas y
dar cumplimiento estricto a las disposiciones de orden público
contenidas en ellas -v.gr. evitando así el sinnúmero de planteos que
por parte de los deudores deben ser resueltos cotidianamente en sede
jurisdiccional- ameritan, en esta instancia, un nuevo examen de la
cuestión.
III.- En esa dirección, debe señalarse que cualquier renuncia de
derechos impuesta en el contrato de apertura de la cuenta corriente
bancaria o en el contrato de tarjeta de crédito que implique la
renuncia a derechos derivados de la ley que regula esta última
materia, configuraría una cláusula nula por receptar una renuncia de
derechos indisponibles (cfr. arg. artículo 37 inc. "b" de la ley
24.240, art. 14, inc. "a" ley 25.065).
Caso contrario, y mediante un simple recurso instrumental y
bilateral incorporado a una norma de carácter privado en beneficio de
las entidades bancarias (v.gr. emisión del certificado previsto por el
artículo 793 del Código de Comercio), se violaría toda la protección
legal de orden público establecido en la ley de referencia (v.
Muguillo, Roberto, "Régimen de Tarjetas de Crédito", segunda edición
actualizada y ampliada; Buenos Aires, 2003).
Por consiguiente, el débito de cargos por resúmenes de tarjeta de
crédito en saldos deudores de cuenta corriente deberá igualmente
cumplimentar todas las disposiciones que las leyes antes referidas
contienen tanto para obtener su cobro, como en lo relativo a los
deberes de información.
Como ha sostenido el Tribunal, si bien ha de considerarse válido el
débito emergente de la relación jurídica en la otra -tarjeta de
crédito en cuenta corriente-, no puede alterarse el régimen de
obligaciones pactadas para cada una de ellas, como así también las
incorporadas por vía legal.
Es que no nos encontramos ante un supuesto de novación, pues ni las
partes (que no podrían hacerlo, dado el señalado carácter indisponible
de dichas normas de orden público) ni la norma legal la implican, por
lo que el contenido del saldo en cuenta corriente bancaria deberá
necesaria y legalmente respetar las condiciones pactadas en cada
relación (v. autor cit. "La Ejecución de saldos deudores en tarjeta de
crédito", pub. en Revista de Derecho Privado y Comunitario" , t. 20053, pág. 162/185, espc. pto. 4, pág. 174).
De tal manera, entonces, los intereses compensatorios y punitorios
que se apliquen al total deberán liquidarse conforme a las expresas
limitaciones de los artículos 16 a 21 de la ley 25.065, aunque se
debiten en una cuenta corriente bancaria, y en ningún caso podrán
capitalizarse (cfr. arts. 18 y 23 inciso "ñ", ley 25.065).
Asimismo, dichos saldos deberán ser acompañados de certificados que
contengan la mención expresa y aclaratoria de que se han incluido
débitos de tarjeta, precisando los montos correspondientes a la cuenta
corriente bancaria propiamente dicha, y aquellos correspondientes a
resúmenes provenientes del uso del plástico (cfr. arts. 26, 28, 32,
ley 26.065, art. 36, ley 24.240).
Además, deberá la entidad ejecutante declarar la inexistencia de
reclamos privados o en trámite originados en el uso de la tarjeta,
como la inexistencia de denuncia de extravío de tarjeta previa (cfr.
arts. 39 y 41, ley 25065).
IV.- En esas condiciones, y toda vez que en el caso el certificado
obrante a fojas 11 -que contiene operaciones provenientes de resúmenes
de tarjeta de crédito, según reconocimiento de fojas 81- no cumple con
todos los requisitos antes enunciados, corresponderá hacer lugar en
forma parcial a la excepción deducida; es decir, con el efecto de
excluir del monto de condena el importe proveniente de operaciones
derivadas del sistema de tarjeta de crédito y sus intereses.
A tales fines, deberá la actora discriminar esos importes (con
debido respaldo documental) en la etapa liquidativa y dentro del plazo
de diez días de quedar firme la presente, bajo apercibimiento, en caso
de incumplimiento, de estar al monto que liquide el demandado (cfr.
art. 503, Código Procesal).
V.- Por ello, se resuelve: hacer lugar al recurso en lo que ha sido
materia de apelación y modificar la resolución de fojas 85/86 en los
términos antes expuestos.
Las costas del proceso serán distribuidas en el orden causado, había
cuenta la existencia de jurisprudencia en contrario (cfr. art. 68, 2°
parte, Código Procesal).
Notifíquese por Ujiería y devuélvase. El Dr. Juan Manuel Ojea
Quintana actúa conforme lo dispuesto en la Resolución N° 542/06 del
Consejo de la Magistratura y Acuerdo del 15/11/06 de esta Cámara de
Apelaciones. — José Luis Monti. — Bindo B. Caviglione Fraga. — Juan
Manuel Ojea Quintana.
Ampliación de fundamentos del dr. José Luis Monti:
I.- Coincido con la solución propiciada por mis colegas en el voto
que precede, aunque considero conveniente reiterar aquí mi pensamiento
en relación con el tema debatido (v. en ese sentido, "Reflexiones en
Torno de los Procesos de Ejecución Vinculados con la Actividad
Bancaria"
publicado
en
"Cuenta
Corriente
y
Responsabilidades
Bancaria", pág. 24 y ss., ed. "Ad Hoc", 2006)
II.- Desde hace varios lustros, con el propósito de sortear los
valladares formales y acceder a una vía rápida de ejecución, sin tener
que reunir los recaudos confirmatorios de los cargos que conformaban
el saldo deudor de la tarjeta, sobre todo cuando en su emisión
intervenían entidades bancarias, se ensayó el recurso de abrir cuentas
corrientes con el único fin de cargar allí los débitos por el uso de
la tarjeta. Con esa estrategia el emisor accedía directamente a la vía
ejecutiva que prevé el art. 793 del Código de Comercio.
Este intento, sin embargo, importa en los hechos crear una verdadera
caja de Pandora, cuyo contenido permanece invisible y fuera de toda
posibilidad de control por los sujetos obligados. En efecto, el
certificado de saldo deudor emitido en los términos de la norma antes
citada sólo indica una suma, que se considera líquida y exigible, sin
especificación alguna acerca de cómo se arribó a ella ni, menos aún,
de los antecedentes documentales que respaldarían los importes
incluidos como débitos y cuya sumatoria habría derivado en el saldo
ejecutable. Por eso, la reacción de los tribunales fue en general
adversa a la práctica descripta. Se consideró que se trataba de
cuentas corrientes "no operativas", ya que no contemplaban el servicio
de cheque, por lo que el certificado de saldo deudor emitido en esas
condiciones carecía de aptitud para ser reclamado por la vía
ejecutiva.
En punto a esa estrategia basada en la cuenta corriente bancaria, el
art. 42 de la ley 25.065 recepta la jurisprudencia mayoritaria
anterior al disponer que "los saldos de tarjetas de crédito existentes
en cuentas corrientes abiertas a ese fin exclusivo no serán
susceptibles de cobro ejecutivo directo", debiéndose recurrir a la
preparación de la vía ejecutiva. Sobre esa base se declaró
improcedente la ejecución de un certificado de saldo deudor extraído
de una cuenta corriente en la cual el demandado operaba exclusivamente
con una tarjeta de crédito, considerando que dicho certificado era
"nulo de nulidad absoluta como título ejecutivo" en virtud de lo
previsto por el art. 42 de la ley 25.065. (v. C.N.Civ y Com de San
Martín, Sala II en "Banco Provincia c/ Salis" del 5.4.05).
Por otra parte, cabe recordar que la aplicación temporal de esta
última directiva dio lugar a un fallo plenario de la Cámara Comercial
que estableció que "el certificado de saldo deudor de cuenta corriente
bancaria emitido con relación a un contrato de emisión de tarjeta de
crédito, cuando dicho saldo hubiese sido conformado con anterioridad a
la vigencia de la ley 25.065, no posee fuerza ejecutiva en los
términos prescriptos por el art. 793 del Código de Comercio" (cfr.
C.N.Com, en pleno, en "Compañía Financiera c/ Ravazza" del 17.6.03).
Ahora bien, ¿es posible avanzar más allá y, aún con abstracción del
carácter operativo o no de la cuenta corriente, desglosar del importe
consignado en el certificado de saldo deudor la parte correspondiente
a los débitos de tarjetas de crédito a fin de hacer efectivo el
principio establecido en el art. 14 inc. 'h' de la ley 25.065?
III.- Como he sostenido en otra ocasión, se ha generalizado en
nuestro medio forense la idea de que cualquier avance relativo a la
conformación del saldo deudor plasmado en el certificado en que se
basa la ejecución implicaría abordar la llamada causa de la obligación
y, por tanto, desorbitaría el art. 544, inc. 4°, del Código Procesal.
Empero, hay aquí una confusión y un preconcepto. No es dable mirar el
certificado del art. 793 del C. Comercio como si fuese un título de
crédito, por la sencilla razón que éstos emanan del propio deudor,
mientras que el primero no. Es natural que el examen del pagaré o del
cheque se circunscriba tan sólo a sus formas extrínsecas, pues no
cuestionándose la firma, el obligado participó en su confección. Pero
no sucede así con el certificado que emite unilateralmente el banco,
esto es, el propio acreedor. En este caso, cerrar dogmáticamente la
puerta a toda verificación inherente a la conformación del saldo
deudor, sería incurrir en un preconcepto acerca de la infalibilidad de
los funcionarios del banco emisor, prejuicio que se desvanece ante los
numerosísimos casos de responsabilidad bancaria por errores en sus
registros o en el manejo de los datos con que operan.
La tesitura descripta importa además un error sobre la noción de
causa, en el sentido con que tal expresión viene usada en la regla
procesal y el alcance que cabe atribuirle. En efecto, no se trata de
indagar los antecedentes de cada operación que diera origen a las
partidas incluidas en la cuenta corriente, ni examinar la eficacia o
validez de los contratos que precedieron a esas partidas. Pero si se
traen al proceso constancias documentales serias, de hecho no es
infrecuente que el ejecutado incorpore los resúmenes de cuenta
recibidos del banco u otros documentos idóneos, no se advierte
obstáculo para considerarlas.
El análisis de los débitos y créditos incluidos en el movimiento de
la cuenta corriente en el período previo al cierre de la cuenta y
emisión del certificado, sobre bases documentales serias, no puede
considerarse un terreno vedado. Máxime si se tiene presente la
señalada confección unilateral del título por parte del banco
acreedor, circunstancia que, de extremarse el apego literal al
certificado, podría dejar al deudor a merced de aquél, contrariando
principios medulares de nuestro pensamiento jurídico y de nuestro
sistema legal (arts. 505, primer párrafo in fine, 656, 872, 910, 953,
954,1071, etc., C. Civil; art. 37, ley 24.240).
La celeridad del cobro y la sencillez en la ejecución, estrechamente
ligadas a las características propias de la actividad financiera, en
modo alguno justifican la desmesura de situar al cuentacorrentista en
una virtual indefensión. Por otra parte, un examen extrínseco de la
conformación del saldo es necesario para desglosar las sumas
correspondientes a capital de otros conceptos – v. gr. intereses,
comisiones, cargos- cuya magnitud debe permanecer en un margen de
licitud y moralidad que incumbe a los jueces controlar (conf. arts.
21, 656, 953, 1047, C. Civil, arts. 37 y 65, ley 24.240, arts. 14, 16
a 19, 31 y 57, ley 25.065) bastando para ello un somero y elemental
análisis del resumen de cuenta. Este examen es hoy necesario para
hacer efectivas las directivas de la ley 25.065 de tarjetas de
crédito. Con tales alcances y con la prudencia del caso, no se
advierten óbices para proceder de este modo, sin que ello importe
exceder el marco del art. 544, inc. 4°, Código Procesal.
IV.- Algunos pronunciamientos emitidos en los últimos tiempos, en
relación con los débitos originados en el uso de tarjetas de crédito,
parecen propiciar nuevos rumbos, con la evolución meditada y lenta que
es propia de la labor pretoriana. Así, en diversos precedentes se ha
ido poco a poco accediendo a una revisión de las constancias insertas
en un certificado de saldo deudor (v. C.N.Com, Sala "C" en "Citibank
c/ Finocchiaro", del 8.2.00; Sala "D" en "Banco Itaú Buen Ayre c/
Rodríguez Baigorria" del 18.2.05; Sala "C" en Banco Río de la Plata c/
Canero Herminio" del 18.4.06; Sala "C" en "Banco Itaú Buen Ayre c/
Santino Vicente" del 7.7.06; Sala "C" en "Banca Nazionale del Lavoro
c/ Accinamo" del 9.6.08).
El último peldaño corresponde a un precedente de la Cámara de
Apelación en lo Civil y Comercial de Junín (in re "Banco de la
Provincia del Buenos Aires c/ Rico, Gustavo" del 17.3.08) en el que se
rechazó una demanda ejecutiva sustentada en un certificado de saldo
deudor de cuenta corriente bancaria de titularidad del accionado.
Consideró el tribunal que por ese medio se estaba buscando ejecutar un
saldo deudor originado en una tarjeta de crédito y destacó que la ley
25.065 expresamente declara la nulidad de las cláusulas contractuales
que permitan la habilitación directa de la vía ejecutiva para el cobro
de deudas originadas por el uso de la tarjeta de crédito, por lo que
la entidad emisora solo podía exigir sus créditos mediante la
preparación de la vía ejecutiva o, en su defecto, a través de la
acción ordinaria.
El banco actor había alegado en su recurso que el ejecutado operaba
la cuenta mediante cheques, por lo que no había sido abierta
exclusivamente para los débitos de la tarjeta. No obstante, el vocal
preopinante Dr. Castro Durán, en un fundado voto atribuyó decisiva
relevancia a lo normado por el inc. 'h' del art. 14, en tanto
"categóricamente declara la nulidad de las cláusulas contractuales que
permitan la habilitación directa de la vía ejecutiva para el cobro de
deudas originadas por el uso de la tarjeta de crédito". Y añadió que
"si se admitiera la habilidad de un certificado de saldo deudor de
cuenta corriente bancaria conformado con débitos provenientes del uso
de la tarjeta de crédito por parte del cuentacorrentista, se
desvirtuaría el procedimiento previsto por la ley, posibilitando al
emisor eludir la exigida preparación de la vía ejecutiva (que requiere
-entre otros recaudos- el acompañamiento del contrato de emisión de
tarjeta de crédito y del resumen de cuenta instrumentados en legal
forma), brindándole un sencillo mecanismo para accionar ejecutivamente
en forma directa".
En cuanto al art. 42 de la ley, que alude a cuentas abiertas "a ese
fin exclusivo" (es decir: débitos provenientes de tarjetas de
crédito), el citado vocal observó que una interpretación a contrario
de esta norma, que condujera a admitir la "habilidad de certificados
de saldo deudor de cuentas corrientes bancarias operativas que también
incluyan deudas por la utilización de la tarjeta de crédito,
desvirtuaría
el
procedimiento
legal,
diluyendo
las
garantías
establecidas en favor del usuario".
V.- Cabe coincidir con esa inteligencia, pues no hay duda que – como
se desprende de ese fallo- el art. 42 de la ley no es más que un
complemento de la directiva impuesta en su art. 14, cuyo propósito no
ha sido otro que evitar que se eluda la prohibición contenida en este
último mediante la creación de una cuenta corriente ad hoc, vale
decir, al único efecto de dotar a los saldos deudores de ejecutividad
directa. Pero es claro que la ratio legis es unívoca en vedar esta
posibilidad, cualquiera sea el ropaje que se utilice.
Por último, se afirma en la sentencia citada que la ley 25.065
prevalece sobre el art. 793 del Código de Comercio, cuarto párrafo,
porque aquélla regula específicamente el sistema de tarjeta de
crédito, mientras que el art. 793 alude genéricamente a "otras
relaciones jurídicas entre el cliente y el girado" ajenas al servicio
de cheques. Además, dice, "ante el carácter de orden público de la
regulación legal de la tarjeta de crédito (art. 57), resulta
irrelevante la convención entre banco y cliente exigida por el art.
793 del Código de Comercio, para validar los asientos en la cuenta
corriente de débitos derivados de operaciones extrañas a su régimen;
puesto que, a tenor de lo prescripto por el art. 21 del Código Civil,
la normativa que ostenta tal carácter, impone una valla a la
derogación convencional de sus disposiciones".
VI.- En suma, encuentro en este pronunciamiento y en la tendencia
jurisprudencial que he referido, una inteligencia adecuada de los
textos legales.
Esa hermenéutica es respetuosa de su ratio legis, al poner como eje
de la cuestión suscitada a raíz de la práctica bancaria que hemos
venido considerando, la directiva clara del art. 14, inc. 'h', de la
ley, en tanto veda sin subterfugio posible la habilitación directa de
la vía ejecutiva. Y no es ocioso destacar que el inc. 'j' del mismo
art. 14 invalida también "las adhesiones tácitas a sistemas anexos al
sistema de tarjeta de crédito". Esto confirma una vez más que si el
convenio con el banco importa autorizar el débito en la cuenta
corriente de los consumos con la tarjeta de crédito, ello no supone en
modo alguno facultar a la entidad bancaria a prescindir del régimen de
cobro judicial imperativamente impuesto por la ley 25.065 respecto del
importe que se adeude por tales conceptos, sea dicha cuenta operativa
o no, libre su titular cheques o no. Una interpretación sistemática,
que preserve la coherencia del sistema jurídico, exige hacer
prevalecer la especificidad del aludido régimen, que por lo demás no
se contrapone con la previsión del art. 793 del C. Comercio, así como
la preferencia en la aplicación de sus reglas imperativas (arts. 57,
ley 25.065, y 65, ley 24.240).
Las cuestiones prácticas que puedan suscitarse ante un reclamo
promiscuo de débitos generados en la cuenta corriente, algunos
provenientes de la tarjeta de crédito y otros no, tienen cauce
posible, en la labor de los tribunales mediante un examen de las
circunstancias propias de cada caso. Pero, en definitiva, no procede
en ningún caso el cobro de créditos provenientes del uso de sistema de
tarjeta de crédito, mediante la vía ejecutiva directa prevista por los
artículos 531 y ss. del Código Procesal, debiendo en su caso excluirse
esos importes de la ejecución del certificado de saldo deudor en
cuenta corriente, como se propone en el voto que antecede.
VII.- Por ello, se resuelve: hacer lugar al recurso en lo que ha
sido materia de apelación y modificar la resolución de fojas 85/86 en
los términos antes expuestos.
Las costas del proceso serán distribuidas en el orden causado, había
cuenta la existencia de jurisprudencia en contrario (cfr. art. 68, 2°
parte, Código Procesal).
Notifíquese por Ujiería y devuélvase. — José Luis Monti.
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