Jornadas SAM - CONAMET - AAS 2001, Septiembre de 2001 787-794 ALGUNOS CASOS DE CORROSION POR TERRENOS EN ALEACIONES DE COBRE DE ORIGEN ARQUEOLOGICO A. Pifferetti CEMAT, U.A. Venado Tuerto, Universidad Tecnológica Nacional. Castelli 501, 2600 Venado Tuerto (Santa Fe). RESUMEN Las aleaciones metálicas que han permanecido enterradas durante tiempos prolongados sin protección alguna, como es el caso de piezas arqueológicas, constituyen un campo de estudio particularizado, ya que presentan ataques corrosivos diferenciados, en general, de los que pueden encontrarse al analizar las fallas de elementos diseñados y construidos para estar en contacto con el terreno. Si estos elementos han formado parte de ajuares funerarios estos procesos corrosivos se ven potenciados en forma aun no bien determinada, debido a que el medio ambiente en que han estado inmersas suma a las características agresivas propias del terreno, las de aquellas sustancias orgánicas generadas por la descomposición de los cadáveres sobre los que se encontraban. Se describen los procesos corrosivos detectados en el estudio análitico-estructural de artefactos metálicos provenientes de sitios de habitación y de cementerios arqueológicos de los períodos prehispánico, colonial y de épocas históricas mas recientes (excavaciones urbanas), detectándose que la mayor o menor intensidad del ataque no depende en general de la antigüedad sino de las características de la interacción medio ambiente-aleación metálica. Palabras claves Corrosión, Arqueometalurgia, Metalografía, Aleaciones de Cobre. INTRODUCCION Una pieza metálica de origen arqueológico, ya sea esta prehispánica, colonial o de época mas reciente, constituye una muestra de una aleación en un determinado estado de elaboración tecnológica sometida a un proceso de envejecimiento natural y expuesta por períodos mas o menos prolongados a un ambiente agresivo: terreno, agua de mar o dulce, etc. Su estudio podrá hacernos conocer eventuales transformaciones microestructurales producidas por fenómenos de envejecimiento o corrosivos de particulares morfologías que para su desarrollo requieren tiempos notablemente largos, no fácilmente reproducibles en un laboratorio. Esta información contribuye a ampliar nuestros conocimientos metalúrgicos, en especial cuando tratamos con aleaciones de uso poco frecuente en la tecnología moderna. El terreno, como medio ambiente, es un sistema complejo en el que predominan las partículas sólidas derivadas de la disgregación de rocas de granulometría variable y dispersión mas o menos fina, cuyos poros se encuentran en parte ocupados por una fase líquida (solución acuosa de las sustancias solubles presentes en el sistema), y en parte por una fase gaseosa (aire telúrico). La fase líquida le confiere un comportamiento electrolítico aún para valores bajos de 787 Pifferetti humedad, mientras el aire telúrico difiere del atmosférico por el aporte de los gases producidos por el propio medio a través de procesos fisico-químicos y biológicos. [1] Esta configuración lo convierte en un sistema capilar, poroso y muchas veces coloidal, que actúa como un “electrolito imperfecto”, ya que los metales que entran en contacto con él, sufren ataques corrosivos mas complejos que si lo hicieran con una solución acuosa. La presencia de fases sólidas, líquidas y gaseosas suministra una cantidad elevada de heterogeneidades que originan la formación de micro y macropilas de corrosión aun sobre metales de alta pureza. En relación directa con las dimensiones de las heterogeneidades que forman estas pilas, la distancia ánodo-cátodo puede ir desde centésimas de milímetro hasta algunos centímetros. La agresividad propia de un determinado tipo de terreno que rodea una pieza se denomina corrosividad específica o absoluta en contraposición a la corrosividad combinada, relativa o “de pila geológica” a que se encuentran sometidas los elementos metálicos que están en contacto con suelos de composición o permeabilidad variable. El ataque corrosivo depende de una serie de factores primarios que influyen en la instauración y potencialidad del proceso de ataque y secundarios que interesan su evolución. Entre estos se cuentan: - las características químicas del suelo: acidez o alcalinidad total, potencial Hidrógeno, sustancias o iones en solución, disponibilidad de oxígeno; - las características físicas del suelo: composición, textura, porosidad, estructura, estado de agregación, permeabilidad al aire, higroscopicidad, capilaridad, conductividad eléctrica, resistividad, heterogeneidades; - las características biológicas del suelo: presencia de bacterias sulfato o nitrato reductoras o metaníferas; - las características de la aleación metálica: naturaleza y contenido de los constituyentes primarios y secundarios, la estructura, estado superficial, tensiones internas, etc.; - los factores naturales como clima, temperatura, precipitaciones pluviales. Por lo tanto, las aleaciones de cobre tienen un comportamiento que dependerá del tipo y composición de las mismas y de las características del suelo. Estos materiales tienden a recubrirse de espesas capas o “pátinas” de productos de corrosión en las que predomina el óxido cuproso o cuprita de color rojo obscuro, recubierto de carbonatos básicos como la malaquita de color verde obscuro y la azurita de color azul. Estas pátinas de acuerdo a las características del terreno pueden presentarse como capas lisas y compactas pero mas frecuentemente adquieren un aspecto mamilar y fibroso entremezclado con otros productos como los cloruros, los sulfatos y los sulfuros. [2] Los productos de corrosión mas nocivos para estas aleaciones son los cloruros tanto por su elevada solubilidad como por la conductividad iónica de sus soluciones que favorece la evolución del proceso corrosivo. Además algunos de estos compuestos clorurados sufren en presencia de humedad transformaciones que alteran rápidamente el aspecto y la estructura del material, en especial si el contenido salino del terreno es elevado. TECNICAS EMPLEADAS Se efectuaron estudios metalográficos tanto superficiales como sobre cortes longitudinales y transversales de una serie de aleaciones de cobre de origen arqueológicos, las 788 Jornadas SAM - CONAMET - AAS 2001 mismas incluyeron latones del período colonial o del contacto hispano-indígena, bronces y aleaciones Cu-Pb precolombinas; los aumentos utilizados variaron entre 100 y 800. Asimismo se efectuaron análisis complementarios por medio de microscopio electrónico de barrido Philips 505 y determinación de composición química utilizando una microsonda EDAX asociada al mismo. Las probetas metalográficas fueron montadas en resina acrílica y luego de una preparación superficial con papeles esmeriles bajo agua hasta granulometría 600, atacadas químicamente utilizando como reactivo una solución acuosa de cloruro férrico al 5% en volumen. Las muestras para los análisis químicos fueron pegadas sobre soportes de aluminio especiales del MEB y las observaciones se hicieron en el modo de electrones secundarios, trabajando con un potencial acelerador del haz de electrones variable entre 15 y 30 kV. RESULTADOS EXPERIMENTALES Latones Hemos tenido la oportunidad de estudiar latones, es decir aleaciones cobre-zinc, de origen arqueológico provenientes de tumbas de una antigüedad no muy alta pero con ataques corrosivos muy severos. Los elementos metálicos que han formado parte de ajuares funerarios se caracterizan por presentar un alto grado de degradación, presentando procesos corrosivos aun no bien determinados. Esto es debido a que el medio ambiente en que han estado inmersas suma a las características agresivas propias del terreno, las de aquellas sustancias y organismos generados por la descomposición cadavérica. El primer caso estudiado, es el de unas placas de latón de mediados del siglo XIX recuperados enterratorios bajo el piso de la antigua iglesia anglicana de Alejandra, en el norte de la Provincia de Santa Fe. Las mismas que originariamente se encontraban fijadas sobre ataúdes, no sólo han sufrido un alto grado de deformación plástica sino que han estado sometidas a elevadas tensiones en terrenos altamente húmedos y en contacto con los productos de la descomposición orgánica. Se presentan altamente fisuradas y se exfolian en múltiples capas al ser manipuladas hasta el punto que se disgregaban ante la presión de la incluidora metalográfica. Del estudio efectuado se desprende la acción combinada de un intenso proceso de tensocorrosión y de una descincificación que adquiere una morfología estratificada, en la que los productos de la corrosión se alternan con capas de metal integro. El mismo tipo de ataque corrosivo ha podido estudiarse mejor en piezas procedentes de ajuares funerarios procedentes del cementerio de Cerro Mesa, Malarhue, Mendoza, del período de contacto hispano-indígena (siglo XVIII) [3], dado que el proceso no estaba tan avanzado. En una muestra identificada como “hemiesfera” se observó una estructura monofásica de solución sólida α con un contenido normal de inclusiones y granos equiaxiales con maclas de recocido. El ataque superficial es muy marcado y progresa hacia el interior en forma intergranular con formación de óxidos y otros productos de corrosión hasta interesar todo el espesor, provocando la decohesión de los granos. (Fig. 1, 200 X) 789 Pifferetti Figura 1. Ataque intergranular Figura 2. Fisura transgranular Además, tanto en esta muestra como en otra identificada como “disco”, se advierte la presencia de numerosas fisuras transgranulares, seguramente como consecuencia de un proceso de tensocorrosión. Estas fisuras son propias de los procesos de fisuración bajo tensiones internas (deformación en frío) y externas (peso del terreno) de todas las aleaciones de cobre y muy particularmente de los latones en presencia de ambientes amoniacales (sales de amonio, aminas, etc.). Fenómeno agravado en fase gaseosa y que resulta estimulado por la presencia de humedad, oxigeno y anhídrido carbónico. [4] (Fig. 2, 200 X) También los ataques corrosivos que progresan intergranularmente con desprendimiento de los granos son comunes en aleaciones de cobre de origen arqueológico y son atribuibles a la acción del terreno sobre recubrimientos porosos como los sulfuros, produciéndose una penetración estructuralmente selectiva a través de las zonas mas desordenadas cristalograficamente, es decir mas reactivas, como los bordes de grano. Además el cobre tiene al igual que otros metales como la plata o el níquel la propiedad de disolver pequeñas cantidades de oxígeno que penetrando por difusión al interior del material, oxida en forma preferencial aquellos componentes de la aleación menos nobles como el silicio. A temperaturas elevadas resulta favorecida tanto la difusión del oxigeno como la nucleación de los óxidos por lo que estos precipitan en el interior de los granos. Esto puede apreciarse en el "disco" que presenta un ataque crateriforme, que interesa tanto el borde como el interior de los granos y que se acentúa en la superficie. (Fig.3, 100 X) Figura 3. Ataque crateriforme Figura 4. Corrosión selectiva 790 Jornadas SAM - CONAMET - AAS 2001 En cambio a bajas temperaturas la difusión y la nucleación resultan obstaculizadas y los óxidos se localizan en las zonas mas energizadas de acumulación de dislocaciones como los bordes de grano y las bandas de deslizamiento, provocando una oxidación selectiva intergranular. Si estas aleaciones de cobre que han sufrido oxidación interna entran en contacto con hidrógeno a cierta temperatura pueden producirse fisuraciones debidas a la acción de los vapores generados por la reacción del hidrógeno con el óxido.[5]. La Fig. 4 (800 X) muestra este proceso con formación de productos de corrosión en los bordes de grano y en las bandas de deslizamiento en una muestra identificada como “cilindro”. En algunas zonas de un cascabel puede verse la presencia de cobre debido a un proceso de dealeado o descincificación. (Fig. 5, 400 X). Los latones debido a la elevada diferencia de electronegatividades entre el cobre y el zinc presentan una disolución selectiva o preferencial de este último elemento lo que lleva al metal a adoptar un aspecto esponjoso de muy bajas características mecánicas. Este proceso depende de la concentración de iones metálicos presentes y de la composición de la fase metálica. Las soluciones sólidas varían su potencial linealmente con el logaritmo de la concentración del metal menos noble, mientras que los compuestos intermetálicos verifican saltos bruscos de potencial en los puntos correspondientes a las variaciones de fase [4]. Esto provoca la disolución de cierta cantidad de cobre junto con el zinc, el que luego se redeposita en correspondencia de fisuras y microcavidades. Este proceso se ha detectado también en bronces al aluminio y al estaño. [6] Figura 5. Dealeado Bronces De esta aleación se estudiaron unas “diademas” halladas en Tupungato, en la precordillera de Mendoza, de la época de dominación incaica o del período inmediatamente anterior (siglo XV), las mismas resultaron ser aleaciones de cobre y estaño con un contenido de estaño superior al 14 % en peso, con distintos grados de endurecimiento por deformación. [7] Las muestras presentan gran cantidad de inclusiones alargadas y alineadas. La estructura es monofásica de granos equiaxiales con maclas y bandas de deslizamiento, lo que denota un proceso de recristalización posterior a una deformación plástica en frío. Toda la sección presenta ataque intergranular con formación, en algunos lugares, de productos de corrosión y desgranamiento similar al detectado en los latones. Por tratarse de productos deformados plásticamente por martillado este proceso se combina con un ataque estratificado sobre las inclusiones. (Fig. 6, 200 X). 791 Pifferetti Figura 6. Corrosión mixta Figura 7. Desgranamiento Una de las muestras presenta la misma estructura y los mismos fenómenos corrosivos, pero a partir del ataque estratificado sobre las líneas de inclusiones que interesan toda la sección, en algunos sitios del interior a partir de la fisura originada por el ataque anterior se observa un marcado ataque intergranular con formación, en algunos lugares, de productos de corrosión y desgranamiento del material, similar al de la superficie. (Fig. 7, 200 X). Otra, identificada como "3", con estructura y ataque similares, presenta un muy interesante proceso de fisuración en escalones o terrazas, con aspecto similar al del desgarro laminar de los aceros, que no hemos encontrado descripto el la bibliografía. Como muestra la Figura 8 (200 X), consiste en la formación de fisuras que unen transversalmente los estratos corroídos de las líneas de inclusiones longitudinales. Figura 8. Fisuración "en terrazas" Este fenómeno ha sido seguramente producido por tensiones elevadas en el sentido del espesor de la chapa, debido a que en el momento del hallazgo las diademas se encontraban embutidas concéntricamente una dentro de la otra. Aleación Cobre-Plomo Las muestras mas antiguas de la metalurgia del territorio argentino hasta ahora estudiadas provienen de los sitios de El Alamito, Andalgalá, Catamarca y están datadas entre el 300 y el 500 d.C. En su momento determinamos que estas piezas fueron elaboradas por sucesivos procesos de martillado seguidos de calentamientos de recristalización [8][9], a partir de una aleación de cobre con aproximadamente un 10% de plomo, fundida en hornos 792 Jornadas SAM - CONAMET - AAS 2001 verticales muy primitivos a partir de un mineral que contenía entre 31 y 38 % de cobre y entre 20 y 22 % de plomo [9]. Esta aleación de cobre y plomo se ha detectado en varios sitios del viejo mundo en los comienzos de las actividades metalúrgicas. [10] Cuando el plomo esta presente, debido a su total insolubilidad en el cobre, se distribuye como inclusiones en toda la masa. Con el proceso de envejecimiento, los glóbulos del mismo, por sus pobres características electroquímicas ante el ataque corrosivo y su bajo punto de fusión tienden a licuarse, difundir y aflorar, localizándose en las zonas superficiales formando óxidos y carbonatos que tienden penetrar intergranularmente en el material, fenómeno que se acrecienta cuando tratamientos térmicos de homogeneización han permitido la difusión del plomo hacia la superficie. El resultado es un recubrimiento continuo, adherente y compacto de productos de corrosión de aspecto calcáreo y coloración marrón verdosa que en algunos puntos alcanza los 2 mm de espesor. El análisis del recubrimiento determinó que esta formado por cloruros y sulfuros principalmente de plomo, con la presencia de silicatos de calcio y potasio. [11] Incluso, una vez eliminada la capa de visible de productos de corrosión se observa microscópicamente la persistencia en la superficie de manchas blancoazuladas de productos de corrosión del plomo (Fig. 9, 200 X), los que penetran intergranularmente interesando la capa mas superficial de la pieza. (Fig. 10, 800 X) Figura 9. Superficie Figura 10. Ataque Intergranular CONCLUSIONES 1. Todas las aleaciones de cobre estudiadas, sean estas bronces o latones e incluso la aleación cobre-plomo, presentan un ataque corrosivo intergranular con decohesión de los granos que comienza en la superficie y progresa en mayor o menor medida hacia el interior del material, pudiendo incluso interesar la totalidad del espesor. 1. Los productos laminados, tanto latones como bronces, muestran una corrosión selectiva estratificada en correspondencia de las líneas de inclusiones, que tiende a exfoliar la aleación. 2. Todas las aleaciones sometidas a tensiones internas (deformación plástica) y/o externas están sometidas a procesos de fisuración por tensocorrosión. 3. En un caso en particular, un bronce monofásico de alto estaño, se observan marcados ataques interiores intergranulares asociados a esta corrosión estratificada. 4. En una muestra de latón hemos detectado la presencia de fenómenos de dealeado o descincificación. 793 Pifferetti 5. El resultado mas interesante detectado es una fisuración en terrazas o escalones, sobre un bronce monofásico de alto estaño, producido por una combinación de corrosión estratificada y elevadas tensiones en el sentido del espesor, algo que podríamos llamar “desgarro laminar con corrosión”, que no hemos encontrado citado en la bibliografía consultada. 6. En síntesis, se confirma que el estudio de los procesos corrosivos de las aleaciones de origen arqueológico, suministra una muy importante información sobre el comportamiento de los materiales analizados. AGRADECIMIENTOS Nuestro agradecimiento a la Ing. Liliana Nosei que obtuvo las microfotografías de este trabajo, a la Dra. Noemí E. Walsöe de Reca bajo cuya dirección se realizaron los análisis químicos instrumentales y a los arqueólogos que nos facilitaron los materiales, Dres. Humberto Lagiglia y Víctor A. Nuñez Regueiro. REFERENCIAS 1. A.A. Pifferetti. El deterioro de metales arqueológicos y sus engaños. Revista de la Escuela de Antropología. U. N. Rosario. IV, 127-137. 1998. 2. A.A. Pifferetti. Corrosión de aleaciones metálicas enterradas durante tiempos prolongados, Actas VII Jornadas Arg. de Corrosión y Protección, Mendoza, 1996. Editados en Word 6.0 sobre Windows. 3. A.A. Pifferetti, L. Nosei, N. Walsöe de Reca. Estudio analítico-estructural de artefactos metálicos de un cementerio indígena, Jornadas SAM 98 – IBEROMET V, Rosario, Tomo II, 627-630, 1998. 4. G. Bianchi, F. Mazza. Corrosione e protezione dei metalli, Tamburini, Milán, 1975. 5. L. Follo, G. Garagnani, C. 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