Los debates psicológicos en San Marcos El debate histórico de la psicología ha sido este: ambiente versus herencia (nurture vs. nature). En otras palabras: ¿Somos lo que somos debido a lo que heredamos de nuestros padres o debido a lo que aprendemos durante la vida? Hoy en día, todos los psicólogos aceptan que no una sola sino ambas partes –herencia y ambiente– intervienen. Sin embargo, el debate continúa: ¿qué pesa más, la herencia o el ambiente? Si somos lo que somos debido a la herencia, el papel que la sociedad cumple en la formación de nuestra personalidad es mínimo, y por lo tanto hay que enfocarnos más en el ser individual que en el mundo que lo rodea; por ello, quienes defienden esta postura enfocan la psicología hacia el campo de la biología, la fisiología, la genética, las neurociencias, etc. En cambio, quienes defienden la predominancia del ambiente relacionan la psicología con la sociología, la antropología, la historia, etc. Esta última es la postura predominante en San Marcos. Sobre ella hay que mencionar un dato más, que puede parecer fuera de lugar pero que explica bastante bien muchos de los puntos de vista de quienes defienden esta postura: estos son, en su mayoría, políticamente de izquierdas. Al relacionar la psicología con las ciencias sociales y enfatizar la importancia del rol social, estos psicólogos creen, por ejemplo, que con las condiciones ambientales apropiadas una persona común y corriente puede desarrollar una genialidad imprevista en sus genes. Por eso, como creen que el ser humano es tan moldeable que la herencia puede ser desestimada, buscan con sus acciones políticas crear una sociedad que, a su juicio, crearía personas mejores. Generalmente, sus autores de referencia son soviéticos muertos hace ya varios años. Llamaremos a este tipo de psicólogos prosociales. Hay un tipo de psicólogos que no entran en esta etiqueta política pero que también enfatizan el ambiente sobre la herencia. Es más, estos psicólogos suelen entrar en abierta disputa con los psicólogos prosociales, quienes suelen acusarlos de mecanicistas, reduccionistas y otras cosas más. Estamos hablando de los psicólogos conductistas. Lamentablemente, en San Marcos el conductismo ha perdido vigencia, debido a las malinterpretaciones y ataques de que ha sido víctima, y también debido a su descuido de las conductas internas (aquellas que no se pueden observar a simple vista, como por ejemplo las conexiones neuronales), que sí han sido ampliamente estudiadas por las neurociencias. El conductismo ha evolucionado a través de los años. El primer conductismo (llamado metodológico y creado por John Watson), negaba totalmente la herencia, al punto de que Watson llegó a decir que si le daban un conjunto de niños de toda raza y procedencia, él los convertiría en lo que él quisiera con solo modificar su ambiente. Este conductismo original sí era mecanicista y todo lo demás; pero desde entonces el conductismo ha cambiado. Esto es algo que parecen no entender muchos de sus detractores. Quien se inicie en esta carrera debería estar prevenido contra estos. Como se mencionó arriba, el conductismo descuidó las llamadas conductas internas, aquellas que ocurren en el organismo y que no se pueden observar directamente (a diferencia de las conductas externas como caminar, estornudar, salivar, etc.) Esto es comprensible, debido a que las condiciones en que surgió el conductismo no permitían la observación de aquellas. Es menos comprensible que algunos psicólogos se sigan negando a estudiarlas. Los avances de las neurociencias, hoy en día, permiten literalmente observar algunas de estas conductas internas. Técnicas como la resonancia magnética (fMRI) lo permiten. Hay quienes sostienen que esas cosas están bien para la psiquiatría, pero que no son necesarias para el psicólogo. Solo el tiempo dirá qué tan útiles resultarán los avances de las neurociencias para la psicología. Otro grupo de psicólogos, también minoritario en San Marcos, es el de los humanistas, también llamados los de la tercera fuerza (?) Estos psicólogos son enemigos a muerte de los conductistas (hay un libro muy divertido que es recomendable leer llamado Conductismo y humanismo, lleno de acaloradas disputas entre representantes de ambas posturas). Sostienen que el hombre es un ser libre y autónomo, y que por lo tanto no puede ser nunca utilizado como objeto. Esto es, no puede ser objeto de estudio y por lo tanto no es susceptible de experimentación científica. Sostienen que el terapeuta debe ayudar al paciente (o cliente, como lo llaman) a encontrar el sentido de su vida, aquel para el que ha nacido. En resumen, tenemos a los psicólogos prosociales, los psicólogos conductistas, los relacionados a las neurociencias (que incluye a cognitivos, cognitivo-conductuales, algunos conductistas como Rubén Ardila, y algunos más) y los humanistas. Hay que tener en cuenta que este esquema es arbitrario y sirve solo para darnos una idea de los principales enfoques. La realidad es mucho más dinámica. Hay psicólogos prosociales que se apoyan en la neurociencia, así como hay quienes incluso proponen una neurociencia social. Y también hay eclécticos. Como vemos, la pregunta de qué nos hace lo que somos no tiene una, sino muchas respuestas, no siempre compatibles entre sí. Podemos somos lo que somos debido a tres elementos básicos: la carga genética proveniente de nuestros padres, la carga genética resultante de la evolución, y nuestra experiencia individual. Esta última tentar una síntesis diciendo que incluye tanto lo que normalmente llamamos «aprendizaje», como todas las alteraciones que el ambiente efectúa sobre nosotros. Algunos proponen un cuarto factor, íntimamente relacionado con este último: un factor cultural. (La cultura es también un producto evolutivo y, al parecer, se desarrolla paralelamente a la historia genética.) Y hablando de evolución, hay que mencionar una corriente psicológica que está en auge en el mundo entero, y que en San Marcos es casi inexistente. Nos referimos a la psicología evolucionista. La teoría de la evolución ha servido para aplicar cambios notorios como, por ejemplo, la modificación de las extremidades y la bipedestación. Pues bien, la psicología evolucionista propone que la misma teoría se aplique también a los cambios, menos notorios, de los procesos mentales.