reflexiones sobre la ética de la abogacía

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EL ALMA DE LA TOGA: REFLEXIONES SOBRE LA ÉTICA DE LA ABOGACÍA.
ABOGADOS: IMAGEN SOCIAL FRENTE A SU NECESIDAD
¿Cuándo se conoce que un abogado miente? Cuando mueve los labios.
La imagen pública de los profesionales de la toga no está asociada
precisamente a la ética como se deduce fácilmente del popular chiste
anterior, uno más entre los innumerables que circulan por todos los medios,
en todos los idiomas y en todas las culturas.
Es indudable que los abogados cumplen una trascendental función.
Su
preeminencia en
el
ámbito
social
no
es
desconocida, pero su
actividad se asocia a la transgresión de los principios éticos.
Desde su aparición -advocatus quien habla en nombre de otro ante
quien le juzga-, la ciencia jurídica y el profesional o técnico que la desarrolla
surgen paralelamente con la defensa de derechos ante los tribunales y con
las exigencias éticas del Abogado: “Oportet ut bonas causas et veraciter
agant advocati”
Durante siglos no han variado las funciones de los Abogados pero los
profundos cambios operados en el medio económico social mundial no son
ajenos a la actividad del letrado.
desenfrenado,
la competitividad,
La globalización,
la
el capitalismo
ampliación de mercados hacen
necesario un incremento de los valores que enmarcan la actividad jurídica
y un refuerzo para que la avidez económica que se apodera de todas las
profesiones, no empañe los principios fundamentales del ejercicio de la
Abogacía.
Los Colegios de Abogados como Asociaciones o Sociedades típicas
que agrupan a los ejercientes como tales en un determinado ámbito así lo
han sentido. La búsqueda de los razonamientos éticos les ha llevado al
establecimiento de una serie de
principios básicos que
funcionen como
puntos de orientación fundamentales y al establecimiento de Códigos éticos
o dentológicos de los Abogados, fijando las individuales normas de la ética
del abogado persona autónoma como normas heterónomas procedentes de
la autoridad del colectivo de Abogados constituido en corporación pública y
que en la Deontología profesional cristaliza la reflexión colectiva a lo largo
de la historia de la Abogacía, sin perjuicio de que el Estado y las entidades
supraestatales también estén regulando la ética profesional del Abogado
(Principios báscos sobre la función de los Abogados, VIII Congreso Naciones
Unidas 1990 y Directiva CE 2001/97)
Un profesional cuyo trabajo es pedir justicia para los demás: eso
es un abogado. El
ciudadano acude al profesional haitualmente una vez
que su conflicto no lo puede resolver particularmente. Su función peculiar
permite encadenar al hombre promedio con la Administración judicial, en
busca de la tutela judicial efectiva.
aplicada por el Juez no
Y este derecho a la tutela de la Ley
es el único que queda protegido gracias a la
actuación del abogado, pues esta profesión es instrumento en la garantía
de toda una serie de bienes fundamentales de la persona. El
tiene, entonces,
acceso a la jurisdicción y el
Ciudadano
derecho a obtener una
decisión fundada en derecho.
Estas líneas están encaminadas a una breve reflexión sobre la ética
del ejercicio profesional del derecho, en el sentido de principios y
conclusiones de la ética concreta aplicada a la vida profesional. Nos
referiremos a la permanencia de unas líneas maestras que han sido
fundamentales en la concepción de la Deontología del ejercicio del Derecho.
Se intenta discernir el papel de la ética en la evolución del derecho
contenporáneo y aproximar al individuo común al rol desempeñado por
los abogados en los tribunales y fuera de ellos.
El comportamiento incorrecto de un letrado daña al cliente y produce
un claro perjuicio en
los abogados honestos,
abogado tiene una responsabilidad social y
actuaciones negligentes e irresponsables.
la
dañando su imagen.
El
sociedad no perdona las
Lograr que un abogado sea un buen profesional depende de muchos
factores: lo procesos de formación teórica deben mejorar en un mundo tan
cambiante como es el actual de nuestra Sociedad de Redes, así como los
Colegios deben implicarse más en el
cumplimiento por parte de los
colegiados de las normas deontológicas. La enseñanza de normas éticas
en los estudios universitarios nunca se puede considerar excesiva y, sin
embargo, se relega a asignaturas irrelevantes perdidas en los cursos. Los
cambios a realizar, requieren una implicación profunda por parte de
los
letrados pues sin su acción las normas deontológicas caerían en terreno
estéril y no darían fruto alguno.
Dentro de un Estado de Derecho,
justicia es fundamental pero
el buen funcionamiento de la
esa justicia debe fluir a través de la
interpretación de la ley. La misión del abogado es contribuir
a su
realización: dar a cada uno lo suyo.
El progreso económico ha descubierto nuevas posibilidades para la
persona y un despliegue tan variado de necesidades ha provocado en el
hombre la obsesión del consumo. Sus deseos ya no están circunscritos a la
mera necesidad de subsistencia sino que aspira a satisfacer sus necesidades
como persona humana. El abogado ofrece sus servicios profesionales y,
a través de ellos, contribuye a satisfacer necesidades humanas como la
seguridad y tranquilidad.
La
abogacía, cumple una función social. Los intereses particulares
deben articularse a los intereses generales de la sociedad. Por lo tanto, la
misión pasa de individual a colectiva. Su labor se desarrolla en medio de
una importante preocupación para la sociedad sobre sus poderes reales y,
en consecuencia, es objeto de severas regulaciones legales. El abogado
debe tener presente la alta función que la sociedad le confía, que supone la
defensa efectiva de los derechos individuales y sociales que son la espina
dorsal del Estado de Derecho.
Esa sociedad occidental -en nuestro caso-, que pretende ignorar la
problemática derivada de la obediencia al derecho en las sociedades
occidentales, que cuentan con Declaraciones de Derechos y Libertades de la
Persona, a diferencia de las sociedades orientales, que según palabras del
propio Gandhi no conciben los derechos humanos desligados de una carta
de los Deberes del Hombre.
Dicha sociedad no tiene claro quiénes son los abogados y qué
pueden aportar en beneficio de la colectividad como ya hemos puesto de
relieve.
La profesión ha descuidado el
marketing,
permitiendo a otros
colectivos adquirir una posición reforzada frente al público. La Abogacía
debe concebir con precisión su imagen real en la sociedad, pues frente a
otros colectivos profesionales que han establecido una comunicación con
el público, su letárgica reacción no se concibe.
ETICA DEL ABOGADO: SUS NORMAS
El establecimiento de normas deontológicas del abogado es una
exigencia
universal como se
Deontológicos
aprecia,
a través de todo
el
al
dictado de
diversos Códigos
mundo y que proceden de raices
históricas como las romanas o cristianas como las Ivo Hélori, santo patrón
de los abogados.
La actuación
del
letrado
ha
evolucionado paralelamente
a
los
derechos del hombre, haciendo uso de las herramientas con que contó
en
cada época esto es con las normas que quien ostentase el poder de
juzgar reconociese como obligatorias fueren la costumbre, la jurisprudencia,
el Decálogo mosaico o la Constitución.
Al igual que los fundamentos filosóficos de los derechos humanos
son de capital importancia para su defensa y promoción, la defensa de
los Derechos sólo puede darse efectivamente dentro del marco del Estado
Social y Democrático de Derecho, a través de un instrumento: el letrado.
El sistema adoptado para regular las condiciones de ejercicio de
la abogacía ha sido el dictar normas en cada legislación, sin perjuicio de
la
existencia de normas
regionales
como
es
el
Caso
de
la
Unión
Europea.
Las actuaciones de control se desarrollan a través de dos medios:
Inicialmente, la definición de reglas de conducta y por otra parte tenemos la
aplicación de estas normas por medio de órganos de control deontológico.
El abogado ejerciente en España debe respetar los principios éticos
y deontológicos contenidos en el Estatuto General de la Abogacía Española
aprobado por Real Decreto 658/2001 de 22 de junio, en el Código
Deontológico aprobado por el Consejo de Colegios de Abogados de Europa
(CCBE) de 28 de noviembre de 1998, en el Código Deontológico aprobado
por el Consejo General de la Abogacía Española (27 noviembre 2002), en el
que el Consejo de Colegios de la Autonomía correspondiente tuviera
aprobado -actualmente el Consejo Vasco de la Abogacía está concluyendo la
aprobación del suyo propio- y en los del Colegio Terriotrial en que estuviere
incorporado.
La evolución de esta normativa ha sido arrolladora pues de la
existencia de deberes tácitos hemos pasado a su incorporación en la Ley
Positiva de forma reciente a todos los niveles en un Estado tan complejo
como el nuestro dentro del marco de la Constitución Vigente, piedra angular
sobre la que se ha construido este entramado de normas profesionales.
La
actuación del letrado que
hoy
trasciende las
fronteras
nacionales ha requerido también una regulación supranacional, normativa
obligada tras la eliminación de
fronteras en el espacio europeo, los
sistemas jurídicos, no pueden considerarse más como sistemas cerrados
en cada estado.
El
problema
fundamentación
del
pues
a
Código Deontológico no es
nivel mundial se
un
problema de
ha reconocido su
existencia
sino un problema de concreción. En el caso español, corresponderá a los
Colegios adaptar
las normas deontológicas contenidas en el Estatuto
General de la Abogacía a las particularidades propias de su
ámbito
territorial.
Estos sistemas de autodisciplina, servirán como complemento a la
acción de los poderes públicos.
en
Los códigos deontológicos están basados
un compromiso de responsabilidad social
como
contrapartida
al
elevado índice de libertad de ejercicio
.
No podemos perder de vista que la actividad profesional ahora exige la
creación de equipos de abogados y multidisciplinares con la intervención de
otros profesionales que
hacen más complicado la aplicación de una ética
estricta de la Abogacia a personas que no lo son y, sin embargo no se
puede eludir que el Abogado es responsable de que su equipo se rija por los
mismos principios éticos que le sean exigibles personalmente por sus
clientes, sus adversarios, los poderes públicos...
LOS PRINCIPIOS ETICOS BÁSICOS EN EL EJERCICIO DE LA PROFESIÓN.
Siguiendo los textos legales vigentes que hemos citado y sin ánimo
de exhaustividad quiero exponer algunos principios básicos que no son más
que valores plasmados en normas concretas –reglas cuya cita y análisis
evito en la medida de lo posible por no excederme del objetivo de esta
obra-. Estos principios se superponen y repiten inevitablemente

Independencia del Abogado
Se refleja esencialmente en la libertad del
abogado de asumir la
dirección de un asunto y en la del cliente de elegir al letrado que desee y
de cesar la relación profesional cuando lo estime conveniente.
La independencia se convierte en un derecho-deber y a la vez en un
requisito básico del Estado de Derecho, que permite al abogado rechazar
las instrucciones que atenten contra sus propios criterios, debiendo cesar en
el asunto cuando considere que no
independencia.
puede continuar con absoluta
La
única
limitación
de
esta independencia se encuentra en la
propia ley y en las normas deontológicas que permiten obligar a defender
“de oficio” lo indefendible para evitar la indefensión del ciudadano.
El abogado no puede desarrollar funciones o ejercer otra profesión
paralela a la abogacía que produzca una presión física o anímica que
pudiese poner en riesgo su independencia.
El abogado debe preservar su independencia frente a las presiones
de los poderes públicos
y no
debe
adquirir intereses personales en el
pleito.
Esto
es,
el
abogado
puesde
estar
incurso
en
causas
de
incompatibilidad absoluta para ejercer como tal y debe darse de baja en la
profesión o puede estar incurso en causas de incompatibilidad relativas a un
asunto y debe cesar en la defensa, velando por no originar indefensión al
cliente.

Dignidad y Libertad de Defensa.
El abogado tiene el derecho y el deber de defender y asesorar a
su
cliente: por lo
tanto,
se prohíbe la
utilización de medios ilícitos o
injustos, ni el fraude como forma de eludir las leyes. Es libre de aceptar o
rechazar la
dirección
de un
asunto siempre que ello no produzca la
indefensión del cliente.
Siendo la dignidad humana fundamento del orden político y de la paz
social (art. 10
de la Constitución Española)
humanización de la
al abogado
corresponde la
ciencia jurídica dentro del proceso de renovación del
derecho..
La libertad debe ser entendida como
autodeterminación de la
conducta en función de los valores que previamente ha asimilado. Si
una
persona desconoce ciertos valores, tendrá una limitación en
su
libertad.
La libertad humana tiene que
ir paralela con el
sentido de
responsabilidad, pues en caso contrario se convierte en libertinaje.
El hombre es libre de realizar valores o rechazarlos, pero siempre
esta percepción de los valores es fundamental para
que existan actos
libres. La libertad absoluta es difícil de conseguir pues el hombre se halla
inmerso en una serie de condicionamientos sociales que
determinan su
conducta.
La
libertad debe reflejarse en la aceptación del caso o del cliente
como hemos ya dicho también al hablar de la independencia. Existe poco
riesgo de que se produzca indefensión por la negativa del abogado a
aceptar el caso dada la alta competitividad que reina en esta profesión hoy
en día.
La defensa es un derecho fundamental de la persona, recogido en
la Constitución,
en el Convenio Europeo
para la protección de los
Derechos Humanos, pero más allá de su estructuración, es un derecho
humano. Y su reconocimiento ha sido un gran avance de la humanidad.
El ejercicio de la libertad de expresión en la defensa del caso está
amparado por el art. 437 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. El abogado
está obligado a ejercer su libertad de defensa y expresión conforme al
principio de buena fe y a las normas de correcta práctica profesional.
Un
abogado
defensor debe
actuar en
beneficio de la sociedad
intentando garantizar a cada ciudadano acusado un juicio lo
posible. En este sentido, su función se encauza hacia los
más justo
intereses
colectivos de la sociedad.
El abogado es un colaborador de la justicia cuya pretensión debe ser
obtener la mejor sentencia para su cliente, todos sus esfuerzos deben
estar dirigidos hacia este fin, pues la fiscalía y la acusación enfilarán
todos sus esfuerzos en el sentido opuesto, siendo el juez quien debe
tomar ambas versiones para extraer la verdad jurídica, todo ello con la
finalidad de dictar una decisión congruente y motivada. Teniendo como
presupuesto que el proceso se entiende como
contradicción entre
pretensiones que un órgano imparcial resuelve.
Las
partes deben ser oídas contradictoriamente,
la
igualdad
partes debe asegurarse de forma que no se produzca la indefensión.
derecho garantizado
de
Este
por el artículo 24.1 de la Constitución Española,
constituye a la vez una base fundamental del Estado Social y Democrático
de Derecho.
Derecho que constituye un correlativo deber
para los otros
poderes estatales al ejercer sus competencias.
El
abogado se perfila como instrumento
que permite evitar un
efectivo y real menoscabo del derecho de defensa, no sólo protegiendo
de la infracciones
jurisdiccionales
que podrían ser cometidas
por los
órganos
sino cuidando la interdicción de ilegítimas privaciones o
limitaciones de los medios de defensa que podrían producirse en el seno de
un proceso.
El derecho a la defensa con abogado no es un derecho fundamental
que puede ser directamente ejercitado por los sujetos sino un derecho de
prestación que debe ejercitarse a través de los cauces procesales.
que se produzca efectivamente,
Para
se requiere la utilización de normas
procesales concretas y la ejecución de actos judiciales específicos de
aplicación de tales normas.
La actividad del juez no puede basarse en convicciones individuales
simplemente morales pues ello
derivaría en
posibles condenas de
inocentes y en la inseguridad jurídica.
El acusado no puede ser impedido del derecho a alegar y demostrar
en el proceso
su verdad o su versión de los hechos a fin de obtener su
reconocimiento, pues en otro caso se encontraría en indefensión
La absolución de su cliente que sabe culpable puede ser la finalidad
que persigue el
letrado bajo el deber de la ética,
pues no
sólo
los
inocentes tienen derecho a una defensa con todas las garantías que provee
el
proceso penal,
aunque ello signifique
poner toda una serie de
obstáculos legales a las actuaciones de la víctima. El Fiscal
tiene otra
misión: la defensa de los intereses de la sociedad. Si entendemos que el
inocente no
defendido,
necesita defensa y
daríamos la
el ciudadano culpable no debe
ser
espalda como valor superior del ordenamiento
jurídico reconocido en el primer artículo de la Carta Fundamental vigente.
En realidad, las partes deben disponer de iguales oportunidades de alegar
y probar todo lo que consideren necesario para el reconocimiento judicial
de su postura.
La absolución del culpable es el resultado del fallo -en el sentido del
mal funcionamiento- de los pasos anteriores del proceso al fallo judicial, se
da fundamentalmente por falta de pruebas que acrediten la acusación a
juicio del juzgador, valga la redundancia.
El proceso constituye un marco dentro del cual cada actor abogado,
juez
y fiscal-,
ajustarse a los
juega
un
determinado rol.
parámetros de su actividad
sin
Cada uno debe
desbordarla, utilizando
todas las armas éticamente aceptables para triunfar.
Todos aquellos que
juegan un papel en este proceso deben estar bien preparados para ello. ¿El
rol del abogado? Convertirse en la voz
jurídicas
de
su
representado,
que
traduciendo
exprese las aspiraciones
al
necesidades que le hayan sido encomendadas,
lenguaje
jurídico
las
siempre acatando los
principios reguladores del poder judicial.
Aunque
la
autodefensa
como
capacidad
de
comparecer
personalmente ante el órgano jurisdiccional tiene cabida en
nuestra
legislación, ello no obsta al derecho a contar con la asistencia letrada,
puesto que el ciudadano promedio debe contar con el asesoramiento
adecuado. El derecho a la asistencia de un abogado resulta una garantía
técnica que protege a todo aquel individuo que deba comparecer ante
cualquier jurisdicción.
Tampoco constituye obstáculo
para la designación
de abogado o procurador por el turno de oficio con la finalidad de asegurar
el derecho de defensa.

Integridad
La conducta profesional del
abogado debe ser íntegra. Ser recto,
implica no tener miedo de las consecuencias de su lucha por la justicia. Su
actuación debe ser veraz ante los Tribunales y debe fomentar el principio
de legalidad.
Su actuación debe desarrollarse teniendo en cuenta un profundo
respeto de la dignidad personal
y un interés por la mejora de la calidad
humana del individuo, buscando siempre una coincidencia con los intereses
generales.
Se prohíbe al abogado la defensa de intereses en conflicto con los
de su cliente. La lealtad hacia el cliente parte de esta misma integridad,
incluso aunque no se llegue al nivel delictivo de la prevaricación.
La integridad no es obstáculo para el respeto al Abogado adversario.
La fraternidad hacia los colegas es importante, pues siempre tiene
frente a sí un compañero contendiente que posee armas dialécticas dignas
de consideración pero esta fraternidad no puede rebasar tenues límites,
esto es, durante el conflicto jurídico cada Abogado debe permanecer en su
lado para favorecer a su respectivo cliente y, concluido el tiempo del
enfrentamiento, es el momento de la confraternización pero sin que ésta
suponga una ofensa innecesaria al cliente.
La defensa de los intereses del cliente no le exime de su deber de
colaboración con la Justicia, cuyos límites se encuentran en la no violación
de los derechos constitucionales.
Esta integridad incluye una equitativa distribución del tiempo a fin de
lograr un justo equilibrio entre los múltiples compromisos que exige la
profesión, sin que pueda acaparar trabajos que no pueda atender
debidamente.
Debe
procurar la solución extrajudicial de los conflictos, pues el
acceso a la administración de justicia debe ser el último recurso.
El
letrado procurará formarse continuamente,
actualizando las
herramientas jurídicas a fin de adaptarse mejor a un mundo cambiante.

Secreto Profesional
La relación
Abogado-Cliente, fundamentada en la confianza,
tiene
caracteres específicos que la diferencian de otras relaciones profesionales:
por un lado el letrado se halla sometido a reglas de actuación específicas
debido a su pertenencia a un Colegio Profesional; por otra parte, se
destaca el deber de conocer las reglas técnicas del Derecho, cumpliendo
obligaciones objetivas de diligencia.
El abogado se convierte en custodio de la intimidad personal de su
cliente
y
de su
inalienable derecho a no declarar contra sí
mismo. Se
refuerza de esta manera la protección del derecho a la intimidad recogido
en la Constitución Española, por lo que no puede divulgar todo aquello
que le sea comunicado por su cliente ni por otro abogado.
Todo ello, con la finalidad además de evitar el lucro del abogado
por la utilización de información que haya adquirido como consecuencia del
ejercicio profesional. La prohibición se convierte en derecho de guardar
secreto respecto a todos los hechos que conozca como consecuencia de
su actuación.
El secreto profesional y la confidencialidad son deberes y derechos
del abogado que se extienden más allá de tiempo en la prestación de
servicios del
cliente.
Regulados históricamente tanto por normas
deontológicas como por la legislación ordinaria.
Considerado como uno
de los pilares básicos para el perfecto ejercicio del desarrollo profesional,
debe acompañarse de plenas garantías.
Sin embargo, la frivolización del secreto profesional en aras de la
obtención de audiencias televisivas es uno de los mayores atentados que
está padeciendo este principio ético básico de la Abogacía y parece que no
se puede poner límites a esta escalada.
Por otra parte, el
abogado no puede aportar a los Tribunales las
cartas que reciba del abogado de la contraparte, ni las conversaciones
que mantenga con
clientes y adversarios no pueden
ser
grabadas sin
previa advertencia.
Este deber de secreto profesional no sólo se extiende al abogado
sino a las demás personas que trabajan con él, por cualquier clase de
vínculo sea mercantil o laboral o familiar pero el responsable es el abogado
de aquellas violaciones que se puedan producir, por tanto existe un deber
de vigilar a quién se le deja acceder al círculo de la actividad profesional y
más cuando las tecnologías de la información permiten el acceso a la
información y su difusión fuera de todo control.
La jurisprudencia del
materia,
Tribunal de Estrasburgo
desde una perspectiva de los derechos del
correspondencia
escrita
entre
ambos
y
las
ha
abordado
ciudadano,
entrevistas
en
la
la
personales,
protegiendo la privacidad de las conversaciones telefónicas entre abogadocliente,
considerada como uno de los pilares de la democracia. Por otra
parte, la normativa europea de prevención del blanqueo de capitales y de
prevención y bloqueo de financiación del terrorismo puede haber empezado
a permitir una cierta relativización del deber de secreto profesional.
BILIOGRAFÍA
GOROSQUIETA, Javier.
Ética de la Empresa,
Bilbao, Ediciones Mensajero S.A., 1999.
Teoría
y
Casos Prácticos,
LE MAPPIAN, Jean, Ivo de Tréguier patrón de abogados, Zaragoza, edita
Real
e
Ilustre Colegio de
Abogados de Zaragoza,
Imprime INO
Reproducciones S.A.1981
Consejo Vasco de la Abogacía,
Honorarios profesionales,
normas
orientadoras para su aplicación Bilbao Edita Consejo Vasco de la Abogacía.,
2002
Código Deontológico de la Abogacía Española, Ilustre Colegio de Abogados
de Cantabria. Aprobado por Real Decreto 658/2001, de 22 de junio.
Ilustre Colegio de Abogados de Madrid Estatuto General
de la Abogacía
Española, Madrid, Jurcom y Legiscom S.L., 2001
Boletín del
Ilustre Colegio de Abogados de Madrid número 11 3ª Época,
febrero 1999 título La actuación profesional del Abogado.
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