El ser humano en las filosofías de Platón y Descartes

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Filosofía de 1º de bachillerato, Curso 2014-2015
El ser humano en Platón y en Descartes, 1
EL SER HUMANO EN LA FILOSOFÍA DE PLATÓN
Su concepción dualista del mundo (Mundo sensible, Mundo inteligible) se refleja
también en su concepción del hombre. El ser humano en Platón se encuentra
escindido en dos realidades: el alma y el cuerpo. El hombre es el resultado de una
unión "accidental" entre el alma, inmortal, vinculada al mundo inteligible; y el
cuerpo, material y corruptible, perteneciente al mundo sensible; dos realidades
distintas que se encuentran unidas en un solo ser de modo provisional, de tal modo
que lo más propiamente humano que hay en el hombre es su alma, a la que le
corresponde la función de gobernar, dirigir, la vida humana. Para explicar esta
relación Platón recurre al símil del piloto y la nave; al igual que el piloto debe dirigir
la nave, el alma debe dirigir al cuerpo. Platón llega a referirse al cuerpo como la
“cárcel” del alma.
a.
El alma, en la filosofía de Platón aparece como un principio de
conocimiento racional y nos capacita para conocer la verdadera realidad, las Ideas.
Tal como hemos visto, Platón mantiene que podemos llegar a ese conocimiento a
través de la reminiscencia, la dialéctica y el “Eros”. Por otra parte, el alma es
inmortal, pues cuando el cuerpo muere, ella continúa existiendo y, además ya
existía antes de su unión con el cuerpo.
“Por esto, cuando la muerte llega al hombre, lo que hay de mortal en él muere y lo
inmortal se retira sano e incorruptible cediendo el puesto a la muerte.
Es evidente.
Si existe, pues, alguna cosa inmortal e imperecedera, mi querido Cebes, debe ser el alma y
por consiguiente nuestras almas existirán en el otro mundo.” (Fedón)
Apoyándose en la teoría de la reminiscencia, Platón defiende la preexistencia del
alma, pues si se admite que existen las Ideas y que el conocimiento es el recuerdo
de éstas, entonces el alma ha tenido que existir antes de esta vida.
Para demostrar su inmortalidad, en el Fedón encontramos el argumento de la
simplicidad, según el cual Platón mantiene que si es semejante a las Ideas ha de ser
simple y no compuesta. Ahora bien, lo simple es incorruptible, por lo que el alma
debe ser inmortal.
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“Sobre la inmortalidad, baste ya con lo dicho. Pero sobre su idea hay que añadir lo
siguiente: Cómo es el alma, requeriría toda una larga y divina explicación; pero decir a
qué se parece, es ya asunto humano y, por supuesto, más breve. Podríamos entonces decir
que se parece a un carro que, como si hubieran nacido juntos, lleva a una yunta alada y a
su auriga. Pues bien, los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos , y
buena su casta, la de los otros es mezclada.
Por lo que a nosotros se refiere, hay, en primer lugar, un conductor que guía un tronco de
caballos y, después, estos caballos de los cuales uno es bueno y hermoso, y está hecho de
esos mismos elementos, y el otro de todo lo contrario, como también su origen.
Necesariamente, pues, nos resultará difícil y duro su manejo.
Y ahora, precisamente, hay que intentar decir de dónde le viene al viviente la denominación
de mortal e inmortal. Todo lo que es alma tiene a su cargo lo inanimado, y recorre el cielo
entero, tomando unas veces una forma y otras otra. Si es perfecta y alada, surca las
alturas, y gobierna todo el Cosmos. Pero la que ha perdido sus alas va a la deriva, hasta
que se agarra a algo sólido, donde se asienta y se hace con cuerpo terrestre que parece
moverse a sí mismo en virtud de la fuerza de aquélla.”
(Fedro, ed. Gredos Anexo 4, p. 345)
En el Fedro, a través del mito del carro alado, Platón distingue tres partes en el
alma:
La parte racional está ligada al conocimiento y posee las facultades intelectuales.
En ella reside la esencia del ser humano, aquello que nos define y nos caracteriza.
Esta situada en la cabeza y debe dirigir las funciones de las otras dos partes.
La parte irascible está relacionada con las pasiones nobles y tiene como misión
regular nuestros impulsos violentos relacionados con la venganza, la valentía o la
cobardía. Está situada en el pecho.
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La parte concupiscible o apetitiva está relacionada con las bajas pasiones, los
apetitos relativos a los placeres de la comida y la sensualidad. Platón sitúa esta
parte del alma en el vientre
En algunos de los diálogos se menciona que el carácter inmortal del alma está
presente sólo en su parte racional y las otras dos partes no serían inmortales.
Establece una jerarquía entre esas partes, siendo la racional la más importante,
después le sigue la irascible y por último la apetitiva. En función de ello,
considera que la parte racional debe dirigir las otras dos.
Por otra parte, mantiene que en cada uno de nosotros predomina una parte del
alma. Esto le sirve a Platón para asignar a cada individuo una función social
vinculada a sus capacidades:
Deben gobernar aquellos en los que predomine la parte racional.
Serán soldados, aquellos en los ……
Y aquellos en los que no predomine ………., ni ……..… serán artesanos o
campesinos.
b.
El cuerpo está ligado al mundo sensible y al igual que este tiene también una
valoración negativa, el cuerpo es como la “cárcel” del alma. Concibe el cuerpo como
la sede de las pasiones, de los apetitos y los deseos; también de los sentidos, que nos
proporcionan conocimiento del Mundo sensible. Debe ser entrenado durante la infancia
y la adolescencia, pero sólo el estamento de los guerreros. El cuerpo “tira del alma hacia
abajo”, la confunde y no la deja alcanzar sus elevados objetivos (el conocimiento de las
Ideas)
c.
La unión del alma con el cuerpo
La unión del alma con el cuerpo es accidental, temporal y durante esta unión se
lleva a cabo un proceso de purificación. Es una unión accidental porque el alma no
necesita al cuerpo para existir, ni para realizar la función que le es propia, el
conocimiento. El cuerpo es, más bien, una cárcel para el alma y le dificulta el
conocimiento de la verdadera realidad. Además, se trata de una unión temporal
pues el alma, tal como se ha expuesto, preexiste antes de su unión con el cuerpo y
existirá después de dicha unión. Y, durante la unión se realiza un proceso de
purificación pues el tipo de vida que se realice durante esta unión condicionará sus
nuevas reencarnaciones en seres superiores o inferiores o su completa liberación de
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un cuerpo. El mayor o menor acercamiento al conocimiento de la verdadera realidad
y el dominio de los apetitos y pasiones marcará su destino en las otras vidas.
Entonces es de ley que tal alma (la que ha contemplado la verdadera realidad) no se
implante en ninguna naturaleza animal, en la primera generación, sino que sea la que más
ha visto la que llegue a los genes de un varón que habrá de ser amigo del saber, de la
belleza o de las Musas tal vez, y del amor; la segunda, que sea para un rey nacido de leyes
o un guerrero y hombre de gobierno; la tercera, para un político o un administrador o un
hombre de negocios; la cuarta, para alguien a quien le va el esfuerzo corporal, para un
gimnasta, o para quien se dedique a curar cuerpos; la quinta habrá de ser para una vida
dedicada al arte adivinatorio o a los ritos de iniciación; con la sexta se acoplará un poeta,
uno de ésos a quienes les da por la imitación; sea la séptima para un artesano o un
campesino; la octava, para un sofista o un demagogo, y para un tirano la novena. De entre
todos estos casos, aquel que haya llevado una vida justa es partícipe de un mejor destino, y
el que haya vivido injustamente, de uno peor”
(Fedro 246 c-d, ed. Gredos Anexo 4, p. 350)
EL SER HUMANO EN LA FILOSOFÍA DE DESCARTES
En el ser humano coexisten alma y cuerpo, pensamiento y extensión. Tal como
aparece en la filosofía cartesiana, cuerpo y alma son dos sustancias distintas y, por
ello, no se necesitan mutuamente para existir. Para explicar esta coexistencia que
funciona como si fuera una única realidad, Descartes acude a Dios, último
responsable del orden del universo, que ha decidido que funcionen de esa manera.
El alma es una sustancia pensante de naturaleza espiritual y además es inmortal.
En ella reside la esencia del ser humano –soy algo que piensa-, por tanto es
superior al cuerpo. Sentir,
dudar, imaginar, percibir, desear, ...son funciones
propias del alma. La libertad y la voluntad estarían ligadas a esta parte espiritual
del ser humano, al igual que las sensaciones y las pasiones. Quien siente es el alma
y, el alma es también la que sufre las pasiones: odio, alegría, tristeza,…; sin
embargo, estas últimas dependen del cuerpo y son, por ello involuntarias.
Pero, el alma no es principio de vida porque ésta se reduce a movimiento
mecánico, sobre todo en los animales, que, al no tener alma, no tienen pensamiento.
“¿Qué soy? Una cosa que piensa. ¿Qué significa esto? Una cosa que duda, que
conoce, que afirma, que niega, que quiere, que rechaza, y que imagina y siente.
No son pocas, ciertamente, estas cosas si me atañen todas. Pero ¿por qué no han de
referirse a mí? ¿No dudo acaso de casi todas las cosas; no conozco algo, sin
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embargo, y afirmo que esto es lo único cierto y niego lo demás; no deseo saber
algo, aunque no quiero engañarme; no imagino muchas cosas aun sin querer, y no
advierto que muchas otras proceden como de los sentidos? ¿Qué hay entre estas
cosas, aunque siempre esté dormido, y a pesar de que el que me ha creado me haga
engañarme en cuanto pueda, que no sea igualmente cierto que el hecho de que
existo? ¿Qué es lo que se puede separar de mi pensamiento? ¿Qué es lo que puede
separarse de mí mismo? Tan manifiesto es que yo soy el que dudo, el que conozco y
el que quiero, que no se me ocurre nada para explicarlo más claramente. Por otra
parte, yo soy también el que imagino, dado que, aunque ninguna cosa imaginada
sea cierta, existe con todo el poder de imaginar, que es una parte de mi
pensamiento. Yo soy igualmente el que pienso, es decir, advierto las cosas
corpóreas como por medio de los sentidos, como, por ejemplo, veo la luz, oigo un
ruido y percibo el calor. Todo esto es falso, puesto que duermo; sin embargo, me
parece que veo, que oigo y que siento, lo cual no puede ser falso, y es lo que se
llama en mí propiamente sentir; y esto, tomado en un sentido estricto, no es otra
cosa que pensar.” Descartes. “Meditaciones metafísicas”. Segunda meditación
¿Qué soy?
Una cosa que piensa
Duda
Imagina
Entiende
Concibe
¿Qué es una cosa que
piensa?
Una cosa que
Quiere
No quiere
Siente
Afirma
Niega
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El cuerpo es una sustancia material de naturaleza extensa. El funcionamiento del
cuerpo puede ser explicado de la misma forma que el funcionamiento de una
máquina. Las leyes de la biología y de la física determinan su funcionamiento, por
lo tanto, puede realizar las funciones que le son propias sin recurrir al alma.
“…quiero llamar la atención sobre el hecho de que el movimiento que acabo de
explicar -la circulación de la sangre- se sigue tan necesariamente de la disposición
misma de las partes, …. como el movimiento de un reloj se sigue de la situación y la
forma de los contrapesos y ruedas” (Descartes, Principios de filosofía)
La unión del cuerpo con el alma se realiza a través de la glándula pineal que está
situada en el cerebro, este es la base biológica de las funciones del alma, pero es
ésta la que controla y dirige al cuerpo. Por su parte, el cuerpo a través del
cerebro transmite la información sensible al alma.
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