Documento 1155269

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CLAVES
para un mundo mejor
16 – AGOSTO - 2014
REFLEXIÓN DE MONS. HECTOR AGUER
“FIESTA DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN”
“Todos los años la Iglesia celebra, el 15 de Agosto, la Fiesta de la Asunción de la
Santísima Virgen María. Es algo que pasa un tanto inadvertido porque, a veces, cae entre
semana y no puede ser celebrado con tanta solemnidad; sin embargo, se trata de la fiesta
más importante de la Virgen que tenemos en el año litúrgico”.
“Antiguamente más que de asunción se hablaba, sobre todo en oriente, de “la
dormición de María”. Notemos qué bello, qué delicado es este término. La muerte de la
Virgen, nacida sin pecado original, no fue una muerte dolorosa como puede ser la nuestra.
María sufrió la muerte mística al pie de la Cruz, en el momento de la Muerte de Cristo. El
momento final de la vida terrestre pudo llamarse entonces “dormición de María”. Hay figuras
preciosas, en oriente, de la Virgen “dormida”, rodeada de los Apóstoles que la admiran y la
contemplan”.
“Nosotros hablamos de Asunción. ¿Qué significa Asunción? Hay que distinguir muy
bien entre ascensión y asunción porque a veces se nota que las palabras y los conceptos se
mezclan. Hablamos de la Ascensión de Jesús al cielo, expresando que la Resurrección
culmina en su retorno al Padre, de tal manera que ahora la carne humana de Cristo,
glorificada, está en el seno de la Trinidad. Nosotros en el Catecismo de nuestra infancia
decíamos que Jesucristo subió al cielo por su propio poder; aquí va la diferencia con
asunción”.
“¿Qué quiere decir Asunción de María? Quiere decir que Ella fue tomada, fue
asumida, fue llevada. Esta formulación es pasiva. ¿Quién la lleva? La lleva el Señor. Toda la
vida de María está dirigida hacia Dios y por tanto dirigida al Cielo; por eso hablamos de la
Asunción de la Santísima Virgen al Cielo”.
“Ahora bien: ¿qué significa para nosotros esta fiesta? Esta fiesta nos hace pensar en
el cielo. Nos invita a esperar que el Señor nos asuma a nosotros también en la gloria; eso
depende del Señor y también depende de nosotros, de nuestra disponibilidad. Por eso
podemos admirar la Asunción de María como la orientación, como la señal de un camino.
¿Cual es el sentido de nuestra vida? ¿En qué acaba nuestra vida? No acaba en el
cementerio, sino que está destinada a acabar en los brazos del Señor y, más aún, el
Bautismo, como fuente de la vida cristiana, está ya encaminándonos a la vida celestial”.
“Me parece que hoy día pensamos poco en esto porque el ritmo de vida que se lleva
es muchas veces agobiante, estamos tan cansados y, además, estamos muy pegados al
suelo, porque tenemos que atender cosas graves, serias y urgentes, y obviamente no
vivimos en la luna. Sucede entonces que podemos olvidar esta perspectiva de nuestro ser
cristiano y de nuestra propia humanidad. Estamos llamados a compartir en el Cielo la gloria
de Dios, la gloria de Cristo y la gloria de María”.
“Por eso esta fiesta de la Asunción es, de algún modo, estimulante. Es una especie
de pausa que se nos invita a hacer, en este torbellino que es la vida contemporánea, para
abrir el corazón a la contemplación y al reposo en estas realidades superiores que hacen
más bella la vida. Esta atención a las cosas de Dios, a las cosas del Cielo, la mirada puesta
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en la figura de María llevada al Cielo, puede aliviarnos de tanta quejosa exigencia
como tienen las cosas de la vida diaria”,
“Así que pidámosle a la Virgen que nos ayude a comprender bien el sentido de esta
fiesta, de modo que tenga algún efecto en nosotros. Cada año esperemos el 15 de agosto
con esta intención: unirnos a María para estar cerca del Señor y para poder participar, de
algún modo, en ese deseo esperanzado del Cielo”.
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