CLAVES para un mundo mejor 16 – AGOSTO - 2014 REFLEXIÓN DE MONS. HECTOR AGUER “FIESTA DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN” “Todos los años la Iglesia celebra, el 15 de Agosto, la Fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María. Es algo que pasa un tanto inadvertido porque, a veces, cae entre semana y no puede ser celebrado con tanta solemnidad; sin embargo, se trata de la fiesta más importante de la Virgen que tenemos en el año litúrgico”. “Antiguamente más que de asunción se hablaba, sobre todo en oriente, de “la dormición de María”. Notemos qué bello, qué delicado es este término. La muerte de la Virgen, nacida sin pecado original, no fue una muerte dolorosa como puede ser la nuestra. María sufrió la muerte mística al pie de la Cruz, en el momento de la Muerte de Cristo. El momento final de la vida terrestre pudo llamarse entonces “dormición de María”. Hay figuras preciosas, en oriente, de la Virgen “dormida”, rodeada de los Apóstoles que la admiran y la contemplan”. “Nosotros hablamos de Asunción. ¿Qué significa Asunción? Hay que distinguir muy bien entre ascensión y asunción porque a veces se nota que las palabras y los conceptos se mezclan. Hablamos de la Ascensión de Jesús al cielo, expresando que la Resurrección culmina en su retorno al Padre, de tal manera que ahora la carne humana de Cristo, glorificada, está en el seno de la Trinidad. Nosotros en el Catecismo de nuestra infancia decíamos que Jesucristo subió al cielo por su propio poder; aquí va la diferencia con asunción”. “¿Qué quiere decir Asunción de María? Quiere decir que Ella fue tomada, fue asumida, fue llevada. Esta formulación es pasiva. ¿Quién la lleva? La lleva el Señor. Toda la vida de María está dirigida hacia Dios y por tanto dirigida al Cielo; por eso hablamos de la Asunción de la Santísima Virgen al Cielo”. “Ahora bien: ¿qué significa para nosotros esta fiesta? Esta fiesta nos hace pensar en el cielo. Nos invita a esperar que el Señor nos asuma a nosotros también en la gloria; eso depende del Señor y también depende de nosotros, de nuestra disponibilidad. Por eso podemos admirar la Asunción de María como la orientación, como la señal de un camino. ¿Cual es el sentido de nuestra vida? ¿En qué acaba nuestra vida? No acaba en el cementerio, sino que está destinada a acabar en los brazos del Señor y, más aún, el Bautismo, como fuente de la vida cristiana, está ya encaminándonos a la vida celestial”. “Me parece que hoy día pensamos poco en esto porque el ritmo de vida que se lleva es muchas veces agobiante, estamos tan cansados y, además, estamos muy pegados al suelo, porque tenemos que atender cosas graves, serias y urgentes, y obviamente no vivimos en la luna. Sucede entonces que podemos olvidar esta perspectiva de nuestro ser cristiano y de nuestra propia humanidad. Estamos llamados a compartir en el Cielo la gloria de Dios, la gloria de Cristo y la gloria de María”. “Por eso esta fiesta de la Asunción es, de algún modo, estimulante. Es una especie de pausa que se nos invita a hacer, en este torbellino que es la vida contemporánea, para abrir el corazón a la contemplación y al reposo en estas realidades superiores que hacen más bella la vida. Esta atención a las cosas de Dios, a las cosas del Cielo, la mirada puesta CLAVES para un mundo mejor en la figura de María llevada al Cielo, puede aliviarnos de tanta quejosa exigencia como tienen las cosas de la vida diaria”, “Así que pidámosle a la Virgen que nos ayude a comprender bien el sentido de esta fiesta, de modo que tenga algún efecto en nosotros. Cada año esperemos el 15 de agosto con esta intención: unirnos a María para estar cerca del Señor y para poder participar, de algún modo, en ese deseo esperanzado del Cielo”.