Documento 1155257

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19 – ABRIL - 2014
REFLEXIÓN DE MONS. HECTOR AGUER
“QUE LA NACION TENGA UNA PASCUA”
“La semana pasada, en nuestro último encuentro, yo les hablaba acerca de la Semana Santa
y del sentido de la Pascua. Pues bien, hemos llegado y quiero subrayar algo que les transmitía
entonces. El sentido de novedad, el deseo de cambio hacia una novedad total, que debe implicar
nuestra participación en la Pascua de Jesús. Porque no sólo recordamos nosotros como un episodio
histórico lo que vivió Jesús hace tantos años, sino que eso es un misterio en realidad, la liturgia de la
Iglesia es una especie de gran sacramento. Y sobre todo la celebración pascual es una especie de
signo eficaz de lo que el Señor hizo por nosotros. Un momento de recibir en plenitud la gracia de la
redención y aspirar seriamente a un cambio en nuestra vida, así como nos hemos venido preparando
a lo largo de la cuaresma. ¿Para qué? Para que podamos en todo caso ofrecerle al Señor nuestro
propósito, nuestro deseo de ser mejores cristianos. Y entonces asumir con seriedad nuestros
deberes, no sólo en el ámbito propio, específico, de nuestra relación con Dios sino también en la
relación con el prójimo, la relación con la comunidad y las comunidades de las cuales formamos
parte. Porque lo que yo quisiera subrayar hoy es precisamente esto”.
“No miremos nuestra participación en la Semana Santa solamente como un beneficio
personal que podemos adquirir. Pensemos también en el sentido comunitario y social que eso tiene.
Hay una analogía que podemos hacer. Así como debemos aspirar a renacer en la Pascua con Cristo
espiritualmente, en el camino de nuestra vida cristiana, así también podemos aspirar a que la
sociedad argentina toda, a que la Nación tenga una verdadera Pascua. Digo que es una analogía,
una comparación porque todos nos lamentamos y sufrimos la situación que se está viviendo en el
país y desde hace quizás mucho tiempo”.
“Hay cosas de las cuales debemos salir, debemos superar, y eso análogamente nos está
recordando que es un camino de pasión, de muerte y de resurrección. Yo he anotado algunas cosas
para no irme por las ramas acerca de lo que pienso que la Argentina de hoy debiera dejar atrás.
Quiero decir que hay deficiencias, hay defectos que nos han resultado ancestrales. Y otros más
recientes que se han convertido finalmente en defectos crónicos. Pienso por ejemplo en la extensión
del narcotráfico, con su amplísima red de complicidades, en la proliferación del delito, en los raptos,
los arrebatos de violencia y últimamente en los intentos insensatos de hacer justicia por mano propia”.
“Hay una inclinación en el país, en la sociedad política también, en los distintos sectores, una
inclinación que se ha convertido casi en una manía a la división, a la discordia de opiniones, a la
discordia de ánimo y voluntades o sino se hacen arreglos superficiales e interesados que no
remedian el mal. Así se alteran las relaciones personales y también las relaciones institucionales y
eso no permite avanzar hacia la búsqueda del bien común, que tiene que ser el fin de la vida de una
sociedad. Y que requiere un sincero amor a la verdad, la disposición al sacrificio y un sentimiento de
aprecio por la unidad a la cual se debe aspirar. Es decir, hay deficiencias crónicas, como decía, que
han impedido un desarrollo continuo e integral de nuestro país, que ha sido enriquecido por la mano
providente de Dios. Peor todavía, esas deficiencias se hacen sentir sin demasiados embozos en lo
que tanta gente dice hoy día y comenta, acerca del nivel de corrupción que reina en la vida pública,
la decadencia del sistema educativo, el deterioro de la cultura popular, la marginación y la exclusión
de multitudes, que los arbitrios de las políticas económicas y sociales no acaban de remediar. Todo
esto, todos estos males, digamos así, que son signos de muerte en el fondo, tienen que ser
superados, pueden ser superados. La parte mejor de la población, que es la mayoría de nuestra
población, quiere superarlo”.
“Entonces no pensemos la renovación pascual solo en términos individuales, pensémoslo en
términos de Nación. Pongamos cada uno lo propio, cada uno lo que tiene que hacer; no es el gesto
de votar cada tanto y ojala votáramos bien, se trata de algo más, se trata de un interés especial que
debe inspirar todos los actos de nuestra vida. Especialmente si participamos en una serie de
instituciones sociales que van ofreciendo a los demás servicios múltiples y que son también un
entrenamiento para esa especie de gran esfuerzo nacional para salir hacia adelante de una vez por
todas. Se me ocurrió que nuestras felices pascuas no deben ser solamente así un saludito familiar o
con nuestros conocidos, más allá de eso también habría que decirles felices pascuas a la Nación
Argentina. ¿Podemos esperar una gran pascua nacional? Ojala que así sea. Hasta la próxima”
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