19 – ABRIL - 2014 REFLEXIÓN DE MONS. HECTOR AGUER “QUE LA NACION TENGA UNA PASCUA” “La semana pasada, en nuestro último encuentro, yo les hablaba acerca de la Semana Santa y del sentido de la Pascua. Pues bien, hemos llegado y quiero subrayar algo que les transmitía entonces. El sentido de novedad, el deseo de cambio hacia una novedad total, que debe implicar nuestra participación en la Pascua de Jesús. Porque no sólo recordamos nosotros como un episodio histórico lo que vivió Jesús hace tantos años, sino que eso es un misterio en realidad, la liturgia de la Iglesia es una especie de gran sacramento. Y sobre todo la celebración pascual es una especie de signo eficaz de lo que el Señor hizo por nosotros. Un momento de recibir en plenitud la gracia de la redención y aspirar seriamente a un cambio en nuestra vida, así como nos hemos venido preparando a lo largo de la cuaresma. ¿Para qué? Para que podamos en todo caso ofrecerle al Señor nuestro propósito, nuestro deseo de ser mejores cristianos. Y entonces asumir con seriedad nuestros deberes, no sólo en el ámbito propio, específico, de nuestra relación con Dios sino también en la relación con el prójimo, la relación con la comunidad y las comunidades de las cuales formamos parte. Porque lo que yo quisiera subrayar hoy es precisamente esto”. “No miremos nuestra participación en la Semana Santa solamente como un beneficio personal que podemos adquirir. Pensemos también en el sentido comunitario y social que eso tiene. Hay una analogía que podemos hacer. Así como debemos aspirar a renacer en la Pascua con Cristo espiritualmente, en el camino de nuestra vida cristiana, así también podemos aspirar a que la sociedad argentina toda, a que la Nación tenga una verdadera Pascua. Digo que es una analogía, una comparación porque todos nos lamentamos y sufrimos la situación que se está viviendo en el país y desde hace quizás mucho tiempo”. “Hay cosas de las cuales debemos salir, debemos superar, y eso análogamente nos está recordando que es un camino de pasión, de muerte y de resurrección. Yo he anotado algunas cosas para no irme por las ramas acerca de lo que pienso que la Argentina de hoy debiera dejar atrás. Quiero decir que hay deficiencias, hay defectos que nos han resultado ancestrales. Y otros más recientes que se han convertido finalmente en defectos crónicos. Pienso por ejemplo en la extensión del narcotráfico, con su amplísima red de complicidades, en la proliferación del delito, en los raptos, los arrebatos de violencia y últimamente en los intentos insensatos de hacer justicia por mano propia”. “Hay una inclinación en el país, en la sociedad política también, en los distintos sectores, una inclinación que se ha convertido casi en una manía a la división, a la discordia de opiniones, a la discordia de ánimo y voluntades o sino se hacen arreglos superficiales e interesados que no remedian el mal. Así se alteran las relaciones personales y también las relaciones institucionales y eso no permite avanzar hacia la búsqueda del bien común, que tiene que ser el fin de la vida de una sociedad. Y que requiere un sincero amor a la verdad, la disposición al sacrificio y un sentimiento de aprecio por la unidad a la cual se debe aspirar. Es decir, hay deficiencias crónicas, como decía, que han impedido un desarrollo continuo e integral de nuestro país, que ha sido enriquecido por la mano providente de Dios. Peor todavía, esas deficiencias se hacen sentir sin demasiados embozos en lo que tanta gente dice hoy día y comenta, acerca del nivel de corrupción que reina en la vida pública, la decadencia del sistema educativo, el deterioro de la cultura popular, la marginación y la exclusión de multitudes, que los arbitrios de las políticas económicas y sociales no acaban de remediar. Todo esto, todos estos males, digamos así, que son signos de muerte en el fondo, tienen que ser superados, pueden ser superados. La parte mejor de la población, que es la mayoría de nuestra población, quiere superarlo”. “Entonces no pensemos la renovación pascual solo en términos individuales, pensémoslo en términos de Nación. Pongamos cada uno lo propio, cada uno lo que tiene que hacer; no es el gesto de votar cada tanto y ojala votáramos bien, se trata de algo más, se trata de un interés especial que debe inspirar todos los actos de nuestra vida. Especialmente si participamos en una serie de instituciones sociales que van ofreciendo a los demás servicios múltiples y que son también un entrenamiento para esa especie de gran esfuerzo nacional para salir hacia adelante de una vez por todas. Se me ocurrió que nuestras felices pascuas no deben ser solamente así un saludito familiar o con nuestros conocidos, más allá de eso también habría que decirles felices pascuas a la Nación Argentina. ¿Podemos esperar una gran pascua nacional? Ojala que así sea. Hasta la próxima”