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31 de Diciembre de 2011
REFLEXIÓN TELEVISIVA DE MONS. HECTOR AGUER
“EL SENTIDO DEL FELIZ AÑO NUEVO”
“La fiesta del 1° de Enero tiene varios motivos de celebración. Por empezar,
el 1° de enero es el día octavo de la Navidad. La fiesta de la Navidad es tan
importante que la Iglesia la celebra a lo largo de toda la semana. Es el misterio
central de nuestra fe, la encarnación y el nacimiento del Señor. El 1° de enero se
cierra esa semana de la Navidad; es el día octavo”.
“Pero desde muy antiguo, también en los días que siguen a la Navidad, se
celebra a la Virgen Santísima en su título de Madre de Dios. Esta conmemoración ha
sido restaurada en el ordenamiento litúrgico hoy vigente y quedó fijada el 1º de
enero”,
“A nosotros ya nos resulta algo muy común, muy normal, llamar a María
Madre de Dios. Lo decimos todo el tiempo cuando rezamos el Ave María. Sin
embargo, tendríamos que pensar en la profundidad de ese título. Además ese título
es, podríamos decir, la corona más bella con la cual se puede honrar a María.
Theotokos dicen los griegos: Madre de Dios”
“La llamamos Madre de Dios porque ha dado a luz virginalmente al Hijo
eterno de Dios, eso lo hizo no sólo cumpliendo una función biológica, porque antes
entregó su corazón en la fe. Los Padres de la Iglesia dicen que María concibió antes
en su espíritu que en su vientre”.
“Es decir: concibió a Cristo, el Verbo, la Palabra Eterna de Dios, primero en
su espíritu al responder con fe al anuncio del Ángel y luego, entonces, por eso, pudo
concebirlo en su seno y darlo a luz. Es la Madre, según la humanidad, de la persona
divina del Hijo de Dios”.
“El que nació de ella como hombre es la segunda persona de la Santísima
Trinidad. Por eso podemos llamara a María Madre de Dios”.
“Además, el 1° de enero es el inicio del año civil. Esto nos recuerda que
nosotros contamos los días y los años desde el nacimiento de Cristo. Vivimos en la
era cristiana”.
“Casi no lo advertimos cuando tiramos el almanaque del año pasado y
colgamos el nuevo, pero eso es lo que estamos anunciando implícitamente, que
Cristo está en el centro de las edades”.
“El 1° de Enero, la Iglesia, ya desde hace varias décadas, lo ha designado
como Jornada Mundial de la Paz. Es decir, proyecta sobre las realidades temporales
la luz que procede del nacimiento de Jesús, del misterio de la encarnación”.
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“La encarnación del Hijo Eterno de Dios ha significado un cambio fundamental
en la vida y en la historia de la humanidad. Y entonces la Iglesia quiere promover en
los hombres el pensamiento de la paz, presentándola como un don de Dios y como
una tarea nuestra”.
“¿Qué imagen mejor de la paz puede haber que la Virgen Santísima con el
Niño Dios entre sus brazos?”.
“Comienza entonces el 1° de Enero, un nuevo año y todos nos deseamos
“feliz Año Nuevo.” ¿Qué significará eso de “feliz año nuevo”? Expresamos así
muchos deseos, tantas esperanzas legítimas, pero que tienen que estar sostenidas
por una esperanza fundamental, que es la esperanza en Dios”.
“Por esta esperanza más alta aspiramos a alcanzar la felicidad definitiva en la
vida eterna, en la comunión con Dios para siempre. Es esta esperanza la que
sostiene y transfigura todas las otras. Nos infunde ánimo para superar las
dificultades y para vivir de acuerdo a nuestra vocación de hijos de Dios, respetando
a todos y procurando su bien. Esta gran esperanza sostiene nuestro legítimo deseo
de felicidad. Fundados en ella podemos desear: Feliz año nuevo para todos”.
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