Entrevista personal con Carlos Durán, Antropólogo de la Universidad de los Andes, estudioso de las comunidades afrolombianas de las Islas del Rosario, 21 de abril de 2006 Me está preguntando, básicamente, “por qué los negros son negros.” Primero que todo tenemos que ver la conciencia histórica del poblamiento de las Islas del Rosario y de Barú, y de la llegada de las poblaciones negras a Cartagena, que fue por donde llegaron todos los esclavos a Colombia. En Cartagena se da el “cimarronaje”, que son los esclavos fugados que se iban a montar palenques o “rochelas”, y estos palenques a veces estaban habitados por indígenas. Así que hubo un mestizaje. Ahí es, pues, donde se mezcla la gaita indígena con la tambora africana. Palenques en la costa caribe hay bastantes, y después con la explotación minera el pacífico se empieza a llenar de poblaciones esclavas. Esto debemos verlo, primero, como una forma de organización. Esto lo comento para ver qué pasa en el siglo XIX. Primero que todo, Barú siempre existió, desde los indígenas, ella aparece desde los primeros escritos de los españoles que llegaron, que decían que había una comunidad organizada indígena en Barú. Con el tiempo ese territorio se vuelve una encomienda. (Hago énfasis en Barú porque las islas son las Islas de Barú, sólo hasta hace poco son las Islas del Rosario). En Barú había canalizaciones desde los indígenas, que ampliaron los españoles para construir el Canal del Dique. Entonces hay que ver el conjunto cultural de Barú. Luz Adriana Amaya, una historiadora que vivió un tiempo en Barú, estuvo contándome que una de las cosas que caracterizó el proceso de cimarronaje hacia esa zona, era una persecución de las prácticas de brujería: ellos tenían un conocimiento de medicina tradicional fuerte. Esto es algo que desde 1700 estuvo tratando de eliminar la corona, viéndolo como algo negativo. Entonces vemos que ahí hay una población asentada, indígena. Así que si uno va a Barú, uno ve que desde entonces hay unos rasgos indígenas fuertes, en cuanto a la fisonomía, pero además unos conocimientos ancestrales que los negros heredaron de los indígenas. Hay cerámica hecha por negros, pero que es heredada de los indígenas, y el manejo artesanal como tal, también tiene esa doble tendencia. Musicalmente lo que quiera: el bullerengue tiene de ambas cosas (negro e indígena). Entonces lo que pasa es que Barú era una hacienda. ¿Qué tiene una hacienda? Estaban las plantaciones. En el caribe colombiano se trataron de imponer grandes plantaciones, pero no se generaron tan fuertes y con tantos esclavos como en las Antillas, por condiciones de la tierra. Así que esta área no desarrolló tanto la figura de la “encomienda”, pero entonces esos esclavos se fueron a la minería. Por ende la población negra de Barú tiene dos orígenes hipotéticos, digo yo: uno, los esclavos que estaban ahí, los de la hacienda; y dos, los fugados. En el siglo XIX se da otra cosa: cuando se da la independencia, muchos de los títulos de propiedad quedan en el aire, porque muchos españoles se van. Esas tierras, según la memoria local, fueron compradas por los negros. Mientras que España comienza a adoptar políticas liberales, apoyando el proceso de modernización de los países recién independizados, hay un momento donde la isla de Barú es comprada por la población local, negra (ese documento yo se lo pasé a Maria Paula). Es en 1850 cuando hacen esa compra: compran un territorio descrito como 7 caballerías, 1 caballería son como 300 Ha, entonces yo pienso que es el pueblo solamente. Esto se da en 1850, y la abolición de la esclavitud en Colombia es en 1857. En 1850 ya podemos ver que hay una población que se organiza, que tiene una Junta de Mejoras que es la que reúne ese dinero y va a Cartagena a la Notaría Primera, y compra la Isla de Barú, y la compra con la voluntad de decir “esto es de todos, esto no queremos que sea ni del Estado, ni de algún particular, ni de algunos de nosotros: de todos”. Resulta entonces que se establece un uso colectivo de la tierra, que es lo que más llama la atención, porque ese tipo de uso persiste, y es ahí donde encontramos un elemento de etnicidad. Vemos entonces que esa Junta de Mejoras (que se llama así a principios de 1900, no sé su nombre exacto en ese momento), lo que hace es asignar el uso de la tierra, pero ocurre lo siguiente: si usted necesita sembrar, pregunta si puede utilizar esa tierra y le dicen “cójala”, y cuando la deja de utilizar otro puede llegar y usarla. Si usted dice “oiga, yo estoy viviendo en esta casa pero quiero irme a vivir a otra”, entonces alguien puede llegar a quedarse donde usted estaba. Y en ningún momento hay un “contrato” distinto a la palabra, en ningún momento hay un arrendamiento o algo así. Obviamente el tiempo ha cambiado y el proceso de modernización de Cartagena y de Barú ya siente una percepción de la propiedad muy distinto. En las Islas del Rosario, en el proceso de fundación del pueblo Orika, que fue hacia el 2001, cuando ellos invaden ese terreno, que era de un narcotraficante que el Estado lo expropió, hacen una repartición de los lotes, hacen un mapeo del sitio y los rifan. Y lo que pasa es que ese uso actual también tiene ese manejo de propiedad colectiva porque uno puede ser el dueño de ese lote, pero puede que no lo esté usando. Así que puede llegar alguien y le hace mejoras al lote, y uno como dueño le dice “usted está construyendo en mi lote”, pero el otro le responde “oiga, usted quiere vivir aquí o no?”, y uno contesta que sí, así que se pagan las mejoras y punto. Por tanto, son muy pocos los que viven en su propio lote: o lo cambiaron con otro, o están en un tipo de trueque con otra persona. Y lo mismo pasa con las rozas: en la isla hay unas rozas, que son sitios de siembra, donde el que necesita trabajar va y siembra, es de uso colectivo. Así que hay que ver cómo históricamente se ha manejado esa relación con el territorio. Así entramos a otro tema: el conocimiento sobre el territorio, que como ya dije, es de uso colectivo. Por ejemplo, el manejo agrícola. Le hablo de la historia porque para hablar de identidad uno tiene que hablar de historia, necesariamente. En Barú (y sigo hablando de Barú porque es la misma población que la de las Islas), existen dos tipos de trabajadores: el agricultor y el pescador. El pescador busca la proteína y el agricultor “el resto del caldo”, lo que es la yuca, la batata, el ñame, o incluso la fruta, y hacían el intercambio. Y era una especie de trueque. Ahí entonces también hay un conocimiento (ancestral) del mar, donde por ejemplo los bajos de pesca son los sitios tradicionalmente utilizados por las familias. Así que es interesante cómo el legado es el mar también, no sólo “la roza donde mi abuelo cultivaba, sino también donde mi abuelo iba a pescar”. Y ese bajo donde se pesca es el bajo “de alguien”. Entonces hay una sucesión sobre ese bajo, no podemos hablar de una propiedad privada del mar como tal porque igual es de uso colectivo, pero sí quien “lo conoce, lo descubrió” es el que se auto-denomina como propietario, o al que se le reconoce esa propiedad. Con las comunidades negras pasa que la memoria de los antepasados se maneja con los territorios y con esos nombres, los muertos siguen vivos en el territorio. Uno de los motivos por las cuales se reconocen a los afrodescendientes desde la Ley 70 de 1993 es ese conocimiento de los territorios, que es un conocimiento que compartieron con los indígenas pero que también trajeron del África, hay muchas semillas y frutos aquí que llegaron del África, por ejemplo el tamarindo. (Ellos también trabajaban el policultivo, que era mezclar varios tipos de frutos, talando lo que crece, después se hace un horno de leña con lo que tala, y esa ceniza que queda es para fertilizar: si usted quiere agricultura orgánica la encuentra mucho allí. Después de unos 8 años la tierra no es tan buena, así que se tiene que mover y hacer otra roza, y dejar que el otro terreno se recupere). Hacia finales del siglo XIX comienzan a verse las fincas de coco. (Dicen que el coco lo trajeron de San Blas, que es un archipiélago que queda cerca de Panamá). Y lo que pasa es que esos baruleros son comerciantes: usted sale con mercancía, con coco, y lo exporta a otros lados, como Cartagena. Y en ese circuito, cuando usted sale con el barco lleno, se devuelve con el barco lleno también. Barú ha existido todo este tiempo en parte por el contrabando. Desde los siglos XVII, XVIII, todos estos palenques se caracterizan porque hacen contrabando de ron y de tabaco, y por ahí también entran las cosas que piden los cartageneros de la élite. Así que Barú ha sido siempre ese sitio de intercambio cultural, además, como son navegantes, los baruleros tienen una característica de todas las comunidades isleñas y es que son nómadas, se desplazan por todos lados. Tienen una gran conexión con las Antillas, con el Urabá, con la Guajira, con Venezuela. En Urabá todavía hay gente que dice “mi familia viene de Barú”, hablando de 4 o 5 generaciones atrás. Entonces esos circuitos de comercialización de productos, pero además de intercambio cultural, caracterizan a Barú porque es el nodo, el núcleo de donde sale este tipo de población. ¿Por qué digo esto? Porque Barú y las Islas del Rosario hacen parte de este mismo conjunto, porque usted puede que viva en Barú, pero va a pescar es a los bajos, que quedan en las Islas. Entonces lo que vemos es que Barú es el centro poblacional, que existe una periferia agrícola como todos los pueblos lo tienen, donde la gente va y tiene ahí su finca (de coco en este caso), y las familias más pudientes eran las dueñas de esas fincas, y los dueños de los barcos. Yo le he hablado de una cuestión histórica. Lo que pasa es que nos hemos quedado con esta idea del negro puro, el negro olvidado, del Pacífico, el “negro azul” (porque hay “niveles de negro” según algunos). El negro negro para nosotros es el negro chocoano “azul” y si acaso el palenquero. Pero resulta que población negra en el Caribe hay mucha, mestiza bastante, pero que sigue siendo reconocida como negra en el día a día. Ellos están en constante contacto con Cartagena, la población mayoritaria. En 1950, se da el proceso de modernización de Cartagena, de expansión urbana, y también se crea el club de pesca (salen pescadores a las Islas del Rosario, y en ese mismo momento ocurre la venta de las islas). Así que ellos son cartageneros, porque han estado en contacto con ella, pero son de una Cartagena rural. Pero cuando uno habla de población negra, se asocia con lo rural, sin embargo, hay muchas comunidades negras (e indígenas) que están asentadas en centros urbanos desde hace mucho tiempo, y aún así tienen sus tradiciones, su cultura. La cultura no necesariamente tiene que estar asociada con un territorio específico. Y Cartagena como recibió tantos negros esclavos, tiene mucha gente que no es reconocida, porque la Ley 70 de 1993 fue hecha para gente del Pacífico, para “negros azules”, y los San Andresanos, los Raizales tienen su legislación también. El mestizaje (que fue muy alto) con el indígena no le quita que sea negro, y que en la calle en la interacción sea visto como un “negro hijueputa”, y es ahí donde la política se tiene que aplicar también, se han creado unas políticas especiales para las minorías en muchos temas como educación o salud, pero no aquí. Ellos siguen siendo negros, y en Cartagena la relación entre blancos y negros es una cosa complicada, porque es distinta a como la manejamos en el interior. Acá uno dice “negro hijueputa”, allá no, allá es “negrito”, porque es paternalista, es un racismo muy diferente. Esta relación se da en las elecciones, en los contratos, y es a eso a lo que hay que apuntarle, a sacar a esas comunidades de esa condición de subalternos, y vistos como población de segunda categoría, e incluirlos. Barú podría ser patrimonio histórico: es esa Cartagena que no nos contaron, porque la Cartagena que nos contaron es la de los esclavos, de las murallas, de los piratas, de Pedro de Heredia. Pero resulta que en Barú y en otros lados existe otra historia de Cartagena, que es la que ahora se está tratando de agarrar. Respecto de la población que vive concretamente en las Islas del Rosario, en Orika, le haré primero una pequeña reseña de ella. El cartagenero que tiene finca allá dice que esa población es reciente, que antes no había nadie, que son invasores, que no merecen estar ahí. Existen unas familias tradicionales (negras) en las Islas, que son los baruleros (importantes) que tenían tierras allá. Quedan reductos de esas familias en las Islas del Rosario, y quedan otras que son de Barú, porque resulta que el cartagenero que va y compra casa, al que le dice “quédese y me cuida” es al negro (dentro de esa dinámica paternalista). Con el tiempo, esas relaciones se volvieron complicadas, porque la lógica de trabajo, la noción de tiempo, es muy diferente a la que manejamos en la ciudad. Uno dice “negro perezoso, negro vago”, pero uno no se da cuenta de cómo maneja el tiempo esa persona y cómo se relaciona con el trabajo y la producción. El negro era la persona a la que el blanco le decía “cuídeme la casa y atiéndame cuando yo vaya”, y eso sucedía, pero en el resto del tiempo el trabajador negro hacía lo que estaba acostumbrado a hacer, lo que generó disgustos. Además, después, cuando en los años 70 comienza el “boom” y las Islas se vuelven famosas y el “jet-set” empieza a ir, es cuando comienzan a llegar personas del interior, con un racismo distinto, y comienzan a sacar a esas personas que estaban ahí, que quedan excluidas. Llevaban al cuidandero de su otra finca porque confiaban en él y no en ese “negro hijueputa”. Por eso se comienza a dar un repoblamiento de las islas, porque se vendieron las costas, y la gente (afrocolombiana) queda viviendo detrás. Después, en 2001 hay un re-agrupamiento en Orika, y son catalogados como invasores, cuando realmente están en un sitio que ha sido siempre de uso de ellos. Se asientan en una zona que según Parques era un bosque hermoso, pero realmente allá no hay ningún palo que no sea vegetación secundaria, y en términos de biodiversidad la parte terrestre es muy pobre. Fundan este pueblo, y ahí comienza a hablarse de comunidad negra y de minoría étnica. Lo que pasa en Cartagena es que los palenqueros se robaron el discurso, y ellos son ‘los únicos negros’ en Cartagena, el resto no tienen ni salud ni educación porque los palenqueros se politizaron. Orika como tal es una leyenda negra, la historia de una princesa negra. Le ponen el nombre Orika al pueblo, pero la historia sólo la saben los líderes políticos, si usted le pregunta a la gente del común acerca de Orika, no saben qué es. Porque es muy diferente el manejo de la memoria que tienen los indígenas al que tienen los negros, sobre todo cuando a usted lo están obligando a olvidarse de esa memoria todo el tiempo. Así que lo que yo le estoy narrando es lo que ellos cuentan, de lo que pudieron contar, porque muchas cosas no pudieron relatar. Como no existe ese arraigo a la tierra, porque son comunidades nómadas, no es tan fuerte la memoria, pero sí lo hay, referente a otros temas como la gastronomía o la música. Está la champeta. La champeta es negra, totalmente africana, pero el proceso de llegada de ella a Cartagena da cuenta de un proceso moderno, de globalización (viene de Londres, y llegan sólo las pistas, sobre las cuales cantan acá). La cultura del picó, que son parlantes de dos pisos, donde escuchan música a todo volumen. Hablando de huellas de africanía, el picó dicen que ese tambor que hace que la tierra retumbe, “pum pum pum”, es básicamente lo mismo que el tambor. La champeta narra no sólo las cosas sexuales, sino que también tiene discursos políticos, históricos. Charles King es uno de los que maneja este discurso de resistencia. Él tiene una frase muy bonita, que dice “esa vaina de que dicen negro perezoso… ¡lo que pasa es que la cultura negra, después de haber construido las murallas de Cartagena y el Canal del Dique, la cultura negra se jubiló!”. El tema del tiempo. Es distinto, es el tiempo del pescador: van con el viento, a veces no coge nada, a veces mucho. Es distinto, porque un pescador trabaja de noche o de madrugada, y por la tarde descansa, porque está CANSADO. Así que cuando usted los ve, están descansando, o cuando uno va a las Islas es en fin de semana y ellos arman sus fiestas gigantes, pero si usted va entre semana ellos están trabajando como cualquier persona. Así que desde las 11 de la mañana no hacen nada. Además son cortoplacistas (los pescadores, no los agricultores) por la dinámica del pescador, no tienen proyección a largo plazo. Y muy pocos son los que se emplean. En Barú pusieron luz hace 15 años, antes la gente se sentaba a hablar en las esquinas y a echar cuentos: la tradición oral allá es muy fuerte. Después la televisión se tiró todo. Pero, ¿qué pasó cuando pusieron la luz? Cuentas de 7 millones, 10 millones de pesos de hoy en día, porque no manejan la mentalidad de la mensualidad, sino que trabajan al día, y pueden estar haciendo mucha plata, hasta 1.5 millones mensuales, pero no cuentan eso. El tema del tiempo y de la relación de trabajo es algo que hay que reconocer como algo diferente, no para poder insertarlo en nuestra forma de pensamiento urbano y de sistema capitalista como tal, de cómo uno debe trabajar, sino traerlo a colación para ver cómo se articula a ese proyecto de desarrollo turístico. Y esa es la gran preocupación: que todo ese desarrollo turístico que se está dando tenga en cuenta estas situaciones culturales. En el trabajo, les gusta hacer varias actividades al tiempo, les gusta ser libres, no tener jefe (ese es mi análisis). Hay que ver qué va a pasar cuando venga Santo Domingo y toda esa gente (con proyectos turísticos) a ver si pueden contratar a toda esa gente. Ahorita están capacitando, y la gente está muy consciente de que eso se viene. Existe una tradición, y una ciudad que se los está tragando y tragando. Y hay una resistencia frente a eso: resistencia es “no le trabajo”, es “le robo”, es “tengo hijos”, son formas de resistencia a las imposiciones, y eso hace parte de una cultura también. Ahora vamos al tema de las relaciones de parentesco. Matrilocal, matrilineal, poligámica. La estructura de parentesco es mamá-hijos, el papá es itinerante. La edad de iniciación sexual es muy temprana, 13 a 15 años. Muchos lo ven como algo difícil. Pero veámoslo históricamente. ¿Qué pasa cuando su cultura está muriendo? Piense en los judíos después de la Segunda Guerra Mundial. Los que se salvaron trataron de tener hijos como fuera, para tratar de mantener a ese grupo vivo. Piense que estos grupos negros en algún momento también se vieron enfrentados a una reducción de la población, por las enfermedades y por el maltrato. Y eso puede ser una estrategia de resistencia también: eso es una forma crítica mía de verlo… Así que la edad de iniciación sexual puede ser un rasgo cultural también, y que se tenga tantos hijos también: las familias tenían muchos hijos porque se morían 3 o 4… y porque tirar es rico… y no había televisión, etc. Entonces, la mujer entra en etapa de fertilidad y tiene un hijo con el “vacile” del momento, vacile es el que la pretende, que quiere estar con ella. Él se la “saca”: sacar a la mujer es que se la lleva a vivir a su casa, que es la casa de su mamá. La forma de consumar esa relación es con un hijo, el matrimonio no existe. El hombre se queda en el espacio público, puede seguir vacilando con otras mujeres, la mujer no, ella se queda en el espacio privado, en la casa, criando. El hombre se consigue otra mujer, así que deja a la antigua y se va con la nueva, y se la trata de traer también. Esto sin embargo no es total, no es una regla, porque igualmente toca ver cómo la evangelización y las políticas de familia del Estado han incidido en esas relaciones. Al hombre dejar a su mujer, ella puede salir de nuevo al espacio público, puede conseguir otro marido, porque necesita alguien que le mantenga los hijos, y por eso no podemos hablar de una poligamia total, porque también hay “poliandría”, porque la mujer también tiene 4 o 5 maridos en su vida (o compañeros, mejor, allá no lo llaman marido). Es matrilineal, porque es la mujer la que cría, y son los tíos y tías maternos las que ayudan en esa crianza, y la abuela. El papá a veces juega un papel por el tema de las políticas de familia y del evangelio. El apellido es el paterno, pero la línea de descendencia es la materna: se sienten más relacionados con la familia de la mamá. El hombre es el nómada que se está desplazando, entonces usted conoce hijos de baruleros en toda parte, es impresionante. Eso también permite establecer alianzas: en cuanto a conocimientos, a trabajo, etc. La crítica es que se ha generado una sobrepoblación y que es un problema ambiental en la Isla. Pero hay políticas del Estado y evangélicas que trataron y siguen tratando de modificar esa estructura de parentesco, y es muy difícil, porque eso está muy arraigado. El negro exótico, sexual, no sólo lo manejamos nosotros, ellos también, el negro “de la mondá grande”, etc., y lo hacen para realzar su identidad, y lo manejan en sus relaciones de pareja, ligado al conocimiento de platos medicinales y todo eso, lo que se denomina “platos afrodisíacos”. La champeta es un claro ejemplo de la sexualidad, y el vacile también. Yo hice un ejercicio interesante que consistió en preguntarle a los turistas que visitaban cuál era el placer más grande de la vida, y preguntarle lo mismo a los negros. Un cachaco dice que es difícil de determinar: comer, tirar, el buen cine; para los de la Isla es muy claro lo que a nosotros nos han tratado de eliminar, ellos responden “¡obviamente tú sabes cuál es!”: el sexo, es algo aceptado, no existen preocupaciones sobre la identidad sexual. Otro tema es la familia extensa, porque hijos abandonados no hay, a usted en cualquier lado lo reciben. Yo conocí a alguien que vivía con la prima de la mamá, porque la mamá se había muerto, el papá sigue en Cartagena pero él no va donde el papá, él va donde la familia de su mamá. Pasa otra cosa interesante, algunas mujeres a los 50 o 60 años se casan con un hombre menor, de 30 o 40, el que se cansó de vacilar y quiere una mamá que lo cuide. Ahora vamos al tema de las creencias: la religiosidad allá tiene de la mano el culto al diablo. Pero no es el culto al diablo como tal, sino la presencia del diablo en todas las relaciones económicas, y las narraciones sobre el diablo están ahí presentes. El tema de la brujería también. Todo es por esa presencia de la Iglesia, y cómo ella trató de generar una conciencia que de verdad se creó de otra forma. En Barú hay una iglesia que está cerrada hace como 3 años. En la Isla quieren montar una iglesia, pero para ser reconocidos como pueblo y ya. Les toca el bautizo y la primera comunión, de ahí en adelante nada más, aparte del entierro. (Todavía hay algunas costumbres alrededor del muerto, como algunos bailes). Resulta entonces que todo exceso de dinero se explica por una alianza con el diablo, si usted tiene plata es porque hizo un pacto con el diablo, y con el tema del contrabando y el narcotráfico se escucha mucho que la plata malhabida es plata del diablo. Y como es plata del diablo hay que gastársela rápidamente y pasa mucho que cuando se encuentran una buena mercancía o algo así, se arman las mejores rumbas, porque toca gastarse esa plata. Otro rasgo es el de vivir con lo necesario, más allá, los lujos, son cosas del diablo. Y hay gente que ha logrado obtener más, pero generalmente tienen algo torcido por ahí. El tema se ve también con las fotos, a mí me pasó. Yo tomaba fotos y me decían que se las devolviera porque no querían que les hicieran brujería, las mujeres sobre todo. Son cositas que están ahí presentes pero que son difíciles de encontrar, no es algo tan marcado como por ejemplo, la lengua palenquera en los palenques. Pero persisten muchas cosas, de por sí la forma de hablar del negro caribeño tiene cosas africanas, la pronunciación por ejemplo, si usted se quiere poner en la tarea de mostrar que el negro es negro, y puro. Además está la cultura de la ilegalidad. Les fascina retar a la autoridad, les encanta, es algo innato, es la condición de ser disidencia. Así que si usted allá se presenta allá como autoridad le va mal, sea de donde sea, no le ponen atención, se burlan de usted. Con respecto a la resolución de conflictos, es algo muy bacano allá porque la ausencia de presencia institucional es muy alta. Dicen que en Barú lo primero que cierra en el día es la policía, por esa cultura de la ilegalidad, porque les da miedo, pero también por la falta de presencia institucional. El tema del conflicto social está presente también en la poligamia, las mujeres entre ellas tienen unas tensiones muy fuertes, porque ellas son la que crían, las que ponen la plata. El papá también aporta algo, pero primero se compra la camiseta Nike último modelo. El hombre es muy egoísta en la familia, gasta su dinero conquistando otras mujeres. Así que se dan muchas peleas por el tema de familia. Pero entonces ¿cómo funcionan las peleas en la isla? Es muy interesante porque todos son parientes. Cuando van a pelear dos hombres, se dan en la jeta no tanto por la mujer, sino porque me miró mal, o porque me quitó el trabajo, por cosas así. Las peleas no se consuman: allá nadie ha muerto, las estadísticas de criminalidad allá no existen. Se pegan durísimo, pero no se matan, precisamente porque son parientes, y por las alianzas de las que hablé. Porque esa persona es “algo” suyo. Una de las razones que le permite matar a alguien aquí en la ciudad es que usted no sabe quién es esa persona y no le importa, allá es muy difícil eso. Cuando se arma un problema, la música sigue, el problema no es tan importante. Todo el mundo sale a comentar qué pasó. Las mujeres (las mamás) se meten y paran las peleas. Y finalmente el conflicto se resuelve palabreando, porque al día siguiente tiene que ver a la otra persona, porque usted vive en una isla de más o menos 200 Ha: hay pocos sitios de reunión, que son el picó de no sé quién y el picó de tal tipo. Las mujeres también crean problemas por los hombres. Entre ellas sí es más difícil porque se hacen más jugadas: el chisme funciona mucho, como forma de resolución de conflictos, o mejor, como forma de control social. Entonces ellos dicen que “deberían traer autoridad y control”, pero en verdad ellos tienen ese control sobre ellos mismos. Los conflictos los resuelven es en cada familia, y se palabrean, al fin y al cabo la mamá o alguien mayor es quien resuelve el problema. Hay más cosas de lo que se muestra, no tanto de fondo como lo que he expuesto hasta ahora. Por ejemplo se ve en la música, la champeta, el bullerengue, existen gaiteros de hace 40 años. La gastronomía es espectacular también, hay platos impresionantes de alimentos locales, que no los conocerá en otro lado. También está la forma de pesca, se pescó mucho con dinamita en los años 80. En cuanto al medio ambiente, no tienen mucho cuidado, maltratan muchos organismos marinos. Pero toca aclarar que no todo conocimiento ambiental es ecológicamente sostenible. Así este conocimiento sea de la comunidad indígena más pura, más olvidada, puede ser desadaptativa, y ahí es donde tenemos que someter a crítica la antropología y la jurisdicción también, porque las leyes para las minorías étnicas van de la mano con las leyes ambientales. Porque en los años 70 es el boom de estos dos tipos de leyes, y es con este cuento de que “ellos (las minorías) cuidan lo que nosotros no sabemos cuidar”. Eso puede ser demostrable, pero también puede demostrarse lo contrario. En el caso de las comunidades negras hay un conocimiento ambiental, hay unas prácticas ambientales, hay un manejo del bosque, porque ellos usan el monte, en cuanto al conocimiento de plantas medicinales, para ellos la naturaleza tiene usos. Por ende ellos no van a querer tumbar unas plantas porque saben que les sirven. Eso con respecto a la tierra. Con respecto al mar, uno ve allá mucho “mocho”, y se da por garosos: en la pesca con dinamita, por esperar que se reúnan más peces, no tira la dinamita y le termina explotando en la mano. Hay hombres mochos de dos manos incluso. Pero toca tener en cuenta, en fin, que las prácticas ambientales no son necesariamente sostenibles todas, sea conocimiento tradicional, o científico. En cuanto a la arquitectura, se utiliza mucho la madera. No utilizan concreto porque se asfixiarían. Pero en Barú, últimamente usted ve casas construidas en material, porque llega por Cartagena, y porque es cuestión de prestigio. En los 70 llegan los blancos a construir con otros materiales, que los sacan de las playas con arena, sacan material coralino. Los negros sacaban el material para las casas, y los blancos vivían en las casas. Ever de la Rosa dice que ellos (los negros) hacen daño (en el medio ambiente), pero por el capricho del blanco, por sus lujos. Los negros son buenos carpinteros. Sus casas en general son pequeñas, la casa es para dormir (y para cocinar, si mucho), el espacio social queda afuera. Las casas son espacios totalmente privados, porque ahí hacen “lo que hay que hacer”, y hacia afuera se vive, la vida social es afuera. Antes de que se construyera el pueblo yo creo que las fiestas se hacían en las casas, así que si usted armaba pelea en esa casa lo echaban de ahí. Lo que hay que hacer, y que es muy importante, es ver que son diferentes a los palenqueros, a los negros del Pacífico, y a los San Andresanos, pero siguen siendo negros. Negros más urbanos, pero no tan urbanos.