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Ecología y Comportamiento Animal, FCEyN-UBA
Ecología y Comportamiento Animal
Departamento de Ecología, Genética y Evolución
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires
Trabajo Práctico #6
Selección sexual en humanos
"Beauty is in the eye of the beholder"
Margaret W. Hungerford
Molly Bawn, 1878
La idea de que la selección de parejas en humanos puede basarse en señales o rasgos que
indiquen diferencias en viabilidad/fecundidad ha generado una fuerte controversia a lo largo de
los tiempos. Darwin (1872) fue uno de los primeros en remarcar la posibilidad de que algunos de
los rasgos que diferenciaban a hombres y mujeres podían ser consecuencia de la selección
sexual. Sin embargo, durante muchos años, existió una fuerte resistencia a aceptar esa
posibilidad. La psicología fue dominada durante muchos años por las teorías de Freud y la idea
de que la conducta humana (a diferencia de la desplegada por el resto de los animales) era
generada “culturalmente” (Walter 2007; Miller en prensa). En los últimos años sin embargo, se
han incrementado notablemente las investigaciones sobre el comportamiento humano que
involucran un análisis evolutivo del mismo. Estos estudios dieron lugar a la psicología evolutiva,
la cual intenta aplicar muchos de los principios generados a partir del estudio de los animales a
entender la evolución del comportamiento humano (Tooby y Cosmides 1990, 1992, Ridley 1993,
Miller 1997).
En los últimos años, los antropólogos y psicólogos evolutivos, aplicando la teoría de
selección sexual de Darwin, han sugerido la existencia de diversas “claves” o características que
los humanos utilizarían para elegir a su pareja, tales como la altura, ancho de hombros, velocidad
de desplazamiento, simetría facial, grosor y color de labios, relación cintura-caderas, color de
piel y pelo, etc. Estas características estarían relacionadas con caracteres que indicarían
diferencias en viabilidad o fecundidad (por ejemplo, la altura y el ancho de hombros estarían
relacionados con el grado de dominancia, la velocidad de desplazamiento estaría relacionada a la
edad, la relación cintura-cadera estaría relacionada a la fecundidad) (Eibl-Eibesfeldt 1974, Buss
1994, Zahavi y Zahavi 1997). Algunos de las preferencias por estos caracteres son compartidos
por numerosas culturas, lo cual revelaría su rol como claves en la selección sexual (Buss 1994,
Crowe 2003).
Algunos autores han sugerido que los rasgos de la cara en los humanos serían unos de los
caracteres que más podrían influenciar la elección de la pareja (Alley y Cunningham 1991,
Brown y Perret 1993, Miller en prensa). En términos generales, mujeres con rasgos “neoténicos”
(más similares a los de una niña), como ser grandes ojos, narices pequeñas, labios gruesos, serían
más atractivas para los hombres, mientras que hombres con características tales como fuertes
mandíbulas y mentones, y largas narices (caracteres que reflejarían su carácter dominante) lo
serían para las mujeres (Thornbill y Gangestad, 1993). La simetría bilateral de la cara es otro de
los caracteres que se han considerado importantes en la elección de la pareja. La simetría podría
reflejar la calidad genética de los individuos a partir de representar la resistencia del embrión
durante el desarrollo a fluctuaciones ambientales (daños, enfermedades, o incluso a la portación
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de mutaciones deletéreas que podrían afectar la viabilidad del embrión) (Møller y Pomiankowski
1993, Thornhill y Gangestad 1993).
Recientemente, un trabajo realizado en Noruega, ha encontrado una relación entre la
coloración de los ojos de los individuos y sus preferencias a la hora de elegir parejas. El trabajo,
realizado por Laeng y colaboradores (2005) muestra una preferencia en la elección de los
hombres de ojos claros por mujeres de ojos del mismo color, pero no viceversa. Atribuyen esta
preferencia al hecho que en los individuos con ojos claros, existe una directa concordancia entre
el genotipo y el fenotipo. De esta forma, los hombres de ojos claros que eligen mujeres de ojos
claros tendrían mayor certeza de paternidad que los hombres de ojos oscuros. Estos últimos
pueden ser heterocigotos (el gen determinando el color oscuro sería dominante) por lo que no
habría forma de garantizar su paternidad. Los resultados obtenidos en ese estudio concuerdan
entonces con esta predicción, aunque han surgido numerosas críticas, algunas de ellas destacando
el rol que la cultura podría tener en las preferencias sexuales.
En el presente trabajo práctico se intentará replicar el estudio realizado en Noruega, teniendo
en cuenta las diferencias culturales existentes entre esa región y la nuestra. Si la hipótesis de
Laeng y colaboradores es correcta, se espera que las preferencias se mantengan
independientemente de las diferencias culturales.
Entonces:
si la elección de los hombres tienden a favorecer características que promuevan la
certeza de paternidad, entonces los hombres de ojos claros deberían mostrar
preferencias por mujeres de ojos claros.
dado que no existe posibilidad de evaluar la certeza de paternidad para los hombres de
ojos oscuros, éstos no deberían mostrar preferencias por mujeres de algún color de
ojos particular.
Métodos
Para poner a prueba esta hipótesis se trabajará con fotografías digitales de mujeres a las que se
les alterará digitalmente el color de ojos. Serán utilizadas cuatro fotografías de mujeres para,
mediante el uso de encuestas, cuantificar el cambio en las preferencias de los machos cuando se
les altera el color de ojos. Todas las fotografías excepto una serán de mujeres con ojos oscuros.
La fotografía que posea una mujer de ojos claros será alterada mediante un programa de
computadora y se generarán 4 juegos de fotografias (cada uno con una foto diferente con ojos
azules). Entonces, cada juego será idéntico excepto en que varía en cuál es la foto que presenta
ojos claros. A cada individuo encuestado hombre se le presentará un juego de las fotografías de
las caras de 4 mujeres (denominaremos a éstas como “A”, “B”, “C” y “D”). La encuesta es
anónima y se le pedirá al encuestado que elija entre las fotografías cuál le resulta más atractiva,
asignándole un valor de 1 a 4, y se anotará el resultado. Junto con el mismo es necesario registrar
el color de ojos del encuestado y se le preguntará también sobre el color de ojos de la
pareja/esposa/última pareja. Los datos serán volcados a una planilla a tal fin (ver ANEXO 1).
Los encuestados deben ser nativos, y las encuestas deben presentarse en forma balanceada a
hombres de ojos claros y hombres de ojos oscuros.
Para la comparación entre la elección realizada por hombres de ojos azules y de ojos
marrones se compararán los rangos de preferencias por la mujer de ojos claro de cada grupo de
fotografías mediante una prueba de Mann-Whitney. También se evaluarán los cambios de
elección para cada grupo de hombres comparando para cada fotografía el rango otorgado
mediante una prueba de signos.
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A partir de los resultados obtenidos, discuta:
-
el rol potencial de los efectos culturales en las preferencias en la elección de pareja en
humanos;
-
otros caracteres que podrían estar afectando la elección de pareja en humanos.
ANEXO 1
Modelo de tabla para la toma de datos
Sexo
Color de ojos encuestado
Orden de preferencia
(A, B, C, D)
Color de ojos
- pareja
Observaciones
1
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4
5
6
7
8
9
10
11
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Bibliografía
Alley, T. R., & Cunningham, M. R. (1991). Averaged faces are attractive, but very attractive
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