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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN CONJUNTA DE LAS COMISIONES DE JUSTICIA Y ASUNTOS
PENALES Y DE LA BANCA DE LA MUJER
Salón “Arturo Illia” — H. Senado de la Nación
29 de noviembre de 2011
Presidencia de la señora senadora Escudero
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Reunión conjunta de las comisiones de Justicia y Asuntos Penales
y de la Banca de la Mujer
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— En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el salón Arturo Illia
del H. Senado de la Nación, a las 14 y 17 del martes 29 de noviembre
de 2011.
Sra. Presidenta (Escudero). — Damos comienzo la reunión conjunta de las comisiones de
Justicia y Asuntos Penales, y de la Banca de la Mujer. Ésta es la última reunión de comisiones
del año, atento a que mañana terminan las sesiones ordinarias. Por esa razón, y por el cambio
de Cámara, se incorporan mañana en su juramento los senadores electos, por lo tanto, no
estamos en condiciones de dictaminar. Lo que sí hemos querido es llevar adelante esta
reunión, atento a que el viernes se ha conmemorado el Día de Lucha Contra la Violencia
Contra la Mujer y hay eventos en todos los Congresos del mundo para sensibilizar sobre esta
gran tragedia, que podemos decir que es la tragedia del año en la Argentina y, en particular,
en mi provincia.
En primer lugar, tenemos que destacar la falta de estadísticas oficiales; estos no son
crímenes que se midan oficialmente. Gracias al esfuerzo de las organizaciones no
gubernamentales y de muchos periodistas, que en base a las noticias periodísticas van
realizando estadísticas, tenemos algunas cifras.
A nivel de la Argentina, en el año 2010, existieron 260 femicidios simples y
vinculados y 15 vinculados de hombres y niños; femicidios simples y vinculados de mujeres y
niñas, 260. En lo que va del 2011, tenemos 237 mujeres asesinadas. En la provincia de Salta,
de enero a octubre de este año, asesinaron a 15 mujeres y niñas. Es la provincia con más
índice de femicidios: tenemos una mujer muerta cada 80.963 pobladores. Le sigue Santa Fe,
con un caso cada 138.000, y Córdoba con uno cada 183.000.
Esto demuestra que hay muchas cosas que hacer en la Argentina, pero
fundamentalmente que el enfoque penal no es el correcto. Mientras el enfoque penal sea el del
homicidio pasional —“la mató por emoción violenta”—, de entrada, en la carátula del
expediente se está exculpando al autor de estos graves delitos. Y esto tiene mucho que ver,
por supuesto, con la cuestión ideológica, cultural, de la superioridad de los hombres sobre las
mujeres; el hecho de la última dominación del hombre sobre la mujer: como no la puedo
controlar, la mato y así mantengo ese control.
Tenemos muchos proyectos presentados: de la senadora Fellner; de las senadoras
Osuna, Riofrío, Bongiorno, y Parrilli; de la senadora Higonet; de la senadora Iturrez de
Cappellini. Además, hay un proyecto de la Cámara de Diputados del Chaco, que solicita que
impulsemos la aprobación, y un proyecto de la Municipalidad de Vicente López, del Centro
de la Mujer.
Para ayudarnos a reflexionar sobre este tema tan importante, tenemos distintas
invitadas, pero antes le quiero dar la palabra a la señora senadora Marina Riofrío, que
conduce la Comisión de la Banca de la Mujer.
Sra. Presidenta (Riofrio). — Buenas tardes. En realidad, para nosotros, como Banca de la
Mujer, creo que probablemente esta es la primera reunión plenaria a las que somos
convocadas. Yo soy la presidenta de la Comisión de la Banca de la Mujer y vicepresidenta de
la Comisión de Justicia. Tal cual lo ha manifestado la presidenta, creo que es un muy buen
proyecto y un orgullo estar hoy tratándolo.
Reflexionábamos hace muy pocos minutos con un asesor, quien me comentaba un
hecho realmente escandaloso: en una reunión de profesores de un colegio, en una
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conversación totalmente desestructurada, el director le dijo a los profesores “Bueno, a las
mujeres un cachetazo de vez en cuando les viene bien”. Y la verdad es que todos los
profesores asintieron, y fue motivo de una chanza. Las mujeres estamos cansadas, cuando
hablamos de estos temas, de la broma estúpida que no le hace gracia más a nadie.
Este proyecto quita de cuajo el romanticismo en los crímenes que tienen que ver con
algún tipo de pareja, algo que a mí me parece bárbaro. Se trata de romper justamente con esa
lógica que, de alguna manera, como decía la senadora, disminuye la culpabilidad hablando de
la extrema pasión que tenía el agresor. No queremos más ese tipo de situaciones.
Sin duda, cada uno de estos proyectos tiene un aporte interesante. Creo que podremos
tener una muy buena ley. Estamos terminando este año con la creación de la Banca, como
espacio de una mirada de género que atraviesa a muchos temas que pasan por este Senado. Si
logramos dar este primer paso, en este proyecto, creo que podemos sentir que hemos
cumplido de alguna manera con nuestra misión en el Congreso.
Sra. Presidenta (Escudero). — Gracias, senadora. Entonces, le doy la palabra a la doctora
Natalia Gherardi, directora ejecutiva y socia fundadora de ELA (Equipo Latinoamericano de
Justicia y Género). Quiero decir que nos han hecho llegar ejemplares de la publicación
“Discriminación de género en las decisiones judiciales. Justicia penal y violencia de género”,
así que lo distribuiremos a todas las senadoras.
— Se da lectura del currículum vitae de la doctora Gherardi.
Sra. Gherardi. — Muchas gracias, senadora. Agradezco la invitación y felicito la iniciativa
de reunirse para empezar a discutir estos temas. Espero que la discusión se mantenga durante
el año que viene, con reuniones de trabajo en la que se pueda avanzar sobre los diferentes
aspectos de estos proyectos.
Tuve la oportunidad de revisar alguno de los proyectos que usted mencionaba que se
han presentado en la Cámara; varios tienen aspectos bien interesantes sobre los cuales vale la
pena ahondar. En particular, me parece muy importante su primer comentario acerca de la
ausencia de estadísticas públicas. El hecho de que los proyectos, nosotros y la prensa, como
también los informes que el Estado produce ante los comités de Naciones Unidas, se remitan
a las cifras que surgen de los periódicos, no las convierten en buenas cifras. El hecho de que
hablemos de la cantidad de muertes según dan cuentas los medios gráficos o los medios de
comunicación no convierten a eso en las estadísticas que necesitamos en la Argentina.
Me alegro de que existan, me alegro de que haya gente que haga ese trabajo tan
importante de recopilarlos, porque gracias a eso, en gran medida, se ha empezado a visibilizar
mucho este tema. Sin embargo, no nos quita la responsabilidad de impulsar estadísticas
específicas respecto de las cuales hay iniciativas en la región, en América latina, sobre cómo
contabilizar esta forma particular de muerte de las mujeres que se llama feminicidio o
femicidio en las ciencias políticas y sociales. Resulta importante tener esos datos producidos
por las fiscalías que podrán dar la información sobre la cantidad de muertes que se producen y
que se investigan, o por la Justicia, que nos podrá dar la información sobre la cantidad de esas
muertes que se castigan penalmente. Eso nos servirá para informar mejores políticas públicas.
De todas maneras, me gustaría poner una voz de alerta sobre el traslado directo de una
categoría política y de las Ciencias Sociales como es el femicidio a categoría penal, creo que
hay que hacer esa distinción. El hecho de que reconozcamos el feminicidio como una forma
particular de muerte de las mujeres es importante e indica que tenemos que actuar sobre eso,
pero no quiere decir a mi juicio que necesariamente haya que crear un tipo penal específico de
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femicidio. Algunos de los proyectos que se han presentado en esta Cámara y también en la de
Diputados correctamente reivindican el tema como para agravar la conducta en determinadas
circunstancias, por ejemplo, ampliando el agravante por cónyuge a los ex cónyuges o a las ex
parejas, etcétera.
Me preocupa trasladar a la figura penal la muerte por el hecho de ser mujer, porque
me parece que merece un análisis cuidadoso de cómo vamos a aplicar eso, si no después
vamos a volver a generarnos la frustración de que los jueces no lo pueden aplicar porque no
es una categoría penal que se pueda sostener. Ese es el trabajo que me alegra que hayan
comenzado y que espero que se pueda seguir el año que viene en el análisis cuidadoso de
cómo se puede trasladar a un castigo adecuado y correcto.
Comparto que hay que mejorar los mecanismos de formación de algunas instituciones
del Estado en el ámbito de la Justicia para lo cual nos contarán qué hacen desde la Defensoría
General, hay varios aspectos en los que se está avanzando mucho y muy interesantemente,
pero no comprometernos en la incorporación de figuras penales que tal vez nos van a
perjudicar más de lo que nos van ayudar aún con las mejores intenciones.
Agradezco este espacio. Agradezco la invitación y de parte de la organización que yo
represento quedo a disposición de ustedes para poder contribuir en lo que se puede el año que
viene, en particular en el diseño de mejores instrumentos estadísticos para tener una
dimensión más acabada de lo que nosotras llamamos la base de la pirámide. Sabemos la
cantidad de mujeres que se mueren, por lo menos, por los diarios, pero no sabemos cuál es la
prevalencia y la incidencia de la violencia en la sociedad, porque nadie empieza por matar.
Las mujeres muertas a manos de parejas o ex parejas no fue esa la primera manifestación de
la violencia que vivieron, muchas habían hecho antes denuncias. Entonces, ¿cuál es la
prevalencia y la incidencia de la violencia en la sociedad? Eso nos va a dar la base de la
pirámide a partir de la cual tendremos que empezar a actuar.
La cantidad de denuncias es el segundo escalón de la pirámide. Sabemos cuántas
personas actúan sobre la violencia y hacen una denuncia, pero necesariamente esa es una
proporción menor de la cantidad de personas que la sufren. ¿Cómo saber que los servicios
que tenemos son adecuados a la cantidad de personas que la sufren? Solamente lo sabremos
con una encuesta nacional representativa de población sobre violencia en el ámbito social y
familiar. Muchas gracias.
Sra. Presidenta (Escudero). — Gracias, doctora.
Después vamos a abrir un espacio para intercambio, porque creemos que hay
suficientes estadísticas, está la oficina de violencia de la mujer en la Corte Suprema, en las
cortes de los superiores tribunales de las provincias, sabemos que en Salta hay 16 mil
denuncias; o sea, no es que no conozcamos. Ya conocemos la cantidad de denuncias que hay,
nos falta actuar no sólo en el ámbito de la Justicia sino también obviamente en ámbito de la
prevención.
Estamos visibilizando que la actual estructura del Código Penal está facilitando la
impunidad o penas muy leves por la atenuante de la emoción violenta.
A continuación, le damos la palabra a la doctora Silvia Viqueira, abogada penalista,
especialista en violencia familiar, trabaja en el Centro de la Mujer de la Municipalidad de
Vicente López, desde donde nos hicieron llegar un anteproyecto.
Sra. Viqueira. — Buenas tardes.
Primero quiero agradecer la posibilidad de estar presentes como institución. La
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licenciada Liliana Cura y yo pertenecemos al Centro Municipal de la Mujer de Vicente López.
La institución se fundó en 1993 y ha sido premiada por Naciones Unidas, reconociendo su
labor, trayectoria y desempeño.
Trabajamos en esta institución desde su inicio y tiene como función el diseño, la
implementación y el seguimiento de políticas, planes y programas destinados a promover y
proteger los derechos humanos de las mujeres y a erradicar toda forma de discriminación.
Trabajamos profesionales interdisciplinarios: psicólogos, psicólogas, abogadas, trabajadoras
sociales, médicos. Desde que venimos haciendo esta tarea, día a día vemos que las consultas
cada vez de mayor alto impacto en cuanto al riesgo de las víctimas. Contamos con la
posibilidad legal de tener la Ley 12569 en provincia y la Ley 26485 que ha sido un gran
avance legislativo para contar con esas herramientas para poder pedir quizá medidas
cautelares.
Sin embargo estuvimos tratando de buscar formas alternativas para que la atención
pueda suplir estas situaciones y pensamos en este proyecto porque entendemos que si bien,
como decía la doctora, no hay estadísticas nacionales, tenemos la información a través de la
Casa del Encuentro donde refiere números altísimos de muertes de mujeres y nuestra propia
experiencia también nos demuestra que tenemos que estar presentes hoy por las voces que ya
no están, mujeres que han sido asesinadas.
Actualmente, en la Argentina, el 78 por ciento de estos homicidios son cometidos por
hombres contra mujeres. Cuando se hablaba de crimen pasional, muchas veces está forma de
determinar el asesinado de mujeres tomado por gran parte de los medios, se usan adjetivos
calificativos que a veces el periodismo acompaña para describir estas muertes. Nosotras
repudiamos esa descripción, porque entendemos que se invierte la carga de la prueba. Muchas
veces por tolerar lo que significa la muerte, por ejemplo, de estas cuatros mujeres que ocurrió
el fin de semana, la sociedad dice crimen pasional y no femicidio. La realidad es que en el
caso de la muerte de estas mujeres hay que llamar a las cosas por su nombre: femicidio.
También se reconoce al crimen pasional como característico por la saña con que se
comete y la víctima pasa a estar en un estado de indefensión, porque conocía al sujeto. Se
piensa que al homicida se lo debe considerar de manera más benigna.
En realidad, los episodios de violencia contra la mujer no tienen otra historia válida
que la propia historia personal del agresor. El acto violento expresa la presunción de
legitimidad de quien lo ejerce. Al decir que el asesinato mató pero con pasión, se morigera el
impacto del crimen; se atenúa muchas veces y, hasta en algunos casos, se diluye. Se tiende a
reforzar los mitos referidos a la violencia, como “la mujer se queda con el agresor porque le
gusta, porque algo habrá hecho o hay amores que matan”. La alta carga emocional lo acerca
en algunos casos a la emoción violenta. El Centro de la Mujer de Vicente López considera
que si es permitida la perpetuación de la violencia sin castigo, casi alentada y exculpada por
la sociedad, habilita y refuerza estas muertes.
Sra. Presidenta (Escudero). — A continuación, hará uso de la palabra la licenciada Liliana
Cura, coordinadora técnica de la Municipalidad de Vicente López.
Sra. Cura. — Así como la doctora decía que estamos acá para dar voz a las mujeres que ya
no tienen voz, yo quiero traer las voces de aquellas que atendemos hace veinte años, que
sienten que algo está faltando: un castigo efectivo, real, de los hombres violentos.
Después de que las mujeres ven las noticias por televisión, vienen aterradas a sus
espacios de tratamiento. Quizás mujeres que están en procesos judiciales, en donde dicen:
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“¿Y ahora qué va a pasar? Si yo sigo, insisto con pedir el divorcio, insisto con la medida
cautelar, me va a matar”. Y esto no es una idea o una fantasía persecutoria de una víctima de
violencia, sino que es concreto y real.
Entonces, todo el tiempo estamos trabajando con la contradicción, diciendo: “Bueno,
mujeres, hay instrumentos jurídicos, hay elementos que son de protección a las víctimas de
violencia”. Pero ¿quién paga esta escalada de muertes? ¿Cómo hacemos para evitar que las
maten? Porque las mujeres, si buscamos, tal vez previo al asesinato ya habían hecho
denuncias, se habían separado o habían pedido protección. De hecho, nosotras todos los días
en Vicente López estamos trabajando codo a codo con la fiscalía especializada en violencia
de género, con la comisaría de la mujer, con las comisarías comunes, con el juzgado de paz, y
nos damos cuenta que todo ese esfuerzo muchas veces cae en saco roto porque no hay un
castigo efectivo.
Por eso, nosotras en nuestro proyecto proponemos modificar el artículo 80 del Código
Penal, si bien a lo mejor nos encontramos con la cruda realidad, que aunque los instrumentos
jurídicos existan, después dependemos del operador de la Justicia para que los haga efectivo,
o también escuchamos que algún juez morigeró la pena porque consideró que la víctima,
muerta a martillazos por su pareja, lo había provocado.
Entonces, obviamente que desde lo ideológico tenemos que trabajar, pero si el Código
Penal ya dice claramente que el femicidio debe ser culpado como agravante, creo que esto en
la sociedad impacta de otra manera.
Sra. Viqueira. — Por todo lo que hemos manifestado es que solicitamos sustituir el artículo
80, incorporando el delito de femicidio íntimo en el inciso 1° y el femicidio público en el
inciso 4°, agregando el agravante de género y, por último, incluyendo el nuevo tipo penal del
inciso 11. Nada más.
Sra. Presidenta (Escudero). — Muchas gracias, doctora y licenciada.
A continuación, escucharemos la opinión de la doctora Raquel Asensio, abogada,
integrante de la Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación,
quiénes nos han acercado este libro, que es muy interesante y que será de mucha utilidad para
esta Comisión. Muchas gracias.
Sra. Asensio. — Muchas gracias por la invitación. Antes de empezar, haré una pequeña
confidencia: hace muchos años trabajé en el Senado, cuando era estudiante. En ese entonces,
había dos mujeres que, por supuesto, tenían muy pocas posibilidades de acceder a las
comisiones clave, a donde se discutían éstas cuestiones neurálgicas. Así que mi primer
comentario es felicitarlas a todas ustedes por ocupar esta bancada, por llegar a ocupar estos
espacios por donde pasan las decisiones políticas de mayor peso.
Una segunda acotación es que la incorporación de mujeres en la política, en los
cuerpos colegiados, también modifica las realidades. Si no, veamos quiénes están presentes
en esta reunión, de qué modo este acceso de personas que antes eran discriminadas para
llegar, también impactan en la realidad de todos y han tenido un impacto, más allá de que
puede haber varones que sean más sensibles que mujeres, pero en términos generales ha
redundado en tener, por ejemplo, esta reunión con quienes estamos presentes. Así que las
felicitaciones por la reunión, por quienes las integran y por poder hacer real la apertura de
estas discusiones en este ámbito.
Antes de dar mi opinión sobre los proyectos de femicidio, que honestamente los he
mirado muy por arriba, me parecía que antes que discutir la letra de cada uno era también
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importante reflexionar sobre los motivos que llevan a discutir la necesidad de esta reforma.
Por eso, voy a empezar dando cuál es mi percepción sobre el problema, sobre cómo se ha
instalado esta necesidad.
Coincido con las presentaciones. Gracias al trabajo importantísimo que han hecho las
organizaciones de mujeres, el movimiento feminista, con que la violencia de género ha
ocupado lugar en la agenda pública. En general, cuando suceden casos de violencia de género,
la mayoría de los comunicadores sociales, de los referentes políticos y sociales, lo identifican
como un problema de violencia de género. Y esto es un aporte muy importante, que también
ha implicado visibilizar las graves consecuencias que tiene la violencia de género. No solo es
un problema que afecta a muchas mujeres, sino un problema que se lleva la vida de
muchísimas mujeres y que las afecta en cada uno de los aspectos de su vida cotidiana.
Además, creo que existe otra percepción —también la comparto— que tiene que ver
con la respuesta inadecuada que recibe el tratamiento de estos casos cuando llegan, sobre
todo, a la Justicia penal. Entonces, esta percepción de respuesta ineficiente lo que hace es
generar una sensación de mayor impunidad. Esto ya lo ha dicho hace muchos años la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el caso “María da Penha”, donde ha
señalado que la deficiencia judicial y la ineficacia del Estado para esclarecer estos hechos,
para sancionar a los responsables, genera la percepción social de que estos hechos son
tolerados, y esto propicia la reiteración de los hechos de violencia de género, generando un
ambiente proclive a la perpetuación de la violencia de género.
Entonces, frente a la magnitud del problema de la violencia de género, tanto
cuantitativa, como cualitativa, y frente a esta ineficacia de la Justicia penal, habría que
preguntarnos en qué consisten esos problemas. Lo que creo yo, y lo que cree la organización
en la que trabajo, que es lo que se ve reflejado en ese pequeño librito que nosotros hemos
traído para compartir con ustedes, es que estos problemas obedecen más a prácticas judiciales
y no a un problema normativo.
En esta investigación, realizada durante el año pasado, sobre resoluciones judiciales
mayormente de 2009, analizamos cuáles son los estándares internacionales que deben obligar
la investigación de los hechos de violencia de género del Estado argentino, es decir, en qué
consiste el deber de debida diligencia en la investigación de estos casos, según los estándares
internacionales a los que el Estado debe ajustarse, y lo contrastamos con algunas prácticas
judiciales. Aclaro que no es una investigación de tipo cuantitativa, sino cualitativa, una
selección de algunas decisiones, para mostrar errores comunes.
Nosotros en esta investigación lo que encontramos, primero, es que los operadores
judiciales se resisten a investigar los hechos de violencia de género. Voy a hablar en términos
generales porque, por supuesto, hay algunas prácticas que son ejemplares. Lo que advertimos
en este grupo de casos que seleccionamos es que hay muchas resistencia a investigar con
seriedad estos hechos, o sea se renuncia a todo tipo de investigación, permanece la idea de
dicotomía entre el espacio público y el espacio privado, se aduce que no se configura una
tipificación de conductas sólo por el hecho de tratarse de una reyerta de pareja. Es decir que si
no fuera una reyerta de pareja sí sería delito, pero la circunstancia de que sea en un ámbito de
pareja, en un ámbito privado hace borrar la tipicidad. Se indica que es la víctima quien no
aportó las pruebas cuando quien debe investigar es el Estado y no las víctimas.
Tampoco hay exhaustividad en la búsqueda de pruebas, en la valoración de estas
pruebas, encontramos valoraciones de las pruebas totalmente arbitrarias, tendenciosas, a
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elección de los medios probatorios que son elegidos para sostener una determinada
conclusión y sin dar ninguna justificación al respecto, se dejan de lado los elementos de
prueba que eran acordes al relato que hacía la víctima.
Se hace una valoración de prueba en el sentido totalmente inverso al que lo indica el
sentido común. Un examen de ADN en una violación, con una muestra del 99,9 por ciento de
compatibilidad, terminan concluyendo que no es concluyente al respecto. Encontramos un
montón de prácticas de este tipo, presencias de estereotipos, de prejuicios de género, muchas
prácticas de revictimización que muestran una inversión de los roles del proceso penal, donde
la víctima termina siendo investigada, debe dar cuentas de su conducta sexual, sobre sus
conductas previas, debe someterse como si fuera un examen de rutina a pruebas destinadas a
probar la veracidad de esos relatos. Hay un montón de prácticas judiciales que son totalmente
contrarias a lo que indica el deber internacional de investigar con la debida diligencia, pero
que subsisten en muchos de nuestros tribunales de justicia y que hacen que estos hechos
queden impunes o se les aplican montos de pena que parecen no guardar relación con la
gravedad de los hechos que eran investigados.
Si esto es así y si el problema está en la práctica hay que replantearse qué tipo de
utilidad puede tener la inclusión de un tipo legal destinado a incrementar la pena. ¿Por qué?
Porque como lo han señalado voces internacionales y muy autorizadas, la discriminación de
género que persiste en nuestras sociedades es lo que explica el motivo por el cual ocupan
estos crímenes, la modalidad con la que ocurren, como comentaban recién las compañeras, el
tipo de agresión tan virulento, tan encarnizado, pero también explica las formas en que
reaccionan las autoridades judiciales encargadas de esclarecer estos delitos, porque la raíz de
la violencia de género está en lo patriarcal y en una sociedad que todavía discrimina a las
mujeres por razones de género.
Si no se atacan las causas de esta discriminación, es muy difícil lograr cambios
significativos, porque las mismas pautas discriminatorias que tiene el agresor para cometer
estos hechos de violencia persiste en los operadores de justicia, porque persiste en esta
sociedad que la integramos todos y que tiene prácticas violentas que todos reproducimos.
Bajo este panorama, mi opinión y en el mismo sentido la de la defensora general,
porque hemos tenido oportunidad de conversar al respecto, es que no sería de mucha utilidad.
Yo hago un paréntesis en esto sobre si sería viable o no, con esto que se señalaba a ver si es
posible o no una calificación de un delito solo atendiendo al género. Creo que es una
discusión que hay que dar, me parece que no es la solución impuesta por tratados
internacionales que dicen que el Estado debe actuar frente a violencia de género, pero si no es
una conclusión obligada tampoco quiere decir que esté prohibida por nuestro marco
constitucional, me parece que es una discusión que hay que dar. La Ley 23.592 agrava delitos
cuando merecen motivos de odio cometidos contra ciertos grupos, no incluye a las mujeres ni
motivos de género.
Una primera discusión pendiente también es ver cuál es el marco constitucional para
adoptar una medida de este tipo. Creemos que también hay discutir cuál es la utilidad que
puede tener y cuál es el impacto que puede tener una modificación de este tipo. Digo esto
porque si nuestros operadores judiciales se resisten hoy en día a aplicar penas que hay y que
son altas, creemos que esa resistencia va a ser mayor, si las penas son mayores porque
consideran que es injusta esa pena.
¿Por qué estos casos de femicidio ahora son penados con este tipo de penas menores?
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Porque invocan una emoción violenta, cuando se podría discutir cuáles son las bases de esos
estudios que hacen concluir esto, porque hasta qué punto no están impregnados por miradas
androcéntricas y discriminatorias de género, además consideran que es injusta, las penas del
homicidio en nuestro Código Penal son muy altas, un homicidio simple tiene de 8 a 25 años.
Yo nunca escuché a una persona quejarse de que el femicida fue sancionado con una pena
muy leve porque se le aplicaron los 25 años y que el problema es de la escala penal.
Creo que el problema no está en la escala penal sino en ciertas prácticas que ni
siquiera le apliquen esa pena, que hacen que cuando concurra a circunstancia agravante como
les parece que es un exceso, porque es desmesurada esa pena para la conducta que se está
investigando, en lugar de aplicar el agravante del artículo 80 de prisión perpetua le aplican la
circunstancia extraordinaria de atenuación, porque mientras los operadores jurídicos
consideran que esa pena es injusta se van a resistir a aplicarlas. Esto no es único en nuestro
país, ha ocurrido en España con el agravamiento de ciertas penas y los jueces para no
aplicarlo han adoptado por aplicar otras figuras.
Me parece que el impacto que puede tener estar medida si no se corrigen estas
prácticas necesariamente es una dimensión que debería ser considerada en este debate. Ahora
bien, con esto estoy muy lejos de querer aventar esta histórica puja entre que las leyes que hay
no sirven y por eso la Justicia no puede administrar Justicia como a ella le gustaría ni
tampoco de que las leyes están y la culpa es de los jueces que no las aplican.
Creo que hay una agenda legislativa para trabajar en el tema del femicidio, y yo muy
humildemente, ya que me han invitado a esta reunión, pensé en algunos de los puntos que
considero que deberían acompañar la discusión de la incorporación de la figura de femicidio
al Código Penal.
En primer lugar, a modo de prueba de mi apreciación sobre que la sola sanción de las
leyes no va a ser suficiente para modificar esta realidad, quiero hacer mención con lo que
pasó con la Ley 26485. Aproximadamente hace tres años en esta fecha se sancionaba por
parte del Congreso esta ley que está absolutamente ausente en todos los debates vinculados a
los casos de femicidios y no son algo distinto a otra manifestación de violencia de género. Si
las leyes no se hacen carne, si no van acompañadas con una voluntad real de apropiarlas, de
que sea una ley vigente en el país, no va a ser suficiente la reforma legislativa.
Mi apuesta es a aquella ley que tiene algún defecto pero que en términos generales
constituyó un cambio de paradigma en llamar a estos hechos por su nombre. Llamarlo
violencia de género me parece un cambio de paradigma muy importante. También evaluar
como órgano no sólo autor de la norma sino que dicta las políticas públicas qué ha pasado con
esta ley, cuál ha sido el impacto que ha tenido, cuáles son las cuestiones que hay que reforzar,
las cuestiones que hay que cambiar. Sancionar esta ley y no acompañarla con un presupuesto
acorde a todo lo que se supone que esta ley está destinada a hacer, tampoco va a ser suficiente
en términos de cambios en las políticas públicas y en la lucha contra las pautas
discriminatorias de esta sociedad.
Me parece que hay que tratar de reforzar esta ley, que está orientada a atacar la
violencia contra las mujeres en todos los ámbitos no tiene los mecanismos idóneos para
reaccionar frente a todos los tipos de violencia contra las mujeres. Pensemos en la violencia
simbólica, en la violencia mediática, hay una definición muy fuerte, muy generosa en cuanto a
la apreciación de este tipo de configuración de violencia, pero no hay una herramienta ágil,
idónea, judicial, expedita que permita reaccionar con inmediatez frente a un caso de violencia
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mediática. Ahora hay una movilización bastante grande en la provincia de Santa Fe o en
Rosario.
Sra. Presidenta (Escudero). — En Salta también.
Sra. Asensio. — Pero el recurso sigue siendo la denuncia ante el INADI, que es lo mismo
que se hacía antes de la sanción de la ley.
Creo que también se podría tratar de ver de que modo para atacar la discriminación
que hay en nuestra sociedad se puede tratar de fortalecer los mecanismos de exigibilidad del
respeto a esa ley, reacciones frente a otro tipo de violencia que no encuentran la respuesta más
adecuada en el proceso establecido en esa ley que tal vez estaba más pensado para otro de tipo
de manifestaciones de violencia.
El Derecho Penal como herramienta de prevención tiene una función que cumplir en
términos de prevención general, más allá de esto de la prevención particular que pueda tener o
no, pero el Derecho Penal llega tarde. Me parece que hay que fortalecer aquellas medidas
destinadas a brindar asistencia a las víctimas una vez que han ocurrido los primeros hechos de
violencia y, como decía Natalia Gherardi, las primeras manifestaciones no son las más graves.
El ciclo de la violencia se caracteriza por ir creciendo, son cada vez más frecuentes y cada vez
más graves. Pero en el medio de todo ese proceso se les debe brindar herramientas suficientes
a las mujeres para que puedan salir de ese círculo, para que puedan salir de esa situación. Y
que tienen que ser herramientas destinadas a poder cortar esta situación, no solo en términos
de la dependencia emocional y psicológica, que constituyen obstáculos muy importantes, sino
también son necesarias medidas de promoción de derechos para que no sea un obstáculo la
dependencia económica, es decir, medidas de capacitación laboral, medidas para la
reinserción laboral a aquellas que no la han tenido, y que le permitan tener un salario digno
que permita afrontar los gastos de su familia, porque estas mujeres también tienen
dificultades materiales que son de muy difícil sorteo.
También se han implementado medidas muy interesantes en la ley, que hay que ver
qué pasa. Ya se ha hablado acá de las estadísticas. ¿Qué pasa con esas estadísticas? ¿Está en
condiciones o no la Justicia de cumplir con el registro que está establecido en la ley? ¿No está
en condiciones por las dificultades de distinta jurisdicción? ¿Hará falta un registro nacional
creado por una ley nacional? No sé, digamos que el Congreso tiene atribuciones para seguir
evaluando y hacer un seguimiento de estas políticas públicas que él mismo dictó.
Específicamente en términos de materia penal, también existe toda esta discusión
sobre si debería ser una figura específica de femicidio o si lo que hace falta es agregar el
inciso 1° del artículo 80: las relaciones afectivas que no hayan sido concretadas por un
vínculo conyugal. Entonces, todas estas son discusiones que hay que dar y también dependerá
de cuál es el fundamento que dio origen a la medida, si es el crimen de odio, si es la
discriminación de género o si es la relación de confianza. Pero en todo caso, me parece que
un aspecto que también debe ser evaluado es qué pasa con las circunstancias extraordinarias
de atenuación, porque en nuestras prácticas judiciales han sido utilizadas para decir que la
víctima provocó a ese agresor y justificar la disminución de pena, para decir que el hombre lo
único que hizo fue cumplir con su promesa de tantos años. ¿Si el cuántos años estuvo
diciéndole que la iba a matar? Bueno, la mató, era muy celoso.
La falta de cierta racionalización sobre la invocación de estas circunstancias
extraordinarias da cabida a interpretaciones arbitrarias y discriminatorias, porque es la
herramienta que tienen jueces que no quieren aplicar una pena que consideran desmesurada,
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para alivianar este tipo de penas. Entonces, yo entiendo que la enormidad de la pena prevista
presente una objeción de tipo “tenemos que estar preparados”, “tiene que estar preparado el
juez para decir que, a pesar de esta circunstancia agravante, hay alguna razón por la cual
debería atenuarse”, pero no se debería dejarle a los jueces un arbitrio tan amplio, dado que ya
está visto que es utilizado de forma discriminatoria en casos de violencia de género.
Si se la incorpora como figura autónoma del agravante, otra cuestión es ver cómo se
compatibiliza con el agravante del vínculo. Quienes trabajan el tema señalan la necesidad de
una reforma procesal penal. Dentro de lo que es una reforma procesal penal, creo que es
necesario incluir medidas de, no solo de mayor peso, la figura de la víctima, más allá de que
no es el objetivo del proceso penal promover los derechos de las victimas, pero sí resguardar
sus derechos, para disminuir el índice de revictimización que se observa en la Justicia penal.
También sería interesante para disminuir estos niveles de revictimización la
implementación o la previsión de que en estos casos todas las mujeres que hayan sido
víctimas de violencia de género, por lo menos en las figuras más graves, puedan contar con
un patrocinio jurídico para constituirse como querellante.
En el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, la Defensoría General de la Nación tiene
un programa para acompañar como querellantes en algunos casos, y uno de los ejes
prioritarios de trabajo es el de la violencia de género. Pero son programas vinculados a
personas sin recursos económicos, porque es como está creado el organismo y porque no hay
una dependencia creada por ley, dedicando los recursos necesarios. Me parece que, antes las
prácticas de revictimización, el patrocinio jurídico puede ser un elemento que disminuya esta
inversión de roles, esta investigación sobre la víctima y la incorporación de prueba que es
totalmente irrelevante para probar los hechos denunciados y que se vincula más con ciertos
estereotipos.
Por último, una última idea que quería compartir con ustedes es la necesidad de
repensar otra faceta que tiene la violencia de género cuando llega a sus manifestaciones más
extremas: ¿qué pasa con los casos de violencia reactiva? ¿Qué pasa en aquellos casos en los
que las mujeres, inmersas en una relación de violencia durante años, terminan matando a su
pareja? En esto hay muchos antecedentes que han aceptado la aplicación de la legítima
defensa, porque han tenido por probados los elementos que tradicionalmente lo dan por
configurada. Pero también es cierto que, como se enseña tradicionalmente la legítima defensa,
no le da cabida necesariamente a muchas de estas situaciones. ¿Por qué? Porque el concepto
de “inmediatez”, de “proporcionalidad de la legítima defensa”, está pensado para agresiones
entre pares, de personas en las mismas circunstancias, para agresiones masculinas
básicamente. Entonces, se dice que si la mujer le pegó un tiro ante unas cachetadas, no guarda
proporción; si ella esperó a que se durmiera o se descuidara, no hay la inmediatez suficiente.
Por lo tanto, la idea también sería repensar los elementos que deben configurar esta legítima
defensa para que estos casos no terminen siendo a los que le aplican las agravantes, que es lo
que muchas veces, lamentablemente, sucede en nuestros tribunales. Muchas gracias.
Sra. Presidenta (Escudero). — Muchas gracias, doctora.
Le damos ahora la palabra a la última invitada, la doctora Ángeles Gómez Maiorano,
doctora en Derecho, especialista en Derecho penal, secretaría en la Fiscalía Nacional en lo
Criminal de Instrucción N° 38 de la Capital Federal.
Sra. Maiorano. — Buenas tardes. Ante todo, muchas gracias por la invitación. Yo en gran
parte comparto alguna de las apreciaciones que hizo la doctora. Estuve leyendo los proyectos,
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y creo que a mi modo de ver, por lo menos desde la práctica, existen algunas tipificaciones
que tienen un carácter demasiado abierto a los fines probatorios y que, en caso de que se
sancionen como ley, será muy difícil la aplicación.
Decir que a una persona se le quitó la vida en el marco de un contexto de violencia de
género implica necesariamente tener que probar que en ese contexto existió una violencia de
género. Entonces, ya de por sí, comenzar la tipificación en la estructura de un tipo penal
mediante estos significados es, a mi modo de ver, bastante complejo.
Sí entiendo que es necesario modificar el artículo 80, en cuanto al primer inciso,
porque existen claros principios de desigualdad desde el mismo momento en que se agrava la
pena cuando una persona le quita la vida a quien resulta ser su cónyuge, y no así su
conviviente, su pareja o con quien ha estado en pareja —también se dan esos supuestos—, o
con quien mantiene una relación de vínculo, porque tienen hijos en común y no
necesariamente estén viviendo juntos.
Desde el punto de vista de la sanción de la norma, con el femicidio en sí, entiendo que
hay que hacer un estudio un poco más exhaustivo sobre toda la problemática. Hoy por hoy, la
Justicia penal carece de muchos recursos en la Capital Federal como para poder asistir a la
víctima, más allá de que tenemos una Oficina de Asistencia a la Víctima y que trabajamos
con la oficina de la Corte Suprema de Justicia. Pero la víctima viene en busca de cosas
concretas, que son la asistencia económica o una vivienda, porque si se separó de la persona
que la golpea, necesita irse a vivir a algún lado, y nosotros no estamos en condiciones de
facilitárselo.
Por otro lado, lo que tenemos es una diversidad de expedientes que tramitan ante
distintos organismos: correccionales, civil, de instrucción, y ahora muchos delitos se van a
pasar a la orbita de la Ciudad, lo que a nosotros también nos genera un engorroso trámite en
las causas de violencia de género. Es muy difícil poder ir determinando todo el historial de
violencia de una mujer a través de tantos expedientes. Y también se generan decisiones
contradictorias: que en un expediente civil se ordene una cosa, mientras que desde el ámbito
de la Justicia penal queremos hacer otra distinta.
Entonces, me parece que el tema de la tipificación del delito tendría que ser con un
tipo penal no tan abierto, si es que se sancionará como delito, un poco más estricto y tener en
cuenta esta cuestión básicamente de la prueba. Si se quieren establecer demasiadas
circunstancias en el tipo penal, después todas esas circunstancias y todos esos elementos hay
que ir probándolos y se terminan convirtiendo en una cuestión bastante complicada.
Estuve mirando algunos antecedentes y vi que hay una norma que muchos Estados la
han tenido como modelo, me refiero a la norma sueca que no habla pura y exclusivamente del
femicidio, pero sí establece —yo la traje, después si quieren se las dejo— todo el tema de la
violencia. La sanción de esa norma apunta más que nada a evitar en un futuro cualquier tipo
de planteos en cuanto a la discriminación. Entonces, hacen un tipo penal general que puede
incluir una violencia entre hombre, mujer y también entre parejas homosexuales, y luego sí
una norma específica en cuanto a la víctima mujer. Creo que eso también hay que tenerlo en
cuenta, porque al momento de sancionar una norma después solucionar un problema implica
generar otro. También existe la violencia de género dentro de otros ámbitos que no son
solamente las relaciones heterosexuales.
Sra. Presidenta (Escudero). — Muchas gracias.
Antes de darle el uso de la palabra senadora Higonet, quiero recordar que existe esta
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figura en el código sueco, en España, el Parlamento europeo se ha pronunciado en varias
oportunidades, también existe en Costa Rica, en Guatemala, en el Distrito Federal de México,
en Panamá hay un anteproyecto al respecto, en El Salvador, en Colombia, en Chile, en
Bolivia hay un proyecto integral y en Perú se ha empezado con el Registro de Víctimas de
Femicidio. No es un tema absolutamente novedoso.
Creo que hay que diferenciar tres casos. Uno, al que se refería la doctora, ampliar el
agravante del cónyuge a cualquier relación afectiva, de pareja, actual o pasada. Dos, el de
violencia de género existe y habría que ver cómo lo tipificamos para que no sea tan abierto,
pienso en el crimen de las turistas francesas ocurrido en mi provincia, las violaron, las
mataron, las golpearon y al final las ejecutaron, pero hubo una violencia doble, porque eran
mujeres y extranjeras. Tres, el tema de los homicidios vinculados, ahora estamos viendo que
mataron a los niños para vengarse de la mujer.
Me parece que es útil que el Código Penal empiece a discriminar para discriminemos
también estadísticas y veamos de qué forma nos vamos a aproximando. El tema es profundo y
merece un estudio muy detenido y yo haría votos para que en un año, al 25 de noviembre del
año próximo, el Congreso pueda llegar con una ley que empiece a adecuar estos gravísimos
delitos que van en aumento. Las estadísticas de las ONG nos van mostrando que estos
crímenes van en aumento.
Le damos la palabra a la senadora Higonet, autora de uno de los proyectos.
Sra. Higonet. — Gracias, señora presidenta.
Agradezco a todos los presentes por el aporte. Seguramente vamos a tener que seguir
debatiendo mucho. Voto para sea realidad lo que dijo la senadora Escudero y el año que viene
podamos aprobar este tema, que en este momento tiene más fuerza y más sensibilidad por
todo lo que ha pasado este fin de semana. La verdad que uno no deja de sorprenderse, de
impresionarse, creo que tenemos que trabajar fuertemente. Esto requiere de muchas etapas
más, de mucho trabajo de prevención, de mucho trabajo con los operadores judiciales.
Justamente, con la doctora compartimos hace unos meses un desayuno en la Secretaría
de Derechos Humanos y le contaba que había vivenciado de manera personal un caso de
violencia extrema. Cuando acompañamos a la mujer, después de estar trabajando mucho para
que ella sintiera la real necesidad de denunciar esto, llego a la comisaría y le dijeron: “¿para
qué vas a denunciar?” De modo que es mucho lo que hay que trabajar, pero creo que si
estamos haciendo toda esta labor previa tiene que estar esto contenido en el Código Penal.
Tenemos que tipificar, hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre. Esta
modificación para mí es muy importante. Habrá que estudiar, habrá que profundizar, no dejar
espacios abiertos o interpretaciones varias que sea lo más preciso y lo más justo. Estoy
convencida de la necesidad de modificar el Código Penal. No estar hablando de una ley más,
sino que este es el lugar enfático donde tenemos que tipificar este delito.
Les agradezco y nos ponemos a disposición para seguir trabajando mucho.
Agradecemos el trabajo de ustedes. Nos dijeron que hace 20 años que están en el tema, las
experiencias deben ser muchas y uno tiene muchas preguntar. Uno piensa, ¿todo esto que
está pasando se da porque ahora se está conociendo más, se está hablando más, las mujeres se
animan más, estamos acompañando más o realmente se está agudizando la violencia? Es una
pregunta que nos preocupa y nos debe ocupar.
Las felicito. Todos los que estamos en esto, creo que tenemos que seguir trabajando
mucho. Gracias.
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Sra. Presidenta (Escudero). — Tiene la palabra la senadora Di Perna.
Sra. Di Perna. — Simplemente, estoy a disposición para trabajar en este tema que está tan
impregnado en todas las sociedades. Hace pocos días escuché que en un país de Asia una
mujer fue violada y no fue condenada la violación, sino que ella fue condenada por adulterio.
Es decir, ver esto en las distintas sociedades y la violencia en nuestra sociedad hace, no sólo
por ser mujer sino por pertenecer a una generación en la cual tenemos responsabilidades para
nuestras hijas y nietas, que tengamos que trabajar fuerte.
Sra. Presidenta (Escudero). — Tiene la palabra la senadora Parrilli.
Sra. Parrilli. — Buenas tardes. Muchas gracias por todos los aportes que han hecho.
Me parece que estamos iniciando y continuando un camino. Creo que el proyecto de
ley que ya tiene media sanción, que hemos trabajado en esta Comisión, de los delitos contra la
seguridad vial, donde la persona que provocaba o mataba a alguien y estaba alcoholizado era
un atenuante, y nosotros por el contrario lo estamos poniendo y penalizando como un
agravante, es empezar a mirar, las sanciones, quizá todo lo que nos está pasando en el país
desde otro lugar.
Si bien como decía aquí la doctora con la ley de perspectiva de género todavía no se
han tenido grandes avances, creo que estamos en el camino. También cuesta mucho que esto
se lleve a cada una de las provincias donde nosotros estamos, porque si bien es una ley de
carácter público que está vigente se necesitan procedimientos provinciales y acompañamiento
económico.
Lo que se decía en cuanto a la protección que hay que darle a la mujer ni bien recibe
una agresión y decide irse de su casa, me parece que es el eslabón fundamental que tenemos
que robustecer para no llegar al delito penal. O sea, así como nosotros en los delitos contra la
seguridad vial hemos creado un tipo de pena, habría que pensar si ese tipo también no se
podría adaptar para esto, porque trata de penar aquellas conductas que pueden llegar a
ocasionar. Si yo manejo alcoholizado, si manejo a 200 kilómetros por hora, si cruzo donde
hay una escuela, puedo llegar a matar a otro persona.
Entonces, aquí habría que ver si yo lesiono, si ya está la denuncia o se la detectó en el
hospital y la mujer no se anima a hacer la denuncia porque no está protegida, qué pasa con
este tipo de conducta, si no las tenemos que empezar a penar ya, antes de que se produzca el
hecho de la muerte.
Así que nos espera un camino donde tenemos que empezar a rever en conjunto todas
estas medidas, con una mirada distinta que tiene que proteger realmente a la víctima y no,
como decía la senadora, terminar acusándola quizás por adulterio, porque sería muy grave.
Pero nos pasa lo mismo también en los casos de violación. Lamentablemente, en Neuquén
hay un hecho terrible donde la chiquita violada queda embarazada, pero como se demuestra
que no hubo penetración, la pena es mínima. Entonces, nos parece que hay mucho para hacer.
También es llamativo, como se decía aquí, que hoy seamos todas mujeres las que
estamos tratando este tema, cuando esta Comisión está formada también por muchos varones
y acá no hay diferencia de ningún bloque.
Sra. Presidenta (Escudero). — Gracias, senadora.
Tiene la palabra la señora senadora Fellner, que es autora de uno de los proyectos.
Sra. Fellner. — Gracias, presidenta. Simplemente felicito a la Comisión por tomar estos
temas, aunque sea ésta la última reunión del año, porque seguramente este tema inaugurará el
próximo periodo. Este tema nos duele tanto después de la muerte de estas cuatro mujeres hace
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unos días, y seguramente también por el hecho de ser mujer.
Les agradezco a las invitadas. Seguramente tendremos mucho para trabajar en éste y
en otros temas con respecto al género.
Sra. Presidenta (Escudero). — Gracias, senadora.
Tiene la palabra la señora senadora Riofrío.
Sra. Presidenta (Riofrio). — Para concluir, creo que alguien mencionó si la violencia está en
aumento o no. Creo que lo que está en aumento es la conciencia de los derechos de la mujer.
Sin duda, el hombre no estaba preparado antes, y mucho menos ahora, a enfrentar a una mujer
conciente de sus derechos. Por eso, cada vez le pone más resistencia y la violencia es feroz,
porque obviamente no está capacitado ni preparado para enfrentar a una mujer en estas
condiciones. Me parece que ese puede ser uno de los motivos de la mayor cantidad de casos
de violencia.
También me parece interesante lo que mencionaba la doctora, esto de las prácticas,
que en el análisis tal vez no es tanto la legislación, sino como un modo de ser de las prácticas
procesales, y creo que tiene que ver con lo cultural. En un 80 por ciento, la Justicia está
compuesta por hombres, que tienen una cuestión casi corporativa con respecto a esta
situación.
Por lo tanto, creo que también el desafío —tal vez no específicamente en este
proyecto— es alguna vez ponernos a pensar en que los problemas nuestros, de las mujeres,
son de las mujeres. Porque siempre hemos tenido esa visión universal de que todos los
problemas de la humanidad son nuestros, aunque no nos afectaran: los problemas del hombre
sin trabajo son nuestros, los problemas de los niños son nuestros, los de los viejitos son
nuestros.
Entonces, me parece que va quedando como la faceta cultural de hablémosle a los
hombres, a los niños y a los jóvenes de cómo visualizan su vida y su relación ante esta nueva
mujer, que somos las mujeres hoy, y que evidentemente la cultura y la educación no los ha
preparado para ello. Creo que es un gran tema que no podemos dejar de lado.
Los felicito a todos y agradezco especialmente a las compañeras que han venido a
darnos su opinión, que han sido muy enriquecedoras.
Sra. Presidenta (Escudero). — Gracias, senadora.
Para concluir, quiero contar un caso ocurrido en la provincia de Salta, para mostrar lo
que es la violencia contra las mujeres y la violencia desde el sistema penal. Hubo un caso de
una nena de 13 años que estaba embarazada, tomó un medicamento para librarse del
embarazo y murió. ¿Qué hicieron los jueces? Meter presa a la madre y dejar abandonados a
tres niños que estaban en exclusivo cuidado de la madre. Justamente, el viernes hubo una
marcha pidiendo por la libertad de esa mamá. O sea, esa es la visión desde la Justicia penal,
con la cual hay que trabajar mucho.
Yo creo que la Ley de Violencia Contra la Mujer es uno de los logros del Congreso
argentino. Es una de las leyes más modernas del mundo y está empezando a ser aplicada,
poco a poco, por los jueces, y creo que es el camino de la prevención.
Obviamente, cuando llegamos a esto que estamos viendo —el Derecho penal—, las
mujeres ya están muertas. Por eso, hay que seguir trabajando en todos los frentes. Creo que
este es un tema verdaderamente apasionante. Me parece que ha sido una buena reunión,
sensibilizarlo y ponerlo en agenda, y que el próximo año sea el tema de cabecera con el que
empiece a trabajar esta Comisión, serenamente, porque queremos una buena ley. Si hay que
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modificar al Código Penal, queremos hacerlo viendo todos los aspectos, todas las aristas,
convocando a todos los especialistas, para hacerlo con serenidad, pero sin lugar a dudas tener
presente que aquí estamos frente a delitos diferentes, donde están en juego otro tipo de
valores, otro tipo de pasiones que hay que modificar como conducta de la sociedad. El
Derecho penal muchas veces es disuasivo de ciertas conductas, y por eso hay que avanzar.
Les agradecemos mucho la presencia y las disculpas porque la invitación fue con poca
anticipación. Les agradecemos la respuesta a esta convocatoria, que es muy importante, y nos
comprometemos todas las senadoras a seguir trabajando con ustedes.
Damos por levantada la reunión.
— Son las 15 y 22.
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