Fraude fue ejecutado antes

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Fraude fue ejecutado antes
Julio Suñol | Octubre 10, 2007 | 942 palabras
Es absurdo decir hoy que hubo fraude electoral el domingo 7 de octubre
cuando se efectuó el referendo sobre el TLC. Pueden haberse registrado
algunas irregularidades, sí, pero eso habrá de probarse. Y personalmente creo
que ellas no serían relevantes para cambiar el resultado final en relación con
los números ya reconocidos.
El fraude vergonzoso se realizó mucho antes. Fue un fraude telemático y
periodístico. Un fraude gigantesco. Escribiremos solo sobre éste. Los otros
fueron los pecados de la prepotencia, del abuso de los débiles, del recurrir a
fuerzas extranjeras, políticas y económicas, para lograr el objetivo. El fin
justifica los medios, de Maquiavelo a Marx.
Ni Chávez en toda su euforia los habría igualado.
Lo que ha salido a flote es la capacidad de algunos de recurrir a cualquier
método para conseguir su propósito. ¿Qué pueden hacer los puros e idealistas
frente a las opciones electorales o sociales del presente?
El Tribunal Supremo de Elecciones se paralizó y no aplicó sus propias normas,
las cuales advirtieron que dos días antes de los comicios se entraba en un
período de reflexión. Un período de abstención y de silencio.
Eso significaba que las partes en liza estaban impedidas de violar la tregua.
Pero la violaron. Ambas partes la violaron, el No en menor grado, porque tuvo
un mínimo acceso a los medios.
Todo se veía venir cuando los medios televisivos, radiales y escritos (tal vez se
registró alguna excepción) se abstuvieron de informar sobre la valoración de
la cantidad de personas que había asistido a la manifestación del No previa a
la votación del domingo7. El diario “Extra”, con dignidad profesional, sí
publicó una fotografía que, a quienes no estuvimos allí, nos confirmó lo que
los medios extranjeros constataron.
Hubimos de informarnos por medio de la Agencia Francesa de Noticias (AFP),
la Agencia española de noticias (EFE), la Agencia inglesa de noticias (Reuters),
el diario el Universal de Guayaquil y los periódicos Washington Post y New
York Times, sobre la magnitud de aquella expresión de voluntad popular. Que
sepamos, ningún medio fue capaz de dar cabida al contenido de estas
informaciones.
Algunos de estos medios internacionales valorizaron la magnitud de la
manifestación, expresando que era la más grande en la historia política de
Costa Rica, la cual había contado con una asistencia de unos 150.000
ciudadanos.
Agregaron que nunca en la historia política del país se había registrado tal
asistencia y que ninguno de los partidos políticos tradicionales obtuvieron ese
resultado. Las votaciones del domingo 7 confirmaron esta realidad. ¿Qué
impidió a los locales revelar lo que los medios internacionales reconocieron
objetivamente?
Mi pregunta fue y es ¿por qué he de necesitar que los medios de comunicación
foráneos me digan la verdad?
¿Por qué, si en las campañas electorales del pasado, los medios se atrevían a
evaluar y calcular la cantidad de manifestantes, en esta ocasión no lo
hicieron? ¿Por qué solo se dio la versión de un vocero oficialista, quien dijo
que no habían concurrido más de 10.000 personas?
Estoy escribiendo como periodista con más de medio siglo de ejercicio
profesional, que fue director de tres medios de información, coeditor de otros
dos y redactor de prácticamente todos los existentes en Costa Rica en el
transcurso de los últimos 50 años.
Estoy abogando solo por la verdad, por la responsabilidad ética de nosotros los
diaristas, por la obligación profesional de educar y de no manipular ni dejar
que manipulen a otros. Los periodistas siempre tendremos que decir: “En mi
hambre mando yo”. Homenaje para mi abuelo catalán.
Como dije, ese fue el principio de la aberración, casi al final de la fecha del
referendo. Pero más cerca del día clave, fue doloroso y abominable observar
como casi todos los medios asumieron una sospechosa parcialidad. Para mí no
se trataba de que se apoyara el Sí o el No, sino de que se tuviera la honradez
intelectual, la integridad moral y el valor profesional de ser consecuentes con
la verdad.
Después vino el abuso del rompimiento de la llamada tregua que nunca se dio.
A mí, un medio de comunicación me invitó a emitir mis opiniones en una
transmisión del viernes, vísperas del acto electoral, y me negué
argumentando que eso “estaba prohibido”.
Pero después noté (todos lo notamos) el descaro de bastantes medios y de
muchos protagonistas, emitiendo opiniones públicas el viernes, el sábado y
hasta el mismo domingo. Es parte de la crisis ética y moral del país. Los
obligados a respetar la norma no tienen ningún respeto por ella. Y los
comprometidos a ejercer su autoridad, en este caso el Tribunal Electoral, no
lo hacen. Si seguimos por estos rumbos no sé qué clase de país vamos a
construir, con o sin TLC.
El problema, obviamente, es de mayor fondo. La decadencia se observa en
amplios sectores del país, todavía conformado por una mayoría de gente
decente y honrada. Pero la decadencia no se puede ignorar y, así como la
educación de buena calidad es esencial para al avance y el desarrollo de la
sociedad, no lo es menos la docencia que debemos ejercer los periodistas y
los medios de comunicación.
Estos medios no se deben gloriar de alcanzar grandes avances tecnológicos o
de distribuir enormes réditos entre sus propietarios, ni aun de participar de
sus ganancias a quienes laboran en ellos, si todo eso se borra de un solo
manotazo con la negación de la verdad, con el desprecio para el equilibrio
informativo y con la renuncia a la ética obligante en quienes deben ayudar a
construir un país y a fortalecer sus tejidos sociales, forjados a través de
tantos años de luchas sanas y de fuertes convicciones institucionales.
Julio Suñol | Octubre 10, 2007
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