REPÚBLICA ARGENTINA VERSIÓN TAQUIGRÁFICA CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN REUNIÓN DE LA COMISIÓN DE LEGISLACIÓN GENERAL Salón “De las Provincias” — H. Senado de la Nación 29 de junio de 2010 Presidencia del señor senador 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 2 – En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el “Salón de Las Provincias del H. Senado de la Nación”, a las 16 y 11, el martes 29 de junio de 2010: Sra. Presidenta (Negre de Alonso). – Buenas tardes, vamos a continuar con la reunión de Legislación General. A continuación, quiero invitar al representante del Centro Islámico, Ricardo Elías. ¿Se encuentra? No. Por lo tanto, le daremos el uso de la palabra a su Excelencia el Arzobispo Kisak Muradiam primado de la Iglesia Armenia en la Argentina. Señor Arzobispo, buenas tardes. Es un gusto tenerlo acá y le damos la bienvenida a la Comisión de Legislación General del H. Senado de la Nación. Sr. Muradiam. – Buenas tardes. Muchas gracias por la invitación. No sé si voy a justificar la esperanza de unos u otros, pero voy a hablar de nuestra tradición como pueblo y como iglesia. Sin embargo, antes quiero aclarar que en nuestro caso, cuando hablamos de Iglesia Armenia hablamos del pueblo armenio y cuando hablamos del pueblo armenio hablamos de la Iglesia Armenia. Porque desde 301 hemos aceptado la religión cristiana como religión oficial del Estado y hemos seguido sus preceptos. Y no sólo los preceptos del cristianismo, sino también los del pueblo en general. Durante 1700 años hemos tenido muchos mártires, con motivo de las persecuciones y las guerras que hemos sufrido. Sin embargo, observo que en la Argentina somos bastante afortunados de discutir sobre este tipo de temas porque en mi Patria, en mi país, no tuvimos la oportunidad de hacerlo, ya que, en primer lugar, debíamos pensar en cómo mantener nuestra existencia en la faz mundo y estábamos ocupados en cómo poder vivir un poco más tranquilos. Por un lado, no es fácil sentir la persecución y mantener la fe y la identidad pero, por otro lado, las adversidades nos han dado la fuerza para hacerlo durante tanto tiempo. Luego, por fin, desde 1990–91, ante la caída de la Unión Soviética tuvimos una Patria libre otra vez; independiente para decidir y definir nuestra vida y la forma en la que queríamos expresar nuestra tradición. Pero para hablar específicamente del tema de hoy, me basaré en nuestra tradición; esto es generalmente lo que hago, porque el armenio allí donde llegó pensó en varios factores que le han permitido mantener su identidad. Por ejemplo, cuando llegamos a la Argentina, a Europa y a los Estados Unidos, después de la masacre, del genocidio de 1915, que se produjo en nuestro país, nuestro primer factor de valor resultó la familia. Fueron las familias las que se juntaron, buscaron una sala para usarla los domingos como iglesia –para celebrar las ceremonias religiosas– y, luego, durante los días de la semana esa misma sala era utilizada para enseñarles a los chicos historia, religión, idiomas y las costumbres locales. También durante la semana o los domingos ser desarrollaba allí el club social que hizo que la comunidad tuviera reuniones que le permitieran organizar su vida. En este sentido, como recién manifesté, nuestra tradición, tiene un factor fundamental que es el de la familia, que luego es seguida por la Iglesia, la escuela y el club social. Pero en Armenia con nuestros preceptos –yo, en forma personal, o mi comunidad en general– no podemos considerar o pensar que una familia conformada solamente con dos hombres o con dos mujeres; porque la familia, tradicionalmente, y así lo aceptamos, creemos y seguimos a partir de nuestros principios, está compuesta por un hombre y por una mujer, un marido y una esposa que cría a los hijos. Y, como ha dicho uno de nuestros patriarcas: la mujer tiene un gran lugar en la familia armenia y representa el altar de la iglesia donde se celebra la Santa 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 3 Misa; de algún modo, es el lugar más sagrado y es a través de esa mujer que se enseña a los chicos todo lo que es nuestro: la sabiduría, el conocimiento, etcétera. Por ese motivo, en tradición, muchas cosas son llamadas madre. Por ejemplo, en Armenia, si hablamos de nuestra Patria, hablamos de la Madre Patria, si hablamos de la iglesia, hablamos de la Madre Iglesia. Es la madre la que da la educación a los chicos. Con ese concepto, con esa forma de pensar, nunca vamos a imaginar que uno de los hombres o una de las mujeres será la madre o padre–madre. Y, generalmente, en nuestras casas, desde chiquitos, hemos sentido la presencia de un hombre y de una mujer, un papá y una mamá, y aunque nadie entendía lo que entre ellos discutían o hablaban, creíamos que eran necesarios para nuestro crecimiento y para nuestra educación. De alguna forma quisiera resumir: como dije, consideramos que los valores empiezan con la familia, con la iglesia, con la escuela y con el club social donde se junta la gente. Nosotros creemos que éstos mantienen la unidad de un pueblo. Así como lo manifesté en un principio, no hay que olvidar que nosotros hemos luchado 1700, 2000, 3000 años para mantener una identidad: la de ser armenios. En esa lucha, en primer lugar, viene la familia con su educación. Con esto quiero concluir, repitiendo una vez más que para nosotros la familia tipo está conformada por un padre y una madre, no por dos hombres o por dos mujeres, sino con un hombre y con una mujer. Los hijos son quienes reciben esa educación que empieza en la casa, continúa en la escuela y, de alguna forma, desde la iglesia reciben también el aporte espiritual que necesitan. Por otro lado, quiero repetir, aunque nuestro nombre es Iglesia Apostólica Armenia, para no entrar en el juego Católico, Ortodoxo, etcétera, nosotros somos una iglesia nacional que no cierra las puertas a nadie. Podemos escuchar a todos, participar con todos. Y, como es el caso de Argentina, formamos parte de esta sociedad. Nuestros antepasados, nuestros bisabuelos y abuelos han trabajado y nosotros seguimos trabajando para la grandeza de esta Patria, que para nosotros es la pared primera y segunda, teniendo en cuenta a Armenia y a Argentina, que ha aceptado a nuestros bisabuelos, que escapaban de las masacres y del genocidio. Sra. Presidenta. — Muchas gracias, señor primado de la Iglesia Armenia en Argentina, su excelencia el arzobispo Kissag Mouradian. Invito a hacer uso de la palabra al señor rabino Daniel Goldman, de la comunidad BetEl. — No se hace presente. Sra. Presidenta. — En consecuencia, invito al señor rabino Tzví Grunbladtt, del Centro Judío Jabad Lubavitch. — No se hace presente. Sra. Presidenta. — Entonces, procedo a invitar al señor presidente de ACIERA, pastor Rubén Proietti, quien compartirá el tiempo con el pastor Rubén Oscar Salomone. Buenas tardes y bienvenidos. En primer lugar, le damos la palabra al presidente de la Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal Argentina, pastor Rubén Oscar Salomone. Sr. Salomone. — Quiero agradecer esta invitación de la Comisión para poder compartir la posición que tenemos la mayoría de las iglesias evangélicas en la Argentina. En primer lugar, quiero compartir que la Biblia, que es la palabra de Dios, no es un libro solamente religioso, no es un libro ni católico ni evangélico; sino que, en los temas esenciales, la Biblia es la palabra de Dios. Y dice en sí misma que la ley de Dios es perfecta, 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 4 que convierte al alma. Entonces, sobre toda entidad que forma leyes, cuando se deja la ley de Jehová, que es perfecta, situaciones difíciles vienen sobre la Nación. Los señores legisladores, los señores senadores, hoy tienen esa responsabilidad: tener en cuenta en primer lugar la ley de Dios, que es perfecta. No estoy hablando aquí de religiones; estoy hablando de la ley de Dios, que en lo esencial regula la vida del ser humano. Por eso, cuando queremos tergiversar la ley de Dios, no hay ninguna ley que la pueda torcer. En la historia del mundo hemos visto cómo muchas potencias, como Egipto, como Roma y como otras naciones, intentaron… El faraón dijo: lo que dice Moisés no tiene ningún valor. Y cuando cualquier sociedad intenta pasar por alto la ley de Dios, dificultades, sin duda, van a estar llegando. Por eso, señores legisladores, señores senadores, Dios los ha puesto en ese lugar de preeminencia. Entonces, Dios está esperando de cada uno de ustedes, porque Él está por sobre todos nosotros, que puedan proteger a la ciudadanía. No porque tengamos algún problema con las personas que toman esas opciones —porque sexos hay dos solos: es hombre y mujer; las demás son opciones—. El ciudadano está en libertad de hacerlo; sin dudas, pasando por alto la ley de Dios. Y cuando una nación pasa por alto la ley de Dios, esa nación comienza a desintegrarse. Entonces, queremos avisar, queremos compartir que la ley de Dios no puede ser pasada por alto; que la ley de Dios, cuando es obedecida, trae bendición; cuando la ley de Dios es quitada, trae condenación. Así que nuestro deber, no sólo como religiosos sino como respetuosos de lo esencial de la palabra de Dios, es decir: ustedes, señores senadores, que Dios los ha puesto en un lugar de preeminencia, ahora tienen una alta responsabilidad delante de Dios respecto de qué botón van a apretar. Esa alta responsabilidad va a hacer de su vida el haber cumplido con la función en la cual Dios los ha puesto por no tergiversar la ley, la palabra de Dios; o nos va a llevar a todos a tener consecuencias difíciles. Alguien dijo que un político es el que espera la próxima elección y un estadista, el que cuida la próxima generación. Yo escuché por los pasillos que un senador —me han comentado— dijo que él va a votar favorablemente esta ley y después que lo arreglen los hijos o los nietos. Así que nosotros no hemos votado a ese tipo de personas, sino que el asunto y las necesidades tienen que arreglarse ahora mismo. No lo podemos dejar a nuestros hijos, no lo podemos dejar a nuestros nietos. Porque la ley de Jehová es perfecta, que hace sabio al sencillo. En nuestra dilatada tarea ministerial, hemos visto muchas personas, que Dios ha rehecho su vida… Sra. Presidenta. — Tiempo, pastor. Sr. Salomone. — Muchas gracias y que Dios los bendiga. Sra. Presidenta. — Muchas gracias, pastor Rubén Oscar Salomone, presidente de la Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal Argentina. Le doy la palabra a continuación al presidente de ACIERA —Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina—, pastor Rubén Proietti. Sr. Proietti. — Agradezco primeramente la invitación de la Comisión de Legislación General del Senado de la Nación a exponer sobre el proyecto de ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, que tiene media sanción ya en la Cámara de Diputados. Desde ya, mi reconocimiento primero a la presidenta de la Comisión, la señora Liliana 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 5 Negre de Alonso, y al resto de los miembros de la misma, por el clima de respeto que vienen llevando adelante estas audiencias públicas. Agradezco esta oportunidad para expresarnos. Claramente, no fuimos favorecidos en esta instancia de Diputados. No fue favorecida entonces la voz de las ciudades y provincias argentinas. Así, los diputados evitaron la posibilidad de palpar y oír el pensamiento amplio de la ciudadanía. Dada la enorme responsabilidad que les ha tocado, deseo destacar esta muestra de democracia y pluralismo que partió del Senado, en general, y de la presidenta de la Comisión, en particular, seguramente basada en un gran esfuerzo, al movilizarse y participar de extensas sesiones en el interior del país. Durante estas semanas, en razón de esta agenda de consultas que ellos mismos se han impuesto, han tenido la oportunidad de escuchar muchos y variados argumentos, fundamentados en todo tipo de razones, algunas veraces y otras absolutamente falaces. Ya hemos oído a los abogados expresarse acerca de las graves consecuencias legales que implica una modificación de este tipo; también las razones psicológicas, donde los profesionales que sostienen la defensa del derecho superior del niño citan estudios y conclusiones respecto de la necesidad que un niño tiene de tener un papá y una mamá para su correcto desarrollo psicosocial; también, incluso, las razones médicas, genéticas o sociológicas. Repito: fueron claros y contundentes quienes nos han precedido en los alegatos a favor del matrimonio legal, entre hombre y mujer, tal como lo sostiene el Código Civil de la Nación. Tampoco quiero recurrir a las emociones, por lo que no voy a hacer una escena teatral ni a llorar ni nada por el estilo. Creo que lo que está produciendo la mayor emoción es ver a las familias argentinas manifestándose en forma absolutamente pacífica a cambio de nada, por sus propios medios, sin recitales ni festivales que los atraigan y no para mostrar orgullo por nada, sino la más absoluta convicción de lo que esperan que sus representantes respeten: a la familia argentina, al matrimonio de hombre y mujer y que todos los niños tengan un papá y una mamá. 40.000 en San Juan, 14.000 en Mendoza, 10.000 en Córdoba, miles y miles en Salta, Tucumán, Paraná, Capital Federal, además de Pergamino, Oberá, Misiones, Concordia, Comodoro Rivadavia, Corrientes, Rosario, Santa Fe. En todo el país, las familias argentinas se están movilizando por las graves consecuencias que acarrearía a nuestra nación lo que se pretende modificar. De este modo, habiendo escuchado tanto, sólo procederé a destacar lo que considero fundamental a la hora de las conclusiones. No se debería votar esta Ley por efecto de las emociones. Hemos observado de qué modo tanto aquí en las ponencias, cuanto a través de los medios de comunicación, se ha intentado que las emociones le ganen a la razón. No es buena fórmula esta. He observado como ustedes, sin duda, en cuántas ocasiones aquí en el recinto y por los medios se intenta alterar la racionalidad con la emocionalidad. Incluso saliéndose completamente del tema, ya que aquí no venimos a tratar el homosexualismo, sino un proyecto de matrimonio homosexual con adopción; no se juzga el homosexual como tal, sino que se considera un proyecto en torno al matrimonio. Los testimonios emotivos de hijos adoptados por homosexuales solteros, de homosexuales aceptados por sus padres, etcétera, son valiosos, pero no hacen a la cuestión de la generalidad que la Ley debe observar. Son excepciones a la regla que no hacen más que legitimar el contenido de la norma que regula al conjunto. Valga a modo de ejemplo, la celebrada dramatización del gran actor Pepito Cibrián, donde hace alusión al término “Marica”, que no tiene absolutamente nada que ver con el tema en cuestión. 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 6 Justamente, no se debería legislar una Ley de alcance general en función de las excepciones. Bien está dicho que la excepción hace a la regla, pues he notado con preocupación, cómo los activistas homosexuales se han referido a casos excepcionales para fundamentar lo que quieren lograr. Pedir la adopción de niños porque los padres heterosexuales son violadores, golpeadores o porque sus hogares se derrumban por el divorcio, sería como admitir que la sociedad argentina y mundial llegó hasta aquí con esas nefastas características propias de la conducta humana, que también son excepcionales, y no como fruto del sistema heterosexual o de la institución matrimonial hombre-mujer o de la expresión que sea. ¡Miren que lo hemos escuchado! No se debería legislar sin desterrar la confusión y los mecanismos que la producen. Uno puede advertir con facilidad, como en estas presentaciones de posturas o fundamentos, se han intercambiado las banderas. Cada uno acusa al otro de algo. De lo que le conviene. Sea por el pensamiento único, fundamentalista, antidemocrático, discriminador, etcétera. Tamaña tarea la de ustedes, senadores de la Nación, para poner en su lugar cada una de estas situaciones, pero es evidente que hay que ir a la etimología de estas palabras para saber quién las usa realmente como es debido. O por lo menos ponerse en el lugar del otro, porque el gran mundo heterosexual se siente muy dañado por tantos epítetos no buscados, que no hacen a su diario vivir, que avasallan su manera de pensar siendo tratados de retrógrados o teniendo que soportar discriminaciones por su fe de vida. No nos merecemos leyes con ausencia de la verdad. Las palabras tienen un valor intrínseco, etimológico, significante, conforme a su definición. Si universalmente se ha denominado matrimonio al conformado por hombre y mujer, sin poder ejercerlo en su definición legal e histórica de origen por un mayor y un menor ni por parientes de sangre o por más de dos cónyuges, querer llamar matrimonio a lo que no responde a esta definición es algo totalmente fuera de sentido. Hablar de derechos, sin tener en cuenta los requisitos que todo derecho conlleva, no es serio: Los jubilados tienen que cumplir 60 o 65 años y haber hecho sus contribuciones para poder recibir la paga correspondiente. Los dadores de sangre tienen que estar en ayunas, no tienen que tener HIV, no pueden estar tatuados, por más amor que el dador tenga sobre la persona. Los ciudadanos si no tienen 18 años no pueden votar. No es ninguna discriminación. Para tener los derechos siempre es necesario conocer los requisitos. ¿Acaso se pueden cambiar las leyes establecidas en tiempo y forma, en una democracia, sin la participación del pueblo? Porque fue dicho que en la plataforma partidaria de los actuales legisladores, ni siquiera se hablaban de estos temas fundamentales para la sociedad. Hay que escuchar que la Constitución habla de igualdad de todos los habitantes, y es correcto, pero igualdad para todos en los derechos constitutivos, no de las elecciones selectivas. No se debe legislar influenciado por la prensa: qué sensación nos produce vivir con una prensa poco democrática. Qué tristeza para una sociedad cuando se pierde el equilibrio, la ecuanimidad y no se informa con neutralidad. Es tremendo el poder de la prensa, todos los sabemos, luego, cuando vemos que está deliberadamente inclinada, es cuando racionalmente debemos pararnos en los caminos, observar y no dejarnos llevar. Sobre este tema no necesito dar ejemplo porque es vox populi la toma de posición de una gran cantidad de medios a favor del cambio del Código Civil. Digamos que están en su derecho, pero dejar de informar sobre la otra posición es discriminatorio y antidemocrático. En nuestra propia cara nos dijeron en el Congreso “Ustedes no nos interesan; ellos son la 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 7 noticia” cuando les pedíamos igualdad de oportunidades. Funcionarios llegaron a decirnos cómo a la hora de votar pesa la presión de la prensa. Y todos lo sabemos. Aquí tengo, para dar un humilde ejemplo, la cantidad de gente que dieron los diarios en Mendoza; de 2.000 a 4.000. Y aquí tengo el acta de la policía que habla de 14.500 presentes. De nuestro primer acto, un periódico escribió —el 20 de abril en el Congreso— 800 personas, y el conductor Gerardo Rozín le dijo a María Rachid: yo estoy con vos en esto del matrimonio gay, pero no digas 800 porque cualquiera al ver las fotos y la filmación se da cuenta que eran miles. De 800 a miles. De 2.000 a 14.500 dato oficial. Ya lo sabemos, y lo seguimos soportando estoicamente. Pero legislar con una influencia de la prensa así, realmente es para comprender a los senadores de nuestra Nación. Otro caso emblemático ocurrió con La Nación. Ahí debo decir que lo que salió ayer es lo que confunde. Y no porque a mi colega Rubén Salomone — que está aquí—, le hayan cambiado el nombre, sino por decir que la FECEP, federación que él preside, es la tercer federación evangélica, ¿de dónde sacaron tan errática información? Y decir que la FAIE es una de las más grandes, realmente están desconociendo a todas las federaciones que son más grandes que la FAIE. Y por desconocer a otras federaciones que son más grandes que la FAIE. Se nota que la nota quería exaltar al más chico, porque giraba en torno a la postura de la FAIE, aunque el título era: Evangélicos y matrimonio gay. También podemos agregar lo de Clarín de esta mañana, tapa: el acto de ayer. Nosotros hicimos dos actos mucho más multitudinarios y estuvo adentro un pequeña foto y con un escrito que no hacía a nuestras cosas. Pero esto ya lo sabemos. Creemos que es racional mirar el mundo en el que estamos insertados y preguntarnos por qué razón países que nos llevan mucho más del doble de vida sobre la faz de la tierra, en diferentes culturas y continentes, mantienen el vínculo matrimonial como base fundamental de la sociedad, y otros más inquietos se han planteado el estudio de la modificación y después de mucho andar decidieron permanecer así como están. Estamos hablando de 8 naciones que cambiaron frente a 198 que no, muchas habiéndolo estudiado. Estamos analizando que en cada uno de esos países, aprobado el casamiento, los homosexuales no se han casado más que excepcionalmente. Es que esto obedece a otra realidad. Es la minoría de la minoría homosexual la que habla de casamiento. Escuchamos tantos testimonios de homosexuales que no piensan en casarse por sostener los principios que hacen al matrimonio. Pero hay otro aspecto que hace a la racionalidad para las leyes y es, sin ser adivinos, tener idea del panorama para la sociedad a que nos llevará la aprobación de un proyecto de ley como el que está en cuestión. Y esto no es ser apocalíptico ni amenazar con temores, sino realista: cambiará el orden social. Los chicos heterosexuales en su mayoría tendrán que aprender que ahora se vive con dos mamás o dos papás. Las voces a las que me referí, aluden que hoy también los chicos deben vivir sin uno de ellos, o sin los dos, reemplazados por los abuelos o los tutores. Insisto, no se puede legislar por la excepción. Si el proyecto se convierte en ley, los dos papás o las dos mamás no serán una excepción, serán la ley. ¿Cómo se enseñará en las escuelas? ¿Qué pasará cuando un chico lleve el cuadro de su familia heterosexual? ¿Acaso no será discriminador? ¿Cómo funcionará la mente de un chico que vive en su casa de una manera pero sus compañeros, su maestra, etcétera, le enseñan de otra? Esto le ocurrirá, de acuerdo al tiempo, a sus hijos y seguro a sus nietos. ¿Estamos preparados para otro orden social a contramano del mundo? Pero lo que últimamente ha llamado más la atención a muchos de ustedes es, de acuerdo al artículo 36 del nuevo proyecto, la negación al niño de su derecho a tener un padre. 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 8 Y digo últimamente, porque son tantos los corrillos, las fundamentaciones, los sentimentalismos, que van dejando de lado los temas básicos, pero es de esperar que semejante cambio no se consolida con redefinir la palabra matrimonio a la Argentina, sino que como el matrimonio es la base de la familia y sociedad, todo lo que la constituye también debe ser modificada. Y es así que en ese artículo 36 dice que en el caso de dos mujeres, las contrayentes, una debe anotar al niño como madre y la otra como cónyuge, conforme a lo que sería esta nueva ley. ¿Y el padre? Los hijos de desaparecidos claman por conocer a sus padres. ¿Y los niños de esta presunta ley? Por ley no lo podrán saber. Y un legislador nos decía que este es un campo que está vacío, a todo terreno, no solamente para la adopción del matrimonio homosexual, y otra vez nosotros con fuerza queremos decir: tratemos primero lo primero. Así como el otro día, veíamos en la televisión que por el tema de la adopción es tan importante que las leyes sean dinámicas y ágiles para que tantas familias heterosexuales puedan adoptar como es digno; de la misma manera, antes que tratar el tema de la adopción por pareja homosexuales, tratémoslo en relación a las parejas heterosexuales. ¿Será necesario esto? Sra. Presidenta. – Le solicitamos que vaya redondeando. Sr. Proietti. – Nosotros no aceptamos el proyecto en tratamiento. Estamos firmemente convencidos que Dios creó al hombre y la mujer para vivir en complementariedad emocional, sexual, social y espiritual y para compartir la vida, formando una familia, célula básica de la sociedad. La unión sexual de hombre y mujer para dar nacimiento a los hijos no es el final, sino sólo el principio de la indeclinable presencia de lo femenino y lo masculino en la vida, formación y educación de los niños. Hasta aquí, como han visto, venimos haciendo las consideraciones desde la civilidad. Es que en todo este proceso, nos encantó poder expresar nuestras convicciones como ciudadanos, independientemente de nuestra fe; a pesar de que, por responder a una confesión, sin hablar, se nos haya tildado de fundamentalistas, retrógrados y religiosos. Eso sí que es discriminación clara y evidente. Es que la ley es para todos los habitantes más allá del credo que profesen. De ahí que nos agradó ser parte de las deliberaciones, sin esgrimir credo alguno. Pero, los credos, también, son parte vital de nuestro país. Entré al tema un poco tarde. Las últimas encuestas dan cuenta que el 92 por ciento de la población profesa la fe monoteísta. Tenemos mucho que ver con las características de nuestra Nación. Pero, por si esto fuera poco, el Preámbulo de nuestra Constitución invoca a Dios como fuente de toda razón y justicia. Les compartía que debemos legislar con la razón. Y Dios es fuente de toda razón. Fíjense que el Preámbulo toma nota de la realidad del pueblo argentino. No la ignora. No la pone en segundo lugar. La considera atentamente. ¿Será por eso que esta última sesión es la de los credos? Y no está mal. Es coherente. Aún al invocar a Dios, se hace en respeto de los que no creen. No puede haber leyes que lesionen o presionen a lo que no creen. Bendita libertad que gozamos en nuestro país. Entonces, como hombre de credo, convocado en esta tarde, debo confesarles que nos pone muy felices que la Constitución, por sus pactos internacionales incorporados, y nuestro Código Civil definan al matrimonio formado por hombre y mujer y defiendan a ultranza el derecho universal de los niños. Pero, en nuestro caso, al hablar de Dios, no hablamos de religión, porque eso es lo que 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 9 hace el hombre para llegar a Dios. No digo que esté mal. Digo que no hablamos de eso. ¿De qué hablamos, entonces? De Revelación, es decir, lo que hizo Dios para llegar al hombre. Como cristianos, defendemos la Escritura, cuando en Juan 3, 16 dice que de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en Él crea no se pierda y tenga vida eterna. Los cristianos creemos que Dios se hizo hombre para darle al ser humano, de una manera particular, la alternativa para lograr la realización de su ser. Dice la Escritura que si Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe. Pero Él resucitó, vive y tiene poder para levantar al caído, perdonar los pecados, dar paz interior y ofrecer la vida eterna. Esa es la verdad que predicamos. Estas comunidades de fe saben, a partir de las Sagradas Escrituras, que la desobediencia al orden de Dios, trae consecuencias para la totalidad de la vida, individual y social. Esta desobediencia, la Biblia la llama pecado. La unión de dos hombres o de dos mujeres está desaprobada por la Palabra de Dios, que es sobre la que se constituye el Preámbulo de la Constitución. Esto no es sólo para los que la practican, sino para los que se complacen en ella. Así dice Romanos, capítulo 1. Sra. Presidenta. – Se ha cumplido el tiempo. Le pedimos que redondee para terminar. Sr. Proietti. – El pretender la categoría de matrimonio para la unión homosexual es una abierta provocación al Dios que invoca nuestra Constitución y por el que juran algunos de nuestros legisladores, al mismo tiempo que ofende la sensibilidad de millones de personas que profesan la fe cristiana. Esto, sin dejar de ratificar enfáticamente que lo que Cristo abomina es el pecado, pero es indulgente con el pecador, por quien ofreció su vida en sacrificio y amor absoluto, liberándolo por medio del arrepentimiento de sus consecuencias. Termino con esto. Como pastores, como Iglesia Evangélica, estamos inmersos en la sociedad. Tratamos con la gente, con su necesidad de todo tipo y el sustento de este mensaje es el cambio que la persona de Cristo produce en las vidas. Podríamos hablar de los presos, adictos, enfermos, alcohólicos, deprimidos o terminales. No hay nada imposible para Dios. Como se imaginarán, conocemos cantidad de casos que han experimentado el poder de Dios en sus vidas, pero, en esta tarde, me da mucho gusto presentarles a uno de los matrimonios que pidió ayuda y la encontró en Dios. No sé si se pueden poner de pie. Cualquier cosa, puedan hablar con ellos. No hay tiempo, ahora, para que ellos hablen. Él era un hombre que trabajaba a nivel secular, con orientación homosexual, que practicaba, habiendo sufrido la destrucción de su hogar, por sus padres y hermanos que lo abandonaron. Encontró en los hombres, el amor que no encontraba en el hogar. Pero, no vivía en su satisfacción. Ella fue abusada por su tío cuando era adolescente. Se fue de la casa. Ejerció el lesbianismo. Se alió con una mujer que estaba embarazada y el marido la había dejado. Tuvieron al niño hasta los 7 años. Cuando llegó al Jardín de Infantes, el niño les preguntó: “¿a quién le digo papá?”. Hay que escuchar el testimonio de las dos mujeres. Ella no estaba feliz. Conoció, también, el Evangelio en una Iglesia del Gran Buenos Aires. Se conocieron. Contrajeron enlace. Tienen hoy a Samuel de 7 años. Pero, lo más importante, la pareja que tenía Marcela, también, conoció a Jesucristo. Hoy tiene su marido. Tiene cuatro hijos y disfruta de la vida en el matrimonio heterosexual. Sra. Presidenta. – Muchas gracias, pastor Proietti. Rabino Daniel Goldman, no alcancé a mencionar que usted estaba demorado, porque llegó antes. Lo invito a hacer uso de la palabra. 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 10 Sr. Goldman. – Muchas gracias por la invitación y por estar en una mesa con gente a la que conozco. Me honra participar con el afecto. Estos son temas que, obviamente, resultan álgidos y difíciles. Muchas veces nos separan porque no opinamos lo mismo. Soy rabino de la Comunidad Bet-El, que es la mayor congregación judía de América Latina. Vengo acompañado por mi colega y amigo, el rabino Guido Cohen. Representamos a una cantidad de rabinos desde la tradición que podríamos llamar progresista, liberal, que tiene sus fuentes en Israel, Europa y Estados Unidos. Desde esta perspectiva y lugar, apoyamos la ley de matrimonio de personas del mismo sexo. Quisiera aprovechar estos minutos para hacer algunas observaciones. En primer lugar, la Biblia puede ser leída de tres maneras. Por un lado, como un texto absolutamente revelado, como la Palabra de Dios como un bloque, como un todo. Una segunda posibilidad, como el registro que los hombres de la Antigüedad entendieron acerca de aquello que se considera lo trascendente y qué es lo que, en esa trascendencia, Dios pretende de cada uno de los hombres. Y, en tercer lugar, como una forma o texto que de algún modo registra un esquema cultural y civilizatorio que representa un momento determinado de la historia y que permite y amerita ser interpretado. Desde ese mismo lugar de la interpretación, se puede considerar que el tiempo y las relaciones sociales pueden ir modificándose y modificando, inclusive, ciertos valores que están representados en ese mismo texto. Como ejemplo de ese cambio, podemos tomar el tema de la esclavitud. Algo que, en principio, el texto bíblico sostiene y que, luego, con la evolución de la interpretación se coloca de lado; en este mismo sentido, encontramos el caso de la lapidación que también con motivo de la evolución de la interpretación ha sido dejado de lado; y, por último, los sacrificios que también por el pensamiento del hombre han sido corridos y colocados en otro lugar. A partir de estas expresiones, podemos interpretar que el texto puede ser una fuente, pero es una fuente interpretativa a través de la cual el hombre puede tomar ciertos principios, ciertos valores éticos que van cambiando, modificándose. El segundo elemento interesante que desarrolla la exégesis, especialmente la medieval, es el concepto de familia. Y en relación con esto, tal vez nosotros partamos de una premisa o de un ejemplo por el cual creamos que el concepto bíblico tenido en cuenta es el de la familia perfecta. En realidad, lo que presenta muchas veces el texto –a través de cada uno de los paradigmas de las familias, especialmente aquellas desarrolladas en el libro de Génesis– no es justamente la idea de armonía y comprensión total, ya que aparece un conflicto en cada uno de los estadios de las familias de la tradición de Israel. Se me ocurre pensar simplemente en Adán y Eva y en sus hijos Caín y Abel y recordar el momento en el que Caín mata a Abel. Asimismo, pienso en Abraham y el momento en el cual estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac. Sobre este último, la tradición interpretativa bíblica declara que Isaac, después de esta situación, jamás vuelve a hablar con Abraham. Un tercer ejemplo es el de los dos hermanos Jacob y Esaú, que al final vuelven a encontrarse, aunque el conflicto y la competencia que entre ellos había existido los llevó a estar divididos durante toda su vida. Para finalizar, podemos recordar la historia de José y sus hermanos, etcétera. Es decir que el concepto de esta familia idílica es un concepto que yo diría que está alejado del texto bíblico. Por otro lado, resulta interesante el significado de familia en hebreo (mishpaja) ya que 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 11 algunos atribuyen su raíz al concepto del lejapes que significa búsqueda. Por lo tanto, familia no es específicamente un encuentro sino que es una búsqueda y en esta búsqueda los modelos familiares, a través del tiempo, pueden ir modificándose. Y quiero hacer simplemente una referencia al período talmúdico donde se da la expresión de los “conceptos valor” a través de los cuales no se puede decir que un concepto puede ser abstracto, sino que detrás de estos conceptos existe algo concreto que no puede ser tipificable para otros casos. En forma específica, para el caso de las familias hay una discusión en el texto talmúdico a través de la cual, incluso, la interpretación de aquello que se consideraba como abominación no es tal, sino que el juego talmúdico nos lleva a interpretar que el caso de la abominación es simplemente un caso de extravío pero no el deseo de que alguien sea condenado. A continuación, voy a hacer un salto porque sé que el tiempo es bastante tirano y acotado, detrás de esto existe –y yo lo traigo a colación en relación con este tema– el concepto de un rabino llamado Kaplan, que considera al judaísmo como una civilización y, en este sentido, la civilización es la resultante de determinados valores que pueden ser absolutamente modificables. ¿Cuándo? En tres situaciones: cuando las ideas y costumbres tradicionales entran en conflicto con determinados valores, cuando las prácticas y las costumbres colisionan con el conocimiento científico y cuando las tradiciones se enfrentan con los cambios sociales. Y él termina tomando, dentro de su tesis, una frase de otro gran rabino del S. XX, Rab Kuk: “lo antiguo se renueva y lo nuevo se santifica”. Asimismo, el rabino Tzvi Baritzjac dice que las tradiciones que trascienden los tiempos son las tradiciones que adelantan los tiempos y crean nuevos escenarios. Y él se basa en un precepto del Talmud que dice: “¿Quién es sabio? El que puede vislumbrar los nuevos escenarios”. No es cuestión de aferrarse al pasado, no se trata de querer volver a repetir los pasados, sino simplemente tener la capacidad de recurrir a la memoria del pasado. El pasado puede ser un reflejo, pero también puede ser un elemento para poder modificar ciertos futuros. Todo esto depende –y creo que, en definitiva, este es el eje de la discusión– del marco ideológico donde uno quiera pararse, donde uno quiera sostenerse. ¿Cuáles son las simpatías y las antipatías frente a cada uno de los temas que tenemos para ver en la vida? Para finalizar, hace poco tiempo atrás leí algo muy interesante a raíz de esta convocatoria, un trabajo realizado por tres académicos de la Universidad de California que trabajan con investigaciones alrededor de parejas judías gays y lesbianas con niños. Ellos llegan a las siguientes conclusiones: en primer lugar, la ausencia de cualquier marca patológica que deje el caso de familias que nosotros llamamos heterosexual o no tradicional. Reitero: ausencia de marcas patológicas de todo tipo. En segundo término, cuán similares son las dinámicas establecidas en las familias de padres homosexuales con padres heterosexuales. En tercer lugar, la inexistencia de algún tipo de riesgo. En cuarta posición: se destaca la preocupación y el compromiso de los padres gays y de las lesbianas, tanto desde lo emocional como desde lo afectivo. Y como quinto punto, que me pareció sumamente interesante y hasta simpático: recomendaciones que podrían ser útiles para padres heterosexuales por parte de los padres homosexuales. Esta es una de las resoluciones de las asambleas rabínicas del Movimiento Reformista y del Movimiento Conservador, que dicen: gays y lesbianas no sólo recibieron durante la historia la violencia física y el rechazo homofóbico, sino también el antisemitismo, en el caso de los judíos, y la discriminación en las propias instituciones judías. Por lo tanto, afirma la resolución el apoyo a la igualdad de derechos civiles para gays y lesbianas; rechaza todo tipo 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 12 de violencia, ya sea física o verbal; e invita a la sociedad toda a sumarse a esta campaña. Sra. Presidenta. — Muchas gracias, rabino Goldman, por su participación. Ahora voy a invitar a hacer entrega de un documento, ya que no van a hacer uso de la palabra, al representante de Reuniones Evangélicas. Dicho escrito será agregado a la versión taquigráfica y entregado a los señores senadores y senadoras. — Se hace entrega por Presidencia del documento. Sra. Presidenta. — Invito a hacer uso de la palabra a continuación al representante de la Iglesia Anglicana, obispo Gregory Venables. Sr. Venables. — Mi nombre es Gregorio, mi título es arzobispo primado de la Iglesia Anglicana del Cono Sur; pero aquí, en Buenos Aires, me conocen como “Che Greg”. Tengo el mismo problema que el hermano rabino, de no poder leer aun con lentes. Pero Dios me va a ayudar. Estuve predicando hace poco y después del culto alguien me dijo: me encanta ese momento en el que usted espera la unción del Espíritu Santo. Y yo dije: no, ese es el momento en que no puedo distinguir lo que yo he escrito aquí. Sencillamente, agradezco la posibilidad de poder participar en este debate. Hablo en nombre de la Comunión Anglicana. La Ecclesia Anglia o Iglesia Anglicana empezó en el segundo siglo en las Islas Británicas, cuando el Evangelio llegó hasta allí. Hoy día contamos con 80 millones de fieles, mundialmente, en 164 países. Hay más anglicanos en la misa el domingo en Nigeria que en todo Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Escocia, Irlanda y Australia juntos. Y gente fiel, que cree en lo que está practicando. Realmente, la única cosa que quiero destacar esta tarde es que me parece que este conflicto, porque no vamos a negar que es un conflicto, es algo que va realmente sacudiendo y dividiendo. Este conflicto, más que nada, en este momento, tiene que ver con la palabra “matrimonio”. La fe cristiana, que es lo que yo represento aquí, reconoce que el ser humano tiene libertad. Dios nos ha creado con la libertad de poder tomar decisiones según nuestra opinión, nuestro parecer y nuestra interpretación. Saquen eso y ya dejamos de ser seres humanos. Como resultado de esa libertad, vivimos épocas, gracias a Dios, de tolerancia; épocas de libertad; épocas en que podemos convivir en una sociedad muy diversa. Yo puedo sentarme en el subte al lado de alguien que tiene opiniones totalmente distintas a las mías y seguimos juntos. Eso es importantísimo. Nunca debemos dejar de celebrar lo que hemos logrado. Es un momento sumamente importante. Pero también es muy interesante que el tema de presentación actual es el que nos está ocupando. Es el tema que no hemos podido decir: bueno, dejálo nomás. De repente, encontramos algo que realmente presenta una división fuerte en la sociedad occidental. No es una cosa frente a la cual podemos decir: está bien, vos vas por tu camino y yo voy por el mío. Por eso estamos en este momento polémico. Creo que lo que lo hace polémico no es tanto el hecho de que reconocemos la libertad de sexualidad, la libertad de poder elegir cómo vivo y con quién voy a vivir, que es básico, siempre que lo que yo haga no afecte la libertad del compañero a mi lado. Eso es básico en nuestra sociedad. Pero lo que está preocupando a mucha gente es el uso de la palabra “matrimonio”. Porque, de repente, hablar de matrimonio entre personas del mismo sexo es cambiar la cosa a algo que no hemos tenido ni tiempo ni oportunidad de considerar. Aceptamos que probablemente se vaya a cambiar. Aceptamos que probablemente este vaya a ser el paso que se tome; y vamos a estar contentos en el sentido de que esto permite libertad. Pero debemos reconocer que, una vez que hayamos avanzado, no vamos a poder 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 13 volver atrás en este tema. Por eso es una gran pena que no podamos realmente pedir al pueblo argentino su opinión, actualmente. Está muy bien que los políticos asuman su responsabilidad. Está muy bien que los representantes adopten su responsabilidad. Pero yo estoy seguro de que, dado el tiempo y dada la oportunidad de entender lo que estamos diciendo y haciendo, el pueblo argentino tendría una voz clara en este tema. Estoy segurísimo de eso. Yo tengo, en el norte de Argentina, por ejemplo, por lo menos doscientas comunidades, que juntos estarían contra la posibilidad de cambiar lo que para ellos va contra la palabra de Dios. Ahora, yo estoy totalmente con el hermano rabino aquí sobre la necesidad de saber cómo es la interpretación y en qué la basamos. Tomando el texto de las escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, que es la autoridad de la Iglesia Cristiana, no podemos evitar que ahí encontramos que desde el primer momento Dios estableció el matrimonio, según su querer, entre hombre y mujer. Sea cual sea la ley y sea cual sea la opinión de varias personas o de muchas personas, la Biblia indica claramente que Dios juntó un hombre con una mujer; y en ningún momento en el texto bíblico está la posibilidad de que el matrimonio sea otra cosa. Ahora, cambiar eso es una cosa sumamente seria. Porque vamos a abandonar un paradigma bíblico y entrar en un paradigma que para mí no tiene a Dios como autor y creador. Digo más, el matrimonio entre hombre y mujer, según San Pablo, es el signo de la relación entre Cristo y la Iglesia. La relación hombre y mujer, en matrimonio, es el signo de la relación entre Cristo y la Iglesia. Cambiar eso, puede ser legal, pero no es lo que Dios quiere. Como han dicho nuestros hermanos pastores, vamos a tener que vivir con las consecuencias, si es que tomamos esa decisión. La expresión hasta ahora no es matrimonio, por lo menos en la Argentina. Es santo matrimonio. Y la palabra “santo”, quiere decir algo que Dios bendice. Tengo amigos gays que quiero y me quieren, con los que mantenemos amistades profundas. Pero, como sacerdote, no puedo bendecir lo que Dios no ha bendecido. No puedo dar la bendición de Dios a lo que Dios no ha bendecido. Dios ama y va a resolver todo esto en el tiempo y lo vamos a ver en el tiempo. A Dios gracias que la palabra nos asegura eso. Si estamos viviendo en un país, donde según las cifras, el 86 por ciento de la población se considera cristiana, tenemos que tomar el tiempo de considerar la opinión de dicha población antes de cambiar los conceptos y paradigmas básicos de lo que es el matrimonio. (Aplausos.) Sra. Presidenta. – No se puede aplaudir. Está prohibido aplaudir en el ámbito del Senado. No está permitido. A lo mejor, hay gente que viene por primera vez y cometí la omisión de no aclararlo. Le agradezco mucho, obispo Gregory Venables, representante de la Iglesia Anglicana. Invito a hacer uso de la palabra al rabino Tzví Grumbladtt del Centro Judío Jabad Lubavitch. Como no se encuentra, invitamos al rabino Gabriel Minkowicz, profesor en el Seminario Rabínico Latinoamericano. Tampoco se encuentra. Entonces, invito a hacer uso de la palabra a los representantes de la Conferencia Episcopal Argentina, obispo coadjutor de la Diócesis de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojeda y al obispo de Misiones, monseñor Juan Rubén Martínez. Como van a compartir el tiempo, en primer lugar, le damos el uso de la palabra al obispo de Posadas, provincia de Misiones, monseñor Juan Rubén Martínez. 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 14 Sr. Martínez. – En primer lugar, quiero agradecer este espacio que nos brindan a la Conferencia Episcopal Argentina. Formamos parte de la Comisión Episcopal para los Laicos y la Familia. Agradecemos el espacio y la oportunidad para poder reflexionar y compartir con ustedes. Venimos con el deseo de aportar sobre este tema que nos parece, sobre todo, un tema fundamental como eje cultural. Venimos a pedir que se ratifique la legislación sobre el matrimonio del varón y la mujer y el derecho de los niños a la crianza con la figura materna y paterna, o bien femenina y masculina. Como dije recién, consideramos que no estamos ante un tema coyuntural o un cambio de palabras, sino que es un eje cultural. Por eso, necesitamos tener un tratamiento profundo. Me parece muy positiva esta oportunidad que se ha dado para que distintos grupos puedan ir reflexionando sobre distintas visiones. En esta tarde, veo que hay diferentes presencias religiosas. Al defender el tema del matrimonio del varón y la mujer, quiero subrayar que no creemos hacerlo desde una postura fundamentalista. Tenemos una consideración, además de teológica, antropológica y cultural. Algo de esto, hemos expresado en la asamblea plenaria última del mes de abril, con la preocupación del tratamiento de este tema en el Congreso. Cuando no referimos a este tema, como recién se subrayaba, están específicamente incluidos los temas del matrimonio y la adopción. “La persona y la misma humanidad – poníamos en ese documento– se proyectan en la complementariedad y reciprocidad del varón y la mujer, en la común dignidad, y en la unidad indisoluble de los dos, llamada desde siempre matrimonio. El matrimonio es la forma de vida en la que se realiza una comunión singular de personas, y ella otorga sentido plenamente humano al ejercicio de la función sexual. A la naturaleza misma del matrimonio pertenecen las cualidades mencionadas de distinción, complementariedad y reciprocidad de los sexos, y la riqueza admirable de su fecundidad. El matrimonio es un don de la creación. No hay una realidad análoga que se le pueda igualar. No es una unión cualquiera entre personas; tiene características propias e irrenunciables, que hacen del matrimonio la base de la familia y de la sociedad”. Esto es lo que decíamos en ese documento. Creemos en el fundamento teológico, antropológico y cultural, en este tema. No es contra. Es en referencia a lo que es sí misma esta institución matrimonial. No voy a abundar en el tema antropológico. Sé que acá han transitado muchas personas profundizando este tema académica y bíblicamente. Quiero analizarlo, más bien, teniendo en cuenta algunos criterios que podríamos llamar entre pastorales y humanos, para que los podamos considerar. El señalar que es esencial al matrimonio el que sean varón y mujer, no implica, de ninguna manera, ninguna forma de discriminación. Este es un elemento que quiero subrayar. El estar subrayando que el matrimonio se constituye por el varón y la mujer no implica ninguna forma de discriminación. Nosotros, también, planteamos la necesidad de la igualdad de los derechos. También, sostenemos la importancia de los derechos humanos. Pero, la igualdad de los derechos no es igual a la uniformidad de los derechos. La igualdad de derechos, no puede buscar la uniformidad, porque si busca la uniformidad, incluso, puede ser ésta injusta. La igualdad de los derechos debe buscar siempre la equidad. La igualdad de derechos apunta, decimos, a la equidad. La igualdad de derechos y deberes tiene referencia a los derechos esenciales. Esto se debe aclarar bien. Hay deberes y 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 15 derechos diversos de acuerdo a situaciones diversas. Esto es así en la misma legislación que ha generado el Congreso, hay tantísimas situaciones en que se podría hablar de discriminación, porque no se da la uniformidad de derechos. Los niños no pueden comprar ni vendar, y esto no es una discriminación. Por eso, hay una confusión en el tema; todos queremos la igualdad de derechos. Consideramos que las parejas del mismo sexo no accedan al matrimonio y a la adopción no es discriminación. Sí hay que velar por muchas formas de discriminación que pueden padecer los homosexuales. Hay discriminaciones culturales, y también a nosotros nos preocupa como pastores. El machismo en nuestra sociedad genera discriminaciones con los homosexuales, pero no sólo con ellos, sino también con las mujeres, con los mismos varones que no les gusta el fútbol. Son discriminaciones culturales, y con las cuales no estamos de acuerdo. La igualdad de derechos para todos, también para los homosexuales, debe constituirse con formas jurídicas y posibilidades que surgen del derecho común de los ciudadanos. En un documento emitido en la Santa Sede se refiere a esto, dice: “En realidad, como todos los ciudadanos, también ellos, gracias a su autonomía privada, pueden siempre recurrir al derecho común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco.” Esto lo decía el Papa cuando era cardenal. Al hablar que en este caso no hay discriminación, estamos planteando algo, no sin fundamento, porque nosotros podemos decir nuestros sacerdotes en miles de comunidades, en los barrios, en los pueblos —y nos consta y a muchos de ustedes les consta—, que obramos en nuestra pastoral sin discriminación. Estamos acompañando permanentemente situaciones que están ligadas al dolor humano, a tantísimas situaciones irregulares, de dolor, que se dan en la vida. Nosotros por eso, muchas veces hemos planteado que la Iglesia en su actitud evangelizadora y humanizadora es experta en humanidades porque tiene en cuenta el corazón humano. La gente sabe esto. Nuestra gente sabe sobre el humanismo en la acción pastoral de la Iglesia. La Iglesia que trata de amar al prójimo concreto y que a la vez no renuncia a los principios, a los ideales, a los ideales de la fe y a aquello que hace al bien común general. Yo me sorprendí de algunas de las ponencias que se hicieron en la Cámara de Diputados, porque había mucha fundamentación a partir de las experiencias afectivas. Son atendibles, y nosotros como sacerdotes queremos atender y acompañar, pero también hay que subrayar que a partir de las experiencias particulares y afectivas no se puede constituir la legislación. La legislación debe constituirse velando por el bien común. Por último, quiero decir en este lugar, en este espacio, que los niños son también portadores de derechos humanos. Debo confesar que a veces nos sentimos con mucha soledad cuando se silencian los derechos humanos de los niños por nacer. Ellos también son portadores de derechos humanos. También es un derecho humano del niño tener una figura materna y paterna; una figura femenina y masculina, por lo menos. La vida humana —todos sabemos— se da por el varón y la mujer, y el desarrollo de la vida también reclama la crianza del varón y de la mujer, aunque en vez de la madre lo críe la abuela o la tía o el abuelo o el tío, pero requiere la figura femenina y masculina. Como pastor, sacerdote y obispo pido en este espacio que tengamos una consideración especial en defensa de la crianza de nuestros niños como un derecho humano esencial. Sra. Presidenta. — Muchas gracias, monseñor Martínez, obispo de Posadas, Misiones. A continuación, tiene la palabra el monseñor Oscar Vicente Ojea. Sr. Ojea. — Gracias a usted y a ustedes por este espacio. 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 16 Uno de los desafíos más grandes que debemos afrontar en nuestra Nación, en la tarea de construir la Nación, y en el mundo globalizado es justamente la diversidad, la pluralidad. Convivir con lo plural exige aceptación de lo diverso y el aprendizaje continuo del diálogo, que es la herramienta humana que posibilita el respeto y la búsqueda del bien común. Una sociedad madura sería hoy la que puede integrar sus diferencias sin exclusiones y marginaciones. La primera característica de un diálogo auténtico es la claridad, de allí que la diferencia debe ser asumida y reconocida por cada parte y por las otras en plenitud. No se puede igualar lo diverso a través de una ley. El mundo globalizado no puede globalizar la diferencia. Una relación entre personas homosexuales es diversa, es diferente a la relación entre un varón y una mujer, dado que toda ley lleva consigo una dimensión pedagógica. Nosotros no podemos enseñar a nuestros chicos que es igual el prepararse para desplegar un proyecto de familia asumiendo una relación estable varón y mujer que convivir con una persona del mismo sexo. Son realidades humanas diferentes. No son iguales. Detrás de la ley existe siempre una visión de la vida y de la sociedad, y es a esta misma sociedad la que el legislador debe proteger legislando. Si es verdad que el matrimonio, como toda institución, en este tiempo que vivimos un cambio de época, está en crisis, pensemos cómo nos vamos a posicionar: si vamos a sostener y a defender al matrimonio y a la familia o si vamos a legislar legitimando de un modo pragmático lo que se da de hecho; si vamos a pensar con prospectiva y en el futuro o si vamos a pensar en lo inmediato. No es razonable pretender que las opciones que uno considera adecuadas para su vida personal sean, sólo por ello, normativas para toda la sociedad, negando que ésta pueda tener como modelo otra forma de sexualidad ligada a su continuidad física y espiritual. Esto es lo que sucede con la unión heterosexual estable que por su naturaleza, aunque no necesariamente en cada caso concreto, permite la fecundidad y la educación de los hijos, razón por la cual se le atribuye un estatuto jurídico propio, que llamamos matrimonio. No existen, por el contrario, exigencias del bien común que justifiquen tratar del mismo modo otros tipos de unión, sin que ello implique discriminación alguna —como decía monseñor— para las personas involucradas, ya que es función de la ley establecer límites y diferencias que no implican discriminación en un sentido peyorativo. Sr. Martínez. – Para finalizar con nuestra parte, en forma sencilla, en la conclusión del documento que la última asamblea plenaria emitió, hay una referencia que me parece interesante que hagamos hoy. Allí le pedimos, exhortamos, al pueblo de Dios, a la gente, a nuestros fieles que, al iniciar el sexenio 2010–2016 del Bicentenario de la Patria, oremos para que Dios ilumine a nuestros gobernantes y especialmente a los legisladores. Estamos pidiendo esa oración por los legisladores. Pero también para que el pueblo de Dios y, por supuesto, los legisladores no vacilemos en expresarnos en defensa y en la promoción de los grandes valores, de todos los grandes valores que forjaron nuestra nacionalidad y constituyen la esperanza de nuestra Patria. Gracias. Sra. Presidenta. – Muchas gracias al monseñor Martínez y al monseñor Ojeda, representantes de la Conferencia Episcopal Argentina. Señora senadora Escudero le quiero informar que me acaban de avisar que el Rabino Bemberg, a quien usted había propuesto, no podrá asistir De esta forma, damos por concluida la reunión de la Comisión de Legislación General. Asimismo, damos por finalizadas las reuniones en Buenos Aires. Les quiero que informar que el jueves próximo estaremos en Jujuy y el viernes en Neuquén. Por lo tanto, el día 6 de julio está convocada la Comisión para la emisión del 29/06/2010 Reunión de la Comisión de Legislación General Pág. 17 dictamen y el 14 de julio tenemos el compromiso asumido por la labor parlamentaria para su tratamiento. Muchas gracias a todos los oradores que han concurrido, a quienes han participado y a quienes me han acompañado durante este mes y medio de debate. – Son las 17 y 32.
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