LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Revolución significa cambios rápidos y profundos. Antes de la Revolución Industrial, por ejemplo, la economía era de tipo familiar y la producción, artesanal; el prestigio social provenía del linaje, es decir, de haber nacido en cuna aristocrática; los artículos de uso diario como el calzado, el vestuario o los muebles los hacía un artesano en su taller. La Primera Revolución Industrial cambió el taller por la fábrica y convirtió al artesano en obrero, con lo cual se creó una nueva clase social: el proletariado. El prestigio social del linaje se cambió por el que daba la posesión del dinero. Con esto la aristocracia perdió influencia frente a la burguesía , enriquecida por la propiedad de las fábricas y el control de la producción y del comercio. El espectacular aumento de la producción fue posible gracias a la aplicación de todos los conocimientos científicos y de las nuevas técnicas. Por ejemplo, la posibilidad de usar el vapor como energía ya había sido estudiado por Leonardo da Vinci en el Renacimiento, pero sólo ahora iba a ponerse en práctica. Aspectos generales El período histórico donde se registró un proceso de honda transformación en los métodos de producción, comunicación y transporte. El invento y desarrollo del motor a vapor reemplazó a la energía muscular proveniente del hombre y las fuerzas del agua y el viento, con lo cual el trabajo manual pasó a convertirse en mecánico. Esta revolución en el modo de hacer y producir las cosas fue producto de la maduración progresiva de muchos factores ya latentes en el Renacimiento y abarcó no sólo a la industria, sino también a la agricultura, comercio, finanzas, estructura social, educación y al campo del pensamiento vinculado al trabajo. La Primera Revolución Industrial se caracterizó por el nacimiento de la industria textil, la máquina a vapor, la invención de la locomotora, la revolución agraria y el crecimiento de la población y comprende los años 1760 a 1860. La segunda etapa de cambios se vivió a partir de 1860, época donde se registran avances en la evolución de la ciencia y la tecnología, producido por el desarrollo de las ciencias naturales. Este segundo periodo es denominado Nueva Revolución Industrial o Segunda Revolución Industrial, caracterizado por la aplicación de la tecnología a todos los aspectos de la existencia humana. Revolución Industrial Orígenes del maquinismo Los primeros síntomas de la Revolución Industrial y el nacimiento del régimen fabril (relativo a la fábrica), tiene sus orígenes en la máquina textil. El punto de partida tuvo lugar en Inglaterra, país que poseía ricos depósitos de carbón y de hierro y que podía obtener enormes cantidades de materias primas procedentes de sus muchas colonias dispersadas en el mundo. Esta nación, en el siglo XVIII se había convertido en la potencia mercantil e industrial más importante del mundo. Sus posesiones se extendían por todo el globo por lo que las flotas inglesas recorrían todos los mares y sus comerciantes traficaban en todas las latitudes. Dicha situación aumentó la demanda de muchos artículos, entre los que se contaban los tejidos de algodón y que por provenir en su mayor parte de la India, se les llamaba indianas. Debido a que la industria inglesa, basada en el simple trabajo manual de sus obreros, no alcanzaba a satisfacer las necesidades crecientes del mundo, y porque no podía competir con el bajo costo de la obra de los hindúes, los industriales de la región de Lancashire -vecina al pueblo de Liverpool- ofrecieron importantes premios a quienes lograsen crear nuevos procedimientos que fuesen más eficientes que la antigua rueca y el primitivo telar. A partir de estas ofertas surgieron las primeras máquinas para hilar, para tejer y para desmontar el algodón. La primera máquina para hilar algodón fue lograda por James Hargreaves, carpintero-tejedor de Blackburn. Durante los años 1764-1767, inventó un torno o maquinaria simple, movida a mano y por medio de la cual una mujer podía hilar, al principio seis o siete, pero después hasta ocho hilos a la vez. En la misma época, Richard Arkwright, barbero y confeccionador de pelucas de la ciudad de Preston, construyó en 1768 el "bastidor". Era una máquina hiladora movida por una rueda que era impulsada por una corriente de agua y que producía un hilo más resistente que la de Hargreaves. La tercera máquina para hilar algodón fue la de Samuel Crompton, un tejedor de Bolton. El inventor de la primera máquina para tejer algodón fue el clérigo y poeta inglés Edmund Cartwright, quien en 1784, diseñó un telar provisto de una lanzadera automática, movido por una energía proporcionada por caballos, ruedas hidráulicas o bien máquinas a vapor. Con la aparición y perfeccionamiento del hilado y el tejido del algodón aumentó la demanda de ese textil. De ahí que la creación del norteamericano Eli Whitney se estandarizó rápidamente. Whitney logró inventar la primera máquina desmotadora de algodón, es decir, una máquina que quitaba las semillas y las pelusas que naturalmente se encuentra en él. Todos estos inventos provocaron trastornos. El telar hidráulico, la hiladora mecánica y el telar mecánico se transformaron en máquinas de gran peso y de grandes dimensiones, que no cabían en casas. De esta forma, nació la necesidad de emplazarlas en amplios edificios y, a la vez, contratar obreros que las hicieran funcionar bajo la vigilancia del dueño o de un administrador. Comenzó, entonces, a desarrollarse el régimen fabril La edad del vapor La aparición de la máquina a vapor se ha considerado como el inicio de la Revolución Industrial. La aplicación de esta fuente de energía realmente transformó el sistema de trabajo imperante en el siglo XVIII. Al comenzar el siglo XIX, tanto Inglaterra como Francia y Estados Unidos comenzaron a tener un acelerado desarrollo en su industria manufacturera y el aprovechamiento de esta nueva energía pronto se utilizó en los buques y ferrocarriles. Aplicaciones De ahí que se ha estimado que pocas invenciones han gravitado tanto sobre el curso de la historia como la máquina a vapor. Los primeros intentos de aprovechamiento de vapor datan de 1698, cuando Thomas Savery construyó la primera bomba accionada por esta fuente. Luego, en 1712, Thomas Newcomen, inventó el motor de balancín; en 1769, Nicolas Cugnot desarrollo un remolque de artillería propulsado por vapor; en 1780, James Watt ideó la primera máquina a vapor de "doble acción"; 1787, John Fitch construyó el primer buque a vapor, y en 1804, Richard Trevithick hace funcionar la primera locomotora arrastrada por una caldera a vapor. En el área automovilística, en 1769, Cugnot construyó en Francia y condujo el primer vehículo movido a vapor. El barco a vapor: El primer modelo se denominó "Clermont", construido por el ingeniero estadounidense Robert Fulton. Dicha embarcación hizo por primera vez un servicio regular de pasajeros en 1807, en el río Hudson, entre las ciudades de Nueva York y Albany, a razón de 8,5 kilómetros por hora. El modelo pesaba 150 toneladas y estaba equipado con una máquina a vapor y un rueda de pala. A partir de este barco, la navegación a vapor hizo rápidos avances en Estados Unidos y Europa, y en 1819, el "Savannah" cruzó el Atlántico. Paralelamente, se vio un auge en la construcción de canales, entre los cuales destacaron el Suez en 1869 y el de Panamá, puesto en servicio en 1914. El primer submarino: El mismo creador del barco a vapor, Robert Fulton, fue quien ideó los planos, que presentó a un directorio francés, de un buque sumergible llamado Nautilus. En 1801 se realizaron las primera pruebas de submarino primitivo quedando el artefacto bajo el agua casi una hora. Ferrocarril: Aunque la primera locomotora utilizable fue originada por Richard Trevithick en el 1801, el primer ferrocarril verdadero fue construido por George Stephenson, en 1814 (en la imagen, la locomotora Rocket construida por Stephenson). Su creación arrastró, sin dificultad, algunos vagones de carbón, y en sólo unos años, en 1825, corrió el primer tren de carga y de pasajeros a una velocidad de 24 kilómetros. A nuestro país, el primer prototipo de ferrocarril llega recién en 1851, fecha en que se inaugura el primer ferrocarril de Chile y del hemisferio sur que tuvo su recorrido entre Copiapó y Caldera. Imprenta a vapor: En 1814, el Times, diario londinense, instaló la primera imprenta de vapor, que le permitió cumplir en dos horas el trabajo que antes exigía un día. Hasta la aparición de estos inventos, las únicas máquinas existentes eran accionadas por el viento, el agua y los músculos de hombres y animales. El maquinismo se desarrolló, primeramente, en Inglaterra hasta la caída de Napoleón en 1815, pues a partir de esa fecha y en el transcurso de los siglos XIX y XX, las máquinas fueron invadiendo los demás países de Europa y del mundo. Desde fines de la pasada centuria, la revolución maquinista tuvo, como fundamental escenario, a los Estados Unidos, donde se realizaron los más trascendentales adelantos de carácter mecánico. Se inventaron nuevos medios de comunicación y de transporte. Se crearon artefactos de uso doméstico que modificaron las condiciones de vida diaria. Por último, se perfeccionaron las máquinas a vapor y se inventaron los motores eléctricos y de explosión. La revolución agraria Mucho antes de que el ruido de la máquinas estremeciera la tranquila vida de los europeos, en los campos de Inglaterra, y más tarde en los de Francia, se desarrollaba un importante proceso agrario. Los predios comenzaron a cercarse, se vieron las ventajas de la rotación de la tierra, se mejoraron las empastadas y la crianza del ganado se perfeccionó. En los años iniciales del siglo XVII se inició el empleo de nuevos métodos y técnicas que permitieron intensificar el cultivo y aumentar la productividad. A la vez, el transporte adquirió mayor importancia y las comunicaciones abrieron otros mercados a los productos agrícolas. Algunos inventos Hasta avanzada la Edad Media, el arado era lo más sobresaliente que se había inventado para trabajar la tierra. A comienzos de 1700, el agricultor inglés Jetro Tull creó una máquina sembradora que distribuía la semilla en forma regular por hileras y luego la cubría de tierra, sistema que permitió apurar las siembras y reducir la cantidad de granos que había que sembrar. Pero las mejoras técnicas no fueron tan espectaculares. La agricultura ofrecía poca oportunidad para la especialización, y el empleo intensivo de la maquinaria en el campo llegó tan sólo en el siglo XX. Alrededor del 1780, nuevos tipos de arados se introdujeron al mercado, y un constructor de molinos de Escocia inventó una trilladora más eficiente. El aumento de la producción de hierro ayudó a sustituir la madera por el metal en la confección del arado y, en 1803, un arado de acero se puso a la venta en el mercado inglés. A fines de 1770, un ganadero inglés logró producir ganado vacuno que daba mayor cantidad de carne, caballar con más fuerza y lanar de mayor tamaño y peso. Se introdujeron nuevas variedades de pastos y abonos. El inglés Charles Townshend descubrió que había ciertas plantas, como el trébol y los nabos, que enriquecían el suelo y evitaban que éste perdiera fertilidad. Haciendo una rotación adecuada de los cultivos, se podía aprovechar la tierra todos los años, sin tener que dejar buena parte en barbecho o descansando(en la imagen, la evolución del arado). Gracias a esta revolución agraria se pudo alimentar a una masa humana cada vez más creciente, que empezó a concentrarse en los centros urbanos, industriales y mineros. Crece la población A la par con los procesos de industrialización, expansión del comercio y mejoramiento de los sistemas agrarios, en casi toda Europa explotó la llamada revolución demográfica o aumento masivo de la población, que pasó a ser uno de los fenómenos más interesantes de la historia contemporánea. En Inglaterra, el número de habitantes se elevó de cuatro millones con que contaba en 1600, a seis millones en 1700; a fines del siglo XVIII alcanzó nueve millones. La población francesa subió de 17 millones a 26 millones entre 1700 y 1800. Un clérigo inglés, Thomas Malthus, que dedicó gran parte de su tiempo a estudiar este fenómeno, llegó a la conclusión, en 1798, que la población aumentaba en progresión geométrica (1,2,4,8,16, 32...), mientras que la producción de los medios de subsistencia sólo crecía en progresión aritmética (1,2,3,4,5...) Como Malthus pensó que esta ley era inalterable, el futuro de la Humanidad estaría señalado por el hambre y la miseria. Las causas Los historiadores consideran que esta explosión demográfica no fue el resultado de un cambio sustancial en la tasa de natalidad (índice de nacimientos). Entre 1740 y 1830, la tasa de natalidad varió muy poco. Fue un descenso de la mortalidad lo que hizo que se incrementara la población. Muchas influencias actuaban en ese entonces para reducir este índice. Al introducirse el cultivo de tubérculos, se pudo alimentar mayor cantidad de ganado durante los meses de invierno y así se pudo surtir a la gente de carne fresca durante todo el año. La sustitución de algunos cereales inferiores por el trigo, y el aumento en el consumo de legumbres, aumentó la resistencia contra las enfermedades. Niveles más altos de limpieza personal, aunados a más jabón y ropa interior de algodón más barata, disminuyeron los peligros de infección. El uso de ladrillos, pizarra y piedra como materiales de construcción, en lugar de paja y madera de chozas y casas de campo, redujo el número de epidemias. Las ciudades más importantes, que comenzaban a recibir grandes cantidades de campesinos atraídos por la mecanización de algunas actividades, vieron sus calles pavimentadas, fueron dotadas de alcantarillado y de agua; se desarrolló la medicina, aumentaron los hospitales y se puso más atención a la destrucción de basuras y al adecuado entierro de difuntos. Revolución o Nueva Revolución Industrial Avance científico y tecnológico Los progresos industriales, que se iniciaron en Inglaterra en el siglo XVIII para luego propagarse por todo el mundo, han continuado sin interrupción hasta nuestros días. Pero, a partir de 1860, se observa un nuevo avance en la evolución de la ciencia y la tecnología, producido por el desarrollo de las ciencias de la naturaleza. A este periodo se le conoce con el nombre de Nueva Revolución Industrial o Segunda Revolución Industrial, caracterizado por la aplicación de la tecnología a todos los aspectos de la existencia humana. Avance científico y tecnológico La Segunda Revolución fue precedida por tres acontecimientos de enorme trascendencia: el proceso Bessemer para producir acero, inventado en 1856; el perfeccionamiento de la dínamo, más o menos en 1873, y la invención del motor de combustión interna, en 1876. Características de la II Revolución Entre las características de este período se pueden citar 6 grandes etapas: 1. El acero reemplazo al hierro Los métodos para fabricar el acero se conocen desde hace siglos, pero las técnicas eran muy lentas y llenas de dificultades por lo que el producto resultaba caro. Henry Bessemer, en 1856, inventó un procedimiento para producir acero: descubrió que si entraba un poco de aire a un alto horno con hierro candente, se eliminaba hasta el último vestigio de carbón y el hierro se transformaba en acero. Con este descubrimiento, a partir de 1878 se pudo explotar una vasta escala de hierro de las minas de Inglaterra, Lorena, Bélgica y los Estados Unidos. 2. La electricidad y el transporte a petróleo La electricidad comenzó a competir con el vapor a fines del siglo XIX, al inventarse la dínamo, máquina que permitió transformar el movimiento mecánico en corriente eléctrica, y ésta en movimiento. Así surgieron, en 1879, el tranvía eléctrico y en 1895 la locomotora eléctrica. El uso de la electricidad revolucionó los medios de transporte; también los de comunicación gracias al telégrafo y al teléfono (en la fotografía, uno de los primeros modelos). En 1879, Thomas Alva Edison desarrolló el más revolucionario de todos los inventos, la ampolleta eléctrica, que rápidamente desplazó a las demás fuentes de luz. Otro de los grandes creaciones fue la aparición del cinematógrafo. El segundo cambio revolucionario consistió en la utilización de los derivados del petróleo. En un comienzo, éste era considerado una curiosidad. Conocido con el nombre de aceite de la India o aceite de Séneca, se vendía en Estados Unidos por sus propiedades medicinales. Era muy escaso hasta que, en 1859, Edwin Drake perforó el primer pozo cerca de Titusville, en Pennsylvania, solucionando el problema del abastecimiento. En 1876, Nikolaus Otto inventó el primer motor de combustión interna, punto de partida de la era motorizada. Años después se sustituyó el gas natural por la gasolina y Karl Benz equipó los motores de combustión interna con una chispa eléctrica que encendía el combustible. Siguiendo con estas invenciones, Rudolf Diesel creó el motor a petróleo, que se aplicó en las locomotoras y en el transporte marítimo y terrestre. 3. Producción en serie Todo este adelanto tecnológico provocó una serie de cambios en la industria y trajo aparejado el trabajo especializado. La maquinaria automática estimuló la producción en serie y el volumen de mercaderías industrializadas se multiplicó con el uso de la banda transportadora. La producción en serie hizo posible que se fabricara un número indefinido de ejemplares de un mismo artículo en forma ininterrumpida, y que la producción se regulara no de acuerdo con la demanda, sino a lo que era capaz de hacer la máquina automática. A la vez, la fabricación en masa exigió de los obreros un trabajo especializado, en que el individuo se dedica todo el día a una tarea simple, y monótona, que lo automatiza y convierte en un servidor de la maquinaria. 4. La ciencia al servicio de la industria La invención de estas intrincadas maquinarias no sólo trajo cambios en los métodos de producción, sino que hizo que los sabios y laboratorios de las grandes universidades prestaran su colaboración a la industria. Los más importantes descubrimientos salieron de los centros científicos y se pusieron a disposición de la industria. En 1856, William Henry Perkin fabricó la primera anilina que marcó el comienzo de la era de la química sintética. De esta tintura se derivan la aspirina, sacarina y el ácido fénico. Con el correr de los años se idearon nuevos procedimientos para obtener papel de pulpa de madera, y para producir seda artificial con las fibras de madera. 5. Auge de los transportes Lo más importante de la II Revolución Industrial fue, sin duda, el vuelco que experimentaron los transportes y las comunicaciones. A partir de 1860 se ve un auge en la construcción de los ferrocarriles. Los nuevos avances, como el freno automático, la instalación de coches dormitorios y comedores y la señalización automática, contribuyeron a que el ferrocarril llegara a ser el primer y más importante medio de transporte. Con anterioridad a 1860, las locomotoras no desplegaban gran velocidad, por lo que el recorrido de largas distancias era tedioso y cansador. Sin embargo, con la utilización de las locomotoras Diesel, la velocidad llegó a más de 100 kilómetros por hora y el desplazamiento de una ciudad a otra o de un país a otro se convirtió en períodos de atractivo descanso. El automóvil Aunque no se sabe a ciencia cierta quién fue el inventor del automóvil, se ha podido determinar que Gottlieb Daimler y Charles Federic Benz idearon coches de gasolina alrededor de 1880 y que, más tarde, el francés Levassor fue el primero que aplicó a un automóvil el principio de combustión interna. Paralelamente, Henry Ford fue quien impulsó la fabricación masiva del auto y quien se propuso ponerlo al alcance de personas de más bajos recursos económicos. Con anterioridad, este medio de transporte era considerado solamente como un "juguete para ricos". El avión A pesar de que el hombre, desde hace miles de año trató de elevarse al igual que los pájaros, esta idea sólo se concretó en 1890. Más o menos en esa época, Otto Lilienthal, Samuel Langley y otros comenzaron a hacer experimentos con máquinas más pesadas que el aire. La obra de Langley la llevaron adelante los hermanos Orville y Wilbur Wright (en la fotografía, el avión que pilotó Orville Wright), quienes, en 1903, realizaron el primer vuelo en un avión impulsado por un motor. En 1910, Luis Bleriot cruzó el Canal de la Mancha en un monoplano inventado por él y en 1911 otro francés, apellidado Prier, voló sin etapas entre París y Londres. Alberto Santos Dumont, de nacionalidad brasileña, es considerado el pionero en la construcción y vuelo de naves aéreas con motor a gasolina. Nuevos inventos Entre las creaciones que destacan de la II Revolución Industrial está el teléfono, aparato inventado por Antonio Meucci, quien lo patentó en 1871, aunque el mérito de la divulgación del teléfono se atribuye al norteamericano Alexander Graham Bell. Además, la telegrafía sin hilos fue otro de los instrumentos que significó un notable desarrollo en las comunicaciones. Fue inventado por Guillermo Marconi a partir de los experimentos de Heinrich Hertz y de otros, relacionados con la transmisión de ondas electromagnéticas a través del aire. El telégrafo, a su vez, allanó el camino de la radiotelefonía y de la televisión. Esta última fue inventada por John Logie Baird en 1926. Otro de los productos que nacieron en esta época fue la fotografía, creada en 1833 por Daguerre. En tanto, la máquina de coser es atribuida al mecánico estadounidense Elías Howe, en 1845. Inventos como el fonógrafo, cuyo primer ejemplar funcionó en 1878, corresponden a una de las mil y más invenciones que registró durante años Edison. Finalmente, la refrigeración fue obra del ingeniero francés Charles Albert Tellier, quien en 1876 construyó una máquina que producía frío por compresión. Este fue el origen de la cámara frigorífica, que en nuestro siglo comenzó a fabricarse también para el uso familiar. 6. El capitalismo financiero Junto con la aparición de la cadena de inventos mencionados, en el último tercio del siglo XIX surge un nuevo periodo, catalogado como capitalismo financiero. Este tuvo sus comienzos en Estados Unidos y luego se extendió a Inglaterra, Francia y Alemania. Las grandes empresas industriales y comerciales representan la etapa financiera de la evolución del capitalismo contemporáneo, cuyos rasgos más característicos son: Control de la industria por las inversiones bancarias Formación de inmensos capitales Separación entre la propiedad y la administración, a través de las sociedades por acciones El capitalismo se adaptó, así a las nuevas condiciones que aparecían a medida que el progreso tecnológico avanzaba a un ritmo cada vez mayor. Se apreciaron cambios en la agricultura, con el uso de los abonos y el empleo de la maquinaria especializada para el cultivo de la tierra. Por sus elevados costos, éstos obligaron a los agricultores a recurrir al crédito bancario. Los propietarios medianos y pequeños debieron formar cooperativas para poder comprar los elementos necesarios para el cultivo y para vender los productos de la tierra. El comercio también aprovechó los cambios en los medios de transporte, los que distribuían en gran escala la producción industrial y agrícola. Se formaron los grandes almacenes, que ofrecían al público una enorme variedad de mercaderías. La propaganda se encargó de fomentar el consumo masivo de los diferentes productos. Las relaciones comerciales se extendieron por todos los países y continentes y el mundo se convirtió en un gran mercado. Los países europeos abolieron las aduanas proteccionistas y se estableció el libre comercio, el que se practicó durante 20 años hasta que, a fines del siglo XIX, una crisis económica provocada por la baja del precio del trigo, obligó a los países continentales europeos a restablecer el proteccionismo aduanero. Sólo Gran Bretaña se mantuvo ajena a esta medida y fiel a su tradición librecambista. Resultados y Consecuencias de la Revolución Hasta comienzos del siglo XIX Europa era un continente agrícola, no preparado para afrontar una rápida industrialización, ni para enfrentarse a sus consecuencias negativas. Fábricas insalubres e inseguras, exceso de horas de trabajo, niños obreros, explotación de la mujer, bajos salarios, viviendas miserables, cesantía, condiciones en que se desarrolló en sus comienzos la nueva Era, fueron considerados los "Siete Pecados Capitales de la Revolución Industrial". Las ciudades crecieron desordenamente a fin de dar cabida a la gente que emigraba de los campos y se instalaba allí para trabajar en las fábricas. La mayor parte de las calles no tenían pavimento, y la luz, el agua y los alimentos eran escasos. Las viviendas se amontonaban en estrechos y malolientes callejones, y cada barrio era un basural. No fue extraño, entonces, que bajo tan tristes condiciones la tuberculosis y las epidemias hicieran estragos en barrios populares. Hombres, mujeres y niños trabajaban de 12 a 15 horas cada día, en locales insalubres y con escaso salario. Algunas fábricas empleaban niños huérfanos, menores de 14 años. Respecto del cambio producido, no todos tienen la misma opinión. Para unos permitió un gran crecimiento económico y terminó con muchas de las calamidades que afligían antes a la humanidad, como las hambrunas masivas. Para otros, condujo crecientemente a una desigualdad social, formando una sociedad de pocos ricos y muchos pobres. Lo indiscutible es que la Revolución Industrial pareció probar a los europeos lo propuesto por la revolución científica: que los seres humanos eran capaces de dominar la naturaleza para crear nuevos niveles de prosperidad inimaginados siglos antes. Junto a ello se produjo una serie de cambios profundos : La población se trasladó masivamente a vivir en las ciudades para trabajar en las industrias. La sociedad se dividió en clases sociales y no en estamentos, es decir, la posición que cada persona ocupaba no dependía del nacimiento, sino de la posesión de riquezas. Se produjeron importantes cambios en los niveles de vida de la población. La burguesía aumentó fuertemente su riqueza y los trabajadores industriales, también terminaron por beneficiarse. Ello se reflejó en mejoras en los niveles de alimentación, de higiene, de salud, en la desaparición de las hambrunas masivas, etc. Muy relacionado con lo anterior, la población creció notablemente y esto se debió especialmente a la disminución de los niveles de mortalidad, sobre todo infantil. Por último, aumentaron las diferencias en el desarrollo económico entre países industrializados (principalmente Europa y Estados Unidos) y el resto de los países que no habían logrado industrializarse. El impacto de la Revolución Industrial en Chile La Revolución Industrial que se estaba llevando a cabo en Europa tuvo importantes consecuencias para nuestro país. Como se ha visto, el viejo continente experimentó un fuerte crecimiento poblacional que llevó a requerir más alimentos, surgiendo así la necesidad de importar un gran porcentaje de ellos. También se requirieron materias primas para sus procesos industriales e importar salitre para utilizarlo como fertilizante agrícola. A todas estas necesidades respondió Chile, que de este modo estimuló fuertemente su economía, gracias a la presencia de mercados consumidores. La posibilidad de exportar alimento impulsó a que se ocuparan nuevas regiones, como La Araucanía, para producir trigo; se construyeron canales de regadío; se importaron máquinas a vapor y herramientas nuevas; se favoreció la construcción del ferrocarril para transportar los productos. De este modo, la actividad agrícola se modernizó en forma importante para responder a los requerimientos. La necesidad de materias primas condujo a que la producción minera nacional aumentara notablemente. El cobre se transformó en uno de los rubros más importantes de la exportación. Chile se convirtió en el primer productor mundial de cobre y los impuestos pagados por este metal aportaron a veces la mitad del presupuesto total del país. La producción cuprífera también estimuló otras áreas de la economía. Se construyeron fundiciones para procesar el metal; puertos para embarcarlo; se compraron barcos para para transportarlo y la producción de carbón se vio favorecida, ya que se necesitaba para el proceso productivo del metal rojo. La necesidad de salitre llevó a los empresarios chilenos a invertir en la minería del salitre boliviano y peruano, que pasó a ser chileno después de la guerra del Pacífico. Como nuestro país se hizo dueño del monopolio mundial del salitre (Chile era el único país que lo poseía), el oro blanco, como fue llamado, se transformó en el rubro más importante de las exportaciones chilenas y prácticamente mantuvo al país durante la última parte del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. En definitiva, el proceso de industrialización, si bien no tuvo desarrollo en Chile durante el siglo XIX , influyó directamente sobre nuestra economía y fue factor esencial en la expansión económica que Chile experimentó durante ese período. Así por ejemplo la marina mercante chilena marcó un hito en el ámbito de las exportaciones con su poderosa flota de vapores.