PARQUE DE LA CIUDADELA Fue en su origen un presidio-fortaleza, construida por el Rey Felipe V. Con ello quiso castigar a la ciudad por su resistencia, durante más de un año, a los reiterados ataques de sus tropas. Restos de la fortaleza en el parque (actualidad) La Ciudadela ha sido tradicionalmente el parque de Barcelona, levantado sobre el terreno de la gran fortaleza militar. Dentro de él está el Zoológico, el Museo de Arte Moderno, el edificio del Parlamento de Cataluña, el Museo de Zoología, el Museo de Geología y un Instituto de Enseñanza Media. Después del incendio del convento de San José de Barcelona ( 25 de Julio de 1835 ) los religiosos dispersos o en grupo, fueron conducidos por la fuerza pública al castillo de Montjuich o a la fortaleza de La Ciudadela, entonces edificios militares, que sirvieron de presidio. Fr. Juan Hortet Fans, de Santa María Magdalena (compañero de Francisco Palau y preso con él) relata cómo fue el traslado y estancia de los religiosos a la fortaleza de La Ciudadela. Nos dice que el desfile fue llamativo y un tanto grotesco de las tropas conduciendo a los religiosos por las calles de Barcelona duró varios días, pues no todos coincidieron en el ingreso en los fuertes. El día 26 de julio, el siguiente a la trágica noche, comenzaron a ser conducidos. Unos vestían hábito, otros parte de él, algunos sólo prendas interiores y hasta los había heridos y ensangrentados de la noche anterior. En el expediente correspondiente a ese día se incluye una lista de los religiosos ingresados, entre los cuales no se halla Francisco Palau, que conocemos había sido protegido caritativamente por una de las familias vecinas. Francisco Palau no podía permanecer mucho tiempo escondido. El 28 de Julio, el gobernador civil de Barcelona decretó la formación de comisiones municipales para encargarse de los conventos y sus bienes. Tal vez esta medida definitiva decidió a Francisco a salir de su escondrijo y reunirse con sus hermanos encarcelados en La Ciudadela. No ha sido posible averiguar por documento original el día exacto en que entró por vez primera en la fortaleza. El biógrafo P. Alejo de la V. Del Carmen afirma: " dos días permanecieron en la casa donde se refugiaron". Esta es, por otra parte, la opinión de otro de los biógrafos P. Gregario de Jesús Crucificado: "dos días debió permanecer oculto el hermano Francisco en aquella casa". Concluimos que el 28 de Julio ya se había reunido con sus hnos de religión. El 1 de agosto de 1835, junto con otros tres carmelitas descalzos, dirigió una solicitud al ayuntamiento de Barcelona en demanda de un decoroso traje seglar para poder salir, caso de que se hicieran efectivos los rumores de que el gobierno iba a expedir pasaporte a los recluidos. El ayuntamiento se hizo cargo, en general, de las demandas de los religiosos, pues el elevado número y las condiciones bárbaras en que estaban viviendo esos días hacia insoportable su permanencia en los fuertes, transformándose en una carga para el mismo gobierno. Una comisión de la Autoridad se trasladó al fuerte y extendió pasaportes a cada religioso para el punto que pedía, así de España como del extranjero. Entre el 8 y el 13 de Agosto se sitúa la salida de Francisco Palau, a quien fue concedido pasaporte para Lérida. A partir de este momento comenzará a vivir exclaustrado pero con fidelidad creativa a su condición de carmelita descalzo que nunca perderá. El día 2 de abril correspondiente al Sábado Santo del año 1836 fue ordenado Sacerdote en la Catedral de Barbastro por el Obispo Jaime Fort y Puig. El P. Francisco Palau fue encarcelado nuevamente el 28 de Octubre de 1870, no está claro si en esta fortaleza, junto con sus colaboradores y residentes, acusado de practicar ilícitamente la medicina. A primera hora de la tarde, se presentaron en los locales de "Els Penitents" tres coches escoltados por la Guardia Civil a caballo, y se llevaron presos a todos, en número de treinta y nueve, veintidós mujeres y diecisiete hombres. Entre ellos una niña de cuatro años, quien montó encantada, creyendo que se trataba de un paseo. La escena resulta durísima. Entre los detenidos había enfermos de considerable riesgo, uno tuvo que ser sacado en un colchón. Parece increíble que se procediera con tan poca delicadeza y tanta brutalidad, sobre todo tratándose de prisión preventiva y sin formación de causa, el mismo Código Penal ordenaba la máxima moderación. Era todo un espectáculo, las gentes salían a su paso curiosas e intrigadas. Tres carretas escoltadas por numerosos guardias a caballo y tal cantidad de mujeres y hombres detenidos, era verdaderamente para llamar la atención. Sin duda que muchos como da a entender Francisco Palau, creyeron que se trataba de alguna redada cogida en los bajos fondos de la ciudad. Para colmo de ignominia, les hicieron atravesar toda la ciudad y su paso por las Ramblas coincidió con la hora del paseo. Francisco Palau (un Sacerdote tan conocido) se vio convertido en blanco de las burlas de Barcelona entera. Llegados a la cárcel, el P. Palau animaba a todos; pronto aquellos calabozos se llenaron de voces con la plegaria del Ave María. El P.Palau con voz vibrante lanzó el canto del Magnificat, que algunos siguieron. El primero de Noviembre, en cumplimiento de lo prescrito en la ley, se leyó auto de prisión contra el P. Francisco, sus hermanos Juan, Rosa y Gabriel Brunet. Todos los demás detenidos fueron puestos en libertad. (Ct. 147 A Magdalena Calafell: Graus Barcelona, desde las cárceles públicas, 3 Noviembre de 1870). Por otra carta escrita a Magdalena Calafell y a las Hnas de Graus, sabemos que el 23 de Diciembre de 1870 ya se encontraban en Santa Cruz de Vallcarca. La Ciudadela, como el Castillo de Motjuich, ha simbolizado a lo largo de su historia la represión de las libertades cívicas de Barcelona. Durante la ocupación napoleónica (1808 -1814) tuvo lugar en ella la ejecución de patriotas locales. No es de extrañar que en el Siglo XIX, cuando el renacer del nacionalismo catalán, comenzara una campaña que exigiera la abolición de la jurisdicción militar sobre esta zona y la supresión de la fortaleza. Fue un hecho, que después de la revolución liberal, y su emplazamiento fue convertido en parque público e inaugurado para la Exposición Universal de 1888.