LA HEGEMONÍA ESPAÑOLA. La hegemonía española no es un periodo histórico, sino una construcción historiográfica que podría abarcar desde 1492-1495 (descubrimiento de América, guerras de Italia y conquista de Nápoles) con los RR.CC. == Final del reinado de Felipe II en 1598 (Paz de Vervins en que Francia reconoce la supremacía de España en Europa, aunque Inglaterra y Holanda no reconocen esta hegemonía). Hay otras interpretaciones cronológicas, pero ninguna integra todos los componentes – políticos, militares, culturales, económicos, religiosos, etc -. La hegemonía española fue una hegemonía europea sin paz, fue una hegemonía bélica. No hubo una pax hispana como hubiera en su época una pax romana. Las posibles causas, la naturaleza, los fines del “poder español”, pudieron ser varios: o Afanes de prestigio internacional. o Apetencias de expansión territorial (Navarra, Portugal, plazas africanas, territorios italianos, colonias), etc – o Defensa de la cristiandad y unidad de la fe. (Esta última motivación defendida por Menéndez Pelayo. De este tipo de pensamiento nace también la idea de la difusión del cristianismo inspiraría la conquista de América y la evangelización de sus gentes). Los fundamentos del poder. No es posible explicar la hegemonía española en términos demográficos y económicos. Tampoco puede serlo usando las guerras comerciales contra los enemigos. Sí que es cierto que tuvo una cierta ventaja en los recursos financieros, sobre todo con los dineros provenientes de los dominios coloniales, dado que los demás países no pudieron soportar el desgaste económico que supusieron las guerras. España en este sentido pudo recurrir al crédito gracias al respaldo que representaron los metales preciosos llegados de América. También hay que tener en cuenta la formación de una burocracia instruida y competente, capaz de tejer alianzas y mantener pactos de intereses entre las clases dirigentes de los distintos reinos y territorios de la monarquía. En este sentido, una máquina administrativa rápida y eficaz fue tan importante como la superioridad militar de los tercios. El objetivo principal de la pugna en el siglo XVI fue Italia, disputada por los Valois franceses, los Habsburgo del imperio y los Trastámara de Castilla-Aragón, las tres dinastías emergentes más poderosas del continente. Al mismo tiempo surge un nuevo concepto de guerra que no surge de los códigos morales cristianos – guerra justa -, pero que va evolucionando basado en los principios del nacionalismo y de la voluntad popular y que deriva hacia conceptos nuevos como los de soberanía nacional y fronteras nuevas. No existe una guerra justa, tampoco el concepto “si quieres paz, prepara la guerra”. En realidad, las nuevas teorías sobre la guerra hablaban de que la guerra es la primera razón de Estado y que las monarquías sólo pueden conservarse por la defensa y acrecentarse por la agresión La guerra – ofensiva o defensiva – resultaría ser un elemento consustancial del mapa político en la Europa del Quinientos. Aunque en realidad, la guerra más que nacional, resultaría ser un instrumento más al servicio de los intereses de las dinastías. Largo rosario de guerras a lo largo de todo el siglo y la mayoría guerras de agresión: 1495-1498. Guerras contra Francia, algunas en suelo italiano. 1492-1587. Guerras contra los musulmanes – nazaríes, otomanos, magrebíes y moriscos -. 1544-1548. Implicación en las guerras del imperio. 1566-1598. Conflictos de Flandes. 1577-1595. Guerras contra Inglaterra. 1580-1583. Conquista de Portugal. 1492-1570. Guerras de conquista colonial. Guerra secundaria contra piratas y filibusteros ingleses, holandeses y franceses. Difícil encontrar un solo año de paz. Los españoles sostuvieron guerras, ofensivas y defensivas, con ingleses, franceses, alemanes, holandeses, italianos, portugueses, otomanos, magrebíes, moriscos e indios americanos. En los diversos conflictos en los que se vio involucrada la monarquía hispánica no hay una estrategia global que permita dar coherencia al belicismo hispánico del siglo XVI. Entre los objetivos, estaban: - - - Los heredados de la tradición medieval hispánica (lucha contra el musulmán, el fortalecimiento de la frontera sur africana, etc. -. Los surgidos a consecuencia del papel emergente de la monarquía hispánica tras la unión de las dos coronas bajo los RR.CC. – pugna con Francia por los condados pirenaicos y territorios italianos del sur -. Intereses definidos por las aspiraciones de supremacía europea de la dinastía de los Habsburgo y del imperio de Carlos V (norte de Italia, las disputas con Francia por la frontera noreste limítrofe a sus dominios borgoñones y flamencos, el peligro otomano o las disensiones con los principados alemanes. Rivalidad con Inglaterra bajo Felipe II por motivaciones estratégicas del imperio colonial y la guerra contra Holanda. Análisis a partir de los ámbitos de dominio: 1) El Mediterráneo. 2) Europa continental y atlántica. 3) El mundo colonial. 1. El Mediterráneo. Italia y el mundo islámico. Ambas cuestiones están relacionadas con la trayectoria medieval de los reinos hispánicos por la presencia catalanoaragonesa en Sicilia y el interés compartido por las Coronas de Castilla y Aragón en asegurar la frontera sur norteafricana y la navegación por las costas del Mediterráneo occidental. Italia se había convertido desde el siglo XV en el epicentro de la política de Europa y durante el reinado de los RR.CC. fue el eje de la política internacional de los Trastámara, auspiciada por Fernando que siguió la línea de sus antepasados, línea que siguió Castilla sin reservas apoyando militar y económicamente las “guerras de Italia”, pese a que ello llevaría a enfrentarse con Francia, tradicional aliado castellano, y al fortalecimiento de la alianza con el imperio, con el que los reinos hispanos no habían tenido ninguna vinculación. En los momentos finales del siglo XV y durante el siglo XVI confluyen en la península italiana los proyectos de dominio de tres dinastías: o o o Valois que intentan dominar Italia de norte a sur. Habsburgo que intentan seguir manteniendo el dominio del norte italiano. Trastámara que aspiran a incorporar a sus dominios el reino de Nápoles. Con Carlos I, los intereses de Habsburgo y Trastámara se unifican y convierten a Francia (los Valois) en sus más directos rivales. Antecedentes del enfrentamiento de Carlos VIII con Fernando el Católico. Carlos VIII derrota por la recuperación del reino de Nápoles. Reinado de Luis XII. Esta vez invade Italia contando con el apoyo de Venecia y del ducado de Milán. II Guerra de Italia. III Guerra de Italia. Pero el ascenso de Carlos de Habsburgo en 1517 va a cambiar la trayectoria expansiva de Aragón en la Italia del sur. A la tradicional apetencia de los catalano-aragoneses por el sur italiano, se superponen las apetencias del imperio por el control del norte de Italia. Ahora a la pugna Valois – Trastámara, se transforma en la lucha Valois – Habsburgo. Territorios en disputa: Borgoña y ducado de Milán. Por otro lado, Francia se veía asfixiada por el cerco al que le tenía sometida la dinastía germánica, cerco que ponía en peligro el objetivo de conseguir las fronteras naturales de nación unitaria a las que el reino de Francia no estaba dispuesta a renunciar. De esa manera, Carlos tenía un doble motivo de enfrentamiento con Francia lo cual hacía muy difícil llegar a acuerdos y pactos con la potencia vecina. Etapa de guerra en Italia: 1519-1559. 1515. Francisco I atraviesa los Alpes y derrota a los suizos en Marignano que habían ocupado Milán. El tratado de paz implica prácticamente la total autonomía de Francia para controlar a la Iglesia gala y una firma de paz perpetua por la que los suizos no se pondrían nunca al servicio de una potencia extranjera para atacar a Francia (compromiso cumplido hasta 1792). Marignano parecía el clímax del poderío francés en la península italiana. Esto lleva a una nueva guerra en la que los franceses y los mercenarios suizos fueron derrotados en la batalla de Bicoca y en una serie de batallas más. Milán vuelve a manos de los Sforza, aliados del emperador. Tres años más tarde Francisco I es derrotado de nuevo en la batalla de Pavía. Tratado de Madrid (1526): Francia renuncia al Artois y Flandes y promete devolver Borgoña. Renuncia para siempre al reino de Nápoles en favor de España. Francia aceptó el protectorado español sobre el Milanesado. Pero algunos dirigentes europeos llegan a recelar del poder de Carlos ya que consideran que puede alcanzar su objetivo de monarchia universalis Forman la Liga de Cognac (Francisco I, Clemente VII, Venecia, Florencia y los Sforza milaneses) Reacción de Carlos (Saqueo de Roma por el ejército imperial en 1527). Pérdida de la justificación de idea de la defensa de la cristiandad por el imperio carolino. o o o o A partir de entonces la política imperial para Italia se aleja de los intereses hispánicos cuando se engloba a la Toscana, la Saboya y Génova en la órbita del imperio. Es, sobre todo, importante la inclusión de Génova entre los aliados del emperador. Razones: Le quita un importante aliado a Francia. Se refuerza con un importante político y financiero. Se hace con los servicios de Andrea Doria. Pero le resta poder e influencia a Barcelona como puerto comercial. 1535. Nuevo conflicto con Francia cuando muere el duque Sforza y Francisco I reclama de nuevo la posesión del ducado e invade la Saboya, aliada del emperador. Derrota francesa, Milán queda bajo el control del imperio, asunto ratificado por el Tratado de Niza (1538). Entre 1534 y 1544, el Milanesado se convertirá en el centro de la política imperial, sólo que ahora será Castilla la interesada en el mantenimiento del dominio del ducado como forma de proteger al sur de Italia de las penetraciones de los franceses desde el norte. Frase de Diego Hurtado de Mendoza a Carlos I: “desde que el mundo es mundo no hay más derecho de soberanía que éste: el derecho de las armas. Pero si os remuerde la conciencia, también deberéis renunciar a España. Pues la única diferencia entre las posesiones radica únicamente en que unas son más antiguas y otras más recientes”. 1542. Carlos inviste a su hijo Felipe en el ducado de Milán. Alarma europea Francisco retoma las armas y, además, ahora se alía a los otomanos, situación inédita en la historia europea ya que los reinos cristianos habían mantenido siempre alejados de sus planes y alianzas a los pueblos del islam. Ante las resistencias, Carlos piensa en casar a su hija con el duque de Orleáns, al que entregaría los Países Bajos, o bien ceder Milán al duque si accedía a casar con su sobrina Ana de Austria, hija de su hermano Fernando. Pero al hacer la consulta las instituciones de España, en concreto al Consejo Real de Castilla, los consejeros, dirigidos por el duque de Alba, se acogieron a los intereses catalanoaragoneses: mantener el control de Italia y del Mediterráneo occidental lo que era más importante que los intereses del imperio y que los intereses de los territorios patrimoniales de los Habsburgo – Países Bajos – para los reinos de España. 1544. Paz de Crépy Fin de las aventuras francesas por Italia, sobre todo debido a las amenazas de una guerra civil por motivos religiosos. Italia se convertirá así en la primera línea defensiva del dispositivo defensivo español. Ámbito mediterráneo. Conflictos con el mundo islámico. Como paso previo, habría que destacar que la atención de la política internacional hispánica no surge por la preocupación de la monarquía por la expansión otomana hacia el Mediterráneo central y occidental. En realidad, el interés surge en los años 70 del siglo XV con motivo de las expediciones a las Canarias y la penetración portuguesa en el norte de África. En este sentido, hay tanto interés por parte de la corona catalanoaragonesa como por la castellana. El interés es múltiple: estratégicas, militares y económicas. A partir del comienzo de la guerra de Granada y, sobre todo, de su final hay un especial interés por parte de la reina Isabel, en lo que constituye una de las herencias de la reina en la conciencia histórica de España: el fortalecimiento y seguridad, mediante el dominio territorial, de la frontera sur frente a los musulmanes. o o o Otras causas de este interés común a las dos coronas fueron: La población interior musulmana, moriscos. La amenaza de la piratería berberisca, Introducción en los canales económicos ya que los puertos y las plazas del norte de África eran la desembocadura de los canales económicos que , proveían de trigo, materias primas, pesquerías, … y, sobre todo, del oro subsahariano, muy importante cuando aún no se había descubierto América. En un principio Castilla y Portugal rivalizan por el litoral norteafricano. Tratado de Sintra por la que se produce en África algo parecido al Tratado de Tordesillas con los territorios americanos. La Corona de Aragón se identificará con la política norteafricana de Castilla con expediciones promovidas por Fernando el Católico y por Cisneros entre 1505 y 1510. 1497. Se ocupa Melilla. 1509-1510. Se ocupa Orán, Mazalquivir y Bujía. El rey de Árgel se declara tributario de Castilla. Finalmente se ocupa Trípoli arrebatándosela a los turcos. Estas acciones son una continuación del proceso con el que se conquistó Granada y se hizo manteniendo el espíritu de cruzada (el papa Julio II concede en 1508 la recaudación de la bula de la Santa Cruzada y apoya financieramente las operaciones). Pero, además, Fernando el Católico estaba interesado en la protección de sus territorios del sur de Italia (Sicilia). España en esta época estaba más preocupada por el problema berberisco – control del paso del Estrecho y navegación segura por el Mediterráneo occidental - que por el problema otomano, que era más bien un problema imperial ya que los turcos avanzaban hacia los dominios imperiales por la Europa oriental: o o o o o 1521. Invasión de Belgrado. 1526. Invasión de Hungría y derrota de Mohacs , donde muere el propio rey, cuñado de Carlos I. 1529. Viena sitiada en 1529. Por el Mediterráneo occidental, la situación se complica cuando Francisco I se alía a los otomanos contra el imperio y contra el dominio español, apoyándose en las razzias del renegado cristiano Barbarroja: Se pierde el protectorado de Árgel que pasa a estar bajo la protección otomana. Se llevan a cabo incursiones sobre las costas mediterráneas, sobre todo sobre la costa valenciana, con un saldo de numerosos cautivos. La reacción del emperador consiste en movilizar más recursos y buscar alianzas. 1528 se alía con Génova (Andrea Doria). 1530, Cede Trípoli y Malta a los Caballeros de San Juan para su defensa. Toma varios puertos piratas. 1532.La flota de Doria penetra en el mediterráneo oriental, toma Patrás y controla el puerto de Corinto. Los turcos levantan el sitio. No obstante, hay que señalar que el emperador no tenía los mismos intereses que los españoles en el Mediterráneo. Para España era prioritaria la conquista de Árgel, mientras que para el emperador lo importante era la toma de Túnez. Los españoles, en definitiva, lo que querían era que se empleasen sus recursos en la defensa de la frontera mediterránea o en el nuevo Imperio de las Indias, pero no en el imperio de Carlos. En 1535 un ejército imperial de 30.000 hombres y cuatrocientos barcos tomó Túnez una victoria cantada por los publicistas imperiales, que no tuvo mucha influencia en la España del momento. Pero esta victoria no continuó con la derrota de los turcos en el agua (derrota de la armada veneciano-genovesa en Prevesa en ese mismo año. Precedente de la batalla de Lepanto). Ante la expansión y avance de turcos y berberiscos por el Mediterráneo central y occidental, Carlos inicia en 1541 la conquista de Árgel que acaba en una sonada derrota. Los turcos con el apoyo de Francia atacan Niza e hibernan en Tolón en 1543. Carlos abandonará la política mediterránea en contra de los intereses españoles. Al final se perderían Túnez, Árgel, Trípoli, Bujía, entre otros puntos, además de Vélez de la Gomera. El comienzo de la segunda mitad del siglo XVI comienza con un avance arrollador de los turcos y berberiscos en la cuenca central y occidental del Mediterráneo.: o o o o o 1551. Conquista de Trípoli. 1558. Saqueo de Mallorca. 1561. Ataque fallido a Malta. 1556.Derrota de la flota española destinada a recuperar Trípoli. 1558. Derrota española en Mostagadem (Argelia). Pero Felipe II no se implicó en los primeros años en los problemas norteafricanos. Sólo a partir de la rebelión morisca de las Alpujarras (1568-1570). Esta sublevación hizo que el monarca mirase con mayor preocupación la cuestión berberisca y otomana. Para sofocar la revuelta hubo que traer de Europa a cuerpos de ejército de elite y generales muy experimentados. El Papa además exige al rey que los fondos transferidos a la Hacienda castellana por concepto de subsidio eclesiástico se empleen en combatir al turco. Por otro lado, los intereses comerciales españoles se veían amenazados por los golpes de mano berberiscos que llegaron a atacar en aguas del Estrecho a algunos galeones que venían de las Indias. Las inquietudes del Papado, de Venecia y de España fuerzan la creación de la Liga Santa que derrota en 1571 a los turcos en Lepanto, con lo que se ponía punto final al dominio otomano en Occidente. Pero la Liga Santa se resquebraja. Venecia pacta con los turcos para poder seguir comerciando en el Mediterráneo oriental. Los turcos se rehacen y recuperan Túnez en 1574, un año después de haber sido recuperado por los españoles. También recuperan La Goleta. Argel, Túnez y Trípoli salen para siempre del dominio español y pasan a ser dependientes de la Sublime Puerta. El norte africano queda para siempre musulmán y concluye la política expansionista iniciada por los RR.CC. Desde el punto de vista geoestratégico la aventura norteafricana fue un fracaso, agravado por el elevado coste económico y en vidas humanas en los ejércitos involucrados ya que los conflictos resultaron ser muy sangrientos. La Europa continental y atlántica. El otro frente de lucha de Felipe II se concentra en el entorno del Canal de la Mancha y desembocadura del Rhin donde el monarca se encuentra con problemas como las guerras de religión en Francia, la rebeldía de los holandeses o el enfrentamiento con Inglaterra. Ello hace que España intente la vía diplomática para solventar los problemas norteafricanos. Llegó la estabilidad en las fronteras con el Islam y España no volvió a poseer ninguna plaza estable al este de Orán. Pero los nuevos problemas europeos llevaron a los reinos hispanos a sumergirse en la vorágine de los Habsburgos por razones de naturaleza política y religiosa a remolque de la política imperial de Carlos V. Antes de la llegada de Carlos V, algunos intelectuales castellanos señalaban que el verdadero imperio se hallaba en poder de los reyes de España (castellanos y aragoneses) por la cantidad de posesiones que mantenían, aumentadas con las islas colindantes con los pueblos de las Indias. Pero la elección como emperador de Carlos suscitó la inquietud entre los príncipes alemanes por la acumulación de poder del nuevo emperador. Los problemas políticos de Carlos V en Alemania se entremezclaron con los religiosos derivados de la reforma protestante. Guerra civil en los territorios alemanes, conflicto en el que España sería uno de los puntales financieros del emperador. La alianza de los protestantes alemanes con los Valois franceses hace que el problema inicial, exclusivamente alemán, salpique a gran parte de los intereses internacionales de España. La guerra se prolongará entre 1544 y 1548 y finaliza inicialmente con la victoria imperial de Mülhberg. Aunque una parte de la historiografía española ha utilizado el reinado de Carlos I para ensalzar el papel de España en la política internacional, no parece exagerado afirmar que el paso de Carlos significó un derroche económico y una ocasión perdida para arraigar la monarquía nacional y un estado moderno que empezó a aflorar en España en las dos primeras décadas del siglo XVI. También, indirectamente, Carlos colaboró en el inicio de la leyenda negra española (Episodio de Wittenberg). En relación con la pugna con Francia, parecía que tras la paz de Crépy (1544), Francia renunciaría a intervenir en tierras italianas. Además, el inicio de los problemas religiosos bajo el reinado de Enrique II, permitirá a Felipe II convertirse durante más de veinte años en el árbitro de la política europea. Pero los franceses rompieron la tregua al intervenir un ejército galo en Italia para apoyar al Papa Paulo VI en un conflicto entre las grandes familias Caraffa y Colonna. Los franceses aprovechan para ir en contra de los intereses italianos de España. 1557. Estalla otra vez la guerra entre los dos países. Felipe II se hallaba en esos momentos en Bruselas asistiendo a la abdicación de su padre. Asiste a la toma de San Quintín (10 – VIII – 1557. Monasterio de El Escorial) por las tropas españolas al mando de Filiberto de Saboya. Al año siguiente, los franceses volverán a ser derrotados en la batalla de Gravelinas. 1559. Paz de Cateau – Cambrésis. (Felipe II casará con Isabel de Valois y Manuel Filiberto de Saboya con Margarita de Valios, hermana del rey e hija de Francisco I). Catalina de Médicis la regente procurar mantener la independencia de Francia, la unidad de París y la autoridad de la Corona. El casamiento de Isabel de Valois con Felipe II levanta susceptibilidades entre los hugonotes. El duque de Alba se traslada con un poderoso ejército desde Italia a los Países Bajos bordeando la frontera francesa. En la guerra civil entre católicos y hugonotes, España apoyará a los primeros y el elector palatino, Federico III El Piadoso, lo hace con los protestantes. En 1570 triunfa definitivamente en Francia la política antiespañola, sobre todo entre los grupos protestantes. Margot, la otra hija de Catalina, casa con el rey protestante Enrique de Navarra. Tratado de Blois con Inglaterra que va en contra de los intereses españoles en los Países Bajos. La matanza de San Bartolomé (agosto de 1572) provoca una debacle entre los hugonotes. Morirá Coligny y los Guisa, jefes de la facción católica quedan, con el apoyo de Felipe II, dueños de la situación. Hasta ese momento, las injerencias españolas en Francia se limitaban a sobornos, apoyos económicos, diplomacia, etc., pero sin apenas apoyo militar a los católicos, sobre todo por la tensa situación en los Países Bajos y los conflictos con los ingleses. Pero el problema sucesorio de Enrique III sin hijos, decide a Felipe II a una presión mayor. La designación de Enrique de Navarra como monarca, una vez que hubo abrazado el catolicismo. Felipe II intentó sentarse en el trono de Francia o conseguir que la reina fuese su hija Isabel Clara Eugenia. La gran mayoría de los católicos estaba dispuesta a permitirlo, pero en la reunión de los Estados Generales celebrados en el Louvre de 1593, los diplomáticos españoles estropearon la ocasión. Por otro lado, media Europa rechazó la posibilidad de que un miembro de la casa de Habsburgo se sentase en el trono francés, quedando bajo la rama española de la dinastía alemana España, Francia e Italia, además de las posesiones americanas. Enrique IV reanuda las hostilidades con España, pero ahora como una guerra de defensa nacional. Los ejércitos españoles penetran en territorio francés, sitiando Amiens y tomando Calais. 1598. Paz de Vérvins. Conflictos en el escenario atlántico europeo (Países Bajos, Inglaterra y Portugal). En los tres casos, la naturaleza de los conflictos era distinta: - En el caso de los Países Bajos, el conflicto es de naturaleza nacionalista. En el de Inglaterra, las disputas se general por cuestiones relativas al imperio colonial. Los problemas sucesorios estarán en la base del conflicto con Portugal. Pero en el fondo de los tres asuntos, laten cuestiones que tienen que ver más con nuevos planteamientos referidos a la política: independencia de los pueblos, nuevos conceptos acerca del colonialismo y a un hecho todavía insólito en la historia de Occidente: la incorporación territorial de un estado nacional por otro por la vía militar. Estos conflictos generaron unos ciclos bélicos de larga o corta duración, muy costosos en recursos, hombres y dineros para la monarquía española. En el caso de Flandes, nos encontramos con un territorio con un potencial económico y un desarrollo político – a través de los Estados Generales de las 17 Provincias –muy superior a finales del siglo XV y principios del XVI del que tuviesen por entonces los reinos de Castilla y Aragón. De hecho, se habían convertido en uno de los focos de modernización y progreso en Europa. Con Carlos, flamenco, no hubo problema alguno – ni político, ni económico, ni religioso,… - y, de hecho, junto con Castilla, los Países Bajos se convirtieron en el principal sostén financiero del Imperio. Los conflictos surgirán por el reparto de la herencia carolina en 1551, al quedar los Países Bajos desligados del Imperio y pasaban a adscribirse a la monarquía española de Felipe II. No eran territorios ni enfeudados ni conquistados por España, ni tampoco integrados a ella políticamente ni subordinados por cuanto conservaron su plenitud jurisdiccional, política y financiera dentro de esa formación compleja que fue la monarquía filipina. En el fondo del conflicto había un problema de indefinición constitucional que se hizo ostensible por las disparidades del sistema de poder entre ambas comunidades: los reinos de España tenían ya a mediados del siglo XVI una larga trayectoria de sistema de poder monárquico, autoritario, y con escasas limitaciones de los restantes sistemas de poder – nobleza, ciudades y asambleas nacionales -. En cambio, en los Países Bajos nunca se constituyeron en monarquía, con una nobleza políticamente poderosa y unas ciudades que gozaban de gran autonomía y en donde los Estados Generales eran decisorios. Este sistema no sería fácil de adaptar al diseño dominante castellano que inspiraba a la monarquía española. En 1559 con la paz de Cateau-Cambresis, se marca el ocaso de la idea imperial carolina, al tiempo que el nacionalismo comenzaba a hervir en la política europea, sin olvidar la introducción de la idea de la legalidad de la rebelión contra la tiranía del soberano por motivos de religión, que en algunos países se convirtió en símbolo de identidad nacional, en una vía del individualismo político que pronto se abriría paso entre las comunidades calvinistas europeas. Es en los territorios flamencos, en los que el calvinismo cada vez ganaba más adeptos, en los que Felipe agravó la tensión religiosa al crear nuevos obispados y al querer que los obispos correspondientes a ellos fueran nombrados por el propio rey y no por los cabildos metropolitanos como era la costumbre en el país. Los calvinistas denunciaron la intromisión regia y avisaron de que, tras la iniciativa estaba el control de la iglesia flamenca por un sistema inquisitorial a la española. La nobleza flamenca también se resiste a lo que parece ser un fortalecimiento del poder de la Corona. Al descontento político se suma el social y el económico derivado de la crisis del sector textil a causa de la pérdida de competitividad frente a los ingleses. Frente a la resistencia de los Estados Generales, Felipe reacciona con la ocupación militar 1567. El Duque de Alba llega desde Italia con sus tercios para hacerse cargo del poder. El mismo sistema que se empleará con el problema generado por Antonio Pérez en Aragón. Lo cual hace perder la legitimidad a Felipe por haber traspasado los límites constitucionales. Reacción nacionalista. Reacción de Felipe: hace ejecutar a una parte de la nobleza flamenca (Egmont, Hoorn, etc.). Ejecución de cientos de flamencos a los que se les confiscaron sus propiedades (Tribunal de la Sangre o Tribunal de los Tumultos) Se acaba con la autonomía de las ciudades y se impone un sistema fiscal similar al castellano. La guerra, que se había convertido en una guerra de ocupación, va tomando distintos perfiles: - - - 1568-1577. Una parte de los católicos apoyaban al rey. Esta fase de la guerra adopta los caracteres de una guerra civil. La oposición se extiende también entre católicos realistas y flamencos que valoran la independencia antes que la religión. Los gastos del ejército de ocupación se pagan desde España. Primeras victorias iniciales españolas. 1578 - 1598. La guerra se va transformando en una guerra de independencia. El país se divide en dos: el sur queda católico bajo dominio español; las Cuatro Provincias Unidas del Norte, se declaran independientes. 1581. Los Estados Generales declaran que Felipe había perdido el derecho de soberanía sobre las Provincias Unidas. (Segundo soberano rechazado por sus súbditos por motivos constitucionales). La guerra de Flandes se convierte en un banderín de enganche de todas las potencias que querían frenar el predominio español y durará medio siglo más, afectando también a las colonias americanas. En el caso de Portugal, la cuestión radicó en que Felipe que tenía más derechos que sus rivales al trono portugués, no quiso esperar a su nombramiento respetando los mecanismos constitucionales y optó por hacer prevalecer sus derechos mediante el uso de la fuerza, ordenando a Alba la ocupación militar (batalla de Alcántara, 1580). Después el rey sería entronizado por las Cortes de Thomar (1581). En la proclamación de 1582, el rey se compromete a: - Mantener las leyes portuguesas. No introducir impuestos castellanos. Nombrar a portugueses en exclusividad para los altos cargos institucionales. Felipe II fue reconocido por la mayor parte de la nobleza y del alto clero portugués, pero, en cambio, fue rechazado por la mayor parte del pueblo y del bajo clero. El proceso de conquista culminaría con la toma de las Azores en 1583 venciendo a una flota francobritánica. Portugal permanecería unida a España setenta años. El conflicto con Inglaterra surge por su apoyo a los rebeldes holandeses, sobre todo cuando Isabel I envía un ejército de apoyo a los holandeses en 1584. Esto acabó convirtiendo a ingleses y españoles en enemigos durante el último cuarto del siglo XVI. Pero esta oposición se había reflejado también antes con los ataques de Drake entre 1577 y 1580 y luego entre 1585-1586. Este enfrentamiento larvado con una guerra nunca declarada, apenas tuvo respuesta española enfrascada en las guerras contra Francia y contra Holanda. A partir de 1585 el enfrentamiento sube de tono, sobre todo a partir de 1585 cuando Felipe II decide prestar apoyo a María Estuardo, reina de Escocia quien, a su vez, hacía cedido a Felipe sus derechos al trono Desde ese año comienza a generarse la idea de atacar a Inglaterra. En 1587, Drake había atacado varios puntos de la costa española, sobre todo Cádiz. La expedición de la Armada Invencible acabó en derrota y España no pudo poner el pie en Inglaterra como eran sus planes. La derrota de la Invencible puso fin a una hegemonía que pasaba por ser indiscutible. A los ingleses les abrió la ruta de las Indias, pero también les abriría el mismo camino a los holandeses. En 1596 los ingleses volvieron a atacar Cádiz, comandados por el conde de Essex, destruyéndola y llevándose cientos de prisioneros para cobrar un rescate de 120.000 ducados. De una supremacía incontestada en Europa, la monarquía de España se vio abocada desde finales del siglo XVI, por razones de defensa del imperio colonial, a una política con consecuencias bélicas a escala mundial. Al morir Felipe II en 1598, el sistema de imperio/monarquía universal, que había sido preconizado con la participación política activa, recursos materiales y financiación de España en pro de una hegemonía europea en solitario, habría pasado, en el lapso de tiempo de un siglo, a un sistema de equilibrio de poder internacional establecido a partir de la consolidación de los modernos estados nacionales. La tercera área de dominio de expansión fue el Atlántico colonial y el Pacífico a partir de 1565. Características: - Expansión específica de Castilla, sin intervención ni participación de los demás reinos. Al margen del imperio carolino. Expansión nueva, con precedentes portugueses. Conflicto con Portugal resuelto por la vía diplomática. - Expansión territorial basada en intervenciones militares de carácter unilateral. Se busca fundamentar la legitimidad de la conquista en principios de naturaleza jurídica, basados en el derecho natural. En la segunda mitad del siglo XV el movimiento de expansión europeo hacia el Este dio signos de agotamiento: caballeros teutones, cruzadas de oriente, expansión normanda por el Mediterráneo central y asentamiento de los catalanoaragoneses en tierras del imperio de Bizancio. Experiencias hispanoportuguesas en el Atlántico medio: Azores, Madeira, Cabo Verde y Canarias. En el caso de Canarias, se dio todo el proceso: comienzo feudal y final realengo (las Canarias fueron incorporadas directamente a la corona, ejercitándose en ellas el poder real sin intermediarios. La rivalidad hispano-portuguesa en la expansión atlántica hizo acto de presencia desde sus mismos orígenes. En un primer momento se requirió la decisión papal para zanjar los enfrentamientos. La ocupación de las islas Canarias se vio en el concilio de Constanza, el que puso fin al cisma de la Iglesia, aunque los portugueses nunca reconocieron su posesión a los castellanos. La solución pactada con recurso al arbitraje papal sin tener que recurrir al enfrentamiento armado, vuelve a repetirse de nuevo en 1492 tras el viaje de Colón a las islas caribeñas Tratado de Tordesillas (7-VI-1494), aunque ya se había producido una primera división del océano entre Portugal y Castilla en 1479 (Tratado de AlcaÇobas-Toledo) y ratificada por la bula Aeternis Regis del papa Sixto IV en 1481. Con el descubrimiento de las Indias, se plantearon dos problemas: - Los títulos de legitimación de la conquista. El modo de incorporación de los nuevos territorios por Castilla. El primero de los aspectos se saldó mediante una teoría medieval que convertía a los Pontífices en señores temporales Donación primero por el Papa de las Canarias y después de las Indias. El modo de incorporación se haría mediante el poder de las armas, en una guerra nunca declarada a unas sociedades indígenas con unos diferenciales abismales de civilización material entre ellas. El dominio se estableció por las armas en unos actos, puros y simples, de dominio armado que, a diferencia de lo sucedido en Europa, fueron de escasísimo coste para la Hacienda de la monarquía. Papel del ejército. El potencial demográfico castellano era insuficiente para abastecer por levas ordinarias un ejército que no cesaría de crecer durante la segunda mitad del siglo XVI Incremento de la participación mercenaria. Según Domínguez Ortiz la presencia castellana en los ejércitos españoles, no superaría el 15/20%. En el ejército de Flandes casi el 50% de las tropas españolas eran germanos y flamencos. No obstante, según los autores de la época, a los castellanos no les movía solamente la paga, sino la gloria, triunfos, victorias y reputación. Si no hubo problemas con los hombres, merced a las levas de mercenarios y a las altas pagas, sí lo hubo con el armamento, habida cuenta de que no había fábricas en Castilla para atender a las necesidades de armamento del ejército y la marina. Ello se comprobó en la revuelta morisca en la que el 80% del armamento tuvo que ser importado. Hubo fábricas de pólvora en Burgos y en Fuenterrabía. De artillería en Medina del Campo, Fuenterrabía y Málaga para cañones de bronce su producción era insuficiente. Desde finales del siglo XV era habitual que las tropas y navíos españoles se equipasen fuera de España (Milán, Lieja y Nápoles, territorios de la monarquía. O en factorías inglesas o alemanas). Incluso algunas de las armas como las ballestas inglesas o alemanas eran preferidas por las tropas españolas por su calidad. También se desarrollaron otras armas (llave de rueda para los arcabuces, 1550), (mosquete, 1550), etc. Igualmente se pusieron en marcha nuevos sistemas a armamentos y tácticas de combate para lograr la superioridad y en esto tuvo una primera influencia el Gran Capitán. No obstante, el uso abundante de mercenarios tenía consecuencias negativas como su ferocidad y crueldad con las poblaciones asediadas, hasta tal punto que ese comportamiento se convirtió en la principal causa del aborrecimiento flamenco a los españoles, según el propio general español Luis de Requesens. Los motines y sacos de los tercios españoles se sucedieron a las órdenes de todos los generales que los mandaron, sin distinción, quienes transigieron con el derecho de saqueo de las poblaciones vencidas como medio de apaciguar las impacientes esperas de las pagas en plata de las Indias que en ocasiones no llegaban a tiempo por el retraso de las flotas y la renuencia de los asentistas a adelantar las soldadas. Fueron numerosos los estragos que causaron las tropas españolas: Cufen, Rotterdamm, Malinas, Haarlem, Leyden, Masstrtich, Amberes,… La monarquía española había llegado a cuajar una maquinaria de guerra eficaz con la que aterrorizó a Europa durante décadas, con unas instituciones y una cadena de mando profesionales pero sin un ejército “nacional”. La creación de un Consejo de Guerra como expresión de un sistema de mando conjunto, respondía a la necesidad de estructuras y una organización logística que requerían unas fuerzas armadas permanentes, del mismo modo que la institucionalización periódica de las Juntas de Medios era la expresión de solventar en situaciones especialmente graves los recursos disponibles para la guerra por medios extraordinarios. La creciente presencia de mercenarios contribuyó a la decadencia militar al tiempo que lo hacía la propia monarquía. La reacción a la presencia y actuaciones de los ejércitos de la monarquía española fue el creciente antihispanismo que comienza a detectarse entre 1545-1554 y que está en la base de la leyenda negra española. Se mezclan los comportamientos de los ejércitos con los sentimientos antisemitas que corrían por la Europa continental tildando a los españoles de mezclados con moros, con marranos, etc. Era la artillería verbal de la época. En cambio, en la época, la situación del imperio colonial no contribuyó a equilibrar la imagen de España. Las gestas de los conquistadores no llegaron a cuajar en la conciencia colectiva, quizá por el insuficiente nivel del linaje de los conquistadores. No hay apenas huella en la literatura del siglo XVI de las gestas de los conquistadores. Sólo en el siglo XVII comenzaran a valorarse estos acontecimientos, pero nunca como lo ha hecho la historiografía anglosajona que ha insuflado espíritu épico y heroico a las aventuras de los primeros emigrantes que se trasladaron al Nuevo Mundo. En la leyenda negra de la conquista a los conquistadores españoles, para deslegitimarlos se recurriría a: - Lo oscuro de sus linajes. La sordidez de sus actos contra las poblaciones indígenas. Su afán desmedido por el oro sin reparar en medios. La falta de nobleza de sus hechos. El menosprecio a las doctrinas de la Iglesia. Las conquistas españolas de los imperios de México y Perú suelen explicarse por el exclusivo impacto que tuvieron las innovaciones militares europeas sobre civilizaciones atrasadas, contingentes muy reducidos obtuvieron resultados espectaculares en su tarea de conquista y dominación. Sin embargo, pese al diferencial técnico militar, las huestes de los principales conquistadores eran irrelevantes. Prácticamente todos los conquistadores era militares profesionales curtidos en las guerras de Granada, Italia y Flandes. Fueron los encargados de reclutar la gente integrada en las expediciones conquistadoras, con criterio de amplia laxitud, enrolando incluso a malhechores. Finalmente las tropas que llevaron los conquistadores nada tenían que ver con las fuerzas que batallaban con la monarquía española en Europa. Para empezar no era el rey quien mantenía a los soldados, sino que es el capitán o caudillo. Alimenta a sus soldados, les paga, les arma sin que intervengan pagadores reales en momento alguno. El conquistador ha de reunir riquezas que compensen los gastos de su hacienda, sin ayuda de nadie, y los trabajos y los riesgos que ha de afrontar. En el ejército colonial la nobleza y el mando importan tanto o más que la riqueza porque sobra la chusma pero faltan cabezas. Muchos de los conquistadores acabaron mal. Cortés es el ejemplo de éxito. Consiguió una gran fortuna, títulos nobiliarios y entroncó con la gran nobleza castellana. El poder y la riqueza se la repartieron como sustancioso botín entre la Corona, los funcionarios de la alta administración del Estado destinados a las colonias y los mercaderes y hombres de negocios de Indias. El soldado pobre de Indias resultaba a los ojos de los españoles del Siglo de Oro más patético que los que andaban desparramados por Europa enrolados en los tercios. Las dimensiones del imperio abarcaban un espacio territorial y marítimo colosales. Las rutas marítimas pronto fueron accesibles también a los marinos de países europeos – Francia, Inglaterra y Holanda – con los que los España mantenía guerras intermitentes, sucesivas o simultáneas. Países que comprendieron pronto que las remesas del tesoro americano era la principal baza de la hegemonía española en Europa. ¿Estaban las Indias guarnecidas contra los enemigos y las remesas a salvo?. Durante siglo y medio el prestigio de España y su fuerza mantienen incólumes las Indias frente a los intentos de los enemigos de romper el poder territorial de España en las Indias y su comercio en exclusividad. Las colonias siguen funcionando sin detrimento económico para la metrópoli. Pero el sistema de flotas en las que se transportaban, ida y vuelta, aprovisionamientos para las colonias y regresaban los productos americanos y filipinos –oro y plata incluidos - tuvo varios inconvenientes: - Encarecía los productos transportados. Encarecía los fletes. Dificultó el despegue de una industria naval. En consecuencia, los costes fueron finalmente insoportables y hubo una penuria permanente de naves. La Corona intentó estimular la construcción de naves en el Cantábrico con ventajosas ventajas fiscales y fiscales, pero será un fracaso. A la larga la escasa rentabilidad del comercio ultramarino para los navieros –al revés que para los cargadores – produjo una inferioridad de la flota española frente a las marinas holandesa e inglesa. Como una pescadilla que se muerde la cola, la falta de una flota mercante adecuada provocó un aumento de los costes también para los cargadores. Tampoco favoreció el intercambio comercial la excesiva burocratización empleada en el despacho de las flotas, sobre todo a partir del nuevo reglamento de 1582 que ordenaba que la flota partiera de Sevilla en mayo. El sistema era caro pero garantizaba en gran medida la seguridad del transporte hacia las Indias, pero para 1585 el coste anual de una armada de 5.232 Tm. era de 293.507 ducados, un 83% más que en 1554. Ante el avance de los ingleses en el mar, se acabó por organizar en la década de 1580 un programa de fortificaciones militares en las Indias que se pagaron con las cantidades en ellas recaudadas. Hacia 1580 el poderío naval español llegará a su cénit. La derrota de la Armada Invencible no supuso un quebranto irreparable. Todavía se derrotó a los ingleses en varias ocasiones, aunque el saqueo de Cádiz de 1596 puso en evidencia las graves carencias hispanas. Según las teorías mercantilistas de la época, el Estado para ser poderoso debía disponer de stocks de oro y plata ante la deficiencia crónica de los ingresos por impuestos, para mantener o levantar nuevos ejércitos. En una época en que los estados nacionales no estaban del todo consolidados, los gastos de los ejércitos mercenarios permanentes se convierten en el principal capítulo presupuestario. En el transcurso del siglo XVI el estado se hace más centralizado y nacionalista, con una capacidad creciente de intervención en la economía a la que subordina a sus objetivos de hegemonía y poder. En el caso de España, la economía productiva quedaría muy tocada, abortando la modernización económica apuntada durante la primera mitad de la centuria, relegada por una economía de circulación – economía colonial – a la que es más factible apuntalar el crédito que hace crecer la deuda pública que finalmente habría de ser soportada por el conjunto de la sociedad. España será el centro de las miradas de los demás estados europeos que vieron como levantaba una y otra vez ejércitos y sostener interminables guerras. Las guerras exteriores de dominio son, ante todo, el mejor antídoto contra las sediciones civiles interiores y el mejor medio de afianzar y acrecentar el estado, que todavía se identifica con el Príncipe; en modo alguno con el principio de nacionalidad o de voluntad popular. Pero son las guerras defensivas las que contribuyen a fraguar un país, antes que las aventuras de agresión expansionistas y colonizadoras. Y, más antes que después, esa falta de firmeza en cristalizar un espíritu nacional habría de ser, junto a la debilidad demográfica, el otro hándicap en la supremacía y formación nacionalista de un pueblo español durante la época del imperio. El subordinar la política económica de los reinos de España a las necesidades inmediatas de la política exterior, como se hizo también en otros países europeos, los resultados medidos por la asfixiante política fiscal y deuda pública, no pudieron ser más catastróficos.