142 Cuaderno de Investigación Urbanística nº 100 – mayo / junio 2015 CONOCIMIENTO CIUDADANO E INVESTIGACIÓN URBANÍSTICA. Carlos Verdaguer Viana-Cárdenas (Arquitecto – Profesor asociado DUyOT) "No hay otro conocer urbano que la acción de la ciudadanía". Casi bastaría con replicar el contundente título que Mariano Vázquez Espí le puso a su magnífica ponencia del año 2002103 para sintetizar el contenido de la siguiente reflexión, pues dicho título constituye en sí mismo un programa y una declaración de intenciones que suscribo en su totalidad. En su comunicación, Vázquez Espí partía de una reflexión epistemológica ("queremos conocer cómo es que conocemos") para pasar a plantearse los "límites de la técnica" ante el dilema de la toma de decisiones en el marco de una realidad intrínsecamente multidimensional en la que la obtención de soluciones "viables" es matemáticamente posible (mediante optimación vectorial), pero no lo es la selección entre todas las soluciones obtenidas, pues, como él planteaba: "¿quién escoge? ¿el técnico? ¿el azar? ¿hay diferencia?". Tras abordar el carácter "polivalente" del "sujeto de la ciudad", y hacer hincapié en la necesidad de "perder el miedo al conflicto", la exposición culminaba con un alegato a favor de una democracia participativa que ayudase a "que los nuevos sujetos sociales acaben por construir su decisión colectiva". Siguiendo el hilo de esta argumentación, que sitúa sin paliativos el "conocer ciudadano" en el centro de la construcción de la ciudad y el territorio, y que corresponde plenamente a un cambio de paradigma basado en la ecología como ciencia de las relaciones, cabría preguntarse cuál puede ser el papel asignado a los "expertos" y, por ende, cuál puede ser el papel de la investigación urbanística dentro de un nuevo urbanismo que podríamos calificar de "autopoiético", es decir, en proceso permanente de retroalimentación dinámica desde arriba y desde abajo. En relación con el papel de los denominados expertos, en este caso los urbanistas, arquitectos y otros profesionales de la planificación socio-espacial, este cambio de paradigma en el ámbito de la intervención es frecuentemente contemplado como una amenaza, como un despojamiento de funciones considerados ineludibles o como un espejismo irrealizable, o como ambas cosas al mismo tiempo, y en cualquier caso, como una intolerable restricción que viene a sumarse a la que supone el sometimiento a los "dictados" de la ecología104. Al margen de los aspectos reaccionarios que indudablemente comparten como mera defensa de privilegios, estas posturas convergen en una visión unidimensional de la realidad que menosprecia, en primer lugar, la riqueza de posibilidades que existe para todos y cada uno de los agentes, sin excepción, implicados en el proceso de 103 Vázque Espí, Mariano (2002), No hay otro conocer urbano que la acción de la ciudadanía, en Los derechos humanos y la ciudad. Informe 2002. Valladolid: Universidad de Valladolid, ISBN 94-688-11734. PP. 127-130 104 Verdaguer, Carlos (2002) Algunas aportaciones al debate de la sostenibilidad (http://www.gea21.com/equipo/cv/2002_debate_sostenibilidad.pdf) Cien números de Cuadernos de Investigación Urbanística – Número especial 143 construcción colectiva de la ciudad y en la adecuada comprensión de los factores limitantes que ofrece la biosfera, y en segundo lugar, desprecia igualmente el enorme caudal de conocimiento holístico y literalmente experto que acumula el colectivo social y que, en sí mismo, puede ser considerado un verdadero filón inagotable. Por otra parte, además de negarse a asumir la profunda crisis que aqueja al urbanismo como disciplina, estas actitudes reactivas no son capaces de entender que "en un mundo fundamentalmente urbano, el urbanismo, entendido como capacidad de describir, articular y configurar lo urbano, está abocado a convertirse en un lenguaje de uso común".105 Entendiendo lo ineludible de este fenómeno, y al contrario de lo que suponen las mencionadas posturas, desde el punto de vista de los técnicos y profesionales, la asunción de este nuevo paradigma supone un conjunto de retos apasionantes asociados a las nuevas funciones posibles en el ámbito de la intervención y al amplio abanico de nuevas áreas de conocimiento que implica una visión sistémica de la ciudad y el territorio. Como sujeto clave de la intervención, al técnico, cuando es capaz de renunciar al papel exclusivo y engañosamente cómodo de demiurgo, se le ofrecen nuevos papeles mucho más apasionantes como el de traductor de deseos y necesidades, mediador y facilitador de procesos, catalizador de situaciones y conector entre sujetos e intereses diversos, del mismo modo que al usuario se le plantea el reto de abandonar su actitud pasiva inducida para hacer efectivo su conocimiento experto como aborigen de esas segunda naturaleza que es lo urbano.106 Por lo que respecta al conocimiento propiamente experto, aquel que requiere necesariamente el recurso a técnicas y disciplinas especializadas, al técnico dispuesto a aceptar estos retos le compete dilucidar cuáles son en cada caso los abanicos de opciones verdaderamente viables para satisfacer los deseos y necesidades identificados colectivamente, exponiendo con claridad las cadenas de impactos y los flujos de recursos energéticos y materiales asociados a las diversas soluciones consideradas como posibles satisfactores, manteniendo siempre como objetivo el de facilitar la toma de decisiones por parte del conjunto de actores en su totalidad107. ¿Cuál puede ser, pues, el papel de la investigación urbanística en relación con este marco? La respuesta exige contemplar de cerca las diversas dimensiones del conocimiento a las que acabamos de hacer referencia y, al mismo tiempo, tratar de dilucidar cuáles pueden ser las articulaciones entre estas dimensiones del conocimiento y las funciones de intervención, sin olvidar en ningún caso que el objetivo final, al menos desde la perspectiva aquí adoptada, no puede ser otro que el de facilitar la creación colectiva de un entorno espacial global más habitable para los 105 Verdaguer, Carlos (2003) Por un urbanismo de los ciudadanos en: Ecología y ciudad : raíces de nuestros males y modos de tratarlos. El Viejo Topo, Madrid, pp. 175-196. ISBN 84-95776-57-X. También en CF+S Textos sobre sostenibilidad 106 Verdaguer, Carlos (2006) Urbanismo Participativo: Evolución, conceptos básicos y experiencias. Fundación COAM Curso de diseño urbano / Perspectiva de sostenibilidad .Presentación en powerpoint 107 Verdaguer, Carlos (2014) Vías para la sostenibilidad urbana en los inicios del siglo XXI Informe marco para la revisión de la Agenda 21 de Málaga. OMAU (Observatorio del Medio Ambiente Urbano), Ayuntamiento de Málaga 144 Cuaderno de Investigación Urbanística nº 100 – mayo / junio 2015 seres humanos dentro de las pautas y limitaciones ineludible que impone la biosfera como sistema. Así considerada la cuestión, en relación con la dimensión del conocimiento que hemos denominado especializado, el problema al que se enfrenta el urbanismo es exactamente el mismo que el de las demás ciencias y disciplinas: ¿quién elige lo que se investiga? ¿quién y cómo se establecen las prioridades?¿cómo se distribuyen los recursos? Naturalmente, la cuestión de quién detenta el poder es aquí la clave y el problema es qué mecanismos de control deben crearse para que las líneas de investigación no vengan impuestas, como es frecuente en los ámbitos más directamente relacionados con la acumulación de capital (industrias farmacéutica, del transporte, nuevas tecnologías, etc) por los intereses de mercado y políticos de los grandes operadores globales. En el ámbito de lo urbano, el énfasis en las smart cities, los big data o la domótica, presentados como panaceas tecnológicas, responden claramente a este fenómeno. Sin embargo, lo cierto es que, en el caso del urbanismo y, en general, de la planificación del espacio, desde la perspectiva aquí adoptada podría decirse que este conocimiento especializado ocupa y debe ocupar un lugar verdaderamente secundario en relación con ese conocimiento holístico y complejo que emana del propio fenómeno urbano como resultado emergente de la interacción dinámica entre todos los actores que lo forman, es decir, de todo el cuerpo social en su conjunto. Y es precisamente este carácter subsidiario el que, en el caso del urbanismo, puede ayudar a afrontar de forma más fructífera el problema que plantea la existencia de presiones en el campo de la investigación "especializada". En efecto, planteada en estos términos, la investigación urbanística debería centrar todos sus esfuerzos y recursos en la identificación del conjunto de deseo y necesidades del cuerpo social en su conjunto y en relación con su hábitat, y en el descubrimiento y el desarrollo de aquellos satisfactores multidimensionales más sostenibles. Tal como se deduce de todo lo expuesto, esta orientación exige, por una parte, la presencia y el contacto con todos los actores durante el proceso mismo de investigación, de modo que los intereses diversos del estado, el mercado y la sociedad estén presentes de forma equilibrada en todo momento en dicho proceso para la adecuada identificación de las divergencias, los solapamientos, hibridaciones y sinergias entre estos intereses en relación con la producción / transformación del espacio. La idea del conflicto como oportunidad de creación de lo nuevo debe ser una de las directrices de esta forma de investigación. Y, por otra parte, esta apuesta por una investigación firmemente anclada en la realidad debe asegurar la creación y articulación de mecanismos ágiles de retroalimentación que permitan una rápida aplicación de los resultados de la investigación en los propios escenarios urbanos y, sobre todo, una evaluación colectiva y continua de las hipótesis implícitas en la misma con el objeto de reconducirlas o revalidarlas. Aceptando la idea de que, en un planeta urbano, el urbanismo puede y debe convertirse en un lenguaje común, puede decirse, de hecho, que la investigación urbanística es un ámbito privilegiado para avanzar en el sentido de convertir la propia investigación en un esfuerzo colectivo y contribuir a borrar las fronteras entre las diversas formas de conocimiento, haciendo realidad un anhelo que ha estado presente Cien números de Cuadernos de Investigación Urbanística – Número especial 145 de una forma u otra en todas las propuestas filosóficas transformadoras que se han producido a lo largo de la historia humana. Cabría preguntarse, a modo de reflexión final, hasta qué punto lo que se entiende actualmente por investigación urbanística corresponde a esta visión de una investigación anclada en la realidad y volcada hacia el conocimiento holístico colectivo, la participación y la re-evaluación continua con el objetivo de generar un nuevo urbanismo autopoiético. Para una respuesta adecuada, cabría hacer mención en primer lugar a todos los procesos de transformación urbana que se están produciendo en la escala planetaria y que, gracias a la creación continua de redes horizontales trasversales de intercomunicación y difusión, se convierten en sí mismos en ejemplos de investigación viva y activa, en ocasiones gracias a iniciativas originadas en ámbitos institucionales y académicos especialmente activos y atentos al pulso de una realidad en perpetua mutación, como es el caso de esta revista y otras plataformas académicas de difusión, pero en la mayoría de las ocasiones como fruto emergente y exclusivo de la propia dinámica urbana, al margen o incluso en contra de la academia y las instituciones. Desde esta perspectiva, cabría hacer mención a la historia del urbanismo para recordar que muchas de las propuestas más transformadoras que constituyen actualmente el ADN de la teoría y la práctica de la disciplina, desde Howard y Jacobs hasta los Provos y los situacionistas, entre otros muchos, surgieron realmente de entornos muy ajenos o directamente beligerantes con la lógica institucional o académica. Pero sobre todo, desde la perspectiva de la academia que representa esta revista, habría que reflexionar sobre la esterilización o la falta de repercusión que muchas de estas iniciativas y esfuerzos corren el riesgo de sufrir cuando, convertidas en simple material de trabajo académico, caen en los pozos sin fondo del conocimiento infinitamente fragmentado que se generan cuando lo que domina es un concepto endogámico de la investigación en el que es prioritaria una lógica perversa de acumulación de méritos académicos basada en la simple réplica de métodos que pueden tener sentido tal vez en otros ámbitos disciplinares o científicos, pero que, en un campo vivo, dinámico e intrínsecamente político como es del urbanismo, no contribuyen sino a retrasar su inevitable transformación.