Respecto del potencial económico-social de Internet, las propuestas

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Perspectivas socio-económicas de “Internet" en la Argentina
José Luis Tesoro(1)
Esta nota se dirige a delinear ciertas dimensiones, variables y parámetros condicionantes
del impacto económico-social de Internet en la Argentina, intentando adoptar una
perspectiva localizada en el conjunto social. A tal fin, se hará referencia al mercado, al
potencial económico social y a la cuestión de la “brecha digital”, procurando esbozar
finalmente una visión prospectiva de la inserción de la “conectividad digital global” en
nuestra comunidad.
El mercado
De acuerdo con datos proporcionados por la firma Prince & Cooke (2), el mercado
argentino de Internet totalizaba, a diciembre de 2001 -antes de la “pesificación”(3) cerca de 1.350.000 "clientes conectados” a través de empresas proveedoras de acceso,
lo que representa una penetración ”en línea” del 3,8% sobre el total de habitantes, y
unos 3.500.000 "usuarios" que accederían a Internet desde el hogar, el lugar de trabajo,
establecimientos educativos, locales de acceso, cibercafés, locutorios, etc., lo que
representa un 10 % sobre el total de habitantes. El perfil de los usuarios exhibe una
creciente difusión hacia diversos niveles socioeconómicos y localizaciones geográficas,
aunque aún se manifiesta cierta concentración en personas con formación universitaria
(55%), residentes en el Area Metropolitana de Buenos Aires (61%), con niveles
socioeconómicos alto, medio-alto y medio-medio (A, B, C1 y C2), que reúnen al 83%
de los usuarios, destacándose una sensible disminución del peso de la variable
“experiencia previa en computación” como determinante de la “propensión a acceder”.
Las mayores barreras al acceso, en los referidos estratos socioeconómicos, parecen
residir en las resistencias actitudinales remanentes en ciertas personas adultas, mientras
que en otros estratos estarían dadas, básicamente, por el nivel educativo-cultural y por el
costo del acceso.
En caso de no mejorar significativamente las condiciones económico-sociales, las
proyecciones deberían contemplar cuál será la “propensión a acceder” en una sociedad
con creciente pobreza e indigencia. Entre las dispares prospectivas de distintos gurúes,
Alvin Toffler prevé, por ejemplo, que el creciente acceso a Internet será impulsado por
poderosos actores interesados en universalizarlo, potenciándose el microcomercio, los
micromercados y los microintercambios “a la medida” de las peculiares características
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y necesidades de cada comunidad y estrato social.
Respecto del comercio electrónico, la Argentina exhibe un desarrollo aún incipiente,
acorde con los tiempos de aprendizaje requeridos, pero con indicios relativamente
promisorios. En el sector empresa-consumidor (B2C) se verifica que unas 600.000
personas tienen ya alguna experiencia en transacciones “en línea”, aumentando
progresivamente la cantidad, el valor, la frecuencia y la habitualidad de sus compras,
cuyo rango se expande sucesivamente desde las adquisiciones tradicionales –por
ejemplo, libros y CDs- hacia productos electrónicos, de computación, electrodomésticos
y de consumo, en “sitios” de firmas locales. Se estima que el total de las transacciones
B2C –tanto con proveedores locales como del exterior- habría alcanzado unos 120
millones de pesos durante 2001. El sector empresa-empresa (B2B) manifiesta –dentro
del marco recesivo- un crecimiento progresivo en el volumen y el monto de las
transacciones, señalándose que, con excepción de los “mercados electrónicos” que
actúan como generadores de comercio con valor añadido, el medio telemático no parece
estar hoy “creando” localmente nuevo comercio ni adicionando significativo valor a las
transacciones, sino más bien canalizando digitalmente transacciones que anteriormente
se concretaban por otros medios.
El potencial
Respecto del potencial económico-social de Internet, las propuestas tradicionales solían
suponer implícitamente que la “conectividad” actuaría como variable independiente,
operando como efector clave de cambios en las variables políticas, económicas,
culturales, educativas, laborales, científico-tecnológicas y administrativas -entre otrasque inciden sobre las oportunidades de progreso y bienestar del conjunto social.
Hoy se manifiesta claramente que, si bien puede ejercer cierta influencia sobre las
referidas variables, también debe contemplarse –de manera recíproca- que cada
comunidad “procesa” a la "conectividad" en función de sus propias características
socioculturales -valores, restricciones, actitudes y sesgos- manifiestas y latentes. Como
consecuencia, esta variable puede considerarse dependiente cuando se visualiza que las
referidas características determinan o condicionan su penetración, utilización. resultados
e impactos; o interviniente en la medida en que se supone que genera ciertas
condiciones adecuadas para que otras variables comunitarias se constituyan en
catalizadoras de transformaciones que conduzcan al desarrollo económico-social.
Nuestras reflexiones inclinan la perspectiva hacia el enfoque de la "conectividad" como
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variable dependiente, o –en el mejor de los casos- como interviniente en el proceso de
desarrollo económico-social de la Argentina.
Para caracterizar la situación del país con relación a los factores reconocidos
globalmente como condicionantes de la penetración, utilización, resultados e impactos
de Internet, se adoptarán aquí –entre diversas opciones disponibles- las dimensiones y
variables incluidas en el documento "Preparación para el mundo interconectado: una
guía para los países en desarrollo”(4).
La Argentina satisface razonablemente la dimensión "Condiciones de acceso a la red"
en cuanto a:
a) infraestructura de comunicaciones,
b) disponibilidad de Internet,
c) costos de acceso a Internet,
d) velocidad y calidad de la red,
e) soporte físico y lógico, y
f) servicio y soporte técnico.
Respecto de la dimensión "Aprendizaje interconectado”, la Argentina presenta cierto
rezago (con relación a países avanzados), junto con pronunciadas “brechas domésticas”,
en las siguientes variables:
a) acceso de las escuelas a las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TICs),
b) mejoramiento de la educación con las TICs, y
c) desarrollo de la fuerza de trabajo tecnológica.
Con relación a la dimensión “La Sociedad interconectada”, la Argentina exhibe
también cierto rezago en las variables:
a) individuos, hogares y organizaciones en línea,
b) uso de las TICs en la vida cotidiana, y
c) las TICs en los lugares de trabajo.
Respecto de la dimensión “La economía interconectada”, el estancamiento económico y
la caída de ingresos confluyen con ciertas pautas culturales e idiosincrásicas,
condicionando los valores de las siguientes variables:
a) oportunidades de empleo en TICs,
b) comercio B2C, y
c) comercio B2B.
Con relación a la siguiente variable gobierno electrónico, tampoco se cubren
expectativas elementales en lo relativo a:
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i) transparencia de la gestión pública,
ii) unificación de interfaces entre el ciudadano y el Estado, y
iii) conectividad e integración de sistemas y bases de datos.
En lo relativo a la dimensión “Políticas públicas de la red”, la Argentina presenta hoy
algún rezago en las variables “regulación de las telecomunicaciones” y “política de
comercio de las TICs”; dado que las indefiniciones remanentes en los marcos
regulatorios –junto con los efectos de la recesión, la “pesificación” y la devaluaciónparecen inhibir la concreción de nuevas inversiones y de ciertos beneficios asociados a
la competencia sectorial. Pero las mayores limitaciones de nuestro país para aprovechar
las oportunidades emergentes de la "conectividad" parecen residir hoy en la variable
"ambiente económico y de negocios", que incluye los siguientes factores:
i) riesgo político percibido,
ii) características y previsibilidad del sistema legal,
iii) firmeza de las políticas económicas y monetarias,
iv) cultura emprendedora,
v) acceso a capital de riesgo, y
vi) regulaciones y restricciones a la pequeña empresa.
Más allá de quebrantar la aptitud de la Argentina para beneficiarse con la
“conectividad”, los referidos factores –vinculados esencialmente a nuestros déficit de
credibilidad- operan como inhibidores -directos e indirectos- del desarrollo del conjunto
social.
Las brechas
Frente a las oportunidades y amenazas asociadas a la “conectividad”, la mayor parte de
los países procuran promover el acceso de sus ciudadanos a las tecnologías de
información, y asignan significativos recursos a reducir la denominada "brecha digital"
(“digital divide”), emergente de las disparidades socio-económicas que afectan las
posibilidades de dicho acceso. Cabe señalar, por ejemplo, los avances logrados por
países como Australia, Canadá, Finlandia, Francia, India, Israel, Malasia,
Noruega, Nueva Zelanda y Suecia, entre otros.
La Argentina ha exhibido tradicionalmente una diversidad de proyectos –algunos con
enunciados plausibles- no enmarcados en una estrategia general, sino más bien en un
escenario atomizado de “políticas” frecuentemente voluntaristas, espasmódicas,
clientelares o nepóticas, con proliferación de iniciativas de “portales” o de
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equipamiento masivo (con endeudamiento externo) que no parecen viables si se
consideran experiencias como la de los Centros Tecnológicos Comunitarios (CTCs)
junto con las restricciones para su operación, atención, mantenimiento y actualización.
Al confrontar dicha realidad con las que exhiben otros países en sus políticas y
estrategias de “conectividad”, puede inferirse que en la Argentina -sin perjuicio de la
inquietante magnitud de la "brecha digital"- las mayores amenazas no parecen residir en
dicha “brecha”, sino en “fracturas” que, afectando valores, objetivos, pautas culturales
y prácticas sociales de la comunidad, implican hoy una virtual marginación del mundo
del progreso. En caso de no reducirse drásticamente las referidas “fracturas”, los
habitantes remanentes en la Argentina podríamos quedar –además de inmensamente
endeudados- aislados e involucionando en un profundo letargo en que el (quizás
generalizado) acceso a Internet no contribuirá a mejorar aspectos básicos de la calidad
de vida de crecientes sectores que –más allá o más acá de la “brecha digital”- padecerán
los efectos de la exclusión social.
Cabe concluir proponiendo la visión de una Argentina que, superando las barreras que
coartan nuestra credibilidad interna y externa, reconozca a la “conectividad” como un
medio facilitador de mejoras sustanciales en la calidad de vida del conjunto social, y
como un valioso instrumento para participar activamente en el mundo del progreso.
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NOTAS
(1)
Licenciado en Administración (Universidad de Buenos Aires), con estudios de posgrado
en gestión y evaluación de políticas públicas.
Miembro del Centro de Estudios en Administración y Economía, Facultad de Ciencias
Económicas de la UNCPBA. Investigador del Area Sector Público del Centro de
Estudios Científicos y Técnicos de la Federación Argentina de Consejos Profesionales
de Ciencias Económicas. Profesor de Posgrado de la Pontificia Universidad Católica
Argentina “Santa María de los Buenos Aires”.
[email protected]
(2) www.princecooke.com
(3) En general, los proveedores de acceso a Internet aprecian que aún no disponen de
suficientes elementos de juicio fundados acerca de los efectos de la “pesificación” sobre
sus carteras de clientes, sus tarifas y sobre la continuidad y calidad de sus servicios.
(4) Publicado por el Information Technologies Group del Center for International
Development de la Harvard University, 2001 (www.readinessguide.org)
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