Foto internet La saga del perro del hortelano Richard Chase Smith, PhD1 El sábado 14 de junio, el diario El Comercio publicó un editorial en donde alegaba que las tierras en manos de las comunidades campesinas y nativas representan un gran desperdicio para el Perú, y exhortaba al Estado a que titulase parcelas individuales dentro de ellas a fin de permitir y facilitar su hipoteca o venta. Las distorsiones contenidas en los argumentos esgrimidos por El Comercio sugieren que estamos ante una campaña a favor de quienes codician estas tierras y recursos comunales, como podrían ser la agroindustria, la minería y las urbanizadoras. El referido editorial es el tercero publicado por dicho medio de comunicación, con la misma posición, en los últimos dos LIMA, SÁBADO 14 DE JUNIO DEL 2014 años. Se pueden identificar una serie de argumentos en los tres textos, que parecen apuntar en la misma dirección: desprestigiar a la institución de la comunidad indígena. El origen de la propiedad comunal El primer argumento afirma que el régimen de propiedad comunal en el Perú es un mal heredado del gobierno militar de Juan Velasco Alvarado. Falso. La institución de la «comunidad indígena» tiene raíces tanto precoloniales (los sistemas indígenas de tenencia y producción) como coloniales (las «reducciones de indios» de los siglos XVI y XVII). Estas comunidades originarias o de «indios» fueSÁBADO 14 DE JUNIO DEL 2014 www.elcomercio.pe 88 625 EDICIÓN SÁBADO A28. EL COMERCIO OPINIÓN INDEPENDENCIA Y VERACIDAD “El valor de la propiedad depende del grado de y registros que su derecho y, por lo tanto, de la existencia de títulos certidumbre con el que sus titulares pueden probar Velasco’ /8 de febrero del 2014 Editorial de El Comercio Privados en la ‘Juan DIRECTOR GENERAL: la certifiquen”. AL SERVICIO DEL PAÍS FRANCISCO MIRÓ QUESADA C. EDITORIAL El sueño de la propiedad propia des privadas que, Deben reconocerse legalmente las propieda Y a se sabe que el derecho de propiedad que no se puede probar clara y fácilmente vale menos que el que sí. Es lógico que así sea: uno descuenta de lo que está dispuesto a pagar por algo lo que le costaría hacer que los demás lo reconozcan como el dueño de ese algo. Por el mismo motivo, el derecho de propiedad que no se puede probar clara y fácilmente no sirve para obtener créditos o sirve solo para obtener créditos en condicio nes muy castigadas: los bancos –y cualquier otro prestamista– no consideran que sirve de mucho la “garantía” cuya eventual propiedad (en caso les de que su deudor no les pague lo que les debe) podría ser discutida sin esfuerzo. Puesto en otras palabras, los derechos de propiedad sobre los que no hay títulos claros constituyen un desperdicio de riqueza, tanto para sus (precarios) titulares como para la economía en la que existen. En el Perú este desperdicio no es pequeño: según el Censo Nacional Agropecuario (Cenagro) del 2012, ni más ni menos que el 24,64% de las parcelas rurales carece de un registro que identi fique a sus propietarios. Es, pues, muy positivo que este gobierno se 14 ades. de facto, ya existen al interior de muchas comunid un gran apogeo en el país –el gobierno del gene haya propuesto hacer algo por titular la propie de ral Velasco, de hecho, hizo de ella una especie dad rural en el país, para lo que el Ministerio de emblema– y ha de resultar difícil cuestionar una Agricultura (Minagri) obtuvo hace un tiempo de s generacione a inculcada fue nos visión que un préstamo de US$50 millones de una organi peruanos desde nuestra educación escolar. zación internacional. Y es también de saludar Para quien no parece haber sido tan difícil ha la que el defensor del Pueblo acabe de recordar cer este cuestionamiento, sin embargo, es para prioridad de esta misión al gobierno, hacien los propios comuneros, quienes do énfasis en el caso de la propie crean vienen COMUNIDAD desde hace tiempo dad colectiva de las comunidades Los demás peruanos do propiedades individuales de campesinas y nativas, que son las no estamos obligados a facto en el medio de sus comuni titulares de buena parte de los pre - ninguna asociación, pero dades y heredándoselas de pa los comuneros sí, porque dios rurales con problemas de ti dres a hijos, con el reconocimien una. de país. dentro el en “nacen” existen que tulación to del grupo. De hecho, el propio la de medio en El problema, Cenagro del 2012, elaborado por el INEI, recoge defensoría la ni Minagri el ni que es buena noticia, a 1’555.134,31 hectáreas como pertenecientes han hablado de reconocer la propiedad individual de comunidades campesinas. ¿Cuán miembros comunida las de seno el que, de facto, existe en tas de las parcelas de ese 24,64% que queda sin des, asumiendo, aparentemente, que sus miem n también a miembros indivi pertenecerá titular propie de bros prefieren seguir con el esquema duales de estas comunidades? dad colectiva que hasta hoy les manda la ley. La respuesta a la pregunta anterior parecería ¿Por qué mantendrían el Minagri y la defen ser “muchísimas”. Al menos a juzgar por las escri soría una asunción así? No se nos ocurre otro turas ante jueces de paz o ante notarios locales, motivo que la inercia. Después de todo, la con documentos de compraventa, los testamentos los cepción de los comuneros peruanos como per comu los que con recursos de lista rica la y toda sonas colectivistas por naturaleza fue empujada neros intentan “legalizar” su propiedad indivi con mucha fuerza por ideologías que tuvieron dual. Intento este que, sin embargo, está conde nado al fracaso –de ahí las comillas–, puesto que el Estado solo está dispuesto a reconocerlos como propietarios colectivos, al margen de lo que ellos piensen al respecto. Y a nadie parece resultar le esto discriminatorio y menos que a nadie a los Los supuestos “protectores” de las comunidades. demás peruanos no estamos obligados a ningu na asociación, pero los comuneros sí, porque “na cen” dentro de una y seguir en ella es, por lo visto, lo que les corresponde. Lo contrario –permitir que los “antropos” les resulten contestones a los antropólogos– no parece ser una opción. Desde luego, dicen los “defensores” del sis tema comunal que el “neoliberalismo” quiere destruir las comunidades, que son mucho más que propiedades: modos de vida, sistemas cul turales, tradiciones. Pero no se llega a entender cómo una reforma que trate de reconocer exclu deseen –o optado sivamente a quienes ya han optar en el futuro– por una determinada forma implícito de propiedad (con el consentimiento de sus comunidades) puede suponer “destruir” su modo de vida. Los modos de vida no se pue de den “proteger” de buena fe contra la voluntad quien los vive. ron reconocidas de manera oficial por la Constitución de 1920, a principios del oncenio del presidente Augusto B. Leguía. La titulación de las tierras comunales empezó en 1928, y para 1968 —cuando asumió Velasco— ya se había titulado el 37% del total de comunidades indígenas/campesinas. En sus siete años de gobierno, Velasco sólo tituló el 4% del total, es decir, menos de la mitad que el 10% del presidente Fernando Belaunde en la década de los sesenta. En lo que va de la historia, el primer gobierno de Alan García tituló el mayor número de comunidades indígenas/ campesinas (23%), mientras que el de Alberto Fujimori tituló el mayor número de comunidades nativas (45%). El colectivismo y las comunidades El segundo argumento de El Comercio aduce que tanto el gobierno de Velasco como los antropólogos pretendieron engañar al país con el mito de que los comuneros indígenas son «colectivistas por naturaleza». Según el editorial, esto es desmentido por la existencia de parcelas individuales dentro de las comunidades. Falso. En realidad, existe una tremenda ignorancia y desdén en un sector de la población urbana acerca de las comunidades indígenas en el Perú. Quienes las conocemos bien (aun siendo antropólogos) sabemos que no son «colectivistas». Son familias a menudo emparentadas entre sí, que comparten una LA REVISTA AGRARIA / 163 vida e historia social, religiosa, estética y simbólica dentro de un espacio común. La producción es asunto de cada familia y se practica en parcelas heredadas o asignadas por la comunidad. Siempre ha sido así. Por esta razón, cada comunidad es un mosaico complejo de ecozonas subdivididas en parcelas familiares y comunitarias, con diferentes usos y derechos. Y sus miembros tienen la obligación de participar en los órganos de gobierno comunitario para asegurar el buen cuidado y manejo del mosaico en su conjunto. La libre disposición de la propiedad El tercer argumento —tomado del economista Hernando de Soto— afirma que la propiedad comunal no es una propiedad real, dado que niega a los comuneros la oportunidad de —libremente— arrendarla, venderla, hipotecarla, o de asociarse para usarla en una empresa. Falso. La propiedad comunal es una forma de propiedad privada asociativa, similar a una cooperativa o una sociedad anónima. Sobre los derechos, obligaciones y usos de cada forma de propiedad privada rigen normas y restricciones; la propiedad comunal no es una excepción. Desde la Constitución Política de 1979, y con más apertura desde la de 1993, la comunidad indígena tiene todo el derecho de disponer libremente de su propiedad y de asociarse —según su conveniencia— para usar las tierras, siempre y cuando medie un acuerdo formal entre sus integrantes, conforme a las normas establecidas por el Estado. El cuarto argumento de los editoriales de El Comercio es el que evidencia la intención de esta campaña: afirma que la propiedad comunal es un capital desperdiciado para el Perú porque obliga a mantener tantas tierras inmovilizadas. Se trata de un viejo argumento: al igual que los comerciantes y terratenientes criollos buscaban liberar las tierras y mano de obra indígena para su propio uso a principios del siglo XIX, hoy se busca quitarles a los indígenas este «capital muerto». El expresidente Alan García fue muy directo en su artículo «El síndrome del perro del hortelano», publicado, precisamente, en el diario El Comercio en 2007: «Hay [...] otros millones de hectáreas que las comunidades y asociaciones no han cultivado ni cultivarán [...] tierras ociosas porque el dueño no tiene formación ni recursos económicos; por tanto, su propiedad es aparente. Esa misma tierra, vendida en grandes lotes, traería tecnología de la que se beneficiaría también el comunero [...]»2. En el contexto americano —y como nos muestra la historia—, el Perú ha sido uno de los países más mezquinos con sus pueblos indígenas y originarios. Ellos, y los temas que les conciernen, merecen un trato mucho más serio que el que El Comercio les está dando. Notas 1 2 Director ejecutivo del Instituto del Bien Común (IBC). Diario El Comercio, 27.10.2007. publicacionespublicacionespublicacionespublicacionespublicacionespublicacion «Análisis de la política pública sobre reconocimiento y titulación de las comunidades campesinas y nativas» (informe). Defensoría del Pueblo. Lima, 2014. Durante 2013, la Defensoría del Pueblo realizó una supervisión a los gobiernos regionales con el objetivo de analizar los avances y desafíos en el proceso de reconocimiento y titulación de comunidades campesinas y nativas. Luego de sistematizar y analizar dicha información, concluyó que el Estado peruano no cuenta con una política pública adecuada para enfrentar dicho proceso. Este informe fue remitido recientemente al Ministerio de Agricultura y Riego, con recomendaciones orientadas a que las comunidades campesinas y nativas obtengan seguridad jurídica sobre sus tierras comunales y se garantice su identidad cultural y el desarrollo de sus vidas en comunidad. Puede examinarse en <http://bit.ly/1qAXCyx>. El mundo indígena. Autores varios. Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA). Copenhague, 2014. El libro ofrece 58 informes y 15 artículos sobre procesos internacionales en el mundo indígena, que reflejan las actuales violaciones de los derechos humanos a escala mundial, con especial foco en los derechos a la tierra, territorios y recursos de los pueblos indígenas. De igual manera, analiza otros procesos, como el camino hacia la Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas, su participación en las JUNIO de 2014 negociaciones sobre cambio climático y en la agenda de desarrollo post 2015, y sus luchas locales por la implementación de su derecho al desarrollo basado en el consentimiento libre, previo e informado. Los autores son activistas y expertos indígenas y no indígenas que han trabajado con el movimiento indígena durante muchos años y forman parte de la red de contactos de IWGIA. Texto descargable desde <http://bit.ly/TiAQgR>. Los derechos de propiedad sobre las tierras comunales. Lo que se debe saber. Castillo, Pedro y Laureano del Castillo. Lima: Heifer y Cepes, 2014. Esfuerzo de sistematización sobre los derechos de propiedad sobre las tierras comunales, busca combatir una de las mayores dificultades que enfrentan las comunidades: la falta de información sobre sus derechos de propiedad y el aprovechamiento de los recursos naturales ubicados en sus tierras. Este material está destinado a la sensibilización y capacitación que realiza Cepes en Huancavelica, en el marco del proyecto Mujeres y Familias Campesinas Contribuyendo a las Seguridad Alimentaria y Gestión de Recursos de Comunidades Campesinas de Huancavelica, con el apoyo de Heifer Perú. Texto descargable desde <http://bit.ly/1ikifgj>. 15