Estrategia Nacional de Cambio Climático 2014: mucho que debatir

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Más conflictos por el agua en
el horizonte
El anuncio de esta millonaria inversión en proyectos de irrigación en
Ica, ha provocado también rechazo
en Huancavelica. Silvano Guerrero
—comunero de Carhuancho— advierte que «va a recrudecer el conflicto entre Ica y Huancavelica, porque en estas zonas hay poblaciones
que están totalmente vinculadas y dependientes del recurso agua».
El antiguo conflicto hídrico entre
Ica y Huancavelica es el resultado de
una larga tradición costeña que ignora a los habitantes de las zonas altas de las cuencas, en beneficio de
los habitantes de los valles y desiertos de la costa peruana 3, y, por lo
expuesto, ahora tampoco se presta
atención a las necesidades de los
pequeños agricultores costeños en
estos proyectos. Es necesario que el
Estado peruano rompa con esa injusta tradición y se instale una mesa
de diálogo para llegar a acuerdos en
lo que respecta a los proyectos hidráulicos anunciados. Se deben escuchar las propuestas no solo de los
agroexportadores, sino también de
las comunidades campesinas y pequeños agricultores de ambas regiones. De esta manera, se garantizará
una distribución más equitativa de los
beneficios de tales proyectos.
La solución del problema hídrico
de Ica pasa por una disminución de
la demanda de agua subterránea, con
uso eficiente en riego y cambio de
cédulas de cultivo con menor consumo de agua, como se recomendaba originalmente en el plan de gestión del acuífero del valle de Ica y
pampas de Villacurí y Lanchas.
Notas
1
2
3
Periodista del Observatorio de Cambio Climático del Cepes.
«Exigirán proyecto hídrico La Polvareda»
(Correo Ica, 12 de agosto de 2014).
Axel Dourojeanni. «Trasvases de agua en el
Perú», en Debate Agrario 46. Lima: Cepes,
2014.
AGOSTO de 2014
Estrategia Nacional de
Cambio Climático 2014:
mucho que debatir
Por Beatriz Salazar1
El mes pasado, el Ministerio del Ambiente (Minam) puso a consulta pública la versión actualizada de la Estrategia Nacional de Cambio Climático (ENCC), dando un plazo de
veinte días útiles para recibir los
aportes de la ciudadanía, el que luego fue ampliado por diez días más.
Este plazo tan breve sorprende si se
contrasta con los casi tres años que
ha esperado la sociedad civil para conocer la nueva ENCC, que viene
siendo anunciada desde 2011. El
documento ha sido objeto de observaciones que merecerían un debate
más amplio, serio y transparente,
aunque tomase más tiempo que el
previsto por el Minam.
Una de las críticas más generalizadas es que la nueva ENCC no establece metas ni indicadores, ni responsabilidades ni mecanismos de coordinación entre los distintos niveles de
gobierno y los sectores. El Minam argumenta que la ENCC pretende ser
un instrumento orientador para que
establezcan sus propias políticas sectoriales o regionales frente al cambio
climático, y que en los planes de acción sectoriales y subnacionales será
donde se fijarán las metas e indicadores. Pero este enfoque implica que
existan capacidades establecidas y
voluntad política a nivel subnacional
y sectorial, las que en la actualidad
son insuficientes.
En estas circunstancias, lo mejor
sería que la ENCC fijara claramente
las responsabilidades a nivel nacional, subnacional y sectorial, así como
los mecanismos de articulación entre los implicados. Además, debe
establecer metas referidas al perfec1
cionamiento, monitoreo y revisión
periódica de la propia ENCC y el desarrollo e implementación de las políticas, programas y planes sectoriales y subnacionales. Los mecanismos de financiamiento tampoco están claros: solo se da una lista de
opciones de financiamiento (pública, privada, internacional), pero no
se señala ningún instrumento económico especialmente diseñado para la
gestión del cambio climático.
Otro cuestionamiento a la nueva
estrategia es que no determina grupos poblacionales, ecosistemas o
sectores prioritarios en los cuales
concentrar las medidas de adaptación y/o mitigación. Por ejemplo, la
propuesta no prioriza ninguna línea
de acción referida específicamente
a la población rural y a los agricultores, pese a que en el diagnóstico se
reconoce que «particularmente, debe
tenerse en cuenta la alta vulnerabilidad de las poblaciones más pobres
y los grupos en riesgo, como los
pueblos indígenas y poblaciones rurales en general».
Existen muchos otros puntos de
la ENCC que merecen debatirse sin
apresuramientos. Como mencionan
el Grupo COP 20 y la Plataforma
para el Ordenamiento Territorial, en
un pronunciamiento conjunto, es
necesario asegurar que la ENCC
responda a las necesidades reales de
nuestro país, sobre todo de los grupos más vulnerables, como los pueblos indígenas, los campesinos, las
mujeres y la población en extrema
pobreza, aunque el proceso tome
más tiempo que el previsto por el
Minam.
Coordinadora del Observatorio de Cambio Climático.
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