Cáncer y fatiga

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Cáncer y fatiga
¿Fatigada?
Es normal, sólo cambia tus hábitos
Si sientes una inmensa falta de energía, de concentración y de interés en las actividades diarias, es
porque tu cuerpo está reaccionando al cáncer y a los tratamientos para combatirlo, como cirugías,
quimioterapia y radiación.
Aunque este cansancio crónico también puede ser ocasionado por problemas físicos y emocionales
(anemia, fiebre, infecciones, náuseas, tumores, ansiedad y depresión), es el efecto adverso más
significativo de los tratamientos contra esta enfermedad, y es muy común entre quienes la padecen.
Combate la fatiga con energía
Para conservar la energía que requieren tus jornadas diarias, es importante que sigas algunas
recomendaciones:
• Descansa mucho -acuéstate más temprano y levántate más tarde.
• No trates de combatir la fatiga; descansa cuando el cuerpo te lo pida.
• No sientas la obligación de desempeñar las mismas actividades que antes. Deberás modificar la
rutina diaria en función de tus nuevas prioridades.
• Acepta la ayuda de familiares y amigos.
• Trata de eliminar el estrés innecesario.
• Sigue una dieta balanceada para recibir la energía diaria que tu cuerpo necesita.
• Toma mucha agua durante el día; esto te ayudará a eliminar toxinas.
• Continúa con tu vida social. No abandones las actividades que te hagan sentir feliz, como las
reuniones con amigos y familiares.
• Haz ejercicio todos los días, sin llegar al agotamiento. Lo más recomendable es caminar.
• Consulta a tu médico periódicamente, sobre todo si sientes intensos altibajos de energía.
Cáncer y sexualidad
El cáncer no mata la sexualidad
La sexualidad es una parte muy importante de nuestras vidas, y muchas veces ni los doctores ni
nosotras, las pacientes, tocamos el tema de cómo nos afecta el tratamiento contra el cáncer o el
cáncer en sí.
Para empezar, es importante saber que es normal que perdamos el interés por la sexualidad debido
a que tenemos otras preocupaciones inmediatas: la salud, el dolor y la depresión. Pero puedes estar
segura de que el deseo regresará y debes estar preparada para saber cómo dirigirlo.
La clave para recuperar el interés es la comunicación con tu pareja. En cambio, el silencio es el peor
enemigo de una relación sexual saludable.
Es natural que pasemos por momentos de ansiedad, desesperación y frustración, sólo que es mejor
compartirlos. Es una relación de pareja y, por lo mismo, son dos los involucrados. No guardes tus
sentimientos nada más para ti.
Quimioterapia y sexualidad
Varios de los medicamentos utilizados en la quimioterapia dañan temporal o definitivamente
nuestros ovarios, lo cual puede derivar en infertilidad. Sin embargo, aunque dejemos de menstruar,
existe la posibilidad de un embarazo.
Las pacientes en tratamiento de quimioterapia experimentan síntomas de menopausia –incluyendo
bochornos, resequedad vaginal y dificultad en el momento de la penetración– y están más propensas
a padecer infecciones vaginales. Además, se puede presentar un sangrado ligero después de tener
relaciones, lo cual no debe ser motivo de preocupación, ya que es el resultado lógico del
adelgazamiento de la pared vaginal.
Con todo esto, nuestro cuerpo se debilita físicamente y, como es lógico, baja sensiblemente nuestro
deseo sexual. Tampoco podemos dejar de lado el bloqueo que nosotras mismas nos imponemos
porque los efectos secundarios –como la pérdida de cabello– hacen que nos sintamos poco
atractivas.
Hormonoterapia y sexualidad
La hormonoterapia es menos común que la quimioterapia, ya que no todos los tumores son sensibles
a los estrógenos. Para los que sí lo son, se usa el Tamoxifen, el cual evita que las células cancerosas
se alimenten de dichas hormonas.
Quienes toman este medicamento no sufren cambios tan severos en su actividad sexual, pues los
trastornos más comunes son los bochornos y la resequedad vaginal. Para contrarrestar esta última,
lo mejor es utilizar un lubricante a base de agua; la vaselina y los productos con aceites no son
recomendables.
Radiación y sexualidad
Durante un tratamiento de radiación, la piel del pecho cambia de color, se hincha y se vuelve mucho
más sensible al roce. En cambio, el pezón normalmente no se altera.
La cirugía o la radiación aplicada al pecho no reduce nuestro deseo sexual; tampoco disminuye la
lubricación vaginal o la sensibilidad de nuestros genitales.
Cirugía y sexualidad
Los problemas empiezan cuando nos tenemos que someter a una mastectomía. Perder el seno es
una experiencia difícil de enfrentar y sobrellevar, que afecta directamente la concepción que tenemos
de nuestra feminidad y nuestra sensualidad. Es difícil evitar la sensación de que hemos perdido
nuestro atractivo, lo cual repercute directamente en nuestro deseo sexual.
Debemos estar conscientes de que no hay reglas para encarar esta situación. Lo único que se puede
recomendar es hacer lo que cada quien considere que es lo correcto, tanto en el plano individual
como el de pareja.
¿Qué es linfedema?
Linfedema es el exceso de líquido linfático acumulado en los tejidos del brazo, y se presenta como
una inflamación.
El líquido linfático es transparente y circula por los tejidos de todo tu cuerpo.
El sistema linfático, que está compuesto por pequeños ductos, venas y ganglios, colecta dicho líquido
y lo deposita en el sistema circulatorio, proceso mediante el cual son transportadas proteínas, grasas
y agua. Al mismo tiempo, son removidas las impurezas.
El sistema linfático también produce las células del sistema inmunológico, llamadas linfocitos, que
son vitales para combatir a las bacterias.
¿Qué causa el linfedema?
En algunos casos, puede ser consecuencia de procesos quirúrgicos que remueven o dañan los
ganglios o venas linfáticas.
La radioterapia también puede afectar el funcionamiento de este delicado sistema de venas, y el
resultado puede ser la alteración de venas o la generación de adherencias que bloquean el flujo del
líquido linfático, lo cual provoca inflamación.
El padecimiento se puede presentar inmediatamente después del periodo postoperatorio o comenzar
inesperadamente varios años después.
¿Cómo se trata el linfedema?
Todavía no existe una cura, pero hay varios recursos para controlarlo.
Lo importante es que dispongas de información acerca del cuidado del líquido linfático para prevenir
el aumento de la inflamación y reducir los riesgos de una infección.
La terapia de compresión, monitoreada por profesionales, te ayuda a desinflamar el edema y a
mantener el brazo suave y flexible. Además, el ejercicio moderado puede ser incluido como parte de
tu programa integral.
Después de una evaluación y con la aprobación de tu terapeuta, es recomendable que utilices una
manga de compresión o un vendaje; otra opción es la terapia a base de masajes para acelerar la
recuperación.
En algunos casos, la combinación de tratamientos produce mejores resultados.
¿Por qué tengo linfedema?
Ésta es una pregunta frecuente. No hay un claro entendimiento del porqué algunas pacientes
desarrollan esta inflamación, ya que hay mujeres que no la padecen aunque estén sometidas a algún
tratamiento para combatir el cáncer de mama.
La presencia de la inflamación puede generar en ti sentimientos de frustración, enojo o decepción.
En este caso, los grupos de apoyo son una buena opción para que compartas tus sentimientos, sobre
todo cuando no puedes hablar con algún familiar cercano o con alguien que haya pasado por esta
experiencia.
¿Por qué es importante el tratamiento?
El riesgo de contraer una infección en el brazo es alto para muchas pacientes con linfedema. Esto se
debe a que el líquido colectado en el brazo es rico en proteínas y, por lo tanto, se presentan
condiciones ideales para el crecimiento de las bacterias. Aunado a ello, el sistema linfático no trabaja
con su capacidad defensiva usual, así que no puede eliminar las bacterias y virus.
La asepsia y la buena calidad de vida son fundamentales. Si dejas de tratar el linfedema, tus brazos
se pueden inflamar a tal grado, que se obstruye la circulación y pierdes la movilidad del brazo
afectado. Es entonces cuando empiezas a sentir molestias y dolor.
¿Cuándo debo llamar al médico?
Si te detectan el linfedema en las primeras etapas, puede ser controlado. Debes contactar a tu
cirujano oncólogo desde que se presentan los síntomas de inflamación; no importa que sean leves.
Recuerda que en estos casos, cada minuto cuenta.
Sugerencias para mantener sanos tus brazos
• Debes mantenerlos siempre limpios. Usa un jabón bajo en PH y lávalos con movimientos suaves.
• Mantén la piel humectada, ya que si está seca es más propensa a una infección.
• Utiliza guantes para las labores domésticas.
• Cuídate de las picaduras de moscos e insectos. También debes usar bloqueador para protegerte del
sol.
• Evita utilizar uñas postizas, ya que éstas propician el crecimiento de hongos.
• Siempre lleva contigo jabón y crema antibacterial. Si tienes una cortada, por pequeña que sea,
debes lavarte las manos y utilizar la crema antibacterial.
• Evita levantar objetos pesados y realizar ejercicios repetitivos porque te pueden provocar una
contracción muscular.
• El ejercicio es bueno, pero no debes excederte. No inicies una rutina de acondicionamiento físico
sin consultar primero a un entrenador.
• Trata de no cargar bolsas u objetos en el hombro del brazo lastimado.
• En tus visitas al médico, recuerda que no deben sacarte sangre o inyectarte en el brazo afectado.
• Viste ropa holgada y cómoda. Trata de no utilizar pulseras o joyas en el brazo lastimado, ya que
pueden aumentar la inflamación debido al exceso de presión ejercido en determinadas partes del
brazo.
• Si viajas en avión, siempre usa una prenda de compresión en el brazo con linfedema. Así evitarás
que la presión de la cabina te cause inflamación.
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