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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN DE LA COMISIÓN DE LEGISLACIÓN GENERAL
Salón “Arturo Illia” — H. Senado de la Nación
3 de Junio de 2010
Presidencia de la señora senadora Negre de Alonso
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– En el Salón Illia del Honorable Senado de la Nación, a las 16 y 22
horas del día jueves 3 de junio de 2010:
Sra. Presidenta (Negre de Alonso). – Damos inicio a la reunión de la Comisión de
Legislación General.
Vamos a iniciar el tratamiento de los proyectos 354/09 y 259/09, de señor senador
Rodríguez Saa y de la suscripta, sobre objeción de conciencia.
Ya lo habíamos puesto en el orden del día, en otras reuniones. No tuvimos tiempo de
desarrollarlo. Pero, figuraba para avisar que empezábamos a tratar el tema. La señora
senadora Escudero ha enviado una propuesta de disertantes.
Vamos a tratar que la Comisión funcione y que podamos ir desarrollando otros temas
paralelamente y no únicamente abocarnos al tema del matrimonio homosexual. También,
tenemos que avanzar en los otros temas que los señores senadores proponen.
A su vez, está a la firma el dictamen sobre la modificación del artículo 118 de la ley
de seguros, del señor senador Guinle y de la suscripta. Ya fue tratado y acordado. Falta
suscribir el dictamen.
Hará uso de la palabra el doctor Fernando Toller, quien es doctor en Derecho de la
Univesidad de Navarra y es el director del Doctorado de la Universidad Austral de la
República Argentina. Tiene varios libros escritos. Quiero pedirle disculpas expresas. En esta
vorágine, no hemos traído su currículum, pero va a ser incorporado en la versión taquigráfica.
Además, quiero decir que el doctor Fernando Toller, como bien lo reconozco en los
fundamentos del proyecto que he presentado, es el autor intelectual del mismo. Por eso es que
lo he suscripto. Quisiera que lo explique. Si quedan interrogantes, luego, podrá contestar las
preguntas.
Sr. Toller. – Muchísimas gracias, señora senadora, por la presentación y por esta invitación
para exponer ante la Comisión de Legislación General, a los señores senadores y a los
asesores, este proyecto sobre un tema, de algún modo, muy viejo, milenario y, de otro modo,
muy nuevo.
Es muy viejo porque Sófocles en Antígona toca este tema. En la Grecia Antigua, toca
el problema de Antígona, quien no quiere obedecer una ley. A lo largo de 2000 años, desde
Sófocles hasta la actualidad, este tema ha salido una y otra vez. Hay una enorme cantidad de
legislación dispersa en el mundo de diverso tipo y, también, en la República Argentina, sobre
todo a nivel local y provincial.
Por otro lado, es un tema nuevo porque si este proyecto de ley y el proyecto del señor
senador Rodríguez Saa, que es paralelo en muchos puntos fueran aprobados, conformarían la
primera legislación nacional del mundo que trata integralmente el problema de la objeción de
conciencia y lo resuelve. Lo estándar es alguna norma perdida sobre el tema militar, el
servicio militar obligatorio, el servicio de enfermería y temas médicos.
No hay todavía una conciencia clara a nivel legislativo de que el problema excede lo
militar, el sufragio o lo médico. Uno no puede estar yendo como atrás de los epifenómenos.
Es necesario realizar un tratamiento integral de un derecho humano importantísimo.
Vamos a ver que está en la misma base del constitucionalismo y de lo que pensamos y
creemos del Estado social y democrático de derecho. Pero, este es un derecho al que le falta
florecer. A veces, uno piensa, a partir de toda la legislación, los tratados internacionales y la
jurisprudencia, ¿quedan derechos a los que les falta florecer? Sí, hay derechos a los que
todavía les falta terminar de florecer y éste es uno de ellos.
¿De qué estamos hablando? Estamos hablando de que la legislación, tanto leyes en
sentido formal como la normativa, la producción de obligaciones jurídicas de los Estados
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mordernos es amplia. En muchos casos se da una encrucijada en la vida de personas o
instituciones, donde determinada obligación choca de frente con alguna creencia religiosa o
con alguna asunción ética filosófica, que para esa persona o institución es absolutamente
fundamental, al punto tal que están dispuestos a ir a la cárcel para no cumplirla. El tema es
demasiado serio. Hay personas que están dispuestas a ir a la cárcel, porque dicen que no van
a cumplir determinada cosa, inclusive con amenaza de cárcel.
Entiendo que esta ley viene a respetar derechos de diversas minorías, que en nuestras
sociedades cada vez más plurales, es necesario reconocer e identificar.
Entonces, se trata de un derecho humano de raigambre constitucional y de los tratados
internacionales de derechos humanos. Una persona o institución se niega, por imperativo de
conciencia, sea religioso o ético, no político. Esto no es desobediencia civil. No es una
cuestión de una desobediencia política. Es una desobediencia ética o religiosa de conciencia,
porque contradice sus ideas.
De alguna manera, esto de la objeción de conciencia es una aplicación práctica de la
libertad de pensamiento que está en la misma base del constitucionalismo, tal como lo
conocemos en 300 años. Está en la base del derecho a la libertad de conciencia y del derecho
a la libertad religiosa.
Por lo tanto, se trata de reconocer el derecho de incumplir una obligación legal,
cuando de dicho incumplimiento no se deriva un daño directo inevitable por otros medios, a
un tercero o a un interés público imperioso.
Voy a volver sobre este punto del daño que es importante.
Como dije, existen obligaciones que son específicas para determinados estamentos:
médicos, funcionarios públicos, abogados, y hay otros que son generales, como por ejemplo,
todos los empadronados tienen que ir a votar. Hay algunos muy específicos. El presidente de
la Nación tiene que jurar, dice la Constitución: “respetando sus creencias religiosas”.
La idea es unificar y darle un tratamiento para aclarar dudas y que se haga más
eficiente, a esto que está como disperso, que son diferentes epifenómenos de la objeción de
conciencia en la legislación local, nacional, internacional y comparada.
De alguna manera, también, para que sea menos traumático para la persona o la
institución que es objetora de conciencia, el tener que manifestar que piensa distinto en algo y
que cree o entiende filosóficamente que algo es de alguna manera, al punto tal que está
dispuesto a perder la libertad para que no se le viole su conciencia.No podían tener
obediencia debida; en ese caso, era claramente una orden injusta,
Lo interesante de la objeción de conciencia es que no sólo sirve para normas
irrazonables que puedan ser declaradas inconstitucionales por irrazonables o
inconstitucionales, porque en ese caso la persona se liberaría de su obligación con la
declaración de inconstitucionalidad, sino que también sirve cuando la ley es totalmente
razonable, considerada así por los jueces y por el parlamento, y una persona considera que va
contra su conciencia. A su vez, sabemos que los jueces, y hasta el parlamento, no son
infalibles, y algunas veces pueden considerar algo como muy razonable. El Bundestag
alemán consideró muy razonable que los judíos no pudieran comerciar, que después se fueran
a vivir a un barrio y luego que se trasladaran fuera de Alemania. Entonces, a veces hay cosas
que parecen muy razonables para los que están, pero alguna persona se opone.
Alberdi decía que el momento final de un derecho constitucional es cuando se tiene
que oponer a una decisión de la mayoría parlamentaria porque, de otro modo, la Constitución
viviría si las leyes la dejaran vivir. Pero hay algunas cosas, como la libertad religiosa, de
pensamiento y de conciencia, que no pueden estar sujetas a la decisión de una mayoría, sino
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que es algo intangible. Para esto la sociedad se congregó, hicimos las constituciones y
Estados de derecho.
Entonces, se trata de una objeción por motivos de conciencia –no política–, ética o
religiosa, para personas físicas y jurídicas. En nuestro país, a las personas jurídicas
tradicionalmente se les reconocieron derechos constitucionales, siendo un tema que no se
discute en la Argentina. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte
Interamericana han reconocido en varios casos derechos a personas jurídicas bajo la
Convención Americana. Después explicaré un poco más el fundamento, pero no hay razones
para que no se les reconozcan los derechos a las personas asociadas, que sí se les reconocen
cuando actúan de modo individual. Hacer esto sería discriminarlas por el hecho de asociarse.
Entonces, de su falta o desconocimiento en muchos regímenes a lo largo de la historia
se han derivado males terribles, de personas que no eran respetadas por cómo pensaban o por
lo que querían hacer. Es una conquista ineludible del derecho moderno, pero hay que dar un
paso más. Von Ihering hablaba de la lucha por el derecho. La lucha por el derecho no ha
terminado. Y creo que en la Argentina daríamos un paso trascendental, dando un ejemplo al
mundo. Este reconocimiento y concesión de derechos humanos fundamentales de un modo
orgánico, claro, no discutible, con un procedimiento muy concreto, es darle un ejemplo al
mundo de cómo se tiene que tratar la intangibilidad de la conciencia de la persona humana,
sea que actúe sola o asociada con otros.
Hay que tener en cuenta que el tema es terrible para la persona que es objetora,
porque no se trata de impedir que ésta algo, sino de obligarla a hacerlo. Los filósofos éticos
dicen que las normas éticas negativas, las que te prohíben hacer algo, son más serias y duras
que las positivas. Por ejemplo, yo tengo la obligación de cuidar a mi abuela, si está enferma y
sola, pero si hay una inundación y tengo que pasar nadando un río, no tengo obligación de ir
a cuidarla en ese momento, porque las normas positivas, que me piden que haga algo, no
obligan ante una grave incomodidad o riesgo.
Ahora bien, las normas negativas que prohíben matar a un inocente, someter a
esclavitud o torturar a una persona –por poner los tres ejemplos más contundentes– son
normas absolutas que en ningún momento y bajo ninguna circunstancia pueden pasar. Doy
esos ejemplos para demostrar que, cuando la norma te pide que hagas algo contra tu
conciencia, el conflicto interno es mayor que cuando la norma te impide hacer algo que tu
conciencia cree que debe hacerse. Es decir, uno puede dejar de hacer algo que le parece que
hay que hacerlo, y es razonable que deje de hacerlo cuando puede ir preso, por ejemplo.
En general, los objetores de conciencia están dispuestos aun a ir hasta la muerte para
no violar una norma que ellos creen que es absoluta y que no se puede transgredir. Por lo
tanto, el tema tiene una importancia y contundencia grande. Y no hablo sólo de historia, sino
de cosas que pueden suceder en el país. Hay muchas personas con ideales filosóficos o
religiosos muy claros, asumidos y milenarios, que no están dispuestos a dejarlos porque una
norma, sentencia, contrato o acto administrativo les digas lo contrario.
Esto está receptado en la Constitución Nacional, por lo menos, en unos quince
artículos. Se encuentra desde el juramento del presidente, profesar libremente el culto, el
derecho a trabajar, enseñar y pensar. Si yo tengo derecho a publicar mis ideas sin censura
previa es porque antes tengo derecho a pensar. Y si tengo derecho a pensar, para que sirva
para algo, es porque tengo derecho a vivir de acuerdo a lo que pienso. La libertad religiosa,
de pensamiento y de conciencia no sirven para nada si a uno le dicen “tienes libertad de
conciencia, pero no puedes actuar de acuerdo a ella”, “tienes libertad religiosa, pero si te
comportas de acuerdo a los mandamientos de tu credo, irás preso, pagarás una multa o te
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inhabilitaré para el ejercicio de tu profesión”. Y la libertad de pensamiento no sirve para nada
si, después de lo que yo pienso, las cosas que he adquirido, de las que me he convencido y
que son mis convicciones fundamentales, resulta que no las puedo vivir. ¿Para qué las
quisiera pensar, entonces? ¿Para vivir permanentemente en un drama interno, en un divorcio
entre lo que pienso y lo que la ley me obliga?
Estos son temas que llevan a unos dramas humanos terribles. Conozco personas
físicas y jurídicas que están dispuestas a desafiar la ley por este tema. La universidad donde
yo estudié en España acaba de declarar que en un punto no obedecerá una ley, ateniéndose a
lo que ocurra. Me llamaron los otros días de un hospital de Colombia, por un tema en el que
están todos procesados, preguntándome qué tienen que hacer, porque no obedecerán a la ley
en algún punto. Y acá hay un tema muy interesante: no vamos a obedecer la ley en un punto
en el cual la prestación que la misma ha instaurado la puede dar un tercero sin ninguna
problemática para la persona que requiere. En este caso, estamos hablando de aborto, por
ejemplo. Entonces, cuando no hay necesidad de que todas las instituciones privadas realicen
aborto, ¿cuál es la necesidad de que el Estado moderno ponga contra las cuerdas a una
persona, en virtud a la libertad religiosa que, por otro lado, la propia Constitución y los
tratados la reconocen?
También está en la Constitución el derecho a la privacidad en el caso de rechazo de
tratamientos médicos por razones personales, a la igualdad y a no ser discriminado por lo que
uno piensa, a pensar, a asegurar los beneficios de la libertad, a una forma democrática de
gobierno, sostenimiento del culto y respeto de todos los cultos. Digamos que todas estas
normas no son declaraciones inoperantes, sino que, juntas, confluyen a ser un entramado de
normas que hacen que la Constitución genere una red de protección de la libertad religiosa,
de pensamiento, de conciencia y del derecho a la objeción de conciencia.
Esto está en los tratados constitucionales con jerarquía constitucional. Aquí seré
menos prolijo que antes porque hay muchísima normativa que dice que uno puede asociarse
también por motivos religiosos y que la asociación puede vivir en libertad, que uno puede
pensar lo que quiera y practicar la religión. Cuando se dice “practicar la religión” no se está
diciendo solamente ir al servicio religioso, dado que esa es una visión antiquísima del
derecho a la libertad de cultos y está superadísima. El derecho a practicar la religión significa
que uno puede comportarse de acuerdo a su religión en todas las circunstancias; porque si no
la libertad religiosa sería una libertad de catacumbas, y no puede ser así. Una libertad de
catacumbas, de ir al culto y después ya no puedo vivir como pienso. Esa no es la libertad
religiosa que hemos conquistado luego de tantas guerras de religión y de haber reconocido a
las personas.
Entonces, declaración americana, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
Convención Americana sobre Derechos Humanos, Declaración Americana de los Derechos
del Hombre, todas son contestes en un montón de normas: en dar como la base, fundamento,
los cimientos de la libertad y el derecho a la objeción de conciencia.
Esto está en la legislación nacional. La ley de salud reproductiva lo reconoce
expresamente: derecho a la libertad de conciencia personal y a la objeción de conciencia de
las instituciones de salud privadas. La ley de anticoncepción quirúrgica también lo prevé. El
proyecto de ley de anticoncepción de emergencia también lo preveía, y hablaba en concreto
de las instituciones objetoras de conciencia. El decreto reglamentario de la salud reproductiva
también lo prevé. Después hay una pluralidad de legislación provincial, que no voy a
referirme pero hay más de 18 provincias que tienen distintos reconocimiento de la objeción
de conciencia para supuestos específicos.
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La Corte Suprema lo ha reconocido en siete sentencias: en su momento, contra el
gobierno militar que se empeñaba en echar de las escuelas a los chicos que no querían
reverenciar los símbolos patrios. Existe el caso Santa Cruz, donde el chico era tan bueno que
era el abanderado y dijo que no quería llevar la bandera, y la Corte —aún en el gobierno
militar— expresó que se le estaba violando la libertad de conciencia y otra libertad más, que
es la de aprender. Después en democracia han ido reconociendo en una sucesión de unas siete
u ocho sentencias el derecho a la libertad de conciencia y en concreto a la objeción de
conciencia en temas médicos y educativos, pero no hay una legislación clara.
En el caso de la Asociación de los Testigos de Jehová contra Ministerio de Educación
de Neuquén, ocho de los nueve ministros se sacaron el tema de encima por cuestiones
formales; salvo Elena Highton de Nolasco que dijo “¿Por qué vamos a echar a estas tres
maestras? ¿Por qué vamos a obligar a que cante Aurora si eso violenta su conciencia?” Y esto
no es un mal ejemplo para los chicos o para conformar la nacionalidad, sino que da el
ejemplo de que una persona puede tener convicciones muy firmes. Eso es un ejemplo
extraordinario para los chicos que se educan con esa maestra que los lleva a cantar el himno,
pero ella no lo puede cantar por motivos de conciencia. Llama la atención que la Corte actual
sólo un voto haya estado dispuesto a esto, porque falta una legislación nacional que diga que
lo que estaba haciendo el Ministerio de Educación de la provincia de Neuquén era algo
irrazonable. No había ninguna razón para impedirle estar callada y decir “No, yo quiero que
además cantes a la bandera”, porque falta una normativa clara sobre el tema.
Entonces, el tema está en la Constitución, en los tratados de Internacionales de
Derechos Humanos con jerarquía constitucional, en la legislación federal, en la
jurisprudencia de la Corte, en constituciones provinciales y en una pluralidad de leyes a lo
largo y ancho del país, pero está confuso, disperso y poco conocido. Entonces, creo que es
hora de que la Argentina dé un paso adelante y se convierta en pionera a nivel mundial con
una ley de vanguardia y pluralista, que reconoce que en la base del constitucionalismo está
que no se pueda obligar a nadie a actuar en contra de su conciencia; para eso generamos las
constituciones. Generamos esas constituciones justamente para reconocer el derecho más
esencial de una persona humana, que es el derecho de ser dejado a solas con su conciencia y a
que lo dejen vivir: que lo dejen trabajar, que lo dejen asociarse, que lo dejen funcionar como
un integrante más, sin ser discriminado por tener convicciones claras y distintas sobre algún
punto que no están de acuerdo con la mayoría. Para esto están hechas las constituciones: para
que los derechos constitucionales vayan en algún momento contra lo que la mayoría piensa.
Creo que además esto hay que extenderlo a las instituciones y no a las personas
individuales. Digo esto por varias razones: una de ellas es que existe el derecho a asociarse.
Si alguna función tiene el derecho a asociarse es que cuando uno se asocia no puede ser
sancionado porque se asoció. Dicho de otro modo: los seres humanos necesitamos asociarnos
para vivir en plenitud determinados derechos humanos. Por ejemplo, educar y aprender. El
tema religioso, clasicamente la región es gregaria, congregaciones, iglesias, cultos;
instituciones de salud, donde un médico individual no puede prestar la sofistificación de la
medicina contemploranea, sino que tiene que asociarse con otro y fundar un sanatorio.
Muchas veces esos sanatorios están fundados por razones religiosas, los hospitales surgieron
en la Edad Media como una cuestión de las religiones. Entiendo que fue el cristianismo que
puso a su disposición ser hospitalario con la persona enferma y cuidarla. Por eso a lo largo y
ancho del mundo está lleno de instituciones de salud que son realizadas con motivos éticos o
religioso.
En Estados Unidos el mayor prestador de salud no es el gobierno federal o los
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estados, sino las iglesias. Entonces, es un tema que llama a la reflexión porque esta no es una
ley para tres personas, y aunque fuera para tres personas —si es justo— esta ley debe ser
aprobada. Esta ley es para miles o millones de personas en algunos puntos. Los Estados
Unidos tiene 320 millones de habitantes, hay cientos de miles personas trabajando en
instituciones de salud con un ideareo ético, religioso, de lo que quieren hacer. Entonces, si
existe el derecho a asociarse, si existe el derecho a asociarse de modo religioso, si existe el
derecho a asociarse con fines útiles, filosóficos, tiene que existir el derecho a que los
derechos humanos puedan vivir solos y puedan asociarse a otro para vivirlo en asociación.
Entonces, si uno niega el derecho a los que son de conciencia de las instituciones,
vive en una ficción: piensa que la institución es una entelequia que se maneja sola y no ve los
fundadores, no ve los directivos, no ve los trabajadores que están en eso que el Tribunal
Constitucional español llama instituciones de tendencia, que tienen una tendencia ideológica,
religiosa, filosófica o como se la quiera llamar. El Tribunal Constitucional español en más de
diez sentencias ha dicho que tienen el derecho constitucional a un ideario plasmado en su
Estatuto o en alguna declaración del ideario de sus órganos de gobierno y a vivir y a
organizar la política estratégica y las acciones asistenciales educativas de esa institución de
acuerdo a esa idea que la llevó a existir. Por lo tanto, entiendo que esto no es sólo un derecho
de las personas físicas, sino que debe ser extendido claramente a las personas cuando nos
asociamos para buscar fines útiles, como es por ejemplo educar o atender a un enfermo.
Por tanto, hemos repasado cuál es la necesidad de esta legislación, cuáles son los
problemas que no están. Hasta la Corte Suprema del año 2005 no siguió su jurisprudencia
anterior y posterior por la falta de claridad. Hemos dado en su fundamento normativo a todo
nivel que tiene este derecho e intentado explicar que falta algo orgánico, que es en concreto
lo que se plantea en el proyecto de la senadora Fellner y que está también en el proyecto del
senador Rodríguez Saá, que tienen un paralelismo en un 60 por ciento de las cosas. Tienen
algunas diferencias, pero —quizás no es el momento para que yo me expida— como soy
autor o coautor de alguno, al otro le veo algún defecto; pero también vi algunas virtudes.
Estaría muy bueno poderlo fusionar, poder hacer una sinergia y tener un proyecto mejor.
Básicamente, la ley es muy corta: tiene tres títulos. En el primero se reconoce el
derecho humano fundamental la libertad de conciencia y a la objeción de conciencia de
personas físicas y de instituciones. Se da un muy simple procedimiento de ejercicio, que es
básicamente manifestarlo de modo escrito y si no hay tiempo de modo oral, cuando se plantea
una situación en un momento determinado que una persona no lo pudo preveer. Manifestar,
dar las razones suscintamente de por qué es objeta de conciencia y siempre que sea posible
hacer alguna prestación sustitutoria. Este es un poco el primer título. En el segundo título se
enumeran algunos casos emblemáticos de objeción de conciencia, desde la no prestación de
juramento, el no voto, la no participación en mesas electorales, el no practicar determinadas
prácticas médicas, a nivel enfermeros, a nivel médicos o directivos de hospitales de salud,
servicio militar, un tema clásico en esto.
Esa es la segunda parte y se dice expresamente que estos son ejemplos para que quede
claro que en los casos más conflictivos esto también es así. Pero son ejemplos a título
meramente enunciativo, porque la ley instaura un sistema genérico.
El tercer título es muy breve. Son algunas disposiciones generales sobre jurisdicción,
competencia, derogación tácita de normas que instauran la objeción de conciencia de un
modo más limitado que este, tanto a nivel federal o local, o normas que pongan límites a la
objeción de conciencia.
Esta es la estructura básica del proyecto. Entendemos que es una norma federal. En
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esto disiento con el señor senador Rodríguez Saa. Entiendo que no es bueno que sea una
norma que invite a la adhesión. Estaría incorporada en lo planteado en el artículo 75, inciso
23 de la Constitución. El Congreso de la Nación tiene potestad para dar plena vigencia a los
derechos humanos reconocidos en la Constitución y los tratados. Se trata de dar plena
vigencia a un conjunto de derechos tan vitales que vienen desde el núcleo de nuestra
conformación constitucional.
Entonces, entiendo que tiene que ser una ley federal, operativa en todo el territorio de
la Nación, pero, aplicable por tribunales federales o provinciales, según cuáles sean los
temas. Por ejemplo, si bien la materia es federal, entiendo que un hospital que depende de un
ministerio provincial o una escuela provincial, tienen que ir a discutir este tema a un tribunal
provincial. Si estamos hablando de un hospital de la Nación o un tema del Ejército, habrá que
ir a un tribunal federal.
Por lo tanto, si bien se trata de materia federal, el Congreso de la Nación puede dar su
aplicación, aunque no sea de códigos de fondo, a los tribunales provinciales. Me parece que
no es bueno que un tribunal provincial tenga que discutir en sede federal el tema.
De todos modos, quiero dejar algo en claro. Dentro de todas las virtudes que veo en el
proyecto del señor senador Rodríguez Saa, entiendo que la objeción de conciencia no tiene
que ser un derecho que largue contencioso. Es decir, que en cuanto empiece a operar, sea
contencioso en sede administrativa o judicial; sino que es una declaración de una persona que
está dispuesta a poner el pecho a las circunstancias que se deriven de esa declaración. Por
tanto, lo lógico es que el poder administrativo, simplemente, tome constancia de la
declaración que se ha hecho. Vea que dicha declaración sea seria. No que la afirmación es
seria.
Entiendo que no se puede entrar a controlar hasta dónde una creencia es sólida. No se
puede entrar a ver si una creencia es razonable. Evidentemente, lo que piensa esa persona
que, por la pluralidad de la sociedad es minoritaria, puede no ser razonable para la mayoría.
Pero no se puede entrar a juzgar si es razonable. No puede haber un comité que dictamine si
algo es razonable o no. Si la persona, realmente, es seria en su pensamiento, no tiene que
demostrar que hay una iglesia que dice eso. Tiene que demostrar que él piensa eso. Y con
eso, ya está.
Por lo tanto, entiendo que lo lógico sería que, en la gran mayoría de los actos de
declaración de objeción, los objetores no tengan un procedimiento contencioso, sino un mero
procedimiento de declaración en el hospital privado, público o donde fuera menester y, para
el caso de las instituciones, por ejemplo, la escuela en el ministerio que la aprobó.
Esto, en principio, no tiene por qué ser contencioso. Hay que recurrir, primero, al
recurso de alzada y, luego, a sede judicial contenciosa administrativa solo cuando fuera
menester.
Para terminar, quiero decirles que estamos en cumplimiento del mandato del
constituyente de 1994, de darle plenitud, de lo que los alemanes llaman “la máxima
optimización de los derechos humanos”. Tenemos que darle más fuerza, vigencia y claridad.
Tenemos que hacerle menos duro a la persona, que por conciencia, no quiere hacer algo, el
poder declarar ante la comunidad su creencia o su saber filosófico.
Tenemos que dar plena vigencia a lo que pedía Alberdi en el proyecto de la
Constitución, que es que la Constitución aguante aún cuando una ley desconozca algo.
Esta ley es una clave para esta idea de Alberdi de que la Constitución viva siempre y
no sólo cuando las leyes la dejen vivir.
De este modo, Argentina sería pionera y viviría aquello que soñaron Alberdi y los
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padres de la Patria de que tengamos una tierra para la libertad. Que el Mayflower, si
fuéramos Estados Unidos, pudiera partir de Inglaterra nuevamente buscando un paraíso para
la libertad religiosa. Que el Mayflower no tuviera que naufragar a mitad de camino porque ya
América no es un lugar donde hay libertad para la gente.
Por lo tanto, entiendo que tenemos que vivir y concientizarnos de que estamos aquí
para darnos el beneficio de la libertad a nosotros, a nuestra posteridad y a todos los hombres
del mundo que quieran venir a habitar este suelo, sean de la creencia religiosa que sea.
(Aplausos.)
Sra. Presidenta. – Muchas gracias, doctor Toller. Seguramente, lo vamos a convocar cuando
avancemos hacia el dictamen para ver cuáles serían las propuestas de modificación que ha
referido estar pensando para compatibilizar ambos proyectos.
Sr. Toller. – También, reestudiándolo encontré algunas propuestas de modificación a lo que,
en su momento, le propuse, señora senadora. Algún punto que me pareció mejorable.
Sra. Presidenta. – Quiero decirle que el proyecto del señor senador Rodríguez Saa es el que
está vigente en mi provincia. Está absolutamente vigente. El gobernador dice que se trata de
la ley que protege el derecho a no cumplir la ley.
Sr. Toller. – No lo quise decir para no aumentar el ego de la señora senadora Negre de
Alonso. Cuando ayer estaba preparando esto, en relación a que sería el único país del mundo,
pensé: “pero, San Luis tiene una ley genérica”. El único país del mundo sería Argentina,
pero, posiblemente, la única provincia del mundo es San Luis.
– La señora senadora Negre de Alonso se retira por breves instantes.
Sra. Juez. – Vamos a invitar a hacer uso de la palabra al señor Eric Hellberg.
Sr. Hellberg. – Soy representante de reuniones evangélicas. No tengo mucha experiencia en
esto, sí en presentarme ante lo fieles. Calculo que debe ser similar.
Queremos agradecer que nos hayan invitado a participar de esta reunión. Hay una
cosa que quiero destacar, según como figura en el enunciado de estos proyectos. La objeción
de conciencia es un derecho humano fundamental.
Nos parece importantísimo que se apruebe una ley como la que se está proponiendo.
No he leído el proyecto presentado por el señor senador Rodríguez Saa, sí he leído el otro.
Vemos que en lo establecido en los artículos que componen el mismo, se ha tomado
en cuenta la necesidad de respetar a todas las personas, congregaciones y doctrinas religiosas,
en cuestiones tan amplias como investigaciones, prácticas, productos, tratamientos médicos,
educación formal obligatoria, aprender o enseñar contenidos educativos específicos,
reverenciar símbolos, ejercer los deberes de sufragar y prestar juramento, ejercer deberes
específicos, declarar sobre hechos secretos, en el caso de un ministro de religión, y cumplir
determinadas tareas, ya sean laborales o profesionales.
En los fundamentos de la ley se expone que la objeción de conciencia es un derecho
humano de raigambre constitucional, que consiste en ser un testimonio pacífico por el cual
una persona se niega por razones de conciencia a ejecutar un acto al que está obligado legal o
jurídicamente por una norma positiva o un contrato, el cual directa o indirectamente
contradice sus ideas éticas, creencias religiosas o ambas. Como bien se indica, desconocer el
derecho a la objeción de conciencia sería, en los hechos, reconocer la obediencia debida que,
como bien sabemos, no debe ser reintroducida en el país. Otro punto importante es que el
objetor de conciencia no busca modificar la ley o la norma, sólo que se respete su derecho.
Esta ley entendemos que beneficia a todos los argentinos, ya que cuando hablamos de
la objeción de conciencia puede ser esta religiosa o de otro tipo. Si nosotros tenemos una
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persona que es vegetariana, no podemos obligarla a comer carne. No se obliga a todo el
mundo a volverse vegetariano, sino a respetar los derechos de esta persona, que tiene una
alternativa distinta a la elegida por otros ciudadanos.
El observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, monseñor Silvano Tomasi,
en su intervención en la 13° sesión del Consejo de Derechos Humanos sobre racismo,
xenofobia y cualquier forma de intolerancia, explicó que proteger la libertad religiosa
constituye una parte fundamental en la promoción de los derechos humanos.
Monseñor Tomasi comentó que, como los sistemas religiosos son tan distintos y en
algunos casos contradictorios, el respeto deberá nacer desde una fundación universal, que es
la persona humana. Por eso, la legislación pertinente para la protección religiosa deberá estar
orientada a lograr el bien común, basada en valores, reglas y principios de la naturaleza
humana, y que no esté reflejada en una religión específica.
El documento es bastante largo, así que dejaremos una copia, porque me parece
bastante interesante. Con esto quiero decir que es importante, cuando legislamos, que se
tenga en cuenta los derechos humanos de todos los argentinos. Estoy absolutamente
convencido que con esta ley que se propone hoy, así será. Respetuosamente y humildemente,
solicitamos a esta Comisión que pasen este proyecto para que salga aprobado.
También pedimos que cualquier otra consideración que ustedes puedan considerar
justa y encuadrada dentro de los derechos de los hombres, no se olviden nunca que
primeramente vienen los derechos de Dios. Muchas gracias. (Aplausos.)
Sr. Presidente. – No habiendo más expositores, les agradecemos mucho la presencia y que
nos hayan aportado elementos muy valiosos para el análisis del proyecto.
Sra. Secretaria. – El martes a las 9:30 horas seguimos con la consideración del proyecto
venido en revisión, y se incorpora el proyecto de la señora senadora Bortolozzi sobre el
mismo tema. Muchas gracias.
– Son las 17 y 4 horas.
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