El hombre está inmerso en su trabajo, adecentando su cueva, una

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EL REMANSO
El hombre está inmerso en su trabajo, adecentando su cueva, una
cueva utilizada antaño por los pastores trashumantes, labor que
realiza cada mañana.
Contempla sus estantes labrados y moldeados con infinita
paciencia que le sirven para albergar sus pertenencias culinarias.
Está orgulloso de su obra, todos los envases alineados dan
sensación de orden, limpieza y rusticidad.
Recicló garrafas de plástico de distintos tamaños, usándolos como
recipientes donde almacenar el agua y tarros de cristal para la
miel, la harina y el aceite, las cajas de madera mantienen frescas
las patatas, cebollas, pepinos, zanahorias, lechugas y frutas
variadas, las cajas de cartón protegen los huevos y plantas
aromáticas.
Con estos elementos básicos y naturales el hombre se alimenta
diariamente y son suficientes para su organismo.
Después de salir de su embelesamiento, procedió a su aseo
personal.
Sale de la cueva y se dirige al barreño con agua que le aguarda
como cada mañana, deleitándose con aquella frescura que le
proporcionaba el alba y aquellas sensaciones de luminosidad,
olores y sonidos envolventes.
Se cambia de ropa, recogiendo la limpia del tendal, mecida por el
viento, que le confiere una fragancia especial, una mezcla de
olores florales y a plantas aromáticas que se encuentran en la
proximidad.
El agua del barreño es reutilizada para regar las plantas de sus
pequeños huertos y para la colada.
-¡Con dos mudas es suficiente! ¡El aire las seca en un santiamén!pensaba él.
Toca recoger su lugar de descanso que se sitúa en el centro de la
cueva. Una pequeña “lareira” y un jergón es todo su mobiliario.
En la cueva no hay humedades, en verano está fresquita, en
invierno enciende el fuego y es calentita.
Bajo el jergón, hecho con la paja de cereales silvestres, coloca un
buen paño de plástico duro y resistente que encontró entre los
restos de un invernadero, aislándolo del frío y humedades.
El desayuno es su momento “zen”. Calienta en una lata de metal
la leche y prepara unas tortitas de harina que unta con miel,
saboreando tan preciado manjar se remonta a algún momento de
su vida, en este momento recuerda como llegó a la cueva…
Se agolpan los pensamientos…familia feliz, una hija preciosa,
una esposa alegre,…mucha vida y… ¡zas!…un golpe…un
accidente, hospitales…y la muerte…la soledad más profunda.
Se quedó sin nada, vacío, la vida no le tenía sentido, el dinero, el
trabajo, nada de nada.
Cerró su casa y prácticamente con lo puesto se echó a andar a su
lugar ideal de descanso, al que tantos fines de semana y
vacaciones se retiraba con su añorada familia.
El lugar es de ensueño, en medio de la nada, rodeado de
escarpadas montañas, serpenteantes ríos, frondosos bosques y
soleados descampados, la combinación perfecta de lo que él
busca.
Sólo el cambio que le dio a su vida tiene sentido, una nueva
filosofía de vida en la que el trueque y búsqueda de deshechos, el
reciclaje, el contacto con la madre naturaleza, lo sacan de ese gran
abismo al que llegó.
El acercamiento y contacto de su fiel canino Gus, lo sacan de su
ensimismamiento, volviéndolo de su trance con mucha paz.
Se dispone a realizar el camino que recorre diariamente hacia la
granja vecina, cambia su trabajo en huertos, establos, molinos y
otras labores agrícolas por alimentos: huevos, frutas, leche,
hortalizas…
Él ha decidido desde un comienzo que las cosas inútiles e
innecesarias no formarían parte de su mochila vital.
Después de su jornada de trabajo y transportando su trueque,
regresa a su cobijo para descansar y relajarse.
Un instante que ansía con especial énfasis es el baño al atardecer,
en su particular “jacuzzi”, la cascada que estruendosamente cae
en las cercanías de su choza.
Mientras disfruta del golpeteo del agua sobre su cuerpo,
masajeándole los músculos puestos en acción en su quehacer
diario, piensa en el desastre medioambiental en que los humanos
estaremos inmersos, si no hacemos nada por remediarlo,
cambiando los malos hábitos que alteran el equilibrio que la tierra
mantiene desde la creación de la vida .
No son conscientes porque viven inmersos en la vorágine urbana.
A las personas les gusta los sitios ruidosos, necesitan encontrarse
con la multitud desconocida, les gusta comer comida basura,
beber sin control, consumir…y no piensan que con el reciclaje y
un consumo sostenible consiguen reducir la cantidad de residuos
beneficiando el medio ambiente, protegiendo los recursos
naturales, disminuyendo las necesidades de materias primas y
reduciendo el volumen de basuras tan perjudiciales para el aire ,
tierra, agua y nuestra salud.
Elementos como granjas ecológicas, cultivos saludables, molinos,
ríos, bosques, una cueva, montañas, olores colores y sonidos
envolventes son escogidos para mostrar la naturaleza en su estado
puro cual pintor con su pincel para que en la retina del lector
quede impresa esta escena natural y le infunda paz y sosiego.
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