EL+HOMBRE+Y+LA+POLITICA

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¿QUÉ ES POLÍTICA?
El término política es la actividad humana que tiende a gobernar o dirigir la acción del Estado en
beneficio de la sociedad. Un proceso orientado ideológicamente hacia la toma de decisiones para la
consecución de los objetivos de un grupo. La ciencia política es una ciencia social que estudia dicha
conducta de una forma académica utilizando técnicas de análisis político. El término fue
ampliamente utilizado en Atenas a partir del siglo V antes de Cristo.
Ya en la antigua Grecia existía gran interés por conocer la naturaleza del Estado, sus órganos de
control y las funciones de sus ciudadanos. Platón, en su obra “La República” presentó de forma
utópica cómo debía ser la ciudad perfecta, fue uno de los primeros filósofos políticos. En la escuela,
lo primero que tiene que aprender el niño es a frenar el deseo, luego se desarrolla el valor y
finalmente, la razón obtendrá sabiduría.
No obstante, la mayor parte de los estudiosos coincide en que Aristóteles fue el auténtico precursor
de la ciencia política. Entre otras aportaciones, su tratado “Política” sobre los diferentes regímenes
anticipó el gran esfuerzo que implica clasificar las formas del Estado y sigue ejerciendo una fuerte
influencia sobre esta ciencia.
EL HOMBRE POLÍTICO
El primero que utilizó de manera amplia el concepto de hombre político fue Platón.
Uno de sus diálogos llamado “El Político”, se ocupa precisamente de definir las características
principales del hombre político.
Para Platón el político no es cualquier individuo, debe ser alguien especial, pues la Ciencia Política
que utiliza este hombre para cumplir sus altas responsabilidades en la sociedad es la más difícil de
todas las ciencias, por lo que sólo está al alcance de uno o de unos pocos.
De acuerdo a este criterio, el filósofo Platón formula este concepto: "el hombre que cuida él solo de
la salud de la especie humana, a la manera de los pastores y vaqueros, es el único digno del título
de político".
Una de esas cualidades consiste en que debe ser sabio o sea poseer en el más alto grado posible
los conocimientos de la ciencia política, ya que no es tarea de los ignorantes "dirigir los rebaños
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humanos".
Además de sabio, el hombre político debe ser moderado o prudente, pero no en exceso, porque
tanto mal hace en este extremo dicha cualidad como el que causa el defecto de la violencia.
De los textos platónicos se deduce que él considera como hombre político sólo a quien posee la
ciencia política y reúne varias cualidades que lo capacitan para ser un buen conductor de los
"rebaños humanos", como él dice. Tales ideas, como es evidente, no coinciden con la opinión de
Aristóteles, quien, al sostener que el hombre es político por naturaleza, deja, sin duda alguien que no
lo sea, pues dicha condición viene de la propia esencia humana.
Dicho con otras palabras, para Platón el hombre político se hace mediante el conocimiento de la
disciplina respectiva, mientras que para Aristóteles el hombre es político por sí mismo, de modo que
el conocimiento de la ciencia del poder político no hace otra cosa más que poner al descubierto de
desarrollar cualidades ya existentes en él.
LA NATURALEZA DEL HOMBRE EN LA TEORÍA POLÍTICA
La idea de que el ser humano no debe cultivar sólo una cosa se desprende de la visión aristotélica
de la sociedad. Escribe: "... se colige claramente que la ciudad es una de las cosas más naturales, y
que el hombre, por su naturaleza, es animal político o civil...". Sin la sociedad que nos rodea no
somos seres verdaderos decía él. Además afirmo que la familia y el pueblo cubren las necesidades
vitales inferiores, como la comida y el calor, matrimonio y educación de los hijos. Pero sólo el Estado
puede cubrir la mejor organización de comunidad humana.
La ciudad necesita del hombre y no puede existir un hombre sin respeto a la naturaleza social, por lo
que el hombre extraño a esas convenciones de la ciudad es un ser irracional y asocial.
La base de la que parte Aristóteles, el hombre como animal político, no solamente se reduce a una
argumentación teórica de la esclavitud o de las jerarquías. Aunque bien, este fundamento es la base
de la que parte Aristóteles para poder concebir que hay naturalmente algunos hombres libres y otros
siervos, diferencia crucial e indispensable para el funcionamiento de la pólis griega.
Aristóteles justifica la esclavitud entendiendo al siervo como un instrumento del que el amo puede
valerse, y no porque haya una ley que así lo disponga, sino que el siervo es de su señor porque su
condición natural lo requiere de esa manera. Aristóteles escribe: "Todo aquel que puede ser de otro
es naturalmente siervo, y por esto se dice ser de otro el que hasta tanto alcanza razón que pueda
percibirla, mas no la tiene en sí". La naturaleza aquí claramente juega un doble papel, los cuales
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derivarán naturalmente en las jerarquías; por un lado a todos los hombres los hace gregarios, y por
otro lado les entrega diferentes capacidades intelectuales y físicas.
Aristóteles menciona varias formas de Estado. Una es la Monarquía, donde sólo hay un jefe superior
en el Estado. Para ser buena tiene que evitar evolucionar hacia una “tiranía”, es decir que ese líder
gobierne para su beneficio. Otra buena forma de Estado es la Aristocracia, donde hay un grupo
mayor o menor de jefes de Estado; pero tiene que cuidarse de no caer en una oligarquía, lo que hoy
llamaríamos junta. A la tercera forma de Estado se la llamó Democracia; pero también tiene un
revés, puede caer rápidamente en una demagogia.
HOBBES
Por primera vez, después de tanto tiempo, aparece Hobbes desaprobando justamente el principio
fúndante propuesto por Aristóteles: el animal político.
Hobbes propone por primera vez que los hombres son libres e iguales a comienzos del siglo XVII, en
medio de la Ilustración de Descartes, Locke, Bacon, Bayle, Galileo, Leibniz, Spinoza, Newton, etc.;
hasta Rousseau inclusive. En medio de un movimiento social, en el que estaba incluido el factor
intelectual, donde las realidades sociales no serían aceptadas tan fácilmente. La Ilustración trajo con
sigo un espíritu muy critico. Todo ha de someterse a un examen minucioso. "Todo ha de ser puesto
en duda" a la manera de Descartes en su Discurso del Método, así como a la manera de los
empiristas ingleses, y a partir de ahí se han de revisar todos los principios que hasta ese momento
se creían inalienables, desde la metafísica a las leyes arbitrarias de los príncipes y de los pueblos.
Tal crítica llevará, al final, a proponer que todos los hombres son libres e iguales.
Hobbes escribe al principio del capitulo XIII del Leviatan: "La Naturaleza ha hecho a los hombres tan
iguales en las facultades del cuerpo y del espíritu que, [...] cuando se considera en conjunto, la
diferencia no es tan importante que uno pueda reclamar, a base de ella, para sí un beneficio
cualquiera al que otro no pueda aspirar como él". Junto con esto explica qué es la libertad o derecho
natural, haciendo notar la diferencia que existe entre ésta y la libertad civil. Refiriéndose a la libertad
natural manifiesta: "...es la libertad que hombre tiene de usar su propio poder como quiera, para la
conservación de su propia naturaleza, es decir su propia vida; ...".
Más tarde, respecto de la libertad Rousseau escribe: "El hombre ha nacido libre, y sin embargo en
todas partes se encuentra encadenado".
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El estado de naturaleza hobbesiano es hipotético al igual que el de Locke, pero en Hobbes no
proviene solamente de su imaginación, sino hay que reconocer que lo construye mirando a su
alrededor.
LA ACTITUD POLÍTICA
Con fundamento en ambos criterios filosóficos, puede afirmarse que existen dos clases de hombres
políticos: el activo y el pasivo, es decir, el que realiza por sí mismo las funciones de dirección social
que le son inherentes, y el que renuncia a esas funciones para que las efectúen otras personas, sin
reparar en lo bueno o malo que hagan. Eso quiere decir, pues, que la condición hombre político es
real y constante en toda persona, y lo único que cambio es la forma en que el sujeto social cumple
con las responsabilidades de la comunidad donde vive.
Por supuesto, es necesario decir que ser político pasivo no es la mejor manera de ser hombre
político, pues negarse a influir personalmente en la toma de decisiones relacionadas con el
funcionamiento del todo social, constituye un abandono de responsabilidades colectivas, lo que
deviene incompatible con la condición humana misma, tomada en el más alto sentido de la palabra.
La verdad es que para ninguna persona debería ser indiferente cómo se organiza la sociedad a la
que está integrada y que dirección se le da a la misma dentro del conjunto de la especie humana,
pues hay un destino o una meta que cada grupo social debe cumplir dentro de ese conjunto, destino
o meta que se alcanza a más significativas alturas cuando se influye para impedir que minorías
reducidas establezcan el rumbo de la marcha general.
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