NOTA AL SENADO DE LA NACIÓN SOLICITANDO URGENTE TRATAMIENTO LEY DEL ARREPENTIDO Buenos Aires, 29 de junio de 2016 A la Sra. Presidente del Honorable Senado de la Nación, Sra. Gabriela Michetti, Al Sr. Presidente Provisional del Senado de la Nación, Dr.Federico Pinedo, A los Sres. Senadores Jefes de los Bloques del Senado de la Nación, A los Sres. Senadores de la Nación, Las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) que se identifican al pie de la presente Declaración vienen a solicitar al Senado de la Nación el inmediato tratamiento del Proyecto de Ley del Arrepentido que les ha remitido la Honorable Cámara de Diputados de la Nación el día 23 del presente mes de junio. Estas Organizaciones tienen permanente contacto con las bases sociales, inspiran confianza y tienen la capacidad de transmitir a ese Senado el deseo de la sociedad, expresado en los últimos días en publicaciones de todos los medios nacionales y provinciales. De esta forma, cumplirá ese Cuerpo Legislativo con la necesidad de “afianzar la Justicia” y “asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino” conforme al llamado que nos hace el preámbulo de nuestra Constitución Nacional. La impostergable necesidad de introducir cuanto antes la figura del arrepentido en la investigación de complejos casos de corrupción salta a la vista cuando observamos los éxitos resonantes que su empleo ha permitido en el reciente caso de corrupción en la FIFA, donde varios arrepentidos resultaron indispensables para el avance de la investigación de la justicia norteamericana. Otro tanto ocurre en las justicias de Italia y de Brasil. Como contrapartida, asistimos a la extrema lentitud con que avanzan las causas de corrupción que tramitan en los Tribunales de nuestro país. Tan extrema es esa lentitud que importantes expedientes suelen permanecer durante meses y a veces años en estado vegetativo. Modernamente, ya nadie discute que las organizaciones criminales sólo pueden ser combatidas eficazmente mediante la introducción en su seno de agentes encubiertos o mediante el concurso de arrepentidos que conozcan desde adentro su funcionamiento y permitan así intentar desbaratarlas. Hemos visto, en Brasil, la velocidad con la que avanzan las investigaciones sobre el escándalo de Petrobras, que también involucra a varias empresas constructoras y a importantes figuras políticas. Allí, la "delación premiada" de dos de los investigados a fines del año pasado fue lo que permitió que se descubriera parte del esquema de corrupción de la empresa petrolera estatal. La información y las pruebas presentadas por estos dos informantes no sólo llevaron a la prisión a diversos directores y ejecutivos de las principales empresas constructoras y contratistas de Brasil, sino que también expusieron los pagos de coimas a políticos y a partidos, y el financiamiento ilegal de la campaña electoral del partido oficialista PT que llevó a Dilma Rousseff a la presidencia del país. Si bien las investigaciones están lejos de concluir, la operación Lava Jato, como es conocida en Brasil, ya posibilitó la devolución a los cofres públicos de centenares de millones de reales robados y la prisión de más de 70 involucrados. Recientemente, otras 12 personas investigadas realizaron acuerdos con el ministerio público y se esperan nuevas prisiones. Ocurre allí algo similar a lo sucedido en Italia en la década de 1990 con el movimiento judicial “ManiPulite” (Manos Limpias). Mientras tanto, en la Argentina asistimos a la espasmódica marcha de resonantes casos de corrupción que involucran a las más altas autoridades de la República. Algo tienen en común esos casos, además de rozar a altos funcionarios. Se trata del pacto de silencio entre los involucrados, típico de los casos de corrupción. Quizás el mejor ejemplo de la innegable utilidad de la figura del arrepentido para quebrar esos pactos lo dio Italia cuando la aplicó con firmeza para romper “la omertà o ley del silencio” que caracteriza a las organizaciones mafiosas. Integrantes de esas asociaciones criminales se decidían a confesar no sólo su participación en los delitos sino quiénes fueron sus cómplices y jefes, a cambio de una reducción en las penas. Obviamente, las confesiones de un arrepentido no bastan por sí solas y deben ser corroboradas por otras vías, pero al provenir de alguien con conocimiento directo de los hechos, esas confesiones incluyen información relevante que permite confirmar los dichos del arrepentido. Se han planteado objeciones a la aplicación de esta figura, tales como que el Estado de Derecho no puede nutrirse de información de delincuentes o que se conculcan ciertas garantías constitucionales del proceso penal ( por ej. el derecho de defensa en juicio y particularmente, el principio que prohíbe la auto-incriminación, art. 18 de la C.N.) Pero lo cierto es que se trata de objeciones ya zanjadas en la doctrina y jurisprudencia nacional al analizar la figura del arrepentido que ya rige desde hace varios años para muchos otros delitos. De esta forma, resulta llamativa la resistencia de cierta dirigencia política a incluir esta figura en los delitos de corrupción cuando ya se aplica extendidamente para otros crímenes. Por eso, la no incorporación de la figura del arrepentido al nuevo Código Penal tiende a reforzar la impunidad y a impedir que las investigaciones lleguen a los cabecillas de las organizaciones criminales y a los ideólogos de los grandes delitos. A largo de más de veinte años se ha intentado incorporar esta figura a los delitos de corrupción y de esta forma cumplir con los compromisos asumidos por el Estado Nacional al suscribir la Convenciones Internacionales contra la Corrupción. Entre los proyectos que más debate académico han generado conviene recordar uno enviado por el Gobierno de Duhalde en ocasión del crimen del periodista José Luis Cabezas y que motivara la intervención de una Comisión de Juristas integrada- entre otros por Zaffaroni y Gil Lavedra – ( 1997); ese proyecto generó la reacción de otro sector de la academia liderado por Marcelo Sancinetti – asesor del entonces Senador Agundez- y que concluyo con la elaboración de un nuevo proyecto de ley sobre imputabilidad disminuida (1997). Ambos proyectos fueron descartados y se bloqueó cualquier posible avance legislativo en los años venideros. En la actualidad y como consecuencia de un contexto político particular existen los consensos como para avanzar en la sanción definitiva de una ley en este sentido, tomando como base el Dictamen de las Comisiones de Legislación Penal y Seguridad de la Honorable Cámara de Diputados (22/6/16). Los lineamientos principales de la figura del arrepentido en su actual versión legislativa, son los siguientes: Se incorpora directamente al Código Penal la figura del arrepentido para los delitos contra la administración pública (Título XI del C.P) y los fraudes contra el erario público. Se reforma el art. 41 del C.P. De esta forma se preserva el derecho constitucional de tratamiento igualitario (art. 16 de la C.N.), al equiparar a los arrepentidos de casos de corrupción con los arrepentidos de otros delitos (lavado de dinero, terrorismo, narcotráfico, trata de personas, secuestros extorsivos, etc.) que ya contaban con esta legislación desde hace años. Se podrá reducir las escalas penales aplicables. Siempre el arrepentido deberá ser pasible de una condena inferior que aquella que corresponda a los demás imputados denunciados. La figura del arrepentido sólo podrá ser aplicada a procesos en curso. A cambio de este beneficio los potenciales arrepentidos deberán brindar información útil a las autoridades judiciales que les permita desbaratar a las organizaciones criminales, sus máximos responsables, demás partícipes y recuperar los activos y bienes sustraídos. No se hace referencia a que la acción del arrepentido deba ser de buena fe (variada legislación internacional introduce este requisito), pero si se valora a su favor que haya sido el primero en brindar la información. Se castiga muy severamente a quién utilice este instituto para realizar denuncias falaces. El acuerdo es celebrado entre el arrepentido – con intervención de su defensa – y el fiscal del caso. Luego interviene un Magistrado y un Tribunal de juicio para homologar o rechazar el acuerdo. Todo ello con la debida revisión jurisdiccional de instancias superiores. Los acuerdos podrán durar hasta 1 (año) prorrogable por otro año más. No se podrá fundar la condena sólo en el aporte de un arrepentido. Se excluye expresamente a los delitos de lesa humanidad así comoa los funcionarios públicos actuales o pasados que por su jerarquía deban ser removidos mediante juicio político. Se prevén medidas de protección para el imputado arrepentido y su grupo familiar mediante la inclusión en programas especializados de protección. Finalmente, cómo se ha optado por una reforma a la legislación nacional, se propicia que las provincias adecuen sus normas locales a estos lineamientos normativos federales. En conclusión, se trata de un Proyecto de Ley con media sanción que permite dotar a la Justicia de una herramienta ya utilizada para investigar otros delitos complejos y la corrupción no podía continuar relegada. El instituto tal como ha sido aprobado por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación adopta la figura del colaborador de manera mesurada. No concedería beneficios absolutos pero sí serviría para evaluar conductas individuales de cooperación con los órganos del Estado. El nivel de consenso político obtenido tanto en el tratamiento en Comisiones como en el recinto destaca las bondades del proyecto, que sin lugar a dudas representa un gran avance en la materia. Lo cierto es que el proyecto de ley remitido a ese Senado de la Nacion convierte en realidad una norma considerada esencial en la lucha contra la corrupción a nivel internacional y muy especialmente, en los procesos anticorrupción ocurridos en Perú y Brasil. Por tales fundamentos es que las Organizaciones de la Sociedad Civil solicitan al Senado de la Nación el tratamiento prioritario e inmediato del Proyecto remitido por la Honorable Cámara de Diputados, en cumplimiento del deber que les cabe como legisladores que representan al pueblo de la Nación. Asimismo les comunicamos que en las reuniones que solicitamos mantener con los Sres. Senadores serán representantes ante ese Senado de la Nación los Dres. Ricardo Gil Lavedra, Hugo Wortman Jofré, Guillermo Lipera y Teodoro Kreckler, así como los integrantes designados por el Comité Social Impulsor del Programa Justicia 2020 en nombre de las principales Organizaciones de la Sociedad Civil Sres. Martha Oyhanarte, Pablo Secchi (Poder Ciudadano), Josefina Maxit (Asociación Conciencia), Mercedes Jones (Foro del Sector Social), Silvia Callegaro (Dialogo Ciudadano) y Enrique Bencich (Fundación Sociedad Rural Argentina), Saludamos a los Sres. Senadores con nuestra consideración más distinguida, Adhieren a este pedido: ACA. Acción Católica Argentina ARGENJUS Argentina Justicia ASOCIACION CONCIENCIA Asociación Cristiana de Jóvenes B'nai B'rith Argentina. CAJC- Confraternidad Argentina JudeoCristiana Club del Progreso Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires Confederación Nacional de Beneficencia Democracia y Consenso DEPLAI - Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal DIALOGO CIUDADANO FINES- Fundación de Investigaciones Económicas y Sociales FOPAZ - Foro Permanente para la Educación, la Ciencia y la Cultura por la Paz FORES - Fores – Foro de estudios sobre la administración de justicia Foro del Sector Social Fundación Americana para la Educación Fundación Argentina Ciudadana Fundación Judaica Fundación LIBRA Fundación Pescar Educando para el Trabajo Fundación PLUS - Participación Libre por la Unidad y la Solidaridad Fundación PODER CIUDADANO Fundación Sociedad Rural Argentina GADIS - Grupo de Análisis y Desarrollo Institucional y Social LAC- Ligas de Amas de Casa Libertad y Progreso REC - Red de Encuentro Ciudadano