EDAD MODERNA: DESCARTES

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EDAD MODERNA: DESCARTES
TEORÍA ANTROPOLÓGICA
Descartes es un autor de la Edad Moderna (s. XVII) que desarrolla su teoría
antropológica en la obra Meditaciones metafísicas.
1. Introducción.
Cuando Descartes somete a análisis todo el conocimiento a través de la duda metódica
llega a una verdad absolutamente evidente que enunciaba a través de “pienso, luego
existo”. En el propio hecho de dudar encontraba la prueba evidente de su existencia, en
tanto que sustancia, cuya naturaleza o esencia consistía en pensar: soy algo que piensa,
duda, desea, siente, imagina, sueña, etc. Lo único que conozco de este ser son un
conjunto de operaciones mentales que percibo de forma inmediata. Por eso Descartes lo
define diciendo que existe una cosa o sustancia que piensa; en latín “res cogitans”.
Es el sujeto de conocimiento.
2 La comunicación de las sustancias.
A partir del cogito, Descartes llega a la existencia de tres sustancias, cada una definida
por un atributo, es decir, por una cualidad que es inseparable de la misma sustancia:
-
Sustancia pesante (res cogitans)-el yo o el alma-, a la que corresponde el
atributo del pensamiento.
Sustancia infinita (res infinita)- Dios-, a la que corresponde la perfección.
Sustancia extensa (res extensa)-los cuerpos, la materia-, a la que corresponde
la extensión.
Descartes define el concepto de sustancia como aquello que existe de tal modo que no
necesita de ninguna cosa para existir. En un sentido absoluto esa definición corresponde
únicamente a la sustancia infinita- Dios-, que es la única que verdaderamente no
necesita de nada más para existir. Ahora bien, si se aplica en sentido análogo, puede
aplicarse también a las otras dos sustancias, puesto que materia extensa y materia
pensante son independientes la una de la otra, aunque ambas dependan de Dios.
La conclusión que se deriva de esta independencia es que en el ser humano hay dos
sustancias separadas: cuerpo y alma. Además de ser una sustancia pensante el
hombre forma parte de la naturaleza. Su cuerpo es material, por lo tanto está sujeto a las
leyes de la naturaleza que imperan en todo ser material o extenso (res extensa). Por lo
tanto el funcionamiento normal del cuerpo humano, de sus órganos, es idéntico al de
cualquier otro animal: funcionan los órganos de forma puramente mecánica y sin
intervención alguna de la voluntad. Descartes pone como ejemplo de este
funcionamiento mecánico el aparto circulatorio: el corazón funciona como una válvula;
es en realidad un mecanismo. El cuerpo del hombre tiene un funcionamiento meramente
mecánico, automático, por ello dice Descartes que es como un autómata (robot) creado
por Dios. En consecuencia, cuerpo y alma son radicalmente diferentes: el alma es
pensamiento y el cuerpo materia extensa. Hasta tal punto es así que según Descartes la
muerte no se produce porque se separe el alma del cuerpo, sino que como cualquier
máquina, éste deja de funcionar. En esto discrepa de la concepción aristotélica y
escolástica según la cual el alma es la forma sustancial del cuerpo.
2. La interacción alma-cuerpo.
Descartes supone que en el hombre se produce una interacción entre alma y cuerpo.
Recurrirá entonces, a la glándula pineal, situada en el cerebro. La solución no parecía
muy satisfactoria, ya que queda sin explicar cómo se produce la interacción en dicha
glándula y el propio Descartes reconocerá al final que no hay sobre esta cuestión una
idea clara y distinta. El problema de la comunicación de las sustancias quedará pues
abierto, y otros filósofos racionalistas intentarán salvar el abismo que la filosofía
cartesiana ha creado al partir al ser humano en dos. El dualismo cartesiano separa el
alma y el cuerpo de manera mucho más radical que Platón, al considerarlos sustancias
autónomas e independientes.
El universo cartesiano es mecanicista, y la única manera que tiene Descartes de salvar la
libertad humana es separando la sustancia pensante del resto de la naturaleza: el hombre
es libre porque tiene alma, y es el alma lo que define al hombre. Descartes lo había
subrayado así en el cogito, al decir que “soy una cosa, una sustancia cuya total esencia o
naturaleza es pensar”.
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