COLEGIO LA SALLE DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES Y FILOSOFIA DECIMO GRADO ESTUDIANTE:____________________________________________________________________ EL EXISTENCIALISMO Es una corriente filosófica cuya máxima vigencia debemos situar históricamente en los años inmediatamente posteriores a la segunda guerra mundial. Es, ante todo, una rebelión de la vida contra la razón. Proclama abiertamente la primacía de lo vital sobre lo intelectual, de lo subjetivo e individual sobre las generaciones y abstracciones. El hombre no es algo hecho ni se reduce a su sola facultad de pensar, por muy importante que ella sea. Ser hombre para el existencialismo no es algo dado, que está ahí; ser hombre es “tener que hacerse”, es autorealizarse. Se trata de un redescubrirse en toda su soledad y desnudez, en su unicidad e irrepetibilidad dentro de los demás seres. El intento existencialista consiste en devolver al hombre, como sujeto individual, su centralidad absolutamente original y única en el concierto de la realidad; centralidad y protagonismo que debe afianzar y realizar mediante su libertad. El existencialismo es un paso definitivo en la historia de la filosofía, en el sentido que rescata del olvido y de la reducción al sujeto humano concreto. La irreconciliable oposición que hemos visto en toda la filosofía moderna entre materia y espíritu, entre naturaleza y conocimiento, tiene su punto de enlace en el hombre individual y concreto; el único ser que piensa y vive o que vive pensando o, si se quiere, piensa viviendo. Según el existencialismo, el sentido de la existencia no reside en la previa preparación de un fin futuro; no consiste tampoco en ningún contenido vital, por ejemplo: la realización de los valores o las buenas obras, que puede desmoronarse con la muerte, sino que radica solamente en aquello que no está expuesto a la amenaza de la muerte, es decir, al instante mismo, la disposición momentánea, el compromiso incondicional del instante en cada situación histórica dada. La misión del individuo a través de su existencia no puede ser otra que “hacerse cargo” de la “herencia” de la historia, “apropiarse” de los contenidos espirituales de este legado, arreglarse con ellos y hacérselos subjetivos. Lo que interesa es no el “que” de esos contenidos, sino el “cómo” nos los apropiamos. El valor supremo, categórico, independiente del éxito o fracaso, radica en la postura o compromiso incondicional en cada sucesiva situación dada. Dentro del criterio existencialista, el hombre puede considerarse como: ser limitado o temporalmente cuyo comportamiento en el mundo consiste en curarse de sí mismo, curarse del mundo y procurar por sus semejantes; un ser arrojado, fortuito, desamparado, sin esperanza, libre, angustiado, culpable, al que hay que comprender desde la nada y desde su ser relativamente dado a la muerte, a la vez que desde sí mismo. 1. SOÖREN KIERKEGAARD (1813-1855) Kierkegaard nació en Copenhague en 1813, el último de una familia de siete hijos. Era raquítico, algo contrahecho, de temperamento melancólico y reflexivo. La educación triste y dura que recibió de su padre exageró esta disposición. La muerte de su padre, ocurrida en 1838, significó para este joven su reconciliación con él y consigo mismo, pues había liquidado los conflictos y tensiones también producidas por el libertino comportamiento de su estancia como estudiante de teología en la Universidad de Copenhague. Su filosofía comienza a darse mediante criterios de la angustia y la soledad existencial. Murió en 1855. Kierkegaard se caracterizó a través de la filosofía existencialista por la subjetividad de sus pensamientos. le interesó descubrir y ver la individualidad en el sujeto concreto. Concepto de lo humano y lo cristiano: La subjetividad expresada por Kierkegaard no la sitúa en la perfección de la racionalidad del hombre, sino por medio del sentimiento, la pasión, el amor; en una palabra, en “la interioridad”. Según estos criterios, distingue tres esferas esencialmente distintas del existir humano: la estética, la ética y la religiosa. pero no son fases o esferas mecánicas, por los cuales se pasa cronológicamente, sino que requieren la opción y el compromiso: sin elección libre no se da paso de uno a otro. El estadio estético: La vida en el instante en el momento escurridizo del placer, en la búsqueda desesperada del hedonismo, es la característica básica de éste individuo. Vive en un presente superficial, sin vínculo con el horizonte de la trascendencia, preso de la quimera y la ilusión. El esteta vive bajo el signo de la desesperación aún sin saberlo. La satisfacción sensible de su vida carece de una dirección, del asidero de un sentimiento pleno, no es consciente de su pedazo de eternidad ni de las metas de su destino personal. Es el hombre débil que se desconoce a sí mismo, que se ignora, que vive en dependencia del goce, no puede menos que experimentar la desesperación. El estadio ético: El individuo que da el salto a esta nueva esfera se encontrará viviendo de acuerdo con los principios morales, ordenando su conducta y actividad con base en el deber. El deber es para el hombre ético el imperativo general al cual debe obedecer. El hombre ético arrepentido, ha optado por su propia existencia, se ha reconocido a sí mismo. El estadio religioso: Lo constituye fundamentalmente la paradoja de la fe. Esta paradoja es, al mismo tiempo, un “escándalo ético”, la trascendencia de la moralidad general y el salto a un modo existencial más pleno. El hombre debe definirse y orientarse a una “relación absoluta con el Absoluto”, sostenerse en la confianza y el vínculo con Dios”. La angustia es la antesala de la culpabilidad y el pecado. Ella no es extraña y ajena al hombre: él es su fuente. El origen de la angustia es la nada, por ello es distinta del miedo, que es de algo. Por ello, la angustia es anterior al pecado y a la culpa. La angustia objetiva, fruto de la pecaminosidad de la especie, y la angustia subjetiva, compañera del pecado personal, son manifestaciones inherentes a las acciones del hombre y el individuo. Si esta conciencia del estar del hombre delante de Dios, engendra el “yo teológico”, ello no quiere decir que allí alcanza el hombre una paz infinita y una armonía imperecedera. La angustia es el vértigo del alma, y la desesperación del vértigo del espíritu. Angustia y desesperación son dos aguijones que desgarran la existencia humana. La desesperación es “un sentir en el más profundo centro de su alma una inquietud, un desasosiego, una desarmonía, una angustia de algo desconocido, ante una posibilidad de la existencia o una angustia por sí misma”. La desesperación más aguda; es decir, el pecado, es no querer ser uno mismo delante de Dios, la obstinación de renunciar a sí mismo o la debilidad de no querer serlo. La estancia del hombre en presencia de Dios es la garantía del salto del yo humano al yo teológico. 2. KARL JASPERS (1883-1969) (exitencialismo trascendental) Nacido en Oldenburg (Alemania). A los dieciocho años de edad le fue diagnosticado que padecía desde su niñez insuficiencia bronquial y cardíaca: el régimen de su vida que adoptó en adelante para combatir esta enfermedad le permitió vivir ochenta y seis años. no es cognoscible y permanece como lo absolutamente escondido. Para acercarse a esa trascendencia, la metafísica no puede hacerlo directamente, se ve obligada al empleo de los símbolos, lo que él llama la lectura de las cifras. La finalidad última de la filosofía de la existencia no es la existencia. Su impulso la lleva más lejos: el término de su fe es el origen de donde brota. Al origen de nuestra existencia, que es el término de nuestra fe, Jaspers lo denomina trascendencia; llama metafísica al conjunto de pasos que permiten llegar a ella. La trascendencia es Dios, Jaspers elige tal concepción, porque la idea de Dios sólo halla lugar en la filosofía a costa de sufrir profunda modificaciones. 3. GABRIEL MARCEL (1889 – 1973) (Existencialismo trascendental) Nacido en París, hijo de un diplomático, pierde a su madre cuando apenas contaba con cuatro años de edad. Educado en un ambiente judío-protestante, se forma filosóficamente en el idealismo poskantiano. En 1929 se convierte al catolicismo haciéndose bautizar. El objeto de la filosofía existencial de Gabriel Marcel radica en “devolver a la experiencia humana todo su peso ontológico”. Trata de dar una doble dirección en primer lugar, distinguir el ser del poseer, y después, distinguir el misterio del problema. Según Jaspers, el “mundo” es aquello de donde nos surgen todos los fenómenos, por los que nos es accesible el ser del mundo. El mundo se nos anuncia y se da a conocer como el otro, desmedido y tremendo, que es sin nosotros, pero que como fenómeno muestra conciencia en general, puede investigar en la táctico que nos sale al encuentro desde el fondo oscuro del otro. Ser y tener son dos categorías irreductibles. Todo hombre siente la tentación de identificarse con lo que tiene, pero caer en ella es ignorar lo que es, y por lo tanto, equivocar el acceso a la metafísica. La categoría del tener sólo tiene sentido en el orden de los cuerpos, allí donde el poseedor es destino del poseído. El punto de vista de tener reduce al hombre al nivel de las cosas. Concepción del ser: Dice Jaspers que la filosofía de la existencia es el pensar que utilizar todos los conocimientos específicos, rebasándolos, para poder el hombre llegar a ser él mismo. En su análisis de la existencia encuentra que ésta se manifiesta en tres aspectos: comunicación, historia y libertad. El punto de partida de Marcel es la existencia. No la existencia en general, sino en su individualidad singularidad. Su punto de llegada será el ser; pero no un ser como objeto de conocimiento sino un ser participando en la experiencia de nuestra propia vivencia. Es necesario superar la dimensión puramente racional en la que persiste la dualidad y la oposición sujeto-objeto. Comunicación: Como comunicación, la conciencia consiste en hallarse abiertamente, relacionada con los otros, las cosas y Dios. La Historia: En la historicidad se manifiesta mi existencia como necesidad en la cual estoy predeterminado y como libertad en cuanto soy originalmente libre y asumo la realidad. La existencia humana es un ser temporal que se realiza en el tiempo. La Libertad: La existencia es existencia posible, puede ser el ser sí mismo en tanto libertad y fuente de la existencia. La libertad es originalmente para mí, elección de mí mismo como poder ser existente. La existencia es un intento de superar sus propios límites, su propia finitud, para alcanzar la trascendencia. En la construcción de su existencia o en el ejercicio de su libertad, el hombre tiene tres opciones fundamentales, cada una de las cuales se presenta como una doble posibilidad antitética: La primera oposición básica es el ser y el tener: Los hombres somos nosotros mismo y tenemos lo nuestro. Lo nuestro es lo que no forma parte del yo. El tener corre el peligro constante de perderse; por eso, la posesión nos intranquiliza y nos devora. El ser, por el contrario, es interior, es parte de nuestro yo. Pero el hombre tiene, el yo en lo mío. Esa tendencia es degradante, desintegradora y sólo se puede superar en el amor, que integra el tener en el ser, de manera que lo mío sea expresión viva de lo que soy. La libertad su pone la responsabilidad y ésta el sentimiento de culpabilidad. La libertad entraña también una especie de negación de sí misma en el sentido de que mi elección arrastra unas consecuencias a las que necesariamente tengo que atenerme. Cuando elijo una posibilidad necesariamente descarto las otras. La segunda oposición básica se da entre el problema y el misterio: Problema es algo que encuentro ante mí y que puedo delimitar y solucionar. Misterio es algo en lo que mi propio ser está implicado y comprometido. Para el hombre que vive en la dimensión del tener, todas las cosas se reducen a problemas; para quien vive la dimensión del ser, todas las cosas son misterios. Lo existente no tiene fundamento alguno, se halla desgarrado, roto. La existencia es esencialmente insuficiencia; su consistencia se apoya únicamente en la relación con la trascendencia. La trascendencia no es objetivable, por lo tanto La tercera oposición básica se realiza entre opinión y fe. El hombre que vive en las dimensiones del tener y del problema, es indeciso, sólo tiene opiniones por las que no está dispuesto arriesgarse. El hombre que vive en la profundidad del ser y del misterio llega a la firmeza de la fe, y si es preciso, será capaz de morir por esa fe. El hombre es lo que cree. Marcel reflexiona sobre ciertas experiencias existencialistas que él denomina categorías, por cuanto manifiestan la dimensión de profundidad de nuestra existencia. Esas categorías son: 1. LA DISPONIBILIDAD: Expresa la presencia solícita y recíproca de la relación interpersonal en que un sujeto se revela como presente en las distintas experiencias cotidianas. 2. LA FINALIDAD: Es la forma de posición positiva ante la responsabilidad de afirmar la propia vida y alcanzar mi ser. En la fidelidad a la existencia se sostiene el movimiento de búsqueda de la trascendencia, me abro a los otros, me comprometo y me comunico con ellos. 3. LA ESPERANZA: Es una respuesta al ser, una vocación a la relatividad, a la trascendencia, a la comunión con los otros. La fidelidad y la esperanza, además del amor, constituyen la dimensión de profundidad de la existencia. 4. EL AMOR: Es co-creador, co-ser, co-existir, un creador de la personalidad del tú y del yo en el cual se da el don recíproco del amante y el amado. El amor implica la trascendencia de la presencia del Tú absoluto como amor infinito, y yo como participación de ese amor. .4. MARTIN HEIDEGGER (1889 – 1976) Existencializmo ateo) Nace en Merskirch (Alemania). Es profesor en Marburgo y en Friburgo. Es un pensador original y difícil de entender debido al numeroso vocabulario creado por él para poder dar explicación a las diversas facetas de su pensamiento. El hombre es el único ser al que le interesa su ser; y el modo de ser le es propio a la existencia; en cuanto existente, el hombre se refiere a sí mismo, cosa que no sucede en los entes. Los entes son los que son, en tanto que el hombre es un ser que ha de hacerse a sí mismo, es un ser no hecho, sino que se proyecta constantemente, que está siempre como fuera de sí mismo, un ser que existe. ¿Qué es el ser? Es la pregunta por el ser del hombre que se encuentra olvidado en la metafísica. El ser (hombre) es vivido en la experiencia como lo que hay que pensar, en este pensar debe hacerse la relación del hombre pensante con el ser, y esta relación misma tiene que revelarse como una relación única y como la relación que caracteriza el ser del hombre. Concepción de lo objetivo y lo subjetivo: Heidegger piensa que únicamente puede resolver la pregunta ontológicofundamental del ser, preguntando por el modo de ser del hombre, ese ente al que le da el nombre de “ser ahí”. Ese “ser ahí” es el único ente que se pregunta por su ser, se comprende en su ser y se comporta relativamente a su ser. La “existencia” es propia exclusivamente del hombre más aún, constituye justamente la “esencia” del hombre; mientras que los modos del ser de los entes que no posee la forma del ser ahí consisten en “ser a la mano”, “ser ante los ojos”, o “realidad”. Al igualar “esencia” y “existencia” en el hombre, Heidegger no desea que entiendan estos conceptos en el antiguo sentido de esencia y existencia, que traduce como mera posibilidad y realidad. El ser humano: el Da-sein: El Da-sein significa literalmente “estar ahí, ser ahí”, que en Heidegger se refiere exclusivamente al hombre. Se ha traducido en una primera forma por “realidad humana”. El Da-sein es el hombre en cuanto abierto al ser, el Da-sein es el hombre en cuanto lugar en donde el ser aparece. Nos preguntamos qué es el hombre, porque permanecemos en el nivel de la metafísica tradicional, sólo consideramos en el hombre lo que es, y no le consideramos como un ente. Existir es también trascender. “Trascendencia significa superación. Transcendente es lo que realiza esta superación”. En esta relación hay un movimiento, un ir desde algo hacia algo. El hombre, embargado primero por los entes, lo rebasa moviéndose hacia el ser, desde el cual comienza entonces a verlos. La libertad es el fundamento de la totalidad de los momentos que designan los otros nombres. Si el hombre es ante todo, un ser libre, entonces, la libertad no es una propiedad que tiene el hombre como una cosa que posee su color y su figura. El hombre es más bien una posibilidad de libertad. La libertad es lo que hace posible al hombre en cuanto que permite la totalidad de los momentos que designan al ser del hombre. El hombre no es en el tiempo, ni es tampoco una cosa que perdura, sino que es un proceso de temporización. Su temporalidad es el fundamento del tiempo y de la historia. ¿Un ser para la muerte? El hombre no queda nunca calmado: ha de morir, es un ser para la muerte: la muerte es su posibilidad última, pero el hombre al morirse no realiza una posibilidad más, pues la muerte es la posibilidad del no ser, la posibilidad de su imposibilidad. En la muerte se funden todas las posibilidades particulares del hombre. El hombre es un ser para la muerte, y por esto, todo lo que el hombre realiza está condenado a morir. ¿Es necesario caracterizar al hombre como “el ser para la muerte”? ¿Cómo comprender la muerte como una posibilidad? La muerte es la peculiar posibilidad del “ser-ahí”. Su “ser-ahí”. A lo que se agrega la incertidumbre que va unidad a la muerte y es su indeterminación por el cuándo. Ante el descubrimiento de su “ser para la muerte” el hombre puede tomar dos actitudes: engañarse a sí mismo, intentando eludir su destino mortal, o aceptar dicho destino con plena conciencia de su proyección hacia la nada. En la primera actitud, el hombre vive una existencia inauténtica; en la segunda actitud el hombre asume una existencia auténtica. Autenticidad e inautenticidad son posibles por la libertad, que es el acto por el cual el hombre se realiza a sí mismo. El descubrimiento de la existencia como “ser para la muerte” origina la angustia, cuyo efecto principal es el aislamiento, la soledad absoluta del individuo. 5. JEAN PAUL SARTRE (1905 – 1980) (Existencialismo ateo) Es el más ilustre y renombrado representante del existencialismo francés, quien reclama para la filosofía el calificativo de humanismo ateo, posición que cree compartir con Heidegger como alternativa del existencialismo creyente de Jasper y Marcel. Sartre nace en París en el seno de una familia aristocrática. Su negativismo absoluto respecto a la vida humana y al hombre mismo concuerda perfectamente con el estado de ánimo de los europeos, que se encuentran con los despojos de la guerra como única posibilidad para el futuro. Concepción del ser y la existencia: La metafísica existencial de Sartre llega a la conclusión de que toda la ontología o estudio del ser se divide en dos zonas o regiones: el “ser en sí”, que es el ente sólido, inmóvil y necesario, y el “ser para sí”, que es la existencia humana. Lo “en sí” se identifica, según Sartre, con el ser; lo “para sí” se identifica con la nada. En consecuencia, el hombre es la nada que busca afanosamente el ser; deseo que está condenado al fracaso porque el “en sí” es totalmente inaccesible al hombre. Por eso Sartre puede definir al hombre como una pasión inútil. Lo “en sí” es el ente verdadero y pleno, pero no hay razón alguna para que exista, es lo absurdo. No posee relaciones con los otros seres, por ello el ente está fuera de la temporalidad. Como no puede negar el devenir rígido y predeterminado. El “para sí”, al no ser, se presenta como un vació, como un agujero en el ser. Cuando la conciencia advierte esta vacuidad el hombre experimenta esa vivencia existencial que se llama la náusea. Esa contradicción entre el “en sí” y el “para sí” “es irreductible”. Entre ellos no es posible la unión y ni siquiera la comunicación. Pero el hombre, esa pasión inútil, no se resigna a ser nada; necesita un punto de apoyo y busca desesperadamente una forma de afianzarse en el ser. Lo intenta por tres caminos que podemos llamar: tendencias a la nada, tendencia al otro, y tendencia al ser. La tendencia a la nada es propia de la conciencia y la libertad. Por la conciencia el hombre trata de conocerse a sí mismo y sólo descubre sus propias limitaciones, su insignificancia, con lo que en lugar de afirmación sólo consigue aniquilarse. Por eso, la función de la conciencia es aniquiladora. Lo “en sí” es y no puede ser, por tanto, tampoco puede ser libre. La libertad es una característica del ser “para sí”, es decir, del no ser. Sólo puede ser libre el verdadero hombre. En sí misma considerada, la libertad no admite grados, aunque el ejercicio de esa libertad pueda estar condicionado por la situación. Según Sartre, el hombre no sólo es totalmente libre sino que, también, es necesariamente libre. Hay una sola limitación a su voluntad: no puede renunciar a ella. Por eso afirmará que el hombre está condicionado a la libertad. Y es una libertad absurda porque le es incapaz de llegar al objetivo que se propone: el “ser en sí”. Ni conociéndose a sí mismo ni eligiéndose a sí mismo, llega el hombre a establecer una comunicación con el “en sí”, sino que por el contrario se sumerge cada vez en la profundidad de su nada. En última instancia, asegura Sartre, lo que el hombre pretende es convertirse en Dios; es decir, lo que sería la realización del imposible metafísico del ser y no ser al mismo tiempo. Ahora bien, si Dios es imposible, Dios no existe. Con esto llega Sartre a fundamentar una moral sin preceptos ni deberes, es decir, una inmoralidad total, expresada claramente en su frase: “Si Dios no existe, todo está permitido”. De igual manera, la conciencia nos descubrió la realidad humana como “ser para sí”, pero nos abre el camino también hacia existencias ajenas. La mirada del otro no es un objeto que yo perciba entre las cosas que conforman el mundo: yo percibo sus ojos, no su mirada. pero tengo la impresión de ser mirado, lo cual es completamente distinto, porque yo soy el que soy transformado en objeto, y esto implica que el otro es sujeto, y que está presente como sujeto en mi existencia. TALLER: después de haber leído la información que contiene ésta guía, lo(a) invito(a) a desarrollar las siguientes preguntas: 1. Con frecuencia hemos estudiado que el hombre es libre, tiene una dignidad indiscutible, es el señor de la naturaleza, es inmortal, y su grandeza y poder es incalculable, pero observemos al hombre de la calle, al obrero, al campesino, al drogadicto, al padre de familia, a los limosneros e incluso a usted como estudiante; ¿se realiza en ellos el concepto de hombre? 2. ¿Qué diferencia vemos entre el hombre pensado por la filosofía y el hombre concreto, el de la calle? 3. ¿Qué aspectos de la vida del hombre tiene en cuenta la existencia? 4. ¿Qué diferencia hay entre esencia y existencia? 5. Construya su propia definición de existencialismo Analizar en la propuesta filosófica de Sorën Kierkeggard 1. ¿Estás de acuerdo con los tres estadios de que habla Kierkegaard? 2. ¿En qué estadio te encuentras? 3. ¿Estás motivado para avanzar? Analizar en la propuesta filosófica de Karl Jaspers 1. Describa la propuesta del ser que hace Jaspers 2. ¿Qué es el mundo? 3. Identifique y explique cómo se manifiesta la existencia en Jasper? 4. ¿Qué opinas de la propuesta existencialista de Jaspers? Analizar en la propuesta filosófica de Gabriel Marcel 1. ¿Qué tipo de hombre promueven los medios de comunicación, el hombre ser o el hombre tener? 2. ¿Cuáles son las características del hombre ser? 3. ¿Cuáles son las características del hombre tener? 4. Elabore un cuadro comparativo y establezca la diferencia entre el ser y el tener 5. ¿Cuáles son los valores que fundamentan la auténtica relación humana? Analizar en la propuesta filosófica de Martín Heidegger 1. ¿Podemos cambiar algo de nuestro pasado? 2. ¿Cómo te parece una persona que vive el presente? 3. ¿Qué es para ti la muerte? 4. ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante la muerte? 5. ¿Qué es para ti la nada? 6. ¿Qué es el Dasein? 7. ¿Cuáles son las características de la existencia? 8. ¿Cuándo vive el hombre de manera inauténtica? 9. ¿Cuándo el hombre vive de manera auténtica? 10. ¿Cómo se manifiesta el ser? Analizar en la propuesta filosófica de Jean Paul Sartre 1. ¿Puedo cambiar mi cuerpo por otro cuerpo, o mis padres o mi cultura por otras? 2. ¿Puedo dejar de ser libre? 3. ¿Has experimentado a veces, en tu relación con otras personas que unas veces te sientes fuerte antes ellas y las dominas, y otras te sientes débil y te le sometes? 4. ¿Qué es el ser en sí y cuáles son las repercusiones para el hombre? 5. ¿Qué significa para el hombre ser un ser para sí? 6. ¿Qué razones da Sartre para afirmar que el hombre es una pasión inútil y que el infierno son los otros? 7. ¿Qué aspectos positivos, encontramos en el pensamiento filosófico de Sartre? 8. ¿Qué aspectos negativos?