COLEGIO LA SALLE

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COLEGIO LA SALLE
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES Y FILOSOFIA
DECIMO GRADO
ESTUDIANTE:____________________________________________________________________
EL EXISTENCIALISMO
Es una corriente filosófica cuya máxima vigencia debemos
situar históricamente en los años inmediatamente posteriores a
la segunda guerra mundial. Es, ante todo, una rebelión de la
vida contra la razón. Proclama abiertamente la primacía de lo
vital sobre lo intelectual, de lo subjetivo e individual sobre las
generaciones y abstracciones.
El hombre no es algo hecho ni se reduce a su sola facultad de
pensar, por muy importante que ella sea. Ser hombre para el
existencialismo no es algo dado, que está ahí; ser hombre es
“tener que hacerse”, es autorealizarse. Se trata de un
redescubrirse en toda su soledad y desnudez, en su unicidad e
irrepetibilidad dentro de los demás seres.
El intento existencialista consiste en devolver al hombre, como
sujeto individual, su centralidad absolutamente original y única
en el concierto de la realidad; centralidad y protagonismo que
debe afianzar y realizar mediante su libertad.
El existencialismo es un paso definitivo en la historia de la
filosofía, en el sentido que rescata del olvido y de la reducción
al sujeto humano concreto. La irreconciliable oposición que
hemos visto en toda la filosofía moderna entre materia y
espíritu, entre naturaleza y conocimiento, tiene su punto de
enlace en el hombre individual y concreto; el único ser que
piensa y vive o que vive pensando o, si se quiere, piensa
viviendo.
Según el existencialismo, el sentido de la existencia no reside
en la previa preparación de un fin futuro; no consiste tampoco
en ningún contenido vital, por ejemplo: la realización de los
valores o las buenas obras, que puede desmoronarse con la
muerte, sino que radica solamente en aquello que no está
expuesto a la amenaza de la muerte, es decir, al instante
mismo, la disposición momentánea, el compromiso
incondicional del instante en cada situación histórica dada.
La misión del individuo a través de su existencia no puede ser
otra que “hacerse cargo” de la “herencia” de la historia,
“apropiarse” de los contenidos espirituales de este legado,
arreglarse con ellos y hacérselos subjetivos. Lo que interesa es
no el “que” de esos contenidos, sino el “cómo” nos los
apropiamos. El valor supremo, categórico, independiente del
éxito o fracaso, radica en la postura o compromiso
incondicional en cada sucesiva situación dada.
Dentro del criterio existencialista, el hombre puede
considerarse como: ser limitado o temporalmente cuyo
comportamiento en el mundo consiste en curarse de sí mismo,
curarse del mundo y procurar por sus semejantes; un ser
arrojado, fortuito, desamparado, sin esperanza, libre,
angustiado, culpable, al que hay que comprender desde la
nada y desde su ser relativamente dado a la muerte, a la vez
que desde sí mismo.
1. SOÖREN KIERKEGAARD (1813-1855)
Kierkegaard nació en Copenhague en 1813, el último de una
familia de siete hijos. Era raquítico, algo contrahecho, de
temperamento melancólico y reflexivo. La educación triste y
dura que recibió de su padre exageró esta disposición. La
muerte de su padre, ocurrida en 1838, significó para este joven
su reconciliación con él y consigo mismo, pues había liquidado
los conflictos y tensiones también producidas por el libertino
comportamiento de su estancia como estudiante de teología en
la Universidad de Copenhague. Su filosofía comienza a darse
mediante criterios de la angustia y la soledad existencial. Murió
en 1855. Kierkegaard se caracterizó a través de la filosofía
existencialista por la subjetividad de sus pensamientos. le
interesó descubrir y ver la individualidad en el sujeto concreto.
Concepto de lo humano y lo cristiano: La subjetividad
expresada por Kierkegaard no la sitúa en la perfección de la
racionalidad del hombre, sino por medio del sentimiento, la
pasión, el amor; en una palabra, en “la interioridad”. Según
estos criterios, distingue tres esferas esencialmente distintas
del existir humano: la estética, la ética y la religiosa. pero no
son fases o esferas mecánicas, por los cuales se pasa
cronológicamente, sino que requieren la opción y el
compromiso: sin elección libre no se da paso de uno a otro.
El estadio estético: La vida en el instante en el momento
escurridizo del placer, en la búsqueda desesperada del
hedonismo, es la característica básica de éste individuo. Vive
en un presente superficial, sin vínculo con el horizonte de la
trascendencia, preso de la quimera y la ilusión. El esteta vive
bajo el signo de la desesperación aún sin saberlo. La
satisfacción sensible de su vida carece de una dirección, del
asidero de un sentimiento pleno, no es consciente de su
pedazo de eternidad ni de las metas de su destino personal.
Es el hombre débil que se desconoce a sí mismo, que se
ignora, que vive en dependencia del goce, no puede menos
que experimentar la desesperación.
El estadio ético: El individuo que da el salto a esta nueva
esfera se encontrará viviendo de acuerdo con los principios
morales, ordenando su conducta y actividad con base en el
deber. El deber es para el hombre ético el imperativo general
al cual debe obedecer. El hombre ético arrepentido, ha optado
por su propia existencia, se ha reconocido a sí mismo.
El estadio religioso: Lo constituye fundamentalmente la
paradoja de la fe. Esta paradoja es, al mismo tiempo, un
“escándalo ético”, la trascendencia de la moralidad general y el
salto a un modo existencial más pleno. El hombre debe
definirse y orientarse a una “relación absoluta con el Absoluto”,
sostenerse en la confianza y el vínculo con Dios”.
La angustia es la antesala de la culpabilidad y el pecado. Ella
no es extraña y ajena al hombre: él es su fuente. El origen de
la angustia es la nada, por ello es distinta del miedo, que es de
algo. Por ello, la angustia es anterior al pecado y a la culpa. La
angustia objetiva, fruto de la pecaminosidad de la especie, y la
angustia subjetiva, compañera del pecado personal, son
manifestaciones inherentes a las acciones del hombre y el
individuo.
Si esta conciencia del estar del hombre delante de Dios,
engendra el “yo teológico”, ello no quiere decir que allí alcanza
el hombre una paz infinita y una armonía imperecedera. La
angustia es el vértigo del alma, y la desesperación del vértigo
del espíritu. Angustia y desesperación son dos aguijones que
desgarran la existencia humana. La desesperación es “un
sentir en el más profundo centro de su alma una inquietud, un
desasosiego, una desarmonía, una angustia de algo
desconocido, ante una posibilidad de la existencia o una
angustia por sí misma”.
La desesperación más aguda; es decir, el pecado, es no
querer ser uno mismo delante de Dios, la obstinación de
renunciar a sí mismo o la debilidad de no querer serlo. La
estancia del hombre en presencia de Dios es la garantía del
salto del yo humano al yo teológico.
2. KARL JASPERS (1883-1969)
(exitencialismo trascendental)
Nacido en Oldenburg (Alemania). A los dieciocho años de
edad le fue diagnosticado que padecía desde su niñez
insuficiencia bronquial y cardíaca: el régimen de su vida que
adoptó en adelante para combatir esta enfermedad le permitió
vivir ochenta y seis años.
no es cognoscible y permanece como lo absolutamente
escondido. Para acercarse a esa trascendencia, la metafísica
no puede hacerlo directamente, se ve obligada al empleo de
los símbolos, lo que él llama la lectura de las cifras.
La finalidad última de la filosofía de la existencia no es la
existencia. Su impulso la lleva más lejos: el término de su fe es
el origen de donde brota. Al origen de nuestra existencia, que
es el término de nuestra fe, Jaspers lo denomina
trascendencia; llama metafísica al conjunto de pasos que
permiten llegar a ella. La trascendencia es Dios, Jaspers elige
tal concepción, porque la idea de Dios sólo halla lugar en la
filosofía a costa de sufrir profunda modificaciones.
3. GABRIEL MARCEL (1889 – 1973)
(Existencialismo trascendental)
Nacido en París, hijo de un diplomático, pierde a su madre
cuando apenas contaba con cuatro años de edad. Educado en
un ambiente judío-protestante, se forma filosóficamente en el
idealismo poskantiano. En 1929 se convierte al catolicismo
haciéndose bautizar.
El objeto de la filosofía existencial de Gabriel Marcel radica en
“devolver a la experiencia humana todo su peso ontológico”.
Trata de dar una doble dirección en primer lugar, distinguir el
ser del poseer, y después, distinguir el misterio del problema.
Según Jaspers, el “mundo” es aquello de donde nos surgen
todos los fenómenos, por los que nos es accesible el ser del
mundo. El mundo se nos anuncia y se da a conocer como el
otro, desmedido y tremendo, que es sin nosotros, pero que
como fenómeno muestra conciencia en general, puede
investigar en la táctico que nos sale al encuentro desde el
fondo oscuro del otro.
Ser y tener son dos categorías irreductibles. Todo hombre
siente la tentación de identificarse con lo que tiene, pero caer
en ella es ignorar lo que es, y por lo tanto, equivocar el acceso
a la metafísica. La categoría del tener sólo tiene sentido en el
orden de los cuerpos, allí donde el poseedor es destino del
poseído. El punto de vista de tener reduce al hombre al nivel
de las cosas.
Concepción del ser: Dice Jaspers que la filosofía de la
existencia es el pensar que utilizar todos los conocimientos
específicos, rebasándolos, para poder el hombre llegar a ser él
mismo. En su análisis de la existencia encuentra que ésta se
manifiesta en tres aspectos: comunicación, historia y libertad.
El punto de partida de Marcel es la existencia. No la existencia
en general, sino en su individualidad singularidad. Su punto de
llegada será el ser; pero no un ser como objeto de
conocimiento sino un ser participando en la experiencia de
nuestra propia vivencia. Es necesario superar la dimensión
puramente racional en la que persiste la dualidad y la
oposición sujeto-objeto.
Comunicación: Como comunicación, la conciencia consiste
en hallarse abiertamente, relacionada con los otros, las cosas
y Dios.
La Historia: En la historicidad se manifiesta mi existencia
como necesidad en la cual estoy predeterminado y como
libertad en cuanto soy originalmente libre y asumo la realidad.
La existencia humana es un ser temporal que se realiza en el
tiempo.
La Libertad: La existencia es existencia posible, puede ser el
ser sí mismo en tanto libertad y fuente de la existencia. La
libertad es originalmente para mí, elección de mí mismo como
poder ser existente.
La existencia es un intento de superar sus propios límites, su
propia finitud, para alcanzar la trascendencia.
En la construcción de su existencia o en el ejercicio de su
libertad, el hombre tiene tres opciones fundamentales, cada
una de las cuales se presenta como una doble posibilidad
antitética:
La primera oposición básica es el ser y el tener: Los
hombres somos nosotros mismo y tenemos lo nuestro. Lo
nuestro es lo que no forma parte del yo. El tener corre el
peligro constante de perderse; por eso, la posesión nos
intranquiliza y nos devora. El ser, por el contrario, es interior,
es parte de nuestro yo. Pero el hombre tiene, el yo en lo mío.
Esa tendencia es degradante, desintegradora y sólo se puede
superar en el amor, que integra el tener en el ser, de manera
que lo mío sea expresión viva de lo que soy.
La libertad su pone la responsabilidad y ésta el sentimiento de
culpabilidad. La libertad entraña también una especie de
negación de sí misma en el sentido de que mi elección arrastra
unas consecuencias a las que necesariamente tengo que
atenerme. Cuando elijo una posibilidad necesariamente
descarto las otras.
La segunda oposición básica se da entre el problema y el
misterio: Problema es algo que encuentro ante mí y que
puedo delimitar y solucionar. Misterio es algo en lo que mi
propio ser está implicado y comprometido. Para el hombre que
vive en la dimensión del tener, todas las cosas se reducen a
problemas; para quien vive la dimensión del ser, todas las
cosas son misterios.
Lo existente no tiene fundamento alguno, se halla desgarrado,
roto. La existencia es esencialmente insuficiencia; su
consistencia se apoya únicamente en la relación con la
trascendencia. La trascendencia no es objetivable, por lo tanto
La tercera oposición básica se realiza entre opinión y fe.
El hombre que vive en las dimensiones del tener y del
problema, es indeciso, sólo tiene opiniones por las que no está
dispuesto arriesgarse. El hombre que vive en la profundidad
del ser y del misterio llega a la firmeza de la fe, y si es preciso,
será capaz de morir por esa fe. El hombre es lo que cree.
Marcel reflexiona sobre ciertas experiencias existencialistas
que él denomina categorías, por cuanto manifiestan la
dimensión de profundidad de nuestra existencia. Esas
categorías son:
1. LA DISPONIBILIDAD:
Expresa la presencia solícita y recíproca de la relación
interpersonal en que un sujeto se revela como presente en las
distintas experiencias cotidianas.
2. LA FINALIDAD:
Es la forma de posición positiva ante la responsabilidad de
afirmar la propia vida y alcanzar mi ser. En la fidelidad a la
existencia se sostiene el movimiento de búsqueda de la
trascendencia, me abro a los otros, me comprometo y me
comunico con ellos.
3. LA ESPERANZA:
Es una respuesta al ser, una vocación a la relatividad, a la
trascendencia, a la comunión con los otros. La fidelidad y la
esperanza, además del amor, constituyen la dimensión de
profundidad de la existencia.
4. EL AMOR:
Es co-creador, co-ser, co-existir, un creador de la personalidad
del tú y del yo en el cual se da el don recíproco del amante y el
amado. El amor implica la trascendencia de la presencia del Tú
absoluto como amor infinito, y yo como participación de ese
amor.
.4.
MARTIN HEIDEGGER (1889 – 1976)
Existencializmo ateo)
Nace en Merskirch (Alemania). Es profesor en Marburgo y en
Friburgo. Es un pensador original y difícil de entender debido al
numeroso vocabulario creado por él para poder dar explicación
a las diversas facetas de su pensamiento.
El hombre es el único ser al que le interesa su ser; y el modo
de ser le es propio a la existencia; en cuanto existente, el
hombre se refiere a sí mismo, cosa que no sucede en los
entes. Los entes son los que son, en tanto que el hombre es
un ser que ha de hacerse a sí mismo, es un ser no hecho, sino
que se proyecta constantemente, que está siempre como fuera
de sí mismo, un ser que existe.
¿Qué es el ser? Es la pregunta por el ser del hombre que se
encuentra olvidado en la metafísica. El ser (hombre) es vivido
en la experiencia como lo que hay que pensar, en este pensar
debe hacerse la relación del hombre pensante con el ser, y
esta relación misma tiene que revelarse como una relación
única y como la relación que caracteriza el ser del hombre.
Concepción de lo objetivo y lo subjetivo: Heidegger piensa
que únicamente puede resolver la pregunta ontológicofundamental del ser, preguntando por el modo de ser del
hombre, ese ente al que le da el nombre de “ser ahí”. Ese “ser
ahí” es el único ente que se pregunta por su ser, se comprende
en su ser y se comporta relativamente a su ser.
La “existencia” es propia exclusivamente del hombre más aún,
constituye justamente la “esencia” del hombre; mientras que
los modos del ser de los entes que no posee la forma del ser
ahí consisten en “ser a la mano”, “ser ante los ojos”, o
“realidad”. Al igualar “esencia” y “existencia” en el hombre,
Heidegger no desea que entiendan estos conceptos en el
antiguo sentido de esencia y existencia, que traduce como
mera posibilidad y realidad.
El ser humano: el Da-sein: El Da-sein significa literalmente
“estar ahí, ser ahí”, que en Heidegger se refiere
exclusivamente al hombre. Se ha traducido en una primera
forma por “realidad humana”. El Da-sein es el hombre en
cuanto abierto al ser, el Da-sein es el hombre en cuanto lugar
en donde el ser aparece. Nos preguntamos qué es el hombre,
porque permanecemos en el nivel de la metafísica tradicional,
sólo consideramos en el hombre lo que es, y no le
consideramos como un ente.
Existir es también trascender. “Trascendencia significa
superación. Transcendente es lo que realiza esta superación”.
En esta relación hay un movimiento, un ir desde algo hacia
algo. El hombre, embargado primero por los entes, lo rebasa
moviéndose hacia el ser, desde el cual comienza entonces a
verlos.
La libertad es el fundamento de la totalidad de los momentos
que designan los otros nombres. Si el hombre es ante todo, un
ser libre, entonces, la libertad no es una propiedad que tiene el
hombre como una cosa que posee su color y su figura. El
hombre es más bien una posibilidad de libertad. La libertad es
lo que hace posible al hombre en cuanto que permite la
totalidad de los momentos que designan al ser del hombre.
El hombre no es en el tiempo, ni es tampoco una cosa que
perdura, sino que es un proceso de temporización. Su
temporalidad es el fundamento del tiempo y de la historia.
¿Un ser para la muerte? El hombre no queda nunca
calmado: ha de morir, es un ser para la muerte: la muerte es
su posibilidad última, pero el hombre al morirse no realiza una
posibilidad más, pues la muerte es la posibilidad del no ser, la
posibilidad de su imposibilidad. En la muerte se funden todas
las posibilidades particulares del hombre. El hombre es un ser
para la muerte, y por esto, todo lo que el hombre realiza está
condenado a morir.
¿Es necesario caracterizar al hombre como “el ser para la
muerte”? ¿Cómo comprender la muerte como una posibilidad?
La muerte es la peculiar posibilidad del “ser-ahí”. Su “ser-ahí”.
A lo que se agrega la incertidumbre que va unidad a la muerte
y es su indeterminación por el cuándo.
Ante el descubrimiento de su “ser para la muerte” el hombre
puede tomar dos actitudes: engañarse a sí mismo, intentando
eludir su destino mortal, o aceptar dicho destino con plena
conciencia de su proyección hacia la nada. En la primera
actitud, el hombre vive una existencia inauténtica; en la
segunda actitud el hombre asume una existencia auténtica.
Autenticidad e inautenticidad son posibles por la libertad, que
es el acto por el cual el hombre se realiza a sí mismo.
El descubrimiento de la existencia como “ser para la muerte”
origina la angustia, cuyo efecto principal es el aislamiento, la
soledad absoluta del individuo.
5.
JEAN PAUL SARTRE (1905 – 1980)
(Existencialismo ateo)
Es el más ilustre y renombrado representante del
existencialismo francés, quien reclama para la filosofía el
calificativo de humanismo ateo, posición que cree compartir
con Heidegger como alternativa del existencialismo creyente
de Jasper y Marcel.
Sartre nace en París en el seno de una familia aristocrática. Su
negativismo absoluto respecto a la vida humana y al hombre
mismo concuerda perfectamente con el estado de ánimo de los
europeos, que se encuentran con los despojos de la guerra
como única posibilidad para el futuro.
Concepción del ser y la existencia: La metafísica existencial
de Sartre llega a la conclusión de que toda la ontología o
estudio del ser se divide en dos zonas o regiones: el “ser en
sí”, que es el ente sólido, inmóvil y necesario, y el “ser para sí”,
que es la existencia humana. Lo “en sí” se identifica, según
Sartre, con el ser; lo “para sí” se identifica con la nada. En
consecuencia, el hombre es la nada que busca afanosamente
el ser; deseo que está condenado al fracaso porque el “en sí”
es totalmente inaccesible al hombre. Por eso Sartre puede
definir al hombre como una pasión inútil.
Lo “en sí” es el ente verdadero y pleno, pero no hay razón
alguna para que exista, es lo absurdo. No posee relaciones
con los otros seres, por ello el ente está fuera de la
temporalidad. Como no puede negar el devenir rígido y
predeterminado.
El “para sí”, al no ser, se presenta como un vació, como un
agujero en el ser. Cuando la conciencia advierte esta vacuidad
el hombre experimenta esa vivencia existencial que se llama la
náusea. Esa contradicción entre el “en sí” y el “para sí” “es
irreductible”. Entre ellos no es posible la unión y ni siquiera la
comunicación.
Pero el hombre, esa pasión inútil, no se resigna a ser nada;
necesita un punto de apoyo y busca desesperadamente una
forma de afianzarse en el ser. Lo intenta por tres caminos que
podemos llamar: tendencias a la nada, tendencia al otro, y
tendencia al ser.
La tendencia a la nada es propia de la conciencia y la libertad.
Por la conciencia el hombre trata de conocerse a sí mismo y
sólo descubre sus propias limitaciones, su insignificancia, con
lo que en lugar de afirmación sólo consigue aniquilarse. Por
eso, la función de la conciencia es aniquiladora. Lo “en sí” es y
no puede ser, por tanto, tampoco puede ser libre. La libertad
es una característica del ser “para sí”, es decir, del no ser. Sólo
puede ser libre el verdadero hombre. En sí misma
considerada, la libertad no admite grados, aunque el ejercicio
de esa libertad pueda estar condicionado por la situación.
Según Sartre, el hombre no sólo es totalmente libre sino que,
también, es necesariamente libre. Hay una sola limitación a su
voluntad: no puede renunciar a ella. Por eso afirmará que el
hombre está condicionado a la libertad. Y es una libertad
absurda porque le es incapaz de llegar al objetivo que se
propone: el “ser en sí”. Ni conociéndose a sí mismo ni
eligiéndose a sí mismo, llega el hombre a establecer una
comunicación con el “en sí”, sino que por el contrario se
sumerge cada vez en la profundidad de su nada.
En última instancia, asegura Sartre, lo que el hombre pretende
es convertirse en Dios; es decir, lo que sería la realización del
imposible metafísico del ser y no ser al mismo tiempo. Ahora
bien, si Dios es imposible, Dios no existe. Con esto llega Sartre
a fundamentar una moral sin preceptos ni deberes, es decir,
una inmoralidad total, expresada claramente en su frase: “Si
Dios no existe, todo está permitido”.
De igual manera, la conciencia nos descubrió la realidad
humana como “ser para sí”, pero nos abre el camino también
hacia existencias ajenas. La mirada del otro no es un objeto
que yo perciba entre las cosas que conforman el mundo: yo
percibo sus ojos, no su mirada. pero tengo la impresión de ser
mirado, lo cual es completamente distinto, porque yo soy el
que soy transformado en objeto, y esto implica que el otro es
sujeto, y que está presente como sujeto en mi existencia.
TALLER: después de haber leído la información que contiene
ésta guía, lo(a) invito(a) a desarrollar las siguientes
preguntas:
1. Con frecuencia hemos estudiado que el hombre es libre,
tiene una dignidad indiscutible, es el señor de la
naturaleza, es inmortal, y su grandeza y poder es
incalculable, pero observemos al hombre de la calle, al
obrero, al campesino, al drogadicto, al padre de familia, a
los limosneros e incluso a usted como estudiante; ¿se
realiza en ellos el concepto de hombre?
2. ¿Qué diferencia vemos entre el hombre pensado por la
filosofía y el hombre concreto, el de la calle?
3. ¿Qué aspectos de la vida del hombre tiene en cuenta la
existencia?
4. ¿Qué diferencia hay entre esencia y existencia?
5. Construya su propia definición de existencialismo
Analizar en la propuesta filosófica de Sorën Kierkeggard
1. ¿Estás de acuerdo con los tres estadios de que habla
Kierkegaard?
2. ¿En qué estadio te encuentras?
3. ¿Estás motivado para avanzar?
Analizar en la propuesta filosófica de Karl Jaspers
1. Describa la propuesta del ser que hace Jaspers
2. ¿Qué es el mundo?
3. Identifique y explique cómo se manifiesta la existencia en
Jasper?
4. ¿Qué opinas de la propuesta existencialista de Jaspers?
Analizar en la propuesta filosófica de Gabriel Marcel
1. ¿Qué tipo de hombre promueven los medios de
comunicación, el hombre ser o el hombre tener?
2. ¿Cuáles son las características del hombre ser?
3. ¿Cuáles son las características del hombre tener?
4. Elabore un cuadro comparativo y establezca la diferencia
entre el ser y el tener
5. ¿Cuáles son los valores que fundamentan la auténtica
relación humana?
Analizar en la propuesta filosófica de Martín Heidegger
1. ¿Podemos cambiar algo de nuestro pasado?
2. ¿Cómo te parece una persona que vive el presente?
3. ¿Qué es para ti la muerte?
4. ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante la muerte?
5. ¿Qué es para ti la nada?
6. ¿Qué es el Dasein?
7. ¿Cuáles son las características de la existencia?
8. ¿Cuándo vive el hombre de manera inauténtica?
9. ¿Cuándo el hombre vive de manera auténtica?
10. ¿Cómo se manifiesta el ser?
Analizar en la propuesta filosófica de Jean Paul Sartre
1. ¿Puedo cambiar mi cuerpo por otro cuerpo, o mis padres
o mi cultura por otras?
2. ¿Puedo dejar de ser libre?
3. ¿Has experimentado a veces, en tu relación con otras
personas que unas veces te sientes fuerte antes ellas y
las dominas, y otras te sientes débil y te le sometes?
4. ¿Qué es el ser en sí y cuáles son las repercusiones para
el hombre?
5. ¿Qué significa para el hombre ser un ser para sí?
6. ¿Qué razones da Sartre para afirmar que el hombre es
una pasión inútil y que el infierno son los otros?
7. ¿Qué aspectos positivos, encontramos en el pensamiento
filosófico de Sartre?
8. ¿Qué aspectos negativos?
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