1930-39: Los “costillas de cerdo” de la Vabis La estable demanda de buses de los años 30 mantuvo la producción y el empleo en Scania-Vabis. Sus obreros se transformaron en una elite bien pagada, llamada “los Costillas de cerdo de la Vabis” por los otros trabajadores de Södertälje, que veían a sus mujeres comprar estos apetecidos cortes. La expansión de Scania-Vabis, que había sido continua en los años 20, se detuvo. En los 30, la empresa contaba con unos 500 empleados cuya décima parte eran administrativos. Bajo la apariencia de estabilidad se ocultaba sin embargo un gran cambio: Scania-Vabis cambió su producción de camiones a buses, con cierta dedicación a camiones y motores. El bus creado para el Correo en 1922 fue la puerta de acceso a éste mercado y a un nuevo gran cliente: Tranvías de Estocolmo. Tranvías compró en 1929 una empresa ya establecida y complementó la red tranviaria con líneas de buses. El ingeniero August Nilsson viajó ese año a visitar Twin-Coach en Ohio, Estados Unidos, que producía buses “bulldog” con el conductor y el motor dentro de la cabina. Pese a su corta distancia entre ejes y su pequeño radio de giro, necesarios en el tráfico urbano, los buses eran amplios. Nilsson se inspiró en ellos y en 1932 Scania-Vabis presentó su primer “bulldog”. El nuevo bus coincidió con el comienzo de una profunda baja coyuntura. En 1932 cayó la venta de camiones a la mitad pero la demanda de buses continuó estable. Scania-Vabis logró mantener la ocupación mientras disminuía a la mitad en las otras empresas metalmecánicas vecinas. Pese a la crisis, los trabajadores de Scania-Vabis lograron no sólo conservar sus puestos sino que a veces hicieron horas extra. Trataban de que amigos, familiares y sobre todo sus hijos entraran a trabajar en la empresa que, por su organización, se consideraba la mejor opción para un técnico. Hasta 1920 hubo períodos de tensa relación entre dirección y obreros cuando la empresa racionalizó métodos de trabajo e intentó alcanzar mayor productividad. Hubo enfrentamientos serios con los trabajadores, especialmente con el calderero Knut Georg Taberman. Taberman —en su juventud agitador político y sindical de extrema izquierda — perdió en 1917 su cargo de modo espectacular, pero fue recontratado por el legendario jefe de taller Gunnar Westerberg, quien lo fue a buscar a su casa. Una vez liquidada la empresa no hubo conflictos. Con la antigua dirección habían desaparecido las aspiraciones de racionalizar. La nueva Scania-Vabis mostraba un marcado carácter de maestranza, y aún en los años 30 tenía una dirección mínima. Bajo el jefe de taller había un grupo de capataces a cargo de la producción. En las oficinas eran escasos los funcionarios administrativos, y sus tareas muy simples. Toda la producción funcionaba como una flexible instancia de servicio y experimentación para los constructores. Los obreros producían piezas, componentes y vehículos directamente, según los planos del constructor. Cada trabajador disponía de sus herramientas y equipos y decidía el método a seguir. Los mecánicos montadores estaban al tope de la jerarquía obrera. Cada montador recibía cajas con componentes y armaba los trenes delanteros o traseros, las cajas de cambio o motores. Afinaban y ajustaban los detalles con lima y esmeril mientras hacían el montaje. Los peones, cuando entregaban las cajas a los imponentes profesionales, se quitaban la gorra y hacían una reverencia. Para los herreros, chapistas, caldereros, tapiceros o carpinteros modelistas regían condiciones parecidas. Trabajaban independientemente e iban enseñando poco a poco a sus ayudantes. La metodología de trabajo era extremadamente artesanal. Por ejemplo, el hijo y ayudante de Knut Georg Taberman, Holger Taberman, producía para su padre barras de soldar a partir de lingotes de estaño y ácido clorhídrico. El acabado en máquinas herramientas exigía también enorme conocimiento profesional. Los mismos trabajadores eran responsables por la preparación de la tarea y por la producción de útiles o componentes. La división del trabajo era simple: cada trabajador recibía los planos necesarios y determinaba los valores para el corte y pulido de las piezas. Los hábiles obreros de Scania-Vabis se transformaron en la “crema” de los maestros técnicos de Suecia. Los cambios de personal eran casi inexistentes y era muy raro que alguien renunciase. Una favorable evolución de los sueldos contribuyó asimismo para que la rotación de personal fuera escasa. Los salarios por hora no eran especialmente altos, pero los acuerdos por destajo, negociados libremente con los jefes de taller, permitían muy buenos beneficios. Expresado drásticamente, los técnicos mismos determinaban el pago a destajo, normalmente el doble del salario por hora. Un trabajador de Scania-Vabis en la década de 1930 estaba entre los mejor pagados de Suecia. De allí que se los considerara una ”aristocracia” en Södertälje, los “Costillas de cerdo de la Vabis”. Knut Georg Taberman Knut Georg Taberman, era un artesano del cobre y agitador socialista de Södertälje en la década de 1910, pero llegó a ser un bien pagado miembro de la “Brigada de los Costillas de cerdo de Vabis”. Sus buenas relaciones con los dirigentes le permitieron lograr que también sus hijos ingresaran a trabajar en la compañía.