LA SOCIEDAD EN EL MUNDO CLÁSICO

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LA SOCIEDAD EN EL MUNDO CLÁSICO
INTRODUCCIÓN
En el mundo clásico se dieron tipos de sociedad esclavista y se consideraba natural que hubiera
personas libres (con derechos y deberes y con actividad social) y esclavos (sin consideración de personas, sino
de posesión de alguien libre y sometida a su voluntad).
LAS PERSONAS LIBRES: CIUDADANOS Y NO CIUDADANOS
Dentro del grupo de personas libres, a su vez, se pueden distinguir dos grupos: los ciudadanos y los
no ciudadanos.
Ciudadano (polites/civis) era toda aquella persona que había nacido libre e hija de personas libres
también ciudadanos y originarios del lugar en cuestión (las polis griegas, Roma o las ciudades de su imperio).
La ciudadanía podía conseguirse también de manera extraordinaria (por servicios prestados al Estado,
sobre todo) y también se podía perder (atimía/capitis deminutio) por haber cometido algún tipo de delito (sobre
todo contra el estado).
Una persona se convertía en ciudadano a los 21 años y por ello tenía derechos y libertades tales
como la posibilidad de intervenir en política y ocupar cargos públicos, poseer propiedades inmobiliarias y
poder comprarlas y venderlas, que el matrimonio tuviera validez legal y el poder iniciar acciones legales ante la
justicia- pero también deberes y obligaciones –destacando la participación como soldado en caso de guerra, el
pago de impuestos (liturgia/tributa) y la participación en los actos religiosos del estado-.
El grupo de los no ciudadanos estaba integrado por los niños, las mujeres y los extranjeros que, no
teniendo derechos, si tienen deberes. Niños y mujeres no eran ciudadanos porque dependían del padre de
familia y no tenían capacidad de actuación (aunque los niños varones lograban la ciudadanía al hacerse
mayores de edad , las mujeres siempre dependían de un miembro masculino de la familia –el padre, el marido,
el hijo o algún familiar-).
Los extranjeros (metekoi/peregrini) eran personas libres de paso por la ciudad o que vivían en ella de
forma permanente. Como no podían ser dueños de locales ni suelo, se solían dedicar al comercio y la artesanía
y alquilaban el sitio en el que trabajaban y vivían. Además de pagar un impuesto especial por el hecho de no
ser ciudadanos, los extranjeros estaban obligados a pagar los mismos impuestos que los ciudadanos y a
defender al estado en caso de guerra.
LOS ESCLAVOS
La esclavitud fue algo plenamente aceptado en el mundo clásico y se consideraba que había personas
que habían nacido para ser esclavos y otras para ser libres. En todo caso, la esclavitud era un estado judicial y
se podía nacer esclavo, caer en la esclavitud y ser liberado de ella. Aunque en Grecia esta práctica estaba muy
extendida, fue en Roma donde la esclavitud alcanzó cotas de gran importancia. Por eso hablaremos
especialmente de la esclavitud en el mundo romano.
Esclavo (doulos/servus) era la persona que había nacido hijo de esclavos y –al igual que sus padresera posesión de alguien. Pero se podía caer en la esclavitud al ser hecho prisionero de guerra, siendo apresado
por piratas, por deudas económicas (y no teniendo más que ofrecer que la propia vida y la de la familia), por
decisión judicial o por ser un niño abandonado o vendido por los padres.
El destino de un esclavo era pertenecer a alguien y se podía ser comprado y vendido como mercancía
en el mercado público mediante subasta (sub hasta) bajo la supervisión de los ediles. Los vendedores de
esclavos recibían el nombre de mangones o venalicii. Al esclavo se le situaba sobre un tablado giratorio con
una tabla llamada titulus en la que aparecía la procedencia, la edad y las características del esclavo. El precio
del esclavo dependía de la edad y las aptitudes. Eran muy apreciados los griegos, sobre todo los que podían ser
dedicados a la enseñanza (gramáticos y filósofos que eran dedicados a ser tutores de los hijos de los nobles y
ricos romanos), los médicos, los que eran bellos, los jóvenes y fuertes y los que demostraban habilidad en sus
oficios. En todo caso, la mayoría de los esclavos eran baratos y hasta los ciudadanos más pobres los tenían. Los
que menos precio alcanzaban eran los de mayor edad y los niños pequeños. A veces, hasta los esclavos tenían
sus propios esclavos, que recibían el nombre de vicarius.
Aunque los esclavos no eran considerados personas, los amos permitían que pudieran vivir juntos; en
este caso, la unión de esclavo y esclava recibía el nombre de contubernia, en la que el marido recibía el
nombre de conservo y la esposa el de conserva. Los hijos que se tuvieran, también esclavos, recibían el
nombre de vernaculus.
Las tareas en las que los esclavos eran empleados variaban en función de sus aptitudes. La mayor
parte de ellos trabajaban en las tareas agrícolas, especialmente en las grandes fincas que los nobles romanos
tenían. El amo permitía que un hombre libre (villicus) administrara la finca y repartiera las tareas: siembra,
cosecha, trabajo en el molino, cuidado de animales, etc. Un trabajo todavía más duro era el de las minas donde
el número de esclavos era enorme (había minas en las que trabajaban entre 20.000 y 40.000 esclavos). Se
utilizaban muchos niños (por la facilidad para meterse en cualquier hueco) y hombres jóvenes y fuertes, pero la
mortalidad era enorme por la dureza del trabajo. Los esclavos empleados en las tareas domésticas tenían
mejores condiciones de vida y desempeñaban muchas tareas, casi siempre bajo el control directo de la dueña.
Las familias más ricas tenían grammaticus (maestro de primeras letras), praeceptores (maestro para estudios
superiores) y pedagogus (acompañante para la escuela) para sus hijos; el procurator administraba la casa, el
amanuense escribe cartas y documentos y el archimagiros es el jefe de cocina. Las esclavas reciben el
nombre de servas.
Una clase especial dentro de los esclavos la representan los dedicados al espectáculo. Los había
cantantes, músicos, bailarines, malabaristas y equilibristas que podían ser comprados o incluso alquilados por
los ricos para amenizar sus fiestas. También eran esclavos los actores que representaban las tragedias griegas y
las comedias romanas. Con el tiempo, este oficio dejó de ser exclusivo de los esclavos y poco a poco se
convirtió en una profesión. Quizá los más importantes dentro de este grupo eran los esclavos dedicados a las
carreras de caballos (aurigas) y los dedicados a combatir en la arena del anfiteatro (gladiadores). Estos, debido
a la enorme afición que había en Roma por estos espectáculos, alcanzaban unos precios astronómicos y podían
llegar a comprar su libertad debido a que ganaban mucho dinero, aunque podía darse el caso de que un
gobernante le concediera la libertad a un gladiador famoso entregándole una espada de madera con su nombre
en la empuñadura.
El estado podía ser dueño de un número más o menos elevado de esclavos. En general, la esclavitud
en Grecia no estuvo tan extendida ni tuvo tanto rigor como en Roma. De hecho, en Atenas los esclavos eran los
que se encargaban de las funciones de policía y recibían el nombre de toxotai. También eran posesión del
estado los esclavos ocupados en las obras públicas y los remeros de la flota, los escribas y secretarios de los
magistrados e incluso los carceleros. En Esparta, sin embargo, los esclavos sufrían bastante ya que se les
empleaba en las tareas agrícolas, recibiendo el nombre de ilotas.
Al ser algo consustancial a la sociedad en la que vivían, los esclavos admitían su condición como algo
normal, si bien muchos de ellos intentaban lograr su libertad. En todo caso, cuando un esclavo se comportaba
mal, el amo tenía derecho a imponerle el castigo que quisiera, incluso la muerte. Si se intentaba fugar, se le
marcaba con hierro candente las letras FUG (fugitivus); si se le cogía robando, se le marcaba con las letras
FUR (furtus) y además se le podía azotar. Cuando el comportamiento era muy malo, se le podía castigar con
enviarle a trabajar en el campo, reteniéndole en un calabozo solitario en las horas de descanso. Si el delito era
muy grave se pagaba con la muerte, en muchos casos siendo crucificado o lanzado a las arenas del anfiteatro
para ser devorado por las fieras.
El sistema tenía prevista la posibilidad de que los esclavos lograran su libertad mediante la
manumissio (liberación). De esta manera se convertían en libertos. Las formas de lograr la esclavitud eran las
siguientes:
- comprando su libertad pagando al amo lo que había costado. El dinero provenía del peculium o
dinero que el esclavo había logrado ahorrar haciendo trabajos en sus momentos libres.
- cuando el amo moría y decidía en su testamento liberar a los esclavos que considerase oportuno
(manumissio testamento);
- inscribiendo al esclavo en el censo de ciudadanos romanos (manumissio censo);
- declarando el amo ante un magistrado la decisión de liberar al esclavo. El esclavo defendía su
libertad, el magistrado le ponía un bastón en la cabeza y lo liberaba (manumissio per vindictam);
- cuando el amo invitaba al esclavo a sentarse a comer a la mesa (manumissio per mensam);
- cuando el amo, ante unos amigos invitados al efecto, declara ante ellos su decisión de liberar a un
esclavo (manumissio inter amicos).
Lograda la liberación, los libertos estaban obligados a llevar un gorro blanco y una túnica para ser
reconocidos. Además seguía vinculado al amo por lazos de patronazgo. Aunque no tenía derechos, sí tenía
deberes. Sus hijos sí conseguían ser ciudadanos de pleno derecho.
ORGANIZACIÓN SOCIAL EN EL MUNDO CLÁSICO
Tanto en Grecia como en Roma, el núcleo de la sociedad era la familia que se consideraba
descendiente de un tronco común (genos, traducido como linaje o familia). Además, en Grecia, los ciudadanos
estaban divididos por su poder económico de manera que la clase más alta eran los más ricos, llamados
pentacosiomedinni (que pueden obtener 500 sacos de cereal), hippeis (300 sacos), zeugitas (una yunta de
bueyes) y thetes (pobres).
En Roma la división se hacía en dos clases: patricios (nobles) y plebeyos (pueblo). Los patricios eran
ricos y se consideraban descendientes de los fundadores de Roma. Solían ocupar puestos en el Senado y hacían
el cursus honorum. Los plebeyos eran la mayoría de la sociedad; empezaron no teniendo derechos pero, poco
a poco, se les fueron concediendo derechos a la vez que estaban obligados a cumplir con el estado. Dentro de
este grupo nacieron los equites (caballeros) que dedicándose a la banca, la artesanía y el comercio conseguían
hacerse ricos e incluso llegaron, por matrimonio, a convertirse en patricios.
EL PATRONAZGO
En la Roma clásica existían unas relaciones especiales entre las personas. Los patricios y las
personas más ricas podían ejercer una labor de patronazgo sobre otras personas, de manera que éstas se sentían
estrechamente ligadas a su patrón por razones familiares, económicas, sociales, etc. El patronazgo consistía en
una relación de influencia. Los patrocinados, llamados clientes, acuden cada mañana a casa de su patrón que,
una vez levantado los recibe en una sala. A esto se le llama salutatio matutina. A continuación, el patrón
puede hacer diversos encargos que los clientes deben atender sin dudar. Puede que les mande comprar algo,
enviar recados y mensajes, incluso puede pedirles que ataquen a un enemigo político suyo…. cualquier cosa.
Los clientes obedecen a su patrón y reciben de él la sportula (algún regalo o dinero por parte del patrón). Las
relaciones de patronazgo son muy importantes en la política romana y en su orden social ya que, cuantos más
clientes se tengan más poder e influencia tiene el patrón y será más conocido por la comunidad.
LA MUJER EN EL MUNDO CLÁSICO
Tiene un papel completamente subordinado al del hombre. En Grecia las mujeres, salvo en el caso de
Esparta donde gozaban de una libertad e igualdad prácticamente igual a la del hombre, llevaban una vida de
reclusión en sus casas ocupándose de las labores del hogar y de los hijos en el caso de que fueran de familias
ricas, mientras que las pobres salían más por la necesidad de trabajar. Este encierro estaba motivado porque
estaba mal visto que una mujer mantuviera contacto con hombres que no fueran de su familia. En cuanto a su
educación, se le enseñaba lo elemental, lo que iba a necesitar para desempeñar sus tareas domésticas como
esposa y madre.
En Roma la mujer tuvo una situación algo mejor. Podía salir con su marido a los banquetes, a los
baños o de compras con sus amigas. Su educación era elemental y en algún caso muy raro llegaban a la
enseñanza superior.
A todos los efectos las mujer era considerada menor de edad de forma permanente y vivía sometida a
un hombre: su padre, su marido, su hermano, su cuñado (dependiendo de su situación). En caso de divorcio,
volvía a la custodia de la familia de la que provenía. No podía ser titular de propiedades y, si enviudaba y los
hijos eran menores, los bienes heredados eran administrados por un tutor.
EL MATRIMONIO
Era el destino normal de cualquier mujer en Grecia y en Roma. Estaba reglado por varias formas
legales. Roma utilizó varios tipos de matrimonio:
conventio in manum: matrimonio tradicional, por el cual la mujer se integraba en la familia del
marido y se sometía a su autoridad, como los hijos, por lo que ella ocupaba ese mismo puesto en
cuestiones de herencia:
conventio sine manu: se trata de un matrimonio no formal basado en la voluntad de los
contrayentes de convivir como esposos, por lo que se disolvía con la separación personal. La
mujer sigue perteneciendo a la casa de su padre;
concubinato: en el que la mujer convivía con el hombre bajo la figura legal de hija, por lo que en
caso de separación los hijos volvían con la mujer y no con el padre.
Los matrimonios eran concertados por las familias. La edad legal para el matrimonio estaba fijada en
los 12 años para la mujer y los 14 para el hombre. Pero la norma no se solía cumplir y los hombres se casaban
cerca de los 30 años y con chicas muy jóvenes para asegurarse la descendencia.
La novia aportaba una dote que se hacía constar por escrito en el contrato matrimonial. Esta dote
debía permanecer intacta durante la vida de la mujer y se usaba para su mantenimiento. El marido era el
custodio de la dote que regresaba al padre en caso de divorcio.
El divorcio era relativamente fácil de obtener ya que se podía pedir de común acuerdo entre los
cónyuges o por un tercero. En Grecia bastaba con que el marido enviara a la mujer fuera de la casa.
Si lo quería la esposa, necesitaba la mediación de su padre o un familiar ante un arconte, que era quien lo
concedía. En Roma, sólo el hombre podía pedir el divorcio en el caso “in manum” y cualquiera de los dos en el
caso “sine manum”. Los divorcios injustificados eran mal vistos por la sociedad y si la culpable era la mujer, el
marido podía quedarse con una parte de la dote mientras que los hijos, considerados por ley propiedad del
marido, se quedaban en la casa de él.
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