ROMA INTRODUCCIÓN La conquista romana de la Península Ibérica se inició en...

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ROMA
INTRODUCCIÓN
La conquista romana de la Península Ibérica se inició en el 218 a. C., pero no fue resultado de una política
militar sino un episodio más de las llamadas guerras púnicas en las que Roma se enfrentaba a Cartago, la gran
potencia económica y militar del norte de Africa.
Los cartagineses utilizaban la Península Ibérica como base militar y de aprovisionamiento. Desde ella Aníbal,
general cartaginés, cruzó los Pirineos y los Alpes y se dirigió hacia Roma. Los romanos planearon por ello un
desembarco en Ampurias para poder cortar esa vía cartaginesa de ataque, y lograron la derrota de Aníbal.
Con la victoria en la Segunda Guerra Púnica (218−201 a. C.), Roma se vio dueña de buena parte de la
Península Ibérica; los romanos decidieron quedarse por la riqueza económica peninsular, en especial por los
caballos y por los metales, y por la posibilidad de obtener tierras para repartir entre los soldados que habían
participado en las campañas militares y luego se licenciaban del ejército.
Las rebeliones de los pueblos indígenas − guerras celtibéricas − obligaron a Roma a iniciar la conquista de
todo el territorio, que finalizaría a principios del siglo I, bajo el imperio de Augusto.
La romanización significó para España el desarrollo del sistema urbano; la mayoría de nuestras grandes
ciudades están edificadas sobre una ciudad romana. Significó también el desarrollo de un sistema de vías y
comunicaciones entre la costa y el interior y la incorporación de la Península al gran comercio de la época. En
el orden cultural, el latín y el derecho romano son herencia del Imperio.
Con la romanización entrábamos a formar parte de la cultura más avanzada del mundo antiguo.
− Organización social:
En la sociedad romana se distinguía entre hombres libres y esclavos. Los hombres libres se dividían en
patricios y plebeyos. Los patricios, a su vez, se dividían en tres órdenes: equestre, que participaban en las
guerras; senatorial, dedicados a la política; y decurional, o nobleza local. Los patricios eran los dueños de la
mayor parte de las tierras − latifundios −.
Entre los plebeyos se encontraban los campesinos, artesanos, comerciantes; algunos llegaron a convertirse
en patricios gracias a las riquezas acumuladas; otros, en cambio, pasaron a engrosar la plebe urbana. Algunos
plebeyos se acogían a la protección de los patricios, convirtiéndose en sus clientes, con la obligación de
defenderlos en sus luchas políticas.
Los esclavos eran personas que no tenían ningún derecho. Algunos se ocupaban de tareas muy duras, como el
trabajo en las minas; mientras que otros eran criados domésticos e incluso capataces o administradores de las
grandes fincas de los patricios. Algunos esclavos conseguían la libertad − manumisión − porque sus amos se
la concedían o porque pagaban su rescate con el dinero que ahorraban de su trabajo. Entonces pasaban a ser
libertos.
− Organización política:
La política romana estaba dividida en magistraturas, que se caracterizan por ser anuales, honoríficas (no se
cobra) y colegiadas. Las magistraturas se dividen en: magistraturas mayores (Cónsul, Pretor y Censor),
menores (Edil y Cuestor), y especiales (Pontifex Maximus, Dictador y Tribuno de la Plebe).
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• Mayores:
1−. Cónsul: eran dos; ejercían el imperium (mando militar); eran únicamente patricios.
2−. Pretor: eran los jueces; normalmente estaban especializados y los más importantes eran dos:
• Urbano: solucionaba los conflictos entre ciudadanos romanos; ocasionalmente podía tener el
imperium.
• Peregrino: entendía en los asuntos en los que intervenían ciudadanos extranjeros.
3−. Censor: era uno y no era anual, se elegía cada 5 años, era una magistratura de gran prestigio en Roma. Sus
funciones eran:
• Hacer el censo: se ordenaban a los ciudadanos
• Eran el encargado de hacer un sacrificio a los dioses llamado lustratio
• Se ocupaba de vigilar la moral y las costumbres.
• Menores:
1−. Edil: funcionarios municipales encargados de la limpieza, la policía, el tráfico, los bomberos en Roma;
organizaban las fiestas públicas.
2−. Cuestor: ayudantes a veces de los pretores, censores e incluso de los cónsules; su actividad básica era
económica y estaban a veces en el Senado para cuestiones, también, económicas.
• Especiales:
1−. Dictador: importantísimo en épocas de desastre y calamidad de la República; los cónsules podían poner el
poder a un dictador por un tiempo máximo de 6 meses; tenía todo el poder sin limitaciones, era irresponsable
e improrrogable.
2−. Tribuno de la Plebe: auténtico defensor del pueblo, salió durante las guerras civiles; en primera instancia,
tenía el derecho de vetar las leyes que perjudicaban al pueblo.
3−. Pontifex Maximus: tipo religioso; encargado de hacer los Auspicios y los Augurios para predecir e
interpretar la voluntad de los dioses.
En la monarquía romana existía un órgano encargado de las funciones legislativas, éste órgano de carácter
consultivo es el Senado. En la República el Senado se identificaba con el pueblo; va a tener las siguientes
funciones:
− Legislativa: asuntos relacionados con las leyes deben ser aprobados por el Senado.
− Política exterior: todas las guerras y demás deben ser aprobadas por el Senado.
− Disposición del gobierno de las provincias: el Senado decide a quién entregar una provincia.
− Control del Ager Publicus (Hacienda): todos los recursos del estado y sobre todo la emisión de moneda es
controlada por el Senado.
− Economía:
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La mano de obra esclava y el dominio de tan vasto terreno fueron las bases de la economía romana.
Los grandes terratenientes patricios controlaban la agricultura por medio de sus latifundios. Las tierras
conquistadas proporcionaban el trigo para mantener a la plebe urbana.
Las calzadas (unían todo el Imperio; Italia, Hispania, Galia y Grecia se unían con Roma mediante las
calzadas y, a su vez, estas provincias tenían también sus propias calzadas interiores), que surcaban todo el
Imperio, la flota de que se contaba y la existencia de una moneda única permitió el desarrollo del comercio.
De esta forma fue posible llevar a Roma productos procedentes de cualquier parte del Imperio.
− Religión, cultura y arte:
Los romanos adoraban a dioses heredados de los griegos y a los dioses familiares: los manes o antepasados y
los lares o dioses protectores del hogar. Durante el Imperio se estableció como religión oficial el culto al
emperador.
Entre las religiones de origen oriental, el cristianismo fue la que más arraigó entre las clases populares. Al
presentar la pobreza como virtud, daba esperanzas a la muchedumbre de pobres que poblaban las ciudades del
Imperio. Su avance entre los más necesitados hizo temer a algunos emperadores que estallasen revueltas
sociales, por lo que decretaron persecuciones sistemáticas contra los cristianos. Pero estas medidas fueron
ineficaces y el cristianismo se asentó en la sociedad. El emperador Constantino publicó el Edicto de Milán −
313 − declarando la libertad de culto y, a finales del siglo IV, Teodosio reconoció el cristianismo como
religión oficial y única.
La cultura romana, junto con su lengua, el latín, se extendió por todos los territorios conquistados, dando
lugar a un proceso que se conoce como romanización.
− El arte
La arquitectura romana adoptó elementos artísticos de los griegos − los ordenes − y de los etruscos − el arco
y la bóveda −. El espíritu practico de los romanos los llevó a realizar grandes construcciones urbanas y obras
de ingeniería.
En escultura destacaron los relieves históricos y los retratos de emperadores y hombres ilustres.
Decoraban sus casas y villas del campo mediante pinturas murales y bellos mosaicos para el suelo.
LEGADO EN ESPAÑA
Las ciencias, la literatura y la filosofía fueron cultivadas con brillantez en la España romana, que proporcionó
al mundo personalidades. Por lo que se refiere a las artes plásticas, la escultura ha dejado piezas realmente
notables, de inspiración romana, por toda el área peninsular, en especial los retratos y relieves. La arquitectura
destaca por su monumentalidad y brillantez técnica, especialmente por lo que se refiere a las obras públicas,
que adquirieron una envergadura jamás conocida en la historia peninsular. Destacan los acueductos, autenticas
obras de ingeniería; los circos, teatros y anfiteatros daban brillantez a la vida cultural ciudadana y constituían
una de las bases de transmisión de la ideología de Roma en el proceso de la romanización. No hay que olvidar
tampoco construcciones como las termas de Lugo, las murallas de Sevilla y Tragona o los arcos triunfales.
A continuación algunas de las ciudades españolas que aún mantienen restos del Imperio hispanorromano.
Acueducto de Segovia: obra en torno al campanario de Era, considerado uno de los máximos testimonios
conservados en la actualidad. De unos setecientos metros de longitud y unos treinta metros de altura máxima,
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totalmente en piedra. Se utilizó hasta el siglo XIX para proporcionar agua a la ciudad de Segovia.
Toledo: destaca el puente de Alcántara.
Zaragoza: destacan los restos de la muralla (s. II d. J.C.), del anfiteatro (destinado a espectáculos basándose
en gladiadores y similares, de planta elíptica y completamente rodeado de gradas), y magníficos mosaicos.
Mérida: ciudad grande, de planta cuadrangular dividida en cuatro zonas por el cruce de las dos calles
principales. Poseía una gran red de cloacas que seguían el trazado de las calles, y cuyas galerías todavía en
parte se pueden recorrer. De entre sus monumentos públicos se conservan restos del teatro (de planta
semicircular), el circo (destinado a las carreras de caballos, carros y ejercicios atléticos, de planta rectangular
muy alargada y rodeado completamente de gradas; es una adaptación romana del estadio griego), el anfiteatro,
tres establecimientos termales(termas: edificio destinado a los baños públicos y servicio de biblioteca, estadio,
etc., importante en la arquitectura romana), un puente sobre el Guadiana, un puente sobre el Albarregas, así
como tres acueductos, el más importante de los cuales es el de los Milagros. Entre los monumentos religiosos
o conmemorativos destacan los templos de Diana y de Marte y el arco de Trajano. Está rodeada por un recinto
amurallado de que apenas quedan restos.
Salamanca: conserva el puente sobre el río Tormes
Tarragona: se conservan restos de las murallas con varias torres y puertas, las ruinas del circo, teatro y
anfiteatro y restos de dos foros(zona de la ciudad romana donde se concentran los templos y demás edificios
religiosos de la administración pública); en las afueras cabe citar el acueducto de las Farreas, de tiempos de
Trajano, la torre de los Escipiones y el arco de Bará.
Girona: conserva restos del recinto fortificado y de su trazado urbano.
Barcelona: mantiene una parte de la muralla y de las torres, restos de estructuras de las casas, ruinas de un
templo, las termas y una necrópolis (cementerio adornado con monumentos funerarios)
Lugo: conserva el recinto amurallado con sus puertas y torres y las ruinas de las termas
La Coruña: permanece la torre de Hércules
Sevilla: se conserva el municipio hispanorromano de la Bética, Itálica, que se hallaba próximo a Hispalis.
Fundado por Escipión el Africano (205 a. J.C.), adquirió rápidamente una gran importancia. Alcanzó su
máximo esplendor durante el reinado de Augusto: acuñó moneda y exportó masivamente vino, trigo y aceite.
Con la caída de Imperio, quedó prácticamente arruinada. Se conserva el anfiteatro, de forma elíptica; también
se conservan restos de las termas, y gran abundancia de mosaicos y esculturas.
Córdoba: tienen importancia los mosaicos, sarcófagos, restos de la ciudad y el puente sobre el Guadalquivir.
Málaga: restos del teatro.
León: restos de la muralla y de las termas
Alcántara: puente sobre el río Tajo (194 m de long. y 48 de alt.), terminado en 106, de seis arcos desiguales,
con arco triunfal en el centro y templete in antis a la entrada, dedicado a Trajano.
Calahorra: (La Rioja) restos de muros y conducciones de agua
Elche: en las cercanías, en La Alcudia, ruinas de una ciudad ibérica y romana.
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Cazlona (Jaén): restos de una ciudad romana (Cástulo), muy importante debido a su situación estratégica y
riqueza minera.
Cartagena: conserva la Torre Ciega.
Alto de Castro (Burgos): en tiempos de Roma llamada Clunia, se han descubierto el teatro, restos del foro y
una cloaca, entre otros.
Carmona (Sevilla): conserva murallas, necrópolis, templo y anfiteatro.
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