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PARA QUE PORTO ALEGRE NO SE CONVIERTA EN UN VIAJE A
NINGUNA PARTE
George W. Bush ha ganado. Esto es un hecho. Ha ganado a pesar de un fuego de
oposición tal vez sin precedentes en la historia del movimiento progresista
moderno: a pesar de las críticas, escándalos, errores, protestas, películas,
documentales, investigaciones periodísticas; a pesar de que millones de activistas
del mundo hayan dado lo mejor de sí mismos para hacer visible la injusticia de las
políticas neoconservadoras. A pesar de todo esto y más, él ha ganado.
Hace exactamente 30 años otro presidente americano se vio obligado a dimitir por
mucho menos. Richard Nixon había tramado y mentido a los americanos, G. W. Bush
ha tramado, mentido, metido a su país en dos guerras, causado la muerte de al menos
104.000 personas, ha fallado en el intento de hacer más seguros a América y al mundo,
está implicado en escándalos domésticos colosales como Enron y Halliburton, y es
protagonista de un conflicto de intereses que podría avergonzar al peor Berlusconi. Y ha
vencido.
Y mientras el Presidente americano conduce hacia horizontes de impunidad la ideología
que está penalizando a la colectividad planetaria de seres humanos, animales y plantas,
con daños tal vez irreparables, otros continúan perdiendo: los pobres, el medioambiente,
a paz, y la misma inteligencia humana. Continúan perdiendo.
Y bien, pues si ésta y la colosal mole de otras evidencias, no nos mueve, si no es
suficiente para hacernos abrir los ojos y para admitir que estamos perdiendo, ¿qué es lo
que puede hacerlo? Estamos perdiendo, y reconocerlo debe ser el primer y traumático
paso que debe dar el Movimiento para no sucumbir para siempre.
El documento que sigue reconoce la importancia vital de la existencia hoy de un
Movimiento, identificado en las delegaciones reunidas en Porto Alegre, en varios Foros
Sociales, y en otros lugares del mundo, capaz de proponer modelos alternativos de
existencia y desarrollo humano. Y sin embargo veo que el tal Movimiento repite
algunas líneas de acción que han llevado al fracaso a otras experiencias como el
Pacifismo o la lucha contra el Neoliberalismo. El presente artículo quiere ser una
aportación para que las grietas que se están abriendo en el gran barco que zarpó de Porto
Alegre no lleven al naufragio a esta gran y vital esperanza.
En 1869 nacía el Mahatma Gandhi. Han pasado más de ciento treinta años de Pacifismo
activo, jalonados por figuras extraordinarias como Bertrand Russell o Martin Luther
King, y tantos otros que les han seguido. Hoy el Pacifismo se fracciona en mil grupos,
decenas de miles de seguidores, infinitas iniciativas, que han producido pequeños
(grandes) milagros. Pero en general el fracaso ha sido devastador. No se ha podido
parar las guerras, no se ha parado ni siquiera una sola guerra sucia, y el recurso a las
armas tiene el carácter de una pandemia. Aun peor, el gasto militar mundial
aumenta rápidamente: había alcanzado en el 2001 los 839 mil millones de dólares y tras
el 11 de septiembre su destino es aumentar vertiginosamente. Entre los mayores
aumentos de gasto militar, aparte del de USA (48 mil millones de dólares previstos para
el año fiscal 2003) está el de África, a pesar de las constantes llamadas en sentido
contrario. En los últimos diez años, a pesar de los esfuerzos pacifistas, todas las
industrias bélicas principales han aumentado las ventas (Lockheed Martin, Boeing,
BAE Systems, Raytheon, Thales)1 . Y lo que es peor: las guerras explotan con una
facilidad espantosa, se producen y basta, no importa que se trate de la Palestina, de
Afganistán, de Irak o de Costa de Marfil, con el añadido de que hoy, tal vez por primera
vez en la historia moderna, las grandes democracias pueden permitirse lanzar guerras
despreciando totalmente sus propias opiniones públicas, como en el caso de la
ocupación de Irak en el 2003. Mientras escribo, siguen encendidas entre 24 y 62
guerras en el mundo, según la definición que se dé al conflicto. El 11 de Septiembre de
2001 ha señalado el fin de los restos de esperanza para los próximos decenios en las
luchas contra los conflictos armados, en la batalla contra la tortura política y en las
campañas para el desarme. Es fundamental, llegados a este punto, ser honestos con
nosotros mismos: el Pacifismo ha fracasado.
En el 1818 nacía Marx. Han pasado casi 200 años de crítica moderna al capitalismo, al
derroche de la riqueza, a la explotación del trabajo y del medioambiente, y una parte del
mundo se ha beneficiado de ello. Pero en el 1975 Milton Friedman y otros pensadores
económicos, con inspiración de Friederich Von Hayek y apoyados por las fundaciones
y/o lobbies que les financiaban, han empezado a desmontar trozo a trozo 150 años de
progresos y han presentado el Neoliberalismo. Es la ideología del libre reino del
mercado sobre la sociedad de los humanos, que provocó rápidamente una cierta (aunque
limitada) oposición. Pero también ésta falló y después de 29 años de protestas el
Neoliberalismo ha ganado. Hoy como nunca antes los trabajadores de todo el mundo
son esclavos de una pompa especulativa que moviliza un trillón de dólares al día,
cancelando centenares de miles de puestos de trabajo en cualquier país que se ponga a
tiro, y que se burla de la voluntariosa pero frágil Tasa Tobin. De hecho el número de
parados del mundo ha alcanzado el récord de 180 millones, según el ILO2. Hoy el
producto interno bruto de todo el planeta es 31,4 trillones de dólares anuales, y un
puñado de institutos financieros internacionales poseen la mitad (!), que equivale
también a más del doble de lo que el planeta entero compra y vende durante un año, y
no existe ya un gobierno que pueda competir3.
Después de decenios de movilizaciones contra el hambre en el mundo tenemos aún: 30
millones de muertos por hambre al año -la deuda de los países pobres se ha
incrementado desde el 1996 hasta hoy en 400 mil millones de dólares, mientras su
comercio exterior se ha reducido el 40%- desde la cumbre de Río hasta hoy el número
de pobres no sólo ha crecido, sino que después de la cumbre sobre el Desarrollo
Sostenible de Johannesburgo, ignorando 30 años de oposición, el Neoliberalismo nos
propone:
1) La impunidad de las corporaciones por daños al medioambiente.
2)Sólo compromisos voluntarios de las multinacionales para el respeto del
medioambiente y de los derechos de los trabajadores.
3) Impulso a la energía nuclear y al petróleo.
4) Ningún mínimo fijado para las energías renovables, ni siquiera el 1% propuesto en un
último intento desesperado de la U.E.
1
Stockholm International Peace Research Institute, Recent Trends in Military Expenditure.
Global Exchange, “10 Ways to Democratize the Global Economy”.
3
Stime Banca Mondiale, 1999.
2
5) Ningún aumento de las ayudas al Sur del mundo y ninguna nueva cancelación de
las deudas4.5
Incluso el histórico acuerdo del 31 Julio de 2004 en el WTO de Ginebra se ha revelado
un engaño: anunciado como "una victoria de los países pobres contra la injusticia de los
subsidios occidentales a nuestra agricultura y a nuestra exportación..." se ha convertido
en un engaño fraudulento. De hecho la prometida reducción americana del 20% de sus
propios subsidios a la agricultura es sólo teórica, pues para dejar los subsidios al nivel
de hoy se ha alzado simplemente el nivel máximo consentido (49 mil millones de $
anuales) de modo que una reducción americana del 20% del máximo artificial no toca
nada de cuanto reciben hoy los campesinos de USA (23 mil millones de $)... Y el
mismo truco lo ha usado la UE...
La evidencia del fracaso a gran escala de la oposición al Neoliberalismo es
apabullante, y su marcha imparable es acompañada por el triunfo de nuestros
consumos. De hecho durante los mismos años de oposición al mercado sin frenos
nuestros consumos se han doblado: con una mano hemos intentado frenarlo mientras
con la otra lo hemos engordado sin límite6. Todo ello ha ocurrido por desgracia,
ignorando una avalancha colosal, a escala mundial, de manifestaciones, marchas,
protestas, iniciativas culturales, publicaciones, reportajes televisivos, ocupaciones,
desobediencias civiles y mucho más. Se precisa pues una reflexión radical sobre
nuestros métodos de lucha, a lo que me referiré seguidamente.
Llegados a este punto, imagino que muchos lectores piensen en seguida en el
Nuevo Movimiento, en el variado pueblo de Porto Alegre y de los Forum Sociales
mundiales, que hoy se ven como una gran revolución no violenta, donde volver a poner
la esperanza. Y esta esperanza llena el ánimo de sus sostenedores con el efecto
embriagador de un espejismo, y el espejismo se vuelve certeza: el mundo se puede
cambiar, Otro Mundo es posible y se está construyendo ya.
Sería hermoso que fuera así, pero mi sensación es que incluso Porto Alegre esté
destinado a un probable fracaso, y con este texto quiero indicar las razones que hacen
pensar en ello. Antes de continuar quiero precisar, para evitar malentendidos, que el
Forum Social Mundial y sus miles de derivaciones son fenómenos de una importancia
extraordinaria, osaría afirmar imprescindible para nuestro futuro, pero justo por eso es
preciso tutelarlos con gran atención crítica.
Una premisa. Para empezar, quiero afirmar que la realidad actual desvanece todos los
entusiasmos, los "buenísimos", los optimismos y gran parte de los planes de salvación
mundial lanzados desde Porto Alegre, sólo con que nos atrevamos a mirar con los ojos
abiertos...
¿Qué es lo que estamos cambiando? ¿Tal vez nuestro mundo rico e injusto? Mirémoslo
a la cara: somos una colosal estructura socio-económica que ha radicado desde hace
milenios sus hábitos en el vivir y en el dominar, pero que sobre todo está caracterizada
por un tremendo conservadurismo, que abraza todas las esferas de nuestro vivir, desde
4
a. Jan Pronk, UN envoy to Johannesburg 2002. b. John Vidal, The Guardian, 2/9/2002. c. Keith Ewing,
Tearfund. d. Mark Townsend, The Observer, 18/8/2002.
5
Friends of the Earth Summit Wrap Up, 4/9/2002, The Guardian.
6
UNDP's Human Development Report.
los macro-sistemas a las costumbres cotidianas del individuo, y todo esto constituye el
más formidable muro de resistencia al cambio. Combatimos perennemente una guerra
apocalíptica por el acceso a los recursos que pretendemos desde hace siglos -nuestras
economías, incluso las más fuertes, están siempre al borde de la crisis con la espada de
la recesión encima de la cabeza, la pobreza aumenta también entre nosotros los ricos,
nuestro paro es una gangrena nunca vencida y siempre en crecimiento, el acaparamiento
de la energía que cada día pretendemos es una rutina consolidada a golpes de mísiles
Cruise y nuestra carrera para estar a flote en el club de los países ricos exige
ser despiadados con el resto del planeta, porque nuestro nivel de vida no es
negociable-. Se hacen la guerra entre ellos nuestros hipermercados a golpes de ofertas
especiales, nuestros sindicatos, nuestros industriales, es una guerra buscar un alquiler
decente, conseguir un TAC en plazos suficientes para no morir, o devolver los créditos.
En otras palabras, nosotros los occidentales somos 800 millones de personas cada vez
más atemorizadas que defienden con uñas y dientes lo que han obtenido con la sangre
de millones de pobrecillos, cuyos fantasmas y cuyos descendientes nos quitan la
respiración. El hecho es, y es sabido, que si se pretende un nivel de vida a la occidental,
sobre este planeta no hay bastante para todos, y nosotros los ricos lo hemos
comprendido hace tiempo, y hemos hecho nuestra opción: que sucumban los otros, y no
se discute más.
¿Y el Movimiento cambiará esto? Queremos cambiar un mundo que evoluciona
rapidísimamente, donde todo cambia. Excepto nosotros. Nosotros somos estáticos,
rígidos en los mismos modos de lucha desde hace decenios, mientras nuestros
adversarios trabajan 24 horas al día con medios económicos colosales y cerebros
agudos, con estrategias siempre nuevas para remodelar toda nuestra existencia, y lo
hacen desde hace 30 años. ¿Y nosotros? Es incontestable que en general el Movimiento
hace pocas cosas reconocidas, seguramente útiles, pero de las que una nos absorbe el
90% de las energías: manifestarse. Hasta ahora lo que el Movimiento ha hecho ha sido
lanzar una utopía. Esta utopía es compartida, en el sentido que está "siendo actuada"
sobre el planeta tierra por tal vez unos centenares de miles de personas, pero por lo que
se refiere al consenso y sobre todo a los comportamientos de los otros miles de
millones de habitantes, no sabemos nada, pero sobre todo ellos no saben casi nada o
nada de nosotros: el "Otro Mundo en construcción" no es conocido ni compartido por el
99,99% de la humanidad. Porto Alegre es aun una insignificancia en la historia, no lo
olvidemos, cuyo poder representativo es aun menos definible. La pregunta: ¿a quien
representa exactamente este movimiento?
En la vigilia del G8 de Génova un comunicado de un Foro Social italiano decía:
"..nosotros nos hacemos cargo de las peticiones de los explotados y de los pobres de la
tierra...". Pero ¿de qué peticiones se habla? Los pobres de la tierra demasiado a menudo
no tienen ni medios ni la "cultura" para pensarlas. Quien quiera que haya tenido
experiencia directa en las plantaciones de café de Tanzania, en las refinerías de Nigeria
o entre los limpiabotas de Santo Domingo sabe que las palabras sindicato, seguridad
social o explotación occidental dejan indiferentes los rostros de quien te escucha. Es la
violencia profunda de siglos de indecible miseria la que mueve sus manos y que guía
sus deseos: comer, acapararse todo lo que se puede, y mañana más, si es posible. Punto.
Para nosotros las multinacionales del petróleo son monstruos, pero en las barracas de
Luanda o de Yakarta la ilusión es que la Total y la Exxon Mobil tal vez un día les lleven
la luz eléctrica, o quien sabe, quizás también el gas. En Luanda o en Yakarta
poquísimos se oponen a las multinacionales (a esos pocos les conocemos y son héroes),
y los datos nos lo confirman: la demanda de energía crecerá un 40% en los próximos 15
años y los tres cuartos de ella llegarán del Tercer Mundo. Querrán sobre todo petróleo:
en el 1972 las naciones ricas consumieron el 75% del petróleo producido, las pobres el
25%. En el 2010, dentro de poco, los porcentajes serán 50% a 50%. Del 1970 al 2010
en USA habrán aumentado su consumo de petróleo en un 42%; en el mismo período el
aumento de consumo para China e India será respectivamente del 567% y 510%7
Notemos que en Johannesburgo (WSSD de septiembre 2002) han sido justamente los
delegados de los países pobres los que han apoyado a USA, Japón y la OPEC en
la supresión del acuerdo para las energías renovables. En Johannesburgo los pobres
pedían a voz en grito "tecnologías para combustibles fósiles".8 Los pobres quieren
energía, tienen una sed infinita y tienen derecho a tenerla hoy y no dentro de 30 años,
cuando esté disponible el hidrógeno. Nuestra sostenibilidad y las energías alternativas
son cosas bellas, pero si un día, como sería justo, finalmente les tocara poder volar para
ir a los congresos o encender el horno microondas o regar el jardín o tener airbag en el
coche, me pregunto si Porto Alegre, que hoy querría representarles, será capaz de
conducirles en el camino de la moderación de los consumos (y de la no violencia en su
defensa). ¿Después de siglos de privaciones? Improbable.
Pero las razones del fracaso anunciado de Porto Alegre están sobre todo en otro aspecto,
y son idénticas a las que han contribuido al naufragio del Pacifismo y de la crítica al
Neoliberalismo. Aquí están. El "Imperio" trabaja para nosotros. Nosotros lo
financiamos. El "Imperio" somos nosotros. Del volumen Un Altro mondo in
Costruzione: "La desobediencia social debe ser reproducida, tal vez en mil formas
distintas... contra la violencia del Imperio, de quien gobierna." (Luca Casarini)
Primera razón. El Imperio somos nosotros. Hemos identificado siempre a los
enemigos que hay que combatir (el capitalismo salvaje, la política a su servicio, el
complejo militar industrial, las multinacionales, la Organización Mundial del Comercio
(WTO), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Banca Mundial (BM), el G8, etc.)
fuera de nosotros, y les acusamos y achacamos la responsabilidad de las injusticias del
mundo. En ello se expresa una necesidad personal de liberarnos del 'mal', de verlo fuera
de nosotros y bien identificado en otros, contra quien indignarse y oponerse. Esto no
sólo es simplista, sino que es, sobre todo, falso. Esta entidad somos realmente nosotros,
porque nos representa, garantiza nuestro nivel de vida, aquello que es nuestro, es decir,
de los 800 millones de consumidores-electores del Primer Mundo, empezando por el
café que bebemos por la mañana. Y quien lo dirige somos siempre nosotros, con el
consenso que le garantizamos, aunque seguidamente salgamos a la calle a contestarle.
Cito la autorizada opinión de Joseph Stiglitz, el ex jefe economista del Banco Mundial,
según la cual el vituperado Fondo Monetario Internacional ha sido siempre el brazo
armado de nuestros bancos de inversión en el Tercer Mundo. Le hace eco Noam
Chomsky: "El FMI ha garantizado que las inversiones occidentales arriesgadas en el
Tercer Mundo dieran altas ganancias"9. Pero esas ganancias han sido recibidas sobre
todo por nosotros, los millones de ciudadanos/empresas/grupos occidentales que son la
verdadera alma de los bancos de inversión. Esas ganancias, en otras palabras, han
nutrido nuestra economía, de la cual todos nosotros, en distinta medida, nos hemos
7
Alan Schriesheim, PhD, Argonne National Laboratory, 11/1997.
Geoffrey Lean, Environment Editor, The Independent 01/09/2002.
9
Un debito senza Fondo, Report, RAI3, 08/12/1999.
8
beneficiado, sin exclusión, nos beneficiamos y nos beneficiaremos. Y es también sabido
como el FMI haya trabajado duro para garantizarnos incluso las cosas más sencillas.
Quienquiera que haya bebido un café o comprado una camiseta de algodón no es
extraño a ello. Y el Fondo Monetario ha empujado durante decenios a los países pobres
a intensificar la agricultura de exportación, de la cual el café y el algodón son sólo dos
ejemplos, con el espejismo de altos beneficios en moneda fuerte para sus cajas estatales.
Ello ha llevado a esos países a sustraer tierras a la agricultura de subsistencia (la que
produce alimentos cotidianos) para plantar las llamadas commodities (café, algodón,
semillas oleaginosas etc..). Resultado: los mercados han sido inundados por estos
productos, su precio ha caído en picado, los países pobres no han recibido lo prometido,
y sobre nuestras mesas y en nuestras tiendas aparecen café y algodón a precios bajos (a
pesar de los beneficios de los múltiples intermediarios y la especulación de las Bolsas
occidentales). Un ejemplo recientísimo es el del algodón: superproducción mundial en
el año 2001/02 con caída del 35% de los precios en los mercados, y desastre para los
países africanos productores10.
El Fondo Monetario somos también nosotros, todos nosotros, pues. Y lo mismo vale
para la Organización Mundial de Comercio (WTO). Un ejemplo entre muchos:
preguntémonos por qué en las Conferencias Ministeriales de Doha y Cancún tanto los
Estados Unidos como la Unión Europea no han concedido casi nada sobre el Agreement
on Agriculture (Acuerdo sobre la Agricultura). Los países en vías de Desarrollo pedían
que aquel acuerdo fuera modificado para obligarnos a nosotros, ricos, a desmantelar el
sistema de 'Protección' (el Proteccionismo) que ofrecemos a nuestra agricultura (mil
millones de dólares al día de subsidios), puesto que eso es causa de tremenda pobreza
entre los campesinos del Sur del mundo. La respuesta no hay que buscarla en los
pasillos del WTO en Ginebra o de la UE en Bruselas, sino entre las cajas de fruta de
nuestros hipermercados y sobre todo entre nuestros agricultores, que desde 1962 en
Europa sobreviven gracias a este sistema. Los nuestros, nosotros, siempre nosotros.
En Doha, Italia ha resistido para que los mercados textiles no se liberalizaran
demasiado, para proteger no sólo los intereses de los 'patronos' del made in Italy, sino
también de sus trabajadores: obreros, técnicos, transportistas, que gozan de nuestras
protecciones aduaneras, las cuales penalizan dramáticamente los esfuerzos de tantos
artesanos exportadores de los países pobres. O nosotros o ellos, y el WTO nos ha
elegido a nosotros. También nosotros somos el WTO11.
Son sólo dos ejemplos del Proteccionismo comercial con el cual los gobiernos de los
países ricos sostienen sus propios mercados. Nuestro Proteccionismo (por ejemplo, cada
año 50 mil millones de dólares de subsidios para combustibles fósiles que consumimos
y, repito, 360.000 millones de dólares de subsidio para nuestra agricultura) le cuesta al
Sur el doble de lo que recibe de ayuda. Con una mano les damos un pedazo de pan
mientras con la otra les quitamos dos, y esto, para proteger nuestro mercado, que son
nuestros puestos de trabajo, que son nuestra economía. Nosotros, siempre nosotros. Los
gobiernos de los G8 son gigantes con pies de barro, arrogantes en apariencia, pero
aterrorizados por dentro ante la idea de perder el consenso de sus electores, nosotros.
Saben bien, los Bush, Blair, Putin, Chirac, Berlusconi etc., que tendrán que seguir
garantizándonos: el consumo del 45% de toda la carne y pescado del globo, el 58% de
10
Ann Pettifor, Campagna Jubilee 2000, Londra, & International Cotton Advisory Committee, rapporto
2002.
11
Campagna Stop Millennium Round, 15/11/2001.
la energía disponible, el 74% de los recursos telefónicos, el 84% de todo el papel, el
87% de los medios de transporte existentes y el 86% de los bienes de consumo en
general.12 En un mundo que está agotando sus recursos la tarea es dura, porque nosotros
estas cosas las damos por supuesto cada día, todos nosotros, incluso los que, como yo,
luchan contra el Neoliberalismo. Las damos por supuesto cada día, a costa de miles de
millones de pobres, aunque sabemos perfectamente que para garantizárnoslas nuestros
gobiernos no tienen escrúpulos en soltar aquí y allí alguna bomba cluster o misil Cruise.
Escribe a este propósito George Monbiot, uno de los más respetables intelectuales
'antagonistas' del mundo: "Nuestro gobierno (británico) parece haber calculado que el
único modo de obtener la energía necesaria para permitir a los ingleses quedarse en sus
coches es seguir la voluntad de los Estados Unidos a cualquier costo."
El G8, y la miseria creada en el Sur por sus políticas económicas y por sus guerras para
el aprovisionamiento de cuanto he descrito hasta ahora, somos nosotros. Y para ser más
específico, cito el ejemplo de la India tomando datos de las investigaciones de Vandana
Shiva. La población de este país ha pagado los siguientes precios por la aplicación de
nuestros dictámenes económicos: 1) han sido desperdiciados 1.370 millones de rupias
en el intento de crear una industria nacional de la floricultura de exportación (que ha
ganado sólo 320); 2) ha sido reducida la seguridad alimenticia en el 70%; 3) los lagos
para la cría intensiva de gambas de exportación han destruido áreas 200 veces más
grandes, a causa de la salinización y de la contaminación del terreno; a consecuencia de
ello, por cada puesto de trabajo creado en ese sector, 15 familias han perdido el
sustento.; 4) en el caso de la cría de ganado de exportación, por cada dólar ganado por
India se han perdido 15, pagados por campesinos que han perdido el abono para los
campos o para hacer combustible doméstico (pues las vacas son sacrificadas después de
pocos meses), y deben ser sustituidos por abonos químicos y por combustibles fósiles
importados. Y bien, ¿quién compra esas flores, esas gambas, esa carne, pagadas en India
a precios bajísimos? Sobre todo nosotros, occidentales: es la respuesta, demasiado
obvia13. Pero hablemos de las guerras, el objetivo que más enciende los ánimos de los
activistas del Movimiento.
Hoy, más que en el pasado, las guerras somos nosotros, porque nosotros las
'consumimos' como si fueran un alimento. Ellas, como es sabido, persiguen el petróleo,
y nosotros, el petróleo... nos lo comemos. Nadie puede sentirse fuera. De hecho, al
contrario de cuanto comúnmente se imagina, los combustibles fósiles disponibles no
son absorbidos mayoritariamente por el coloso industrial y militar del mundo
tecnológico, que también consume una porción, sino por nuestras bocas. Para producir
cada caloría de comida (sobre todo trigo) que ingerimos, se necesitan una media de una
a diez calorías de combustibles fósiles. Para hacer llegar los cereales sobre nuestra mesa
se necesitan 4 calorías fósiles por cada caloría que nos dan. La carne de vaca necesita
35 calorías fósiles para darnos una a nosotros, la de cerdo necesita 68 calorías fósiles
por cada caloría que nos da. Cada inocente verdura que vemos en venta esconde un
desperdicio increíble de hidrocarburos. Para trabajar y fertilizar los campos el Estado
Americano de Iowa necesita cada año la energía equivalente a la de 4.000 bombas
termonucleares, energía producida integralmente por el petróleo. El globo consume cada
año 100 mil millones de Kilowatios, casi todos producidos por combustibles fósiles, y
el 73% de esta energía va a la agricultura, luz doméstica y transportes, que todos
nosotros consumimos. Un europeo medio necesita 2.500 calorías alimenticias al día,
12
13
Behind Consumption and Consumerism, Global Issue/ONU, 12/10/2002.
Vandana Shiva, “Export at Any Cost”, Znet, 14/05/2002.
pero luego consume 125.000 calorías de petróleo al día para vivir. Nosotros comemos y
vivimos sobre todo de petróleo, somos hidróvoros de hidrocarburos, y lo somos todos, y
todos hemos vivido hasta hoy de lo que las guerras nos han garantizado. Las guerras
nos 'alimentan', y nosotros tragamos.
Pero lo más impresionante es que a pesar de que el Neoliberalismo ("el Imperio") no
nos garantice a todos los occidentales el mismo nivel de comodidades y a pesar de los
desastres que hace por nuestra cuenta, nosotros (sin excluir a nadie) lo financiamos
desde hace 50 años cada vez que compramos plástico, detergentes, papel, café,
ordenadores, móviles... Cada vez que usamos la tarjeta de crédito, que vamos de
vacaciones, que buscamos trabajo, que invertimos nuestros ahorros, o que llenamos el
depósito de la moto para ir a una manifestación. Estas son algunas pruebas de lo que
acabo de escribir. Se ha dicho ya que el Neoliberalismo, con su lastre de destrucción
humana, ambiental y militar, y con su bandera como el FMI o el WTO, nos ha sido
impuesto (y a menudo lo aceptamos sin problemas) por fundaciones y lobbies. Estas
han invertido billones para comprar el consenso en las esferas políticas de todo el
mundo, han educado a generaciones de economistas que han situado en puntos claves de
poder académico o político, lanzando de este modo una globalización imparable de los
mercados con reglas férreas cuyos efectos se llaman pobreza, devastación ambiental y a
veces guerras14. 15
Estos lobbies, que superan incluso a nuestros gobiernos, tienen nombres concretos:
Trans Atlantic Business Dialogue (TABD) - European Services Leaders Group (ESLG)
- International Chamber of Commerce (ICC) - Investment Network (IN) - European
Roundtable of Industrialists (ERT) - American Enterprise Institute - Philip Morris
Institute - European Policy Center - Liberalization of Trade in Servicies (LOTIS) y
otros. Pero ¿quiénes son exactamente? No son más que agrupamientos de grandes
industrias occidentales o de sus ideólogos, que nosotros promovemos con nuestros
consumos cada día. Y este es el punto crucial: los miles de millones con los cuales estos
lobbies se han hecho con el mundo político, económico y académico llegan
directamente de nuestras bolsas de la compra. O sea, que existe realmente un hilo
directo que conecta el azúcar que ponemos en el café y la despiadada globalización
neoliberalista del WTO. Existe porque Eridania (el gigante italiano del azúcar) es
miembro del Investment Network, el potente lobby que se reúne directamente dentro del
palacio de la Comisión Europea en Bruselas, y que impone a la Comisión lo que debe
proponer en la mesa del WTO. El mismo hilo que cuando compramos un Panda.
Efectivamente Fiat y Pirelli son miembros del Investment Network y del European
Roundtable of Industrialists.
¿Y si comemos pasta? ¿Si hacemos fotos? ¿Si compramos pañuelos de papel? ¿Si
usamos un móvil? ¿Si vamos al cine? ¿Si hacemos fotocopias o encendemos el
ordenador? Aun peor, pues Barilla, Canon y Kodak, Johnson & Johnson, Motorola,
Ericsson e Nokia, Time Warner, Rank Xerox y Microsoft son todos miembros del
International Chamber of Commerce, que es hoy el lobby más potente del mundo, el
mismo que, por ejemplo, pidió al Canciller alemán Schroeder un ataque frontal al
Acuerdo Multilateral sobre el Ambiente y el etiquetado ecológico de los alimentos. ¿Y
si cogemos un avión? ¿Y si pintamos las persianas? ¿Y el yogur, el lavaplatos, la pasión
por Ferrari, Internet, la cerveza con los amigos, el Viagra y todos los fármacos más
14
15
Corporate Europe Observatory, Amsterdam.
I Globalizzatori, Report, RAI3, 09/06/2000.
importantes? Más de lo mismo: Boeing (que también construye armas), Dow
Chemicals, Danone, Candy, Shell, Microsoft, Hewlett Packard, IBM, Carlsberg, Glaxo,
Bayer, Hoffman La Roche, Pfizer, Merck están todos en primera fila en el European
Services Leaders Group, en la International Chamber of Commerce, y en el Trans
Atlantic Buisness Dialogue. El TABD pretende que sean incluidas sus condiciones entre
las reglas de globalización del WTO; de hecho es el autor de algunas reglas ultraneoliberales contra las cuales hacemos manifestaciones16.
Perdonad que me repita: nosotros salimos a la calle a protestar contra el mundo que han
creado, mientras financiamos ese mundo y sus despiadadas reglas con nuestro estilo de
vida. ¿Y no es pues contradictorio pedir justicia global acusando a los que concentran el
poder y no a nosotros mismos? Es por ello que en Génova la estrategia de éxito habría
sido la de dar la espalda al G8 de los jefes de estado y dirigirse al verdadero G8, el de la
gente, hablando en las calles, en las escuelas, en los hipermercados, en los parques y
estaciones, para crear consenso. La reflexión que propongo es que la pared divisoria que
levantamos entre nosotros y "ellos", entre el pueblo de las personas sensibles a la
justicia global y los malvados timoneros del Neoliberalismo, es por desgracia un
engaño. 'Ellos' son también nosotros, y nosotros somos también 'ellos'. No admitirlo
condenará a Porto Alegre a decenios de manifestaciones, de esfuerzos, de activismo y
al uso de energías inútiles, desperdiciadas por ser dirigidas contra 'Ellos', contra el
objetivo equivocado. El verdadero objetivo somos NOSOTROS. De este fracaso
nosotros saldremos magullados, pero quien esté en la parte equivocada del mundo
saldrá hambriento, y quien esté en la parte equivocada de los cañones, saldrá muerto.
Debemos mirarnos rápidamente al espejo y preguntarnos: ¿cómo podemos actuar para
obtener coherencia entre nuestro nivel de vida y nuestros ideales? Y cómo convencer a
otros para que hagan lo mismo? La respuesta que propongo tiene un pasaje obligado: El
cálculo exacto de los PRECIOS que los humanos, y en particular los occidentales,
tienen que pagar para cambiar el mundo. Las preguntas son: ¿cuánto cuesta el Otro
Mundo en Construcción? ¿Estamos dispuestos a pagar ese precio? ¿Cuánto cuesta un
mundo mejor?
Segunda razón. De hecho no conocemos exactamente cuáles son los PRECIOS que
nosotros, ricos, deberíamos pagar desde hoy mismo para garantizar en el futuro a
millones de personas los derechos al alimento, a la salud, a la instrucción, a la
prosperidad. Y si no los conocemos ¿qué es lo que cambiaremos? Pregunto: ¿Porto
Alegre ha hecho una lista de esos precios y los ha comunicado a los 800 millones de
consumidores-electores privilegiados que no nos conocen pero que saben muy bien a lo
que no quieren renunciar? Gritar justicia global, respeto para el ambiente o el alto a las
guerras está bien, pero que cada uno de nosotros, cuando vuelve a casa de las
manifestaciones, se haga cargo de pagar el precio es otra cosa. Me explico mejor.
Queremos construir un mundo mejor transformando y/o eliminado el WTO, el Fondo
Monetario, la General Dynamics, los Trips, la BigPharma, la Goldman Sachs, la
Novartis, un mundo sin el 11 de septiembre y sin Intifada, sin Bhopal y sin Plan
Colombia, un mundo sin niños esclavos y sin las fotos de Salgado que nos cuentan el
horror de cada día, un mundo donde Amnesty International se jubile y donde los
braceros de Haití puedan abrir un grifo del agua y ducharse antes de acostarse. Un
16
a. Corporate Europe Observatory, Amsterdam. b. I Globalizzatori, Report,RAI3, 09/06/2000.
mundo que no necesite cámaras de tortura en países lejanos para garantizarnos el
carburante para nuestro nivel de vida. Pero ¿todo esto es gratis para nosotros?
Pongamos los pies en la tierra, y preguntemos a los economistas de Porto Alegre: en el
Otro Mundo Construido cuáles serán las renuncias al consumo que nos tocarán, y
cuanto de nuestra vida socioeconómica deberá cambiar radicalmente. ¿Cuánta
ocupación deberemos perder si queremos permitir a las economías del Sur desembarcar
en nuestros mercados? ¿Podré aun volar Roma-Londres-San Francisco-New York por
1.400 euros? ¿Cuantas veces podré usar el suavizante en la lavadora? ¿Cuántos coches
por familia y a qué coste el carburante? ¿El chándal en puro algodón africano costará
siempre igual? ¿Y el plástico? ¿la TV? ¿los CD? ¿y la comida? Nosotros ricos
¿podremos seguir gastando 26 millones de millones al año en perfumes? ¿Cuánto
costará mi café? ¿El coste de la eliminación de nuestras basuras será siempre igual
cuando no podamos descargarlos en el mar o en Nigeria? ¿E Internet? Ah ya, Internet....
Leo un texto de Naomi Klein sobre el Foro Social Mundial de hace un par de años,
donde la autora de No-Logo escribe sobre un grupo de jóvenes en un camping de Porto
Alegre que reunidos en torno a un bafle escuchaban una transmisión desde el Foro
Económico Europeo de New York. La voz era la de una corresponsal de IndyMedia,
que llegaba vibrante e inalterada gracias a Internet. Escribe Klein: "Para mí aquel ha
sido el momento más representativo de todo el Forum. Por un momento el servidor
americano se ha desconectado, pero en seguida un servidor italiano nos ha socorrido!"
Ciertamente Naomi Klein se da cuenta de que su "momento más representativo" se ha
materializado por la gentil concesión del controlador mundial de la Red que es la
Internet Society en Virginia, por la amable concesión de los buitres de los Derechos de
Propiedad Intelectual como Microsoft, Hewlett Packard o IBM, por la gentil concesión
de los licenciadores sin piedad como Nortel & Alcatel (50.000 trabajadores a casa),
como Hitachi (20.000) o como Intel y Lucent (20.000), por la amable concesión de los
vampiros de la especulación financiera como JP Morgan, y por fin por la gentil
concesión de los vendedores de muerte como Marconi Corp., como (la ex) WorldCom,
como Motorola Inc, como la Rand y como la Defense Information Systems Agency17.
Y entonces pregunto: ¿la emocionante tecnología de Internet que ha socorrido a Naomi
Klein y a los jóvenes de Porto Alegre será aun posible en el Otro Mundo en
Construcción?, es decir ¿en un mundo limpio de los impresentables antes citados? No es
posible eludir la respuesta. Además, está bien visto un Movimiento que pide paz y que
protesta contra nuestras interferencias 'imperialistas' en el destino político de tantos
países para asegurarnos sus recursos. Pero estos mismos contestadores, tan justamente
motivados, ¿sabrán hacerse cargo de los precios resultado de lo que piden? ¿Y podrá
hacerse cargo la sociedad en su conjunto? Imaginemos que ya se proteja de forma
especial al petróleo, por ejemplo. Porque es un hecho que "el coste de la protección de
las reservas petrolíferas de Oriente Medio pagado sobre todo por los Estados Unidos y
sin el cual toda la economía occidental se paralizaría, es de al menos 25 dólares por
barril."18 Ahora bien, todos de acuerdo con la salida de los 'buitres' americanos (con la
consecuente caída de sus regímenes fantasma) desde Oriente Medio, pero ¿quién pagará
esos 25 dólares extra por cada barril extraído? ¿Y sabemos cuánto incidiría esto sobre el
coste de cada actividad que los occidentales, incluidos los contestadores, realizamos
cada día? ¿Sabremos, o mejor, querremos hacernos cargo en la práctica?
17
18
The Federation of American Scientists, Arms Sales Monitoring, 02-2002.
Peter Hain, speech at the Royal United Services Institute London, 17/10/2002.
El Otro Mundo en Construcción querrá estar cerca de la Naturaleza, y ello es bueno.
Pero ¿a qué precio? Un pequeño ejemplo que tiene como protagonista otro Gurú antiglobalización, José Bové. El francés denuncia el sistema de nutrición de los terneros: la
leche que ellos podrían beber de sus vacas madres les es sustraída, enviada a las
industrias, pasteurizada, descremada, secada, y finalmente reconstituida, empaquetada y
retransportada a los terneros. La UE financia este proceso con miles de millones para
contener el precio del producto industrial final inferior al de la leche que los terneros
podrían simplemente mamar de las vacas. Aberrante, estamos de acuerdo, pero si
queremos abolir este ciclo nos tenemos que preguntar: ¿a qué precio? ¿cuánta economía
y cuánta ocupación secundaria se perderían? Sobre todo ¿cuántos puestos de trabajo se
perderían? y ¿obtendremos el consenso necesario sobre esto por parte de quien deberá
pagar ese precio? Lo que parece claro es que uno de los costes más amargos que
nosotros ricos deberemos aportar para ese Otro Mundo en Construcción es la pérdida de
centenares de miles (si no millones) de nuestros puestos de trabajo, si verdaderamente
queremos permitir al Sur desembarcar sobre nuestros mercados con igualdad de
oportunidades. Un coste, éste, que será muy duro proponer.
Un ejemplo sangrante es lo que ha ocurrido en abril del 2000 a la economía más potente
del mundo, la de USA. Era el período en que el gobierno federal estaba
proponiendo conceder a China la cláusula del Permanent Normal Trade Relations, con
apoyo pleno a la entrada de Pekín en el WTO. Contra estas medidas, Washington DC
recibió protestas masivas por parte de los más potentes sindicatos americanos. ¿El
motivo de tanto clamor? El temor, muy fundado, de que el regalo concedido a China
significase pérdidas masivas de puestos de trabajo americanos en favor de los
trabajadores más competitivos de aquel mundo más pobre. Más recientemente es el
ejemplo de la subcontratación, la práctica por parte de grandes empresas de confiar a
países terceros un sector de la producción que antes era realizado en la sede doméstica.
El 30% de toda industria de la Tecnología de la Información americana está hoy
subcontratada en India, donde el trabajo cuesta mucho menos. Pero en India esos son
los puestos de trabajo más ambicionados. Dar a esos trabajadores pagas y derechos de
nivel superior -como el Movimiento desea- significa mandarles a la ruina en 24 horas. Y
esto nos pone ante dos contradicciones: querríamos que trabajasen con plenos derechos
y pagas justas, pero de este modo les sacamos del status competitivo, del único recurso
verdadero que tienen, la competitividad en el trabajo. De hecho, justamente los países
en desarrollo han acusado a los promotores de los derechos globales de ser el
involuntario instrumento de un "proteccionismo occidental de signo contrario", que tras
la bella fachada de los derechos para todos en realidad buscaría robar al Sur su único
recurso: la fuerza de trabajo competitiva. La segunda contradicción es que para permitir
al Sur tener niveles de vida y de trabajo dignos pero a la vez mantener las inversiones
de los ricos deberíamos no sólo aceptar pérdidas masivas de empleo doméstico sino
también pagar los productos mucho más caros. Debido a todos estos problemas todos
los sindicatos occidentales se sienten incómodos, y tartamudean eslóganes como
"globalización de los derechos" para no afrontar el nudo central.
Y nosotros, ¿qué respuestas damos?. Se trata de hacer aceptar a Occidente precios
inaceptables para nuestros campesinos, mecánicos, obreros, empleados, transportadores,
con sus familias, y para las empresas de todos esos sectores que serían penalizados si
Occidente permitiese a sus homólogos del Sur competir verdaderamente en nuestros
mercados. Yo pido a los economistas de Porto Alegre que estudien, calculen y
divulguen los PRECIOS -en términos de MEDIOS NECESARIOS PARA LA
FACTIBILIDAD, PRECIOS Y RENUNCIAS AL CONSUMO, CAMBIOS DE
ESTILOS DE VIDA, PÉRDIDA DE OCUPACION Y ESTRATEGIAS PARA
RECONVERTIRLA, EQUILIBRIOS POLITICOS, CRECIMIENTO ECONOMICO
(aquí y en el Sur)- de cada uno de los puntos de lucha propuestos al final de la
Declaración Final de los Foros Sociales Mundiales, y de tantos eslóganes del Otro
Mundo en Construcción. No conocer esos precios, no divulgarlos, no hacerse cargo y
no convencer a la gente a aceptarlos es precisamente lo que condenará a Porto Alegre a
hablar al viento, muchas bonitas palabras pero ningún consenso. Y por tanto, un fracaso.
Sin embargo hemos de ser conscientes de que muchos de nosotros no están dispuestos a
pagar nada. Es emblemática la carta al director de un periódico italiano respecto, dentro
de una iniciativa de 'compra el made in FIAT' para sostener la tambaleante empresa y a
sus trabajadores. Dice: "Ayudar a la FIAT me parece bien, pero mi viejo coche
extranjero hace con un litro más de 17 km. Me parece que Panda está aun lejos de
esto." Traducido significa: 'en el nombre de un par de kilómetros más por litro, por mi
que se pierdan los salarios de miles de familias italianas'. Imaginaos si lo que le
pidiéramos a esta persona es que hiciera renuncias por los pobres del Sahel! Y somos
muchos con esta mentalidad. No hay para todos, y saberlo nos da miedo.
Tercera razón. La realidad es que el Primer Mundo se está metafóricamente
desviviendo para continuar garantizando no sólo los márgenes de ganancia de las
multinacionales, sino sobre todo nuestro nivel de vida. Porto Alegre deberá saber
convencer, por lo menos, a la mayoría de los 800 millones de personas cuyo bienestar
hoy más que nunca está amenazado por doquier. Y esas personas tienen miedo.
Observemos algunos datos. La agencia de valoración Standard & Poor ha calculado que
antes del 2050 el sistema fiscal de los mayores países industrializados se colapsará, con
endeudamientos del 200% sobre el PIB, y esto significa la desintegración de las
prestaciones públicas y privadas. En USA: desde el 1973 al 1993 la retribución media
ha caído el 11% -la organización Living Wage nació para reclamar el salario mínimo (!)
para millones de familias americanas- el número de los que viven bajo el nivel de
pobreza es de 33 millones de personas, mientras la pobreza infantil hoy es superior a la
de hace 20 años (13 millones de niños) y esto es debido a los sueldos estancados y al
alto coste de la vida -el número de ciudadanos americanos sin cobertura sanitaria ha
crecido en el 2001 en 1.400.000, y son un total de 44 millones de individuos-.
En Gran Bretaña: los últimos datos sobre la pobreza declaran oficialmente 1 pobre cada
4 ciudadanos, mientras los expertos de la seguridad social británica ha afirmado que ni
siquiera los fondos privados de jubilación podrán garantizar una supervivencia decente
a millones de futuros pensionistas. El número de estudiantes ingleses de las clases
medio-bajas que tienen hoy acceso a las 'Grammar Schools', a la instrucción que más
garantiza ocupación, está en mínimos históricos. En Japón: el 3% de las empresas
japonesas tiene que mantener a flote el 87% de la economía al borde del colapso, la
deuda nacional es de 130% del PIB, los consumos están casi paralizados, la deflación
(exceso de oferta) acecha. Alemania ha tocado el techo histórico de 4 millones de
parados, porque hoy contratar en Alemania cuesta el 40% más que en Holanda o en
Gran Bretaña. Y también la alegre Italia se encuentra con 2.600.000 familias
oficialmente pobres (el 11%), mientras la Fiat bajaba el 10% al año sus ventas. En los
últimos dos años los salarios de los obreros han subido sólo el 0,25 %, mientras los de
los directivos han disminuido el 1,1 %. La cifra del cierre de empresas en el Primer
mundo es altísima, también los despidos: Ford, Motorola, Consigna, Fiat, France
Telecom, Alcatel, Hitachi, General Motors e Philips han despedido un total de 222.000
trabajadores.
Ante el MIEDO que ello provoca en nosotros, los políticos occidentales han decidido
proteger nuestro nivel de vida con el arma del Proteccionismo. Un dato: el
Proteccionismo de los productos americanos promovido por Reagan y Clinton ha sido
superior a el de todos los anteriores presidentes americanos. George W. Bush resiste y
Europa también. Está en juego nuestro nivel de vida, y lo reclamamos sin piedad.19 Es
posible que el Neoliberalismo sea una de las principales causas de nuestros propios
problemas económicos, pero la cuestión es otra: Porto Alegre les está diciendo a esos
800 millones de atemorizados e inseguros ciudadanos, aferrados a sus coches, a las
vacaciones, a sus puestos de trabajo, a los fondos de inversión, a las ofertas especiales,
al móvil, pero sobre todo temerosos de no conseguir mantenerse a flote, que la solución
está en el Otro Mundo en Construcción, del cual esencialmente no conocemos el precio,
pero que llegará dentro de ¿cuándo? ¿50 años? ¿150? ¿500? Pero la enfermera de París,
el comerciante de Nápoles, la bióloga de Madrid, el mecánico de Livorno, el taxista de
Francfurt o la maestra de San Diego tienen miedo hoy, y quieren hoy soluciones a breve
plazo. Buscan casa, deben curarse o pagar una hipoteca, tiene hijos en la universidad,
tienen que comprarse un coche o pagar los gastos de la comunidad y tienen MIEDO,
miedo de no tener bastante, de perder el trabajo, miedo de la inmigración, del terrorismo
y de muchas más cosas.
Reflexionemos sobre el miedo. La idea correcta (y tema común en Porto Alegre) según
la cual la verdadera prevención de los conflictos está en la justicia social y económica
global no tiene en cuenta una cosa: que ante el miedo, la parte menos evolucionada de la
naturaleza humana se vuelve 'de derechas' y pide a voz en grito soluciones simples a
problemas complejos (que es el clásico esquema de la mente conservadora). Es
precisamente por esto que ante el 11 de Septiembre, que ante Richard Reid con
explosivo en los zapatos, que ante el horror de la escuela de Beslán, que ante la venta de
droga y a la violencia urbana, que ante las convulsiones de miles de millones de
desesperados del mundo, el político que propone tales simples soluciones obtiene gran
consenso. Berlusconi, Blair y Bush lo han comprendido y por eso han sido geniales.
Porto Alegre es todo lo contrario. Es moralidad, inteligencia, dedicación, elasticidad de
análisis, creatividad, y sobre todo un largo y paciente trabajo para obtener resultados
duraderos a largo plazo. Pero ¿sabremos comunicar y convencer a 800 millones de
personas a menudo asustadas de que es mejor tener mañana una gallina que hoy un
huevo? ¿Y entre tanto? Porque aunque mágicamente pudiésemos apagar hoy mismo los
apestantes motores (que alimentamos nosotros mismos) del Fondo Monetario, del
WTO, de la especulación, del Pentágono, de la Comisión Europea, del Neoliberalismo y
de nuestros consumos, el odio que hemos creado en el Sur contra nosotros, la carrera de
los pobres al materialismo a toda costa... eso duraría decenios. Y aun durante decenios
los bien-estantes del Norte deberían tener que temer a los Bin Laden, los secuestros, los
19
a. Kevin Phillips, The Politics of Rich and Poor.
b. Homeless Oversight Committee.
c. NCCP, Columbia Univ.
d. Maria Scott, The Observer, 2002.
e. ISTAT.
f. HSBC.
g. Guardian Special Reports.
h. IMF World Economic Outlook 2001.
i. UNDP.
fanatismos, las mafias globales, y todo lo que nos hace sentirnos amenazados hoy. Y la
pregunta es: ¿en esos largos años de espera sabrá Porto Alegre tener vivo el consenso
para las soluciones inteligentes y a largo plazo?
Sabemos muy bien que hoy, y en el futuro, cada vez que haya un asesinato por parte de
fanáticos u otra Beslán, millones de personas aquí volverán a caer en la vieja convicción
de que el diálogo no es eficaz. Mejor las bombas. De hecho las ruinas de las Torres
Gemelas no habían sido todavía quitadas y ya escribían en el New York Times: "Hemos
escuchado a los europeos y hemos optado por el Diálogo Constructivo. Los enemigos
de América han sentido en ello el olor de la debilidad, y por ello nosotros hemos
pagado un precio enorme... ¿Cuál es la alternativa de los europeos? ¿ Esperar a que
Uday Hussein, aun más psicópata que su padre Saddam, posea armas biológicas para
lanzarlas sobre París? No, Bush está diciendo a éstos países y a sus terroristas: 'Sabemos
lo que estáis tramando, pero si creéis que estaremos ahí a esperar otro ataque os
equivocáis! ¿Estáis locos?... La intención de Bush de ser por lo menos tan loco como
nuestros enemigos es lo que está haciendo muy acertadamente."20 No es la ceguera de
éstas palabras lo que cuenta en este momento, lo que cuenta es que reflejan el consenso
de millones de occidentales atemorizados. Y nosotros ¡no les ESCUCHAMOS! No
sabemos escuchar el miedo de las personas comunes, las que tan a menudo ignoramos
y además descartamos con cierto desprecio como representantes de una opción cómoda,
egoísta e insensible a los dramas de los pobres. Pero qué error. Deberíamos hacer lo
contrario y aprender a acogerlos con sus miedos, escuchándolos sobre todo, antes de
hacerles cualquier propuesta. Y deberíamos saber responder de modo eficaz a hechos
como este: la Comisión USA para el 11 Septiembre en su informe final ha acusado la
Administración Clinton porque en mayo y en diciembre de 1998 el presidente
americano canceló dos operaciones para capturar a Bin Laden en Afganistán, por el
riesgo de víctimas civiles y para no ser criticado internacionalmente como 'agresor'. El
agente de la CIA Mike Scheuer escribió entonces "Nos arrepentiremos de no haber
actuado". Luego ocurrió el 11 de Septiembre, con la tragedia que ha significado para
USA y para todo el mundo (y con el maná que ha representado para el establishment de
la derecha militar). ¿Y ante una opinión pública que ahora sabe que Bin Laden y la
catástrofe global que ha iniciado fueron posibles por 'un escrúpulo' de legalidad
internacional, qué podemos responder nosotros? ¿Tal vez algún eslogan pacifista
totalmente inadecuado para aplacar su frustración y rabia, y mucho menos para
convencerles? Conseguir éxito en este caso será dificilísimo.
¿Tiene en cuenta Porto Alegre en sus manifestaciones públicas y en sus estrategias
comunicativas la existencia de ese muro de inseguridad y de miedo detrás del que
Occidente se está escondiendo cada vez más? Lo que necesitamos son estrategias
formidables de comunicación y de creación de consenso, pero que sean nuevas, porque
como he dicho ya, los fracasos en cadena del pasado nos imponen una reflexión sobre
nuestros métodos de transformación social. La pregunta es: ¿Porto Alegre está
comunicando con la gente, está creando consenso? ¿Porto Alegre está comunicando?
Cuarta razón. ¿Cómo se crea consenso? O mejor formular la pregunta con precisión:
¿cuáles son los métodos mejores para comunicar para crear consenso? Si asumimos
como cercana a la verdad la descripción que he hecho de los 800 millones de
consumidores-electores bien-estantes del Primer mundo, gente en su mayoría resistente
20
Thomas Friedman, NYT 16/02/2002.
al cambio de sus niveles de vida para el bien común, la provocadora respuesta que me
sale espontáneamente es: no los métodos de los antiglobalización radicales y violentos.
Muchos grupos antiglobalización radicales son personas de gran talento, escriben muy
bien, hablan bien y su tenacidad y creatividad son indispensables en el panorama actual.
Pero su capacidad de comunicar, a mi parecer, es un desastre. Su lucha "contra el
Imperio", lo he escrito ya, desvía y lleva al fracaso respecto a la realidad, pero lo que es
también peligroso en su ideología son el concepto de 'desobediencia' y el fervor 'épico'
con el que la ponen en práctica, como si hubieran recibido una investidura como
paladines de la justicia global.
Analizo brevemente su retórica: "¿Estamos dispuestos para cambiar el mundo a
desafiar la violencia del Imperio? Esta es la pregunta y la diferencia fundamental está
entre quien está dispuesto a combatir pagando precios altísimos y quien llega hasta un
cierto punto y luego abandona."21 Subrayo esta última frase porque me parece arrogante
y discriminante poner un límite 'viril' bajo el cual un compromiso menor contra las
injusticias es considerado con desprecio; tendríamos suerte, y habría que ser gratos, si
todas las personas aunque fuese sólo una vez en la vida caminasen con nosotros un
trecho del camino. Pero en el fragmento que he citado es sobre todo evidente la retórica
épica con la cual quien habla se pone sobre las peligrosas barricadas de la lucha a los
malvados ("... quien está dispuesto a combatir pagando precios altísimos", sería
deseable un poco de respeto tanto por los lugares del mundo donde verdaderamente se
pagan precios altísimos en la lucha contra el Imperio', como por los que han pagado ya,
desde Bhopal a la tierra de los Ogoni y la Shell). Los tonos son de guerra santa, ¿y es
que no hemos aprendido ya adonde nos llevan?
¿Qué hace creer a los antiglobalización radicales que 'desobedecer' sea aun hoy el
camino más eficaz? La precariedad de esta posición se demuestra rápidamente si
imaginamos la misma 'desobediencia' practicada, con la misma ferviente convicción,
por la Derecha conservadora. Y de hecho ella lo hace: Bush está "desobedeciendo" a los
siguientes tratados internacionales y a las siguientes instituciones: 1) Biological
Weapons Convention 2) Anti Ballistic Missile Treaty 3) Small Arms Treaty 4)
International Criminal Court 5) Kyoto Protocol 6) UN Convention Against Torture 7)
Comprehensive Test Ban Treaty 8) Organization for the Prohibition of Chemical
Weapons 9) United Nations Charter22. Además de Irak, los gobiernos de Israel, Turquía,
Marruecos, Croacia, Armenia, Rusia, Sudán, India, Pakistán, e Indonesia están
'desobedeciendo' a 91 resoluciones distintas del Consejo de Seguridad de la ONU.23 De
Berlusconi es superfluo escribir. Pero atención: todos ellos están fervientemente
convencidos de que su desobediencia es un deber sacro por el bien de las respectivas
comunidades o del mundo entero. Si es legítimo para los antiglobalización radicales
desobedecer, lo es para Bush, pues no existe sentencia divina que legitime la justicia de
la causa respecto a la del segundo; es sólo una cuestión de convicciones individuales. Y
entonces hay que preguntarse: ¿desobedecer es un derecho sólo si se desobedece desde
la base?
Esta es una dirección que corre el riesgo de enredar al Movimiento, más que allanar el
camino. Destruir los centros de detención de inmigrantes ilegales, los McDonalds, o
intentar entrar en la Zona Roja de Génova no han llevado a comunicar en modo eficaz
21
Un altro mondo in costruzione, Baldini & Castoldi, 2002.
George Monbiot, Logic of Empire, 06/08/2002, & The Guardian, 02/2002.
23
Stephan Zunes, Foreign Policy in Focus, 03/10/2002.
22
con la opinión pública, no han creado consenso sobre temas como el hambre, las
guerras, o el ambiente... Pero sobre todo nace aquí la sospecha de que al 'método'
antiglobalización radical le interesa muy poco penetrar en el alma de los 800 millones
de consumidores-electores bienestantes de nuestro mundo; la impresión es que su
principal preocupación es la de satisfacer una necesidad de emociones fuertes, la
adrenalina que origina arrebatos al estilo de Don Quijote, 'nosotros los idealistas
iracundos contra el Imperio del Mal'. Donde el canal de comunicación y creación de
consenso entre el fervor de los centros de okupas y los consumidores de Hiper, entre las
tropas de los "desobedientes' y los forofos del equipo de turno o los jóvenes yuppies,
entre los antiglobalización radicales y los millones de europeos que se informan en el
bar, mirando las televisiones, o, peor, de oídas. Y si se trata de comerciantes, de las
amas de casa, de los jóvenes de las centralitas telefónicas, de los trabajadores más
variados, de los ancianos, millones de ancianos, que votan, consumen y que ciertamente
aun no han sido informados suficientemente, y mucho menos convencido. Probad a
mezclaros con ellos y a preguntarles quiénes son los "antiglobalización". He oído
respuestas de escalofrío. Os doy un ejemplo: en las últimas caravanas por la paz en
Colombia realizada en mi pueblo hemos vivido un abierto obstruccionismo por parte de
las autoridades locales y del párroco del pueblo. ¿Por qué? Simplemente estaban
atemorizados de la llegada de los "antiglobalización que habrían destruido todo" (!). Ese
es el modo en el que hemos comunicado quienes somos los del Movimiento. Aquí la
responsabilidad es nuestra. Punto. Es fundamental dejar de hablarnos a nosotros
mismos: nuestros congresos, encuentros, debates, ven reunirse siempre las mismas
caras, el mismo pueblo de gente ya sensibilizada que habla casi siempre para sí misma.
Lo mismo vale para todas las almas del Movimiento, que tienen el deber de impulsar la
mirada más allá de la inmediata gratificación de la propia acción para evaluar cuanto
están realmente penetrando y convenciendo a nuestra inmensa y estática colectividad
esas acciones (marchas, ocupaciones, slogan, desobediencias, etc.). Como he escrito ya,
hasta hoy la evidencia de los resultados es desesperanzadora. Debemos hacernos dos
preguntas:
1) ¿Cómo modificar el gran consenso que la sociedad civil occidental da a su
bienestar -con toda su obtusidad moral, egoísmo, desconfianza respecto a la
novedad, pereza mental, tendencia conservadora del grupo- en un consenso
hacia lo exactamente opuesto, hacia la 'autocrítica, el altruismo inteligente, el
deseo de experimentar, la creatividad, y una radical revolución del ser 'grupo',
que son la esencia del pensamiento de Porto Alegre?
2) Y ¿cómo dialogar con miles de millones de seres humanos del Sur del mundo
que hoy, después de siglos de privaciones están integrados en la carrera hacia
un materialismo sin límite, para que no repitan nuestro desastre económico e
intercultural?
Una precisión fundamental. Comunicar y crear consenso hoy es una tarea de extrema
dificultad, sobre todo por un motivo: se llama aceleración de nuestra vida. Este es, para
el ciudadano medio, tal vez el principal obstáculo para la adopción de estilos de vida
sostenibles, justos y solidarios, en otras palabras el principal obstáculo para la
aceptación de los principios de Porto Alegre. Los ritmos de crecimiento económico
deseados nos quitan la respiración, el ritmo del trabajo hoy es una espiral continua. La
economía británica vuela por encima de la media europea, pero Londres está eximida
del respeto a la Directiva Europea sobre el Tiempo de Trabajo y muchos ingleses
trabajan más de 48 horas a la semana. Tony Blair se enorgullece de ello. Estemos
seguros que este será el futuro de nuestros jóvenes, pero tampoco el presente nos deja
espacios. El hecho es que para adherirse al proyecto de Construcción de Otro Mundo se
necesita: informarse, debatir, participar, hacerse cargo del PRECIO y mucho más. Los
días de nuestra vida están hechos de 24 horas; si quitamos el trabajo, la familia, el
sueño, el comer, y las dificultades de la vida cotidiana de cada uno, no queda tiempo
para nada más.
¿Cómo podremos comunicar con personas que no tienen el espacio vital para
escucharnos? ¿Porto Alegre ha afrontado este tema? Creo que la 'nueva' comunicación
para crear consenso debe aparcar como secundarios -en el sentido de usarlos en segundo
lugar si aun fueran útiles- los instrumentos que durante cuarenta años hemos
privilegiado (manifestaciones, marchas, sentadas, ocupaciones, desobediencias, etc.) y
que parecen poco eficaces, por las razones que he explicado antes. Creo firmemente que
hay que encontrar un modo distinto de sensibilizar a la gente hacia los males globales y
asumir comportamientos que los combatan concretamente. Llamar al sentido moral, al
respeto de los derechos de los más débiles está bien pero hemos visto que no basta.
Insistir sobre el horror que suscitan las imágenes de niños en agonía, de mujeres que
comen raíces, de mutilaciones producidas por las bombas... puede estar bien, pero
hemos visto que no basta. Proclamar hasta el infinito la cifras del grotesco desperdicio
de la riqueza en el mundo o de la avidez de las multinacionales está bien, pero todavía
no es suficiente. Todo se ha hecho hasta la náusea y a pesar de todo estamos donde
estamos.
Buscar nuevos modos para comunicar los temas de Porto Alegre y para crear consenso
en torno a ellos, y hacerlo hacia la mayoría menos sensibilizada, este es el desafío
principal, el más difícil todavía, que debe afrontar el Movimiento. No hacerlo,
condenará a Porto Alegre al infeliz destino de la revoluciones naufragadas de los
decenios pasados. La 'nueva' tarea de comunicación va desarrollada de modo capilar,
casa por casa, escuela por escuela, plaza por plaza, en TV, en la prensa, en las
asociaciones profesionales o de categoría, hipermercado por hipermercado, con
iniciativas originales, en asociación con todo el que se preste. Es una tarea que da poca
'adrenalina', pero que puede dar frutos duraderos, y que sobre todo ofrece la esperanza
de hacer mella entre todos los que (la mayoría) frente a millones de llamadas a la
justicia y a la solidaridad no han encontrado motivos para actuar.
A quien hace muecas, le recuerdo que llevamos 40 años agitándonos en las plazas,
hablando para los que piensan como nosotros, pero a la jubilada de Leeds, al camionero
de Avilés, al abogado de Berna, a la secretaria de París o al policía de Atenas no les
hemos alcanzado realmente, ni convencido, tal vez ni siquiera verdaderamente
considerado. Y son esos los millones de consumidores-electores los que luego mueven
el mundo, y cuyo poder de conservación puede arrastrarnos junto con nuestros ideales
como el huracán la paja.
Conclusión. En el camino para construir Otro Mundo encontramos obstáculos
inmensos, tal vez insuperables. Quizás hoy sea demasiado tarde para parar la
locomotora neoliberalista. Pero por lo menos tengo una certeza, debemos:
1) Tomar en cuenta que el Neoliberalismo ("el Imperio") somos también nosotros,
todos nosotros.
2) Conocer, divulgar y hacernos cargo de los COSTES de un mundo mejor, y
obtener consenso sobre ellos.
3) Descubrir nuevas artes para comunicar y para crear consenso en torno a nuestras
esperanzas, aprendiendo sobre todo a escuchar personas cada vez más
temerosas, sin juzgarlas. Si no lo hacemos, también Porto Alegre se disolverá en
una insignificancia de nuestra historia.
Paolo Barnard
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