http://www.greenpeace.org/argentina/Global/argentina/report/2013/bosques/Una-tormenta-en-ciernes.pdf

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Una tormenta en ciernes
Los efectos de la deforestación sobre los ciclos meteorológicos
y la agricultura
Traducción al español del informe “An Impeding Storm. Impacts of deforestation
on weather patterns and agriculture”
Realizado por Clare Miller y Janet Cotter
Informe técnico de los laboratorios de Investigación de Greenpeace (Revisión)
Octubre de 2013
_____________________________________________________________________
Resumen ejecutivo
Los bosques actualmente cubren alrededor del 30% de la superficie terrestre, pero los perdemos a una “velocidad
alarmante” (FAO, 2010). La mayor deforestación tiene lugar en las zonas tropicales de Sudamérica, el centro del
África occidental, y en el sur y el sudeste asiáticos, donde cada año se pierden 13 millones de hectáreas de
bosques mundiales (FAO, 2010). Los bosques prestan servicios ecosistémicos como la regulación meteorológica y
climática en los niveles local, regional, e incluso mundial. Por lo tanto, la deforestación no solo causa la pérdida
directa del hábitat forestal sino que también produce efectos indirectos como el deterioro o la falla de los servicios
ecosistémicos. Si bien es sabido que la deforestación emite dióxido de carbono, que contribuye al cambio
climático mundial, los efectos que se proyectan sobre los ciclos meteorológicos son menos conocidos. En el
presente informe se examinan los estudios publicados sobre estos efectos indirectos de la deforestación y su
posible repercusión sobre la agricultura.
Los cambios producidos en la cubierta terrestre (por ejemplo, la conversión del bosque en tierras cultivables)
afectan el intercambio de humedad y calor entre el suelo, la vegetación y la atmósfera, lo que altera los ciclos
naturales y modifica la circulación atmosférica. Ello se traduce en cambios de las temperaturas locales y
regionales de la superficie y también de los regímenes pluviométricos. Los cambios locales en la circulación
atmosférica producto de la deforestación pueden llegar a afectar los ciclos meteorológicos al otro lado del planeta.
La teleconexión es un concepto científico incipiente que vincula los cambios en la circulación atmosférica con los
regímenes de presión en todo el mundo, a través de largas distancias. Las zonas remotas se ven afectadas en
forma indirecta por la deforestación, debido a la propagación de los efectos de las teleconexiones mundiales. El
fenómeno de El Niño-Oscilación Austral es un ejemplo de teleconexión, donde las temperaturas más templadas
del océano producen cambios en los ciclos climáticos a través de vastas zonas geográficas.
Proyectar los efectos indirectos de la deforestación sobre la meteorología y el clima es una nueva área científica.
Existen incertidumbres inherentes al modelado de ciertos sistemas ambientales complejos, con lo cual los efectos
y las repercusiones proyectados poseen un grado de incertidumbre que se manifiesta a través del uso de
expresiones del tipo “puede afectar”. A pesar de esta incertidumbre, muchos modelos muestran un amplio
consenso científico de que la deforestación tiene el potencial de alterar los sistemas meteorológicos y climáticos
en las escalas local, regional y mundial. Los estudios futuros sin duda mejorarán nuestra comprensión de los
efectos indirectos de la deforestación.
Los principales efectos indirectos mundiales proyectados de la deforestación son los cambios en los regímenes
pluviométricos y las temperaturas de superficie. Se ha señalado que la reducción de la evapotranspiración y de la
circulación de la humedad debilita el ciclo hidrológico, y algunos modelos sugieren hasta una reducción del 80%
de las precipitaciones anuales en las zonas deforestadas (Hasler et al., 2009). En ciertas regiones, mediante la
utilización de los modelos de deforestación total, se pronostica que las temperaturas de la superficie aumenten
como máximo 3°C (Snyder, 2010). Ello obedece principalmente a la reducción del enfriamiento por evaporación
vinculado a la pérdida de vegetación (Snyder, 2010). No obstante, la deforestación boreal podría reducir las
temperaturas del hemisferio norte debido a los efectos de enfriamiento asociados al incremento de la cubierta de
nieve. Se espera que los cambios en las precipitaciones y en las temperaturas de la superficie repercutan sobre la
agricultura y las cosechas: una reducción aproximada del 10% del rinde de los cultivos por 1°C de incremento de
la temperatura (Lobell et al., 2011).
Entre otros posibles efectos cabe mencionar la mala calidad del aire y la propagación de las enfermedades. En el
sudeste asiático, el humo de los incendios vinculados a la deforestación -en particular de los bosques de turba-
aumenta bastante la contaminación atmosférica urbana existente, en especial en los años de El Niño (Johnston et
al., 2012; Marlier et al., 2013). El modelado les atribuye a estas emisiones producto de los incendios un promedio
de 110.000 muertes anuales en la región, principalmente por la exposición estacional de largo plazo a las
partículas de humo, lo que aumentó a 300.000 las muertes durante la temporada de El Niño 1997/8 (Johnston et
al., 2012). Las enfermedades tales como el paludismo y la fiebre amarilla pueden propagarse por la eliminación de
huéspedes patógenos forestales, los aumentos en la cantidad de agua estancada, y la mayor velocidad de los
ciclos reproductivos producto de las temperaturas más cálidas (Vittor et al., 2006; Patz et al., 2008). La remoción
del bosque también se relaciona con el aumento del riesgo de inundaciones y la escorrentía superficial (Bradshaw
et al., 2007).
El uso final de gran parte de las tierras deforestadas es la agricultura. La deforestación para la agricultura –
además de producir efectos sumamente negativos desde la perspectiva del cambio climático y la biodiversidad–
parece cada vez más contraproducente si se traduce en alteraciones de los sistemas meteorológicos y climáticos
que repercuten sobre la producción agrícola. Voldoire & Royer (2004) sugieren que la deforestación podría
ocasionar extremos climáticos más intensos, lo que se traduciría en efectos negativos de más envergadura para la
agricultura que los relativos a los aumentos de la temperatura producto del cambio climático. Por ejemplo, su
modelo indica que los años de El Niño serían más secos que en la actualidad, con un incremento del estrés por
déficit hídrico del suelo y la reducción de la evaporación. El modelado sugiere que la pérdida de bosques en zonas
como la Amazonia y África central puede reducir drásticamente las precipitaciones en el Medio Oeste de los
Estados Unidos en las épocas en las que el agua es fundamental para la productividad agrícola de estas regiones
(Avissar & Werth, 2005).
Actualmente, el modelado es la mejor herramienta para investigar las diferencias en el alcance de la
1
deforestación, así como para cubrir los ámbitos regionales e internacionales . Estos estudios tienden a modelar la
deforestación total para maximizar los efectos sobre el clima y la meteorología, aunque también se indican las
tendencias de impactos esperados que se asocian tanto con la deforestación actual como con la histórica. Es
importante señalar que los efectos indirectos pueden actuar de forma no lineal. Es decir, en vez de un cambio
constante, puede haber un efecto menos perceptible durante un período, pero luego se produce un cambio rápido
a otras condiciones cuando se llega a un “punto de inflexión”.
En conclusión, existe el consenso científico generalizado de que la deforestación puede provocar efectos
indirectos en los sistemas meteorológicos locales y regionales, como los regímenes pluviométricos y las
temperaturas de superficie. Existen asimismo pruebas contundentes de modelado para los efectos mundiales
remotos a través de las teleconexiones provocadas por la deforestación en las tres principales áreas forestadas
tropicales (el Amazonas, África occidental ecuatorial y el sudeste asiático). Estos efectos varían en su alcance y
magnitud, pero existe el consenso de que la deforestación es la causa subyacente.
Poner fin a la deforestación detendría la pérdida directa del hábitat forestal pero también minimizaría los efectos
indirectos de la deforestación y la posibilidad de que se produzcan alteraciones en los sistemas meteorológicos y
climáticos en los niveles local, regional y mundial. También habría beneficios para la salud pública, reducción de
los riesgos de inundaciones y disminución de los efectos negativos sobre la cosecha en ciertas zonas. Nuestro
conocimiento de los servicios que brindan los ecosistemas forestales a los seres humanos (sustentados por la
biodiversidad) es incompleto y, por lo tanto, no es posible estimar con certeza alguna las consecuencias totales de
su pérdida. Por lo tanto, emplear el principio precautorio y conservar los ecosistemas forestales existentes bajo la
huella de la “no deforestación” es la única forma de garantizar que los bosques sigan regulando nuestro clima y
meteorología, minimizar los efectos indirectos de la deforestación y conservar la biodiversidad.
Efectos indirectos de la deforestación en Asia
2
Precipitaciones: según el modelado, el sudeste asiático experimenta una reducción de 1mm/día de las
precipitaciones durante todo el año si la pérdida de la cubierta forestal es total (Werth & Avissar, 2005a), y China
meridional y Vietnam experimentan una reducción de 20 a 30% en las precipitaciones (Sen et al., 2010).
Temperatura: los modelos indican un incremento regional de la temperatura atmosférica de 1°C tras la
deforestación total (Schneck & Mosbrugger, 2011).
Monzones: se sugirió que el curso del monzón del este asiático se debilitaría en el este de China y en el Mar de
China Meridional, pero se intensificaría en el sudeste asiático continental tras las deforestación total (Sen et al.,
2004; Sen et al., 2010).
Océanos: las temperaturas de la superficie podrían reducirse hasta 1,25°C en el Océano Índico Austral y
Meridional, pero aumentar 0,75°C en el Océano Pacífico Meridional tras la deforestación total, lo que afecta la
circulación oceánica (Schneck & Mosbrugger, 2011).
Protección costera: la eliminación de los bosques de mangles aumenta la exposición de la comunidad a las
influencias de los océanos y las mareas, como ciclones y tsunamis (Kathiresan & Rajendran, 2005)
Salud humana: el humo de los incendios vinculados a la deforestación, en particular de los bosques de turba,
aumenta bastante la contaminación atmosférica urbana existente en el sudeste asiático, en especial en los años
de El Niño (Johnston et al., 2012; Marlier et al., 2013). Esto puede afectar la salud de las personas, no solo de
quienes están en las inmediaciones sino también en los centros urbanos cercanos a la quema forestal.
Teleconexiones: una reducción del 20 al 25% de las precipitaciones en el oeste de Turquía (Avissar & Werth,
2005), mayor actividad de trayectoria de las tormentas en Escandinavia (Snyder, 2010), cambios en las
ubicaciones de la trayectoria de las tormentas en Europa (Snyder, 2010), enfriamiento en Siberia de 1°C, y
aumento de temperaturas en Canadá y África central son las posibles consecuencias de la deforestación asiática
total (Schneck & Mosbrugger, 2011).
Efectos indirectos de la deforestación en África
Precipitaciones: el modelado sugiere reducciones generalizadas de las precipitaciones de 1mm/día en el ámbito
local (Werth & Avissar, 2005b), una reducción de 2 a 3mm/día en la estación seca (Semazzi & Song, 2001) tras la
deforestación total de África. Estos modelos presentaron patrones regionales; Mozambique experimentaría una
reducción de las precipitaciones, mientras que Botswana, Zambia y el sur de la República Democrática del Congo
tendrían un aumento de las precipitaciones.
Temperatura: se indicó que las temperaturas de la superficie de la tierra aumentarían localmente entre 1,2 y 2,4°C
tras la deforestación total del sur de Sudán (Salih et al., 2012).
Monzones: los monzones de África occidental se debilitan producto del menor transporte de humedad hacia el
norte tras la pérdida modelada de los bosques de África occidental (Abiodun et al., 2008).
Agricultura: se esperaba que la producción agrícola de la región oeste de Kenia disminuyera tras la reducción de
las precipitaciones vinculadas a la pérdida de los bosques locales (Otieno & Anyah, 2012).
Teleconexiones: los modelos de pérdida total de bosques en África central sugieren una reducción de las
precipitaciones del 5 al 35% en el Medio Oeste de los Estados Unidos (Avissar & Werth, 2005), que podría
repercutir sobre las cosechas y el suministro mundial de alimentos. Se espera que la Península Arábiga
experimente un incremento del 15 al 30% de las precipitaciones (Avissar & Werth, 2005).
Efectos indirectos de la deforestación en el Amazonas
Precipitaciones: se modeló que las precipitaciones anuales se reducirán entre un 10 y un 20% en toda la cuenca
tras la deforestación total en el Amazonas (Moore et al., 2007), pero existen ciertas diferencias regionales. Se
pronostica que el noroeste de la cuenca se secará hasta 2 mm/día, mientras que el sudeste puede volverse más
húmedo, hasta 1,5 mm/día (Medvigy et al., 2011).
Riesgo de inundaciones: las descargas anuales en un río del sudeste del Amazonas aumentaron 25% tras el
cambio de uso de la tierra (de bosques en agricultura) en los últimos 40 años (Costa et al., 2003), y se considera
que los riesgos de inundación han aumentado (Davidson et al., 2012).
Temperatura: el modelado de la conversión total del bosque del Amazonas en agricultura sugiere incrementos
considerables de la temperatura local de alrededor de 2°C (Feddema et al., 2005). Se ha indicado que la
frecuencia de los fenómenos de frío extremo se triplicará en el sur y oeste de Sudamérica, lo cual podría repercutir
sobre la agricultura (Medvigy et al., 2012).
Agricultura: las reducciones de las precipitaciones y el incremento de los fenómenos de frío extremo perjudicarían
los cultivos como el café, el maíz, la soja y el trigo (Medvigy et al., 2012).
Teleconexiones: si se produce la deforestación total del Amazonas, se ha sugerido que las precipitaciones se
reducirán un 25% en Texas, pero aumentarán un 45% en la Península Arábiga (Avissar & Werth, 2005). Al mismo
tiempo, Europa del norte experimentaría también un incremento de las precipitaciones anuales (Feddema et al.,
2005).
1. Introducción
La superficie forestal mundial es de alrededor de 4 mil millones de hectáreas -aproximadamente el 30% de la
superficie terrestre de la Tierra- pero se reduce a un ritmo de 13 millones de hectáreas por año: una “velocidad
alarmante” (FAO, 2010). La mayor deforestación tiene lugar en las regiones tropicales de Sudamérica, el centro de
África occidental, y el sur y el sudeste de Asia. Los bosques prestan servicios ecosistémicos como la regulación
meteorológica y climática en los niveles local, regional y mundial. Por lo tanto, la deforestación no solo causa la
pérdida directa del hábitat forestal sino que también produce efectos indirectos como la falla de los servicios
ecosistémicos. Si bien es sabido que la deforestación emite dióxido de carbono, que contribuye al cambio
climático mundial, los efectos que se proyectan sobre los ciclos meteorológicos son menos conocidos. En el
presente informe se examinan los estudios publicados sobre estos efectos indirectos de la deforestación y su
posible repercusión sobre la agricultura.
Un cambio en la cubierta terrestre repercute sobre el intercambio de agua y energía entre el suelo, la vegetación y
la atmósfera. Estos cambios pueden alterar la circulación atmosférica y la termodinámica, lo que afecta los
regímenes pluviométricos y las temperaturas de superficie (Foley et al., 2003). El clima local y regional puede
verse afectado por estos cambios de la cubierta terrestre, como lo demuestran los cambios climáticos
internacionales en regiones distantes, producto de las teleconexiones atmosféricas (Snyder, 2010). Las
teleconexiones son procesos que vinculan los cambios en la presión atmosférica y los regímenes de circulación en
todo el mundo, a pesar de las grandes distancias. Constituye un ejemplo de teleconexión el fenómeno de El Niño3
Oscilación Austral (Snyder, 2010). Las zonas terrestres tropicales influyen sobre el clima en las regiones de
latitudes medias, puesto que son una de las principales fuentes de energía a la atmósfera. La circulación
atmosférica general transporta esta energía hacia los polos para mantener el equilibrio energético mundial. Los
cambios en el equilibrio energético tropical y este proceso de transporte hacia el norte podrían repercutir sobre el
clima en las latitudes septentrionales (Snyder, 2010).
Muchos componentes del sistema terrestre pueden exhibir un comportamiento no lineal (Lenton et al., 2008). Los
bienes y servicios ecosistémicos que brindan los bosques, como la regulación del clima y las precipitaciones,
también pueden presentar un comportamiento no lineal. Es decir, en vez de una reducción firme de un servicio
ecosistémico, puede existir un efecto poco perceptible durante un período pero luego se produce un cambio
repentino a otro estado; en este caso, un cambio por el cual ya no se prestaría ese servicio.
El concepto de no linealidad se ejemplifica mejor a través de los “puntos de inflexión”. En la cuenca del Amazonas,
los efectos combinados de la deforestación con el cambio climático amenazan empujar el bosque hacia un “punto
de inflexión” (Lenton et al., 2008; Malhi et al. 2009). Se sugiere que el 40% de la deforestación de la cuenca del
Amazonas podría ser suficiente para alcanzar un punto de inflexión, tras el cual se establecería un clima más seco
irreversible, lo que evitaría la reforestación (Sampaio et al., 2007; Nobre & Borma, 2009). No se han informado
puntos de inflexión similares para otras grandes zonas forestadas tropicales (p. ej., el sudeste asiático o la cuenca
del Congo).
Se utilizan modelos para predecir los efectos de la deforestación. Pueden investigar las diferencias del alcance de
la deforestación, así como cubrir zonas regionales y mundiales. Los efectos indirectos pueden ser difíciles de
identificar, debido a la variabilidad climática natural (Findell et al., 2006) y la diferencia entre las escalas
temporales de las observaciones (días) y los sistemas modelados (años) (Aragão, 2012). Sin embargo, puesto que
la destrucción generalizada de zonas forestadas para fines científicos no es viable, el modelado actualmente es la
mejor herramienta. Este campo es un área emergente de la ciencia, en la que se esperan más estudios. Lo
importante es que, si bien muchos de los modelos proyectan las consecuencias de la deforestación total en una
región específica, dan una idea de qué tendencias podrían esperarse, por ejemplo en términos de precipitaciones
o temperatura. No obstante, esto significa que se produciría una transición firme, puesto que el sistema puede
responder de forma no lineal. La mayoría de los modelos de este informe estudian la deforestación total, por lo
que se informan las cifras cuyos efectos están vinculados a la pérdida total de cubierta forestal. En el texto se
señalan los puntos en los que difiere.
Este informe identifica los efectos indirectos vinculados a la deforestación e investiga la repercusión que pueden
tener sobre la producción agrícola y los ciclos meteorológicos. También se mencionan los estudios específicos de
los efectos indirectos asociados con la deforestación en el Amazonas, Asia, África y el bosque Boreal.
2. Efectos indirectos de la deforestación
Salud humana
Emisiones producto de los incendios
Junto con la quema de la sabana, los incendios forestales conforman la mayor parte del humo de los incendios en
paisajes en el nivel mundial. Los incendios forestales se generan espontáneamente en algunos tipos de bosques,
pero no suele ser el caso de la pluviselva tropical. Con todo, la degradación de la pluviselva aumenta su
vulnerabilidad a los incendios, y se suele quemar para talar bosques. En el sudeste asiático, los incendios para
tala forestal asociados a la deforestación, en especial de los bosques de turba, son la fuente principal de
emisiones producto de incendios de la región forestal (Johnston et al., 2012). Contribuyen de forma considerable
con la contaminación atmosférica urbana existente, en especial en los años de El Niño, cuando la sequía aumenta
el alcance y la longevidad de los incendios (Johnston et al., 2012; Marlier et al., 2013). Este humo incluye
partículas de carbono de diámetro inferior a 2,5 µm pulgadas (PM2.5), nocivas para la salud humana. Los gases
procedentes de los incendios contribuyen a la formación de ozono de bajo nivel.
Durante los años fuertes de El Niño, el modelado indica que las partículas de incendios en paisajes solos
provocan la superación de las directrices de los PM2,5 diarios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en
las zonas más afectadas del sudeste asiático entre 100 y 200 días por año (Johnston et al. 2012; Marlier et al.
2013). En los modelos, los niveles promedio de las partículas solo de los incendios superan las directrices anuales
de PM2,5 de la OMS sobre gran parte de las islas de Borneo y Sumatra, y también de la región peninsular de
Malasia. Johnston et al. (2012) estiman que 110.000 muertes por año (promedio 1997-2006) son atribuibles a las
emisiones producto de los incendios en la región, principalmente la exposición estacional a largo plazo a las
partículas de humo. Esto asciende a casi 300.000 muertes durante el año 1997/8 de El Niño. Marlier et al. (2013)
modelaron el efecto de la salud de las emisiones producto de los incendios en el sudeste asiático (1997-2006) en
términos del incremento de la mortalidad por enfermedad cardiovascular. El incremento de la mortalidad anual fue
de aproximadamente 10.800 adultos (un aumento del 2 %) de la exposición a PM2,5, y otros 4.100 adultos de la
exposición al ozono.
Existen altas densidades de población cerca de zonas de gran actividad de incendios en el sudeste asiático, y esto
potencia el impacto sobre la salud de las emisiones producto de los incendios en esta región (Marlier et al., 2013).
Ambos estudios recomiendan que las reducciones en la exposición a las emisiones producto de incendios a través
de la disminución de la deforestación repercutirían de forma inmediata y mensurable sobre la salud humana, así
como preservarían el ecosistema forestal.
Enfermedad
La deforestación podría aumentar el riesgo y el alcance de la enfermedad, debido a un mayor contacto con la vida
silvestre y la destrucción de los huéspedes patógenos forestales existentes. En particular, la tala forestal
incrementa los depósitos artificiales de agua que pueden convertirse en caldo de cultivo para los mosquitos que
transmiten el paludismo. Vittor et al. (2006) informan que se han registrado cambios en los patrones del paludismo
debido a la deforestación en el Amazonas. Los sitios deforestados un 80% presentaban una tasa de picadura de
mosquito (Anopheles darlingi) 278 veces más alta que aquélla de las regiones donde la deforestación era inferior
al 30%. Se cree que obedece a la preferencia que tiene la raza A. darlingi por los pastizales o las tierras
cultivables. En Kenia, los hábitats abiertos y sin árboles poseen una temperatura más cálida a medio día que en
las zonas forestadas. El aumento de temperatura acortó el ciclo reproductivo del mosquito hembra Anopheles
gambiae un 52% durante la estación seca (Patz et al., 2008). Estos estudios muestran que es posible que la
deforestación incremente las poblaciones de mosquitos y, por lo tanto, la transmisión de enfermedades como el
paludismo.
Existe también la preocupación de que las enfermedades como la fiebre amarilla y el dengue puedan resurgir en
algunos países o que se incremente la frecuencia de los brotes (Walsh et al., 1993). Grard et al. (2011) plantearon
la inquietud de que el virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo podría resurgir en África, tras un incremento
de los hábitats de la sabana árida posiblemente producto de la deforestación.
Ciclo hidrológico
Los bosques son un elemento esencial del ciclo mundial del agua, puesto que poseen un índice de evaporación
elevado, lo que contribuye a la circulación de la humedad atmosférica. Aragão (2012) informa que el dosel forestal
recicla el agua de manera más eficiente a través de la evapotranspiración que las superficies de escasa
vegetación como los campos de cultivos. La evapotranspiración es la combinación de evaporación con
transpiración de la vegetación a la atmósfera. La deforestación debilita el ciclo hidrológico local y se produce un
nuevo patrón de generación de calor por la modificación de la cubierta terrestre (Figura 1). Este cambio en el calor
generado se propaga por todo el mundo a través de las teleconexiones y afecta el régimen pluviométrico mundial
(Werth & Avissar, 2005b).
Precipitaciones
La deforestación puede reducir la evapotranspiración debido a la pérdida de vegetación. Ello se traduce en la
reducción de la circulación de humedad y de las precipitaciones (Spracklen et al., 2012). La deforestación también
repercute sobre la termodinámica local, lo que provoca una reducción del calor que se genera a la atmósfera. Esto
afecta la circulación atmosférica y las precipitaciones asociadas (Avissar & Werth, 2005). Los modelos sugieren
que las regiones deforestadas han reducido las precipitaciones anuales hasta 80%, y las regiones ubicadas fuera
de la zona deforestada también se ven afectadas por los cambios en las precipitaciones (Hasler et al., 2009,
Figura 2). Spracklen et al. (2012) sugieren que el cambio de uso de la tierra a gran escala puede alterar los
regímenes pluviométricos de cientos a miles de kilómetros de la región de la deforestación. Los cambios en dichos
regímenes pueden provocar sequías, en especial en la estación seca, lo que perjudica la agricultura y la
disponibilidad del agua.
Inundaciones
La pérdida de los bosques puede traducirse en un aumento de la escorrentía, puesto que hay una interceptación
limitada de las precipitaciones y una reducción de la evaporación del agua del dosel forestal (Bradshaw et al.,
2007). Spracklen et al. (2012) sugieren que la menor evapotranspiración debida a la deforestación podría
incrementar la escorrentía localizada y los niveles de los ríos. Estos efectos pueden contribuir a las inundaciones,
en especial en la estación lluviosa. Bradshaw et al. (2007) informan que la frecuencia de inundaciones tuvo un
correlato negativo con la cantidad de bosque restante, pero positivo con la cantidad de superficie forestal perdida.
El modelado indica que una reducción del 10% de la superficie de bosque natural produce un aumento de la
frecuencia de inundaciones de entre 4% y 28%, según el país que se modele. La misma reducción del 10% de la
cubierta forestal provoca un aumento del 4 al 8% de la duración total de las inundaciones.
“La pérdida constante de bosques puede aumentar o exacerbar la cantidad de desastres relacionados con las
inundaciones, perjudicar a millones de personas pobres, e infligir daños por billones de dólares en las economías
desfavorecidas en los próximos decenios. Esta primera demostración empírica a escala mundial de que los
bosques se correlacionan con el riesgo y la gravedad de las inundaciones en los países en desarrollo refuerza el
imperativo de la protección forestal a gran escala para proteger el bienestar humano, y sugiere que la
reforestación puede ayudar a reducir la frecuencia y la gravedad de las catástrofes relacionadas con las
inundaciones.” – Bradshaw et al., 2007
Temperatura
Se cree que la deforestación mundial produciría un efecto de enfriamiento regional de la temperatura y las zonas
boreales del hemisferio norte, aunque un efecto de calentamiento regional en los trópicos (Davin & NobletDucoudré, 2010). Lee et al. (2011) amplían esta teoría y afirman que sus modelos indican que al norte de los 45°
de latitud hay un mayor enfriamiento, y al sur de los 35° de latitud existen pruebas de un calentamiento mayor. Los
resultados de la deforestación aumentan las temperaturas debido a la reducción de los efectos de enfriamiento de
la evapotranspiración provocada por la pérdida de vegetación (Snyder, 2010). Esto también contribuye a una
menor formación de nubes (Castillo & Gurney, 2012).
Los modelos de Snyder (2010) indican que la deforestación en los tres principales centros forestales tropicales
provocaría un aumento de 2 a 3 °C de las temperaturas atmosféricas en las regiones forestales. Por ejemplo, se
predice que la región del Amazonas se calentará 1,88 °C entre septiembre y noviembre. Se cree que los océanos
circundantes limitan la respuesta de temperatura en el sudeste asiático. Se muestra que las regiones ubicadas
fuera de las zonas deforestadas se calientan, en particular al sur de Siberia y China, debido a las teleconexiones
mundiales y la amplificación de los cambios en la circulación del hemisferio norte. El enfriamiento producto del
albedo es un mecanismo importante en las regiones boreales (Davin & Noblet-Ducoudré, 2010). El albedo es una
medida de la reflectancia de superficie, por lo que cuando la tala forestal deja expuesta la nieve altamente
reflectante (alto albedo), la radiación del calentamiento se refleja en lugar de absorberse. Esto contribuye al
enfriamiento de las temperaturas de superficie y a la expansión de la cubierta de nieve, lo que provoca el
enfriamiento neto (Spracklen et al., 2008).
Agricultura
El uso final de gran parte de las tierras deforestadas es la agricultura. La deforestación para fines agrícolas puede
ser contraproducente si provoca cambios en los sistemas meteorológicos y climáticos que repercuten sobre la
producción agrícola. Voldoire & Royer (2004) sugieren que la deforestación podría ocasionar extremos climáticos
más intensos, lo que se traduciría en efectos negativos de más envergadura para la agricultura que los relativos a
los aumentos de la temperatura producto del cambio climático. Por ejemplo, su modelo indica que los años de El
Niño serían más secos que en la actualidad, con un incremento del estrés por déficit hídrico del suelo y la
reducción de la evaporación.
Lobell et al. (2011) informan un incremento de la temperatura de 1 °C como consecuencia de la reducción
generalizada de los rindes de los cultivos producto del cambio climático mundial del 10%, con excepción de las
latitudes altas, donde los cultivos se benefician de las temperaturas más templadas. También señalan que las
precipitaciones aumentaron los rindes de casi todos los cultivos pero se llega a un punto en el que más lluvia
comienza a causar daños. En el África Subsahariana, los modelos predicen reducciones en los rindes de los cinco
principales cultivos (maíz, sorgo, mijo, maní y mandioca) por el calentamiento del clima, a pesar de los
incrementos pronosticados en las precipitaciones en el este de África (Schlenker & Lobell, 2010). Los modelos de
cambio de la tierra de la vegetación boscosa nativa en tierras agrícolas en Australia indican que produjo una
reducción de las precipitaciones y un aumento de la temperatura en el sudeste de Australia. Esta región de
Australia es una de las principales productoras agrícolas, por lo que estos cambios se traducirían en impactos
sobre las cosechas (McAlpine et al., 2007). Estos estudios indican que los cambios de temperatura producto de la
deforestación perjudicarían los rindes, lo que afecta las economías que dependen de la agricultura y pienso para
el ganado.
“Los cambios del clima regional podrían exacerbar la mortandad de árboles relacionada con las sequías, lo que, a
su vez, reduciría las reservas de carbono, aumentaría el riesgo de incendios y reduciría la biodiversidad. Tales
cambios podrían amenazar también la agricultura, que genera 15.000 millones de dólares estadounidenses
anuales en Amazonia, y la industria hidroeléctrica, que aporta el 65% de la electricidad de Brasil. Por lo tanto, la
sociedad debería tomar ahora medidas urgentes para refrenar la deforestación tropical y evitar los problemas
ambientales futuros.” – (Aragão, 2012)
3. Efectos indirectos de la deforestación en Asia
Asia contiene el 15% de la superficie forestal mundial (FAO, 2010), pero se considera que la deforestación allí
produce efectos más complejos que en el Amazonas. Esto se debe a la influencia del monzón asiático, las
distribuciones geográficas insulares y las diferentes características espaciales (Mabuchi et al., 2005). Schneck &
Mosbrugger (2011) informan que los modelos de deforestación asiática indican cambios en el ciclo hidrológico
regional, el calentamiento de las superficies terrestres y la alteración de los regímenes de circulación regional
como los monzones. La ubicación de la región dentro de la zona oeste cálida del Océano Pacífico es proclive a
generar fuertes reacciones entre el océano y la atmósfera, lo que produce impactos climáticos regionales y
mundiales a través de las teleconexiones (Schneck & Mosbrugger, 2011). A continuación se profundiza el análisis
de estos impactos.
Precipitaciones
Para todo el sudeste asiático, Werth and Avissar (2005a) predicen una reducción de las precipitaciones de 1
mm/día en todo el año, tras la deforestación. Olchev et al. (2008) profundizan esta idea, después de que los
modelos indicaron que una reducción del 15% en la pluviselva tropical en Sulawesi, Indonesia, mostró una
reducción del 2% en la evapotranspiración mensual y un aumento del 21% de la evaporación del suelo. Sen et al.
(2004) predijeron que la deforestación en Myanmar podría arrojar una sombra pluvial al este, lo que influiría sobre
las precipitaciones en Bangladesh y el noreste de la India. Sin embargo, aún no hay disponibles más estudios
sobre esta sombra pluvial.
La deforestación, que antes se había concentrado en las zonas bajas del sudeste asiático, ahora está
desplazándose hacia zonas altas. Sen et al. (2010) modelan cambios climáticos producto del reemplazo de los
bosques de montaña con cultivos irrigados o pastizales: el sur de China y Vietnam experimentan una reducción
del 20 al 30% de las precipitaciones, mientras el Mar de China Meridional observa un aumento del 30%. Se
muestra que el reemplazo con hierba produce cambios similares pero mayores: una reducción de las
precipitaciones del 30% en toda la península de Indochina y la región montañosa. Las cabeceras de los
principales ríos se ubican en el sudeste asiático continental montañoso, por lo que los cambios en las
precipitaciones afectarían las regiones de tierras altas y bajas, así como la producción agrícola.
Temperatura
Actualmente existen pocos estudios de modelado sobre el cambio de temperatura producido por la deforestación
en Asia. Sin embargo, Schneck y Mosbrugger (2011) predicen un incremento regional de la temperatura de
superficie de 1 ºC debido a la reducción del enfriamiento por evaporación (Figura 3). Los autores sugieren también
que las temperaturas de la superficie del océano caen en algunas regiones debido a la reducción de los alisios y el
debilitamiento de las corrientes ascendientes de agua fría.
Figura 3. Salida de modelo de cambio de temperatura (°C) producto de la deforestación en el sudeste asiático. La
línea del contorno produce el intervalo a 0,25°C (no se muestra el 0°C). El cambio positivo significativo (p=0,05)
está coloreado en rojo y el negativo en azul (Schneck & Mosbrugger, 2011). El resultado muestra aumentos de la
temperatura superiores a 1 °C en el sudeste asiático y en el Océano Pacífico Sur y reducciones superiores a 1 °C
en el Océano Índico Austral y en Siberia.
Monzones
Los estudios de modelado de la península de Indochina hacen hincapié en el efecto de la deforestación sobre el
monzón estival del este asiático (Sen et al., 2004). La tala total de árboles provoca un incremento de la velocidad
del viento y la temperatura atmosférica, y una reducción del vapor de agua, lo que lleva a un debilitamiento de la
circulación del monzón en el este de China. Al mismo tiempo, se modifica la frecuencia de las precipitaciones, que
es mayor en aquellas zonas que presentan una cantidad mayor de lluvia, como las ubicadas a sotavento de la
deforestación. Otros modelos de Sen et al. (2010) descubren que un cambio de la cubierta forestal a los cultivos
irrigados provoca una circulación monzónica mayor sobre la región montañosa alta desde el sudeste asiático
continental, pero una circulación más débil sobre el Mar de China Meridional. Se informa que ya se produjo una
reducción significativa de las precipitaciones monzónicas estivales en la península de Indochina, debido a la vasta
deforestación en tierras bajas (Kanae et al., 2001).
Deforestación de manglares
Al tiempo que actúan como zona de cría de peces y conservación de sedimentos, los bosques de manglares
actúan como barrera física contra las influencias de las mareas y los océanos, como los tsunamis (DahdouhGuebas et al., 2005; Sjöling et al., 2005). Entre 1990 y 2010 se perdió medio millón de hectáreas de bosque de
manglares, y la superficie actual de pie es de 15,6 millones de hectáreas (FAO, 2010).
Los mangles protegen las costas de las influencias de las mareas y los océanos al reducir la amplitud y la energía
de las olas (Danielsen et al. 2005). A pesar de este servicio vital, se ha destruido alrededor del 50% de los
bosques de manglares del mundo (Dahdoun-Guebas et al., 2005). Las comunidades ubicadas detrás de los
bosques de manglares intactos sufrieron menos daño que las expuestas durante el tsunami “Boxing Day” del 26
de diciembre de 2004 (Kathiresan & Rajendran, 2005). Esto pone de manifiesto su importancia y características
protectoras para las comunidades. Sjöling et al. (2005) informan que las superficies de manglares deforestadas
tenían concentraciones más altas de sulfuro y amoníaco, baja diversidad bacterial e índices de fijación de
nitrógeno bajos. Estos cambios tienden a modificar el hábitat restante, pues lo vuelven no apto para la
propagación de semillas y el restablecimiento de los bosques de mangles.
Teleconexiones
Numerosos autores han modelado las teleconexiones resultantes de la deforestación asiática. Werth & Avissar
(2005a) indican que, a medida que aumenta la superficie de la deforestación en Asia, también aumenta su efecto
sobre las regiones que están fuera de Asia. Por ejemplo, una reducción del 66% en las zonas forestadas ampliaría
la superficie de precipitaciones reducidas y aumentaría la cantidad de meses en los que se experimenta una
reducción significativa de las precipitaciones. Con la deforestación total (reducción del 100%), esta zona de
precipitaciones reducidas se ampliaría desde el sudeste asiático hacia los océanos Índico y Pacífico oeste. Los
cambios de altura geopotencial también se propagan con el aumento de la deforestación y afectan los regímenes
climáticos regionales (Figura 4). La altura geopotencial es una medida en escala de la altura de las superficies de
presión en la atmósfera tomada del nivel promedio del mar. Los modelos de deforestación del sudeste asiático
indican una reducción del 20 al 25% de las precipitaciones en el oeste de Turquía, así como China (Avissar &
Werth, 2005). Snyder (2010) sugiere que es posible modificar las trayectorias de las tormentas europeas debido a
los cambios en la circulación atmosférica a gran escala producto de la deforestación tropical. Por ejemplo, los
modelos sugieren una mayor actividad de las trayectorias de las tormentas en los países escandinavos que
impactan sobre la temperatura de superficie a través del calentamiento adiabático (calentamiento por compresión
sin ganancia ni pérdida de calor).
Schneck & Mosbrugger (2011) también buscan los efectos mundiales producto de la deforestación asiática en su
modelo. En las latitudes altas como Siberia, el modelo indica una reducción de temperatura de hasta 1°C, debido a
los cambios en la circulación atmosférica y más cantidad de nieve y cubierta de hielo (Figura 3). Se cree que esta
zona puede ser más sensible a los cambios, porque las corrientes oceánicas no suprimen los mecanismos de
reacción. Los autores señalan también un incremento de la temperatura en Sudamérica, Canadá y el centro de
África. Este modelo también incluye los océanos, que se ha descubierto presentan una reducción de las corrientes
de superficie en el Mar de China Meridional y en el Océano Pacífico del este, lo que repercute sobre las corrientes
ascendentes. Esto podría llegar a afectar la disponibilidad de nutrientes y las temperaturas del océano.
Figura 4. Resultados del modelo de la cantidad de meses (barra de escala en colores) donde se produciría un
cambio significativo (p=0,05) de las precipitaciones (izquierda) y caída de altura geopotencial (247 mb) (derecha)
tras la deforestación en el sudeste asiático. El resultado máximo es tras la deforestación del 33%, el intermedio es
tras la deforestación del 66%, y el inferior es tras la deforestación del 100% (Werth & Avissar, 2005a). El resultado
muestra más deforestación con cambios significativos en las precipitaciones y la caída de altura geopotencial.
4. Efectos indirectos de la deforestación en África
África concentra el 17% de la superficie forestal total del mundo, ubicada principalmente en las regiones
ecuatorianas (FAO, 2010). Estos bosques poseen el promedio más bajo de precipitaciones de todas las
pluviselvas (Malhi & Wright, 2004), por lo que pueden verse muy afectados por los cambios en las precipitaciones.
Se espera que la deforestación en África produzca un calentamiento de la superficie terrestre, una reducción de la
tasa de evaporación, un aumento del albedo superficial, una reducción de la cubierta nubosa, y una reducción de
las precipitaciones (Snyder et al., 2004). A continuación se profundiza el análisis de estos impactos.
Precipitaciones
Werth & Avissar (2005b) modelan el impacto de la deforestación total en África. Los resultados indican que la
meteorología local respondería con una reducción de las precipitaciones de hasta 1mm/día, en especial durante la
estación seca, en el mes de julio. Semazzi & Song (2001) descubren una reducción marcada al modelar la
deforestación total en todo el continente africano, con reemplazo de pastizales de la sabana. Durante la estación
seca de julio a septiembre, se produce una reducción de las precipitaciones de 2 a 3 mm/día, y un retraso en el
inicio de la estación húmeda. No obstante, esta reducción no es uniforme en todo el continente: Mozambique
experimentaría una reducción de las precipitaciones, pero Botswana, Zambia y la región septentrional de la
República Democrática del Congo experimentarían un incremento de las precipitaciones.
Según la modelización, la deforestación total de la cuenca del Congo traería aparejada una reducción de las
precipitaciones de hasta el 50% (Nogherotto et al., 2013). Se ha emprendido la deforestación en el Cuerno de
África para ampliar zonas agrícolas, y muchos estudios han investigado los efectos climáticos de la deforestación.
Los modelos de Otieno & Anyah (2012) sugieren que la pérdida de bosques en Kenia provoca una reducción de
las precipitaciones mensuales y podría ocasionar un desplazamiento en las zonas de convergencia de la
humedad. Salih et al. (2012), modelan la deforestación en Sudán y Sudán del Sur, con el reemplazo del bosque
por pastizal o desierto. Los resultados indican una reducción de las precipitaciones durante la estación húmeda
(de julio a septiembre) de 0,1 a 2,1 mm/día para el desierto y de 0,1 a 0,9 mm/día para el pastizal.
Temperatura
Snyder et al. (2004) sugieren que las temperaturas de la superficie terrestre aumentarían como consecuencia de
la deforestación en África. Respaldan este argumento los estudios de modelado que descubren incrementos de
1,2°C (desierto) y 2,4 °C (pastizal), según el tipo de hábitat posterior a la deforestación (Salih et al., 2012).
Nogherotto et al. (2013) descubren un calentamiento significativo de hasta 4 °C tras la deforestación de la cuenca
del Congo.
Monzones
El modelado indica que la tala de árboles reduce las precipitaciones en el África occidental, pues la tropósfera
intermedia conserva parte de la humedad de los monzones. Ello reduce el transporte de humedad hacia el norte,
lo que provoca precipitaciones en África occidental. Una mayor velocidad de flujo al este en la tropósfera
intermedia contribuye también a la reducción de las precipitaciones, pues transporta la humedad lejos del África
occidental (Abiodun et al., 2008). Nogherotto et al. (2013) descubren también cambios en el monzón de África
occidental en los modelos de deforestación, con una intensificación en la costa de Guinea pero una reducción de
las precipitaciones en el Sahel. Se ha descubierto que el monzón ecuatorial sur se refuerza con más
precipitaciones en la región sur ecuatoriana del África.
Agricultura
Existen modelos de países individuales para los efectos de la deforestación en la agricultura, pero faltan modelos
a escala regional. Un estudio de Giertz et al. (2005) informa que la deforestación en el centro de Benín aumenta el
aporte de agua del suelo debido al aumento de la escorrentía de superficie y la evapotranspiración. Otieno &
Anyah (2012) sugieren que la reducción de las precipitaciones debida a la pérdida de bosques en Kenia podría
afectar la producción agrícola en el oeste de Kenia. La reducción de las precipitaciones, en especial en la estación
seca, combinada con el aumento de la evapotranspiración, reduciría el contenido de agua del suelo y aumentaría
el estrés por déficit hídrico. El incremento de la escorrentía superficial eliminaría suelo y nutrientes de los terrenos
cultivables, lo que también repercutiría sobre la producción agrícola. Estas condiciones pueden exacerbar el
menor resultado agrícola y la falta de seguridad de los alimentos actualmente presentes en algunos países
africanos, en particular aquellos del Sahel y el Cuerno de África.
Teleconexiones
Los estudios de modelado sugieren pruebas de que los efectos mundiales se asocian con la deforestación en
África. Avissar & Werth (2005) utilizan modelos para mostrar que la tala de los bosques en el África central
provocaría una reducción del 5 al 15% de las precipitaciones en la región de los Grandes Lagos del Medio Oeste
de los Estados Unidos, con una reducción pico del 35% en febrero. Los modelos de Werth & Avissar (2005b)
indican una caída geopotencial en septiembre en los trópicos, centrada en el África. Hay una reducción de las
precipitaciones en la zona tropical del Atlántico y en el Golfo de México. Podría estar relacionada con centros de
alta presión atmosférica definidos en Alaska y centros de baja presión en Norteamérica, lo que repercute sobre las
precipitaciones (Werth & Avissar, 2005b). Estados Unidos representa el 40% de la producción mundial de maíz y
soja (Lobell et al., 2011). La región del medio oeste es una zona agrícola clave, y las reducciones de las
precipitaciones son proclives a afectar el resultado de los cultivos y el suministro mundial de alimentos. Por el
contrario, según los modelos de Avissar & Werth (2005), la deforestación de África central incrementa las
precipitaciones en la Península Arábiga entre 15 y 30% durante los meses de agosto y septiembre.
5. Efectos indirectos de la deforestación en el Amazonas
La región del Amazonas en Sudamérica contiene el 21% de la superficie forestal mundial (FAO, 2010). Debido a
su tamaño, se espera que se produzcan diferencias regionales en los efectos, y es lo que han señalado los
estudios de modelado anteriormente. Los modelos sugieren que la región del Amazonas experimentará una
reducción de las precipitaciones, cambios en las temperaturas regionales y un incremento del riesgo de
inundaciones con deforestación. A continuación se profundiza el análisis de estos impactos.
Precipitaciones
En el Amazonas, se espera que la deforestación reduzca las precipitaciones y Moore et al. (2007) sugieren que su
deforestación total provocaría una reducción del 10 al 20% de las precipitaciones anuales en toda la cuenca del
Amazonas. Spracklen et al. (2012) amplían estos datos, pues modelan una reducción del 12% de las
precipitaciones en toda la cuenca del Amazonas para el año 2050 durante la estación húmeda y de 21% durante
la estación seca. Incluso las zonas ubicadas fuera de las regiones deforestadas se verían afectadas, y se predice
que la cuenca del Río de la Plata meridional experimentará una reducción del 4% de las precipitaciones (Figura 5).
Coe et al. (2013) informan que la deforestación de la sabana en el centro y sur de Brasil puede estar ya
reduciendo las precipitaciones en la Amazonía sur sudeste, cientos de kilómetros a sotavento.
Se espera que la deforestación produzca diferencias regionales en sus efectos en toda Sudamérica. Lo resaltan
en los estudios de modelado Medvigy et al. (2011), quienes sugieren que el noroeste del Amazonas se volverá
más seco, hasta 2 mm/día, mientras que el sudeste se volverá más húmedo, hasta 1,5 mm/día. Esto es producto
de los cambios en la convergencia de humedad, con una reducción promedio de las precipitaciones de 2,3%. Sin
embargo, la deforestación en el bosque atlántico en la costa este de Brasil no muestra una relación sólida entre la
cubierta forestal y el total de precipitaciones (Webb et al., 2005)
Figura 5. Resultado del modelo del cambio porcentual de las precipitaciones (escala de colores) producto de la
deforestación de la cuenca del Amazonas durante la estación húmeda (a) y la estación seca (b). La zona
delineada en negro indica la cuenca del Amazonas y la zona delineada en rojo indica la cuenca del Río de la
Plata. Los puntos negros resaltan las anomalías en las precipitaciones que difieren en más de un desvío estándar
(Spracklen et al., 2012). El resultado muestra una reducción marcada de las precipitaciones en las cuencas del
Amazonas y vecinas.
Riesgo de inundaciones
El efecto hidrológico de la deforestación del Amazonas está modelado por D’Almeida et al. (2006). Los autores
descubren que los flujos de agua se reducen con todos los tamaños de la superficie deforestada, pero también
2
hay diferencias visibles. Por ejemplo, con una deforestación limitada (menos de 102 km ) hay incrementos locales
2
de la escorrentía, pero con una deforestación generalizada (más de 105 km ) se demuestra que el ciclo del agua
se debilita.
En el sudeste del Amazonas, el efecto de la deforestación en el ciclo hidrológico se ha separado de los cambios
climáticos naturales. En el río Tocantins, la superficie de tierras de cultivo y pasturas aumentó del 30% al 50%
entre 1955 y 1995. Esto trajo aparejados incrementos en la descarga fluvial anual del 25%, pero no hubo cambios
significativos en las precipitaciones (Costa et al., 2003). En el río Araguaia, la deforestación está presente desde la
década de 1970, y se probó que la descarga promedio anual aumentó un 25% entre las décadas de 1970 y 1990.
Se descubrió que la carga de sedimentos del río aumentó un 28% (Coe et al., 2011). Davidson et al. (2012)
señalaron que la descarga aumenta a su punto máximo durante la estación húmeda, lo cual incrementa, a su vez,
el riesgo de inundaciones en estas regiones.
Temperatura
Se espera que las temperaturas de superficie aumenten tras la tala de árboles, pero también se espera un
aumento de la frecuencia de los fenómenos de frío. Feddema et al. (2005) informan que la conversión total de la
pluviselva del Amazonas en agricultura provocaría un aumento de la temperatura superior a 2 °C.
Medvigy et al. (2011) sugieren que los modelos indican que aumentaría la frecuencia de los fenómenos de frío
extremo (una reducción de la temperatura superior a 1°C). Otros estudios de Medvigy et al. (2012) investigan
estos fenómenos de frío extremo. Los modelos de deforestación predicen que la frecuencia de estos fenómenos
podría triplicarse en el oeste y sur de Sudamérica, pero reducirse en el este. Señalan que la cuenca de La Plata
sur es especialmente vulnerable a los cambios climáticos. Se sugiere que el incremento de la frecuencia de los
fenómenos de frío extremo obedece a los cambios posicionales de la corriente en chorro subtropical debida a los
cambios de temperatura en la cuenca del Amazonas.
Se demuestra que las temperaturas de la corriente en la cuenca del río Xingú en el Mato Grosso, Brasil, son
significativamente más cálidas en las cuencas hidrográficas con pastura y soja que las de las cuencas
hidrográficas forestadas (Macedo et al., 2013). Las temperaturas promedio diarias máximas de la corriente son
más de 4 ºC más altas en el caso de las cuencas de pasturas y 3 ºC en las de soja que en las forestadas. Los
autores sugieren que se debe a la expansión agrícola y puede perjudicar los peces y otras especies de las
corrientes.
Agricultura
La disminución de las precipitaciones y el aumento de la frecuencia de los fenómenos de frío tiende a repercutir
sobre la industria agrícola del Amazonas, valuada en US$ 15.000 millones anuales (Aragão, 2012). Se sugiere
que los cambios en los regímenes pluviométricos modelados por Spracken et al. (2012) perjudican los cultivos y
las condiciones del suelo. Medvigy et al. (2012) sugieren que la cuenca del río de La Plata en Sudamérica, una
gran zona agrícola de cultivo de soja, trigo, maíz y arroz, podría verse perjudicada por los cambios de temperatura
provocados por la deforestación. Ya se registraron daños en los cultivos producto de los fenómenos de frío para el
café en el sur de Brasil, así como para el trigo, la soja y los cítricos en Argentina y el sur de Brasil (Medvigy et al.,
2012).
Teleconexiones
Se cuenta con estudios limitados sobre las teleconexiones producto de la deforestación del Amazonas. Avissar &
Werth (2005) informan que la tala forestal podría modificar los regímenes pluviométricos en el Golfo de México,
con reducciones drásticas (25%) en Texas durante la primavera y el verano. No obstante, se predicen incrementos
de las precipitaciones de hasta 45% en agosto y septiembre en la Península Arábiga y en los países que rodean el
Mar Rojo. Asimismo, se muestra que el norte de Europa experimenta más precipitaciones a lo largo del año, pero
sería menos significativo que el incremento en la Península Arábiga. Los modelos sugieren que los aumentos de
temperatura podrían producir el debilitamiento de la circulación de Hadley, lo que repercute sobre la circulación
atmosférica mundial y el monzón asiático (Feddema et al., 2005).
6. Efectos indirectos de la deforestación boreal
Se dispone de escasa información sobre los efectos indirectos de la deforestación de los bosques boreales. Los
modelos indican que la deforestación podría ocasionar el enfriamiento regional en el invierno y la primavera del
hemisferio norte, con lo cual la nieve se derretiría posteriormente y las temperaturas serían más frías (Strengers et
al., 2010). La tala de los bosques forestales en el norte de Europa, Asia y Norteamérica podría aumentar el albedo
superficial hasta el 25% (Bala et al., 2007), lo que potencia el enfriamiento inducido por albedo. Lee et al. (2011)
informan que las temperaturas del aire en la superficie de observación son inferiores en el campo abierto que en
las zonas forestadas boreales de Canadá y los Estados Unidos. Los autores sugieren que se trata de un ejemplo
del efecto enfriador del albedo.
7. Síntesis y conclusiones
Los cambios en la cubierta terrestre –como la deforestación- pueden traducirse en una reducción de la
evapotranspiración y un aumento de las temperaturas de superficie. Esto altera los regímenes de circulación y
humedad atmosférica, lo que ocasiona cambios climáticos locales y regionales que se propagan por todo el
mundo, hacia regiones distantes, a través de las teleconexiones. Modelar estos cambios permite investigar el
efecto indirecto de la deforestación, tanto en los ámbitos regional como mundial.
La deforestación puede llevar a la aparición de problemas de salud humana causados por la generación de humo
durante la quema por desbroce. En todo el mundo, se estima que, en promedio, 339.000 muertes anuales pueden
atribuirse a la exposición a los incendios en paisajes, que principalmente surgen de los incendios de los bosques
tropicales y la sabana en el sudeste asiático y el África subsahariana. Se estima que en el sudeste asiático las
emisiones producto de los incendios contribuyen unos 200 días al año extra, que superan las metas de calidad del
aire de la Organización Mundial de la Salud. Existe también la inquietud de que el desmonte de los bosques
aumente la propagación de enfermedades como el paludismo, como consecuencia del aumento de las
temperaturas, los estanques de agua artificiales y la pérdida de los huéspedes patógenos forestales.
La deforestación perturba y debilita el ciclo hidrológico a causa de la reducción de la evapotranspiración y la
circulación de la humedad, y los modelos sugieren que podrían reducirse las precipitaciones anuales hasta en un
80%. Esto repercute sobre la agricultura y la disponibilidad del agua, mientras que la pérdida de árboles también
contribuye a un incremento de la escorrentía y al riesgo de inundaciones. Los modelos sugieren que la frecuencia
de las inundaciones tiene un correlato positivo en la cantidad de superficie forestal que se pierde, lo que indica que
las inundaciones aumentarán con la deforestación futura.
Se espera que las zonas templadas y boreales del hemisferio norte experimenten un efecto enfriador regional
producto de la deforestación mundial, mientras las regiones tropicales atravesarían el calentamiento regional. Los
modelos indican que la pérdida de bosques en las tres principales regiones forestales (Asia, el Amazonas y África
central) podría provocar un aumento de la temperatura de 2 a 3°C, lo que repercutiría de forma significativa sobre
la agricultura.
Se cree que Asia recibe los efectos más complejos de la deforestación debido a su geografía insular, el efecto de
los monzones asiáticos y las reacciones fuertes entre el océano y la atmósfera. Los modelos sugieren que habría
una reducción de las precipitaciones anuales de 1mm/día y un incremento de las temperaturas superficiales de
hasta 1 °C tras el desmonte tropical. Se espera que estos cambios debiliten el monzón asiático en el Mar de China
Meridional, pero que lo fortalezcan en el sudeste asiático continental alto. La deforestación de los bosques de
mangles para la acuicultura puede dejar las comunidades más vulnerables a los daños producidos por ciclones y
tsunamis, porque las barreras de mangles ya no reducirían la energía de las olas.
Los bosques africanos poseen el promedio más bajo de precipitaciones de todos los bosques, por lo que se
espera reciban un fuerte impacto de los cambios en las precipitaciones producto de la deforestación. Los modelos
indican que el desmonte de bosques ocasionaría una reducción de las precipitaciones de hasta 1mm/día, lo que
se amplificaría en la estación seca y podría demorar el inicio de la estación húmeda. Se produjo una variación
regional en todo el continente, que provocó una reducción de las precipitaciones en el sudeste y en el Cuerno de
África pero un incremento en África central. Se sugiere que el monzón también se vería afectado, con una
reducción del transporte de humedad en el oeste de África. Se modela que las temperaturas de la superficie de la
tierra aumentarán entre 1,2 y 2,4°C, según el tipo de vegetación que reemplace la pluviselva. Los estudios
también predijeron una reducción de la producción agrícola resultado de la reducción de las precipitaciones y del
aumento del estrés por déficit hídrico del suelo, lo que amenaza la seguridad alimentaria en África.
Puesto que el Amazonas es la superficie forestal más grande del mundo, se espera que experimente variaciones
regionales más pronunciadas y un impacto mayor en las regiones remotas. Los modelos demuestran que la
deforestación podría provocar una reducción del 10 al 20% de las precipitaciones en toda la cuenca del
Amazonas, y se observan cambios regionales también fuera de las zonas deforestadas. Se sugiere que el
noroeste del Amazonas presenta una reducción de las precipitaciones de hasta 2mm/día, mientras que en el
sudeste se produce un incremento de hasta 1,5 mm/día. Existen pruebas de que la deforestación en Sudamérica
produjo un mayor riesgo de inundaciones y de descarga fluvial anual del 25%, lo cual puede verse exacerbado por
una mayor deforestación. Se predice que las temperaturas de superficie aumentarán 2 °C, y la frecuencia de los
fenómenos de frío extremo podría triplicarse. Se sugiere que el cambio de las precipitaciones y los fenómenos de
frío perjudicará los cultivos y las condiciones del suelo, lo que afecta la producción agrícola de café, soja, maíz y
trigo.
Existe información limitada sobre los efectos indirectos de la pérdida de bosque boreal, pero se predice que
provocará un enfriamiento regional. Se debe a los efectos de enfriamiento asociados al albedo y al deshielo
primaveral demorado.
Los estudios de modelado sugieren que los efectos se propagan por todo el mundo debido a las teleconexiones, lo
que afecta los regímenes pluviométricos y las trayectorias de las tormentas lejos de las zonas de deforestación. El
modelado sugiere que la deforestación asiática podría provocar una reducción de las precipitaciones de hasta
25% en Turquía, alteración e intensificación de las trayectorias de las tormentas europeas y reducciones de las
velocidades de las corrientes oceánicas de superficie en el Mar de China Meridional y en el Océano Pacífico del
este. Se sugiere que la pérdida de bosques africanos reducirá las precipitaciones en el Medio Oeste de los
Estados Unidos de 5 al 35%, lo que perjudicará una zona agrícola principal y aumentará el estrés por déficit
hídrico. No obstante, se informa que algunas regiones -como la Península Arábiga- verían incrementadas las
precipitaciones hasta un 30% como consecuencia de los cambios en los regímenes pluviométricos causados por
la deforestación en África central. Una reducción de la cubierta forestal amazónica indica una reducción del 25%
en las precipitaciones en Texas durante la primavera y el verano, pero un aumento de hasta 45% para la
Península Arábiga producto de los cambios en la circulación de la humedad. Asimismo, se sugiere que Europa del
norte experimentó un incremento de las precipitaciones anuales, aunque no al mismo nivel que la Península
Arábiga. Estos modelos indican que la región amazónica posee el mayor impacto sobre los cambios
hidroclimáticos en las regiones remotas, posiblemente debido a su gran superficie forestal, pero otras regiones de
deforestación también poseen efectos significativos.
Muchos autores concuerdan en la existencia de pruebas de que la deforestación provoca cambios en las
temperaturas locales y regionales, así como en las precipitaciones. No obstante, estos efectos se modifican según
las regiones forestales. Por ejemplo, mientras que tanto la deforestación en Asia como en África modifican los
regímenes pluviométricos regionales, el efecto de la deforestación es mayor durante la estación seca en África,
pero distribuido a lo largo del año en Asia. También existen pruebas de los efectos remotos significativos
causados por la deforestación: las teleconexiones. Puesto que se trata de un campo emergente, cabe esperar que
se necesiten más estudios para investigar los vínculos existentes entre los cambios climáticos inducidos por la
deforestación y la agricultura, así como efectos remotos. A pesar de que la mayoría de los estudios utilizan
modelos de deforestación total, los efectos pueden indicar cambios que podrían ocurrir incluso a las tasas actuales
de pérdida de la cubierta forestal.
Si bien los estudios pueden concordar en los efectos, no existe consenso en la magnitud, el alcance, la ubicación
y las causas físicas que los generan. Asimismo, no existen estudios que investiguen los efectos acumulativos de
los impactos indirectos. Por ejemplo, el desmonte de los bosques en el Amazonas podría afectar el monzón
asiático, que también se ve afectado por la deforestación en Asia. Aún no se sabe si estos efectos pueden
amplificarse mutuamente o provocar otros aún desconocidos.
Poner fin a la deforestación detendría la pérdida directa del hábitat forestal pero también minimizaría los efectos
indirectos de la deforestación y la posibilidad de que se produzcan alteraciones en los sistemas meteorológicos y
climáticos en los niveles local, regional y mundial. También habría beneficios para la salud pública, reducción de
los riesgos de inundaciones y disminución de los efectos negativos sobre la cosecha en ciertas zonas. Nuestro
conocimiento de los servicios que brindan los ecosistemas forestales a los seres humanos (sustentados por la
biodiversidad) es incompleto y, por lo tanto, no es posible conocer –o siquiera estimar- con certeza alguna las
consecuencias totales de su pérdida. Por lo tanto, emplear el principio precautorio y conservar los ecosistemas
forestales existentes bajo la huella de la “deforestación cero” es la única forma de garantizar que los bosques
sigan regulando nuestro clima y meteorología, minimizar los efectos indirectos de la deforestación y conservar la
biodiversidad.
Notas:
1
Se utilizan los modelos informáticos para predecir los efectos de la deforestación, pues la destrucción
generalizada de las zonas forestadas para un fin científico es inviable e indeseable.
2
Estos efectos modelados se concentran solo en los impactos producidos por la deforestación, por lo que son
independientes de los esperados como consecuencia del cambio climático mundial. Los resultados del modelo
son independientes de los cambios provocados por los aumentos de las concentraciones de gases de efecto
invernadero.
3
La distinción entre efectos de la deforestación sobre la meteorología y/o el clima no resulta clara, por lo que en
el presente informe se menciona la terminología tal cual se la utiliza en cada estudio. En el presente informe no
se abordan las implicancias de la deforestación sobre el almacenamiento de carbono y, por lo tanto, sobre el
cambio climático.
8. Referencias
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